Partida Rol por web

—¡Maldita sea, Jessie! Esto es lo último que necesitamos ahora mismo —Samantha se aparta ligeramente, sin que se note mucho, de la línea de tiro de Jessie.

—¡Has visto el comportamiento de esa cosa! Ha colonizado toda la nave, por lo que sabemos, y, de un modo u otro, es responsable de la muerte de la tripulación. Les has visto flotar en el espacio, ¿salieron acaso voluntariamente a dar un paseo? Aoi ha comprobado que no hay señales de vida en la nave.

Inspira calmadamente, trata de apelar a la camaradería que las une.

—Mira, no voy a negártelo. Tengo miedo. No creo que estemos preparadas para enfrentarnos a una amenaza biológica así. No pudieron en la Zelonia y sabían lo que se hacían. Desde el principio, esta misión tenía puntos oscuros y no creo que necesite recordártelos ¿Cuántas veces te han mandado completamente a ciegas a una misión? Sin respaldo, sin inteligencia. ¡Joder! Ni los putos planos de la nave. No quiero ser responsable de expandir este virus, infección o lo que sea. Que nos usen de cobayas humanas encaja mucho con cómo se ha desarrollado toda la misión.

—Hasta ahora hemos tenido suerte. No sé si podemos seguir tentándola.

—Lo repito, Jessie. Mi prioridad es que salgamos con vida de aquí, con vida y sin representar un peligro para nadie. Abramos esa puta compuerta, veamos qué tenemos enfrente y decidamos, entonces, si quieres —concede con un gesto desabrido—. Pero no nos vamos a arrojar como locas por una información que, por lo que sabemos, bien podría convertirse en una amenaza para la humanidad, me importa un carajo lo que quiera Gaia.

—Y, ahora, deja de jugar a los soldaditos, Jessie, que somos demasiado listas para eso.

La soldado no se mueve ni un ápice del sitio que estaba ocupando. Lo único que hace es apuntar con su arma a la cabeza de la comandante Colmenárez. Si no fuera porque es absolutamente imposible, se diría que actúa con la frialdad de una máquina. El problema es que los soldados de las fuerzas aeroterrestres de Gaia han sido entrenados para reaccionar, precisamente, de esa insensible manera. Pero su pensamiento es libre.

—Comandante, comprendo perfectamente lo que me dice —afirma mirándola a través de una mirilla cuyo uso resulta en realidad innecesario—. Nos han engañado. Lo sé, soy consciente. E incluso agradezco sus esfuerzos por intentar que todas regresemos a salvo. Es un gesto que no suele verse en los superiores y estoy… bueno, algo desconcertada.

Endurece de nuevo su tono de voz para seguir hablando. Es obvio que las palabras de la comandante, así como la estrecha relación que mantiene la doctora y la ingeniera, han hecho mella en su desapego habitual, pero no lo suficiente como para traicionar sus principios.

—Pero con trampa o sin ella, con IAs asesinas o colaboradoras, tenemos órdenes. Yo tengo órdenes —matiza con un tono que se vuelve desagradable por momentos—. Los actos de traición a Gaia se castigan con la ejecución inmediata según el Código Civil de Gaia en su artículo 600, punto 6. O seguimos con el curso actual de acción o me veré obligada a…

Sus palabras fueron interrumpidas por los altavoces omnipresentes emitiendo la voz ligeramente metalizada de la Inteligencia Artificial de la Zelonia.

«Atención, por favor, comandante Colmenárez. El experimento número 6-Rk48-11 ha roto la urna de contención de vidriacero y se dirige al punto en el que se encuentran a gran velocidad. Tiempo estimado de llegada en veinte segundos».

¿Por qué tiene que torcerse todo tan rápido? 

Es lo primero que pregunto cuando escucho las palabras de la Comandante y Jessie, es evidente que hay intereses y miradas diferentes y por ello esto se está yendo demasiado lejos. Tanto que al fin de cuentas hay que actuar y si quieren los malditos datos así será, con tal de que esto se termine de una vez. 

—Recogeré los datos, pero nos vamos tras esto. No más traiciones Jessie. 

Es lo único que digo, dispuesta a recoger la información a hacer lo que me pidan pese al desacuerdo de Samantha. Lo sentía mucho por ella, pero es que tampoco nos han dado opciones. ¿Acaso las tenemos?

«Atención, por favor, comandante Colmenárez. El experimento número 6-Rk48-11 ha roto la urna de contención de vidriacero y se dirige al punto en el que se encuentran a gran velocidad. Tiempo estimado de llegada en veinte segundos».

¿Romper una urna de vidriacero? ¿Qué espécimen podía hacer tal cosa? 

—¡Dejaos de tonterías! Y escuchad, demonios. Etreria, ¿por dónde viene? ¡Aoi, sensores!

—Cerremos el punto de acceso (*) —Se da la vuelta hacia Jessie.

—¿Quieres ver qué puede romper una urna de vidriacero? A mí, no me apetece mucho, pero si tenemos que hacerlo preferiría que no nos pillara discutiendo.

—Oh, rayos... Sin rechistar a la orden de la Comandante Aoi se dirigió a verificar el estado de los Sensores. Porque siento que cuando más me motivo peor, se vuelve el inconveniente.

—Comandante, dentro de las herramientas, con las que entramos, no hay nada que pueda, por lo menos contener un tiempo a la cosa —Mei pensaba que la Cortadora de Plasma, sería el instrumento adecuado, para está situación—. La Cortadora de Plasma, puede cortar cualquier cosa, creo que podría darnos un tiempo. Ese fue todo el monólogo que se le ocurrió decir mientras seguía verificando los reportes de Sensores.

Jessie se gira hacia Leclerc como si no recordase que tiene un arma con ella.

—¡No soy ninguna traidora! —protesta mirando a la doctora—. ¡Vosotras lo sois cuando no acatáis las órdenes recibidas! ¿Creéis que podemos hacer lo que nos venga en gana? ¡Obedeced!

Poco a poco, la soldado comienza a estar fuera de sí y ni tan siquiera la amenaza de algo que se acerca a la sala en la que se encuentran parece asustarla. Quizá no lo haya oído. Quizá lo haya ignorado.

«Tiempo estimado de llegada del experimento 6-Rk48-11 a su posición en menos de diez segundos. Comandante, deben moverse inmediatamente de ahí».

Una vez que la comandante Colmenárez ha sellado el sistema de apertura que permite el paso al puente de control, respira con tranquilidad sólo durante un segundo. De sobra sabe que algo capaz de romper el vidriacero puede destrozar una puerta por muy sellada que pueda estar. Con los ánimos encontrados, la ingeniera Mei puede captar a través de los sensores una entidad viva (a causa del calor que desprende) casi al otro lado de la puerta. Su tamaño es tan grande que muy probablemente no quepa por la puerta aunque lograse derribarla.

La doctora Leclerc está deseando coger la información que han ido a rescatar de la nave y salir de allí a toda velocidad con la cobertura, en lugar de con el impedimento, de la soldado Van Damme. Muy probablemente, piensa Devra, ha sido sometida al condicionamiento bélico. El "condicionamiento bélico" es una técnica de hipnosis basada en una serie de órdenes posthipnóticas por las que el afectado obedece ciegamente las órdenes dadas aunque eso suponga poner en riesgo su vida y la de las personas que le rodean. Se supone que está prohibido usarlo.

«Tres segundos», dice la voz de la IA.

Jessie sólo tiene ese tiempo para girarse y ver cómo la puerta se viene abajo como si estuviese hecha de madera. Quizá sólo de papel. En el otro lado, una grotesca criatura rodeada de una niebla verde gorgotea y grita de una forma abominable para lo oídos humanos. Su forma es caprichosamente espantosa al ser la suma de muchos cuerpos humanos. Brazos y piernas que la ayudan a desplazarse mientras que las cabezas que asoman del conjunto de carne tienen los ojos en blanco y parecen querer aullar de dolor sin ser capaces de hacerlo.

—No podremos contra esa arma biológica, más quisiera sustraer la información e irnos de aquí pero vamos a morir. 

Es lo que digo mientras me dirijo hacia alguna central para buscar lo que está pidiendo Jessie, sea como sea quiero hacerlo antes de que esa "planta" venga por nosotras y terminemos aniquiladas. Ella está bajo ese efecto, está claro que su mente no anda bien pero entre hacerle ver aquello y hacer lo que pide a un tiempo récord, prefiero lo segundo. Sin dudas. 

-¡Laputamadrequenosparió! Hacia la otra salida, todas. Jessie, fuego de cobertura ya ¡es una orden! (*) -Y abre fuego contra la cosa mientras retrocede (**).

Mientras se mueve y grita a Jessie ve cómo Devra trata de recuperar la información...

-¡Doctora, salga de aquí, joder!

—¡Déjame hacerlo! Es nuestra única salvación, no seas necia Samantha —digo suspirando—. ¡No me llevará mucho tiempo! 

Y eso espero ya que por cumplir una misión, estamos al borde de la muerte y como como médico mi prioridad es salvar vidas. ¿Qué diantres estoy haciendo entonces? Es la triste realidad cuando te plantas allí de cara a todo, cuando tomas decisiones que son erróneas pero de alguna manera estás obligado a tomarlas.

Ok. La ingeniera conociendo de sobra, que sus acciones de autodefensa no iban a tener efecto alguna con el ser del reino Plantae, decidió hacer caso a la Comandante e irse echando leches al otro extremo de la sala. ¡¡¿Ahora qué?!!!. Se puso a intentar razonar debilidades o partes débiles del ser. Usualmente siempre es la raíz, ¡¡¡pero este ser no es normal!!!.

Sea cual sea su origen, cualquier ser orgánico puede ser afectado por el fuego. Además, debido a la composición de múltiples cuerpos humanos, casi cualquier debilidad que se pueda encontrar en un cuerpo humano puede encontrarse en la criatura que ahora se cierne sobre vosotras.

La soldado abre fuego contra la criatura. Su arma empieza a lanzar proyectiles de aluminio endurecido a alta velocidad que impactan en el ser abriendo agujeros en su verdosa carne que parece cerrarse lentamente cuando ya ha pasado de largo. Ese ser nacido de una pesadilla, esa quimera nacida de la genética, la virología y la insensatez del ser humano. Quimera, bonito nombre para algo que va a acabar con la tripulación de la Eretria.

—¡Cae ya, hijo de perra! —grita mientras apoya el arma con más fuerza en su hombro sin dejar de disparar y comienza a desesperar cuando ve que no lo consigue—. ¿Por qué no cae esa cosa de mierda? ¡Disparadle, joder! ¡Disparad!

Poco a poco, Jessie comienza a caminar hacia atrás cediendo terreno a la quimera que no deja de avanzar hacia el grupo de las astronautas y fijando su atención en la soldado. Al in pasando su voluminoso cuerpo por la puerta, aumenta el tamaño del hueco desprendiendo enormes trozos de la pared como si estuviesen en realidad hechos de papel.

—¡Eso necesita fuego! No lo van a reducir a disparos. 

Es lo que apenas puedo decir mientras voy pasando la información, esto puede llevar minutos y esa planta no espera. Es poco el tiempo que necesito y la verdad es que va a costar más de la cuenta, así que desvío la mirada hacia Aoi y hacia Jessie, esperanzada de que puedan al menos contener entre ambas junto a la Comandante el avance. 

—Unos minutos más... Sólo unos...

Samantha abre fuego a continuación de Jessie (*), al ver que los proyectiles apenas hacen mella en la cosa, y al oír el grito de Devra, opta por haces coherentes de baja intensidad, los mismos que usaron para quemar el musgo que cubría los paneles. Quizás el calor haga más daño, aunque quizás no sea suficiente (**).

Sin dejar de disparar va retrocediendo hacia la otra puerta.

—Devra, por Dios —se hace extraño que alguien de Gaia jure pero, ¿quién no juraría por una deidad, incluso inexistente, viendo el horror que se aproxima hacia ellas?—, deja eso y sal de aquí. Aoi, escanea a nuestras espaldas.

—Entendido.

Aoi se posiciona detrás de Jessie y la Comandante. Aún sabiendo que sus habilidades con las armas son bastante pobres, Mei dispara intentando apoyar la acción de Jessie y la Comandante.

—Perdonen que sea tan inútil en esto —decía mientras recargaba otro disparo de su Pistola . Era mejor si me encerraba en un cuarto con computadoras—. ¿Alguien posee armas incendiarias?. Con el oxigenó disponible la combustión es posible. Mei se puso a buscar componentes inflamables en espaldas de sus compañeras.

La información contenida en el ordenador relativa a la planta y al suero creado a partir de esta, así como los datos concernientes a los posteriores descubrimientos antes de ser la tripulación contaminada, se encuentran al fin en la holotableta de Devra Leclerc. A pesar de las circunstancias, la doctora está contenta ante la idea de haber cumplido con la misión principal y, sobre todo, saber que no van a tener ningún problema con Jessie Van Damme.

La soldado sonríe de medio lado satisfecha cuando ve el mensaje en la holotableta de que la información ha sido salvada y sigue disparando contra la criatura que, a pesar de no retroceder, parece que al menos no sigue avanzando. Su misión ha quedado cumplida y ahora sólo queda escapar de la nave y, con suerte, disparar un par de torpedos fotónicos que vuelen totalmente la Zelonia hasta convertirla en mero polvo cósmico.

La ingeniera Aoi Mei comienza a buscar en todos los armarios de la sala y encuentra al fin lo que estaba buscando: un soplete de acetileno, un elemento bastante antiguo para la soldadura de dos elementos pero que alguien, de manera afortunada, había hecho formar parte del equipo. Mei coge el soplete, cuyo depósito está lleno, y se prepara para poderlo utilizar como arma contra la criatura.

El calor proyectado por el arma láser del arma de la comandante Colmenárez no causa un daño demasiado grande en el ser mezcla de tantos cuerpos, pero logra realizar agujeros en el cuerpo compacto de la criatura. Algunas de las zonas del enorme cuerpo retroceden unos centímetros, pero el cuerpo en general sigue avanzando. En definitiva, es evidente que el fuego es el arma más adecuada para contenerlo.

Ya contando con la información necesaria, habiendo salvado aquello y al fin de cuentas cumpliendo la misión que teníamos por delante, observo como intentan reducir aquella planta. Y estaba en lo cierto que el fuego puede hacer mella, lo cual había que usarlo de alguna manera para alejarla y así conseguir finalmente la vía disponible para salir. 

—Ya lo tengo, tenemos que salir de aquí. 

Y no digo más, las mujeres están mejor preparadas que yo y es hora de abandonar esta nave con todo lo que ello implique. Un poco preocupada por todo, por el hecho de haber dejado que un arma biológica haga tantos estragos y al fin de cuentas la realidad le golpea en el rostro cuando... Por amor a la ciencia, se pierde el eje, se pierde todo. Y hoy se pagan las consecuencias de ello.