Partida Rol por web

Aunque no parece muy convencida, Loth suelta un suspiro, se acerca a la jaula y se pone manos a la obra con su propio equipo de ganzúas. Trabaja lentamente, pero con delicadeza y precisión. 

- Tardaré unos minutos... - Murmura al cabo de unos segundos, tras unas pruebas iniciales. - Pero os recomiendo que no hagáis ningún sonido innecesario o me mováis. Pierdo la concentración fácilmente. - Sigue concentrada con su trabajo. 

Por su lado, Lancelot levanta por fin la cara y mira a Silvano, cómo si lo viera por primera vez. 

- N-no es posible... - Dice con los ojos muy abiertos. - ¿De verdad eres tú? - Mira hacía los lados, desorientado, cómo si buscara algo que no encontrara. - T-tienes que marcharte de aquí... Dejadme aquí... Sólo seré una carga... - Mira a Silvano con el ceño fruncido. - Sólo volveré a poneros en peligro. 

Crow, en un acto de caridad, decide arrojar a su guía en una de la jaulas abiertas, cuya puerta bloquea con el primer hierro que encuentra por el suelo. Tras dedicarle una última amenaza (Aunque parecía que el atemorizado hombre no la necesitaba), regresa junto con Silvano. Mira a Loth con impaciencia y después centra su atención en la puerta. 

-Crow, la puerta, por favor. -indica Silvano con un gesto de la mano en dirección a la entrada. Vuelve a tornar la mirada en dirección a Loth, y luego a Lancelot para comprobar que todavía siguiera ahí. -Ya estamos en peligro. Tenemos que aprovechar esta oportunidad o todo habrá sido en vano. ¿Crees que podrás caminar? -entona Silvano consciente de lo que implicaría una respuesta negativa.

Crow avanza hacía la puerta, aunque parecía algo molesto por el hecho de recibir órdenes. Mientras tanto, Loth sigue con su trabajo, al mismo tiempo que se la podía escuchar quejándose entre dientes cada vez que Silvano hablaba.

Lancelot, por su parte, no hace ademán de moverse tras las palabras de Silvano, de hecho, casi parecía que había dejado de prestarle atención. O estaba demasiado aturdido, o es que las palabras de Silvano no habían conseguido subir su ánimo. Y de pronto, vuelve a mirar al frente, pero no miraba a Silvano, estaba mirando más allá. 

- Ya es tarde... - Murmura sin fuerzas. - De nuevo, sólo estoy consiguiendo poneros en peligro... 

Silvano se gira para ver que estaba mirando Lancelot. Puede ver a Crow sacando sus armas frente a la entrada de la sala. Y puede comenzar a escuchar pasos y voces en la distancia. El enemigo iba directo hacía allí. 

-Ya es tarde para el sigilo. Espero que al menos puedas moverte por ti solo. -dice a Lancelot a través de los barrotes. De pronto Silvano cambia su expresión y se dirige esta vez a Loth moderando el tono de sus palabras para distraerla lo más mínimo. -Loth, te conseguiré 45 segundos. -dice mientras se prepara el arco y las flechas. Al alejarse de la prisión de Lancelot, Silvano le dedica una última mirada de seriedad y se desprende de una de sus dagas, la cuál deja al alcance de este al tiempo que asiente con la cabeza mientras prosigue su marcha para ayudar a Crow.

Cuando la daga cae junto a Lancelot, el mismo se la mira unos segundos, pero no hace ademán de cogerla. Pero Silvano no podía preocuparse por algo así ahora... Girándose y con el arco preparado, espera la llegada del enemigo. Y cuando por fin llega, su confianza se debilita en gran medida. 

Nada menos que cinco hombres aparecen por el pasillo. Aquellos debían de ser los últimos hombres de Sweet Lust que había por los alrededores a juzgar por todos los que ya habían caído (Seguramente lo que estaban haciendo guardia en la torre o durmiendo). Y a estos no los habían pillado por sorpresa... Iban cargados con protecciones y con diferentes armas. Ni siquiera para Crow, sospechaba Silvano, iban a ser un rival sencillo. 

Los hombres parecen confiados cuando ven que solo se enfrentaban a dos atacantes. Uno de ellos, que parecía el cabecilla, hace un gesto con las manos para que el resto rodee a Silvano y a Crow. 

Conforme iban entrando los hombres a la sala, Silvano tenía más y más claro que necesitaba evitar a toda costa que estos les rodearan a él y a Crow, por lo que al ver el primer movimiento que pone en peligro su flanco, dispara a la cara del primer hombre. Era de vital importancia contener al grupo de hombres mientras Loth y un desfallecido Lancelot se sumaran al combate.

Silvano dispara su flecha con demasiado entusiasmo y termina por soltar la cuerda torpemente. La flecha sale disparada directa hacía el hombre pero pasa por al lado de su cara. El hombre la mira de reojo con el ceño fruncido, pero no cambia de posición y centra su atención en Silvano. 

Crow, aún en posición de ataque, no parece hacer ademán de moverse del lugar, incluso él sabía que un ataque frontal con esa diferencia de números no podía salir bien. Loth seguía trabajando con algo más de prisa y nerviosimo ahora, aunque no parecía que en ese estado fuera a conseguir nada de utilidad. Los enemigos ya habían tomado posición (Aunque sólo habían rodeado la mitad de la sala), dos de ellos con el arco preparado y apuntando hacía Crow y Silvano, obligando a ambos a repensarse el realizar alguna otra acción directa. 

- ¡Vamos a ver, ratas! Estáis atrapadas así que se os acabó el juego. - Dice el portavoz, con confianza, cómo si aquella batalla ya estuviera ganada. - Os voy a explicar las reglas que tenéis que seguir para seguir con vida. Bajaréis las armas, meteréis el culo en uno de esos calabozos y esperaréis pacientemente la llegada de Sweet Lust. - Y algo más autoritario añade. - ¿¡Me habéis entendido!?

- ¡Ja! ¿Y qué tal si os marcháis por dónde habéis venido? Por lo que se habla de la puta de vuestra jefa, la muerte es un final más generoso que caer en sus garras. Casi que nos hacéis un favor si nos matáis. ¿Podéis decir vosotros lo mismo? -dice mientras tensa el arco en dirección hacia uno de los arqueros. 

Tan pronto cómo Silvano levanta el arco para apuntar, uno de los arqueros enemigos dispara la flecha que ya tenía preparada. Silvano no tiene tiempo para esquivar y recibe el impacto de lleno en el antebrazo con el que sujetaba el arco, obligandole a soltarlo. El dolor de llega a Silvano inmediatamente, que suelta un grito sin poder evitarlo. De la herida comienza a mandar un hilillo de sangre, por lo que Silvano se la sujeta instintivamente. Por suerte para él, la flecha no había atravesado por completo el brazo. 

El portavoz se ríe a carcajadas al ver el resultado.

- ¡Me parece que no lo habéis entendido! Ya habéis hecho bastante daño hoy, ahora nos toca a nosotros. Pero no penséis que os daremos el placer de la muerte. - Se pone más serio. - Ahora obedeced, ¡Y decidle a esa puta que se aleje de esa cerradura de una vez! - Señala con la cabeza a Loth. 

Al darse por eludida, Loth cesa en sus intentos de abrir la puerta. Suelta sus herramientas y se da la vuelta. Crow, por su lado, mira a Silvano de reojo, con cierta incredulidad ante de la precariedad de su acto. 

-Entiendo... -musita para sí asimilando con resignación la divergencia de la escena. -Se hará cómo digáis. -dice mientras empieza a retroceder de espaldas en dirección a las jaulas sin perder de vista a los arqueros. -Loth, querida. Será mejor que dejes eso si no quieres acabar como un muñeco de prácticas. 

El hombre sonríe placido, entonces hace un recorrido con la mirada por la sala y se detiene en una prisión abierta 

- Ahora... Soltad vuestras armas en el suelo y meteos ahí. - Señala la jaula con la cabeza. - Nadie quiere que ocurran más accidentes, ¿Verdad? - Sonrisa de superioridad. 

Silvano observa el lugar donde el hombre insiste con la mirada, vuelve a tornar la vista hacia el frente, y con la agilidad que le permite un solo brazo, empieza a desabrocharse la funda del espadón de su espalda mientras sigue caminando hacia atrás. Durante el proceso, dedica una mirada de reojo a los movimientos de los hombres que tenía al frente, sin olvidar a Crow. 

Rodeados cómo se encontraban, el resto no ve tampoco otra posibilidad que rendirse hasta que se les ocurriera un plan mejor. Resignados, dejan sus armas en el suelo lentamente y se comienzan a dirigir a la prisión que les señalaba el portavoz. Y de pronto, y sin señal previa, los arqueros que les estaban apuntando caen abatidos por dos flechas casi simultaneas. 

Silvano apenas tiene tiempo de girarse para ver cómo el Jefe es a su vez atravesado por una gran espada por detrás. Y mientras que el cuerpo del hombre cae, Silvano apenas puede creerse lo que ven sus ojos. Sosteniendo la espada había una cara conocida... Era Arc. 

Algo aturdido, Silvano apenas se da cuenta tampoco de cómo Crow corre a coger su arma para acabar con el cuarto enemigo, mientras que el quinto es acorralado por los dos enmascarados. Los mismos le disparan dos flechas con los mismos arcos que habían usado para matar a los arqueros en las sombras de entrada del túnel. 

No había tiempo para muchas celebraciones, pero a pesar de ello Arc se acerca a Silvano. Al mismo tiempo, los enmascarados se encargan de sacar a un débil Lancelot de la prisión en la que estaba encerrado (Por lo visto, la puerta de la misma ya estaba abierta). Arc le dedica una mirada de preocupación a Lancelot, pero parece aliviado, y le dedica una sonrisa al estupefacto Silvano. 

- Hacen falta algo más que un par de piedras para matar a alguien con sangre Dyr. - Le dice con orgullo mientras que le da una palmada en el hombre (El que no pertenece al brazo herido). - El derrumbamiento que provocaste podría haber sido mi perdición, pero resultó ser mi salvación. Abriste un agujero hasta el exterior, y ellos me encontraron. - Dice señalando a los miembros del Jarad que ya estaban avanzando junto con Loth hacía la salida. Por lo visto Loth se estaba encargando de dar un informe de la situación.

Crow, por su lado, se estaba paseando por la sala asegurándose que los enemigo estaba realmente muertos y se detiene delante de la prisión dónde aún estaba su tembloroso guía. Mientras que limpiaba sus armas distraído, le recordaba al hombre lo que le pasaría si intentaba hacer alguna tontería. 

La sorpresa y la confusión eran dueños de Silvano. No daba crédito a lo que veían sus ojos y no entendía cómo la situación se había tornado en contra de sus enemigos. Ver a Arc con vida aligeró una intangible carga para Silvano que le estaba reconcomiendo la consciencia. Por un momento se olvidó de su herida, y miró a Arc a los ojos, aunque no pudo mantenerlos por mucho rato debido a la vergüenza que sentía por lo acontecido con el semidirk momentos atrás. -Arc... no había mucho tiempo, solo quería que se cayese la lámpara... -dijo con voz queda mientras agachaba la cabeza hacia bajo. Hubiera querido alargar más la escena y disculparse como se merecía Arc, pero el tiempo jugaba en contra de todos y Silvano no quería gastar algo que no tenía. Buscó con la vista las armas de las que se había desprendido y se las equipó a toda prisa. 

Arc lo mira tranquilo y sereno mientras que Silvano recoge sus armas. No parece que lo culpe de nada. 

- Todos sabemos que no eres un experto en lo que refiere a salirte con la tuya, Sil. - Dice sonriente. - Pero lo importante es que has venido, y que te has arriesgado por nosotros. Eso demuestra que eres digno de pertenecer a nosotros más que nada... - De pronto Arc parece pensar algo. - Siento que tuviéramos que dejarte atrás. Quizás si hubiéramos sido más no habríamos llegado hasta esta situación. - Frunce el ceño. - En todo caso, ahora es hora de salvar al miembro más importante de está misión. - Comienzan a avanzar hacía la salida, lo más rápido que pueden. - Sabemos dónde tienen a Ariadna. Los hombres que me han ayudado a venir han visto cómo dos de los matones de Sweet Lust se dirigían a uno de los burdeles de la ciudad, seguramente para avisarla. Nada nos asegura que Sweet Lust no llegué aquí en cuestión de minutos, y creeme si te digo que no queremos encontrarla cuando eso pase. Más vale que nos demos prisa. 

-Salgamos entonces por la puerta del sótano. Convendría recuperar el cuerpo de uno de los nuestros. Está de camino a la salida. -dice intentando que Loth no oyera esa parte. Después de un breve descanso tan corto como la pausa de una frase, Silvano se dirige a Lancelot y lo agasaja con formalismos propios de dos amigos que no se ven en mucho tiempo. -¿Cómo estás? Ya solo queda un último esfuerzo, debemos salir de aquí antes de que acudan más esbirros.

Lancelot aún parecía estar en estado de shock a pesar de estar siendo guiado por los enmascarados. Cuando Silvano se acerca puede ver que su mirada sigue pérdida en la nada. Tras sus palabras, simplemente le asiente levemente sin dejar de caminar. Era evidente a esas alturas que su viejo líder iba a necesitar tiempo para recuperarse... ¿Que tal cruel podía ser Sweet Lust para poder destrozar a un hombre cómo Lancelot de esa forma en tan poco tiempo?

El grupo avanza algo más lento de lo que le gustaría, pero al cabo de unos minutos terminan por llegar de nuevo al pasillo de las mazmorras. Allí encuentran los cadáveres dónde los habían dejado, incluido el de su compañero enmascarado. A pesar del dolor reflejado en los ojos de Loth al volver a observarlo, deciden dejarlo atrás, pues sólo iba a conseguir retrasarlos aún más. Loth le dedica unas breves palabras (Típicos ritos del Jarad) antes de retomar la marcha. 

Cuando llegan a la sala que daba las escaleras, encuentran que el bloqueo había sido destrozado, seguramente por los guardias que les habían atacado. Pero en vez de seguir adelante giran hacía la derecha, en dirección a la trampilla, puesto que el burdel en el que debía encontrarse Sweet Lust se encontraba más cerca de la puerta principal. Tras pasar la sala que daba al almacén avanzan por un estrecho pasillo (Casi se ven obligados a mover a Lancelot a empujones para que avance por ahí debido a su debilidad) y al final del mismo había una diminuta sala con una escaleras de mano que subían hasta una trampilla en el techo.

Silvano, que iba al frente, intenta levantar la trampilla sin mucho éxito. A pesar de que se moviera ligeramente, era demasiado pesada. Se ve obligado a bajar para que Arc sea quien se encargue de la misma. Parecía mentira que el Medio-Dyr tuviera aún fuerzas para hacer algo así... Quizás se debía a que Sweet Lust no se había ensañado tanto con él cómo con Lancelot. Con la trampilla levantada y apartada a un lado, el grupo va saliendo de uno a uno lentamente. De nuevo, tienen que empujar a Lancelot desde abajo para que avance, y de hecho es Pals quien lo sube hasta arriba cuando lo tiene al alcance agarrándole cómo puede de los brazos (Eso si, en el proceso Lancelot suelta un grito desgarrador por culpa de sus heridas). 

Tras abrir la puerta del pequeño almacén en el que estaban metidos una vez arriba, se encontraban por fin en el exterior. El grupo se detiene un momento para respirar, agotado, y rápidamente vuelve a retomar la marcha a paso ligero. Primero se alejan lo más que pueden de la zona y después comienzan a rodearla, dejando cómo centro la base de la que acaban de salir. No ven ni rastro de Sweet Lust o sus hombres, pero todos estaban convencidos de que no tardaría en llegar... Y cuando lo hiciera y se diera cuenta que habían escapado pondría la ciudad patas arriba para encontrarlos. Debían llegar rápido al burdel. 

Cuando tienen el lugar localizado al fin, el grupo se detiene a varias calles, metidos en un callejón. Allí deciden que Lancelot necesitaba atención urgente, por lo que los enmascarados se encargan llevárselo a la sede del Jarad de la ciudad. Cuando los mismos se estaban alejando, Arc se acerca a Silvano. 

- Se lo mucho que quieres ir a salvar a Ariadna, Sil. Pero me preocupa que esa herida pueda ir a peor. - Señala el hombro de Silvano, dónde la sangre ya se había secado por encima de la ropa. Se la había vendado con un pedazo de ropa, pero a cada paso que daba el dolor volvía cómo una puñalada. Silvano tenía claro que no iba a poder usar ese brazo para luchar durante algún tiempo. - Quizás deberías irte con ellos. 

-Soy consciente de mi estado, y puede que en algún momento pueda comprometer el objetivo de la misión, pero somos pocos y no podemos prescindir de ninguna ayuda. Quizá pierda el brazo o quizá pierda la vida... -dice con cara de póquer mientras se examina la prenda anudada a su antebrazo. -Pero nada de eso es tan importante como la vida de Ariadna.  Tras eso, mira con profundidad a los ojos de Arc, y no aparta la mirada hasta que este comprende que Silvano no se va a ir con el grupo de los heridos. Un instante después, se acerca a Lancelot y al resto de enmascarados.

-Sed precavidos de regreso a la base. Como no os relacionen con el hundimiento del cuartel, tendremos serios problemas. Id a reunir caballos por si algún caso, haced el favor. Quizá haya que salir a toda prisa de la ciudad y eso es algo que también os incumbe a vosotros teniendo en cuenta que la criminalidad parece ser dueña de estas tierras. -dice a toda prisa mientras no para de hacer señas en dirección a varias calles mientras intuye la dirección por la que se encuentra la base del Jarad. 

Silvano evalúa el estado del resto de los hombres por ver si alguno quiere hacer un comentario antes de partir.

Un asentimiento silencioso fue lo único que hizo falta para que el grupo se pusiera en marcha. Avanzan sigilosamente y sin hablar por los pocos callejones que los separaban del burdel y se detiene en un callejón muy cercano a la entrada del mismo. No era un lugar especialmente lujoso, pero decantaba por encima de tanta podredumbre debido a las antorchas que iluminaban su entrada y la brillante cortina de color rojo que servía cómo puerta. Del interior del local también provenía luz de diferentes colores cálidos, y incluso desde dónde estaban asomados podían sentir el exótico olor de perfumes y incienso. 

Había dos guardias en la puerta. Iban algo mejor vestidos que los hombres a los que se habían enfrentado dentro de la base de Sweet Lust, pero su corpulento cuerpo y su aspecto tosco dejaba claro que con un simple cambio de traje parecerían simples matones de callejón. No muy lejos del lugar, apoyado en una pared, había un guardia de la ciudad, que miraba alternativamente a los alrededores y al local. 

Mientras que el grupo espera, un nervioso hombre se acerca a la puerta, enseña un papel a los guardias, y los mismos le indican que pase tras un gesto con la cabeza. El hombre parecía aliviado y ansioso cuando entra en el local. 

El grupo espera en silencio, cómo si estuvieran planeando mentalmente cuál iba a ser la brecha que les permitiera colarse sin alertar a media ciudad, o peor aún, a Sweet Lust. 

Silvano observa con impaciencia al grupo de guardias apostados en la entrada. Entrar con violencia no parecía una opción, quizás iban a necesitar otra estrategia más diplomática, aunque en caso de conflicto, no parecía que el centinela de la ciudad fuera a echarles un cable.

-¿Y bien? ¿Alguna idea? Me parece que ninguno de nosotros tiene un salvoconducto para entrar ahí... -dice mientras medita alguna idea en la cabeza. -Si no podemos entrar, quizá tengamos que hacer que salgan y distraerlos con algo. -comenta a sus compañeros moderando el tono de voz.