Partida Rol por web

Lin lamía sus partes, más que como una forma de higiene o placer, como una mañera de provocar más al humano y centrar más en él su atención y así desviarla de los otros. Fue la inminente presencia de los de la perrera lo que le alertó. Puede ser que solo viniese uno, pero no sería la primera vez que venían en parejas. Aquello ya se complicaba demasiado. Por si Nemo no era  ya suficiente complicación, ahora aquello. Él era un  peligro y lo sabía. De aparecer esperaba también que se fijasen antes en él que en los demás...si no, ya se encargaría de que así fuese. Ahora tocaba asegurarse de que escapasen todos. Quizás hubiese tiempo...así lo esperaba. Comenzó de nuevo a correr envolviendo al árbol. No subió aún. 

Resaca reaccionó ante el sonido del motor de aquella furgoneta infernal y tras dedicar esa mirada de advertencia a la maldita luz parpadeante, saltó por la ventana con facilidad. Volverían a verse las caras, claro que sí. Pero cuando no hubiese tantos peligros acechando a la gatica.

Detrás de ella quedó Misi, con el cachorro en la boca y llamando a la gatica negra para que le ayudase con él.

En cuanto Resaca salió de aquella habitación vio el espectáculo que se desarrollaba en el patio. Nemo corría con una extraña postura con las piernas flexionadas y las rodillas apuntando hacia fuera, persiguiendo a Lin, que cada poco se paraba para lamerse los genitales en un acto provocador. 

Marí y Rubik habían pasado por el hueco de las vallas hacia el patio de la señora Potts y guiaban a todos los gaticos rescatados que todavía quedaban en el patio. Un cachorro más pequeño que cualquiera de los otros los seguía con un trote gracioso. No debía tener más de un mes, pues su cabeza se balanceaba con cada movimiento. 

El gatico que decía llamarse Tedminatod salió del cobertizo cuando Rubik lo llamó y empezó a corretear tras los gaticos que huían.

- ¡Ya voy! ¡Ya voy! - Maullaba el chiquitajo, esforzándose por intentar seguir el ritmo de los mayores. - ¡Espedadme! ¡Espedadme!

El humano memo parecía cada vez más enfadado por las provocaciones de Lin y tras un par de jadeos continuó con aquella extraña carrera, con las piernas medio flexionadas y dando pequeños saltitos como los de los patos del parque que había cerca de la calle del Barril. 

- ¡Te cogeré, cagontó! - Gritó mientras correteaba alrededor del árbol siguiendo la estela del gatazo. Y poco a poco fue ganando algo de terreno, aunque Lin todavía tenía ventaja.

Rubik y Marí salieron por la valla y los perdisteis de vista, pero mientras tanto os llegó un sonido aún peor que el de una furgoneta de la perrera acercándose... ¡El de una furgoneta de la perrera parando cerca!

Si no os equivocabais -y era difícil con vuestro agudo oído felino- esa furgoneta acababa de aparcar justo en la puerta de la tienda de Nemo. El tiempo se acababa y casi podíais imaginar en vuestras mentes uno de esos aparatos que tenían los humanos y que hacían un ruido incesante. Tic... Tac... Tic... Tac...

Los dos cachorros corrían y corrían. Estaban agotados después de una aventura tan exigente, pero estar huyendo, rodeados de los gaticos que habían liberado, los hacía sentirse exultantes. ¡Habían conseguido superar su primera misión! O al menos eso parecía por el momento. 

En su carrera se iban asegurando de que ningún gatico se quedase demasiado atrás y cuando salieron del jardín de la señora Potts vieron cómo la horrible furgoneta de la perrera aparcaba justo justito delante de la puerta de la cárcel de Nemo. Así que tocaba correr en dirección contraria antes de que los horribles humanos de la horrible perrera se bajasen con esas escobas con redes con las que podían cazar gaticos. 

Resaca observó el espectáculo que se desarrollaba en el patio, comprobando que Lin entretenía a Nemo y lo provocaba lamiéndose ahí donde a los gatos machos les encantaba lamerse. 

Escuchó los maullidos de Misi, ahogados por el pellejo del gatico que intentaba cargar consigo, y el ruido de la furgoneta de la perrera- ¡Vamos, deprisa!-maulló, mientras asomaba el hocico por la ventana para ayudarlo a recoger al cachorro como había hecho junto a Rúbik, agarrándolo con la boca para soltarlo al lado de sus patas traseras- ¡Sal tú también! ¡Los de la perrera han venido ya! Y la señora con rulos con ellos, ¡seguro!-añadió, de pronto asustada- Y si ves una luz parpadeando...-fue a añadir, queriendo ajustar cuentas antes de marcharse, pero cambió de idea- No, mejor déjalo. Ya me encargaré yo.-concluyó, antes de darse la vuelta y dedicarle una mirada indicativa al cachorro, para escapar hacia el jardín de la señora con rulos, más asustada que otra cosa pero convencida de que el perrete ahora al menos estaría tan destrozado que no querría guerra con ellos.

Misi alzó el cuello y le pasó el gatico a resaca. ¡Vamos! Maulló mientras echaba a correr para alcanzar a los demás. Aquel ruido solo podía significar una cosa, problemas para todos. Echó una última mirada a la ventana donde habían dejado al gatico sin pito antes mirar a resaca y señalarle con la cabeza al árbol donde Lin esperaba. Tenemos que dejarlo atrás.

Al llegar al otro lado de la valla Rubik no supo muy bien qué hacer. Por un lado no quería dejar a nadie atrás. Pero por otro... Cuanto más cerca estaban los de la perrera más difícil sería escapar. En ese momento Rubik miró a Marí: la sangre de su pelaje le dio cien mil kilos de pena, y esta se expresó en su mirada. Luego miró a los gaticos que les habían seguido... Tenían que asegurarse de que se ponían a salvo: si no todo habría sido para nada.

Echando cuentas, en realidad, detrás de ellos sólo quedaban sus compañeros y un cachorrillo que ya debía estar con Resaca. Y con todas las cosas que habían pasado, sus compañeros habían demostrado que si alguien podía evadir a los de la perrera, eran ellos.

Rubik se dio la vuelta entonces, pero no llegó a colarse por el agujero. En lugar de eso miró un instante a través de él, buscando ver, mientras sus músculos le pedían correr por puro instinto de supervivencia.

- ¡Vamos, chicos! - Los llamó. Entonces reparó en que si Marí y él seguían allí para cuando Lin saltarse al árbol, quizá el Memo fuera a por ellos. Además de los de la perrera. - ¡Daos prisa! - Volvió a maullar, antes de echar a correr en dirección contraria, esperando no tener que alejarse demasiado para encontrar un sitio seguro.

Haberse zafado de la señora infernal de los rulos supone un pequeño subidón para la bolita blanca que huye con Rubik y los gatetes que ha podido rescatar. Tiene algo de sangre ya medio seca en la tripita, pero también sensación de victoria por como están saliendo las cosas. No mueve la cabeza para ver si alguno más de sus compañeros los alcanza, pero sabe que está con uno de los más bravos: Rubik el camorrista.

Sin detenerse y pese a sus dolores Marí se siente capaz de llegar hasta el final. Asiente a los ánimos de Rubik que brinda a todos, pero no dice nada. Está dispuesta a seguirlo allá donde vaya. No tiene la cabecita para pensar

Misi le pasó el gatico a Resaca con facilidad y la gatica negra consiguió cogerlo por el pellejo del cuello y ponerlo a salvo. El cachorro empezó a correr de inmediato maullando como loco al sentirse libre después del miedo que había pasado.

Sin embargo, Misi todavía estaba dentro de la cárcel de Nemo e incluso desde allí el gatico había escuchado hacía unos instantes el sonido de la furgoneta de la perrera deteniéndose cerca de allí. ¡El tiempo apremiaba!

Lin se había detenido a lamerse los genitales de nuevo y entre unas cosas y otras parecía que se lo estaba empezando a pasar bien porque no dejaba de hacerlo ni siquiera cuando Nemo, con su corretear estúpido con las rodillas flexionadas, empezó a acercarse cada vez más a él. 

Aquel humano memo estaba ya muy cerca de nuestro enorme gatazo y mientras tanto, Rubik y Marí se habían alejado con los gaticos rescatados y debían estar ya corriendo hacia la plaza de las fuentes. 

Pudisteis escuchar cómo las puertas de aquella furgoneta se abrieron y se cerraron y después las voces de dos humanos hablando entre ellos en voz alta empezaron a acercarse. Parecían nerviosos o excitados, probablemente liberando adrenalina a raudales a su alrededor.

Al escucharlos Nemo miró hacia el muro que separaba el patio de la calle. Probablemente terminaría por abrirles y en unos segundos entrarían en el patio. ¡El tiempo se acababa!

Misi, tras pasar el gatico a Resaca, saltó con la intención de salir por la ventana y escapar de ahí lo más rápidamente posible. El horrible sonido de la furgoneta solo podía significar una cosa, problemas. Corre Resaca, escapa con el gatico, yo os sigo. Maulló, con urgencia.

No podía ver a los demás gaticos desde el interior, pero suponía que ya se habían ido. Solo quedarían ellos, los más rezagados.