Partida Rol por web

Nhadia descendió de la empalizada y se colocó en frente del portón, montada nuevamente en el caballo que había tomado de Illiana, sin duda ese animal era una maravilla.

- No expongas a la gente de tu pueblo, bastante han tenido con resistir aquí dentro... la muchacha miraba a cada uno de los lugareños, en sus rostros se reflejaba el cansancio... - IRÉ YO. añadIÓ tajantemente. Ella no tenía nada que perder, mientras que los demás tenían su familia o algún pariente cercano.

Aunque se negaran nada más abrir la empalizada correría como alma que lleva al diablo a por ese pobre hombre, el cual parecía estar lleno de ira, como si estuviese viviendo una de las peores pesadillas.

Nhadia llevaba algo más en mente, había que quemar todos esos cuerpos, no era correcto dejarlos tirados en el lodo, sobre todo de quien le salvo su propia vida, Tharkean Shaukar, quería mirar entre sus pertenencias, aunque fuese para poner en libertad la mascota que siempre llevaba consigo, le debía un entierro digno.

-¡NO!- respondió Deron, sin darse tiempo a pensar siquiera -Esto no tiene sentido. No lo tiene. Debo saber, debo encontrar la catapulta. Algo ocurrió... todo esto tiene explicación; es muy sencillo.- dijo el soldado, girándose como ebrio hacia el bosque, por el lugar en que se ocultaba otrora el extraño monje, enbusca de algún tipo de máquina de asedio.

En su dudoso estado mental, el guerrero ignoraba a Dammeryn, avanzando como un autómata, en busca de respuestas a una realidad que simplemente no era como él la esperaba.

Nhadia galopa rápidamente sobre aquél hermoso caballo, cuando se encuentra a la altura de Deron, se lanza sobre él, intentado detenerlo para que no avancese más hacia la espesura del bosque.

Le golpea repetidas veces en el rostro mientras le grita...

- ¡¡¡NO SEAS ESTÚPIDO SOLDADO!!!, SOLO NOS SIRVES SI ESTÁS VIVO. la muchacha no debaja de golpearle, quería hacerle despertar de esa pesadilla que parecía estar viviendo, era un hombre fuerte, y estaba segura de que necesitarían de él en un futuro no muy lejano.

- Vayamos a refugiarnos tras la empalizada de Conira, allí hablaremos, y planearemos algo para salir de esta. Recuerda... debes salvar a tu pueblo...

Dammeryn aparta como puede a la rabiosa muchacha del abotargado Deron. En aquel estado no era fiable, y se asegura de protegerse con el escudo en todo momento, incluso lo apoya entre ellos para separarlos.

- Ella tiene razón, Deron. Aquí no solucionamos nada, y tú tienes algo mejor que hacer que perderte y aupar con ello a nuestro enemigo. Confía en nosotros tus preocupaciones. Entre todos podemos encontrar la salida a esta locura. De uno en uno, aunque no lo creamos, estamos irremisiblemente perdidos.

El soldado miró alrededor con prudencia de no perder de vista a Deron. Su nuevo caballo seguía ahí, obediente y tranquilo. Podía ser buena señal... y eso también podía cambiar como el viento, por un capricho del destino.

Deron miro a la mujer con ojos vidriosos, que se encendieron como el fuego cuando se puso a golpearlo. Dando un paso atras, el filo de su espada ya se levantaba, intintivo. Pero sabiamente, Dammeryn habia apartado a la chica. La hoja no llego a hendir el aire, ientras el hombre la soltaba al suelo, dejandola clavarse en el barro unos instantes antes que sus flaqueantes rodillas. Sin sollozos, sin sonidos, como si rezara a su cruz, saladas y desgarradas lagrimas cayeron por sus sucios pomulos, recordandola, abrazandola en su mente, despidiendose una vez mas, como tantas otras... Ella habia sentido el beso del fuego en su interior; a el aun lo lamia por dentro.

Nhadia le observaba extrañada, parecía no reaccionar, se dio cuenta del error que había cometido al golpearlo, aunque al menos había conseguido pararle.

Ya no se comportaba como un loco lleno de ira, pero seguían corriendo el mismo peligro. La mujer estaba segura de si misma, se quito por primera vez la capucha que cubría su rostro y sus rubios cabellos, mirándole fijamente se dirigió a él:

- ¿Deron, es así como os llamáis? sin darle tiempo a contestar evitando el escudo que Dammeryn había interpuesto entre ellos, se puso ante el...
- Sois un gran soldado, habéis visto lo que son capaces de hacer y habéis luchado con bravura contra esas bestias, pero ahora debemos regresar.
Acarició su rostro con ternura, intentado sacarle de sus pensamientos, buscando nuevamente su cordura, - No debemos flaquear, no, ahora no. su voz transmitía calma, quería que confiara en ella para volver todos juntos a Conira.

Le extendió la mano, con la intención de ayudarle a dar el primer paso, sabía que su acto podía costarle la vida, pero poco tenía que perder, además en el fondo confiaba en que ese pobre hombre no podría hacer daño a una bella e inocente mujer, aunque la última decisión la tenía él...

Por fin el guerrero que había sobre el blando corazon acabo reaccionando y Deron Nisha levanto la vista, mirando a la mujer con la mente en las pupilas, en ve del alma. Finalmente recompuesto, se incorporo apoyandose en su espada y dijo:

-No, regresad. Estare de vuelta en seguida. Los ejercitos no se esfuman en medio del aire. Quiero asegurarme de hacia donde se dirigian cuando partieron, antes de regresar. Estare bien; explorar ha sido el trabajo de una vida para mi.- respondio envainando su espada, tras limpiarle el barro con el borde de la sucia capa.

El soldado replicó, poco convencido.

- Quizá necesites ayuda, aunque te reconozco que no soy buen explorador. Lo mío es cuando las posiciones ya están claras y toca ver quién las mantiene en pie. Me alegra que hayas vuelto, pero no quiero perderte de vista, porque aún pareces inquieto. Ahí fuera, solo, no lo vas a tener fácil. Me serviría para estar más tranquilo que compartieras alguno de tus pesares con nosotros, aunque respetaré tu decisión y tu silencio.

El escudo había sido de utilidad. Había comprobado que la locura podía llegar a ser peligrosa, y la mujer estuvo también muy cerca de comprobarlo. Por un lado, acompañar al explorador era la forma de mantenerlo cuerdo, pero quizá no fuese para él más seguro, sino menos, tener que esconderse junto con un hombre que no sabía nada del oficio. Aunque no estuviera tan clara la cosa, era mejor dejarle a él esa decisión.

-Acompanadme, si lo deseais. Seis ojos veran mas que dos.- fue su simple respuesta, mientras daba un corto silbido a su yegua, que no dudo en acercarse.

Compartir... eso era algo que no podia permitirse. Confiaba en que la callada por respuesta fuera suficiente. Apenas conocia a estas personas. Unidos en el pesar y en el dolor quiza, pero desconocidos al fin y al cabo.

Nhadia se retira en cuanto Deron recobra la sensatez, o al menos la poca que le quedaba.

Vuelve a cubrir su melena con la capucha y monta en el magnífico caballo de Illiana. Le acaricia el cuello para que se tranquilice tras el sobresalto.

No hacía falta decir ni una palabra, estaba claro que iba a acompañarles, al fin y al cabo estaba acostumbrada a cambiar de posición a diario, no era sedentaria, sino que su vida había seguido el rumbo del nomadismo, amoldándose a todo tipo de parajes y terrenos. Si durante aquél tiempo aprendió algo, esto sería de utilidad sin duda alguna ahora.

- Bien, entonces - afirmó el soldado -, pero habrás de tratarme como lo que soy, un hombre sin subterfugios. He cumplido misiones de limpieza y de hostigamiento, pero no he llevado a cabo rastreos. Pasar desapercibido es cosa de otros.

El soldado mostró su escudo como prueba de sus palabras, y se encogió de hombros. Se preparó para intentar hacer el menor ruido posible, y se colocó el escudo a la espalda, bien ajustado para que no sonara más de lo debido. Quizá aún así sería mucho, pero para él una cosa era intentar ser silencioso y otra muy distinta era olvidar la protección en aquel lugar.

Dentro de la aldea, los compañeros comenzaron a retirarse hacia las cabañas que la gente de Conira habían acondicionado para que tomaran un merecido descanso, aunque antes fueron testigos de cómo Nhadia y Dammeryn trataban de hacer entrar en razón a un desquiciado Deron Nisha.

La mujer llegó incluso a golpearle en la cara, a lo que el soldado respondió alzando su espada. Por un momento se temió lo peor, mas Dammeryn se interpuso entre ambos con su escudo y logró que el enfrentamiento no fuera a mayores. Deron cayó de rodillas entre el barro y la sangre. Tras unos instantes de conversación el hombre pareció volver a retomar la calma, se levantó y los tres montaron en sus respectivos caballos.

Mas en lugar de regresar a la aldea tomaron rumbo hacia la oscuridad del bosque...

Los tres eran supervivientes. Los tres habían batallado para vivir. Los tres conocían el precio de la vida y la muerte… los tres se empapaban bajo el aguacero inmisericorde que no lograba, sin embargo, limpiar la sangre de sus ropajes.

Tras invertir en ello sus mejores esfuerzos, y no sin algo de riesgo, Nahdia y Dammeryn lograron que Deron Nisha volviese a tomar el control de la situación. Acordaron explorar el bosque cercano, por lo que retomaron sus monturas y se dirigieron en aquella dirección.

A sus espaldas, las puertas de Conira permanecían aún abiertas a la espera de su regreso.

-¡Qué extraña reacción...! ¿qué le habrá ocurrido a ese hombre para que haya respondido de ese modo?

Miraba con temor lo sucedido allá abajo, y ahogó un grito cuando Deron levantó su espada amenazando a Nhadia, quien le había abofeteado, sin duda para hacerle entrar en razón. Afortunadamente no llegó más allá, a lo que contribuyó la intervención del soldado. Y entonces...

-¿qué hacen...? ¡se internan en el bosque! espero que sepan bien lo que van a buscar ahí... después de lo sucedido, no me gusta nada que partan ellos tres solos...

Se giró hacia los demás, que estaban contemplando la escena, como ella misma.

-¡Deberíamos bajar allí también! ¡Podría ser peligroso para ellos, si les emboscan entre la fronda...! ¿no os parece...?

El minero no pudo evitar echar la vista atrás cuando Illianna comenzó a gritar. Ojeó el horizonte y tuvo el tiempo justo para ver cómo los tres jinetes se perdían entre la espesura del bosque.

Escuchó las últimas palabras de su amiga, animando al grupo a seguir a los jinetes para velar por su seguridad, pero prefirió hacer oídos sordos y continuar caminando hacia las cabañas donde seguro les esperaba un buen plato y un mullido montón de paja donde descansar. Podía parecer egoísta, pero estaba agotado, estaba cansado tras la batalla, y lo último que le apetecía era tener que hacer de guardaespaldas de unos inconscientes que preferían jugar en lugar de descansar y prepararse para lo que habría de venir.

Su única respuesta fue un casi inaudible gruñido de disconformidad:

-Grrñññ...

No, no sería Mélegat Ansey quien abandonase la seguridad de Conira para internarse en el oscuro bosque en busca de aquellos tres jinetes.

No me parece buena idea - respondí al tiempo que observaba cómo se alejaban aquellas tres figuras conocidas. Ahora que Deron se encontraba acompañado no sentía la misma urgencia que antes para intentar ayudarlo.....Dammeryn y aquella extraña mujer se encargarían de que recuperara el juicio y se calmase lo suficiente como para volver a actuar de una forma normal. Y aunque sentía curiosidad por el lugar al que se dirigían, sin duda una buena razón les movía a hacerlo - Aún no me encuentro totalmente recuperado, y tú tampoco has salido indemne de la batalla, así que necesitamos descansar.

Aún recordaba cómo, minutos atrás, Illianna se había precipitado desde lo alto de la muralla, pero lejos de haber sido una caída fatal, tan sólo parecía afectada por el cansancio. Un cansancio que sin duda se había visto acrecentado por el hecho de tener que socorrer a los heridos, entre los cuales me encontraba yo mismo.
Moví el brazo, asombrado aún de no haber perdido nada de movimiento en él. Tan solo sentía una ligera molestia, como la de una antigua cicatriz que te recuerda su presencia en las frías noches de invierno, para darte la oportunidad de poder relatar la aventura que provocó su presencia.

Además, - continué - no podemos dejar a esta gente a su suerte, porque si vuelven a ser atacados, necesitarán de toda la ayuda que les podamos ofrecer.
Esos tres volverán pronto, y puede que consigan descubrir algún tipo de pista sobre lo que aquí ha sucedido.

Me volví para seguir los pasos de Melegat, dejando los cuidados de la muralla a los habitantes de la aldea, pero tras dar un par de pasos, retrocedí de nuevo para colocarme frente al Magistrado Méliant - Sé que esto puede resultar duro - le indiqué bajando la voz para que tan solo los más cercanos pudieran escucharme - pero deberían quemarse los cuerpos que se encuentran fuera de las murallas......no demos oportunidad al enemigo de volver a utilizarlos contra nosotros.

Y sin añadir una sola palabra más retomé el camino que había emprendido segundos antes.

Una primera inspección del suelo no aportó a Deron mayor información que la que ya conocía: allí se había producido una batalla. Un ejército había salido del bosque y atacado a un grupo de jinetes que, procedentes del Este, trataron de alcanzar las puertas de Conira. Hasta ahí lo evidente, lo habían vivido en primera persona.

Conforme se acercaron al linde del bosque su examen se hizo más exhaustivo. No halló evidencia alguna de la existencia de máquinas de guerra, catapultas o lanzadores de proyectiles. No había sobre el barro marcas de ruedas o de carromatos. Únicamente pies humanos. Huellas de hombres… aunque no todas. Al profundizar un poco, más allá de los primeros abetos, alcanzaron finalmente la zona donde había sido divisado el Monje, así como la posterior nube de humo putrefacto y algo llamó la atención del soldado. En el barro habían quedado marcadas unas huellas más que extrañas, de algún tipo de animal provisto de garras y cuyas pezuñas acababan en tres largos dedos. Aquellas marcas rodeaban la zona y se aproximaban con velocidad hasta la posición del grupo de atacantes que había permanecido allí durante la batalla. Luego simplemente desaparecían.

No tuvieron que avanzar mucho. Nada más llegar al linde del bosque Deron desmontó en un gesto precipitado, arrojó las riendas de Nocturna a Dammeryn y se echó al suelo.

Sus manos siguieron una serie de señales invisibles para sus compañeros y caminó a través de la fronda, adentrándose un poco más en la espesura. Al cabo de un rato llegó hasta un gran roble, que rodeó hasta en tres ocasiones leyendo la tierra, hasta detenrse en un punto.

Entres sus piernas, claramente marcada sobre el barro, había una huella formada por tres grandes garras que se hundían profundamente en la tierra.

Observaron como se alejaban, mas no tuvieron que esperar mucho. Nada más llegar al linde del bosque Deron desmontó en un gesto precipitado, arrojó las riendas de Nocturna a Dammeryn y se echó al suelo.

Sus manos siguieron una serie de señales invisibles para sus compañeros y caminó a través de la fronda, adentrándose un poco más en la espesura. Al cabo de un rato llegó hasta un gran roble, que rodeó hasta en tres ocasiones leyendo la tierra, hasta detenrse en un punto.

Justo el lugar en el que Illianna había visto al Monje poco antes, durante la batalla.

Nhadia desvió el camino hacia el flanco derecho y comenzó a buscar huellas para saber hacia donde se había replegado el ejército enemigo, intentando comprender lo más importante, el por qué de una retirada en aquél momento en el que la balanza parecía inclinarse a su favor.

No desmontó, pues sabía que aquella zona no era para nada segura y que en cualquier momento la rapidez de aquella hermosa bestia podría salvarle la vida.

Deron también parecía un excelente rastreador, aunque no demasiado precavido, en su opinión descuidaba demasiado su seguridad, exponiendo la del grupo, pero escasos momentos antes ya había hecho demostración de una falta de cordura inquietante... no convenía perderle de vista.