Partida Rol por web

Salís de Bree por la Puerta del Sur, dispuestos a resolver esta misión que os ha encargado el alguacil Holfast. El día es fresco y soleado, y aunque algunas nubes aparecen por el horizonte, hace un día espléndido para una larga excursión. Los pájaros cantan y una gentil brisa sopla a lo largo de vuestro camino. El Gran Camino del Este discurre por las granjas aledañas al pueblo de Bree. Os encontráis con vecinos del lugar que van y vienen del campo a la ciudad: granjeros, tramperos, leñadores, etc. La gente os saluda a vuestro paso.

Cuando lleváis unos pocos kilómetros y ya habéis dejado atrás las granjas más cercanas a Bree, veis que el camino tuerce hacia el este. Al sur de él, empiezan a aparecer una suaves colinas que poco a poco van tomando altura. Algunos árboles se ven por sus cimas, separados unos de otros, sin llegar a formar una arboleda. Detrás de esas colinas, se puede ver una que es más alta que las demás. ¿Será esa la Colina de Storch? Al este, el camino se pierde en los llanos y bosquecillos que aparecen aquí y allá.

Rilwen estaba muy contenta, por fin al aire libre en un maravilloso día de verano, dando un buen paseo con sus amigos.

Las ciudades me agobian, no están mal para descansar y aprovisionarse, pero luego aburren. Y demasiada gente al rededor no deja a penas intimidad.

No estaba acostumbrada a caminar con armadura, y eso la incomodaba bastante al principio, luego a medida que fueron viendo los preciosos campos, las granjas, y más tarde los animales en las orillas del camino, las bellas aves, los árboles, las flores,.....Se fue acostumbrando a aquella carga, una buena armadura era necesaria para afrontar mejor los posibles combates, y tal como estaban las cosas era probable que terminaran en alguno más pronto que tarde.

Finalmente llegaron a un punto del camino desde el que se distinguía la colina de Storch.

A partir de aquí el camino nos aleja de nuestro destino, ya que aquella parece la colina de Storch y no veo ninguna senda que se aventure en aquella dirección. A ver si encuentro algún rastro.

Se alejo unos metros del camino y comenzó a buscar las huellas que el continuo paso a lo largo del tiempo de Gil y Nat deberían haber dejado. Y tras un rato, encontró un rastro:

Bueno, pues yo diría que esos ladrones nos dijeron alguna verdad, por aquí hay unas huellas que se dirigen a la colina.

Ahora tendremos que ir con más cuidado, es posible que alguien de Bree ya haya informado a Imledair de nuestros movimientos, o tal vez no. En cualquier caso, no sabemos cuando iban a reunirse con Gil y Nat, ni cuantos pueden acudir a la reunión. Que os parece si va de avanzada alguien sigiloso, yo creo que Lily y Tolman seríais los más adecuados, y el resto vamos a cierta distancia, tratando de ocultarnos de ojos indiscretos. No sea que haya algún ladrón en la colina, y si nos ve marchará al campamento y dará la alerta.

Me estoy cansando de hablar sola, que opináis?

Y quedó pendiente de lo que dijeran sus amigos.

Si conseguían pillar por sorpresa a los ladrones, todo sería más sencillo, iban a necesitar algo de suerte.

Rilwen parece muy hábil en lo que se esmera. No siendo menos, y tratando de ayudar, dispongo mis ojos a observar hacia al rededor buscando un sendero o huellas que puedan ser sospechosas. - Ugh. - Algo notó en la hierba alta. - Hey, Rilwen. Mira esto. También he hallado algo. - Digo, en voz alta, mientras llamo la atención de mi amiga. Me alegraba no ser un simple músico inútil y un lastre para el grupo. Ahora, al menos de momento, estaba siendo de ayuda. - ¿Puedes sacar algún dato más de esto? Ha sido un buen avistamiento el mío. ¿Verdad?

Su amigo Gallind, siempre ayudaba en lo que podía, también en esta ocasión ayudo a buscar el rastro hacia la colina Storch.

Muchas gracias Gallind! Eres un gran amigo y compañero, siempre dispuesto a colaborar con los demás. Buen trabajo, yo creo que también se trata de huellas de Gil y Nat que se dirigen hacia la cima de la colina. Probablemente utilizasen diferentes rutas, para no dejar un sendero claro, que pudiese llamar la atención de algún viajero. Tratarían de pasar desapercibidos, y no levantar sospechas de sus actividades criminales.

Ahora mejor que dejemos que los dos hermanos, Lily y Tolman, abran el camino hacia la cima, y tratemos todos de estar ocultos, por si hubiese algún ladrón por las inmediaciones.

Lily recorre el paraje cuidadosamente con su atenta mirada. Observa el suelo pero también busca indicios en la lejanía. Quizás haya algún explorador oculto vigilándonos ahora mismo... 

Y en función de lo que vea me dispondré a avanzar por el sendero ocultándome entre la hierba y los arbustos o preferiré tomar otra decisión. 

Gláin fijó la mirada en la achaparrada colina que sobresalía a lo lejos tras las suaves lomas al sur del camino. La verdad es que no parecía gran cosa. Nada comparado con la silueta majestuosa de las Montañas Azules, su hogar.

—Si no encontramos senda alguna, deberemos marchar campo a través... —rezongó mientras los dos elfos se adentraban en la hierba que crecía más allá del borde del camino.

Pronto los aguzados sentidos de Rilwen y Gallind detectaron rastros entre la maleza. ¿Se trataba de las huellas de los dos secuaces de Imledair o tan solo eran vestigios del paso de animales salvajes?

El enano plantó el asta de su hacha en el suelo y apoyó las dos manos sobre la tremenda hoja del arma. 

—¿Qué creéis, chicos? ¿Son señales de un camino practicable o solo es una vieja vereda usada por liebres y ciervos? 

La explicación de la montaraz resultó más que convincente para el naugrim, que asintió a sus palabras mientras examinaba con suspicacia la llana extensión de hierba que alfombraba el llano y trepaba por las suaves pendientes de las colinas más cercanas.

—Ciertamente, creo que ha llegado el momento de que nuestros pequeños amigos pongan en juego la vivacidad de sus pies —dijo señalando con la cabeza a Tolman y Lily —. Venga, viejo amigo. Muéstranos esas dotes que te han convertido en el mejor buscador de la región.

Gláin se acerco hasta donde estaba hablando con Gallind, preguntando por las huellas.

Son muchas las cosas que se pueden ver en el terreno si se es paciente Gláin, eso que ves ahí son las huellas de un calzado de talla muy similar a la de Gil, y aquello que ves allí es la parte trasera de una bota similar a las que llevaba puestas Nat. Y se ven zonas donde las pisadas se han repetido en el tiempo, indicando varias idas y venidas. Mientras que si te fijas un poco a la derecha puedes ver un senderito con la hierba un poco apartada a los lados, se trata de un conejo, que vivirá por aquí cerca, tal vez tras aquellas rocas que hay allí.

Si practicas con el tiempo podrás leer el terreno igual que lees un libro, y te informara de quien paso por allí, y muchas más cosas. Pero poco a poco amigo.

Tatharina acompañó al grupo con un animo resplandeciente, de tanto en tanto armonizaba el camino hacia la colina de Storch con alegres silvidos y melodiosos tarareos a los que seguramente se sumara el arpa de Gallind. Esto es tan diferente a nuestra anterior aventura, aquí me siento viva, rodeada por los viejos y los nuevos amigos y disfrutando de un paseo por la espesura bajo un sol radiante, que más se puede pedir. Es cierto que vamos a buscar a un bandido pero dudo que sea tan temible como un enano enfurecido. je je je 

Una vez llegaron a su destino los ruidos que pudieran alertar a los bandidos cesaron. Cuando los elfos se separaron del grupo para intentar encontrar el sendero, la beórnida aprovechó esos minutos de pausa para revisar los alrededores en busca de plantas que pudieran servirle y, quien sabe, quizás alguna pista oculta entre los arbustos cercanos. 

-¡Impresionante, chicos! No hay camino, senda o vereda que pueda esconderse de vuestros ojos de elfo. (lo siento, tenía que hacerlo) Muy efusivamente se acercó al corrillo que se estaba formando -Es que no habéis tardado casi nada, de verdad, no salgo de mi asombro. De repente, su ánimo cambió con un inaudible grito contenido como si acabará de recordar que se estaban internando en la boca del lobo -¡Oh! ¿No habréis visto ningún malhechor? ¿Habéis corrido peligro? ¿No os habréis hecho daño no?

Agradezco las palabras Rilwen. Sobretodo viniendo de ti. - Dijo claramente entusiasmado. - Aunque yo no soy capaz de distinguir más que los surcos. - Le respondió al enano que curioso se acercaba a los elfos. - La que sabe que significa cada uno de estos cambios en la hierba es nuestra buena compañera Rilwen. Yo solo veo un montón de garabatos en la hierba alta sin capacidad alguna para leerlos. - Se sentó en una piedra a un lado del sendero y mirando a Tatharina que se acercaba al grupo musitó. - Si, a mi también me gustaría continuar acariciando el arpa, acompañando la suave melodía de tu inigualable canto. Me temo, lamentablemente, que de ahora en más tendremos que ser más cautelosos y sigilosos. - Y aunque sabiendo que la beornida lo comprendía sin que dijese palabras, agregó. - Ya tendremos oportunidad de agraciar a nuestra noble audiencia - mirando al resto - con cantos y arpegios cuando hayamos concluido con nuestra encomienda. - Y le guiño un ojo cariñosamente. Esperaba adivinar su pensamiento o ser lo suficiente torpe para meter la pata. Luego se colocó la capa élfica sobre los cabellos alistandose a lo que pidera la aventura y la espesura. 

Diligentemente, Rilwen se puso a buscar rastros por los matorrales adyacentes, fuera del camino. Era la montaraz del grupo, y aunque los demás también eran buenos buscando cosas, ella estaba en su terreno. Gallind, siempre atento a ayudar a su fiel amiga, fue con ella a participar en la búsqueda de algún rastro que os indicara que por aquí solían venir los rufianes de Gil y Nat. Al cabo de unos minutos, lograron encontrar lo que parecían ser pisadas, que se habían quedado impresas en el barro de un pequeño charco, ahora seco. También encontraron abundancia de vida salvaje, como conejos, que al darse de cuenta de vuestra presencia huían despavoridos para ocultarse entre la hierba o en sus madrigueras. Rebuscando más concienzudamente, aparte de ese rastro, que se dirigía hacia el sur, encontraron otros rastros similares en las proximidades. Eran dos huellas distintas, que se repetían en cada rastro. Iban y venían por aquí y por allá. Al parecer, Rilwen y Gallind habían dado con el sitio por donde los dos malhechores solían salirse del camino y andar hacia la Colina de Storch, que se divisaba a lo lejos, detrás de otras colinas más pequeñas. Siguiendo estos distintos rastros, se fijaron en que todos terminaban por confluir más adelante en un sendero que estaba oculto detrás de un pequeño montículo. Allí, escondido detrás de unos matorrales y de ese montículo, empezaba una difusa senda que iba serpenteando hacia el sur.

Tatharina, que solía salir de Bree de vez en cuando a buscar hierbajos, se puso a mirar por los alrededores y se dio cuenta de que entre las piedras y las campanillas que había junto al camino crecían unos hongos que medían solamente cinco centímetros de alto y eran marrones con manchas blancas. Crecían en grupos de doce, más o menos, a la sombra de unos peñascos y los pocos arbustos. Para una experta como ella, no dudó ni un momento en reconocerlos, esos hongos eran comestibles.

Gláin, apoyado en su enorme hacha, miraba a sus compañeros para ver qué encontraban. También miraba los alrededores, para vigilar que no hubiera ningún imprevisto. Nadie se veía en las proximidades, solo arbustos y hierba baja, donde era muy difícil que un enemigo pudiera prepararos una emboscada en ese terreno. Cosa distinta si os adentrabais más adentro, en los parajes donde las colinas empezaban a ser más altas y era fácil perderse, al ser el terreno muy parecido.

A Lily y a Tolman, que habían pasado su niñez por las lomas cercanas a Bree, el paisaje les resultaba familiar. La pequeña hobbit, que tenía una percepción extraordinaria de todo lo que observaba, también encontró más rastros de pisadas detrás de hierbajos, que iban y venían en dirección a donde confluían el resto de los rastros encontrados. Eran dos huellas diferentes, que se repetían en los otros rastros. Una par de personas eran los que las habían dejado, gente grande. Suponías que serían las huellas de Gil y Nat. Fijándose bien en lo alto de las colinas, también pudo apreciar que nada se movía en ellas. Además, divisó que en lo alto de la colina más alta, había varios árboles y arbustos.

El día se calentó en cuanto el sol se elevó en el cielo. Estaba sobre vuestras cabezas y empezabais a estar hambrientos, especialmente los hobbits. Habíais encontrado un sendero que iba al sur, pudiendo llevaros a la Colina de Storch. Avanzasteis todos hasta el inicio del mismo y os mirasteis unos a otros. Para seguirlo, deberíais de marchar casi en fila india. El sendero se perdía detrás de una colina, unos metros más adelante. El paisaje de los alrededores estaba lleno de bajas colinas, algunas poco más que montículos. El suelo era de yeso y estaba tachonado de pequeñas piedras, brezo y aliaga. Las depresiones aledañas estaban cubiertas de hierba, arbustos bajos y algún árbol pequeño de tanto en tanto.

Al parecer habíamos descubierto que los pasos de Gil y Nat confluían en una estrecha senda que avanzaba hacía la colina Storch. La senda solo iba a permitir el paso en fila de a uno y llevaría varias horas seguirla hasta la cima de la colina. Pero detrás de un buen paseo, era la hora de hacer un descanso para comer.

Bueno, ya hemos encontrado la senda que han seguido Gil y Nat hasta la cima de la colina Storch. Y por lo que podemos ver desde aquí, van ha ser varias horas más de camino. Que os parece si buscamos un sitio a resguardo del viento y de paso de posibles ojos indiscretos, y descansamos un rato mientras comemos algo, que ya va siendo hora.

Y se puso a buscar un lugar adecuado por las proximidades, tal vez un grupo de arbustos o unas rocas, tras las que sentarse a descansar un rato mientras comían algo frío, no era el momento para encender un fuego, que sería visible a gran distancia y delataría rápidamente su presencia.

Tras buscar un rato, encontró un lugar adecuado, unos altos matorrales junto a unas rocas, cercaban un pequeño prado de hierva donde podrían descansar un rato mientras comían.

Mirad amigos, este es un buen lugar para hacer un alto en el camino. Podemos aprovechar para descansar un rato, mientras comemos algo sin hacer fuego, para no llamar la atención. Y de paso podemos ir pensando en nuestro siguiente movimiento. Si os parece bien.

Y espero contenta de haber encontrado un lugar tan apropiado, a ver que opinaban sus amigos.

Tiempo en el que aprovechar para echar un vistazo al rededor, a ver si había alguien siguiendo sus pasos, o tal vez vigilando el camino, que ya habían dejado atrás. Las nubes en el cielo, y el creciente viento, parecían indicar que el tiempo iba a empeorar y pronto, tal vez incluso comenzase a llover. Pero al mal tiempo, buena cara, harían lo que pudiesen y si se levantaba un temporal, pues ya buscarían un refugio. Cada cosa a su tiempo.

Gláin gruñó por lo bajo mientras observaba la lejana cima de la Colina de Storch. Unos pocos arbustos y algunos árboles coronaban la colina, como la rala pelambre de un anciano.

—No me gusta... —murmuró para sí.

Con paso quedó y lanzando miradas de reojo a la cumbre de la colina, se acercó a la sonriente Rilwen.

—Es un buen sitio para sentarse a descansar, muchacha, no lo discuto. O lo sería si estuviéramos de excursión por el campo a recoger setas. Pero no me gustaría que nos detuviéramos antes de alcanzar las colinas. Desde esa cima, escondido entre esos árboles, alguien podría vigilar el llano con facilidad —dijo señalando con un vago ademán de la cabeza hacia la Colina de Storch—. Preferiría parar, si es necesario, en alguno de los estrechos valles que hay entre las lomas más bajas. Seguro que ahí también serás capaz de encontrar un buen sitio donde podamos aposentar las posaderas al abrigo de cualquier mirada indiscreta.

Ante la reticencia a parar de Gláin poco podía aportar a lo que ya había dicho anteriormente.

Es cierto que puede haber observadores y esta amenaza va a ser continua. Pero el sito que he encontrado nos mantiene ocultos, he pensado que podríamos descansar y comer, ya que ahora toca subir hasta la colina y tendremos que hacer frente a lo que allí nos encontremos. Es por así decirlo, la última oportunidad de comer y descansar un rato antes de tener que enfrentarnos a lo que pueda haber en la cima de esa colina, que puede no ser nada, o ser un serio peligro.

Los enanos sois gente dura, y los elfos tampoco necesitamos comer demasiado, pero nuestra amiga beornida y sobre todo nuestros pequeños amigos pueden necesitar comer para estar más a gusto y afrontar la subida de unas horas hasta la cima. Hay que pensar que los medianos pueden ser de gran utilidad como avanzadilla en la cima, para tratar de descubrir posibles enemigos ocultos, y que estén agotados y con hambre puede no ser la mejor de las situaciones, para que hagan bien su misión.

Pero es solo mi opinión, y por supuesto que haré lo que penséis que es mas conveniente.

De hecho Rilwen se encontraba perfectamente, casi con ganas de llegar cuanto antes a la cima de la colina Storch pra ver que se encontraban. Ningún cansancio y aun menos hambre, pero era una montaraz acostumbrada a andar y su naturaleza medio elfa la hacia ser muy frugal. Pero no todos sus compañeros eran con Gláin y ella, Gallind probablemente estaría bien, Tatharina con algo de apetito, y los hermanos Pulgaverde deseando hacer un alto para comer. Y tenían un lugar ideal para hacerlo. O no, a ver que opinaba el resto, de momento Gláin quería continuar.

Creo que no es necesario descansar. Acabamos de salir de Bree, y allí no han parado de agasajarnos como a héroes. - Gallind hace una pequeña pausa y continua su discurso. - Cosa que no creo que seamos. - Y aspirando con irremediable desgano -  Por mucho que me pese decirlo, estoy de acuerdo con Glain. Deberíamos avanzar, asegurarnos de que no nos ven ni nos siguen y luego, si lo necesitamos, hacer un descanso. - Miró al cielo. - No soy tan hábil como tu Rilwen, pero si eso significa tormenta es mejor que nos pille llegando que a medio camino. 

Rilwen en ocasiones era cabezota, pero siempre se dejaba llevar por la opinión mayoritaria, y esta ahora era avanzar hasta la colina Storch. Solo dos compañeros se habían pronunciado, y lo habían hecho en contra de parar, así que no había nada que discutir.

Ya podéis perdonar amigos Gláin y Gallind, pensé que los medianos necesitarían descansar para comer, me pareció oír como rugían sus tripas. Pero ahora están tan tranquilos, así que como dice Gláin lo mejor será continuar el ascenso a la colina. Si luego tienen hambre, bien pueden comer un trozo de queso o carne con un pedazo de pan. Y es cierto querido Gallind que con este tiempo cambiante, mejor aprovechamos antes de que pueda ponerse a llover y el terreno se haga más difícil, para tratar de llegar a nuestro destino cuanto antes.

Hay que tener en cuenta que no sabemos que podríamos encontrarnos en la cima, propongo que cuando estemos cerca, Tolman y Lily se separen un poco del grupo y traten de avanzar en sigilo, para echar un vistazo. No sea que haya algún ladrón esperando el retorno de Gil y Nat. Mejor que no nos pillen por sopresa.

Y continuó con sus compañeros el camino hacia la colina, en un ambiente menos agradable con viento creciente, y algunas nubes en el cielo.

Tatharina se sentía hambrienta. Era una mujer muy dada a seguir sus horarios a rajatabla y al llegar las 14:00h su estómago hizo lo propio y empezó a impacientarse. Por ello, en cuanto Rilwen mencionó el claro donde podrían descansar, su boca comenzó a salivar ante la anticipación de aligerar la carga de las mochilas de los hobbits. Sin embargo, antes de poder decir palabra, algo le olió a chamusquina al viejo Gláin y tan rápido como se le había hecho la boca agua, el grupo decidió que no era buena idea pararse a comer. 

Es un buen sitio para sentarse a descansar, muchacha, no lo discuto. O lo sería si estuviéramos de excursión por el campo a recoger setas.

La pelirroja estaba resignándose a la idea de comer un poco de pan mientras ascendía la colina cuando escucho de fondo esa afirmación del enano. Rápidamente buscó en su zurrón los hongos que había recogido anteriormente y los lanzó discretamente al bosque. Gláin tiene razón, debería estar más alerta y preocupada, nuestras vidas dependen de ello. ¡Qué estúpida soy! ¡Madura un poco Tatharina! ¿Quieres que vuelva a pasar como con los troles? Tú corriendo por el prado como un pollo sin cabeza, a punto de morir, mientras el resto hace todo el trabajo. ¡Compórtate como se espera de ti y deja de ser una cría! 

Después de martirizarse un poco a sí misma y con la mirada decidida, se acercó al grupo que estaba llevando la voz cantante y les dijo: - En marcha. 

Rilwen se dio cuenta de que aún estaban muy cerca del camino, demasiado, se había dejado llevar por el ruido de las tripas de sus amigos hobbits. 

Perdonad Gláin y Gallind, tenéis razón estamos demasiado cerca del camino, es mejor que avancemos más hacia la colina Storch. Cuando estemos más cerca entre colinas, tal vez encontremos un buen lugar para hacer un alto en el camino. A partir de ahora tratemos de hacer el menor ruido posible, para tratar de pasar desapercibidos.

Y tras pedir disculpas a sus amigos, continuaron la marcha hasta la colina Storch. Rilwen caminaba alerta, pendiente de ruidos, huellas, y oteando los alrededores.

Cuando ya se estaban acercando a la colina, trato de buscar un lugar adecuado para hacer una frugal comida.

Vio unos pequeños arbustos en un pequeño valle entre dos colinas, ya cerca de la falda de la colina Storch. Como montaraz del grupo iba a la cabeza, al ver el lugar se detuvo y en voz baja pregunto a sus amigos.

Que os parece este sitio para hacer un breve descanso, mientras comemos algo?

No era un sitio perfecto, pero parecía protegido y espero a ver cual era la opinión de sus amigos.

—No me has tirado de la barba, muchacha —contestó Gláin con una sonrisa afable—. No hace falta que te disculpes. Marchemos, pues.

El enano colocó el mango de su tremenda hacha sobre un hombro e inició la marcha hacia la Colina de Storch. Pronto andaban entre laderas cubiertas de hierba rala y arbustos de brezo. En algunos momentos de la caminata el sendero trepaba hasta la cima de alguna de las lomas y la Colina de Storch volvía a dibujarse contra en horizonte.

Cerca ya de su destino, la montaraz encontró un buen lugar donde acampar. Una última parada antes de la ascensión. 

—Este sitio nos servirá. Bien hecho, Rilwen. —Gláin soltó el pesado petate en el espacio reducido que dejaban los arbustos. Tendrían que apretujarse un poco para caber todos, pero era mejor que nada—. Vamos a llenar las tripas... Y no estaría de más planear cómo y quién va a subir hasta ahí arriba —dijo señalando con un leve ademán de la cabeza hacia el bosquecillo que coronaba la Colina de Storch.

​​

Lily no es una hobbit demasiado glotona. Además, el banquete en El Poney Pisador le había dejado las tripas llenas para una temporada. Así que apoyó en un primer momento la idea de continuar caminando. 

Una vez que el grupo decidió pararse a descansar al pie de la colina Lily se quitó la mochila y le pegó un par de bocados a un trozo de pan y otro de queso para ponerse rápidamente de nuevo en pie. 

-Voy a subir hasta ese bosquecillo mientras seguís aquí. Creo que si hay alguien arriba y aún no nos ha visto será menos probable que se fije en mi sola que en un grupo numeroso. Cuando llegue arriba os haré señas con este pequeño espejo. Un reflejo fijo si podéis subir sin peligro. Reflejos intermitentes lentos si debéis esconderos y esperarme o reflejos intermitentes rápidos si necesito ayuda. Y bueno... si en un rato largo no hay reflejos... pues puede que se haya cubierto el sol o que tengáis que buscar la forma de socorrerme-

Y sin más dilación Lily inicia la ascensión escondiéndose entre los matorrales. Va equipada con lo mínimo necesario (su honda, una daga larga, el espejo de señales y su capa de colores pardos). 

¡Ah!- Sonrío- No olvidéis subirme la mochila cuando vengáis.  

Y vuelve a perderse entre la maleza camino de la cima de la Colina de Storch. 

Tolman siguió de cerca al resto del grupo mientras prestaba atención a su alrededor siendo incapaz de encontrar nada más ya que Rilwen y Gallind parecían bastarse de momento.

No tuvo nada que objetar respecto a lo que se iba comentando por el camino, todo parecía seguir la lógica utilizando la información que iban encontrando. Se alegró enormemente por haber encontrado esas huellas tan pronto para poder moverse con cautela, de otra manera quizás hubiera sido demasiado tarde o los hubieran pillado a ellos por sorpresa.

Por fin tocó un poco de descanso, el pequeño hobbit alzó grandes zancadas para llegar a la zona donde podría parar antes que nadie y así llevarse algo a la boca. No hacía tanto que había comido pero el campo siempre le abría el apetito y la pequeña emoción que sentía junto con el nerviosismo por la misión lo empeoraron. Sacó un trozo de pan y tras pegarle el primer bocado Lily tomó la iniciativa dejándole poco margen de maniobra a Tolman quien no pensaba dejarla sola.- Me podrías haber dejado darle un poco mas de mordiscos a la comida antes de continuar.- Dijo en tono neutral mientras lo guardaba y dejaba la mochila imitándola. Llevó consigo la honda y algunas piedras.- No temáis querida compañía, seremos tan invisibles como una hormiga que vaga por estos campos. Comed y descansad, como ha dicho Lily esperad nuestra señal y no sufráis. Todo saldrá maravillosamente bien.- Dicho esto Tolman siguió a Lily en su misión.