Partida Rol por web

El gruñido hace que el miedo se reactive y la agudeza mental salta. Empiezas a echarte tierra encima y te restriegas con ella, con una intención clara. Si la criatura no te ve y no te huele, no podrá detectarte.

Como si alguien desplazara el Sol por el cielo, el astro avanza a gran velocidad, pasando de estar cerca del medio día a comenzar a descender. Aunque extraño, sabéis que el Capitolio juega con esas cosas.

Y, tras ese movimiento solar, una alarma suena por toda la Arena.

Como si alguien desplazara el Sol por el cielo, el astro avanza a gran velocidad, pasando de estar cerca del medio día a comenzar a descender. Aunque extraño, sabéis que el Capitolio juega con esas cosas.

Y, tras ese movimiento solar, una alarma suena por toda la Arena.

Como si alguien desplazara el Sol por el cielo, el astro avanza a gran velocidad, pasando de estar cerca del medio día a comenzar a descender. Aunque extraño, sabéis que el Capitolio juega con esas cosas.

Y, tras ese movimiento solar, una alarma suena por toda la Arena.

Como si alguien desplazara el Sol por el cielo, el astro avanza a gran velocidad, pasando de estar cerca del medio día a comenzar a descender. Aunque extraño, sabéis que el Capitolio juega con esas cosas.

Y, tras ese movimiento solar, una alarma suena por toda la Arena.

Como si alguien desplazara el Sol por el cielo, el astro avanza a gran velocidad, pasando de estar cerca del medio día a comenzar a descender. Aunque extraño, sabéis que el Capitolio juega con esas cosas.

Y, tras ese movimiento solar, una alarma suena por toda la Arena.

Como si alguien desplazara el Sol por el cielo, el astro avanza a gran velocidad, pasando de estar cerca del medio día a comenzar a descender. Aunque extraño, sabéis que el Capitolio juega con esas cosas.

Y, tras ese movimiento solar, una alarma suena por toda la Arena.

Como si alguien desplazara el Sol por el cielo, el astro avanza a gran velocidad, pasando de estar cerca del medio día a comenzar a descender. Aunque extraño, sabéis que el Capitolio juega con esas cosas.

Y, tras ese movimiento solar, una alarma suena por toda la Arena.

Como si alguien desplazara el Sol por el cielo, el astro avanza a gran velocidad, pasando de estar cerca del medio día a comenzar a descender. Aunque extraño, sabéis que el Capitolio juega con esas cosas.

Y, tras ese movimiento solar, una alarma suena por toda la Arena.

Observo, con cierta intranquilidad cómo Marcus continúa inclinado sobre Sean. Sigo obligándome a mantener las manos en los bolsillos, aunque he comenzado a balancearme ligeramente, inquieta. En cuanto se retira, me inclino sobre mi hermano, esperando ver los resultados.

Al principio, la angustia se apodera de mí: Sean parece no reaccionar. No parece que lo que Marcus ha hecho haya servido de mucho. Sin embargo, a los pocos segundos, noto como sus párpados comienzan a moverse ligeramente, como está volviendo en sí.

- ¡Sean! ¡Sean! Gracias a los dioses... -una enorme sonrisa mezcla de alivio y de satisfacción se dibuja en mi rostro y me inclino sobre el para abrazarlo, cubriéndole la frente de besos- Menos mal que estás bien... -la sonrisa nerviosa que tengo ahora mismo es la que delata la tensión acumulada durante todo este tiempo. Tenía miedo, un miedo terrible a perderlo. Pero vuelve a estar allí, conmigo, y a sido gracias a Marcus.

Con Sean entre mis brazos, me giro hacia él, cuando se va a abrir las mochilas restantes- Marcus... Gracias. De corazón. - mi mirada confirma mis palabras. Es de agradecimiento, amable por primera vez en todo aquel tiempo.

Y voy a añadir algo más, a preguntarle a Sean cómo está, cuando suena esa alarma, y cuando me doy cuenta, de repente, de que el solo se ha movido a una velocidad anormal- ¿Qué es eso? - les pregunto a mis compañeros. Y, acto seguido, intento ayudar a que Sean se incorpore, sin ni siquiera esperar a que termine de reaccionar- Me da la sensación de que es mejor que salgamos de aquí. Vamos, arriba. Hay que moverse.

Cargo con mis cosas, a la par que ayudo a Sean a incorporarse. Y lo primero que hago es pasarle la jabalina, para que le sirva como defensa y como punto de apoyo. Estoy deseando decirle todo lo que siento, lo mucho que me alegra que ya esté bien, cuánto lo he echado de menos. Pero ahora mismo creo que el tiempo apremia. Y dudo que aquella sirena sea el aviso de algo precisamente agradable.

El recuerdo de la lucha seguía en mi cabeza. El golpear a Lyah, el defenderme de la otra chica cuyo nombre no recuerdo, pero que acabo en el suelo, tendida. El tributo del distrito dos intentando golpearme. Intentando no. Su golpe en las costillas, me lanzo al suelo, mientras veía a Sam correr por el anillo exterior. Fue lo último que recordaba antes de quedar inconsciente, antes de alejarme de la realidad y quedar a merced de los acontecimientos.

No hubo ningún sueño bonito, ni horrible. Solo había noche, oscuridad. Si vi algo mientras estuve inconsciente, no lo recuerdo. Lo primero que sentí es un fuerte quemazón en la frente, y en el costado, allá donde había recibido los golpes. Aunque mi cuerpo no reacciono en ese momento, y los sonidos que percibía de mi alrededor eran etéreos y distorsionados. Como si alguien hablara debajo del agua, o tapándose la boca. Apreté los ojos, con fuerza, y acabe por parpadear.

A mi alrededor, todas las imágenes parecían borrosas mientras acababa de enfocar. Un exceso de luz dominante que me deslumbraba, y me dejaba confuso. No sabía dónde estaba, o que había pasado, y estire la mano, en busca de algún tipo de contacto con algo o alguien. Y encontré el rostro de Sam Sus primeras frases son incomprensibles para mí. Noto que alguien me besa la frente, que alguien me agarra, pero no tengo claro que sucede, hasta que mi vista consigue enfocar y diferenciar a Sam, entre todas las demás cosas. Aun con el recuerdo de la pelea, con la tensión del último momento vivido, estiro los brazos, agarrando de la pechera a Sam, mirándola fijamente sin decir nada.

Tardo unos segundos en reaccionar. En ver que es ella, que está bien, y que, por algún motivo contrario a lo último que pensé, ella esta allí por mí. Aflojo la presa de mis dedos sobre su ropa, relajándome durante unos segundos ¿...Sam? ¿Que... haces aquí? Me llevo la mano a la frente, con un terrible dolor de cabeza, posiblemente por la siesta forzada que me he echado.

Vuelvo la vista a mi alrededor. En mi cabeza vuelve la imagen de Max despidiéndose, y miro a mi alrededor, buscándolo. Marcus esta allí Debió hacerle caso y el que me sorprende, es Mark, el del distrito tres. ¿Este de donde ha salido? Me incorporo, con demasiadas preguntas que hacer. Y no es mi intención callarme, hasta que suena la alarma. Miro hacia el cielo, sin comprender a que viene aquella alarma. Me fijo en el sol, ha cambiado de posición ¿Cuánto tiempo llevo inconsciente? Esta alarma no puede ser nada bueno... Si es del capitolio nunca es bueno...

Cojo la jabalina que Sam me tiende, y me estiro, para desentumecerlos músculos tras haber estado quieto y rígido. Me giro hacia los cuerpos que hay allí, y echo un vistazo para ver si ya han dado buena cuenta de sus pertenencias. Ellos ya no las necesitaran. 

Dudo que la alarma sea porque estamos aquí. Mas bien, creo, que es porque hace un rato que nadie debe morir... y esto es un espectáculo, después de todo.

Al ver que el chico se despierta asiento y me levanto cogiendo las mochilas J y G y lanzándole esta ultima a la pareja de hermanos.

-Buenos días bella durmiente. Resumen rapido, muchos muertos y una alianza provisional. Coge el petate y corramos si queremos capear el temporal... ¡Vamonos!- Dije mientras miraba a todas partes con la mochila restante en mis brazos. Iba bastante cargado pero en caso necesario tenía claro de que objetos deshacerme.

El extraño movimiento del sol hace que se me haga un nudo en el estómago. Sé de lo que son capaces en el Capitolio y de que esto no deja de ser un truco más para motivar a nuestras insensibles espectadores. Aun así, me temo lo peor. O eso creía, pues la molesta y odiosa alarma que comienza a sonar a continuación supera todas mis expectativas.

Estoy prácticamente segura de que ese sonido no tiene nada que ver conmigo. Seguramente, algún otro participante haya caído en una terrible trampa. O simplemente quieran ponernos un poco nerviosos y obligarnos a ir prematuramente hacia nuestra muerte. Sea lo que sea, ninguna de las dos opciones me tranquiliza.

Mi primer instinto es correr, aunque pronto lo desecho. No sé qué es lo que está realmente ocurriendo. ¿Y si voy directa hacia el peligro? Pero tampoco puedo quedarme allí abajo. Y menos si lo que han desatado es algún tipo de avalancha. Finalmente opto por las alturas. Si escalo algún árbol podré alejarme de los peligros del suelo y, con suerte, intentar adivinar qué es lo que está ocurriendo a mi alrededor.

Mierda, mierda, mierda, mierda, fue el educado grito de su adrenalina. Algo iba a pasar, algo que no le gustaba nada, o quizás era un simple aviso pero su estado de alarma había pasado de estar tenso a romperse totalmente. Aún así, no podía quedarse ahí, tenía que encontrar agua, y después se ponerse a cubierto.

¡Estúpida, tu vida es más importante que pasar ser unas horas! Le gritó su subconsciente. Eso no era un simulacro, nada que pudiera aprender con un ensaño y error. si moría, era para siempre. Asustada por la repentina idea, se encaramó a uno de los árboles de grandes raíces e intentó trepar, deseando que el resultado fuera mejor que los anteriores.

La noche cae de golpe en la Arena, no había conseguido instalarme en ningún sitio, ni materiales. ¡Maldita sea!

No quería pasar por los juegos del Hambre como lo había hecho mi campeona de distrito, sin pena ni gloria. Pero que remedio, era mejor sobrevivir y combatir otro día que morir por los mutos. 

De todas formas ¿Que significaba la alarma? Me pregunto mientras pienso en si aprovecharan la noche acelerada para indicar que tributos han muerto hasta el momento, necesitaba saber si, a parte de los muertos antes de empezar, había algún tributo más que hubiera caído después de la Cornucopia.

Camino lenta, muy lentamente, mientras observo a mi alrededor.

Una broma, todo era una broma para pasarlo bien. La cantimplora, el desajuste temporal... la gente quería ironía y rapidez en las muertes. La cosa pintaba mal para la niña que solo quería que su padre se sintiera orgulloso.

No obstante, no se iba a rendir, aún creía en la brújula, aunque podría estar trucada. Con más detenimiento que antes sigue el rumbo fijado, aunque con especial interés en buscar refugio. La caída del sol y la alarma sugerían que podía pasar lo peor. Y no era buena idea estar a descubierto. Aunque tampoco era buena idea deambular sin nada de agua.

- Me alegro de verte con vida. - le digo a Sean cuando me percato de que este se despierta. Por lo menos mis pocos conocimientos en Primerops Auxilios han servido para traerte de vuelta.

Apenas pronuncio estas palabras suena una alarma.

- A mi tampoco me gusta como suena eso. - añado poniéndome la cazadora que encontré en la última mochila abierta.
 Pongámonos en marcha. - añado agarrando el contenido de las mochilas e reubicando el contenido todo lo posible para intentar cargar la menor parte de mochilas posible. Una Tienda, otra Cantimplora y esta cazadora es lo que había en la mochila.

Luego me giro hacia Sean.

- ¿Crees que podrás andar? - le pregunto. Debemos localizar agua si queremos sobrevivir.

- Por cierto, ¿alguien sabe quienes se han llevado mochila y cuantas han cogido? - pregunto. La chica del 8 creo que se ha llevado una.

Sonrío, al volver a escuchar la voz de Sean. Menos mal. Me había asustado tanto... No te preocupes, luego te lo explico todo. Me han ayudado contigo. Sobre todo Marcus, que ha sido quien ha conseguido despertarte.

Básicamente, un resumen de la situación que pueda prevenir futuros ataque de Sean a alguno de los dos. Es posible que juntos consigamos llegar mucho más lejos. Y aquel gesto de buena intención por parte de aquellos dos era un comienzo.

En cuanto Sean está en pie, me apresuro a meter todas mis cosas en dos mochilas, y le tiendo una a él, ayudándole a colgársela. Ahora que somos dos, podremos cargar con más cosas. Incluyo, por lo tanto el saco de dormir y la ropa que antes dejé en el suelo.

Por mi parte, me cuelgo el equipo de escalada al hombro y la mochila, dispuesta a salir corriendo de allí cuanto antes- Vayamos hacia los árboles. Es posible que haya algún rio por allí y, al menos, no estaremos tan expuestos como aqui. Corred, vamos.

Me quedo cerca de Sean hasta asegurarme de que puede andar bien. Si no, me quedaré junto a él para ayudarlo a caminar, aunque sea al principio. Ahora que he vuelto a recuperar a mi hermano, no voy a separarme de él.

Ante la pregunta de Marcus, niego. - Vi a un par de chicas coger mochilas a mi lado, una cada una si no recuerdo mal... Pero, con todo el jaleo, no recuerdo de qué distrito eran... ¿Cuántos creéis que quedaremos?

A pesar de la aparente inocencia de mi pregunta, el trasfondo es mucho más cruel y despiadado de lo que parece. Equivale a preguntar cuántos cadáveres de adolescentes como nosotros nos rodean. Y a cuántos más de nosotros tendremos que matar. Aquello es una locura. Una total y absoluta locura.

Y no hay forma de escapar de ella.

-Vamos, en marcha...

- La verdad es que me sorprendería que hubiera muchos más de los que aquí hay y de los que volaron por los aires antes de empezar. - digo. Supongo que tendremos que esperar a la noche para saber quienes han caido. - comento. Lo que no sé es si los demás tributos se sentirán aliviados de que los Profesionales hayan caido o si estarán preocupados pensando en que quien les haya matado es más fuerte que ellos. - añado con una sonrisa maliciosa.

Realmente me daba igual que pensaran.

Por un lado me vendría genial que se relajaran y por otro si cuando nos vieran llegar se cagaran de miedo también nos sería de gran ayuda.

Al final decido preguntar directamente.

- ¿Alguien vió si los chicos del 10 y del 11 se llevaron alguna mochila?

Estaba claro que esos dos son los huesos más duros de roer excluyendo a los que formamos este grupo.