Partida Rol por web

Poco a poco todo el mundo fue saliendo de los aviones. La tierra era oscura y austera. Había sido azotada por el viento gélido durante demasiado tiempo, aunque ahora partes de las piedras adquirían un perfil menos afilado. Daba la impresión de que era hacía poco que la temperatura era tan suave. El borde de la capa de nubes que cubría el cielo se elevaba hacia el oeste de forma amenazadora, por encima de un grupo de viejas colinas. El belle estaba muy cerca.

Lexington y dos hombres vestidos con los abrigos de esquimal de la Barsmeier-Falken salieron del avión, sus expresiones irreconocibles tras las mascarillas de respiración alemanas. Prestley les siguió y saludó moviendo la cabeza.

¡Hola! Sonreía. ¡Qué casualidad encontrarnos aquí!

Recortado contra el ojo de la tormenta, el oscuro cenit de la colosal fortaleza apenas podía verse sobre la elevación. Estaba a menos de tres kilómetros. La luz que emitía el pináculo final del constructo era bella, hipnótica. Sin querer, pronto, todo el mundo se encontró embobado mirando hacia ella.

Entonces un parpadeo blanco-azulado emanó del pináculo, como si un ojo lleno de luz se hubiera abierto. Las nubes de la tormenta que cubrían el cielo se condensaron y agitaron como si una enorme bestia hubiese pasado cerca de ellas, alborotándolas. El aire se hizo más espeso y consistente, atrapando la luz como el ámbar de un cristal, y una onda de distorsión brotó de la tormenta, cruzando el valle y continuando más allá, atravesando silenciosamente a todos los humanos y a sus frágiles máquinas voladoras.

La onda no causó ningún sonido, pero los seres vivos os sentisteis momentáneamente alterados de una forma horrenda e inexplicable. En ese momento, los límites del mundo se estremecieron y agitaron; el horizonte se volvió borroso y las montañas se elevaron y se desplomaron en un instante; el mismo suelo se retorció y se movió como si tuviese vida a medida que las imágenes del aspecto de este lugar a lo largo de un millón de eones se unieron y superponieron, para luego desaparecer.

Entrever junglas verdes de mil tonalidades cruzados por bestias nacidas de una pesadilla; llanuras esmaltadas y cruzadas por vías por las que viajaban orbes palpitantes que levitaban a poca distancia del suelo; tremendas explosiones de colores no vistos jamás; iridiscentes nubes de insectos vagando por praderas de color morado. Y en todas ellas, la fortaleza emitiendo su llamada y el perfil de las Montañas del Más Allá. En todas ellas cielos claros o nublados, en todas constelaciones ligeramente diferentes a las que reconoceríais hoy. Puede que por la disposición extraña de las estrellas, puede que porque estuvieran viéndose desde otra latitud. En todas las imágenes entrevistas, signos de los Antiguos, de los creadores de la vida en la Tierra, maquinando. En todas las imágenes la hipnótica luz del faro.

Cuando el fenómeno pasó todo parecía seguir igual, excepto en vuestras mentes. La tormenta giraba en torno a la torre. La luz del faro o de la torre, o de la fortaleza, lo que fuera, brillaba invitadora y bella.

Acacia miraba estupefacta hacia la torre. Sacudió la cabeza.

Es... extraño. Balbuceaba, cosa tan rara en un ser tan altivo que os parecía estar en otro planeta en verdad. Pero pronto se recuperó. ¿Qué ha pasado? ¿Lo saben ustedes? ¿Dónde están sus jefes? ¿Por qué las bengalas ahí, en la ciudad? ¿Qué fue ese humo? Ametrallaba con preguntas para saber, por supuesto, pero parecía que también para no pensar en lo que acababa de pasar, fuera lo que fuera.

Halperin, siempre murmurando para si, se había puesto a instalar cables en las alas del boeing para que no lo volcara el viento.

Comenzaba a hacer calor bajo vuestras gruesas pieles. Mucho calor.

Los dos compañeros asintieron a tus palabras, a pesar de las dudas que veías reflejadas en sus ojos. Al menos estaban de acuerdo en regresar para poner sobre aviso y planificar al campamento. Iniciado el retorno por lo que ya parecía una carretera, dadas las constantes huellas que la jalonaban, por entre callejuelas, montones de escombros, interiores de edificios semi derruidos y demás ruinas, os visteis, de pronto, detenidos por una extraña impresión en la boca del estómago. Una especie de mareo premonitorio que os hizo agarraros a lo primero que encontrasteis.

Entonces un parpadeo blanco-azulado emanó del cielo, de ninguna parte y de todas, como si un ojo lleno de luz se hubiera abierto. Las ruinas a vuestro alrededor se condensaron y agitaron como si una enorme bestia hubiese pasado cerca de ellas, alborotándolas. El aire se hizo más espeso y consistente, atrapando la luz como el ámbar de un cristal, y una onda de distorsión brotó de la todas partes y de ninguna, cruzando vuestro campo visual y continuando más allá, atravesando silenciosamente a todos los humanos y a sus frágiles herramientas.

La onda no causó ningún sonido, pero los seres vivos os sentisteis momentáneamente alterados de una forma horrenda e inexplicable. En ese momento, los límites del mundo se estremecieron y agitaron; el horizonte se volvió borroso y las montañas que dominaban la ciudad se elevaron y se desplomaron en un instante; el mismo suelo se retorció y se movió como si tuviese vida a medida que las imágenes del aspecto de este lugar a lo largo de un millón de eones se unieron y superponieron, para luego desaparecer.

Entrever junglas verdes de mil tonalidades cruzados por bestias nacidas de una pesadilla; llanuras esmaltadas y cruzadas por vías por las que viajaban orbes palpitantes que levitaban a poca distancia del suelo; tremendas explosiones de colores no vistos jamás; iridiscentes nubes de insectos vagando por praderas de color morado. Y en todas ellas, la ciudad en miles de configuraciones que la hacían parecer un ser vivo burbujeando en alguna remota ciénaga ciclópea. En todas las visiones, cielos claros o nublados, en todas, constelaciones ligeramente diferentes a las que reconoceríais hoy. Puede que por la disposición extraña de las estrellas, puede que porque estuvieran viéndose desde otra latitud. En todas las imágenes entrevistas, signos de los Antiguos, de los creadores de la vida en la Tierra, maquinando, pululando bajo la hipnótica luz que os envolvía, creando, derribando, destruyendo, recreando, naciendo y muriendo.

Cuando el fenómeno pasó todo parecía seguir igual, excepto en vuestras mentes. La ciudad seguía exactamente igual que momentos antes. La distorsión, si la había habido, no era algo que hubiera afectado al mundo físico.

Oh, oh, oh, oh. ¿Qué ha sido eso? Mamá... tengo miedo. Tengo miedo. Larry temblaba como una hoja. Se sentó como a cámara lenta sobre una roca, como si tuviera miedo de que sus músculos se volvieran gelatina y no le pudieran sostener. Mamá, repetía de vez en cuando con los ojos muy abiertos.

Seria esto a lo que se referia Hirsch? Ya pocas cosas podian impresionarme, esta lo hizo, pero de forma sosegada.

Los flases que vi de esta ciudad en distintos entornos y con diferentes firmamentos me indicaron que esta ciudad era antigua, muy antigua. Gracias al estudio del cielo pude datar un poco a ojo el tiempo que llevaba existiendo. Tome notas para un estudio posterior.

Ahora lo importante era llegar con el resto y ver en que estado se encontraban, a ellos les ha pasado lo que sea que fuera esto por encima y me espero lo peor...

Me acerco a Longfellow, lo acurruco en mi regazo, Tranquilo, ya pasó todo, tranquilo y le paso la mano por la cabeza como lo habria hecho su madre de estar junto a su hijo asustado. Peter, cuenteme, como se encuentra?

Tim observaba la vison para sentir corroborar sus experiencias pasadas, esas selvas del Jurasico le eran familiares, alguna vision de los que ya conocia del pasado, referencias a seres que ya tenia constyancia de su existencia... Solo su amplio conocimiento evito que su buen juicio se dañara, al saber que todo era real y que existia desde antes de la era del hombre.

Somos tan minusculos, tan jovenes...apenas hemos nacido como civilizacion.... no se que vamos a poder hacer contra esto.

Menez se contrajo apretando las piernas y encogiendo el cuello como si una corriente eléctrica de gran intensidad atravesara su cuerpo.

- Joder, casi me meo encima.- Le dijo a Pooster mientras apretaba su mano. Él podía sentir que, a pesar de parecer tranquila y sosegada, su mano temblaba un poco. La periodista parpadeaba constantemente, como queriendo aclarar la vista, y boqueaba cual pez en el acuario para destaponarse los oídos.

- Qué calor hace.- Decía mientras soltaba correas y desabotonaba el abrigo. Por un momento llegó a pensar que eran los sofocos propios de la menopausia que, estresada por las últimas vivencias, se le adelantaba.- ¿No tienen calor ustedes?- Preguntaba para asegurarse de que la sensación térmica era real y común y no consecuencia de la pérdida de sangre y el golpetazo que se había dado en la cabeza. Finalmente acabó por contestar a Acacia mientras lanzaba suspicaces miradas a los alemanes enmascarados.- La bengala la disparé yo en cuanto vimos a los Carambolos vivos. Moore se ha quedado atrás...como siempre...y Rompehuevos...la última vez que lo vimos era transportado por uno de esos apestosos.- La Lexington hacía muchas preguntas pero no hacía examen de conciencia.-¿Y que nos dice usted? Muchas caras largas, mucho criticarnos y resulta que el Jonás estaba en su barco. ¡JA! Kyle Williams, por su culpa casi no salimos vivos de aquí.

¿Él hizo esa explosión? Explíquense, por favor. Por la voz reconocisteis a uno de los alemanes sin rostro como al Doktor Meyer. Una bolsa que llevaba la mascarilla se hinchaba y se deshinchaba con su respiración de modo inquietante, haciendo ruidos: Huuuuus, hoooooos, huuuuuus, hoooooos...

- No se hagan los tontos ahora, ¡por favor!.- Decía Menez gesticulando ostentosamente con las manos hacia los dos hombres, evidentemente alemanes, que permanecían con los rostros ocultos.-Y además, no pienso contestarles hasta que se quiten esas ridículas máscaras.

Aquella avalancha de imágenes dejó a Chester sin aliento.

Es como estar en un cine, pero... todo es en color, y muy... vívido. ¿Lo han visto ustedes?

Chester se volvió hacia los alemanes. Quizás estas grandes máscaras que llevaban les protegían de algún modo de los vapores que les hacían ver aquellas visiones. Aunque para ser sincero consigo mismo, Chester tenía que admitir que probablemente no eran vapores, sino más bien la influencia de aquella torre. Sin duda una excursión hasta allí era de la máxima prioridad. Chester se dirigió hacia los alemanes y el resto de miembros de la Expedición Lexington.

No se preocupen, esto ahora ya no importa. Debemos ir a rescatar a los miembros de la Expedición que han sido secuestrados por unas extrañas criaturas voladoras; entre ellos se encuentra el Señor Starkweather. Yo diría - si con esto no me van a tomar por loco - que eran criaturas extraterrestres. 

¿Van a ayudarnos en la misión de rescate? No hay tiempo que perder, con cada segundo es más probable que a esos pobres desgraciados les estén enchufando algo en el cerebro y convirtiendo sus cráneos en aparatos de radio extradimensionales.

Chester no estaba seguro de que todo aquello sonara muy cuerdo, pero ¿qué había de sensato en aquella expedición?

Meyer se quitó la máscara durante unos segundos. Era una mascarilla de diseño diferente al que conocíais. Su cara parecía la de siempre.

El aire de la exhalación, rico en oxígeno, pasa a esta bolsa para ser reutilizado. Diseño alemán. Hacemos lo mejor, señorita Menez. No hay trampa ni cartón, ni me hago el tonto. No sabía que Williams fuera un criminal saboteador. Pero tendremos que confiar los unos en los otros ¿ya? Por supuesto, intentaremos rescatar a sus compañeros.

Yo iré, claro. Levantó una pequeña cámara que era casi como su brazo derecho.

Kyle aterrizó sobre una zona asquerosa, que estaba cubierta por una superficie de hielo muy accidentada. Casi rajó la parte inferior de nuestro avión. Estuvimos intentando arreglarlo durante horas, pero él decía que no había nada que hacer. Partió en busca vuestra. Mientras estaba fuera, Baumann hizo un intento y... ya veis. Si. Es posible que él fuera... en fin. Supongo que hizo muchos destrozos en vuestro campamento.

Acacia parecía muy afectada. James... ¿ese era James? ¿Al que llevaba la criatura envuelto en la lona? Dios santo. Claro que iremos.

Se recompuso un poco. Jamás nos hemos llevado bien, pero estoy segura de que al menos él preferiría un entierro cristiano. ¿Les importa esperar un momento mientras cojo mi pistola?

El otro alemán se sacó también la máscara, para que pudierais ver su rostro. Era Baumann. Vimos a uno de esos seres ayer. Volaba a cierta distancia. Suspiró. Yo tengo aquí mucho trabajo todavía. Nuestro primer aterrizaje fue muy malo y aún no está completamente reparado. Debo continuar mientras estamos aquí. Sonaba raro durante el vuelo. Haré la revisión mientras ustedes exploran.

Claro, partamos de una vez. Esas criaturas tienen a su jefe y quién sabe de lo que son capaces, ¿no es así? Si viven aquí y son los últimos de su especie es indudable que podremos aprender muchas cosas sobre ellos. Esa luz, esa gran fortaleza, no son obra de unos salvajes, sino de una increíble civilización con enorme poder. El conocimiento que posean estos seres debe ser conocido por el mundo.

Piénsenlo. Rescatar a su jefe es necesario, pero sería una pena que nos viésemos obligados a matarlos a todos. Piensen en los maravillosos secretos que deben conocer.

Por cierto. Ya que es claro que Williams era el traidor infiltrado en la expedición Lexington, tengo una pregunta. Han desaparecido de mi maletín ciertos papeles. ¿Los tenía él?

Nein, nein, nein. Rucker hizo su aparición desde la portezuela del Belle. Se notaba que era él aunque no se había quitado la máscara. No se había unido antes al grupo, pero había estado escuchando. Ahora se acercó, bastante chiquitajo, con su voz chillona, pero en tono ecuánime dijo:

Estamos ante un grran peligrro enfrrentándonos a las crriaturras en su prropio terrrreno. Todos hemos visto ese... fenómeno... und no puedo adivinarr lo que erra, perro no es bueno parra nosotrros. Doktorr Meyerr, confío que tendrrá la máxima prrecaución al enfrrentarrse a esas monstrruos. Herr Doktorr, la expedición tiene más imporrtancia que la vida de una solo hombrre, quien crreo que ya puede haberr muerrto porr conbgelación y a causa del viento, durante el viaje, si es que las crriaturras no se lo han comido. Yo me niego a irr, e inforrmarré de cualquierr imprrudencia que se cometa.