Partida Rol por web

Fowler regresó a la biblioteca en la que, si seguía vacío, regresó al asiento que había dejado desocupado al salir. 

Sonrío poniendo los ojos en blanco y niego con la cabeza - Monsieur Dumont... si acudo a usted es para conocer esa información - abro los brazos con gesto de no haber roto nunca un plato - 

Yo solo soy un simple negociador. Junto a gente que quiere cosas con cosas que necesitan un propietario. - arqueo los hombros - no tengo ni la más remota idea de si la historia detrás de las cosas que se cuentan son ciertas o de si hay pruebas.

Peeeeero... - digo señalándole con un dedo - si pudiera conseguir ese mazo y pudiese asegurarle que es auténtico cien por cien - Me gustaría saber si alguien podría estar interesado o mejor lo dejo en las manos dudosas de quien las tiene de forma ilegal.

No se... tal vez sea una estupidez y deba usarlos para jugar con los amigos a pasar una buena noche de borrachera con ellas. Seguro que se puede jugar al Blackjack o a algo parecido con ellas.

Miro por encima del hombro como comienza llenarse de nuevo la sala. - Por cierto, bonita ¿fiesta verdad? ¿se lo está pasando usted bien? ¿Ha probado algunas de las muñecas de la señorita Baker? Mi favorita debe haberse quedado en su local... pero ha comida regalada no se puede uno quejar ¿verdad?

Rio de forma exagerada levantando la voz, como si el señor Dumont hubiera contado un chiste muy gracioso.

Enjuago mis falsas lágrimas con mis manos y me acerco divertido hacia él de nuevo. Hablando en susurros sin perder la sonrisa.

- Vamos señor Dumont, hay que fingir que no estamos haciendo tratos... hay mucha gente con sus antenas puestas en conversaciones ajenas.

Hagamos un trato.

Yo puedo conseguir la baraja, usted consiga un comprador. Acordemos usted y yo el precio y ambos salimos beneficiados... ¿qué me dice?

Le aseguro que es verdadera, uno de los Tremere usó "el toque el espíritu" (*) para percibir las sensaciones del pasado y dijo claramente que eran auténticas y que su energía espiritual era... sobrecogedora. - digo abriendo los ojos y arqueando las cejas.

Examinas con delicadeza las cartas, parecen desgastadas por el uso pero son de buena calidad. En una de ellas encuentras una pequeña inscripción que dice 

Marie Laveau

Por lo que sabes podrían ser auténticas. 

Pestañeo lentamente y ladeo la cabeza relajada.

-Ya se lo he “vendido” lo mas claro posible, señor Di Stassi. Lo que ofrezco no es sino a mi misma y a lo que puedo hacer. Pero si necesita mas detalles… bien, efectivamente, lo que pregunta es la clase de información que me dedico a proporcionar.

La charla ya se estaba haciendo algo densa. Era hora de buscar una salida y por suerte acababa de brindarle una oportunidad.

-En consideración a su generosidad, supongo que puedo responder gratis esta vez. +añadió casi sin sarcasmo en el tono. Le estaba dando informacion por nada, pero era aceptable.+ Si se trata de un negocio de arte, lo referiría con el señor Dumont sin dudarlo. El caballero que se encuentra por alla. +señalandolo levemente con la diestra. Viendo a un rubio desconocido reírse junto a él, se pregunto que clase de droga estaría usando el muchacho.+ ¿Desea que los presente?

Cuando Antoine cambio de tema la cabeza de Jerome seguía pensando en las cartas, la baraja, y la información. Miro un par de veces a quien estaba cerca de él, pero luego dejo la libreta con algunos escritos.

- La fiesta está bien, no soy mucho de estos lugares y más cuando de negocios se trata- aclaro –Los negocios no se debaten en público y no, no he probado a las muñecas....- tras esto dumont saco una tarjeta de su local de antigüedades – Si gusta podríamos hablar en mi oficina, lejos de esas antenas que ustedes sugiere, así evitar que alguien meta las narices donde otros generan ganancias – expreso de forma directa.

-Y si asegura que puede conseguirlas, La cave aux trésors, estara abierta para el papeleo correspondiente junto con algún interesado espero -

Cuando me separo del primogénito, saco el móvil para volver a mirar la hora y encogerme de hombros. No había conseguido averiguar nada, pero tenía en mente los que habían estado ahí. La princesita, el primogénito, el perro y el pusilánime, además de JoJo y Constance, las cuales no quería pensar que me la hubieran podido jugar, aunque todo era posible, pero mejor descartar las menos probables. Ah y la que se presentó… y no le hice caso. Estaba complicado, debería darlas por perdidas, era lo mejor y centrarme en obtener un valor real de mis actos. Dejarme tentar por la suerte y el dinero fácil había sido una estupidez.

Ando sin rumbo aparente, llevando mi maletín. Lo peor de todo es que no dejo de darle vueltas. Al rato de pasear por el barco, decido emprender la búsqueda de alguna de las muñecas que habían traído, necesitaba distraerme.

Por la mañana llega mi barco si todo va bien. Con el papeleo tendré diversión para rato y podré olvidarme de las dichosas cartitas.

El mensaje es para Morgaine. 

La fiereza con la que voy a elevar una protesta, y la sorpresa de su revelación se unen para lograr que me atragante con mi propia saliva, y Gus tiene tiempo suficiente de huir mientras me deshago en toses, antes de que pueda lanzarle una tumbona a la cabeza. 

Joder, de todas las personas que hay en este barco, ¿de verdad tiene que ser Morgaine? Bon sang, esto es... es como el colmo de la mala suerte. Tener que interactuar con esa guarra. Yo. Esta noche. Esta noche en la que llevo el vestido empapado en sangre como si saliera de protagonizar una película gore, y que mi peinado ya ha sufrido tantos manoseos y tirones que prácticamente ha mutado de melena rizada a una esponja capilar.

Ah, merde. No puedo presentarme así delante de ella.

Corriendo, prácticamente me precipito escaleras abajo, regresando con rapidez a mi camarote. 

Fowler: —Hay muchas cosas en movimiento esta noche y me gustaría hacerle llegar un mensaje a una amiga tuya.

Jo Jo  

-¿Y para eso tenías que traerme hasta aquí? Sé que naciste por la Guerra Civil, pero creía que conocías los teléfonos móviles. Sirven para hablar a distancia y no tener que interrumpir a tus amigos en sus... quehaceres.

-¿Y qué gano yo con esto? ¿Qué hay de mi caramelito?

 Fowler:

—Con respecto a tu caramelito… supongo que no va a haber mejor noche que esta para pedirle un deseo al Príncipe, ¿no? 

No puedo negar que me encanta verla volviendo a mi y solicitando mi ayuda. Me gusta verla vulnerable. A lo mejor deba meterme más a menudo en esta frágil mente suya y hacerle sentir como la peor basura de este mundo solo para que recurra a mi. 

No te miento, nunca te he mentido y confío plenamente en tus visiones. Loca. 

Deposito suavemente mis labios sobre los suyos antes de volver a colocarla sobre mi regazo. Y mi sonrisa vuelve a aparecer. 

​Sé que es importante para ti, así que en cuanto tenga ocasión dirigiré unas palabras al príncipe. Me trae sin cuidado que esta ciudad arda hasta los cimientos, pero después de todo no te mentiré, eso sí si realmente hay un peligro real abandonaremos esta ciudad mañana al anochecer. Vamos, tranquila, haré todo lo que esté en mi mano para nada malo ocurra en esta ciudad. 

Sonrío a la dama y a Leonardo. 

Oh, si, por favor, Leonardo! Deberíamos conocerle, hay gente muy interesante en esta ciudad. Y una falta total de clase en sus habitantes. Sonrío. ¡Deberíamos hacer tantas cosas! Se lo ruego señorita, vayamos a conocerle. 

Por primera vez la chica parece mostrar algo de entusiasmo. 

Afirmo lentamente mientras me muerdo el labio. - Es usted alguien muy sabio y tiene toda la razón.
Miro a mi alrededor y niego con la cabeza

Este no es lugar donde concretar cosas ni hacer un trato como este. Pero me interesa mucho... muchísimo.

Saco mi teléfono y tecleo mi número, le muestro la pantalla para que pueda ver el número con facilidad, iluminado con color brillante - Memorice el número.

Nos vemos mañana, en su local... he escuchado rumores intrigantes sobre ese sitio.  Usted traiga una oferta o un comprador.
Será un placer poder cerrar un trato con usted.

Apoyo mis brazos en los respaldos de las sillas a mi lado y me estiro en una actitud perezosa - Vamos señor Dumont, seguro que hay algo de esta fiesta que le motiva... ¿Que es?

Los trémere permanecen silenciosos en el restaurante mirándote mientras te acercas a las muñecas de sangre, alguna de ellas traída especialmente para ti. 

Me doy una ducha tan rápida que prácticamente apenas siento el agua sobre mi piel, ya estoy secándome con una toalla. Ahora sí que sí, cero rastro de sangre en mi cuerpo, maquillaje nuevo y peinado cómodo. 
Elijo rápidamente un trikini que ya estaba entre los finalistas para esta noche, y me lo pongo bajo un precioso pareo estampado. Miro el reloj, ¿habrá empezado ya el concierto? 
Por si acaso, me dirijo hacia la biblioteca, sin llegar a entrar en ella, mientras jugueteo con la carta de Morgaine entre los dedos. ¿Cuál será la mejor forma de dársela?