Partida Rol por web

El recuerdo de aquellos caminos parecía lejano para Gustav, casi cómo si formaran parte de una vida pasada. Pero para su desgracia, aún podía verse con su armadura de soldado, patrullando lugares cómo aquel. Y cuando ese tipo de recuerdos afloraban, también lo hacían los recuerdos de aldeas ardiendo y gente inocente huyendo. Había luchado durante muchos años después de abandonar el ejército... Después de abandonar esa vida. Pero cómo si de una jugarreta del destino se tratará, Gustav sabía que aquellos recuerdos iban a volver a ser una realidad. Pues la guerra inevitablemente traería la muerte de inocentes y la destrucción. Pero Gustav había asumido eso hace tiempo, pues guerra era lo que había ido a buscar al sud... Ahora sólo necesitaba que sus próximas acciones hicieran que las cosas se decantaran a favor de sus objetivos.

Gustav, Smith y Hannah habían dejado atrás ya las tierras de los Escorpión. Habían podido ver la tensión y el miedo en las aldeas, a gente viajando lejos del conflicto y directo hacía las ciudades más poderosas en busca de protección... En conjunto, se podía resumir como la implacable presencia de la guerra.

Pero ahora estaban en las tierras de los Hollster, recorriendo los caminos a caballo. En un par de días llegarían hasta Gortress, la ciudad dónde esperaban encontrar al líder del Escudo de Justícia, y quizás también alguna que otra respuesta sobre las acciones que estaba llevando a cabo el perseguidor de aquella guerra, Erik Escorpión. 

El humor no era algo que abundara entre los tres miembros del grupo. Incluso Smith, que más de una vez se encargaba de animar a la gente, permanecía callado la mayor parte del tiempo.

Durante un descanso, Hannah, que parecía haber estado concentrada durante bastante rato en algo, suspira cansada. Y al fin rompe el tenso silencio que había rodeado al grupo durante horas.  

- Parece imposible lo rápido que se está complicando todo, ¿No crees? - Se dirigía a Gustav. - En pocos meses, Helltia se va a convertir en un campo de batalla de unas proporciones nunca vistas en muchos años... La Nueva Emphart, los Golems, la Iglesia... Y quizás, incluso los Gnagerit. - Se ríe para sí. - Siempre me ha gustado pensar que el Jarad tenía el control de la situación, que la información es todo el poder que se necesitaba... ¿Pero cómo se controla a fuerzas tan poderosas? - Vuelve a suspirar, y al rato continua. - Me gustaría pensar que lo que vamos a hacer va a servir de algo... Pero estamos de en una carrera contrarreloj para convencer a un hombre, que difícilmente va a escucharnos a estas alturas, de que no complique más las cosas. Tristemente, quizás de su colaboración dependa la salvación de muchas vidas inocentes... - Se queda callado unos segundos más, y entonces vuelve a mirar a Gustav. - ¿Que piensas sobre ello?    

- Cuando llegué a Weise lo vi claro. Está demasiado seguro de su historia pero una vez empiece el conflicto verá que no se puede ejercer control del caos de la guerra, solo queda luchar para intentar acabar en la cima de cadaveres cuando todo acabe. Zack y él no son tan distintos, los dos muestran la arrogancia del que cree que tiene el control. Lo sé porque cuando mi banda era la sombra que atemorizaba todo el que atravesara los caminos, no había combate en el cual no fueramos una fuerza imparable. Esa arrogancia la he vivido pero desde el incendio he empezado a ver el caos de una forma más clara. - Me muevo un poco donde estaba dando mi discurso y añado. - La conversación con Zack será complicada pero estoy seguro que las ventajas que traigo no serán ignoradas, puesto que al ver el ejercito de Escorpión tiene que estar viendo reflejada su propia ruina y cada vez estará más desesperado por una salida a parte de la horca. - 

Hannah no parece tan convencida cómo Gustav. 

- Quiero creer que estás en lo cierto, y que esta situación lo habrá hecho recapacitar sobre sus prioridades pero... - Chasquea la lengua, asqueada. - No creo que debamos subestimar el poder que tiene ahora mismo el Escudo de la Justicia sobre el pueblo. Al no haber realizado un golpe aún, cualquiera podría esperar que el pueblo perdiera la fe en ellos... Pero extrañamente está teniendo el efecto contrario. El pueblo siente que algo se está preparando, algo grande... Es casi cómo si hubieran convertido esa banda en una idea... - Niega con la cabeza, y frunce el ceño. - Ahora mismo son tan útiles para el Jarad como peligrosos. Y estoy segura de que Zack lo sabe. 

- Veremos como se desenvuelve la situación. Zack no ha hecho nada aun porque no tiene la fortaleza para hacerlo. Cualquier movimiento con sus fuerzas actuales desencadenaria una masacre de sus hombres y lo que más le importa a él. Su propia muerte. - Dicho esto desvio mi mirada al cielo, después de unos instantes sin decir nada prosigo.- Creo que deberiamos descansar un poco. La noche es tranquila, no tengo muy claro si en los tiempos que se avecinan podré dormir sin tener un ojo abierto y la espada cerca. - Me alejo un poco la espada de donde voy a dormir y miro a Smith y a Hannah por si aprueban mi indulgencia.

Hannah hace un gesto de conformidad y también se tumba, soltando un gran suspiro. Smith, por su lado, parecía totalmente perdido con todo aquello de lo que habían estado hablando. Se queda sentado, mirando hacía los lados con la mirada llena de determinación, cómo si hubiera decidido que la primera guardia iba a ser la suya.

Acordamos que Smith haga la primera guardia y casi instantaneamente me quedo dormido. El peso de las últimas semanas es muy grande. 

Había dormido tan poco en las últimas semanas que no había soñado con nada. Cuando estaba recuperandome por la caída solo recuerdo tener delirios. Hannah me despierta para la guardia, me despierto asustado. Observando a mi alrededor como si ya estuviera en guardia, mis ojos no se fijan en hannah sino en una figura entre los arboles. Observandome.

- Está bien. - Digo recuperando la compostura mientras me fijo en la figura entre los arboles, estaba detrás de Hannah por lo que simplemente parece que estoy un poco dormido aún. Hannah parece que no le da importancia y se va a dormir. 

Me siento, apoyandome en un arbol. Mientras miro la figura repaso lo último que estaba soñando. [Las narraciones son como si las contará a alguien]

Estaba paseando por la calles de la capital con Whilheim. Nos dirijiamos a uno de los parques de la ciudad. Habiamos quedado con dos chicas. Cuando llegamos reconocí a Sofia, la mujer de Whilheim pero mucho más joven que la última que la vi. Sofia estaba con una chica de pelo negro, ojos azules y muy pálida. En mi sueño no la reconocia, era Elisa.

El mundo de los sueños es curioso, por tener la oportunidad de revivir el momento que tenia delante mio, lo hubiera entregado todo. Poder decir las cosas que me quedé sin decir. Pero simplemente estaba recordando el día que conocí a Elisa, Whilheim y Sofia hacía poco que se habían conocido y este insistio a su futura prometida si veia a alguien que encajaria conmigo.

Yo era joven y pese a que mi trabajo era de repartidor consegua sobrevivir bastante bien. Todo sea dicho gracias a la ayuda de mis padres que siempre que podían me enviaban las recompensas de una buena caza. Me había planteando entrar en el ejercito, siempre que jugabamos con las espadas con los niños de la pueblo era imbatible, incluso alguna vez con las espadas de madera asustamos a unos matones con dagas que vagaban robando a la gente indefensa que se encontraban. Pero aquello quedaba muy lejos, mis preocupaciones eran pocas y cuando conocí a Elisa. Me hubiera parecido impensable jugarme la vida lejos de ella.

La velada fue perfecta. Elisa además de hermosa era muy lista, mucho más de lo que he llegado a ser, después de que Whilheim y Sofia se marcharan nos quedamos hablando cerca de su casa. Le contaba historias de caballeros y leyendas antiguas que había aprendido mirando las pinturas en el teatro y la iglesia. Ella por el contrario, me miraba con una mirada penetrante. Preguntaba detalles sobre las historias, detalles muy insicivos, los porqué que los cuentacuentos se guardan y llevan a la audiencia a ignorar como si de un truco de magia se tratara. Pero para Elisa todo tenía una razón o una fuerza de la naturaleza que se podía observar. Su padre era un filosofo de cierto nombre, ella desde pequeña tuvo problemas de salud por lo que se crió entre notas de ensayos y debates con su padre.

Lo que a Elisa le sorprendió fue mi habilidad para responder a todas sus preguntas con la naturalidad del que las ha pensado con antelación, realmente al principio tenia problemas para responder pero nuestra relación siguió por mucho tiempo, mis historias y los mundos que las habitaban se volvieron mucho más completos. Gracias a ella.

Después de aquel día nos encontrabamos bastante a menudo, no pasó mucho tiempo hasta que parecía que no pudieramos vivir el uno sin el otro. Cuando me metía en problemas, cosa bastante común, puesto que muchas veces aceptaba trabajos de repartir paquetes que mucha gente estaría interesada en que nunca llegaran, Elisa me acogía en su casa y intentaba sin mucho éxito enseñarme a escribir. Cuando ella sufría una recaída en su enfermedad y no podía alejarse demasiado de la cama, yo estaba a su lado. Ayudando a su familia a cuidar de ella.

Cuando Whilheim se decidió a prometerse con Sofia, pensé lo mismo con Elisa y decidí planearlo todo antes de decirle nada. Pero con las primeras flores de la primavera los mercaderes del sur trajeron la desgracia a Helltia.  La peste. 

Las personas tocadas por la enfermedad se apagaban lentamente, hasta llegar a un punto que quedaban inconscientes y morían en un estado de letargo.

Revivir el pasado tiene ciertas consecuencias, recordar todo el miedo que sentí. No por mi, si no por Elisa y mi familia cuando escuché las noticias de la enfermedad. Primero, tuve noticias de mis padres, gran parte del pueblo estaba enfermo por la peste. Me despedí de Elisa para ir a cuidar de mis padres, le hice prometer que se cuidará y marché.

En el pueblo parecía que la muerte observaba el lugar con su pesado juicio, mi padre y mi madre estuvieron en cama durante días. Hice todo lo que pude pero no conseguí cambiar el destino. Durante sus últimos días decidieron quedarse en la misma cama al lado de la ventana, mirando las montañas. Durante esos días lo vi por primera vez, era un búho con las plumas del color de la nieve pero alrededor de los ojos eran de color carmesí, su mirada tan hipnotizante como fría.

El día que mis padres murieron el buho desapareció, pero mientras llevaba a mis padres al cementerio del pueblo para el funeral, aún notaba sus ojos. El funeral fue sobrio, solitario. No había mucha gente que saliera de sus casas durante los tiempos de la peste.

Cuando acabé volví a la capital, necesitaba saber si Elisa estaba bien. Su padre me recibio y me comunicó que Elisa estaba en cama, no lo quería creer pero cuando llegue a su habitación, allí estaba. Sus fuerzas estaban consumidas, apenas podía levantarse. Pasé todo el tiempo a su lado, contandole historias del mundo y las maravillas que veríamos cuando se recuperara. Pero a través de la ventana apareció, el búho. Lo intenté espantar pero aunque la tirara piedras, siempre volvía. La salud Elisa no mejoró pese a mis esfuerzos cada día que pasaba notaba como su vida iba desapareciendo.

Hasta que llegó el día en el que el buho levantó el vuelo. Elisa había muerto, quedé devastado. Su funeral fue bastante más poblado que el de mi familia pero me quedé en una esquina, observando la vida como si no fuera real. En esta parte del sueño, todos los personajes que la formaban se movían a mi alrededor como si fueran fantasmas. El mundo a mi alrededor empezó a oscurecer cada vez más. Cuando ya casi no veía nada y era incapaz de moverme pude ver sobre mi unos ojos carmesí.

Fue en ese momento que Hannah me despertó.

Ahora estoy despierto, allí está el búho de los ojos carmesí. Mirándome, parece que sonríe por los eventos que me van a suceder.

Me quedo quieto pensando. 

“¿Realmente estoy despierto?”  

La mirada de aquel ser era penetrante, casi desafiante. Gustav quería convencerse a si mismo de que no existía, y de hecho intentaba con todas sus fuerzas apartar su mirada de él pero, cómo si de una fuerza sobrenatural se tratara, le era imposible hacerlo. Verlo sin ver era lo única posibilidad que le quedaba, puesto que había comprobado con anterioridad que no podía hacerle ningún daño. Sólo podía ignorarlo aunque su vista estuviera fija en él, encerrarse en sus propios pensamientos, evadirse de aquella falsa realidad. 

Para la desgracia de Gustav, no era la primera aparición del búho durante su viaje. Lejos de su hogar, Gustav había pensado que no tendría que enfrentarse a su presencia, pero no había sido así. La noche anterior a su reunión con Besen, reunión dónde había descubierto el destino de Maverick y Heath, Gustav hubiera jurado haberlo visto subido en una de las torres del castillo dónde se escondía. Aún en la lejanía, y viendo sola su forma recortada en las sombras, sabía que aquel mal augurio lo miraba fijamente desde allí arriba.

Gustav había intentado hacer las cosas bien siempre que había sentido la presencia del búho en el pasado. Pero aunque aún no quisiera asimilarlo, sus intentos acababan siempre convertidos en fracasos, pues la desgracia siempre llegaba. 

De pronto, Gustav nota un leve cambio de dirección en la mirada del búho. Una vez más, Gustav intenta apartar la mirada con la intención de ver en que se estaba fijando, y está vez lo consiguió. Justo en su línea de visión, dormía Smith plácidamente. Pero, cuando Gustav volvió a mirar la posición dónde estaba el búho, el mismo había desaparecido cómo si se hubiera desvanecido con una corriente de aire.  

"¿El próximo será Smith?" Pienso con tristeza. 

"Siempre he visto que Smith ha sido muy duro, tiene una capacidad asombrosa de sobreponerse a la situación. Tengo que asumir en cualquier caso que la mala suerte le ha seguido desde que salimos del bosque."

"¿Es justo que muera por mi causa? "

Recuerdo a mis compañeros caídos y pienso. "Cuando todo esto acabe, la revolución, la guerra. ¿Nuestra lucha habrá válido la pena?" Suspiro y intento alejar estos pensamientos de mi mente. 

"¿Hasta donde estoy dispuesto a llegar?" Me saco las vendas de la mano y de la cara. Con la mano me noto la piel, rescrebajada, agrietada, puedo escuchar como la piel se me cae al tocarla con los dedos. 

"¿Qué derecho tiene un cadaver a llevar la muerte a gente inocente?"

Este pensamiento se queda, pesado en mi mente.

En el silencio de la noche. Lo único que hago es taparme los ojos con las manos.  Arropado por la soledad, lloro silenciosamente  por todo aquello que he perdido. 

Gustav, absorto en su desesperación, tarda bastante en sentir que algo se mueve a sus espaldas. Cuando la sorpresa llega, ya es demasiado tarde para girarse. Dos brazos pasan por ambos lados de su cuello y lo rodean. Al principio, Gustav reacciona alterado, pensando que se trataba del ataque de un enemigo inesperado. Pero no tarda en darse cuenta de que lo que estaba detrás suyo era Hannah, y sus brazos lo estaban abrazando por detrás, con dulzura.

No dice nada, sólo los sonidos de la noche acompañan la escena junto a la tranquilizadora respiración de Hannah y la entrecortada respiración de Gustav. 

Cuando me abraza estoy rígido, mi corazón se detiene. A cada momento que pasa me relajo, me hundo en el calor de su abrazo mientras intento controlar mi respiración para poder decir algo. 

En esta situación los pensamientos se mueven alrededor mio como las brisas de viento de la noche, fugaces y desordenados. Abrazado por Hannah pienso que quizás pueda permitirme una vida fuera de la guerra, la destrucción y esta venganza que está destinada a destruirme no solo a mi sino a todo aquello a lo que he abierto mi corazón.

Por otro lado, la oscuridad que me consume me dice que el destino ha hablado, mi destino es arder. Arder con un fuego que destruya este imperio, para que entre las cenizas renazca algo mejor. Un mundo en el cual los habitantes de Helltia puedan decidir sobre sus vidas, que los tiranos no decidan por ellos si viven o mueren. 

Como si la distancia entre los dos reforzara un sentimiento o otro intento apartarme lentamente, de Hannah. Con la fuerza de alguien que acaricia algo muy frágil la alejo de mi. Cuando vuelvo a notar el frío de la noche envolverme de nuevo, la abrazo yo. Fuerte. Le digo, casi al oído. 

- ¿Podemos acaso escapar al destino? - 

Hannah le devuelve su abrazo con fuerza, casi con ansiedad. De pronto se aparta pero le coge de la manos con delicadeza, casi cómo si temiera que pudieran romperse en cualquier momento. Lo mira fijamente, con los ojos húmedos.

- Siempre había pensado que no se podía escapar de lo que el destino nos tiene preparados, así es cómo me crió el Jarad... Destinada a hacer a aquello que me correspondía por un objetivo mayor. Ellos eran mi familia, y nunca quise decepcionarlos, por lo que no tenía derecho a elegir otro camino. - Dice con el tono triste. - Pero contigo es diferente... Convertiste tú locura en determinación y haces posible lo imposible. - Contínua más serena. - Pero no es justo que cargues sólo con ese peso. Prométeme que no morirás por esta guerra, Gustav. 

- Hannah...- La miro con tristeza. Entre las vendas que me he sacado se puede notar mi expresión. 

- Esta guerra está destinada a consumirme. Tampoco puedo escapar de ello, se lo debo a mis camaradas caídos. Se lo debo a aquellos que han creído en mi sueño. - Casi no puedo aguantar la mirada de Hannah mientras digo estas últimas palabras. 

Con las manos casi temblado antes de continuar poso mi frente tocando la de Hannah, como si intentará que ella viera lo que pasa dentro de mi mente. 

- Necesito cambiar el mundo, mover lo inamovible. Aunque el peso del mundo pulverize mis huesos... - Lo digo intentando parecer convencido. Lo cual  me parte el corazón. 

Durante varios segundos, Hannah se mantiene en silencio sin cambiar de posición. Parecía que no iba a decir nada más, pero sin apartar su cabeza de la de Gustav vuelve a hablar, de forma pausada. 

- Hace varias semanas, cuando estábamos encerrados en aquel castillo... Me preguntaste que haría después de que todo esto acabara. Cuando el Jarad ya no sirviera de nada en este mundo... - Se aparta, y vuelve a mirarlo. - En ese momento no supe que responder... Contemplar la posibilidad de que dejara de tener un objetivo era demasiado aterrador para mí. Pero no he dejado de pensar en ello, Gustav. - Se aparta un poco, cómo si de pronto se sintiera incómoda. - He sido una herramienta de los demás toda mi vida... Creo que por una vez me merezco ser un poco egoísta. - Mira con determinación a Gustav. - Se lo injusto que es que diga esto después de todo por lo que has pasado... Pero quiero que lo hagas por mí, Gustav. No dejes que el pasado o el presente te destruyan más... No lo hagas... - Niega con la cabeza, cómo si imaginara la respuesta de Gustav. Las lágrimas le corren por las mejillas. - No te pido que abandones tu batalla, yo misma te ayudaré a continuar con ella. Lo único que pido es que sobrevivas a la misma. Cuando todo acabe... Si existe de verdad la posibilidad de que elija mi camino cuando eso ocurra... Quiero que sea un camino a tu lado. 

Acorto la distancia con Hannah, le acaricio la mejilla para secarle las lagrimas.

- Un futuro contigo una vez todo esto acabe, es más de lo que podría desear.. - Me acerco y parece que vaya a besarla pero me detengo y me alejo un poco. Vuelvo a ponerme las vendas que me saqué. Parece que soy demasiado consciente de mi condición. 

Casi susurrando pero con firmeza digo. - Sobreviviré. Sobreviviremos al conflicto que se avecina. Ahora veo claro que la noche que ardí, no empecé a vivir de un tiempo prestado a la muerte. Sobreviví para tener una segunda oportunidad. - Concluyo con una expresión en los ojos que hacía mucho tiempo que nadie había visto, felicidad. - Cuando todo acabe, caminaremos juntos. -

Cuando Gustav se había acercado con la intención de besar a Hannah, parecía que la misma se había preparado para ello. En cuanto se aleja, su expresión de vuelve de sorpresa, y un tanto de decepción. Pero tras las últimas palabras de Gustav, se sonrisa se ensancha, y el rubor crece en sus mejillas. 

Gustav estaba aún enrollándose las vendas alrededor de la cara cuando de pronto Hannah avanza un par de pasos. Su expresión no cambia un ápice mientras lo hace, aunque Gustav podía notar un brillo especial en sus ojos. Hannah levanta una mano, aparta las vendas que tapaban los quemados labios de Gustav y los besa. El beso es breve, pues Hannah se aparta al cabo de unos segundos, pero Gustav había tenido tiempo suficiente para sentir la calidez de sus labios. 

- Gracias. - Dice Hannah con cariño. 

Ambos se quedan mirando fijamente durante largo rato. Cómo si sus miradas fueran suficiente para acabar de decir todo lo que sentían. Cómo si ya hubiera una conexión entre ellos que les permitiera ahorrar algo tan trivial cómo las palabras. 

Pero de pronto, un sonido desconocido los sorprende a su lado. Ambos se giran alertados, sólo para descubrir a Smith mirándolos fijamente. Su rostro lucía una gran sonrisa traviesa, y el sonido provenía de que se había enderezado.  

Me quedo un momento quieto, intentando ordenar en palabras lo que acaba de pasar. No tardo mucho en desistir. Pocas palabras puedo añadir a lo que Smith ha visto.

Con Smith despierto, el momento de intimidad con Hannah llegó a su fin. Con dolor dejo de abrazar a Hannah, ayudo a que se levante. Casi susurrando digo. - Si este momento hubiera durado una eternidad. El mundo sería un lugar piadoso. - Aún sosteniendole la mano pero esta vez en un tono que Smith me puede escuchar. -  Empieza un nuevo día, debemos seguir nuestro camino. Tenemos un mundo que cambiar. - Digo esto sonriendo, tanto a Hannah como a Smith. 

Si bien Gustav había mantenido bastante la calma, Hannah se había sonrojado ligeramente y había mirado hacía otro lado avergonzada. A pesar de ello, había devuelto su atención a Gustav mientras hablaba. 

Tan pronto cómo Gustav dice las palabras "Empieza un nuevo día", los rayos de sol comienzan a surgir en el horizonte, contorneando su figura. Smith asiente sonriente, cómo bien había supuesto Gustav las palabras sobraban, y se levanta de un salto colocándose a su lado. Hannah se coloca al otro lado, apoyando su cabeza en el hombro de Gustav. 

Los tres miran hacía el amanecer en silencio, con la esperanza de que aquella brillante, y casi mística, luz iluminara su camino unidos por muchos más años. Que los guiara hacía un mundo dónde los conflictivos hubieran llegado a su fin y pudieran vivir por fin en paz. 

Noto el calor del sol, eso en vez de traerme calma. Hace que recuerde todo lo que queda por hacer. 

Me gustaría que Hannah, Smith y el resto de mis hombres pudieran ser felices. Aún queda un camino muy duro por delante. 

Después de unos momentos corto el silencio con determinación. - Preparemos los caballos, no falta mucho para llegar al punto de encuentro con el Escudo de la Justicia. - 

Con renovada energía, el grupo prepara a los caballos, se sube en los mismos y retoma el camino. 

Lo que el día anterior era un ambiente tenso y de depresión era ahora un ambiente de calidez y entusiasmo. Gustav sentía el viento más fresco y limpio, el cuerpo más ligero y por primera vez en mucho tiempo tenía ganas de sonreír mientras observaba los paisajes a su alrededor. ¿Había acaso olvidado la belleza de esas tierras? Encerrado en bosques, o cruzando áridos terrenos, parecía haberse vuelto ciego ante todos los pequeños detalles que invadían su tierra natal. Ahora que su camino se expandía más allá que de su objetivo final, el mundo a su alrededor parecía mucho más grande. 

Hannah y Smith, aparentemente, compartían sensaciones parecidas o al menos eso dejaban entrever sus expresiones. Y así continúan durante la primera media hora de camino, dónde el grupo comparte sólo comentarios puntuales debido a que habían puesto a los caballos al galope para que calentaran. 

Cuando la sorpresa de la nueva relación de Hannah y Gustav se había comenzado a enfriar, Smith parece ver por fin su oportunidad para entrar en materia.

- ¿Sabéis? - Dice travieso, mientras que intercala miradas con Gustav y Hannah. - Sabía que esto iba a pasar. Notaba una vibración entre vosotros. - Su sonrisa se ensancha. - Hacéis buena pareja.  

Sonrío a Smith y añado. - Cuando hablamos por primera vez, casi saltan chispas. No creo que estuvieras en la taberna de Goldzwall por casualidad. - Miro a Hannah. - Tenías una presencia que rompía con la sala. Cuando te vi me di cuenta que si llegaramos a ser enemigos mi paso por Goldzwall iba a ser mucho más tortuoso -