Partida Rol por web

El sol comienza a ponerse y no obstante no estaba aún satisfecho con el trabajo realizado.
Tres árboles se encontraban en el suelo, no demasiado anchos, como de un pie, pero derribados a golpes, a golpes por puños y piernas, a juzgar por el estado en que se encontraban las botas de duro cuero y los guantes con remaches metalicos que llevaba puesto
Hace un año habria derribado al menos otro más antes de que el sól saliera - digo en voz alta, como retando al bosque.

Hace tan sólo seis meses habia sufrido un accidente que me retuvo en la cama, tendido como un inutil durante casi 4 meses completos mientras mi pierna se recuperaba y ahora, quedan sólo unas horas para que comience La Cosecha y esperaba que esta vez mi nombre saliera elegido por fin, deseaba medir mis capacidades en un combate real, en un combate a muerte, pero aún no me encontraba totalmente en forma

Bah, de nada sirve perder más tiempo aqui, lo que tenga que ser que sea, pero si me paso la noche entera aqui, hasta un mierdas del 12º me derribará por el cansancio, quizá aguante un par de minutos si el mugriento no ha comido ese dia.

Recojo la chaqueta con enfado y me dirijo a mi casa para un sueño reparador, tras una leve cena, en la que apenas dirijo la palabra a nadie, cualquier palabra que soltara esa noche sería una borderia, y nadie en casa se merecia ser la víctima de mi enfado.

La mañana llegó pronto y mi mal humor se habia casi disipado, por lo que comienzo a hacer mis ejercicios matutinos que acabo justo antes de la llamada para La Cosecha - Vamos Theod, saldrá tu nombre y podras desquitarte con otros 23 gilipollas por todo este tiempo en la cama - una sonrisa sádica se mantiene en mi rostro todo el camino hasta la seleccion.

El día ha llegado. Te aproximas hacia el lugar donde se realiza la Cosecha. Por el camino te cruzas a conocidos, amigos, enemigos... Muchos recuerdos invaden tu mente, pero sólo el presente no se va de tus pensamientos.

Tienes probabilidades de que te toque, lo sabes. No te sientes con fuerza para ello, pero no es algo que puedas elegir. Sólo esa mujer desagradable, Hide Evanete, es la que tiene tu suerte en sus manos. Y seguramente preferirías que no tuviera manos.

La gente que no entra en la Cosecha se aparta mientras te unes a los demás posibles tributos. Chicas por un lado, chicos por otro. Allí, en una tarima, está el alcalde del Distrito, preparado, con el micrófono en mano y una gran pantalla tras él, donde podréis ver perfectamente la cara de los tributos elegidos. El alcalde comienza con unas palabras, las mismas de todos los años, así que no le escuchas.

Pero llega ella. Hide Evanete se sube por las escaleras con un vestido tutú dando pequeños saltitos hasta llegar al alcalde. Le da un beso en los labios y os mira.

¡Hola mis polluelos! dice mientras saca una gran lista. Comienza a citar el nombre de todos aquellos que tienen que estar presentes en la plaza. Al terminar, la deja a un lado.

¡Vamos, traigan las urnas! comenta dando unas palmaditas. Dos agentes de la paz se acercan, cada uno con una urna transparente donde podéis ver la cantidad de votos que hay dentro.

¡Felices Juegos del Hambre! ¡Y que la suerte esté siempre, siempre de vuestra parte! grita con los ojos brillantes de la emoción.

Se acerca a la primera urna, siendo ésta la de las chicas. Mete la mano y empieza a dar vueltas con gran velocidad, hasta que se hace con un papel.

Y nuestra tributo femenino de este año será... ¡Lyah Vryzak!

Dio unos pasos hasta la siguiente urna y vuelve a repetir el proceso.

Y nuestro tributo masculino de este año será... ¡Theod Vryzak!

Dos emociones contrarias invaden mi mente cuando soy nombrado, primero las dudas, no me siento aun suficientemente fuerte, y la segunda, inunandome y arrastrando las dudas: la emocion.
Busco con mi mirada los ojos de mi hermana, siempre fuimos aliados y a la vez rivalizabamos, nacidos el mismo dia y posiblemente, al final del todo, uno tendria que matar al otro. Asiento con la cabeza y la guiño un ojo complice mientras comienzo a avanzar hacia el palco.
Al pasar veo a mi madrs, derrumbada por perder de golpe a dos hijos, al menos sabia que uno no volveria y mi padre nos miraba, al igual que yo, con sensaciones opuestas, orgullo y pena. Agacho la cabeza hacia él, una forma simple de darle las gracias por lo que hizo por nosotros y una promesa velada de hacerle sentir orgulloso.
Espero a lyah en las escaleras y subo con ella, a la vez, como siempre, para colocarnos frente al publico, manteniendome en absoluto silencio

Aquella mañana Lyah admiró con sensaciones encontradas la imponente silueta de "El Hueso" que se recortaba contra la luz del amanecer ante sus ojos. Durante sus dieciseis años de vida había podido contemplarla cada mañana, cada tarde y cada noche pero aquel día era consciente de que quizás fuera el último día que pudiera recrearse con su visión.

Siempre había albergado la esperanza de poder entrar allí... ver con sus propios ojos el corazón de de la defensa del Capitolio, pero en cambio aquella mañana al levantarse se le había metido la extraña idea en la cabeza de que aquello no se haría realidad. No es que tuviera miedo, no es que le asustara el día de La Cosecha, pero estaba decepcionada.

Aquel año por fin, su sueño, el único que siempre había tenido en realidad se había hecho cumplido. Ella y Theod, su hermano mellizo, habían sido elegidos por sus excelentes cualidades para ingresar en el cuerpo de Agentes de la Paz al cumplir su decimosexto cumpleaños y el hecho de pensar que en un horas tuviera que dejar todo eso atrás la llenaba de frustración. Era consciente  de lo que supondría para su familia, de lo que representaría para su distrito y de lo que podría conseguir si por avatares del destino quedaba como única superviviente. Pero, por otro lado , ella ya se había hecho a la idea de servir fielmente durante 20 años ( o toda su vida si era preciso) al Capitolio sin matrimonio ni hijos y aquello era una contrariedad.

Su pueblo no era muy grande, uno más de aquella multitud de pequeños núcleos que rodeaban el Hueso, y había nacido en los alrededores de la pequeña Mina llamada Perdición. Era consciente de que el hecho de vivir en el Distrito 2 le había permitido tener una vida más cómoda y asentada que el resto de los distritos. Pero también eso suponía que su renuencia a participar en la Cosecha era mal vista. A ojos de todos luchar por el Distrito 2 era una privilegio, pero para ella significada renunciar a todo por lo que siempre había luchado.

Si se había esforzado en los entrenamientos, si había sido una alumna intachable y si su disciplina había sido perfecta era porque deseaba que la recomendaran para formar parte del cuerpo militar de los Agentes de la Paz, no para hinchar el pecho y sonreír cuando su nombre saliera elegido en aquella maldita urna.

El viento hizo ondear su cabello castaño y enmarañado mientras descendía el camino que la llevaría hacia el centro del pueblo. Desde hacía un par de días no había cruzado una sola palabra con su hermano. Y desde la cena, ni siquiera lo había visto. Él era distinto a ella. Él estaría orgulloso de pelear por el Distrito 2, de alzarse con la victoria y de regalarles a sus padres un merecido lugar en una casa en el Barrio de los Vencedores.

En ese momento, se sintió culpable. ¿Por qué no podía pensar en eso? Si conseguía ganar su familia tendría una posición inmejorable. Sería casi como vivir en el Capitolio. Tragó saliva y apretó el paso. A su alrededor comenzaba a haber más gente que se aglomeraba para acudir a la plaza central. No vio a Theod y tampoco a sus padres. Lo prefería. Realmente no había querido cruzarse con nadie que pudiera recordarle aún más que quizás aquel sería el último día de la vida que había elegido... para convertirse realmente en una "Mascota" del Capitolio.

(Este ya si lo narro en 1ª persona)

Miro a un lado y a otro mientras Hide Evanete hace su paripé de cada año. Por supuesto, no puede faltar su horrendo gusto por los colores fosforescentes, este año destacándose en un desagradable tono fucsia de su pelo. Frunzo los labios y noto que a mi lado, Enah Wilson una de mis compañeras de clase me da un codazo y se ríe. Enah es una de las mejores aspirantes a tributo del distrito y una de mis mejores amigas. Ella estaría encantada de salir elegida hoy... Como casi todos. 

Me concentro en mirar al suelo, y notó un murmullo de expectación cuando Hide Evanete saca de la urna el nombre del tributo femenino de este año...

No sé por qué, pero no me sorprende. En el fondo, lo presentía. Esa sensación que me había desasosegado desde que me levantara de madrugada para ir a contemplar por última vez el Hueso desde el Mirador.

Avanzo con la cabeza alta, ahora sí clavando mi mirada en la excéntrica figura de Hide Evanete, a la que dedico una corta y fría sonrisa al ir acercándome. Entonces escucho como taconea hacia la otra urna y extrae el nombre del que será mi "compañero".

Cuando oigo el nombre de Theod apenas pestañeo pero me detengo en mitad de las escaleras. Miro hacia mi madre y veo el dolor en su rostro mientras se derrumba al lado de mi padre. Quiero acercarme a ella, decirle que lo siento. Sabe que al menos uno de sus hijos no volverá con vida. La mano de Theod en mi espalda me devuelve a la realidad. Le miro, es apenas un cruce fugaz en el que nuestras miradas se dicen todo. Después de todo, siempre ha sido así. Siempre los dos juntos. 

Ambos nos colocamos en el estrado, de frente a la masa de gente y siento en mis hombros los largos dedos de Hide Evanete clavándose como garras. Un escalofrío me recorre la espalda y sin embargo, con absoluta hipocresía, hincho el pecho y sonrío a la multitud, a las cámaras... al Capitolio... a Panem.

¡Oh Dios mío, oh Dios mío! ¡Esto es estupendo, maravillosisísimo! ¡Dos hermanos, dos hermanos luchando por sobrevivir! ¿No es emocionante? dijo mientras ponía sus manos sobre vuestros hombros.

Esto se merece un gran aplauso, ¡claro que sí! gritó cuando la gente comenzó a aplaudir.

Muy bien, queridos, entrad por esa puerta te señaló una Allí podréis encontraros con vuestros padres y hablar con ellos para despediros. Al menos, uno de los dos no volverá aquí ¡Jajajaja!

Me dirijo hacia la puerta y en absoluto silencio me encuentro con mis padres. Le estrecho la mano a mi padre y dedico unos segundos en abrazar a mi madre.

Todos sabiamos que esto podia pasar, el destino es caprichoso y nos trajo juntos y juntos nos embarcaremos hacia la muerte, donde al menos uno de los dos no volverá. No nos lloreis, estad orgullosos de nosotros.

Solemne me retiro un paso dejando a lyah que hable

De reojo miro a la horrible mujer, cuya voz me aguijonea las sienes por su petulancia. En silencio, camino a la par que mi gemelo sin cruzar palabra con él. El corazón me late apresuradamente y cuando veo ante mí a nuestros padres no puedo evitar morderme el labio inferior para evitar que las emociones me traicionen. No quiero hacérselo más difícil.

Con una semisonrisa abrazo a mi padre. Él me aprieta con fuerza y me revuelve el pelo, como cuando era una niña. Hacía años que no lo hacía. El nudo en mi garganta se estrecha, atenazante mientras al separarme de él me doy cuenta por vez primera de las marcadas arrugas bajo sus ojos verdes, los mismos ojos que Theod y yo heredamos. Me aprieta el hombro en silencio, es un gesto que entiendo, no hacen falta palabras. Luego, da un paso atrás, dejando que mi madre me abrace deshecha en lágrimas. Intenta peinarme con los dedos y yo no puedo evitar apartar la cabeza, incómoda, como suelo hacer habitualmente. Sin embargo, esta vez sonrío al hacerlo y soy yo la que le doy un beso en la mejilla y la abrazo con fuerza.

Antes de separarse de mí, mi madre desliza algo en mi mano, y cierra mis dedos sobre ello. No me hace falta mirar para saber que es su posesión más preciada. Una cadenita de plata, con una pequeña lágrima de lapislázuli. Mi padre se la regaló el día que se casaron y trabajó haciendo turnos extras durante meses para ello.

Vuelvo a besar a mi madre en silencio y luego al separarnos susurro:

_ No llores mamá. Todo saldrá bien _ miro a mi padre también y añado. _ Desde este año... viviréis en el Barrio de los Vencedores... tenedlo por seguro... Confiad en nosotros.

Bien, pues entonces hagamos que este año tenga otro ganador.... o ganadora - digo acercandome a Bruce - Mi nombre es Theod.

Me acerco hasta una de las mesas, tomo algo de beber y me siento tranquilamente, aunque en mi interior aún soy un mar de dudas y emociones, trato de calmarlas, se que este torbellino sólo me hará mal y me desconcentrará

Me mantengo a la par con Theod cuando ambos entramos en el vagón. Aún cuando mi estómago está cerrado por los nervios y las despedidas no puedo evitar admirar con golosa complacencia los lujos que aparecen ante mis ojos. 

No puede ser de otra manera... _ añado corroborando las palabras de mi hermano con una sonrisa. Le noto tenso y muy raro en los últimos días y no sé muy bien qué le pasa por la cabeza. Desde el accidente no ha sido el mismo. Me siento a su lado, pero encima de la mesa y le quito el vaso de la mano, sacándole la lengua. _ Alegra esa cara hermanito... El distrito 2 no podía tener mejores representantes... _ doy un trago largo al vaso y luego le guiño un ojo cómplice. _ Ni mejor entrenador... _ añado rápidamente girándome hacia Bruce.

¡Mírala que maja! dijo Bruce acercándose a Lyah y, agarrándola por el cuello, empezó a acariciarla la cabeza como si fuera un perro, despeinandola.

¿Sois hermanos? ¡Vaya putada! La tía del distrito 2 con la que fui a los Juegos murió a manos de otros. Tuve suerte, así su familia no ha buscado venganza en mi persona... Como si pudieran, claro, ¡jaja!

Si os tenéis que matar el uno al otro, no dudéis. Recordad los malos momentos que os habéis hecho pasar, así será más fácil añadió tomando una botella de licor y bebiendo como si no hubiera mañana.

Si que somos hermanos, y si tenemos que matarnos el uno al otro será al final del torneo, un combate que todo el mundo recordará sea quien sea el ganador, lo que tenemos ambos claro es que el ganador de esta edicion de los juegos del hambre ha de ser uno de nosotros - digo mientras sigo mordisqueando una manzana - ¿que puedes decirnos que nos ayude a acabar los Juegos rápidamente siendo vencedores?

Intenté esquivar las manazas de Bruce... pero no hubo caso. De pronto tenía todo el pelo revuelto y sólo cuando él quiso logré librarme de su manaza en mi cuello. Sin embargo, y pese a lo tenso del momento la situación me hizo gracia y no pude evitar soltar una pequeña carcajada preparada para esquivar la posibilidad de un segundo intento de "ataque cariñoso" del grandullón. Después de que mi hermano hablara asentí.

_ Será épico... A los patrocinadores les gusta eso... Y nosotros sabremos darles lo que quieren... _ apostillé, centrando mi atención en una bandeja llena de dulces luchando por decidir si comerme una tartaleta de fresas o una enorme bomba de crema. ¡Qué demonios...! Cogí una de cada y mientras mordía el pastel la crema se desparramó por mis labios y aterrizó en mi pecho. _ Ups... 

Fue entonces cuando mi hermano hizo la pregunta clave, y relamiéndome los labios miré expectante a Bruce... esperando su respuesta.

¿Rápidamente? ¡Ja! Eso no te lo permitirán. ¡Les quitarías el entretenimiento! Harán algo para que varios tributos salgan corriendo, seguramente.

Intentad formar una alianza para cazarlos mejor. Después, acabar con vuestro grupo. Por traicionero que suene, es como se gana. ¡Yo aplasté la cabeza de dos imbéciles que querían acabar conmigo! ¡Pandilla de fracasados!

Me levanto y desperezo como cada dia, con energia, aunque el sueño esta noche ha sido mas profundo, con el dsspertar, junto a la opulencia, llega lanrealidad, que en unos dias mi hermana y yo nos tendremos que separar, de una manera u otra.
Normalemte por las mañanas suelo hacer una serie de ejercicios, pero hoy, rindiendome a mi alrededor, me quedo en la cama unos minutos mas antes de vestirme, lavarme y salir a desayunar.

Buenos dias - digo a los presentes moentras tomo un buen tazon de leche con algunos cereales y escucho como nuestro entrenador, igual que si fuera un cerdo, engulle la comida como si fuera el a los Juegos y fuera su ultima comida.
Yo se combatir cuerpo a cuerpo, no necesito armas y eso deberia ser una ventaja ya que estoy armado ahora mismo sin depender nada. Aunque creo que la mejpr baza que tenemos es ir juntos hasta el final, sabemos luchar complementandos y protegiendonos, tenemos experiencia en ello mientras que los otros solo tendran unos pocos dias para intentar lograr lo que lyah y yo llevamos años haciendo

La noche se hizo larga. Por más que lo intentaba no conseguía conciliar el sueño y la situación comenzaba a estresarme más de lo que hubiera deseado. La opulencia y los lujos que nos rodeaban eran agradables, pero por otro lado nadie se creería que éramos tan simples como para que pudieran opacar la cruda realidad. Me levante a oscuras, sintiendo la helada suavidad del suelo bajo mis pies, una aterciopelada y falsa caricia, mientras mis pasos me guiaban hacia la habitación de mi hermano. Me asomé a la puerta, sólo para comprobar que, aparentemente, él sí dormía. Me apoyé en el marco de madera, abrazándome a mí misma, sintiéndome terriblemente sola. Deseaba con todas mis fuerzas poder correr hasta la cama de Theod y meterme dentro, cubriéndonos las cabezas con las mantas para alejar de nosotros todos los miedos y preocupaciones... Como cuando éramos pequeños. 

Tragué saliva con dificultad. Ya no éramos unos niños... y tampoco los Juegos desaparecerían sólo con taparnos la cabeza con las mantas. Ya no había solución, ni esperanza. Apreté los dientes con fuerza y me separé de la puerta con un nudo en el estómago. Si no hubiese sido su hermano... todo habría sido más fácil. 

A la mañana siguiente unas oscuras ojeras enmarcaban mis ojos y apenas pronuncié un tenso "Buenos días" a los presentes. Escuché a Theod en silencio y luego asentí.

_ Es una ventaja que sin duda los otros no poseen. Si resistimos los dos hasta el final, el distrito 2 se asegurará un vencedor. No soy mala en cuerpo a cuerpo, pero mi especialidad es la espada... Supongo... _ añadí poco convencida removiendo sin ganas los cereales que flotaban sobre la leche.