Partida Rol por web

Al momento de explicarle que eran ustedes los que venían a ayudar y que no habían sido objeto de ningún ataque ni nada menos, ven como los hombros se le relajan al hombre y un suspiro de alivio sale de su boca.

Levanta una mano y se acomoda el bigote y se repasa el pelo.

- Menos mal mis señores. Pensé que habían sido victimas de un grupo de ladronzuelos que anda dando vuelta por el lugar hace tiempo y no logramos capturarlos... Falta de personal - dice con una leve sonrisa medio vergonzosa y medio tímida -. Y supongo que si Kaylessa los ha mandado a ustedes ha de ser por ese tema entonces. Desde ya les digo que mucho no puedo ofrecerles como recompensa si aceptan hacer el trabajo. Lo más parecido a la justicia aquí soy yo y un par de ayudantes voluntarios, y lo hacemos porque alguien tiene que hacerlo nada más.

Se detiene para mirar un poco sus reacciones y después continúa.

- Saliendo de la ciudad hay un lugar donde abundan cuevas, de todo tipo, y es difícil encontrar a alguien allí, más si a uno lo apremia el tiempo como a mi. El tema es que estoy seguro están en esa zona y en alguna de las cuevas deben guardar las mercancías que roban a los mercaderes que van distraídos en las caravanas. Si aceptan tengo un mapa para que puedan guiarse hasta el lugar.

Bueno entonces necesitareis un explorador para entrar de avanzadilla, ¿no creeis?- dice girandose a Atala, haciendose la desentendida por el vacio que le habia echo- Claro que podre ayudar, ademas creo que estos grandes aventureros no solo daran caza a esos ladronzuelos, sino que que encontraran en un periquete ese escondrijo.

Fadrique meditó su intervención en este asunto. Bueno, si nadie del lugar necesita sanación, seguramente pueda encontrar hueco a mis capacidades con esta gente, por muy extraña que sea. Se terminó de decidir repasando a las mozas con la mirada. Sanaré a los heridos, si me aceptan en la partida. He de decir, sin embargo, que mi talante es del todo pacífico. No me agrada la violencia, al menos sin un muy alto grado de provocación, y aun en ese caso, suelo decidirme por correr.

Verlor se mantiene a raya de la conversación, la altura de sus amigos que están al frente, incluso disimula su presencia. La gente de la superficie no suele ver con muy buenos ojos a los gnomos de las profundidades, por lo que prefiere mantener un bajo perfil. -El problema no luce como nada de otro plano, el asunto es algo que es fácilmente controlable y mucho más si es que todos decidimos unirnos. Piensa el druida al tiempo que recarga la barbilla sobre su bastón.

-Yo me desenvuelvo fácilmente en terreno salvaje y más aún en cuevas, no creo que tengamos demasiados problemas en atrapar al grupo de malhechores, aunque… Interrumpe al tiempo que mira de reojo a Fadrique. –Si nuestro sanador hecha a correr en un momento difícil, bueno la vamos a tener. Al final termina encogiéndose de hombros y agrega. –Aunque quizá algo pudiera hacer yo al respecto, sin embargo, espero que no sea necesario. En su pequeño discurso el gnomo no se ha movido un ápice para adelantarse o destacar de entre el grupo, de hecho si nadie le hace espacio seguramente el buen Harburk ni le vea.

Sin variar ni un ápice su posición y con sus recios brazos cruzados, el vozarrón de Galmor se oyó desde atrás...- Yo me ofrezco para encontrar a esos bandidos, pero deberíamos saber algo más sobre ellos. ¿ Cuándo fue la última vez que actuaron, alguna idea de cuántos pueden ser, han robado a alguien del pueblo, ? Si es así deberíamos hablar con él para que nos de algo más de información...  ¿Y cómo actúan... emboscando, atacando violentamente y causando víctimas...? Y otra cosa ¿ Lo de "capturarlos" es porque los quieren vivos a todos? Porque no creo que los bandidos vayan a entregarse por las buenas. A mí no me gusta matar a nadie, pero si me atacan responderé. Yo no soy de los que sale corriendo... dijo mientras miraba de reojo al sacerdote

Atala espera pacientemente las explicaciones del hombre y las opiniones de sus compañeros. Tras la respuesta del enano asiente con la cabeza, pero al hacer ese gesto se le cae el pelo tapandole la cara a la chica. Antes de comenzar a hablar Atala se retira el pelo de la cara con la mano.

Lo siento Julianna, no era mi intención ofenderte, simplemente he comentado que no hemos tenido ningún problema para venir con la caravana. Por otro lado, tal como te he dicho en la posada, estoy de acuerdo con que vengas con nosotros, creo que estará bien que haya alguna otra mujer aparte de mí. Dice para que la tifling vea que no se había olvidado de ella y que cree que es parte del grupo, aunque se haya unido más tarde. Volviendo al tema de los bandidos, estoy de acuerdo con Galmor. Necesitamos más información para poder prepararnos mejor ante un confrotamiento mas que probable contra ellos.

El dracónido dibujó una sonrisa en su boca dentada que pasa desapercibido ante los demás: reía o gruñía. La cuestión que el medio dragón vio su necesidad de acción colmada y acogió la perspectiva de aventura con agrado. Sin más se limitó a asentir y hablar con su voz gutural:
- Cuenta con mi arma y mis garras - responde a modo de afirmación - No regresaré hasta que de con los bandidos y despojarles de las mercancías robadas.

- Principalmente han atacado a caravanas y a algunas granjas al sur del poblado, que es en la zona donde están las cuevas. Por los ataques se puede apreciar que no son de salir muy lejos de su zona de confort y resguardo. En cuanto a las victimas, afortunadamente, solo han sido algunos golpes de granjeros y sustos para los adinerados que viajan. Justamente por eso es que necesitamos neutralizar esto, si empiezan así no faltaría mucho para que se vuelvan más violentos y terminemos lamentandolo. 

Reflexiona un poco antes de volver a hablar.

- Si quieren consultar a alguno de los granjeros, encontrarán un par de granjas antes de llegar a la zona de las cuevas. Y en cuanto a si vivos o muertos, preferiría que sea vivos, nadie merece la muerte a menos que la haya causado. Pero no pondré objeción alguna si estos determinan atacarlos y ustedes se defienden.

Comienza a buscar algo en un cajón en un pequeño escritorio en una esquina, seguramente el lugar donde guardan el dinero, y saca una hoja.

- Tomen, aquí tienen el mapa. Espero les sea de utilidad y tengan éxito en su campaña. Sepán que los estaremos esperando ansiosos por las noticias que nos traigan.

Otro día comenzaba a apagarse en Rad Larch. El sol se iba escondiendo poco a poco en el horizonte, jugando con sus últimos rayos para dejar contrastes de color pastel en el cielo y sus pequeñas nubes circundantes. La caminata había sido intensa y el cansancio se iba haciendo presente, aunque la satisfacción de haber finalizado con su primer trabajo en esta ciudad en forma exitosa, como así también haber conformado un grupo bastante particular que, dentro de todo, congeniaban y se complementaban, era más que suficiente por el momento. 

En las puertas de la posada podían ver el humo salir de sus pequeñas chimeneas, como así también un rico olor a pan casero y carne asada. 

Aunque también pueden apreciar un gran movimiento en la zona de la taberna, donde un grupo interesante de personas comienza a ingresar. Seguramente es ha sido el final del día de trabajo para los mineros de la zona y se disponían a ir a emborracharse en aquella pequeña pocilga. 

Tras librar al pueblo de los bandidos, durante la semana que los Dioses les dejaron libres de fatigas y obligaciones, Fadrique se dedicó a comer, cómo no. No se saltó ni una: desayuno, almuerzo, comida, merienda y cena, además de picar entre horas. Cuando tenía tiempo libre iba al Templo de Todos los Dioses para dedicarse no solo a sus devociones, sino a trabar conocimiento con los religiosos o religiosas que en el lugar hubiera.

También sacó algo de tiempo para darse un garbeo por el ayuntamiento, del que le llamó la atención la pequeña pero cuca biblioteca que tenía, y se hizo llevar ahí varias comidas y unos cuantos galones de cerveza del Yelmo al Medio Día con los que pasar cada palabra que leyera.

Aun sacó un ratejo por las mañanas, entre el desayuno y el almuerzo, para pasar consulta como médico y tratar a todo aquel que tuviera males, orzuelos, miembros torcidos y similares problemas.

La cena procuró reservarla para estar en compañía de sus nuevos camaradas, con los que se encontraba bastante a gusto, y comentar las noticias del día, además de ligotear con ese ser del inframundo, Julianna, que le hacía tilín, probablemente, por el morbo que le daba su procedencia demoniaca.

Nadie en el pueblo se libró, además, de que le preguntara si no había conocido a un tal Madroño. Como norma general fue generoso con su dinero, aunque el pueblo parecía moderadamente próspero, ahora que se habían librado de los bandidos. Su pecunio, dados los gastos, comenzó a bajar poco a poco pero a ritmo regular.

El enano tenía un cometido que cumplir y durante esos días acompañó al gnomo por donde quiera que fuese. A regañadientes paseaba por el bosque y dormía bajo un árbol, esperando que la muerte se acercara pronto a su protegido para así librarse de esa penitencia. Visitar la taberna le importaba menos, sobretodo si le quedaba cerveza en su jarra. Aunque todo el jolgorio y la jarana que montaban los mineros tras su jornada de trabajo no era de su agrado. Se limitaba a quedarse en un rincón vigilando que el gnomo no se metiera en problemas. El enano bebió mucho durante esos días , lo normal para su volumen y peso, pero de manera moderada, sin perder la noción del tiempo y el espacio en ningún momento.
Aprovechaba las mañanas, mientras la resaca y el sueño se adueñaban del svirf , para visitar la granja y asegurarse de que Melaos cumplía su condena sin dar problemas al granjero.
También aprovechó para pasar por la forja , interesándose por el modo te trabajar de su dueño, qué utilizaba para mantener candente la fragua, a qué temperatura templaba el metal, qué aleaciones utilizaba... Sólo para confirmar que el arte de los enanos seguía siendo el mejor de los conocidos forjando armas y armaduras.
Visitó la tienda para comprar pipa y tabaco con el fin de recuperar una de sus más añoradas costumbres y que por culpa de su búsqueda hacía decanas que ya no disfrutaba. Y también se dio un buen baño con agua caliente y jabón .

La semana pasa rápido, el grupo se dispersa un poco, pero al ser tan chico el pueblo suelen cruzarse bastante. Cada uno en su tema y en sus propios pensamientos.

Galmor y Anru se disponen a continuar juntos y hacer uso de su dinero en la taberna y dormir a la luz de la luna y las estrellas... durante pocos minutos y después a la luz del sol mientras iban desapareciendo las borracheras.

Aunque una noche la cosa se pone rara para estos dos amigos, algo los separa, dándole un poco de aire al gnomo para dar rienda suelta a sus gustos, encontrándose con un animado grupo de mineros en algunos juegos de cartas y dados, con las cartas se le complica por desconocer las reglas de juego... pero los dados, estos existían hasta en las profundidades de la tierra. Pasadas un par de horas Anrü termina ganando 50 piezas de plata, lo que le sirve para poder vivir "gratis" durante el resto de la semana, ya que con esas ganancias no tenía que tocar absolutamente nada de sus ganancias durante la pasada aventura en la granja.

Por su parte Galmor, en una de las noches de borrachera, y no recordando muy bien que es lo que había pasado la noche anterior, ya que la cerveza de ese lugar era tan buena que al final terminaba nublando el juicio de hasta el más experto tomador de entre todos los enanos, se despierta durante la semana en un camastro en la posada al lado de una preciosa señorita, la cual, al parecer, no queda solo en la categoría de "una sola noche", sino que algo le llama la atención al enano y continúan viéndose durante el resto de la semana... Aquí parece que hay algo....

Atala, por su parte, decide rememorar viejos tiempos, pasando un poco de tiempo en la mina que hay cerca. Al principio no eran muy de la idea de tener una mujer en sus filas, pero la insistencia de la guerrera al final dio el brazo a torcer del empleador, el cual tuvo que tragarse sus prejuicios al ver que la mujer hacía el igual a cualquier hombre que trabajase extrayendo minerales. 

Atala ganar 1 punto de renombre en Rad Larch y 16 piezas de plata como pago por su trabajo.

Julianna, yendo y viniendo, hablando, moviéndose entre las sombras termina conociendo bastante bien el poblado, estudiando los movimientos de todos los habitantes de la población, descubriendo varias cosas interesantes en ese tiempo. Varios personajes, principalmente los más viejos, se mueven en la zona de la casa de reparación de carretas, bien entrada la noche y saliendo antes del amanecer, siempre en sigilo y siempre encapuchados. 

También escuchando conversaciones y rumores, del cual el más llamativo es la desaparición de una caravana sin dejar al norte de la ciudad, supuestamente había una comitiva de algún tipo en la misma.

Julianna gana beneficio en las tiradas de saber local.

Fadrique, por último, se dispone a poner a punto la pequeña capilla que hay en Rad Larch, sacando un poco de telarañas y disponiendo el símbolo de Selune en la puerta de ingreso. Al principio no se acercaba demasiada gente, pero pasados dos o tres días, las mujeres más viejas comienzan a hacerse notar ayudando a acomodar y limpiar, hacia tiempo que no hay un religioso en el lugar, con lo cual el clérigo puede disponer de tiempo suficiente como para propagar la palabra de su diosa, llegando al quinto día de la semana a poder celebrar una misa para el poblado con la participación de 30 individuos.

Mientras tanto, en su tiempo libre, se dirigía hacia la biblioteca a leer e interiorizarse, encontrando libros bastante viejos que hablan de túneles que hace tiempo se habían hecho en el lugar, los cuales fueron usados durante la Plaga de los Hechizos (Spellplague) para ocultarse y resguardarse. Como así también fragmentos, aunque no muy claros, de piedras que se mueven solas.

Fadrique gana 1 punto de renombre y tiene beneficios en las tiradas de saber local.

Una de las noches en  la taberna Galmor perdió de vista a Anru. Se paseó por todo el antro quitándose de encima algún que otro borracho y pasando por alto algún  comentario jocoso sobre su corta estatura que llegaba de un corrillo de ebrios mineros, para evitar así  pelearse con gente trabajadora que tan solo buscaba allí un momento para desquitarse de sus problemas.

Salió fuera del local en busca del gnomo, pero solo encontró a una joven llorando. El enano se le acercó a preguntarle que le pasaba. Acababa de ver a su marido con otra mujer y éste, al ver que le había descubierto, aprovechó para decirle que ya no la quería, que la echaba de casa y no quería volver a verla. La chica era de cuna pobre y llegó a casarse con su desagradecido marido sin ningún bien que pudiera llevarse con ella. Además no quería volver casa de sus padres en un pueblo cercano, para no entristecerles, ya que se habían puesto muy contentos cuando lograron casar a su hija con un minero de Red Larch y así asegurarle un buen futuro. 

La historia de la joven irritó mucho al enano, que se dispuso a entrar a darle su merecido al malnacido marido, pero la chica le paró los pies. Tenía razón cuando le dijo que eso ya no arreglaría nada. Ella ahora tampoco lo quería. Lo único que le preocupaba eran sus padres, lo mal que se pondrían si se enteraban que se había quedado sola y sin un techo bajo el que dormir. Entonces Galmor le habló de los niños de la granja y del pobre granjero. La invitó a pasar la noche bajo el árbol que Anru y él tenían como habitación para que al día siguiente lo acompañara a la granja. Seguro que allí la acogían, pues el granjero tenían tanto trabajo recuperando sus campos que apenas tenía tiempo para dedicar a su casa y a sus hijos, porque por desgracia parecía haber perdido a su mujer.

A la mañana siguiente Galmor buscó a Fadrique para que les acompañara y convenciera al granjero de que acogiera a la joven, pero esto no fue necesario porque en cuanto  la vio, quedó prendado por su belleza y los niños por su dulzura y amabilidad. Parecía evidente que en pocos días habría una nueva familia en el pueblo... 

El viaje de vuelta resulta sin ningún tipo de inconveniente. Sin ojos mirando en la oscuridad ni nada extraño, al punto que básicamente les fastidia el hecho de tener que hacer guardias ya que el aburrimiento tiende más a matarlos que los últimos dos energúmenos a los que se han tenido que enfrentar.

Ya a un par de kilómetros antes de llegar alcanzan a observar movimiento en el poblado, unos 100 metros antes notan bien que se a agolpado una gran multitud a esperarlos. Aparentemente las noticias viajan rápido aunque no hayan tenido contacto con nadie durante su recorrido.

Harburk y Jalessa son los primeros en recibirlos. Lo que no comprenden muy bien son las inmensas lágrimas que hay en sus ojos, como así tampoco que vayan directamente a recibirlo a Carter.

- Oh muchacho. Estábamos tan preocupados por ti. Creíamos que habías sufrido la misma suerte que nuestro Jolack. - comenta el hombre mientras le da un fuerte abrazo y varias palmadas en la espalda. Después le hace espacio a su mujer quien se deshace en llanto mientras abraza al joven ladrón. Un llanto tan desconsolado que hace que cualquier bullicio en el gentío de recepción se calle automáticamente creando un silencioso y respetuoso silencio hacia el luto que la mujer estaba pasando. 

Con esta escena caen en la cuenta del relato de Harburk antes de salir, que su hijo había salido con otro muchacho y que no sabían que le había sucedido. 

Ya que estaba en plan (y, con la barriga llena, siempre había tiempo para gestos), Fadrique usó los últimos restos del agua de su bota para bendecir con ella a los padres abrazando a su querido hijo.

Benditos seáis, y ¿no saben mejor las bendiciones cuando se siguen de dolores y penas? No valga lo dicho para justificar el mal, pues está escrito: ¡bendito el tiempo, cuando no es interesante! Mas estas míseras disquisiciones consuelan, en medio de la pérdida.

Entonces, cansado por tener que haber hablado tanto, se dirigió al resto de la gente. Sabed que, si no derrotado de manera definitiva, si con el rabo entre las piernas ha escapado el mal que habitaba vuestras tierras. ¿Y... no habrá, por caridad, una cerveza fresca para nuestras gargantas? Había mucho polvo en esas cavernas. ¡Y un olor... !

Al llegar  al pueblo y producirse la emotiva escena del reencuentro del joven con sus paisanos  el enano se quitó su casco en señal de respeto. Pero la intervención de Fadrique le hizo reaccionar de inmediato. Se acercó al sacerdote y pronunció con su ya habitual tono ronco y enérgico. 

- Fadrique, deja de decir sandeces que tan solo tú entiendes- Tras eso el enano carraspeó un par de veces en un tímido intento por aclarar su voz y se dirigió a los allí presentes. - Verán, Llegamos a Lance Rock y allí nos encontramos con algunos no muertos a los que dimos fin definitivo. El interior del pico era la guarida de una especie de mago loco que se dedicaba a crear engendros de no muertos, pero tras un breve combate acabamos con él. Su cuerpo se desvaneció y desapareció después de varios golpes certeros. Tras eso nada ni nadie más nos importunó allí. Antes de abandonar la zona el sacerdote bendijo el lugar y sellamos la puerta para que nadie pudiera entrar ni salir de allí. Por todo eso creo que no volverán a a tener problemas de desapariciones ni enfermedades mortales. Podrán volver a dormir tranquilos de nuevo...

Harburk, me habría gustado haber podido traer ante ti a ese mago loco para que pudiera pagar por sus actos, pero saben los dioses que no pudo ser... Y en cuanto a la carreta aquí la tiene, con algo más de polvo pero tal y como nos la entregaron... pronunció el enano en un tono más sarcástico buscando con la mirada al dueño del carromato.

Y sí , una cerveza bien fría nos vendrá bien...