Partida Rol por web

Si estuviera en su distrito estaría golpeando el pie con impaciencia contra el suelo debido a la impuntualidad de la gente pero en lugar de eso se hallaba en la Arena y aquel retraso tan sólo incrementaba su inquietud. ¿Estarían evaluando el modo de atacarla y cogerla por sorpresa?

Por su mente pasaban mil estrategias para protegerse o atacar a los tributos que restaban vivos pero temía que moverse fuera el primer paso para acabar con su vida, al igual que quedarse quieta.

Entonces reparó en el humo. Su frente se pobló de arrugas de preocupación, tomando aquello como la señal inequívoca de que ya estaban llegando.

El final se acercaba.

Con cautela, Savera identifica las hierbas y aunque no encuentra las que le servirían para ayudar a Marcus, podría usarlas para deshacerse de alguno de sus rivales más adelante.

Selecciona aquellas que son más tóxicas y las guarda en sus bolsillos.

Savera comienza a recolectar algunas hojas del suelo y las guarda en sus bolsillos. Toma su mochila y guarda otras, para luego sentir el olor a humo surcando su nariz.

Con algo de desconfianza, escucha un ruido y mira a Mark. Logró salir de aquel agujero y era una suerte porque su intento fallido de cuerda seguía allí en el suelo.

- Que bueno que hayas logrado salir. Tratamos de sacarte pero no pudimos - mira a Marcus y luego agrega - La invitación y el fuego es sólo señal de que quieren reunirnos. Quieren acelerar un poco las cosas - mira a los dos jóvenes y hace un gesto para iniciar movimiento. Estaban obligados a ir hacia la boca del lobo y no tenían más opción que esa.

Me dejé caer al suelo, sentándome de culo mientras examinaba mi cuerpo en busca de heridas. Rasgándome la camiseta me fuí vendando los cortes así como las desgarradas manos como pude.

-Ya... Un placer volver a verte, encanto.- Comento mientras miro a Marcus.- Tienes una pinta horrible tio. Ni que te hubieras tirado por un acantilado.

Por lo visto no tendríamos mas motivos que asistir a la maldita cena.

¿Encanto?... Suelta una leve risita por el comentario y al ver cómo Mark parece atenderse un poco, Savera se acerca a Marcus y con un gesto amable, le dice - Déjame ayudarte a caminar - se hace cerca de su cintura y le hace una señal para rodearlo con su mano, tratando de evitar la herida que tenía.

- Tú tampoco tienes muy buen aspecto. - le respondo a Mark con una sonrisa.

- Si tal y como dijiste pudieras atender mis heridas podría ir por mi propio pie y avanzaríamos más rápido. - le respondo.

- No hay las plantas necesarias para ello. Podría hacerte un torniquete o algo parecido, pero eso sería todo. De encontrar las plantas indicadas, lo haré de inmediato - le dice con un poco de tristeza en su voz.

No era mucho realmente, pero estaba tratando de ayudarle. Él no podría caminar solo y ella debía cumplir su promesa.

- Estas plantas son... Nocivas... - baja la mirada y dice - ¿Me permites ayudarte? Te curaré apenas me sea posible. Además, el humo se aproxima y no me daría tiempo de buscar con calma. Debemos avanzar antes que nos alcance -.

La visión de Marcus resulta preocupante. Parece realmente malherido. No entiendes cómo puede mantenerse en pie en ese estado. No sabes qué le ha pasado, pero seguramente la aparición de Savera no ha sido nada bueno para el chico del distrito 12.

A pesar de lo que quería aparentar, no estabas nada convencida de que Marcus estuviera tan mal. Parecía fingir. De hecho, te daba la sensación de que sus heridas estaban mejor que antes.

Estaba claro que os querían reunir. El humo y el fuego, que pronto se hizo visible, os acompañaba. Cada vez que os deteníais, el fuego avanzaba a gran velocidad, pero ralentizaba su paso cuando volvíais a caminar. El Capitolio quería juntar a los tributos restantes, y no iba a permitir que el fuego os matara... Pero no tendrían remordimientos si acababan con vosotros por no llegar a la Cornucopia a tiempo.

Tras un largo paseo, al final llegasteis. No salisteis directamente, si no que permanecisteis escondidos, porque no sabríais lo que podría pasar o si había alguien allí oculto.

Y, nada más llegar, la Cornucopia empezó a cambiar. El cráter que había en en el centro fue desapareciendo. El suelo quedó a la altura normal. Se abrieron unas trampillas y apareció una gran mesa con todo tipo de alimentos y bebidas. Parecía que todos los supervivientes ya habíais llegado.

Y de pronto, el humo y el fuego desaparecieron. La Cornucopia acogió una atmósfera silenciosa y tranquila, demasiado tranquila. Antes de poder pensar o hacer nada, la Cornucopia empezó a cambiar. El cráter que había en en el centro fue desapareciendo. El suelo quedó a la altura normal. Se abrieron unas trampillas y apareció una gran mesa con todo tipo de alimentos y bebidas. Parecía que todos los supervivientes ya habíais llegado.

Pero tú mirabas más allá. Buscabas la presencia de los otros tributos. Y algo viste. En la zona derecha de la Cornucopia algunos arbustos parecían moverse. Podía tratarse de un animal o de los otros. Pero la Cornucopia había empezado a cambiar cuando viste ese movimiento. Podía ser casualidad... O no.

Las sospechas de Savera con respecto al estado de Marcus se hacían palpables y parecía fingir más dolor del que en realidad sentía. Era un joven que se regeneraba rápidamente y al parecer, se estaba reponiendo de sus heridas, aunque Savera había logrado atestarle algunos golpes.

Su actitud era demasiado hipócrita y si hubiera sido por él, hubiera dejado a Mark a su suerte. Él pudo salir por su cuenta, pero la verdad, no esperaba que lo lograra. ¿Será que él trataría de vengarse de ella? Era posible, al fin y al cabo, se había aliado con los profesionales.

Al llegar a la Cornucopia y ver que otros tributos estaban allí, sus sentidos se despertaron y se puso en alerta. Ella era una cazadora y no quería ser cazada otra vez, así que lo primero que hizo, fue observar el terreno, buscando trampas o cualquier levantamiento de tierra que pudiera resultar sospechoso.

Habían llegado. Savera trató de ayudar a Marcus en su camino hacia ese lugar y llevarlo lo más rápido que pudo, sin que perdieran ritmo.

En ocasiones, el fuego amenazaba con alcanzarlos, pero lograron llegar y al observar el festín, no pudo evitar recordar el hambre que sentía, aquel día tan etenuante que habían pasado y todo aquello que había tenido que soportar para llegar hasta allí.

Miró a Mark y a Marcus con rostro de inquietud y señala el banquete con su cabeza, para luego observar todo con detenimiento. Podía haber bombas u otras cosas que los hicieran explotar, apenas pisaran la zona. 

- Deberíamos separarnos para entrar a la Cornucopia. - les digo al divisarla de lejos. No nos conviene que el resto de Tributos nos vean juntos pues podrían aliarse contra nosotros si nos ven como una amenaza.

- Juguemos al despiste. - añado con un guiño de ojo a mis compañeros de viaje. ¿Quienes quedarán?

Dicho esto me alejo unos metros para llegar por otro lado y no levantar tantas sospechas.

- Ojalá el chico del 11 haya caido. - pienso mientras avanzo cautelosamente.

Estaban allí. ¡Dioses! Nada la había preparado para aquel momento de tensión insoportable y de miedo atroz que le perforó todo su ser en forma de retortijones de estómago. Pero en lugar de echarse a temblar, su mano aferró con más fuerza la lanza mientras buscaba interponer la mesa entre ella y el resto de tributos, teniendo así un obstáculo entre todos.

En todo aquello había algo más que la preocupaba a parte del hecho de que en breves momentos podría estar muerta. No. Era el ver que venían todos juntos y que aquello podía convertirla en una víctima obvia para los demás chicos. Sin lugar a dudas aquella no iba a ser una comida civilizada.

Allí sólo podías ver la mesa. Los otros tributos, si los había, estaban bien escondidos.

Antes de que pudierais decidir qué hacer, Marcus propuso su plan. Él fue el primero en separarse de los demás, y se fue caminando lentamente, observando a su alrededor.

A tu alrededor no había trampas. El olor de la comida no hacía más que llamarte. Podía ser una planta, pero llevabas mucho tiempo sin comer y sin beber.