Partida Rol por web

Atiendo a la conversación, ahí está la serpiente sacando la lengua, rodeando a sus presas para constreñirlas después, no puedo hacer más que observar la escena. 

Miro escandalizada a la extranjera por preguntar tan abiertamente delante de tantos oídos, sobre su sire. Intento disimular su indiscreción y una mirada nerviosa hacia Rosalie. No sé hasta que punto ella y el setita son conocedores del papel de Helmut en la ciudad. 

El espectáculo parece que por fin, gracias a Dios veo aparecer a Eris va a empezar. Tendremos que dejar esta conversación para otro momento. 

Han llegado muchos de los invitados, faltan los Nosferatu que probablemente estén reunidos y los trémere. Los chiquillos del príncipe están sentados en una esquina criticando sobre todo a los extranjeros. 

Las gangrel han entrado apresuradamente en la biblioteca como si buscaran algo urgente y Roxy estaba intentando dar conversación a Shane, quiere tener a su clan bajo control, en el momento en el que Parker le ha preguntado sobre su sire, parece que ese sea el motivo real por el que ha venido a Nueva Orleans. Pero Roxy evita contestarla con elegancia.

Poco a poco una temblorosa Eris sube al escenario, justo en ese instante el siempre eufórico Jasper hace su entrada en la pequeña estancia. Con una sonrisa permanente en su rostro le susurra unas palabra en el oído a la pianista que parece casi tomar aliento antes de empezar. 

Sus manos acarician las teclas, se deslizan rápidamente por ellas, se inicia la melodía que hipnotiza al público, los cambios de ritmo son bruscos pero magistrales, sin duda la muchacha posee un don para la música. Un talento sobrenatural. Su mirada perdida de hace unos instantes ha desaparecido y parece extraordinariamente lúcida. 

El príncipe durante la actuación entra en la sala. Y observa a todos los invitados. Localiza a Rosalie con la mirada sin molestarla. Se acaricia el mentón mientras escucha con atención la pieza musical. Podría hacerlo desde cualquier parte del barco pero el verdadero espectáculo es observar las reacciones de los cainitas. 

Finalmente, Eris hace acopio de valor y sube al escenario, con un talante desconfiado que haría que cualquiera que no la conociese pensara que se trata de una principiante a punto de llevar a cabo su examen de graduación. Sin embargo, yo ya la he escuchado tocar en más de una ocasión en el Baker’s, y sé que está a punto de sorprendernos a todos. Pobre chica. Si tan solo creyese un poco más en sí misma… Últimamente me estoy encontrando con muchas personas que adolecen de falta de autoestima. Dios los cría…

En el momento en que sus manos comienzan a recorrer las teclas, la serena gravitas de la tonalidad de Re menor empieza a sentar las bases de la emoción que va a transpirar la pieza escogida; una que desconozco si se trata de una versión o de una composición de la propia Eris. El ritmo es imperturbable al principio, como el implacable movimiento de las agujas de un reloj que marca el paso de las horas, los días, los años… Las modulaciones y las disonancias puntuales crean una tensión que, un instante después, pasa a resolverse de un modo incompleto, expectante de nuevas tensiones, nuevos dolores que se producirán en el futuro de forma inevitable, casi pronosticada. No puedo evitar sentirme implicado personalmente en la obra, que en su diálogo de agudos llorosos y graves mórbidos describe mi existencia, y me atrevo a aventurar que la de todos los presentes, con una perfección absoluta. Un peso abrumador cae en mis entrañas, y por un momento me siento enfermo de sensaciones extrañas y displacenteras.

Es entonces cuando el ritmo cambia de forma abrupta, inadvertida, atestiguando las permutaciones de una muerte que no es muerte en toda su funesta ironía. Pues, ¿no es más trágica la estasis mortal cuando uno alberga la esperanza, la ilusión, de que algo cambie algún día? Eris incluso coquetea con un amago de cambio a tonalidad mayor, que no hace sino reforzar la sensación de desesperación cuando la armonía regresa a sus acordes iniciales. Como si me leyese el pensamiento, la pianista parece rebelarse contra esta realidad inalterable en una progresión de notas furiosas, casi golpeadas, que finalmente desembocan en una cadencia final de gotas de agua helada, de agujas que atraviesan el alma. Y después, el silencio.

Bravo.

Prorrumpo en un aplauso espontáneo, aunque no tan vigoroso como sin duda merecería, pues la interpretación me ha dejado profundamente turbado. Mientras lo hago, giro la cabeza inconscientemente, buscando una mirada entre el público.

Lavonne.

Mis ojos la miran con una expresión serena, aunque anhelante. ¿Realmente vamos a dejar escapar esta oportunidad, esta permutación pasajera en un océano negro de anhedonia e infelicidad? Si tan solo pudiese ver lo que hay detrás de mi mirada…

Los segundos se vuelven minutos... y los minutos horas mientras esperamos a que llegue Eris, la que tocará el instrumento y me responda Roxy, sentada a mi lado, a mi derecha.

Más allá hablan Fowler y Shane sentados, éste último se halla junto a mí, desvío la mirada hacia Shane y el que está más allá, en una fracción de segundo miro a su boca y la de Shane que acaba de preguntar, luego, me quedo mirándoles como un gatito curioso - preguntas y más preguntas - entiendo lo que acabo de oír y sin interrumpirles me sonrío escuchando al setita hasta que veo que de su boca sale una punta de lengua bífida y entonces, mi gesto cambia a extrañada y seria, y, justo en ese momento, Shane prosigue la conversación con el setita y acto seguido, se dirige a mi. 

Bajo mi mirada hacia el cuello de Shane, como eludiendo los ojos fijos en mí, inquieta no quiero que vea un brillo de luz en mis ojos, mi mente vuelve a mi sire y a una escena donde estoy con Helmut y recuerdo una frase suya - no digas nada si no tienes nada mejor que el silencio... Mi querido Helmut... - pienso mirando el cuello de Shane por no mirar sus ojos directamente y justo en ese momento cuando voy a contestar a Shane, oigo a Roxy que nos avisa de que va a dar comienzo el espectáculo, se desvanecen mis pensamientos y giro la cabeza hacia ella que me contesta evitándome como siempre.

- Algo he dicho que no debía decir - suspiro sin aire, así que me callo y le dejo en el misterio a Shane, de nuevo, no le contesto y de nuevo, le dejo con la pregunta en la boca, girando la cabeza hacia el escenario, miro sin dejar de curiosear a los demás en sus conversaciones que no oigo pues ahora sólo escucho la música, una melodia que me parece triste.

La conversación con los allí presentes había dejado de interesarme y cuando el rubio volvió a hacer acto de presencia le dediqué toda mi atención, sin duda sabía como conseguir que le mirasen. Había algo en él que me atraía pero a la vez me echaba para atrás, era el típico chulito de feria que necesitaba que todos estuviesen pendientes de él, bueno no, todos no, solo las chicas, como acababa de demostrar con su numerito hacia Jojo...

Suspiro mirando de reojo la escena y haciendo como que escucho a los demás, hasta que entra la chica, cierto, ya me había hasta olvidado de la actuación. Asi que aparto mis pensamientos de todo lo demás, le guiño un ojo a Marcel pícaramente cuando le veo entrar y disfruto de la música, me dejo llevar por los sonidos, sus dedos parecen acariciar las teclas, al final había merecido la pena la espera...

En otras circunstancias Lavonne habría irrumpido en aplausos ante la excelente interpretación. Incluso le habría conmovido el indudable talento de la muchacha, a la que realmente tenía ganas de escuchar y sentir. Pero desde la primera nota hasta el final, aquella punzada de impaciencia no había hecho más que hundir su aguijón en ella ensalzando pequeños gestos que revelaban que su cabeza no estaba exactamente donde debía estar. El mechón detrás de la oreja, consultar la hora, revisar el trabajo de la chiquilla que le había hecho las uñas, el reloj otra vez... Y había intentado prestar atención, en esa clase de intento inútil en el que cuanto más se lo propone uno, más disperso se siente. Su mente no había tardado en cabalgar hacia otros derroteros, seducida en parte por la propia melodía que emergía de aquellas bellas manos como un presagio ensordecedor y angustioso que oprimía su pecho. No podía dejar de preguntarse si iba a pasar de verdad y qué ocurriría con cada uno de los presentes entonces.

Las notas acallaron como un susurro quedo que portaba un secreto tan sólo audible para los que realmente escuchaban el silencio, y para cuando los aplausos rompieron con la melodía sostenida, la extraña mujer de semblante impoluto y ojos feéricos se levantó para desvanecerse como la dama de blanco de William Collins.

La vio ya de pie cuando se volvió en su asiento para buscarla, con una expresión grave dibujada en el rostro debido a ese pesar que a veces traslucía en sus palabras y, sobre todo, en su glauca mirada. Por un instante, una centella indecible y esquiva, creyó haberse cruzado con sus ojos. Quizá, o quizá no. Quizá sólo había sido su anhelo por reencontrarla, por encontrarse de nuevo en el reflejo oscuro de sus pupilas, pues al momento siguiente Lavonne abandonó la biblioteca sin dedicarle un fugaz titubeo.

Llego de las últimas, y tal como acostumbraba, desmarco su presencia del resto, para observar desde el lateral. Celular en mano, se preparo a grabar la interpretación, mientras su cabeza procesaba lo que acababa de oír. Interesante cuando menos…

El ascenso de Eris a escena fue un llamado a la realidad, que la llamo a poner la cámara en acción, grabando a la misma con una sonrisa muy leve pintada en el rostro. Incluso ella podía encontrar placer en esas notas que le acariciaban los oídos. Sabiendo esto, no solo registro a la pianista, sino que dedico varios paneos al público. El registro de las expresiones seria algo que podrían disfrutar y comentar después.

Al terminar la pieza, guardo discretamente el aparato y se unió a los aplausos con fuerza resonante. En sus ojos había un deje de orgullo por la destacada actuación de la pequeña, muy similar a los que una madre podría tener.

Mientras se estan apagando los aplausos, se fijo en las figuras que aun le interesaba hablar esta noche y estaban presentes, buscando cual se encontraba menos ocupada para abordarlo.*

Abro los ojos más de lo que me habría gustado al escuchar su respuesta. Vaya por dios, pensaba que ofrecería algún tipo de resistencia pero parece que es más "facilona" de lo que me imaginaba. lo que tampoco es malo del todo. Sonrío con cierta picardía. 

- Te aseguro que la confianza no es mi fuerte... ¿chegí? - Me aparto un poco de ella, he hecho el ridículo. Esta claro que no tengo ni puta idea de hablar eso que esta gente habla, igual me he pasado de listo pero no se decía así ni de coña. Esbozo una sonrisa forzada mientras intuyo como se va a reir en mi cara. Menos mal que no me ha pedido que lo escriba, de ser así no follo, seguro. - Aún así, con esas curvas y ese descaro... - La miro de arriba a abajo, pese a solo ver su escote y poco más gracias al ángulo de visión que me ha facilitado - ...igual no necesitamos abandonar la sala para ello ¿no? -

Sin dejarle mucha maniobra y viendo que tenía cierta curiosidad aparte de la evidente arrogancia sexual que me escupe a la cara. Me termino de acercar, cogiéndola lo más bajo que puedo de la espalda y sin arquearme lo más mínimo. Arrimo bien aquello de lo que me siento orgulloso de poseer entre los muertos de la sala. Su cuerpo contra el mío, su calor frente a mi apagado frío. Su respiración combinada con la mía. Como ves no soy todo muerte en mí. intento transmitirle lo que pienso, aunque seguramente solo la consiga poner más cachonda, algo que no me preocupa y que, en cierto modo, busco y quiero.

Me acerco a ella, separando un poco mi cuerpo del suyo y acércandome al mismo nivel que ella anteriormente. Todavía me sujeta la solapa, parece que necesita apretar algo con fuerza. Espero tener que algo que ver en ello.

- Verás preciosa - le digo susurrando al oído y dejando caer parte de aire caliente de mis pulmones por el cuello. Además no huelo tanto a gasolina y carretera como otros días - viniendo para aquí me encontré con un amigo que iba un poco colocado y me dio un par de sobrecitos. No se cuanto de legal tiene esta fiesta ilegal, pero seguro que te animarías a unirte a mi fiesta. Tengo para tí y para mí, solo que lo mío tendrá que tomárselo la enclenque del piso de abajo, esa niñita rubia con poca sangre. También  sería divertido que el diabético tomara un par de chupitos fuertes, siempre me gustó mezclar drogas con alcohol y algo de azúcar... - Dejo un poco de espacio de tiempo para ver su reacción - Pero claro, eso podría acabar de más de una forma diferente... aunque todas ellas te darán placer -

De pronto el piano que ignoraba que estuviera ahí con Eris empieza a sonar. Tembloroso. Dubitativo y con poca fuerza al principio. Una melodía que poco a poco va cogiendo cuerpo y me agrada. Aunque parece que haya otros comensales que se estén corriendo del gusto, embobados como si de una hipnosis se tratara. Yo no soy tan marica, pero sí que toca mi lado sensible.

Separo a Jojo de mí, la volteo dejando su espalda contra mi pecho. Cojo un par de papelinas del bolsillo y mientras le susurro al oído voy pasando mis dos manos por todos sus encantos femeninos. Por arriba y de forma suave, sutil y muy evidente para cualquier espectador ajeno, le pongo las papelinas por si se anima a la fiesta. Por debajo, busco mis llaves. Por mitad de la búsqueda de mi tesoro particular acaricia sus curvas bicolores, en un intento furtivo de seducirla un poquito más. - La fiesta puede alargarse hasta el amanecer o incluso repetir en otro momento. Déjate de jueguecitos de flores conmigo, no funcionan y no los necesito. Y creo que voy a necesitar mi guitarra para luego - le doy un beso suave y húmedo en el cuello, justo donde debe excitarle que le muerdan. Y los retiro muy suavemente, dejándolos pegados por el camino como si la piel de hielo tuviera.

La música de Eris cobra fuerza, me anima, me excita y me hace ponerme en sintonía con el ambiente. La presencia del príncipe se nota aunque no lo vea. Pero no importa mientras siga absorto en la delicada melodía y mis delicados menesteres.
 

No llevo ni un minuto de pie y enseguida puedo ver como Eris sube al escenario, al parecer hoy no iba a ser mi día, aunque mejor que acabara cuanto antes, así dejaba de malgastar mi valiosísimo tiempo en esta fiesta. Su nombre me sonaba, ya tenía cierta fama, pero nunca me había fijado en ella, su apariencia parecía endeble, quizás con un poco de ayuda se podría partir en dos, pero no era eso lo importante en la vampiresa. Ella era pianista y para eso nos habíamos reunido en esta sala, para que hiciera vibrar nuestros tímpanos con su música de una forma que no pudiéramos olvidar fácilmente. Eso espero, ya que la espera había sido larga.

Miro hacia el asiento en el que hace nada estaba sentada esperando a que empezara todo esto, debería volver a ocuparlo, así que doy unos pasos  en su dirección antes de que suene la primera nota. Evitando hacer el más mínimo ruido, me siento y dejo el maletín en el suelo.

Alzo la vista e intento concentrarme en la melodía, realmente no tengo ni idea, pero me gusta la música suave y tranquila, así que no puedo quejarme del trabajo que realiza la pianista, para mí es perfecto, aunque claro, no me considero capaz de valorar este tipo de trabajos.

A pesar de lo agradable de la música mantengo una expresión fría y seria, sin mostrar ningún ápice de satisfacción, las notas van pasando y creando los compases que forman esta curiosa melodía que ha decidido interpretar esta noche. No se me hace larga y poco a poco va llegando a su final, sus manos dejan de danzar sobre las teclas para crear la última parte en la cual la intensidad de las notas baja notablemente, dejando un final lento y agudo, que invita a levantarse y alabar a la pianista.

Escucho el aplauso, sin duda merecido, pero no me uno ya que o era su trabajo o simplemente lo hacía por gusto, ella ya sabía que era buena no necesitaba para nada el reconocimiento de alguien que no tuviera la más mísera idea sobre ese arte. Pero no negaría que me había gustado, valía mi tiempo, de las pocas cosas bonitas que había escuchado esta noche. 

Me quedo esperando la respuesta del hombre de obsidiana… pero como con tantas otras preguntas realizadas aquella noche, la respuesta se quedó interrumpida por la elevación de murmullos cuando la artista conocida como Eris, entraba en la sala y se acercaba de forma tímida al piano.

Levanto la mano hacia Fowler en un gesto queriendo decir “ya hablaremos, no se preocupe”. Eris, una chiquilla de gracia con mirada distante, se inclina para saludar tímidamente y la gente que aun estaba de pie comienza a tomar asiento. Yo sigo en pie, pero no quiero molestar con mi corpulencia a la dama de rojo. Me inclino hacia la señorita D´Richet y le sonrío reprimiendo el gesto anticuado de besar su mano - gracias por compartir unas palabras conmigo a pesar del incidente en el casino. Sois una dama realmente encantadora y me gustaría compartir más adelante algunas palabras que se han quedado en el tintero.

Luego me acerco a Roxy y Parker que están en los asientos detrás de la dama. Les miro con complicidad y me agacho para susurrar algunas palabras al oído.

Eris sienta enfrente del piano y mientras abre las páginas de su cuaderno la gente comienza a guardar silencio. Me incorporo y las primeras notas comienzan a sonar, cautivando la atención de todos los presentes.

Observo atentamente a todos los demás. Comienzo a caminar entre las últimas filas, mirando de vez en cuando a la artista, pero fijándome más en todos aquellos invitados que disfrutaban del arte de retorcer unas cuerdas en una caja de pino.

No sabía si la actuación era buena o no. Aquellas cosas importaban poco o nada a alguien como Shane.

La última vez que una composición le tocó el alma fue en Francia, cuando era todavía mortal, cuando ella trataba de enseñar modales a un soldado inepto. Cuando las cosas tenían sentido.

Ahora solo es un sonido insípido que no despertaba mayor emoción en mi que la del viento o el del llanto de un gato hambriento en la calle. Sin embargo servía a mis propósitos, que era deslizarme por la sala estudiando a los presentes y sus reacciones. Vislumbrando quien prestaba atención y quien no, quien se emocionaba y quien disimulaba, quien dedicaba una mirada furtiva a su amante y quien miraba su móvil aburrido.

Eso me permitía conocer un poco mejor a todos esos desconocidos y potenciales enemigos.

Cuando acaba la actuación, la sala arranca en aplausos y estoy al lado de Jojo y la dama de blanco, la escultura vampírica que habían llamado… Lavonne.

No me molesto ni en aplaudir. Sería tan hipócrita que hasta me daría vergüenza.

Cuando la señorita Baker y la señorita Drummond se percatan que estoy detrás de ellas hago un gesto de disculpa por haberlas asustado. Jojo se levanta con celeridad para atender a un invitado, siempre complaciente

- Señorita Baker. Si me disculpa me gustaría preguntarle un par de cosas… - mi mirada se desliza de forma rápida hacia la localización de Jane Morgan - quería saber de dónde obtuvo usted la baraja que la señorita Morgan ha conseguido en el juego y ....

No consigo terminar la frase cuando aparece el tipo llamado Baby para coger a la señorita Baker de la caderas y acercársela a su cuerpo de forma claramente obscena.

Arqueo las cejas con incredulidad y miro atónito a la señorita Drummond.

Baby comienza a susurrarle cosas a la ghoul de curvas vertiginosas y la complicidad entre ellos es evidente. Decido dejarles su espacio para que puedan conversar, total había perdido la oportunidad de recuperar la misteriosa baraja de cartas y poco importaba su procedencia ahora.

Incómodo por las caricias e insinuaciones evidentes de Baby y Jojo, decido retirarme a un rincón, casi al lado de la puerta y comienzo a escribir un mensaje de texto con el móvil mientras me apoyo con la espalda en la pared.

Me inclino depositando mi cabeza entre los hombros de Parker y Roxy antes de susurrarles algo.
Roxy era la fuente de información mas fiable de todo aquel nido de víboras, y la dama Parker tenía una mirada llena de inocencia que me hacía querer protegerla de alguna manera, aunque fuese ayudándola a encontrar a su sire, un hombre llamado Helmut por el cual parecía tener un gran aprecio.

Me gustaba aquella chica. Parecía distanciada del hastío de todas aquellas serpientes.

- Deberíamos reunir al Clan, cuando acabe la fiesta o mañana como muy tarde. Hay muchos temas a discutir y mejor lejos de oídos ajenas. Decidme lugar y hora...

Algunos dicen que cerrar los ojos da la posibilidad de escuchar mejor, cada nota fluia de forma diferente y parecía llenar el lugar con caricias y recuerdos de tiempos pasados. Las manos de Jerome descansaban sobre su regazo mientras el dedo índice de la mano derecha parecía marcar los tiempos de aquella melodía. Un amago de suspiro o similar invadió su pecho. Los recuerdos fluyeron lentamente trasladándole a aquella noche fría, el trabajo, aquellas luces, el dolor y finalmente la negrura del abismo que le consumía por completo.

Sus manos se aferraron a las rodillas, fuertes como las garras de un Halcon, cuando la música cambio otra vez pude verse intentando caminar paso a paso, la frustración en su rostro frente al espejo sabiendo que no volvería a ser el mismo nunca más. Otro cambio brusco y los ojos de Du mont se abren.

Observan a Eris tras las teclas de marfil, sus dedos las acarician, Jerome cambia su rostro levantándose de la silla en silencio; no dice nada más se queda estático con los brazos a los costados. Siente frio y el dolor de años se acresenta en su pierna mala, su rostro se llena de oscuridad haciendo resaltar las arrugas de su rostro.

Ambas manos se juntan dando un aplauso inaudible o imaginario, el bastón que reposaba a un costado le sirve para alejarse, esta vez más rápido que lo acostumbrado ignorando toda molestia o dolor….

Lavonne le devolvió una mirada evidentemente incómoda por la situación a Shane, seguida de una sonrisa tensa y sostenida. Ese tipo de situaciones no se le daban bien, pero cada uno era libre de hacer lo que gustara, aunque...

Cuando el extranjero se excusó, ella lo hizo también, siguiendo sus pasos hasta la puerta para marcharse.

—Tiene usted un estilo muy 'molón', por cierto —apuntó parafraseando la conversación de la sobremesa desde el umbral con una mano posada gracilmente sobre el marco, haciendo un gesto hacia su chaqueta de cuero para después mirarle. Y el comentario no sonó a flirteo ni a palabra de compromiso, sino más bien porque realmente lo pensaba así. Le sonrió con familiaridad, con una calidez inusitada y genuina, y sus ojos azules y feéricos emitieron un suave resplandor—. Que tenga buena noche, señor Saunière —se despidió antes de salir de la Biblioteca, dejando la sonoridad de aquel enfático acento de la vieja Inglaterra a pesar de haber pronunciado su apellido en perfecto francés.

Observo a la pianista sin interes y al cabo de un rato de estar miramdo a los demas, oigo una voz que susurra y reconozco por su tono de quien es...

Shane susurra algo y yo doy un respingo sorprendida pues ya no estaba donde pensaba y vuelvo la cabeza hacia el...le miro y sus ojos se cruzan con los míos...No puedo apartar mis ojos de los suyos... Y tras su propuesta con aire dulce e inocente le miro su boca... Y entreabro mis labios...

Acto seguido miro a Roxy que no dice nada y entonces termina justamente Eris su actuación y empiezan los aplausos... pero yo ignoro a todos y no aplaudo sino que de mi boca sale una respuesta a su proposición firme y decidida..parece tan interesante... Es consanguineo...me siento en familia... Y como Roxy no dice nada me levanto y me acerco a su oreja y le susurró- Ven a la Destilería Jax,mañana por la noche,a las nueve...ahora ven conmigo quiero hablar contigo Shane... ven acompañarme afuera...- acto seguido me quedo mirando de pie sus labios y sus ojos...me recuerdan a Helmut pero me abandono recien abrazada... y pienso - quiza Shane no sea igual... deseo pasar tiempo con Shane porque desde que llegue aqui no he podido dejar de sentirme atraida por el y cuando el me mira despues de contestarle... bajo la vista timidamente... y miro mis manos vacias y sin fuerza.. le necesito- pienso..- necesito a Shane tan vigoroso tan viril tan decidido tan encantador... mantengo el brillo de mis ojos oculto al tener la mirada baja y miro a Roxy para disimular que deseo estar con Shane pues quizá el no me corresponda aunque sea un cainita tiene algo más que esos otros que aplauden hipócritas...Acto seguido de pie me giro y salgo afuera con soltura y elegancia felina.

Estoy sentada junto a Roxy en mi sitio fría y distante oculta en un misterio y comienza la musica pero a ella no le interesa es solo eso mira a unos y otros hasta que se acerca Shane a Roxy el caballero que habla con todas y tontea con Rosalie, Morgan, Lavonne ... y toda mujer q se le pone por delante... Roxy... pero yo soy fuerte soy Agnieszka la indomable... le observo un instante distante a Shane con un intercambio de susurros... despues de levantarme de mi asiento y una vez he terminado de decirle algo que nadie mas puede oir salvo Roxy me vuelvo y hacia afuera... justo cuando la musica termina y todos han hecho su ultimo aplauso...tanta fiesta aburrida y protocolaria me agobia... Y me alejo con la agilidad de una gacela y el garbo de una pantera...mirando a Shane un instante... en un halo de misterio que atraeria al más frío de los inmortales.