Partida Rol por web

Mientras finalizo mis explicaciones, doy una palmada entusiasta y ensancho mi blanca sonrisa, totalmente excitada con el juego. Y la noche acaba de empezar.

-¿Alguna pregunta, mes chers amis?

Río con Fowler cuando este hace mención a la indiferencia de mi Sire. Si él supiera.

—Oh, vamos, no se ofenda. Las personas de las que menos hablamos son las más importantes, ¿no está de acuerdo? Últimamente Alan no comparte conmigo más que chismorreos. —No puedo evitar que la última frase delate un tono ligera, casi imperceptiblemente irritado; me amonesto mentalmente por el desliz. Me inclino hacia adelante, acercando mi rostro a Fowler, como para hacerle una confidencia—. Es posible que cualquier información que tenga sobre usted sea demasiado delicada como para transmitirla alegremente.

Vuelvo a reír, sacudiendo la cabeza para restarle importancia a mi sentencia, y me enderezo nuevamente, alejándome del Setita. Una parte de mí lo agradece, como cuando uno se aparta de las llamas después de acercarse demasiado. A pesar de la penumbra reinante en cubierta, mis afilados sentidos detectan una minúscula mancha de sangre en el puño de su camisa, apenas un punto rubí oscuro contra el blanco deslumbrante. La expresión de mi cara no cambia en absoluto.

—Lo crea o no, yo no juzgo a la gente, y mucho menos por la familia de la que provenga. —Lanzo un suave resoplido por la nariz, que podría haber sido el amago de una carcajada irónica—. No somos los Montesco y los Capuleto, por mucho que a algunos les guste fingirlo, y a mí personalmente me da igual quién decidiese Abrazarlo, cuánto tiempo haga y por qué. Tampoco juzgo a nadie por aquello a lo que se dedique; ninguno de los que vamos a bordo de este barco somos santos. Lo que sí aprecio de verdad es la sinceridad, y le agradezco la suya.

Me inclino sobre la barandilla, apartando la vista de Fowler para mirar el río y, en la distancia, las luces de Nueva Orleans. La sola presencia del hombre a mi lado es algo inquietante, como si una voz me susurrase que estoy en peligro, y sin embargo no me muevo. Así permanezco, quieto y silencioso, durante lo que parece una eternidad, mientras una cadena de pensamientos se sucede en mi cabeza, imposible de adivinar. Cuando parece que ya no vaya a decir nada más, de repente, hablo:

—¿En qué clase de asuntos suele ayudar a la gente, y cuánto cuesta dicha ayuda? —Vuelvo a mirar a Fowler, sintiendo nuevamente un repentino vértigo—. Solo lo pregunto por si alguna vez pudiese necesitarla.

Asintió con un ligero cabeceo, invitándola a ir hacia el otro lado del barco mientras caminaban.

-Parece justo. La invito a comenzar entonces. Si compartimos todo de una vez, ambas ahorraremos tiempo. +replico. El tiempo era algo muy valioso, algo que los que pensaban en su inmortalidad podían malgastar con otros juegos, pero para ellas las prioridades eran diferentes.+ Aunque no tengo preguntas… me conformare con esas impresiones generales de sus “compañeros”

Rozo con el índice la mano de Eris al reunirse de nuevo con ella, antes de poner atención a la explicación de la prueba. Su expresión hacia un excelente contraste con las bellas flores, que probablemente se hubieran marchitado tan solo de haberlas mirado mucho.

Sin pensarlo demasiado, tomo el clavel, haciéndolo girar entre sus dedos lentamente.

-Imagino que los hombres tendrán más oportunidades o interés en esto, pero bueno…+comento por lo bajo con su amiga, después que Jojo se apartase. Luego alzo la voz un tanto.+ ¿Conocen a la señora Angelica, caballeros?

Al decir esto busco con la mirada tanto al bailarín como al segundo chico campera, no por ignorar al señor Dumont, sino descontando que este ya habría tenido sus tratos con ella. Ambos eran personas bien reconocidas en la ciudad.

No tienes porque participar pero en la explicación estabas. 

Estaba esperando a que contestara mi contertulio Shane cuando de pronto una camarera mira el pin que llevo y me indica que vaya al sitio que me indicaron, asiento, asi que me levanto y me despido de los de mi mesa - me voy me gustaria participar en esta Gymcana... luego te veo... - miro a Shane con mi mejor sonrisa alejándome hasta el lugar.

Subo a la segunda planta, miro sin sorprenderme obviamente, veo a los otros participantes de mi grupo, y me acerco a ellos cuando de pronto se nos acerca JoJo. Cuando ella termina de darnos la explicacion, miro a Jojo y le pregunto mirando a los que estan en mi grupo... también supongo que estamos reunidos ya - entiendo que la estaca solamente la busca nuestro grupo, no? con lo que no podemos pedir ayuda a nadie fuera de nuestro equipo... - mientras espero a su respuesta miro a los demas, y veo que en mi grupo no hay nadie de mi mesa... asi que no les conozco a estos vástagos de nada... y tampoco he hablado con ninguno de ellos, de nuevo estoy inquieta porque no se qué hacer, esperare mirando sin moverme a ver quien decide ser el lider de este grupo... yo no desde luego, nerviosamente miro tratando de buscar disimuladamente y dirijo mi vista a mi alrededor mientras espero sin moverme de mi sitio a que me responda JoJo.

Por fin, la primera pregunta. Sonrío ante las palabras de la preciosa rubia, y me río.

 - entiendo que la estaca solamente la busca nuestro grupo, no? con lo que no podemos pedir ayuda a nadie fuera de nuestro equipo... -

-¿"Nuestro equipo"? Chérie, esto no es un juego participativo. Es una competición. No hay equipo, cada cual busca la estaca por su lado. Ya lo he dicho antes: el que la encuentre, se la queda. Es un regalo del Príncipe.

Alargo la mano para deslizar entre mis dedos con uno de sus preciosos mechones pajizos.

-Y no, esta prueba es sólo para ustedes, mes amis. Como he dicho, -carraspeo ligeramente antes de hablar; me encanta citarme a mí misma- "está prohibido compartir esta información con cualquier otro asistente de la fiesta."

Asiento y digo - comprendido - mirando como juguetea con uno de mis cabellos... y me sonrio ligeramente con cara de circunstancias. Vale vale... va a ser dificil solos porque este es un barco muy grande... pero en fin... - observo a los demas que no dicen nada y pienso que es una lástima no tener un lider ni equipo pero en fin... haré lo que pueda aunque sea sola sin un grupo,  me retiero inquieta por la confianza que se toma Jojo y espero a ver que dicen los demas.

Empiezo a caminar por la cubierta del barco, la brisa me mueve ligeramente el pelo haciendo que me cubra un poco la cara, me lo coloco por detrás de la oreja. Sonrío ante las ganas de Caroline de no malgastar tiempo, no tenía dudas, esta mujer era de mi agrado.

-Perfecto, empezaremos por los pusilánimes, no recuerdo sus nombres, creo que ni se presentaron… Dos chicas que estaban calladas casi todo el tiempo, sin decir palabra, no parecían nada a tener en cuenta.- Aunque de una de ellas me acordaría bien por quien era su acompañante. -Y otro chico que venía con una de ellas, más hablador e incluso se podría decir que educado por lo que recuerdo, no molestaba mucho. Pero realmente eran tan poco remarcables… no parecían que pudieran tener ningún valor añadido… Quiero creer que algo sabrían hacer sino quien los abrazo tomó una triste decisión.-

-Sin embargo, el cuarto de la mesa sí lo recuerdo bien, Leonardo, un italiano. Se le notaba alguien más capaz, personalmente no le aguanto ya que era un entrometido y pretendía que hiciera lo que él quería y no lo que me apetecía hacer a mí en ese momento.- Digo molesta, aun recordaba cómo me estaba interrumpiendo e incluso tuve que leer de nuevo una parte del informe por su culpa.

-Además, podía hablar a mi mente, no tenía suficiente con hacerlo ya en la mesa que pretendía darme consejos introduciéndoles directamente en mi cerebro.- Frunzo el ceño enfada. -Lo que me llevo a la conclusión que era un viejo, no sabría decir cuál es su ocupación. Pero si había alguien de interés en la mesa a parte de mí, sin duda era él, así que debemos tenerlo en cuenta en cualquier situación en que lo podamos encontrar.-

-Esas son mis primeras impresiones sobre esos cuatro recién llegados.-

Saco el móvil para mirar la hora, faltaba poco para las doce. -Si queremos ver en qué consiste el juego deberíamos ir caminando hacia la sala.- No sabía bien que me iba a encontrar, pero puesto que no había mucho más que hacer en este barco.

-Mientras vamos a ver si tienen algo que ofrecernos, te comentaré lo que me interesa saber, en primer lugar… ¿Conoces a los que vinieron en zodiacs?-

-Y la última es… ¿Qué sabes del perro que intentó intimidarme con sus garritas en un Elíseo?-

Toda la información que pudiera tener era importante para cobrarme la deuda que tenían conmigo.

Mi cara de hastío es evidente cuando soy llamada a reunirme para que se me explique el siguiente juego pero mi expresión cambia cuando me entero del premio: ¿Será en verdad el objeto que están diciendo que es? De pronto, veo claro en mi mente que no puedo permitir que nadie más lo tenga... Bah, podría hacer una excepción con Jerome quizás. Si es el objeto realmente, es una negligencia darlo en un juego tan banal, si no lo es... Habrá valido la pena la búsqueda y la diversión, después de todo no tengo mucho por hacer.

-¿Has dicho una estaca hecha con madera de la cruz de Cristo? -pregunté retóricamente -¿Y quién la ha donado? ¿Hitler? -bromeé. Miré en derredor, lista para comenzar la búsqueda -Será un honor quitar de las manos de los demás objeto tan precioso... y valioso.

Cuando llego a la sala, sin soltar mi maletín ni por un momento, puedo ver el resto de miembros que han tocado en mi grupo, al parecer repito con el chico de mi mesa, la señorita Foix, la princesita recién despertada y mi “querido amigo”, el perro que necesita un bozal y que se ha atrevido a tocar un mechón de mi pelo. Aun así, me había molestado cuando estaba aburrida y me había entretenido por lo que no le guardaba rencor como al otro extranjero. Es decir, no mucho.   

-Buenas noches señorita Foix La Rouche.- Saludo secamente a la vampiresa, era clienta había que tratarla bien, de reojo miro a la organizadora, esta noche había tenido mucho contacto con ella, quizá demasiado, pero no podía quejarme de su trato.

Me quedo en un segundo plano mientras escucho lo que tiene que decir JoJo, mi rostro está cubierto por un manto de seriedad, sin mostrar ninguna tipo de sentimiento mientras atiendo a su explicación. Una prueba de destreza en la que me dan un premio que no sirve para nada… Aunque por otra parte la satisfacción de ganar al Gangrel puede ser realmente placentera, me encantaría ver su cara si le gano en su campo, si es que destaca realmente en algo. El resto… no son rivales para mí. Nadie lo es. Tengo plena confianza en mis capacidades a pesar de que no me dedique habitualmente a hacer trucos de feria, para eso ya hay especialistas.

-Yo tengo una pregunta señorita Baker.- Hago un gesto con la mano libre para llamar su atención sobre mí, luego doy un par de pasos en su dirección.. -Es posible que debiera saberlo pero… ¿Quién es Marie Laveau?- ¿Y por qué debería considerar un montón de cartas como un premio? Pero tal vez con preguntar por la mujer del tarot pueda saber más sobre la recompensa.

La preciosa mademoiselle Blake reacciona como esperaba que reaccionara el resto.

-Bien sûr que oui -Respondo, complacida- tiene el sello de garantía del Príncipe, pero siempre podéis pedirle una tasación extra a Jerome. Corre por cuenta de la casa.

-Es posible que debiera saberlo pero… ¿Quién es Marie Laveau?

Doy un respingo ante las palabras de la preciosa Jane. 

-Oh mon Dieu, mademoiselle Morgan, ¡su procedencia no es excusa para su ignorancia! Es usted una mujer inteligente, al fin y al cabo. -Resto peso a mis palabras esbozando una cariñosa sonrisa- ¿Alguien de esta mesa sería tan amable de explicar la maravillosa leyenda de Marie Laveau? ¿O hay demasiados extranjeros? Marie Laveau, chérie, es la reine du vaudou de Nueva Orleans. Incluso hay migraciones cada año para visitar su tumba. Por lo que dicen las leyendas, era una mujer inteligente y resolutiva, una viuda negra y una practicante del vudú más extremo. Dicen que se paseaba por Nueva Orleans como si este le perteneciera, y su legado pasó de generación en generación. Está documentado que hasta doce mil espectadores fueron, en la víspera de San Juan, a presenciar los ritos legendarios que realizaba su hija en el lago Pontchartrain.

Me inclino hacia adelante para apoyar las manos sobre la mesa.

-Una de sus barajas del tarot podría tener un precio millonario en una subasta mortal. Ni qué decir entre Despertados. -Sonrío de medio lado- Sello de garantía del Príncipe.

-Que audaz, Angélica -rió desenfadadamente con un grado de familiaridad que delataba que no era la primera vez que se dirigían la palabra. Después paseó la mirada sucesivamente por el resto de invitados; Fowler, la dama rubia, la encantadora JoJo, y por último de vuelta a la inequívoca Angélica-. Supongo que tendremos que ponérselo difícil. Auguro será emocionante volver a cruzar caminos con usted.

Lavonne había regresado tras ausentarse del baile, y aunque no se presumía nada diferente en ella, había un pizca de disconformidad, de incomodo o de tensión en su manera que emborronaba ligeramente aquella apariencia tan cuidada. Llevaba consigo un libro que, presumiblemente, debía haber encontrado en la biblioteca u otro lugar del barco, ya que no había llegado con él.