Partida Rol por web

- No tengo jefe ni nadie a quien agradecerle la triste vida que vivo. - Dice Albert, de nuevo con un tono neutro. Y algo más cabreado continúa. - En todo caso, yo sería mi propio jefe y me escondo allí dónde no me tenga que encontrar con la gente cómo tú. No se si saldré vivo de esta, pero si lo hago no volveré a pisar un lugar tan podrido como Helltia. 

Una última vez. Aún no me odia suficiente.

- Anthon, ¿tú que crees? ¿que dice la verdad?

Y Anthon contesta obviamente que no.

Más gritos.

- Chico, escucha atentamente: Dime todo lo que sepas acerca del escudo de la justicia. TODO.

Está vez los gritos del camarero son más desgarradores que antes, y tarda varios minutos en recomponerse. Al final, vuelve a hablar, cómo si le lanzará las palabras a Erik entre resoplidos. 

- ¿Eso es todo lo que buscas? ¿Lo que yo sé? Los de tu clase sois sin duda irracionales. "Que un par caigan por el camino no es un problema si acabo llegando hasta mi objetivo". Imagino que tan siquiera tienes remordimientos por lo que estás haciendo... Para ti no somos más que ganado, "¿Acaso el ganado tiene una historia que contar?". No quieres entender que cuando el ganado es envenenado con la enfermedad y la miseria ya no podrán alimentar a sus amos y podrían llegar a morder la mano de los mismos. - Pequeña pausa de respiraciones forzadas. - ¿Quieres saber quienes son los Escudo de la Justicia? Deberías saberlo ya, vosotros los creasteis. 

- Continúa, y hoy no sacrificaremos ganado.

- ¿Aún no lo entiendes? Cualquiera podría ser un miembro de los Escudo de la Justicia. Aceptan a todo lo que tenga ganas de luchar, a todo aquel que sienta rabia, a todo aquel que tenga hambre de venganza... Y vosotros, los nobles, sois su plato preferido. - Seriedad. - No. No soy parte de ellos por mucho que no te lo creas, ni estoy de su parte, pero hace falta estar sordo para no escuchar al pueblo gritar. Y tampoco estoy de vuestra parte. Sólo estoy en mitad de vuestra disputa, y créeme si te digo que me muero de ganas de ver cómo os destruis mutuamente. 

Sonrío, algo más satisfecho.

- ¿Ves?, no era tan difícil ser sincero. Anthon, trae al otro.

Nada nuevo... Claro que el pueblo estaba enfadado. ¿Pero qué quería decir esto? ¿Que estaba todo el pueblo involucrado?

Cuando el hombre que no paraba de soltar tacos llega, hago el mismo juego de siempre.

- Bien... el camarero ha confesado todo lo que sabía. Y me gustaría que tú también. Pero mucho cuidado con lo que dices, porque ahora lo sabré perfectamente si mientes.

El hombre entra mucho más callado ahora, pero en su respiración casi parecía que gruñera. 

- Vete a la mierda vejestorio. - Dice casi sin ganas, y al rato comenta. - Al gordo llorica ha vuelto tan feliz que parece que le hayan chupado la polla... ¿Eso es lo que tengo que hacer? ¿Me pongo a lloriquear y entonces el descerebrado de tu perro me hará un trabajito?

Sin esperar siquiera a que Erik reaccionara, puede escuchar cómo Anthon da un paso hacía adelante y le de un golpe sordo al hombre, seguramente un puñetazo. Podía ser muy impulsivo a veces... 

... cosa que no me importaba en absoluto.

- Anthon, por favor, procede.

Gritos.

- Te dije que no hicieras preguntas. Voy a preguntártelo de nuevo: ¿qué sabes sobre escudo de la justicia?

El hombre grita y se zarandea en la silla furioso. Tarda varios minutos en recomponerse. 

- ¿He dicho algo raro? - Dice en tono burlón. - ¿Acaso has sido tu? Si, tu tienes más cara de que te gusta que te den. - Se ríe. El hombre estaba ignorando complemente las preguntas de Erik, a pesar de que le costaba incluso hablar. 

Los tiene bien puestos...

- Anthon, sigue.

Esto será una lucha, a ver qué ocurre antes: confiesa, o se desmaya.

Esta vez al hombre le cuesta incluso respirar por el dolor, parecía que estaba alcanzando su límite. 

- Iros a la mierda... - Tenía la voz cortada, y casi parecía que se fuera a derrumbar tarde o temprano. - No se que cojones queréis de mí... Os he dicho todo lo que se. 

- Me parece sorprendete que digas eso, porque aún no has dicho nada interesante.

Anthon lo hace una vez más.

De nuevo el grito, y de nuevo la respiración forzosa. Aquello iba a acabar pronto. 

- Cállate ya, des... Desgraciado... Dejadme en paz. Matadme si es lo que buscáis... Nadie me va a echar de menos. - Estaba... ¿Gimoteando? 

Una vez más.

Un grito. Un último suspiro. Y silencio. 

- Se ha desmayado. - Comenta Anthon en tono divertido, y entonces volviendo a la seriedad. - ¿Traigo a alguno de los otros dos? Quizás ver a nuestro amigo les haga pensar.  

Me paro a meditar unos segundos.

Esto no parecía avanzar. A estas alturas ya tendrían que haber dado algo de información. Aunque lo que dijo el camarero daba que pensar.

Además, las palabras de la hermana de David me daban vueltas en la cabeza. Bueno, el simple hecho de haber realizado este interrogatorio era una victoria. Solo Anthon y yo sabíamos qué se había dicho en esa sala.

- Anthon, deja a este hombre con los otros y vuelve solo. Tenemos que hablar.

Cuando Anthon vuelve solo, le digo seriamente:

- Has oído lo que ha dicho el camarero, ¿no? Ha dicho que David es quien envía al Escudo de la Justicia.

Anthon se lleva el cuerpo a rastras y regresa diciendo que el mercader se había puesto a temblar al ver cómo Anthon tiraba el cuerpo en la habitación. El camarero parecía sorprendido simplemente. 

- Es... Es un buen razonamiento, mi señor. - Dice Anthon, que una de dos, o no las tenía todas consigo o simplemente ni lo había pensado. Lo más posible es que fuera la segunda opción, a fin de cuentas, solía darle la razón a Erik siempre. 

- Así pues, si en la capital te preguntan contra quién declararon los torturados, dirás contra David, ¿vale?

Me levanto.

- Cuando estemos de vuelta tendrás un premio, Anthon, si respondes tal y como te he dicho. Ahora vamonos. Tenemos que preparar las cosas, en secreto. Nos vamos esta noche.

Anthon responde algo sorprendido y decepcionado. 

- ¿Ya hemos terminado? - Y añade. - ¿Dejamos salir a los otros dos? 

- Hemos terminado. Pero vamos a dejar a cada uno en un lugar, amordazado, para que no hablen entre ellos. Lo que ocurrirá a partir de ahora será aún más divertido que las torturas.

Y con eso nos marchamos. Guiamos a los 3 torturados con una venda en los ojos y amordazados y los dejamos en diferentes lugares. Tras ello, volvemos al castillo a comer, y después a preparar las cosas para marcharnos esa misma noche.