Partida Rol por web

Ahora bien, ¿como vamos a hacer lo de la reparación del Odre?. Digo mientras pateo tímidamente el suelo. Seguramente habra que esperar a ver que dice mi amo el elfo Taurnil

No creo que dinero deba ser lo que mas nos preocupe ahora. sentenció Zalkar al salir de la sala intentando comprendre todo lo que habia oido, que segun parecia no era tema para pasar por alto.

De todos modos si tanto te preocupa, esperaremos a tu amo. ¿Tendre dinero suficiente para esto? no es que me quedase mcuho antes de entrar en la posada, si encima ahora me obligan a pagar... ¿Que clase de lógica sigue ese maldito trasgo para obligarnos a pagar por ayudar a proteger?

En ese momento se abre la puerta y el anciano del váculo sale de ella, con buena cara a juzgar por los demás.

No paro de mirar en todas direcciones, ansiosa por salir de aquel lugar que a mí se me antojaba claustrofóbico, pero la orden del rey de que nos vayamos casi me parece una bendición. Tanto me daba lo demás. ¡Al fin podía salir!

Una vez salgo de la sala, me dirijo junto con los demás hacia la taberna con el joven que trabajaba ahí también, no sin antes esperar a que todos estén listos para marchar. El chico dice algo de reparar el Odre. ¿De qué habla? Suerte que las palabras de Zulkar me lo aclaran todo: quiere que paguemos los desperfectos. Definitivamente, la gente del sur tiene una idea muy distante a la realidad en cuanto a quedar agradecido...

- Yo no tengo dinero. Sé trabajar la madera, así que si te parece bien pue... -me interrumpo cuando la puerta se abre y aparece el hombre del cayado.

Me dirijo a los recien llegados. Hola, amigos, acercaos.

Un soldado llega sudando y jadeando hacia la puerta del rey.

¡Apartaros, hay una emergencia!

Acto seguido abrió la puerta y entró, sin tan siquiera llamar.

Voces en escaleras abajo y tañido de espadas sonaban, parecía un combate.

Me pongo en alerta. Taurnil. Pienso. Me giro y lo busco con la mirada. Aprovecho que esta la puerta abierta y me asomo para ver si esta ahi dentro. Si no, me giro y me dirijo a la biblioteca para avisarle.

El senescal Tuldar sale por la puerta de la sala del trono. Mientras el soldado grita al rey.

Rebelión, mi señor. Estamos siendo atacados.

Al oir las palabras del soldado, Rufnus hace mención de agarrar la empuñadura de su espada.

¡¡¡MIERDA!!! Mi espada sigue reparándose. Esta maldita ciudad me trae mala suerte.

Será mejor que esperemos a que nos pidan ayuda de forma oficial, o me veo pagando los desperfectos de toda la ciudad. Hago un guiño cómplice a mis nuevos compañeros de aventuras.

Tuldar esbozó una mueca de disgusto  ¿Ves, rey Drerick? Esto es lo ke konsigues siendo tan bueno con los pestosos umanos  ¡ke desagradecidos! 

El goblin no esperó a que Drerick tomara el mando. Había que cortar unas cuantas cabezas para que los malditos humanos entraran en razón, y a él no le temblaría el pulso.

Tenía ke haber dekapitao a ese barbudo en kuanto lo tuve en mis garras... dijo pensando en la escaramuza junto a la posada.

Tuldar apretó el paso, aún sin correr. No debía dar la impresión de estar preocupado. Sabía que tarde o temprano Drerick entraría en razón y actuaría como un verdadero goblin. Y si no era así, habría que ayudarle a decidirse. El camino hacia los aaposentos asignados a sus guardias parecía vacío, por lo que el Senescal no hubo de dar mayores explicaciones. Entró de golpe sorprendiendo a sus goblins remoloneando, como un buen goblin sabía hacer.

¡Vamos muchachos, tenemos unas kabezas de salvajes ke kortar!

Tras el comentario de Rufnus, Zalkar se le acerca

Te ayudare a conseguir un arma y si hace falta usaras mi hacha, pero nadie que ya haya luchado junto a mi una vez, se quedara sin mi ayuda en adelante.

No estoy dispuesto a quedarme quieto sabiendo que hay un ataque ahi fuera.

El rey en su trono habla al recien llegado soldado y a los que le escuchen.

Drerick se tiro de los pelos, o lo hubiera echo de tener alguno que tirar o no tener una bonita corona a su medida encima de su verde calva.
-¿Que es lo que dices ¿Rebelion? ¡INSUBORDINACION! ¡En mi reino! Malditos salvajes, ¿No saben que aqui no ze pue levantar un arma sin que yo lo ordene?-Pregunto molesto sin esperar respuesta, de un salto bajo de su lugar y camino hasta estar a la altura del Senescal y el Soldado.

-Vamos Tuldar, es momento de demostrarme como atrapasteis a esos barbaros, mueve a los goblins que trajiste contigo... y a todo lo que trajiste contigo.-Dijo poniendole las cosas claras a su subordinado.-Vamos a demostrarles quien manda aqui.

-Soldado donde esta Gustirk, que mueva las tropas vamos a hacer frente a todo eso desde ya mismo y que alguien avise a mi ex... a Lomy y Taurnil y tambien que traigan a los que estan con ellos, estan vagueando en la bilboteca real, todo hombre es necesario.-Dio la orden antes de recordar preguntar algo sumamente importante.
-¿Cuantos son, por donde han entrado, ¡desde CUANDO COMENZO EZTA ZITUAsION!-Pregunto molesto mientras esperaba impaciente una respuesta que que todo lo que dijo se hiciera realidad.

-Vosotros.-Señalo con su largo y huesudo dedo indice a los que instantes antes estuvieron reunidos con el.-Si realmente no habeis venido como parte de la distracion de esos barbaros y puesto que habeiz demostrado por los destrozos de la tazca que sabeis manejar un arma, entran por esta vez a mi mando para luchar contra los invasores.
Por el contrario si sois traidores os mandare al calabozo para una decision mas dura cuando todo se solucione.-Les increpo, a Drerick no le gustaba que le contradijeran.-Decidir rapido pues el tiempo apremia.-Les advirtio mientras aun esperaba respuesta de ese soldado.

Tuldar aguantó su mueca de desagrado cuando Drerick le ordenó hacer exatamente lo que ya iba a hacer.

Kómo odio ke aga eso...

El senescal salió a toda prisa a buscar a su guardia de cabalgalobos, y regresó con ellos hasta el patio central, en dónde había de reunirse con Drerick y sus tropas.

Vamos a enseñarles a pelear a esos tipejos,hehehe

Trás escuchar la arenga/amenaza del Rey, Rufnus se apresta a echar una mano a la guardia real.

Bueno... supongo que esto es lo más parecido a una invitación que vamos a recibir en el día de hoy, asi que pongámonos manos a la obra.....

¿alguien tiene una espada?

El soldado trata de responder a Drerick rápidamente.

Son varios de esos salvajes, no se de donde han aparecido, de repente estaban allí, en el arsenal de la tropa. Hay cientos de ellos. Están atacando los puestos de guardia.

El soldado al escuchar a Rufnus, llama su atención con un gesto.

Cuando bajes que uno de los guardias te de una espada. Diles que te lo ha dicho Perthar.

-¡Pues a que esperas zoldado! Esto es una invasion en todos los aspectos, moviliza a la guardia. Tuldar ve alli, llevate a los nuevos reclutas.-Refiriendose a Rufnus y sus acompañantes.-Y que lo hagan bien.

-¡ZOLDADO¡-Volvio a gritar al humano.-Dar la alarma si no lo habeis echo ya y que Gustrik, ¡DONDE ESTA ESE MALDITO GOBLIN! Que entre en combate con el resto de sus tropas, vamos a demostrarles de que pasta estamos echos.-Sonrio, siempre quiso decir algo parecido.
-Tu niño de Taurnil, ven conmigo vamos a la biblioteca yo mismo avisare a mis consejeros, necesitaremos tambien de ellos...-Drerick preferia hacerlo el mismo puesto que parece que aun nadie se habia movilizado para satisfacer sus exigencias.

Se dio la vuelta para emprender el camino, pero algo lo detuvo por un momento y corrio hacia el soldado mas cercano ordenandole que se agachara para preguntarle al oido.
-Tu, donde esta la biblioteca, vamos dilo rapido y sera mejor que no alces la voz para responderme.