Partida Rol por web

- El orgullo de los Khanforn. Mi mismo orgullo. El de los Monzward. El de todo Helltia. Hay muchas razones por las que estas negociaciones van a salir mal, y la mitad de ellas tienen que ver con el orgullo. Por orgullo, mi pescuezo terminará rebanado, y Helltia no cambiará ni un ápice. En ningún momento he tenido esperanzas en estas negociaciones.

- Agradezco que sea sincero conmigo, Lord Escorpión. - Dice Arthur con tono agradecido. - Y ahora, si me disculpa, debo acabar con otros asuntos pendientes antes de partir. No creo que tarde en recibir notícias mías... Aunque quién sabe.. Quizás para cuando lo haga la capital ya este bajo su poder. - Se aleja un par de pasos. - Hasta entonces, buen viaje. 

Y Erik puede escuchar cómo las pasos de Arthur se alejan por el pasillo. Al rato, Jonathan habla. 

- Sigue sin darme buena espina ese hombre... - Su tono era de desconfianza. - Sin embargo, no había nadie en esa reunión del que me acabara de fiar. Sin embargo, da la impresión de que Robert va a ser más problemático que él. 

- No te puedes fiar ni de tu sombra.

Comienzo a caminar, apoyándome en una pared, hasta que Jonathan viene a ayudarme.

- Eres muy valiente fiándote de un escorpión. Jajaja.

Siguen caminando en silencio, lo que le produce una cierta tensión a Erik en el cuerpo, habría esperado alguna clase de respuesta por parte de Jonathan. Sin embargo, la respuesta termina por llegar para su tranquilidad, algo cabo de varios minutos. 

- En algo hay que confiar si uno quiere mantener la cordura... - Dice con seriedad. Y después algo más amigable añade. - Llevo muchos años trabajando bajo sus órdenes, Lord Erik. Creo que he llegado a conocerlo en ese tiempo... Y se que puedo confiar en usted siempre que le siga siendo útil. - Sus últimas palabras estaban cargadas con un ligero reproche, casi imperceptible. 

- ¿Qué piensas? ¿Que cuando dejes de serme útil te daré de comer a los escorpiones? Aunque a veces no lo parezca, tengo mi corazón, Jonathan. Me has servido bien. Cuando no seas útil, procuraré que vivas tus últimos días en la felicidad. Procuraré que tus hijos tengan buenos puestos entre mis filas. O procuraré que mi hijo lleve a cabo todo eso. Me queda menos tiempo que a ti.

- De verdad que espero que así sea, mi señor. - Dice Jonathan al tiempo que acelera ligeramente el paso. 

Llegan hasta la habitación al cabo de pocos pasos, pues no estaba muy lejos de la sala dónde se habían reunido. Una vez allí, Erik se acomoda en un asiento, agotado a pesar de no haber estado moviéndose demasiado. Ya no sabía si su fragilidad era por culpa de sus heridas o su vejez. 

- Creo que debería ir a avisar a los hombres sobre las nuevas noticias. - Anuncia Jonathan. - A no ser que necesite algo más de mí. 

- Puedes ir, Jonatan. Gracias por todo.

Una vez se marcha, me tumbo y me quedo pensativo en mi cama. En algún punto me duermo sin darme cuenta y despierto un buen rato más tarde.

El día que sigue lo invierto sobre todo en pensar lo sucedido... pensando una manera de evitar las negociaciones.

Se me ve poco fuera de la habitación, y menos hablando con alguien que no sean Jonatan o David.

Un día después y tras mucho meditar, decido enviar la carta. Voy a ir, definitivamente. Pero antes tendremos que enviar un comunicado para que sepan a qué vamos.

Por ello, mando buscar a alguien que escriba la carta, y hago llamar a David y Robert, para que sean testigos de que mi carta no tiene intenciones ocultas.

 A Angus Monzward y el consejo,

Señores, seguramente no habrán podido evitar percatarse de mis intenciones. Tengo, como ya debe ser claro, tomar la capital, junto con los Hollster y los Khanforn. Los hombres de Helltia, tras percatarse de que nuestra marcha a Gortress no era casual asesinaron a Gholas, pese a que la guerra no estaba incluida en nuestra intención inicial.

Pese a lo mucho que me duele su muerte, y seguramente lo hará con sus hijos, estamos dispuestos a terminar esto de forma pacífica. Nuestras exigencias son un cambio en el gobierno de Helltia. Lo que ofrecemos es no tomar Gloryhill.

Si aceptan estas condiciones, podemos reunirnos en la misma sala del consejo en el tiempo que mi transporte permita llegar.

Atentamente,

Erik Escorpión, Lord de la casa Escorpión, consejero de economía de la corte y azote de bandidos.

El escriba me relee la carta. Me doy por satisfecho.

David no parece poner objeciones al contenido de la carta, sin embargo Robert no está tan seguro. 

- Suponiendo que realmente le dejaran entrar en el castillo para reunirse con ellos, cosa que parece poco probable... - Comenta cuando el escriba había acabado de leer la carta. - No podemos asegurar su seguridad en ese lugar, podrían incluso tenderle una trampa. Lo más sensato sería reunirse en un lugar a medio camino entre el ejército y el castillo, según mi opinión. 

Giro la cabeza hacia el lugar de donde viene la voz, extrañado.

- Creía que la intención era que aceptaran tener esa reunión. Si les intentamos forzar esas condiciones es posible que no quieran colaborar. ¿Usted que opina, David?

- ¿Y-yo? - Reacciona David, al parecer sorprendido de que se le pida su colaboración. - Creo que... - Comienza a decir, algo inseguro. - Por un lado, parece probable que el rey se verá más dispuesto a reunirse con usted si la reunión se celebra en el castillo... Por otro lado... Debo coincidir con Lord Robert en el hecho de que es peligroso. Aunque si contamos con la colaboración de su hijo... Quizás no sea una locura. 

- No, mi hijo no asistirá a la reunión. Me encargaré de que no venga. Y es exclusivamente por si me pasara algo a mi. Mi hijo será mi seguro de vida. En el momento que yo muera, él tomará la capital.

Tras unos segundos de silencio, vuelvo a hablar.

- Estableceremos un punto intermedio. No es solo mi seguridad la que está en juego. Soy un viejo que ha vivido mucho, pero no es vuestro caso.

Robert propone utilizar un claro bastante extenso, cercano a Gloryhill, por tal de evitar el riesgo de emboscadas indeseadas. Además, cuanto más cerca estuviera el ejército de Gloryhill, más persuasivos podrían ser sus argumentos. A parte, él tener cerca a la capital seguramente le daría más confianza al rey en caso de que quisiera retirarse. 

Era el Claro de los Caídos, conocido por haber sido el escenario de muchas batallas en el pasado, algunas datadas incluso de la de época de cuando Helltia aún pertenecía al Imperio de Emphart. La mayor peculiaridad de aquel lugar era que destacaba por encima de varias zonas de los alrededores, pues ninguna vegetación crecía jamás en él. 

¿Un claro? No, no me gusta nada esa idea.

Hace muchos años estuve en una posada, situada muy cerca de la frontera que separa las tierras de los Monzward de las tierras de los Hollster. "La Frontera". Una posada más acogedora que original. Es un lugar de paso típico para los viajeros y muy próspera y famosa. Mucho mejor que un claro.

Hago que cambien la parte de la carta que dice "Si aceptan estas condiciones, podemos reunirnos en la misma sala del consejo en el tiempo que mi transporte permita llegar." por "Si aceptan estas condiciones, nos podemos reunir en la posada La Frontera, únicamente con nuestras respectivas guardias personales."

Una vez hecho el cambio y aceptado por Robert y David, procedo a hacer que me escriban la carta para mi hijo:

 Lucas,

Ha habido un cambio de planes. Vamos a procurar firmar un pacto con la capital. No es necesaria tu intervención, y te pido que te mantengas en tu puesto. Si algo me ocurriera, no dudes en tomar la capital.

En otro orden de cosas, tu abuelo Gholas ha pasado a mejor vida. Pediremos responsabilidades al rey por ello, puesto que fueron sus hombres los que le mataron, y esto formará parte de las condiciones.

Son tiempos difíciles, hijo, y tu padre te necesita más que nunca.

Erik Escorpión.

Puesto que enviar esta carta podría ser un problema, decido que añadan una referencia a esta carta en la anterior, indicando que debe ser entregada a mi hijo, y que pueden leerla para comprobar que no intento tenderles ningún tipo de trampa.

Una vez termino con esta carta, toca la carta a los Khanforn.

 Querida familia Khanforn,

Lamento los cambios de última hora. En mi última carta, indiqué que marchábamos a la guerra. Según ha sido decidido en Gortress, vamos a dar una oporunidad a la paz. Lamento tanto como ustedes la partida de Gholas, pues era como un padre para mi, pero él hubiera querido solucionar esto de una forma pacífica.

Mientras dicto estas palabras, me giro a Robert y David, a ver si tienen algo que decir. Realmente, a medida que las dicto, me doy cuenta de lo poco efectivas que deberían ser. Ha muerto su padre, van a querer venganza. Bueno, venganza les daremos. Continúo dictando:

 Aun así, el delito de la capital no quedará impune. La compensación por lo ocurrido será parte de las condiciones de paces.

Les invitamos a la reunión de paz de aquí X días en la posada La Frontera, donde asistirá el rey, así como los presentes en Gortress.

De nuevo, lamento la confusión. No es necesario que retiren su ejército ni que dejen de prepararlo. La presión contra la capital será un factor decisivo a la hora de conseguir esa tan ansiada paz y un cambio en el gobierno de Helltia.

Siempre vuestro,

Erik Escorpión.

Me doy por satisfecho y espero una respuesta del resto de presentes.

- Supongo que no podemos optar a nada mejor, respecto a los Khanforn. - Dice Robert, algo inseguro. - Pero respecto a su hijo... ¿No considera que es demasiado arriesgado? Tendremos suerte si no lo tienen encerrado ya, sólo por ser su hijo... Pero con esa carta, ¿No estamos motivandoles a que lo hagan por prevención?

- Si encierran a mi hijo, nos dan una razón para atacar. Si me encierran o me matan, os dan a vosotros y a mi hijo una razón para atacar. Si pretenden seguir vivos, nos mantendrán vivos a nosotros.

- En ese caso, esperemos que la carta llegue antes de que hagan nada precipitado. - Dice Robert, algo más convencido. - Y en todo caso, esperemos también que los Khanforn sean razonables... Todo lo razonables que puedan ser después del golpe que han sufrido. - Suspira. - Supongo que si no hay nada más que añadir, deberíamos mandar las cartas tan pronto cómo sea posible. 

Tras aclarar un par de detalles menores y dar su reunión privada por finalizada, Erik le entrega personalmente las cartas al encargado de los cuervos de la Casa Hollster. Aunque no puede verlo, escucha todo el proceso, desde que el hombre saca los cuervos de sus jaulas, hasta que los mismos emprenden el vuelo. Aquellos mensajes eran demasiado importantes, no podía permitirse ningún error. 

Ese mismo día, bastante tarde y para su sorpresa, recibe la visita de Jonathan en su dormitorio. 

- Mi señor, vengo a informarle de que cálculo que mañana los hombres estarán ya listos para partir en cuanto de la orden. El ejército de Lord Jaime esta en camino, pero podrá unirse a nosotros en un punto acordado del camino. - Después de que Erik comente algo al respecto, Jonathan sigue hablando. - Y hay algo más. Cómo le prometí he intentado indagar algo sobre Arthur Huntbow, en concreto sobre su familia. Supongo que no hay nada especialmente relevante, está casado con la hija de uno de las Casas del norte de las tierras de los Hollster, tiene varios hijos que por el momento no ha mandado a convertirse en Escuderos de nadie... Quizás lo más relevante es que se rumorea que no tiene una buena relación con su mujer, es para todos evidente que no se casó por amor. 

- Muchas gracias Jonathan. Me encantaría saber qué tiene esa mujer para que Huntbow se casara con ella. ¿Un padre rico? ¿Raíces nobles? Pero ya no tenemos tiempo para eso. Aunque le daré el mejor uso posible a esta información.

Iba a despachar a Jonathan, pero entonces recuerdo algo.

- Jonathan. ¿Podrías hacerme un favor? Traeme al boticario de nuestro ejército. Necesito un unguento, que la lumbar me está matando.

En un rato, Jonatan trae al boticario: Ronald Cross.

Ronald Cross es un chico joven de 19 años, que hasta hace poco era el aprendiz del boticario, que murió hará un año. Ronald ha demostrado ser un verdadero genio en este campo y ha demostrado tener mucho talento innato para unguentos, potingues y "pócimas".

Pese a que es algo nervioso, y sobre todo cuando está conmigo, me respeta enormemente dada mi posición y hace su trabajo de la mejor de las maneras.

Aun teniendo solo 19 años, tiene esposa y un hijo en su pueblo natal, en las tierras de los Escorpión.

Rápido y servicial, Ronald no tarda demasiado en aparecer tras la partida de Jonathan. Erik había podido escucharle llegar mucho antes de que estuviera delante de su puerta, debido a los frascos que se entrechocaban en el interior de su maletín. Tras picar varias veces, Erik le invita a pasar. 

- Buenas tardes, Lord Erik. - Pero de pronto de corrige rápidamente. - O buenas noches, mejor dicho. ¿Que desea de mí? ¿Vuelve a necesitar un calmante para sus heridas?