Partida Rol por web

-Desde aquí no puedo distinguir. Imagino que algunos usarán arcos, como nosotros. Nos cazarán igual que a conejos.- comentó huraña.

Velina miró con disgusto a Brevea.

-Los asuntos de honor se tratan en esta tierra de frente y de cara. No como ese -señaló con el mentón a Dardo- que quiere detenerlos con flechas traicioneras.

Se giró hacia Zeleria -¿En tropel? El sur te ha corrompido el entendimiento si crees que los tuyos somos idiotas.

La persecución continuaba. Una carrera que se antojaba eterna contra unos oponentes que jamás habíamos visto.  La jornada de descanso había sido providencial y achaqué al embotamiento que provocó el insidioso narcótico, mi anterior frustración por quedarnos en la aldea.  

Con un objetivo algo más claro, sabedores que ellos necesariamente debían ir más lento, tan cargados de esclavos, y con la inagotable energía de la joven Valina de nuestro lado, pareció por un momento que el frío no era tan hiriente, ni el gélido viento tan afilado.

Una ilusión, un breve respiro, había sido éste día pues los cimmerios habían decidido finalmente vengarse de aquellos malditos que habían compartido comida, bebida y mujeres.  

-Cualquier cosa que hagamos, ellos la harán tan bien como nosotros. Si desmontamos para cruzar, ellos también lo harán y si alcanzamos ciegamente, Crom nos juzgará a todos por igual. Ignoré a la adolescente cimmeria, sus estúpidas quejas acerca de tácticas traicioneras.  

-Debemos atacar ahí donde tenemos ventaja. Arcos y flechas si ellos renuncian a ellos, quebrar el hielo a nuestro paso... Lo que sea necesario para vencer.

Dardo, tu idea es buena.  -puse mi mano sobre su hombro  -Si matas o hieres a sus caballos, podemos vencerles. O que algunos de nosotros escapen si todo va mal.  Busca ese lugar, Arctostafilos y desmonta a Volga y a su amigo de sus monturas.

Medité brevemente mientras el paso helado se abría frente a nosotros.  -Cruzar los ralentizará, pero hará lo mismo con nosotros. Todo acaba aquí, en estos lagos helados.   Puede que acaben avanzando en tropel, Velina, si su alternativa es morir asaeteados. Les esperamos en el centro del lago

​​​​

La conversación no era del gusto de la joven y atrevida Velina. -Yo he venido a cortar cuellos de vanires, que su tierra se hunda en los abismos, y a rescatar a los míos. No a matar cimmerios.

Se dio media vuelta dispuesta a descender la colina hacia el lago helado. 

- Hagamos lo que hagamos, la clave es jugar con el terreno y el lago es nuestra mejor opción. - Comentó Zeleria. - Iremos al centro del lago y podemos debilitar el hielo en la entrada, para cuando ellos se acerquen. - Esperaba que le hicieran caso. No veía otra solución. - Espero que Crom esté de nuestra parte...

Arvak tenía muy clara su opinión.

- Velina lo ha dicho bien claro, coincido con ella. Por el lago a matar vanires y que Crom maldiga a los que perseguimos tanto como a los que nos persiguen.

Sonrió, la muchacha cada vez le gustaba más. 

- Vengaremos tu aldea y rescataremos a Maclo.

Siguió a la nueva compañera hacia el lago, llevando al burro por las riendas.

- Por el lago entonces. Sigue siendo un buen sitio para el tiro al cimmerio, el hielo no les permitirá correr... y si matamos a unos cuantos, tal vez el resto se lo piensen mejor.

Dardo estaba seguro de poder acabar con varios de ellos de manera traicionera y huidiza. Que el acero estuviera en la punta de una espada o en la punta de una flecha era igual. A Crom no le importaba, siempre que el acero fuera acero. Esa perra adolescente debería haberlo aprendido ya, si sobrevivían, igual él mismo le enseñaba la lección.

Arvak tiró para abajo con la mula, siguiendo los saltos de Velina, quien solo miró una vez hacia atrás. ¿Sonreía?

Los demás también descendéis la ladera, con un plan en mente. Al llegar al lago, alguno arrugó la nariz, se veía bien, sólido el hielo, pero nunca había seguridad en esa traicionera llanura blanca ligeramente cuarteada. Sin embargo, la jovencita cimmeria ya se hubo introducido junto con Arvak, decididos avanzando paso a paso, con precaución, vigilando a la mula asustadiza y patosa y a la capa de hielo que parecía resistir.

El resto del grupo se quedó golpeando con gruesas y duras ramas contra el agua helada, afanándose por abrir brechas metros después de la orilla. El hielo se comienza a cuartear, a resquebrajarse, en toda aquella zona donde los perseguidores debían cruzar sí o sí. Aparecieron los dos primeros jinetes entre la arboleda y fue el momento de internarse en el peligroso lago.

Para cuando Volga, su acompañante y unos pocos cimmerios a pie alcanzaron la ribera, vosotros ya estabais bastante adentro de la planicie blanquecina y azulada, como a unos cincuenta metros. Velina y Arvak a menos de un centenar de metros más adelante. El suelo resbaladizo soportaba humanos y animales, las posibilidades de que el hielo cediese parecía que eran pocas, pero nadie daba nada por seguro.

Se escucharon las voces de los cimmerios maldecir y blasfemar en su rudo lenguaje.

Había rabia y cólera y desprecio en los ojos enfurecidos de Volga.

No era un plan descabellado, pero como todo en esta misión, parecía abocado al fracaso.

Si todos conseguían salir con vida del lago, habría que festejarlo matando vanires

Había llegado el momento de la verdad. Según le habían dicho, no parecía probable que el hielo se rompiera bajo los pies de los cimmerios, pero había sido lo mejor que se les había ocurrido y de haber surtido efecto, se habrían librado de aquellos rencorosos guerreros sin tener que verter sangre sobre aquellas tierras nevadas.

- Que sea lo que Crom disponga. - Dijo mientras agarraba su arco y una flecha y se disponía a abatir a todo aquel que  se acercara.

-​​​Morirás solo algo más tarde que nosotros - hablé sin mirar a la cara a Arvak -​​​​​​Por lo menos folla un poco antes de hacerlo.  

​​​​​​Puede que, poco después de salir nosotros de la aldea cimmeria, alguna embarazada perdiera a su hijo, que Volga sufriese de estreñimiento o que las ratas se hubiesen comido las botas del jefe.  Entregarles la cabeza de Dardo hubiera sido una posibilidad, pero no se detendrían ahi, no ahora que, con total seguridad, nos culpaban de brujería, de estar malditos, de cualquier mal que les aquejase.

-​​​​​​¡Queréis nuestras cabezas??! - Grité en dirección a Volga -​​​​​​ ¡Si es así, preparaos para pagar dolorosamente por ellas! 

¡Habla, maldita! ¡Danos tus razones para morir por nada, tan lejos de tu miserable casa!

Las grietas en los bloques de hielo próximos a la orilla se ensanchaban, corrían en zig-zag, los crujidos y chasquidos se escuchaban desde vuestra posición. Los cimmerios se detuvieron, dubitativos. Unos portaban espadas, escudos, otros lanzas o mazas. Alguno, también arcos y flechas.

Arvak hizo oídos sordos a las pullas de Arkra. Llevado por el honor cimmerio, no estaba dispuesto a colaborar con aquel ataque. Avanzando todos con cautela sobre la inestable llanura de agua congelada, Zeleria y Dardo no perdieron la oportunidad de probar suerte con el arco. El dolor en la mano de la mujer fue intenso y su habilidad se resintió. Con todo, alcanzó a Volga en el muslo derecho. Y Dardo, a cuestas con su fiebre, también logró que su flecha se hundiese en el hombro del otro jinete. Muy pronto, ambos desmontaron y se cubrieron con sus escudos de madera, lo mismo que algunos que también los tenían. Un par se llevaron de allí a los caballos, hacia las lindes del bosque.

-¡Malditos sureños! ¡Venid aquí y combatid acero contra acero! –gritó el jinete, que ahora sí reconocisteis como Krimas, otro hijo más joven de Lanhs.

-¡Perro! ¡Te arrancaré la lengua y te cortaré a trocitos la carne mientras sigues vivo! –respondió Volga, que no dio impresión de sentirse intimidada por Arkra- ¡Mi padre y el clan cree que vuestra presencia mancilló la aldea con mentiras y maldiciones! ¡Le llevaré vuestras cabezas y vuestras pollas clavadas en nuestras lanzas! ¡Dardo! ¡Lucha como el hombre que fuiste entre mis piernas!

En ese momento, para algunos antes, otros después, el hielo se resquebraja en varios puntos con veloces, peligrosas, fracturándose a vuestro alrededor. Velina lo vio venir y saltó hacia delante, evitando la hendidura. Arvak no fue tan rápido, vio quebrarse la capa de hielo y consiguió tirar de la mula hacia un costado esquivando por poco la fisura. Arkra y Zeleria fueron conscientes de la rotura frente a ellos, el joven pudo esquivarla saltando con celeridad para atrás, su caballo se alzó sobre los cuartos traseros, relinchando y golpeando con los cascos en el resbaladizo hielo hasta que veis con horror que la pata trasera izquierda se le hunde en el agua. La cimmeria tuvo que brincar atrás. Brevea fue la única que logró enfilar un camino junto a su montura con fortuna, donde el hielo estaba más sólido quizá. Pero Dardo se llevó la peor parte, estuvo lento de reflejos, también resbaló, el suelo bajo él y en derredor se quebró en chasquidos alarmantes y acabó por hundirse hasta la cintura en las aguas heladas entre bloques de hielo flotantes.

Los cimmerios observaban, expectantes, sonrisas torvas en sus bocas y afiladas miradas preñadas de cinismo y rabia. No se decidían a penetrar en el lago. Uno de ellos, descolgó su arco y miró a Volga esperando una señal.

La cosa se estaba poniendo es de verdad. No sólo el plan no había surtido efecto, sino que eran ellos los que están a punto de hundirse en el agua helada, para acabar allí sus días. Al menos había oído que morir congelado era una de las muertes más dulces, aunque hacerlo ahogado una de las peores y si caía al agua era otra posibilidad. 

De todos, Dardo era como de costumbre, quien se llevó la peor parte. Zeleria estaba cerca de él, pero no arriesgaría su vida a menos que lo tuviera muy claro. Con las manos aún doloridas y con el suelo moviéndose bajo sus pies, por mucha pena que le diera perder a Arctostafilos, si aguantaba lo suficiente y ella lograba ponerse a salvo, le tiraría una cuerda y le arrastraría, y de lo contrario, rezaría a Crom por su alma.

- ¡Aguanta Dardo! - Le pidió. - ¡En cuanto pueda te lanzo un cabo!

Todo se había ido a la mierda. Deberían haber ido ellos los primeros para que él cerrara la marcha y golpear el quebradizo hielo tras su persecutores, debilitándolo y forzandoles a tener que rodear el lago.

- Continuad hasta terreno firme. - Comentó a las dos que ya habian pasado la zona quebradiza.

Después tomó una cuerda de la mula para arrojarla a sus compañeros. 

-¡Idiota! ¡La única mancillada fuiste tú, cuando Dardo se derramó en tu entrepierna! La brutal Volga consumaría su amenaza, pero no de iría sin ser herida, aunque sólo se tratase de palabras  -Tu vientre se pudrirá y a Orgo se le caerá a trozos.  ¡Todos moriréis! ¡La carne se caerá de vuestros huesos, las moscas nacerán en vuestros ojos marchitos!

Las esperanzas de verlos cargar ciegamente hacia nosotros se desvanecían, aunque no cejaba en mi empeño de hacerlos enfurecer.  Eran astutos como lobos, cazadores curtidos en decenas de batallas y ni siquiera las flechas de Zeleria y Dardo les hicieron dudar o precipitarse.

Todo se torcía.  Las monturas de nuestros perseguidores escaparon de nuestras flechas y el hielo empezó a quebrarse bajo nuestros pies.  Salté atrás evitando caer, pero mi caballo estaba a punto de ser engullido por el agua helada.   Con el rabillo del ojo vi a los cimmerios detenerse en la orilla y sacar, algunos de ellos, arco y flechas. Ésta fría tierra quería quedarse a Maclo a toda costa.

-MALDITA SEA -Tiré de las riendas del caballo, atento a mis pies.  No quería caer junto a mi caballo al agua, por mucha estima que le tuviese. Lamentaría perderlo, sin duda,, pero solo tiraría de él una vez. Con todas mis fuerzas, pero sólo una. 

Si salvaba al caballo y si el hielo bajo mis pies era sólido, le lanzaría la cuerda a Dardo y huiría.  Si no... sólo me quedaba la retirada a través del traicionero hielo.

Mientras Dardo se hundía en las gélidas aguas pensaba en la timbrante voz de Volga… Que cálidas estaba sus piernas hace tan solo unos días.

Y ahora, era hora de morir. Solo esperaba que no fuera congelado en un maldito lago de hielo, sino a mano de sus enemigos que antes fueron amigos. Más sentía el tirón de la corriente por debajo y la superficie era demasiado resbaladiza para trepar sin ayuda y sus compañeros bastante tenían como para ayudarle. Treparía usando su cuchillo si era necesario, hasta que Cromo decidiera llevarle.