Partida Rol por web

Cierro los ojos mientras Sam acaricia mi cabeza y poco a poco voy relajándome, el corazón comienza a latir con ritmo más tranquilo, por extraño que parezca, solo ella es capaz de acelerar y tranquilizarme a la vez.

– Ahora que estas aquí, si lo estoy. Yo también prefiero estar contigo que solo en mi habitación, y más sabiendo que en pocos días nos van a mandar a la arena de los juegos. Quiero pasar este tiempo que nos queda contigo – respondo.

- ¿Que tal han sido los entrenamientos? ¿Mas duros que los de padre? - pregunto.
 

En cuanto noto que Sean empieza a calmarse, comienza a responderme. Mientras escucho lo que me dice no puedo evitar que se me escape una sonrisa. Me suelto del abrazo para mirarle a los ojos y sonreirle.

Le cojo entonces de la mano para que me acompañe hasta la cama y sentarnos en ella. Será más cómodo para poder hablar -Los entrenamientos... bueno... bien... no he logrado superar todas las pruebas, pero lo he intentado hacer lo mejor posible. Menos mal que elegí entrenar mis mejores habilidades, que sino... -Me quedo unos segundos en silencio mientras pienso en estos tres días y continuo -Algunos instructores no eran muy agradables, pero ya sabes que estoy acostumbrada a los hombre rudos -le digo mientras le saco la lengua -Al lado de papá son unos aficionados.

Vuelvo a mirar a Sean, siempre consigue sacarme una sonrisa en cualquier circunstancia -¿Y a ti que tal te ha ido?

Me dejo llevar hasta la cama y sentado la escucho hablar sobre los entrenamientos, sonrío cuando habla de papa y de los compañeros de trabajo, hombres que trabajan de sol a sol en unas condiciones que no son agradables para llevar un plato de comida a sus familias.

- He conseguido mejorar mis habilidades médicas, y eso que he intentado mejorar otras habilidades esforzándome y dando todo lo que tenia para poder protegerte mejor en la arena… Pero lo único que he conseguido es llenarme el cuerpo de moratones – la sonrío antes de bajar la cabeza algo avergonzado - Eso si, no son ni la mitad de duros que tu, hermanita – digo con la mirada clavada en el suelo.
 

Miro como mi hermano parece sentirse avergonzado por no haber logrado lo que esperaba en los entrenamientos, pero yo sé que tiene cualidades de sobra para ser el mejor. Para mí es el mejor, nadie de los que estamos aquí para participar en estos juegos habríamos sido capaces de hacer lo que él hizo en la cosecha, eso lo convierte en la mejor persona que hay aquí.

Le agarro del mentón y le subo la cabeza hasta conseguir que me mire a los ojos para decirle -no tienes nada de lo que avergonzarte, tú vales más que todos ellos juntos. ¡Eres mi héroe! -Y me acerco para darle un beso.

Siento la mano de Sam en mi cara y me levanta el rostro para que deje de mirar al suelo y clave mis ojos en los suyos, sus palabras hacen que mi cara enrojezca por completo, no me hace falta mirarme en el espejo, lo se.

- Yo, ¿tu héroe? – pregunto en cierta manera sorprendido y siento su cuerpo junto al mío dándome un beso – Me gustaría poder hacer mas por ti, Sam, eso es lo que me da vergüenza. El no poder ser mejor para protegerte, cuidarte y… quererte como te mereces – respondo sintiéndola a mi lado.
 

Veo como Sean se pone colorado con mis palabras, siempre ha sido un poco vergonzoso, y como es tan blanco de piel se le nota mucho el rubor, no es capaz de esconderlo.

-Sí, tú, mi héroe -le respondo -¿Tanto te sorprende? Siempre has estado ahí para mí y me has ayudado en todo lo que has podido. Y venir aquí conmigo es la mayor prueba de amor y valor que alguien pueda hacer... -respiro unos segundos e intento quitarle hierro al asunto haciéndole a Sean mi broma habitual -Por cierto, no te pongas rojo, Sean...

Aún me encuentro algo aturdido y ciertamente sorprendido por las palabras de Sam, me quedo mirándola sin saber que decir mientras ella respira y entonces termina de rematarme con su broma. Sonrío mientras mis ojos tienen un brillo diferente.

- Así que no me ponga rojo, eh – digo y aprovecho que la tengo tan cerca para comenzar a hacerla cosquillas en los costados durante unos segundos, provocando que comience a reír. Paro y seguidamente la abrazo con cariño, susurrándola en el oído – Es lo que debía hacer, que seria de mi vida sin ti… Te quiero, Sam.
 

Cuando la preguntasteis por su victoria, un brillo peligroso asaltó sus ojos, al tiempo que sonreía con autentica maldad.

Oh, fue muy muy siniestro... Pero era necesario para sobrevivir, ¡sí, sí, sí! dijo al tiempo que daba unos saltitos y giraba sobre si misma. Cuando se quedó quieta, se llevó las manos a la espalda y puso una cara de niña inocente que casi os hace olvidar la expresión anterior.

Era la pequeña de mi grupo, así que era una presa fácil. Lo sabía y, de hecho, mi mentor dijo que no me daba ni dos segundos en la arena. Así que lo usé a mi favor Empezó a hacer círculos con su pie derecho al tiempo que desviaba la mirada y parecía sonrojarse. Pero había algo en toda esa expresión que daba la impresión de que estaba jugando como lo había hecho entonces.

En los entrenamientos me mostré torpe y asustadiza. Lloraba por cualquier cosa y hacía mal las pruebas adrede. En el entrenamiento personal con los patrocinadores, destaqué en la ocultación, consiguiendo una puntuación muy alta. Os miró y ese brillo peligroso salió otra vez a la luz.

Sólo tuve que esperar. Cuando comenzó la Arena un chico mayor que yo vino directamente a por mí. No le di tiempo a reaccionar: Salté sobre su cara y empecé a arañarle, a darle patadas y a morderle. Fue todo un espectáculo; los demás distritos se olvidaron de la Cornucopia y se nos quedaron mirando. El chico no podía hacer nada, me movía muy rápido y no podía defenderse bien. Cayó al suelo y me tiré a por su cabeza. Le cogí de los pelos en este momento, alzó los brazos y cerró los puños sobre una cabeza imaginaria y empecé a golpearlo contra el suelo sin descanso sus palabras iban acompañadas de movimentos hasta que se escuchó un "crack" muy sonoro y empezó a salirse cosas por detrás de su cabeza Soltó esa cabeza imaginaria y sonrió con dulzura e inocencia.

Después fue sencillo. Les asusté a todos, así que me evitaban. Casi no me hizo matar a ninguno más, jijiji.

El plató estaba lleno de hombres y mujeres vestidos de forma extravagante. Esos días parecía que la moda era el color plateado, pues todos llevaban algo de ese tono que hacía deslumbrar cuando algún foco les apuntaba. Los peinados, como no, dibujaban la rareza de sus personajes; cada uno iba con su forma y sus complementos, desde peinados que apuntaban al techo hasta moños aplastados que parecían animales aplastados por algún tipo de vehículo.

Las luces bajaron de intensidad, lo que provocó que las voces del público disminuyeran hasta quedar un mero murmullo. Una voz profunda y tranquila habló a través de los altavoces.

¡Y ahora, con todos ustedes, nuestro presentador, el más querido, deslumbrante y especial de la televisión! ¡Recibamos con un fuerte aplauso al inmortal Caesar Flickerman!

Los aplausos ahogan las posibles palabras que esa voz pudiera decir a continuación. Tras unos segundos de espera, Caesar sale al escenario luciendo una gran sonrisa al tiempo que lanza besos al aire. Este año lleva el pelo color celeste y, al igual que la moda, lleva un traje totalmente plateado, en el que destaca una corbata gris con lunares dorados que hacen daño a la vista.

Caesar se coloca en el centro del escenario donde espera que la gente se calme para poder hablar. Cuando cree que puede hablar sin tener que gritar, alza los brazos para terminar de tranquilizarlos

Bueno, más que inmortal, se a quién tengo que pagar para que me mantenga joven, ¡buenas noches!

Ese chiste sin gracia hace que el público este un par de minutos riendo a carcajadas, lo que hace que el presentador se incline a modo de agradecimiento.

Como cada año, nos reunimos aquí con una intención: ¡Conocer un poquito mejor a nuestros queridos tributos!j Aquellos niños y niñas que han venido para entretenernos durante un tiempo. ¿Cuál será el que brille más que mi traje? ¿Quién será aquél que sea más dulce que el color de mis cabellos? ¿Quién hará que su sonrisa derrita a nuestras queridas jóvenes? ¿O qué muchacha hará perder la cabeza a nuestros adolescentes? Pues... ¡Esas preguntas serán respondidas a lo largo de la noche! ¡Comencemos con las entrevistas!

Y todos a la vez, corearon:

¡Y que la suerte esté siempre, siempre de vuestra parte!

Y ahora empezamos con una pequeña tragedia. Dos hermanos que han jurado protegerse de cualquiera que se enfrente a ellos. En primer lugar, demos la bienvenida a la joven Sam Brown, de 16 años, que viene del distrito 7!

Un caluroso aplauso llenó el plató cuando la joven Sam entró. Caesar la dio un abrazo además de un par de besos y la acompañó hasta su sitio.

Bienvenida Sam Brown. Aunque seguro que dais un espectáculo interesante, sentimos la presencia de tu hermano en estos Juegos. Y ahora, ¡comencemos con la entrevista! ¿Qué es lo que más te ha gustado del Capitolio?

Seguimos con los hermanos que han caído aquí trágicamente. Ahora es el turno del valiente Sean Brown, un joven de 16 años del distrito 7 que se presentó voluntario cuando se enteró que su hermana había sido elegida. ¡Un sonoro aplauso para este joven!

La gente se levantó emocionada tras las palabras de Caesar para dar la bienvenida a Sean. El presentador le saludó y le guió hasta el sillón.

Buenas noches, Sean, y sentimos mucho las circunstancias, aunque esto le pone un poco de picante a los Juegos de este año. Bien, comencemos con la entrevista. ¿Qué es lo que más te ha gustado del Capitolio?

Con cierto rubor, humildad y vergüenza, traga saliva, y salgo al escenario, saludando a la gente, trazando una diminuta sonrisa sin separar mis labios. Cuando el presentador me alcanza, le doy la mano, nervioso y efusivo, intentandome centrar en aquel extraño hombre.

Le sigo hasta el sillon, donde se sienta, y da un par de saltitos, comprobando lo comodo que es, y poso las manos sobre los antebrazos, apretandolos ligeramente. Acto seguido, me centro en las palabras del presentador, mirandolo como si estuviera en babia durante unos segundos.

No sabe que contestar, todo ha sido... rapido, extraño y precipitado. Pues... Buenas noches, Señor Caesar y.... buenas noches a todos Levanto la mano hacia el publico, esperando que mis compañeros en el districto siete puedan verme. Despues de todo, estaba saliendo en la tele. Pues... lo que mas me ha gustado... ¡Me han gustado muchas cosas! Acaba por reconocer, con una risa propia de los nervios.

¿No te decantas por nada? Bueno, la verdad es que el Capitolio es único y especial, así que todo es perfecto aquí.

El público se levantó entusiasmada y empezó a gritar y a aplaudir ante el halago que habían hecho a su ciudad.

Ahora pongámonos serios. ¿Qué se te pasó por la cabeza para presentarte voluntario tras ver cómo mencionaban a tu hermana? ¿Es el acto de un hermano valiente o quizá vengativo? ¿Qué harás si os quedáis solos?

Entorné la mirada. Todo aquel ruido, todas aquellas luces me aturdían y me hacían sentir confusa. No, no me gustaba la fama, ni los flashes ni toda aquella parafernalia. Estaban presentándonos como estrellas del momento cuando en realidad sólo éramos una panda de chiquillos a los que estaban enviando a la muerte.

Miré al tipo que tenía enfrente. Payaso. Ese fue el único pensamiento que cruzó mi mente. ¿Que que era lo que más me habia gustado? ¿Habia algo que pudiera gustarte cuando te estaban enviando a morir?

A pesar de todo, sonreí. Sabía que dar una buena imagen era importante. Era necesario ganarse la simpatía del público y de los patrocinadores. Hora de actuar, Sam, me dije y miré primero al presentador, y luego al público.

-Lo mejor, sin lugar a dudas, es la oportunidad de poder estar aquí, con todos vosotros. El calor de este público y el apoyo incondicional que nos brindáis... No tiene parangón. - dije, con la más angelical y encantadora de mis sonrisas y la mayor expresión de inofensiva inocencia que jamás he sido capaz de articular.

Vamos, imbécil. Sigue con tu numerito y acabemos con esto.

¡No, querida, el placer es nuestro de tener a una chiquilla tan dulce como tu aquí! dijo mientras le daba un ligero golpecito en la nariz con su dedo. Aunque he de reconocer que nosotros estamos encantados de conocernos, jajaja

La gente coreó con sus propias carcajadas las risas de Caesar. Hizo gestos para que volvieran a la calma, pues la entrevista tenía que seguir.

Bueno, vamos a seguir. ¿Qué sentiste cuando salió tu nombre? ¿Emocionada? ¿Y qué pensaste cuando tu hermano dio un paso al frente y se presentó voluntario? ¿Qué va a pasar si os toca enfrentaros?

Miré a Flickerman con una sonrisa que ocultaba mis deseos de convertirlo en el primer cadáver de la competición. ¿Pero cómo podía ser tan hijo de la gran puta? ¿Cómo que qué había sentido? ¿Que cojones se podía sentir cuando sabías que tu hermano se había sacrificado voluntariamente para protegerte y que, además, si conseguíamos hacer frente al resto se supone que tendríamos que enfrentarnos entre nosotros? Si quieres te hundo los ojos en sus cuencas y me cuentas que sientes, pedazo de gilipollas.

-Bueno, lo cierto es que, en cierto modo, lo esperaba. - acabe por decir, con una sonrisa convincente, reservándome para mí todo lo que pasaba por mi cabeza en ese momento- Supongo que, al menos la mayoria de nosotros, acudimos cada año al sorteo sabiendo que, antes o después, podemos acabar estando aquí. - dije, aunque no añadí nada que diera a entender si aquello me parecía bien o mal. Y despues volvía a dedicarle mi sonrisa más dulce, y mi mirada más afectada- En cuanto a Sean... ¿Qué puedo decir? Tengo el hermano más maravilloso del mundo. Es todo un orgullo estar aqui, junto a él -y lo sería más si tuviéramos a mano un lanzallamas y os prendiéramos fuego a todos.

Sin embargo, negué, encogiéndome de hombros, ante su última pregunta- ¿Quien sabe? Eso es algo que, a día de hoy, soy incapaz de contestar... - le dijé, con la más compungida y convincente de mis expresiones. Por supuesto que sabía qué pasaría, pero, obviamente, no pensaba compartirlo con nadie. No pensaba dar pistas a ninguno de aquellos bastardos que pudieran condicionar lo que pasara alli. Acabé con un pestañeo y una sonrisa cautivadora. Nunca estaba de más seguir vendiéndose.

Bueno, bueno, entiendo tus sentimientos. Pero seguro que cuando te toque luchar por tu vida, saldrán a la luz pequeñas peleas de hermanos, y eso te será más fácil. ¡Aquí a mucha gente le gustaría golpear a su familia hasta dejarla inconsciente!

La gente volvió a reír a carcajadas. Algunos empezaron a golpearse entre ellos, siempre con cariño, o al menos eso parecía.

No seamos niños de colegio y dejemos el protagonismo para ellos, ¡que son los que nos van a dar unos Juegos geniales!

Antes de que la gente pudiera aplaudir, un pitido destrozó el ambiente.

Muy bien, querida, es tu momento. Se acabaron mis preguntas. Te toca hablar para los patrocinadores y convencerlos de que puedes ganar y que tienen que apoyarte.

Me quede quieto, impresionado cuando vi todo el mundo estallar en jubilo y aplausos ante los halagos del presentador. La diferencia entre los districtos y el capitolio era enorme. Demasiada, quizas. Temia que aquello pudiera acabar de la misma forma que habia originado a los juegos del hambre... a unas revueltas violentas.

Las palabras del presentador me sacaron de mis mas siniestras suposiciones, mirandolo, y pensando en que responder. No lo se. Nada supongo. Fue un impulso... Y si nos quedamos solos...  Piensa, por que no habia pensado en ello.  Pues... haria lo que cualquier hermano mayor haria por proteger a su hermana pequeña. Sabia a lo que me presentaba.

O tambien puede salir a la luz tu estupidez y te puedo reventar la cabeza a patadas, bastardo. Mi sonrisa era lo suficientemente radiante como para ocultar aquel pensamiento. No comenté nada más sobre el supuesto futuro "enfrentamiento" con mi hermano. No pensaba darle carnaza a nadie, mucho menos a un imbécil como Flickerman. Y fue sólo cuando me pidió que me dirigiera a los patrocinadores cuando asentí, poniéndome más recta en mi asiento, como la perfecta señorita que, desde luego, no era.

- En realidad, hay poco más que pueda decirles. Una imagen vale más que mil palabras y solo diré que, por muy pequeña o frágil que pueda parecer... La presa más dificil de cazar no es la mas fuerte, sino la más escurridiza. Y sé cómo escabullirme. No pienso dejarme matar a la primera de cambio. Se lo debo a mi hermano, a mi misma, y a mi distrito. Y os lo debo a vosotros.

Esto ultimo lo dije mirando al público, y a Flickerman, acto seguido, con ese aire angelical que tan bien me salía a veces, esperando a que aquella entrevista terminara de una vez por todas.

¿Serán esas las palabras de un futuro acto heroico y noble? ¿O quizás prefieras dejarnos con la miel en los labios y presentarnos un gran final? Caesar se quedó pensativo, sin mirar a nadie hasta que, pasados unos segundos, dio una palmada y salió de su trance.

¡Estoy deseando que Sean y su hermana se enfrenten para saber la respuesta a mis preguntas!

La gente volvió a aplaudir, gritando sus afirmaciones, hasta que sonó un pitido.

Sean, la entrevista se ha acabado. Al menos, conmigo. Tienes que dirigirte a los patrocinadores, aquellos que te pueden ayudar o perjudicar en la arena. Tus palabras pueden ayudar o todo lo contrario. La cámara es toda tuya.