Partida Rol por web

Ese árbol me servirá, observe como sus raíces salían lo suficiente para ayudarme a esconderme por el momento, pero note que no estaba bien escondido, que parte de mi cuerpo era visible.

Intente colocarme de otra forma y poder también ver si algo o alguien estaba por la zona, si me veían en la posición actual estaría a merced de ello.

Intentáis correr y saltar para esquivar el ataque de aquellos insectos. Marcus evita el golpe inicial, pero aún así los picotazos le llegan. Aunque más lento, Sean también esquiva el enjambre, aunque algunos insectos se posan sobre su piel y le clavan sus aguijones. Mark y Sam no tienen tanta suerte, y parece que las criaturas se ceban con ellos, disfrutando de su dolor y sufrimiento.

Salís corriendo de allí, pero os topáis con la ladera natural de la Cornucopia. Tendréis que trepar para salir de allí.

Pero, antes de que podáis empezar a escalar, los insectos se compactan sobre vuestras cabezas y se lanzan... sobre el cuerpo muerto de Theod, el tributo del distrito 2. Le rodean y veis como empiezan a entrar en él. El cadáver comienza a tener espasmos extraños.

Las picaduras te pasan factura. Aunque no te han hecho mucho daño, notas cómo te sientes más debilitado, con menos energía.

Las picaduras te pasan factura. Aunque no te han hecho mucho daño, notas cómo te sientes más debilitado, con menos energía.

Las picaduras te pasan factura. Aunque no te han hecho mucho daño, notas cómo te sientes más debilitado, con menos energía.

Haces un nudo rápido y simple, para que no sea complicado soltarte o romper la cuerda.

La tensión aumenta a tu alrededor, pero el bosque, tras ese rugido, parece que se ha quedado en silencio.

Parece que tu cuerpo está mejor escondido y, una vez oculto, te dispones a investigar un poco el ambiente. Desde esa posición, no puedes ver más allá de las raíces de otros árboles, y esto sólo indica que no parece haber muchos animales herbívoros por allí. Pero sí que puedes escuchar y eso no es tranquilizante. Pisadas que, aunque lejanas, parece que hagan retumbar todo el bosque. ¿Tendrá relación con el rugido anterior?

Doy varios manotazos al aire, y cuando los noto sobre mi piel, me paro unos segundos, golpeándolos, frotándome los brazos, para rechazarlos, pero es peor el remedio que la enfermedad. De los que me había librado de los brazos, consiguieron engancharse a las piernas, y picarme en una. ¡Joder! ¡Jodeeer! Me queje, haciendo aspavientos, y volviendo a reanudar la carrera, hasta llegar a aquella empinada ladera. No me lo esperaba, no me acordaba de ella, y maldije por lo bajo.

Mi vista se dirigió entonces a la jabalina que me había dado Sam. ¡Tenemos que salir de aquí!  Grite a los presentes, y señale lo alto de la ladera. Clave la jabalina en la ladera, y me ayude de ella para subir, para escalar, me sentia algo mas debil de lo normal, mas cansado, pero esta vez era el instinto de supervivencia quien tiraba de mí. No mire atrás, no me interesaba, lo único que quería era salir de allí, huir de aquellos insectos y poner a Sam a salvo en algún lugar alejado de allí.

Intenté escalar y llegar hasta lo más alto, y si Sam no podía subir por si sola, ayudarle a subir. Luego iría a por Marcus y Mark por si no podían salir de allí inmediatamente.

Te levantas y sales corriendo buscando un buen árbol para subirte y sentirte protegido. Según te alejas de la Cornucopia, escuchas unos gritos de tus compañeros y un zumbido, como de un enjambre.

Observas los árboles y todos te parecen iguales, así que eliges el más próximo a ti e intentas escalar. Te agarras de una rama y, cuando quieres poner el pie en la otra, se parte y casi caes de culo. Sólo tus reflejos hacen que no te golpees.

Bajas con algunos temblores por la situación, pero te controlas lo suficiente para llegar al suelo sin ningún problema. La situación allí no parece haber cambiado. Comienzas a caminar, buscando algo distinto, pero todo el paisaje parece igual.

Te fijas un poco en el suelo, donde la hierba crece. Pero sólo en algunas zonas, y está suficientemente largo para darte cuenta de que por esa zona no debía haber muchos herbívoros.

Escondido como estás, decides echarte a dormir. Quizá en esa situación, si pasa algo, cualquier criatura o tributo que te encuentre puede pensar que estás muerto... O matarte al descubrir tu estado.

Al notar los picotazos de las criaturas aprieto fuertemente la mandíbula para evitar gritar. No quería que se me colara una en la boca. Estaba dando manotazos para espantarlas o matarlas de ser posible cuando me topo con la ladera. Sin dudarlo ni un segundo me lanzo a trepar por mi vida.

-¡Arriba, vamos!- Sin girarme me pregunto por el resto y si tendrán suerte en subir... Y en si la tendría yo.- ¡Vamos maldita sea, subid!

Dejo escapar una queja dolorida cuando noto cómo los insectos clavan en mi sus aguijones, provocándome varios pinchazos de dolor. Inmediatamente, me giro hacia Sean, sin dejar de correr, esperando que siga corriendo, y que esté bien - ¡Aaaah! ¡No paréis, no paréis! ¡Corred! - grito de nuevo, con una mueca de dolor en el rostro, que se mezcla con otra de esfuerzo.

Es entonces cuando me doy cuenta de que aquellas criaturas han decidido dejarnos en paz, para encargarse del cadáver del chico. Oh no... por favor, no... Es terrible... Ver cómo el cadáver se agita es una visión de lo más horrenda. Y me hace pensar en qué podrían hacernos a cualquiera de nosotros si deciden colarse en nuestro interior también.

Ese pensamiento me hace despertar. Intento trepar ladera arriba, con toda la rapidez que puedo, sin perder de vista a Sean, por si necesita ayuda. Y lo miro, con un brillo extraño en los ojos, mientras intento abrirme paso hasta arriba.

Es curioso pero, de repente, noto como si las fuerzas me hubieran abandonado... Estoy más cansada que hace un instante, me cuesta más moverme... ¿Es posible que aquellas picaduras estuvieran haciendo mella en mí con aquella velocidad?

Sin embargo, soy consciente de que mi debilidad puede ser un farolillo para el resto, e intento hacer de tripas corazón. Intento que no se me note demasiado y confío en que el resto está demasiado ocupado en salir de allí como para darse cuenta de que parezco mucho menos enérgica que cuando llegué a la cornucopia con la intención de arrollar a la tipa que había herido a mi hermano.

Y mi hermano es quien, precisamente, debería saber, con solo mirarme, que algo no va bien. Es en el en quien se clavan mis ojos, con cierta angustia y algo de miedo al percibir lo que está sucediendo en mi cuerpo.

El ruido la saca de todos sus planes, y el árbol se abre ante ella como la única oportunidad para tener alguna posibilidad. No sabía a qué se enfrentaba, ni siquiera estaba del todo segura que fuera hostil... pero sin duda no quería averiguarlo.

Intentó meterse en el árbol como pudo y guardar silencio. Emitir cualquier tipo de sonido podría mandar al traste su intento de pasar desapercibida. Solo esperaba que si se trataba de algún animal, su olfato no fuera del todo bueno. Así que se quedó allí, esperando que el sonido cesase.

Por fortuna pude reaccionar a tiempo y escapar casi indemne de los picozatos de las Rastrevíspulas aunque me llevé algún picotazo.

En mi huida agarro las dos mochilas y enfilo hacia la ladera de la Cornucopia.

- Maldita sea. - maldigo llegando a la ladera e intentando subir por ella.

Jonas maldice entre dientes y comprueba que todo esté en su sitio. Bien, no tenía nada roto, al menos no parecía. Debía actuar rápido, entre los zumbidos, el monstruo que rugía y sus "compañeros" aquello se había convertido en un campo minado. Bueno, mas de lo que era.

Finalmente toma una decisión: Con todo el sigilo del que es capaz intenta dar un rodeo a la Cornucopia, alejándose de los zumbidos y de lo que sea aquel monstruo que hacía temblar todo. Su objetivo seguían siendo las mochilas, pero la prudencia podía mas. La urgencia por conseguirlas era una prioridad, pero no a la desesperada. Tranquilo, Jonas, espera y ríe el último -se decía.

Al menor signo de que los zumbidos se acercaban correría instantaneamente hacia el otro lado, pero si percibía que el monstruo se acercaba se escondería, no creía que podría correr mas rápido que él. No obstante, mientras todo aquello pareciera estar a una distancia razonable, seguiría intentando conseguir al menos una de las benditas mochilas.

Se agazapó y comenzó a caminar con precaución, intentando ocultarse, pero observando cualquier movimiento en su radio de visión.

Había logrado obtener una mejor posición para esconder mi cuerpo, era de noche y aparte de raices y vegetación no veía nada apenas.

El sonido de gruñidos y notar como algo grande se movía por la zona, no me daba la seguridad de salir en estos momentos, por lo que que decidí intentar dormir algo hasta que el sol volviera a brillar, y entonce me dispondría a descubrir que era aquella cosa.

¿Y si fuera una especie de monstruo aquello que movía los árboles en lugar de ser un grupo de animales? Si estuviera en lo correcto esto va a ser más peligroso que el propio concurso de supervivencia entre los tributos. Entre unos y otros pensamientos el sueño iba viniendo a mis ojos.

Seguía sin fiarse de que la situación estuviera más calmada; que no hiciera ruido no quería decir que no hubiera un bicho enorme rondando la zona. O tal vez se ha entretenido comiendo algo, ojalá que sean los tributos del 2.

Contuvo un suspiro mientras paseaba la vista por sus alrededores a la espera de que algo le indicara que era seguro pasearse por el suelo del bosque, pero como por el momento todo estaba muy reciente, se limitó a quedarse donde estaba, pensando inocentemente que estaría segura al menos durante unos minutos más, los que tardara en creerse que el peligro había pasado de verdad.