Partida Rol por web

Anna había ido avanzando junto a sus compañeros en aquel infecto lugar, abriéndose paso entre la maleza, charcos y escombros de aquella especie de pantano o lodazal que antaño había sido un jardín botánico. A pesar de la dificultad en el avance y de tener que estar constantemente pendientes de los contadores geiger y de mirar donde pisaban para evitar hacer estallar aquellos pestilentes y ruidosos líquenes, al fin lograron da con su ansiado objetivo. El avión semi hundido se observaba a cierta distancia, tal y como les prometió Jorji, y Anna se alegró en lo más profundo de su ser. ¿De veras iban a lograrlo?

No obstante, Marek le hizo entender que no iba a ser tan fácil, y al escuchar sus palabras, fue capaz de identificar el peligro que aún tenían por delante. Un nido de Vigilantes, y aunque podrían ser más el número de criaturas que hubiese en el interior de aquel armatoste, al menos por los alrededores ya se veían como mínimo una docena. Las propuestas de sus compañeros le parecieron demasiado optimistas, y dudaba que incluso usando silenciadores, no fuesen a detectarles de inmediato y darles caza. ¿Llegar al avión y usarlo como improvisado refugio y atricherarse en él? Imposible, si era su nido, probablemente en su interior habrían más aún. No era una opción.

Anna intentó pensar una estrategia para hacerles frente, y observó toda la zona hasta donde sus ojos alcanzaban a ver. Unalto edificio se veía al fondo, aunque para llegar a él habría que dar un rodeo, y tarde o temprano les olfatearian. Sin embargo, vio una especie de mausoleo griego que le gustó, y no tardó enseñárselo a sus compañeros.

- Creo que nuestra mejor opción sería tenderles una emboscada, atrayendoles a una zona que nos beneficie. ¿Cómo veis esa especie de edificio con enormes columnas? ¿Y si logramos captar su atención en aquella dirección y les hacemos frente allí? Mi idea es la siguiente, a ver qué os parece... - trato de improvisar un plan que quizá les garantizase una mínima ventaja. Damos un rodeo evitando que nos detecten hasta allí, y desde lejos disparamos con el silenciador, quiénes dispongan de ellos, hasta que inevitablemente nos detecten. Probablemente iniciarán una carrera a lo loco, de frente, y podremos ir rebajando sus números mientras se acercan, mientras les disparamos desde las columnas. Y justo cuando vayan a alcanzarnos, salimos de debajo de la estructura y lanzamos un par de granadas. Si todo sale bien, lograremos que toda la estructura ceda, y aplaste a los que resten por abatir... Y ya solo quedará ir a por el avión. ¿Os parece bien? ¿Quizá demasiada locura? Deberíamos lograr poder disparar varias veces antes que lleguen hasta nuestra posición para reducir su ventaja numérica, alejándolos por el sonido de las balas de nuestro objetivo, y finalmente, si nos alcanzan, tratar de usar la estructura esa en nuestro beneficio. Si logramos que ceda al lanzar algunas granadas y los aplastamos, sería realmente bueno. ¿Y bien?

Desde la altura que les confería la elevación, ocultos por la distancia y la tormenta, pudieron elaborar un buen plan para aproximarse al avión y despejarlo de mutantes. Descendieron hacia el avión, pero se desviaron hacia el edifico que había señalado Anna. Por suerte, la lluvia se hizo más torrencial y aunque el avance se hizo más peligroso y resbaladizo, todo ruido que pudieran hacer o el olor que pudieran desprender quedó perfectamente camuflado, imposible de detectar por los Vigilantes.

Al acercarse, pudieron ver que el avión tenía el morro y las alas destrozadas, pero la estructura principal, y lo más importante, el compartimento de carga, parecían en buen estado. La rampa trasera de la bodega del aparato estaba cerrada, así como las puertas laterales que se veían desde ese lado del avión. Podían estar seguros de que los mutantes no habían logrado entrar en él, pero aquello significara que para ellos resultaría más difícil también hacerlo.

Lograron llegar hasta la base del mausoleo y se escondieron detrás de sus columnas. Eran gruesas, pero un buen explosivo en el lugar correcto lograría echarlas abajo. Y contaban con varias granadas, así como el par de cargas explosivas que Marek había encontrado antes de llegar a la Rischskaja. Allí estaban a cubierto de la lluvia, y tenían una buena visión del terreno. Una elevación provocada por el cráter del avión al impactar contra el suelo les impedía ahora verlo, pero sabían que allí estaban los Vigilantes, a tráves de la lluvia podían ver a varios de los "vigías" de la manada. Tanto si mataban a los suficientes como si acababan detectándolos y yendo a por ellos, tendrían amplia oportunidad de reducir su número y así facilitar su acercamiento al aparato estrellado.

El plan de Anna sonaba bien, salvo por la parte de derrumbar todo el edificio. Estaba claro que acabaría sepultando a los Vigilantes, pero le preocupaba lo que pudiera ser de ellos si no conseguían escapar a tiempo. Dejó de pensarlo para centrarse en avanzar con cuidado, ocultos bajo la lluvia, hasta llegar al edificio. 

Una vez allí, observó la posible entrada del avión y las formas que tendrían de hacer explotar el edificio, si al final iban a seguir dicho plan. Se acercó a sus compañeros y echó un vistazo lastimero a su bastarda. 

- No tengo silenciador, pero si al final queréis derrumbar el edificio, puedo ir colocando una de las cargas explosivas para que podamos salir corriendo sin problemas. La otra deberíamos guardarla por si hace falta abrir el avión... Aunque no sé si será muy buena idea considerando que estará lleno de balas.

Marek analizó la situación, tenía dos cargas y una granada, el plan podía funcionar. Preparó su bastarda y miró al resto:
- Tenemos dos cargas en mi bolsa y suficientes granadas, si ponemos las cargas en puntos débiles de la estructura podemos hacerla caer sobre las criaturas que vengan a por nosotros. Y si eso no sucede y podemos abatirlos en pequeños grupos, mejor. Recordad, disparos cortos y lo más precisos que sea posible. Si tenéis que elegir entre replegaros o disparar de nuevo prefiero que os repleguéis ordenadamente. Si rompemos la formación posiblemente acabemos todos muertos. Una vez abatidos los enemigos, o si la situación nos empuja a acercarnos tras derrumbar esto, nos preocuparemos del avión. Estoy seguro de que tiene que haber una manera de abrir sin volar las puertas, pero que nadie se preocupe, dudo que nadie guardase las balas fuera de la zona de carga. Quienes no tengan silenciadores que se encarguen de esconderse para responder con fuego cuando nos detecten o para volar las cargas cuando tengamos que salir hasta el avión. Así, si los tiradores tenemos problemas vosotros acabaréis la misión.

Una vez acabaron de hablar* y colocar los artefactos, efectuó los disparos precisos contra los guardias más aislados cubierto con una vieja parca militar que alguien había abandonado entre las ruinas.

El plan propuesto había sido aceptado con agrado por el grupo y todos se habían puesto en marcha para llegar en sigilo hasta el mausoleo griego con firmes columnas. Con las cargas explosivas de Marek podrían hacer ceder la estructura en caso de necesidad, y desde la distancia, ahora tenían un muy buen ángulo y lugar a refugio bajo la tormenta de la que poder realizar los disparos.

El primer objetivo era reducir sus números por el perímetro del avión disparando con el silenciador aquellos que dispusieran de él, y ya cuando fuesen detectados inevitablemente, hacer frente con todo lo que dispusiesen a la horda de vigilantes que se les echaría encima. ¿Cuántos lograrían abatir en silencio hasta que les detectasen? Dos o tres ráfagas, dudaba que no mucho más pese a jugar con ventaja por las inclemencias meteorológicas.

Anna disparó un par de rafagas en silencio, abatiendo a algunos de los vigilantes que oteaban el entorno en busca de posibles presas, y terminó por susurrar a sus compañeros.

- Dos ráfagas certeras, ya quedan menos por los alrededores y parece que no nos han detectado aún. ¿Cómo vais? ¿Están colocadas ya esas cargas explosivas en las columnas? Cuando nos detecten va a ser complicado contenerlos...

Los consejos de Marek le parecieron muy acertados, juntos eran más fuertes que separados. Disparos de ráfagas cortas y certeras, y en caso de tener que decidir si replegarse o disparar, optar por la primera opción si la segunda implicaba exponerse y morir. Habían venido a cumplir con la misión, no a morir en el intento.

- Recibido, Marek. Svet, ratón, manteneos alerta y observad los alrededores. ¿Quién se hace cargo de colocar los explosivos? 

Desde su posición, Marek y Anna empezaron a disparar a los Vigilantes que patrullaban los alrededores del nido. Aquello era como disparar a patos de feria, ya queentre los silenciadores y la tormenta, estos eran incapaces de detectarlos y uno a uno fueron cayendo bajo las ráfagas de los stalkers. Tres habían caido en silencio, cuando la Bastarda de Marek hizo chak en vez de disparar. La humedad había fastidiado el barato pero poco fiable mecanismo del arma casera, y aunque reparable, tendría que perder algo de tiempo en arreglarlo.

Entretanto, otro de los Vigilantes encontró el cadáver de uno de los suyos abatido, y lanzó al aire su característico aullido gutural antes de que nadie pudiera dispararle. Con aquello, la manada se puso en alerta, y pronto aquella zona estaría llena de Vigilantes, aunque por suerte, la posición del grupo seguía siendo oculta para los mismos, y podrían seguir adelante con el plan, tal y como habían previsto.

Mientras Anna y Marek disparaban, Gregori y Svetlana se dedicaron a plantar las cargas en los lugares más endebles de la construcción para facilitar su caída. Si el par de cargas no era suficiente, siempre podían juntar un puñado de granadas para crear un explosivo improvisado más potente que tuviera el mismo efecto, para derribar una mayor parte del edificio, aunque eso seguramente les dejaría sin explosivos, además de que tendrían que calcular bien lo que hacían con ellas. Un mal cálculo o movimiento y la bomba casera les explotaría a ellos, y no a los mutantes.

La situación parecía controlada y todo iba saliendo tal cual lo previsto en el plan. Los disparos certeros de Anna y Marek se sucedían abatiendo a los vigilantes desperdigados por los alrededores, mientras que Svet y Gregory lograron colocar las cargas en los puntos más susceptibles de la estructura de ser demolidos con éxito y hacer caer la estructura si la horda terminaba corriendo en su dirección y no eran capaces de contenerla.

Todo parecía salir a pedir de boca cuando se escuchó el "clack" de la bastarda de Marek encasquillarse, y a lo lejos, el gutural grito de un vigilante alertando al resto. No les habían detectado, pero lo que parecían unas pocas criaturas al inicio fueron aumentando en número hasta el punto de preocupar a Anna, y probablemente al resto. Necesitaba ganar tiempo mientras Marek recomponía su arma, por lo que se centró en los vigilantes más alejados de su posición para llamar la atención en otra dirección. ¿Cuánto tiempo funcionaria la treta? Esperaba que lo suficiente para que Marek volviese a tener el arma funcional, y Svet y ratón pudiesen terminar de colocar las cargas. En principio, consideraba que las dos cargas de Marek debían de ser suficiente, pero a lo sumo, con una granada más en caso de no ceder de primeras. Necesitaban el resto para hacerles frente.

- Marek, date prisa en arreglar la bastarda... Creo que están empezando a moverse más, buscando la razón de que algunos de ellos estén muriendo... En breves ya no habrá sigilo que valga...

Tras colocar una de las cargas en una de las columnas, Svet se quedó mirando el edificio mordiéndose el labio. Esto va a ser una mala idea. Sin perder más tiempo, volvió adonde estaban los demás y se mantuvo a cubierto, echando pequeños vistazos por los huecos que tenían Anna y Marek para disparar. 

- Ya he terminado con la mía. ¿Cómo vais? - al escuchar a Anna, frunció los labios y se preparó con la bastarda para disparar en cuanto hiciese falta - Si necesitáis más balas... Aunque si ya se han dado cuenta supongo que no tardarán mucho en darse cuenta de dónde estamos.

Bajo la cobertura proveída por las balas de Marek y Anna y la torrencial lluvia, Svetlana y Gregori pudieron colocar las dos cargas en los lugares indicado antes de volver para reunirse con la pareja de tiradores. Aquella cantidad de explosivo debería valer para llevar a cabo el plan de Anna de ser necesario... aunque por el momento no parecía serlo. A pesar de que los Vigilantes se estaban reuniendo y debían de estar por la veintena ya, parecían incapaces de detectarlos. Los mutantes gruñían y observaban en todas direcciones cuando uno de los suyos caía sin que supieran cómo, abatido por los sigilosos disparos.

Estaba claro que aquella situación no tardaría en cambiar, pero por el momento, estaban consiguiendo reducir el número de enemigos al que tendrían que enfrentarse con toda seguridad más adelante.

Marek desencasquilló el arma desde su posición agazapada entre matorrales cercanos, cubierto por su parca. La situación era desesperada, y 20 enemigos eran una cantidad significativa de objetivos. Había llegado el momento decisivo, una última batalla al límite. Se preguntaba si los explosivos verdaderamente ayudarían a reducir el número de enemigos o por el contrario solo servirían para encerrarles en una trampa mortal. Deseaba que Jorji hubiese sobrevivido, el viejo loco hubiese sido una ayuda incalculable.

Los disparos se sucedían y a lo lejos podían ver cómo los vigilantes caían abatidos sin capacidad de respuesta. Al primer alarido de una de aquellas criaturas se sumaron varias más, y lo que en un principio parecía simplemente una docena a lo sumo de caminantes, al poco se habían convertido en dos docenas como mínimo, puede que más. La contraparte positiva es que entre Marek y ella habían ido reduciendo a su vez los números sin ser detectados, por lo que aproximadamente deberían haber reducido ese número a unos veinte... ¿Sería esa la cantidad a la que se enfrentaban? Desde luego era un nido, no cabía la menos duda.

Lo inevitable al final sucedió, y la manada detectó ya fuese el sonido o el olor, y tras agruparse todos, iniciaron la carrera. Ya no había sigilo que valiese, y al ver que Svet y Gregory regresaban de colocar eficientemente la encargada explosivas, no tardó en advertirles.

- ¡Ya vienen! ¡Y son muchos! Se acabó el sigilo, disparar como si no hubiese un mañana y acabemos con esas criaturas detestables. ¡Vamos!

Y tras aquel intento de animarles e infundirle valor, Anna continuó disparando como si no hubiese un mañana. Si bien la primera de sus ráfagas fue muy certera y abatió a varios caminantes. A medida que se acercaban, su precisión con ese arma ya no era tan óptima y el número de balas disminuía considerablemente, por lo que decidió cambiar a la escopeta. 

- ¡Voy a cambiar de arma! ¡Dentro de poco los tendremos encima, son demasiados! ¡Abatid ahora a todos los que podáis! - gritó la joven empezando a sudar ante la tensión del momento. Tras una nueva ráfaga, deberían plantearse la retirada para volar el lugar. ¿Saldría todo bien?

Tras haber pasado desapercibidos durante las dos primeras ráfagas, estaba claro que en algún momento se iba a acabar su suerte. Svet vio cómo los Vigilantes parecían reagruparse y dirigirse hacia donde estaban ellos. Las órdenes no se hicieron de esperar y la pelirroja preparó su bastarda, viendo por el rabillo del ojo cómo la de Marek se encasquillaba pero no tardó ni un momento en arreglarla con un par de golpes en el sitio exacto. 

Bien Svet, ahora no la cagues. Ya no está Jorji ni Andrew para protegerte y no puedes dejar que nadie más caiga por ti en la superficie. Vas a llegar al avión, vas a llevarte todas las balas que puedas y vas a acabar con toda esta mierda de Vigilantes... ¡YA! Más precisos gracias a la mirilla nueva, los disparos salieron de la bastarda de Svet abatiendo a los Vigilantes más adelantados.

- ¿De verdad vamos a volar el edificio? - preguntó aún preocupada, haciéndose oír por encima del ruido de la bastarda - ¡Sé que es obvio, pero acuérdate de avisar antes de hacerlo! - se permitió esbozar una leve sonrisa al dirigirse a su amiga, a pesar de lo peligroso que iba a ser.

Los disparos continuaron, así como las bajas entre los mutantes, pero estos finalmente se dieron cuenta de lo que ocurría. Quizás la lluvia hubiera amainado un poco, lo suficiente como para notar el olor, quizás uno de los silenciadores caseros empezaba a fallar y el ruido fue más elevado de lo normal, quizás uno de los ojos muertos de las criaturas captaron el breve destello de una de las armas al abrir fuego.

No importaba lo que hubiera sido. El caso es que, por fin, uno de los mutantes se encaró hacia su posicion, se puso sobre sus patas traseras y lanzó su rugido, antes de lanzarse a correr contra ellos. El resto no tardaron en imitarle y una veintena de rugidos siguieron al primero, una veintena de fauces se dirigieron cargando hacia las ruinas. Una veintena de Vigilantes, contra aquél grupo de cuatro aventureros, muy pequeño... pero muy curtido.

Aquél enfrentamiento suponía que podrían por fin llegar hasta el avión y su ansiado botín. Pero los Vigilantes no les darían tregua alguna, ellos sentían que los intrusos estaban atacando su nido y lo darían todo para defenderlo. Los mutantes contaban con el número y la ferocidad, algo contra lo que los humanos poco tenían que hacer... pero estos contaban con sus mejores armas. Su inteligencia, y su creatividad.

Las balas volaron, los monstruos eran abatidos uno a uno a medida que se acercaban, pero no lo bastante rápido, a pesar del terreno resbaladizo, los mutantes se movían de manera veloz, y la espesa lluvia a veces dificultaba el apuntar correctamente, con lo que no todos los proyectiles dieron en el blanco. Finalmente, los Vigilantes estuvieron a punto de rebasar su posición... y entonces los aventureros dejaron de disparar y echaron a correr.

Los mutantes los siguieron, presa de la rabia y el hambre, sin capacidad para entender porque aquellos humanos abandonaban la mejor defensa que tenían. De espaldas y en campo abierto, serían presa fácil para sus garras y colmillos. Pero justo cuando los primeros mutantes aparecieron por entre los pilares... estos estallaron en mil pedazos.

Marek accionó el detonador de las cargas, y estas esparcieron su carga entre los mutantes, matando o lacerando a los más cercanos. Pero ahí no acababa todo... las pesadas columnas, erosionadas por el paso del tiempo y los elementos, no soportaron aquél daño en su base. Al principio lentamente, mientras las criaturas todavía se recuperaban de las explosiones, y luego en apenas unos segundos, se vinieron abajo, y con ellas, el tejado que soportaban.

Aquella antigua estructura levantada hacía tanto tiempo en la época dorada de la humanidad como muestra de su capacidad, prestó su último servicio al ser usada en aquella treta, aplastando a los enemigos de la misma. El derrumbe levantó una capa de barro, agua y polvo que rápidamente se diluyó en la lluvia, dejando pronto entrever el resultado de la inteligente acción del grupo.

Entretenida cambiando de arma, Anna no había sido lo bastante rápida como para escapar a la explosión y algo de la metralla lanzada la había alcanzado. Un destino similar habúa sufrido Gregori, que siendo el que estaba en la parte más alejada, no había conseguido correr lo bastante rápido. Por suerte, no era nada grave ni que les impidiera continuar más adelante.

La mayoría de los Vigilantes habían muerto por la explosión o aplastados y apenas se veía nada de ellos. Pero entre las ruinas, unas nuevas figuras aparecieron. Uno, dos, tres... Cinco mutantes, aquellos que habían sobrevivido, escalaron sobre la tumba de escombros que enterraba a sus compañeros, y rápidamente divisaron a los aventureros, para inmediatamente lanzarse sobre ellos en busca de venganza.

Gregori había estado callado en todo aquel rato. Era conocedor de la importancia de aquel momento, donde el destino decidiría si el botín caería en sus manos o, por el contrario, formarían parte de aquellos que habían muerto al intentarlo.
No era momento de bromas, de comentarios sin contenido o aportaciones absurdas. Se jugaban mucho y era momento de estar el máximo de concentrados y actuar coordinadamente.
El plan propuesto por Anna le pareció más que correcto y, mientras unos colocaban las cargas explosivas, el resto comenzaba a abatir a aquellas criaturas del infierno. Era momento de saber si sería efectivo o no...
Todo sucedió como si se tratara de una película: disparos, criaturas sedientas de sangre, huidas desesperadas, explosiones, muerte... y de nuevo, el peligro.
Si bien la caída de parte del edificio había acabado con alguno de los vigilantes, aún quedaban en pie cinco de ellos que, puede que por venganza o por su instinto salvaje, mostraban aún más una mirada de ira y agresividad.
Gregori miró rápidamente a su alrededor, buscando un lugar donde replegarse y poder hacer frente al enemigo.

-Corred hasta allí!-dijo señalando un matojo de hierro y piedra que les podría ofrecer alguna protección.-Tendremos algo de cobertura frente a esos malnacidos!

Y mientras comenzaban a correr, disparó para intentar alcanzar a alguno de ellos y disminuir el número de mutantes a los que hacer frente.
Disparó un poco a lo loco, intentando frenar el avance de las bestias más que realizar un disparo certero. Gastó algo más de la munición deseada y no estuvo seguro de haber alcanzado alguno de sus objetivos. Pero no estaba dispuesto a comprobar en aquel preciso momento si su puntería era digna de alabar o no. Era momento de alcanzar el lugar que les daría cierta seguridad y nada más.

Svet corrió al ver que Marek se levantaba y los Vigilantes estaban demasiado cerca de su refugio. No se dio la vuelta en ningún momento para no perder velocidad, simplemente siguió corriendo tapándose los oídos por la explosión y el estruendo posterior de todo el edificio al venirse abajo. Sólo cuando la situación pareció tranquilizarse, se permitió darse la vuelta y observar lo ocurrido. Los escombros habían aplastado a muchos de ellos, pero algunos, seguramente los más rezagados, habían conseguido evitar la explosión o sobrevivir a los escombros. 

Sin perder un momento, la pelirroja apuntó con la bastarda a los primeros Vigilantes, acabando con varios de ellos en la ráfaga de disparos. Incluso siguió apretando el gatillo después de que el chasquido del arma indicase que se había quedado sin balas, apretando los dientes. ¡Y una mierda vamos a morir aquí ahora!
 

Anna se sentía más viva que nunca haciendo frente a los vigilantes, que iban cayendo paulatinamente a mediada que se acercaban hasta su posición. No obstante, sus números eran excesivos y a menudo era necesario gastar varias balas para penetrar su dura y férrea piel. Cuando ya parecía inevitable que acabarían siendo superados y se les echarían encima, llegó el momento de salir de la protección que les ofrecían las columnas de aquel antiguo mausoleo y moverse a campo abierto. Anna trató de ser rápida alejándose del lugar, sabiendo que la detonación sería muy poderosa, pero en todo momento se mantuvo disparando a los pocos que seguían avanzando en su dirección. ¿Explotaría a tiempo y lograrían hacer ceder los cimientos? 

Entonces ocurrió. Un explosión más contundente de lo que la joven habria imaginado, haciendo que su cuerpo volase varios metros hacia atrás por la onda expansiva y caerse de bruces sobre el duro suelo. Había quedado magullada, pero al menos todo su equipo estaba en buen estado,  y lo mejor de todo, el plan había sido un completo éxito, sepultando al instante a todas aquellas horrendas criaturas. Sólo unos pocos vigilantes, no más de cinco, habían logrado salir con vida, pero no tardaron en ser abatidos por elmepqueño grupo. Anna había agotado todas sus balas de la AK-47, pero aún le quedaba su Shambler, "sangrienta", la cual no tardó en escupir fuego.

Comprometidos disparo falló en su objetivo, quizá porque Anna seguía un tanto aturdida por la fuerte explosión y le pitaban un poco los oídos. Pero la criatura que corría en su dirección terminó siendo un amasijo de vísceras y sangre en cuanto le disparó nuevamente sin cuartel. Ahora era consciente de la potencia de fuego de "sangrienta" y de lo bien que le venía el nombre al ver salpicar sangre sobre sus ropas.

- ¡Joder! ¿Estáis todos bien? ¡¡Esto ha sido demencial!! Aún sigo flipando por la explosión y el altísimo número de vigilantes que nos hemos cargado. ¡Todos habéis hecho un trabajo espectacular! - sonrió Anna retirándose la sangre que había salpicado la máscara, para tener buena visión del entorno. Gregory, te vi volando como yo por la onda expansiva. ¿Cómo estás? ¿Algo roto, compañero? 

Aunque deseaba ser revisada por la médico, era momento de acercarse al avión y comprobar su estado. Senior tenían merecido y la excitación y adrenalina casi hacia que no sientes dolor alguno. Estaban por lograr su objetivo, podía hacer cumplir la última voluntad de Jorji. Se lo debía. 

Si encontramos las balas de calibre militar, pienso dar la mayor bocanada de aire fresco de mi vida, Jorji... Estarías orgulloso de este grupo de Stalkers...

Los Vigilantes restantes apenas resultaron más que una última molestia en el camino. Disparando mientras retrocedían, el grupo de stalkers los abatió uno a uno. Solo uno de ellos logró vivir y acercarse lo suficiente como para dar un zarpazo a Marek en el brazo, nada grave, antes de ser abatido por el veterano ex-militar. Había que ver cuanto habían cambiado desde que había comenzado aquél viaje, cuando apenas un pequeño grupo de nosalis suponía uno de sus mayores temores... porque no conocían cuantos más podía haber en el mundo. Ahora, eran auténticos supervivientes, endurecidos y preparados, herederos de las enseñanzas de uno de los mejores stalkers que nunca había visto el Metro.

Con el combate acabado, el silencio se hizo, salvo por la constante lluvia, que, como si presintiera lo que se acercaba, empezó a amainar un poco. Los aventureros se miraron en silencio mientras se calmaba su respiración, agitada por los últimos frenéticos minutos. Habían acabadon con el último obstáculo. El premio estaba a apenas unos metros de ellos. Lo habían logrado. Habían llegado hasta el avión, pero todavía faltaba saber, si todo aquél viaje, si todas aquellas muertes y sacrificios, habían valido la pena.

Lentamente, se recompusieron, comprobaron que efectivamente no quedaban enemigos, recargaron sus armas y, una vez los cuatro juntos, empezaron a dirigirse hacia el avión estrellado. Subieron la elevación tras la que se ocultaba el cráter y que habían usado para cubrirse de los Vigilantes, y desde allí pudieron verlo por fin con detalle. El liquen había cubierto la mayor parte del avión, y poco quedaba visible ya del verde militar con el que había sido pintado en su día. Parecía cerrado a cal y canto, pero aunque debía de estar sellado la primera vez, seguro que Jorji y los demás de su grupo habían dejado alguna manera fácil, aunque oculta, de poder acceder a él de nuevo.

En realidad, no les costó demasiado encontrarla. Quizás, los anteriores stalkers habían pensado que nadie llegaría hasta allí, en teoría, la existencia de aquél avión tenía que ser un secreto... pero ya se sabía lo que ocurría cuando intervenía el factor humano en ese tipo de cosas. Descendieron al cráter y subieron por la otra ladera hasta llegar al avión, examinándolo por el exterior. Las pequeñas puertas de los laterales parecían cerradas a cal y canto y imposibles de abrir sin explosivos, pero la parte trasera tenía una amplia puerta de carga que hacía las veces de rampa.

Encontraron la palanca de abertura, y la accionaron. La puerta chirrió y salieron chispas de las juntas cuando el metal rozó con el metal al moverse, pero poco a poco, aunque muy ruidosamente, la rampa empezó a bajar. Para entonces, la lluvia era muy fina e incluso el sol se colaba a través de las nubes. Y para cuando la rampa llegó abajo del todo, los rayos del astro rey bañaron el interior de la zona de carga del avión.

Un brillo dorado apagado los iluminó a todos. El suelo de la zona de carga estaba lleno de filas y filas de balas de calidad militar, de antes de la guerra, dispuestas en perfectas hileras preparadas para el transporte. Y no solo eso. Más hacia el interior había cajas de todos los tamaños, desde las que se podían transportar con una mano y que podían contener hasta doscientas balas, hasta otras enormes, tan altas como un hombre, precintadas, y que en su interior debían de albergar una cantidad inimaginable.

Tendrían que pensar en como transportarlo, era evidente que ellos no podrían sacar de allí las suficientes balas como para cumplir lo prometido, pero no disponían de transporte. Podían ir haciendo viajes hasta la VDNJ, pero aquello suponía un riesgo no solo en el exterior del Metro, si no también en el interior, ya que acabarían llamando la atención y más de uno intentaría ir a por ellos. Tampoco podían confiar en ir sacándolo poco a poco, la existencia del avión ya no era un secreto, y no eran los únicos en su búsqueda. La Línea Roja y el Reich ya estaban en movimiento, pero estaba claro que la Hansa no se quedaría quieta mucho tiempo tampoco.

Y no obstante... aquello eran problemas para dentro de un rato. Ahora mismo, todo en lo que podían pensar era en que habían logrado su objetivo, que aquello era solo suyo por el momento, que tras aquello podrían hacer lo que quisieran. Después de todo lo vivido y pasado juntos, se merecían aquél instante de ensueño. Eran asquerosamente ricos, ¿Y de qué valía eso si no podías disfrutarlo y regodearte un poco?

Marek se dedicó a contemplar las posibilidades mientras se improvisaba un parche en sus heridas. Miró al resto:

- No podemos dejar esto aquí sin más. Los rojos o los nazis lo cogerían sin preguntar, sin contar a la Hansa o a cualquier otro con capacidad operativa. Tenemos dos opciones, o encontrar un lugar en el que esconder esto de nuevo, cargar con todo lo que podamos y volar una pequeña cantidad con el avión para fingir que todo ha sido destruido o simplemente cargar cuanto podamos y volar el resto. Personalmente prefiero la primera opción. Ratón, eres lo bastante bueno moviéndote sin ser visto como para localizar rápidamente un punto óptimo, el resto podemos ir preparando los paquetes para sacar la mayor parte de aquí y dejar solo un 5% para volarlo. ¿Qué me decís?

Anna valoró las palabras de Marek contemplando aquella ingente cantidad de balas de grado militar. ¿Cuántas habría? Mirase donde mirase había cajas y cajas que se elevaban hasta el techo del fuselaje, y al estar tan bien apiladas y colocadas, fácilmente sobrepasaría las decenas de miles, puede que más.

- Jodeeeeer! Son tantas balas de grado militar que podríamos ser multimillonarios los cuatro... ¿Que vamos a hacer con tantas balas? - meditó en un inicio, pero rápidamente asintió a las palabras de su compañero Marek. Estoy con Marek. Antes de dejar que llegue cualquier otra de las facciones y se lo agencie sin más, probablemente para usarlo en su propio beneficio financiando más armamento y prolongando las masacres, prefiero movilizar a otra zona todo esto, esconderlo y volar parte del contenido para que cuando inevitablemente lleguen, piensen que se les han adelantado y se han llevado lo que había. Unos pensarán que se lo llevaron los otros y viceversa, puede que incluso piensen que no había tanta cosa y que todo fue una flipada de Semenovich...

Tenían tiempo más que suficiente para encontrar un nuevo lugar, lo suficientemente alejado para que no llegasen a encontrarlo si llegaban a esta zona, y tampoco mucho para poder llevar a cabo aquella labor de transporte entre solo cuatro. Primero movilizarían las cajas enormes, y tras vaciar una, irían metiendo las pequeñas en su interior para ahorrar viajes inecesarios. Les llevaría bastantes horas, eso era inevitable, pero si lo lograban y volaban el contenido restante del avión con las granadas, estaba convencida de que cuando llegasen las otras facciones, se lamentaría y regresarían maldiciendo y con las manos vacías...y una vez se corriese la voz, todos se olvidarían de ellos. 

- Es momento de ponernos manos a la obra, se que va a ser duro transportar todo esto, pero si lo conseguimos vamos a poder cambiar por completo nuestras vidas. Se lo prometimos a Andrei, a Jorji,...y es hora de empezar a cumplir nuestras promesas. - y con una sonrisa sincera, Anna hizo cumplir la primera de sus promesas, era una joven de palabra, por lo que ante la vista de sus compañeros, subió a una loma, se retiró la máscara y dio una buena bocanada de aire puro del exterior abriendo los brazos. Yujuuuuuu! - gritó de repente, pero el sentido común le indicó que se volviese a colocar la máscara y que se pusiera a trabajar, no sin antes decirles. ¡Tenía que hacerlo, se lo debía a Jorji!

-Pero estáis locos! Queréis volar todo esto? Pero si somos ricos! Esto nos va a solucionar la vida para siempre!

Fue la primera reacción frente a la propuesta de Marek. Gregori pensó que esconder algo del cargamento y provocar una explosión para simular el fin del maldito cargamento del avión, era desaprovechar una ocasión de oro que los llevaría a una vida infinitamente mejor de la que hubieran imaginado nunca.
Caminaba de un lado a otro susurrando frases como "se han vuelto locos" o "con lo que nos ha costado llegar hasta aquí y ahora quieren petarlo todo".
Pero a medida que se calmaba, Ratón fue concienciándose que las palabras de su compañero eran las más realistas en aquella situación. Si querían salir con vida, y evitar que alguna de las facciones se adueñara de todo aquello, debían actuar en consecuencia. Además, como cargarían con todo aquello si provocar sospechas?

-Está bien... Me cango en todo! Por una vez que me puedo bañar en oro y tenemos que hacerlo volar por los aires!

Los primeros minutos después de aceptar el plan de Marek, Gregori exploró la zona para encontrar la mejor localización para esconder el máximo de cargamento.

Y así fue: tras una montaña de rocas, en el interior de un edificio cercano, Ratón encontró una trampilla que daba acceso a lo que parecía ser una especie de conjunto de trasteros. Una serie de pequeñas habitaciones, donde encontraron libros antiguos, cajas de ropa, juguetes y fotos, podrían ser la mejor opción para esconder la mercancía.
El lugar era ideal ya que encontrar el acceso a la trampilla era cuestión de mucha suerte. Y si camuflaban con piedras, planchas de metal u otros objetos el lugar, sería casi imposible saber donde escondería su botín.

-Creo que he encontrado un buen lugar. Carguemos el máximo de munición y organicemos un castillo de fuegos como nunca antes se haya visto. Por los caídos!