Partida Rol por web

Mukhtar se golpeó la frente con la palma de la mano, como recordando algo a último momento.

— ¡Los Bailarines de Estío! Lo había olvidado por completo. Definitivamente eso suena mejor que ir a La Llama, que está que explota. En serio, hay demasiada gente —a Mukhtar no le gustaban mucho los bullicios, aquello era obvio—. De cualquier manera, según lo que me ha comentado Eloise, es un cargamento que ya pagó, así que Latta debería saber cuántas unidades son... exactamente —recalcó el exactamente, puesto que no se atrevía a dar una cantidad aleatoria, no vaya a ser que se equivocara y pensaran que estaba intentando robarles de nuevo—. Bonito vestido, Zoe, muy acorde con las festividades.

- Habrá que llevar las bebidas, y realmente mi turno ya ha terminado, así que creo que podría ir. Para el espectáculo aún faltan unas horas pero supongo que podremos dar una vuelta por el cantón mecánico durante las celebraciones, puede que allí haya menos gente, ese sector está tomado por los sin alma, que están reparando vete tú a saber qué.- Comenté a Mukhtar y Zoe por igual.

- Latta, no creo que vaya a venir mucha gente más hoy atendiendo a los horarios de las celebraciones, mañana si que será un día grande para los que quieran llevarse los souvenirs de este año al partir de la ciudad, pero hoy... ¿No te animas a acompañarnos?- Sabía que, quisiese dejar la tienda abierta o cerrase Latta iba a declinar la invitación de venir con nosotros, a no ser que ella hubiese quedado con su nueva gente en la Llama, así que iba a insistir lo justo para parecer medianamente cortés. Yo mismo prefería la compañía de nuestros dos visitantes a la de mi jefa en el último lustro. No dejaba de pensar que era como aquello que alguna gente decía de sus hermanos. Es como si ella ahora mismo no pudiese ni quisiese verme, peor la mismo tiempo ambos nos preocupamos el uno por el otro.

-¿A ti también te gustan los Bailarines del Estío, Mukh? Quiero decir... Mukhtar -digo, tirando del vestido hacia abajo para intentar estirar las arrugas, y de paso bajar un poco el escote-. ¡A mi me encantan! Vaya, en realidad me encanta bailar. Además, ¿sabes que este año han preparado una coreografía con aparatos de la tienda de... Bueno, claro, eso ya lo ha dicho Raud ahora mismo... esto...

Vuelvo a meter todo en la bolsa, sin olvidarme de las piezas para la cometa que me ha dado Raud, y me acerco, mirando al suelo, a la esquina con las cajas de bebida. 

-A La Llama entonces ¿no?, y luego por el cantón, hasta que sea la actuación de los Bailarines. ¿Vamos Raud? ¿Cuántas cajas son? Yo puedo ayudar y llevar una -digo, tratando de coger una. "Zoe, estúpida, piensa antes de hablar... espero que no pese demasiado...". -¡¡Bufff!! 

Latta suspiró ante la respuesta de Mukthar, y aunque bajó combatividad no lo hizo la desconfianza. Al escuchar la razón por la que venía, asintió cayendo en la cuenta.

—Sí, Eloise pagó por tres cajas. Están en la trastienda —dio indicaciones para que las recogieran. Eran cajas pesadas, aunque no imposibles de llevar a pulso un rato —. ¡Cuidado, leches! —bufó al ver los equilibrismos extremos de Zoe —. Ya lo sabes. Como lo rompas, lo pagas —advirtió con el tópico poniéndose histérica por momentos.

—¡Basta! —casi rugió, que hizo que incluso la clientela se quedara de piedra al escucharla. La verdad es que Latta daba tanto miedo como cómica era la situación —. Raud, sí. Ayuda a llevar las cajas, y apaga esta condenada música infernal. No hay quien pueda pensar con ella. ¡Venga, largo de mi tienda!

El carácter de Latta era legendario, casi que podría decirse que se trataba de un numenera por si mismo, aunque estos estallidos eran gaseosos, ya que rara vez se enojaba de verdad. Os despidió mientras acababa de colocar las cerámicas y atendía a unos extranjeros que, a pesar de haber escuchado el rugido de Latta, parecían dispuestos a pagar por algo.

—Nos vemos por la noche. Cuidaos —dijo al fin con ese lado maternal que también tenía.

—Gracias —musitó brevemente ante los saludos, luego agradeció la bebida sin decir nada, serio y abatido como había entrado. Al parecer, ni beber aquello le mejoraba al ánimo, pues se quedó mirando a la nada.

Mientras el ajetreo del loca empezaba a caldearse, principalmente por las exigencias del alcohol que no quedaba. Algunos parroquianos más calmados trataban de defender el buen hacer de Eloise, otros no habituales se mostraban combativos y despectivos. De estos había dos clases, los que hacían comentarios desagradables y recriminaban la falta de bebida, y los que decidían, discretamente, marcharse sin consumir nada.

Este ambiente se caldeó un poco, ya que había un grupo de nómadas Tamait con bastantes ganase de juerga. Uno de ellos había soltado un comentario bastante desagradable acerca del aspecto de un duniano visitante y, claro, el duniano no pudo callarse, ¿cuándo se ha visto a un duniano no tener la última palabra? La provocación fue subiendo de nivel, y el duniano parecía dispuesto a encararse a los cinco nómadas. Algunos dirían que era una pelea desigual, pero los que conocían a los dunianos sabían que era una pelea justa.

La cosa estaba a punto de estallar.

- Cuidado, Zoe, aparte de que el vestido todavía estaba húmedo, creo que te lo has puesto mal.- Indico, refiriéndome a que su abertura frontal parece más estirada de o que debiera, tal vez se le enganchó en la mano al ponérselo ocasionando que se deslizase de más, mientras tomo dos de las tres cajas que hay que llevar, dejando la tercera a alguno de los dos tórtolos.

Emito un bajo silvido que ocasiona el apagado instantáneo del improvisado hilo musical mientras me cuadro con la carga, atravesando la cortina de cuentas y falsos shins que cubre la entrada de servicio de la tienda, dispuesto a enfilar rápidamente hacia la cantina, no sea que a Eloise y Nero les dé por liarnos y nos hagan perdernos el espectáculo.

- Vamos, jóvenes, que no nos alcancen las arrugas.- A veces soltaba frases así que ni yo mismo sabía de dónde salían, es como si hubiesen programado a un pobre autómata con frases literarias o proverbios del pasado, que había perdido todo sentido en nuestro presente. A saber.

El escote no es muy pronunciado, pero aún así no acabo de encontrarme del todo cómoda con él porque nunca suelo llevarlo. "Un día es un día, es el Día del Sol, hay que disfrutarlo...".​​​​​​, pensé esta mañana, pero ya me estoy arrepintiendo.

-...- 

Avergonzada, no contesto al comenrario de Raud sobre el vestido, incluso trato de aparentar que no lo he escuchado, pero se nota que no ha sido así porque me pongo roja como el ocaso. 

Disimulando, cojo mi caja y salgo por la puerta, decidida. Las calles están preciosas, iluminadas con la luz titilante de las antorchas, cubiertas de banderines amarillos y naranjas con la representación de Maru, atestadas de personas nuevas y diferentes, algunos venidos desde muy lejos. "¿De dónde vendrán? ¿Cómo vivirán? ¿Cómo serán sus hogares más allá del Desierto de Sal?", me gusta pensar e imaginar qué historia habrá detrás de cada ser extraño y persona nueva con la que me cruzo. Ya se me ha pasado la vergüenza y vuelvo a estar alegre, me encanta el Día del Sol. Casi sin darme cuenta voy tarareando una canción. "Esto sí es música, y no esos ruidos que ponía Raud en la tienda... aunque es cierto que tenían su ritmo".

Al principio camino delante, rápido, ya conozco el camino a La Llama. Voy mirando a un lado y a otro, observándolo todo, empapándome del ambiente festivo. Pero poco a poco el peso de la caja se va notando y me voy quedando atrás, y antes de recorrer 300 metros rengo que reconocer mis limitaciones y pedir ayuda.

-Esto... chicos... esto pesa un montón... ¿me podéis ayudar?

Eloise se encontraba hablando tranquilamente con Weine, o intentándolo al menos, cuando percibió aquel aumento en la tensión, aquella cuerda que comenzaba a tensarse demasiado originando una bomba que quizás explotaría en breve.

Suspiró mientras miraba alrededor, observando las caras, analizándolas y finalmente, cuando la cosa estaba al borde del desastre saltó sobre la barra, haciendo un ruido que claramente llamaría la atención de la gente.

- ¡Eh! En mi taberna nada de peleas, salvo que queráis que os eche de aquí de un puntapié a cada uno de vosotros... - Dijo mientras hacia sonar su látigo contra la barra - ¿Queréis tener un poco de paciencia? - Río con cierta elegancia - He mandado a mi mejor hombre a por alcohol. Ya deberíais saber como está la ciudad en un día como hoy, dadme un respiro, ¿no? - Se colocó las manos al estilo jarra en la cintura - Vamos, vamos, relajaros un poco que en cuanto me traigan el alcohol todos tendréis vuestra ración. Y, para celebrar El Día del Sol... ¡¡Galletas de Anís para todo el Mundo!! ¡Invita la casa! 

Miró a Nero para que se apresurara a traer la caja de galletas de anís que había preparado el día anterior. No esperaba tener que usarlas así pero debía intentar mantener la calma de la clientela. 

Mukhtar se rio por lo bajo ante el comentario de Raud, pero con cuidado de medio esconder la cara para que Zoe no se diera cuenta. Sin embargo, su risilla fue interrumpida por el rugido de Latta, que ya habia empezado a echar truenos por la boca. Por su parte, el jack decidio que era hora de emprender la retirada, pues ya habia tentado suficiente a la suerte con ir alli sin avisar. Mukhtar fue a tomar una de las cajas, pero se dio cuenta de que Raud habia tomado dos y Zoe la otra, asi que se encogio de hombros salio de la tienda.

Sin embargo, a los pocos instantes Zoe pidio ayuda, por lo que el chico le quito el peso de encima, literalmente.

- Venga, no hay necesidad de que lleves esto, para eso estamos Raud y yo -le dijo a la chica-. No porque no puedas, eh... si no que bueno, nosotros somos los peones y tal -trastabillo un poco-. Ehm, que tal ha estado el puerto hoy? Mucha actividad? -desvio el tema.

El cachete de imprevisto le hizo parpadear y mirarse el culo para luego mirar a Eloise, momento en el cual acabo con crema pastelera en la nariz por el juego de la misma. Abri los ojos y limpie la nariz para luego relamer mis dedos. Que manera de desperdiciar la crema pastelera... luego tendria unas palabras con ella. Me di un par de palmadas para limpiar mis ropas de las "sucias" manos de la pastelera... y acto seguido le dedique toda mi atencion al trozo de bizcocho.

No era muy grande, pero sabia bien que era su forma de mantenerme aqui. No me lo daba todo, sino un trocito cada vez para que no me fuera o me perdiera en mis cosas. Era malvada, muy malvada, pero al mismo tiempo muy buena. Dicotomias de la vida. 

Crote un trocito, lo acerque a mi boca y mi mente se quedo en blanco mientras mi mandibula y mi lengua se deleitaban en lo que alli acontencia. Delicioso, simplemente delicioso, relami el interior de mis boca y despues los labios, antes de avanzar con otra cucharada. Mismo planteamiento mientras todos mis sentidos se centraban en semejante maravilla edulcorada con las expertas manos de Eloise.

De las mejores que me ocurrian, habian pocas cosas en esta vida que no fueran cosa de esas manos.

Estaba paladeando y mirando con aun mayor avaricia y decepcion el hecho de que solo quedara medio trozo cuando Eloise salto sobre la barra para empezar a repartir gritos. Tan empanado estaba en saborear su delicia culinaria que ni siquiera me habia dado cuenta de nada.

Me coloque las gafas bien y mire a mi alrededor, solo para comprobar lo que ocurria, o mas bien podia ocurrir a la minima.

Problemas. El alcohol... siempre traia problemas. No asi el azucar. El azucar era lo que unia lo mejor de la vida.

Mire a Eloise cuando percibi su mirada y suspire. Como siempre me mandaba a mi, pero ja, nadie se iba a comer mi bizcocho en mi ausencia. Sin dudarlo me lo meti todo en la boca, con los dos carrilos medio llenos y un asentimiento vehemente, me di la vuelta mientras pasaba el dedo relamiendo el plato, para llevarme un trozo de crema pastelera, que acabo en mi boca.

El ruido de estar saboreando y masticando semejante delicia me acompano hasta la cocina. Maravilloso.

Al poco salia de la cocina, con unas pizquitas de anis alrededor de mis labios que no dude en limpiarme antes de que Eloise se diera cuenta.

Galletas de Anis para celebrar el Dia del Sol. - Me fui moviendo por la taberna como si nada, totalmente pazguato a la posible pelea, o eso parecia a ojos de los demas. Solo esperaba que mi presencia no encendiera los animos.

Si rompen la taberna, me tocara ayudar a repararla y eso significa que Eloise no hara pasteles porque estar arreglando la taberna y eso implica menos dulces para mi. La gente era muy poco considerada.

Nos deslizamos entre los callejones tras el mercado, tratando de avanzar por la zona menos transitada de la ciudad durante las celebraciones, pues con nuestra carga nos jugaríamos el que nos robasen los borrachines de la calle aprovechando su número o que todas las cervezas artesanales cayesen al suelo, lo que sería casi peor. La voluntariosa Zoe termina por dejar su carga a nuestro ladronzuelo favorito. Algunos adictos a los cristales de moocha desfilan bajo nuestros pies, pero o no están en estado de intentar nada o nos conocen y saben que es preferible no tener enemigos en el mercado, aún menos en la tienda de Latta.

- Parece que ha llegado una remesa de alucinógenos justo para las celebraciones. Estas semanas previas los adictos se paseaban por toda la ciudad como almas en pena. ¿Sabíais que quienes llevan más de tres años enganchados a esa basura salen de fase de manera incontrolada? Es una causa bastante común de muerte para ellos. Aparecen hundidos hasta la cintura en el suelo o vuelven a estado sólido justo cuando están traspasando rejas o paredes. Espero que no tengamos mucho de eso tras las celebraciones. Espero que alguien haya atado a Ophil a su camastro, sería una pena perder a ese estúpido cabezón.- Comenté refiriéndome a un personaje local conocido por sus poesías malsonantes escritas e ilustradas bajo los efectos de cualquier veneno que caiga en sus manos. Una vez llegó a componer unos dibujos vivientes y todavía hay gente preguntándose con qué diablos lo hizo.

Me quedo pensando en lo que cuenta Raud. "Vaya... fusionado con el suelo o la pared... qué forma más horrible de morir... Bueno, supongo que murieron... o quizá no... los Sin Alma pueden hacer cosas sorprendentes, gracias a ellos Zikaru se mantiene en pie y flotando, y todos nosotros a salvo...". Considero en preguntarle si se murieron todos esos adictos al moocha, pero mejor lo dejo para otra ocasión, hoy es un día de fiesta y alegre. "No seas morbosa Zoe, mejor otro día".

-Pues en el puerto, en la zona de carga donde trabajo yo, la cosa ha estado bastante tranquila -le digo a Mukhtar-, supongo que casi todas las mercancías ya habían llegado los días anteriores. En cambio sí que ha habido varias aeronaves de turistas, todos pululando perdidos por las instalaciones preguntando dónde está el Templo del Sol y dónde podían alojarse...

-¿Y tú qué tal, Mukh? ¿Qué tal en... esto... en tu día?- le pregunto, cayendo en la cuenta que no sé de qué vive o en qué trabaja Mukhtar. "Igual me meto donde no me llaman... espero que no se ofenda".

Me quedo mirando a una persona extraña... o criatura... o animal, no lo tengo muy claro, con el que me cruzo. Es algo, o alguien que no había visto nunca, alto, aunque camina encorvado, con los brazos muy largos que casi se apoyan en el suelo. Tiene la piel completamente negra mate cubierta como de una especie de terciopelo, con unas orejas muy grandes y no parece tener boca. "Vaya... ¿cómo comera?". La criatura, persona, me mira al pasar y desvío la vista rápidamente. 

-Pues no conozco a Ophil, Raud, solo he oído hablar de él. Pero nunca he visto esos dibujos vivientes que dice que hace, ¿se pueden ver todavía? ¿Me acompañarías un día a verlos? Sí que vi una vez a un artista que hizo unas sombras autónomas que se agitaban y bailaban. Las utilizaba para contar historias, pero en cuanto se apagaba la luz se disolvían y tenía que volver a empezar".

Entre conversaciones acabasteis por llegar al local de Eloise, no es que estuviera muy lejos del puesto de Latta, pero con el gentío acumulado por las calles de Zikaru y llevando las cajas, la travesía se hacia un poco más complicada de lo normal. Por las calles se veían nómadas de Tamait, mercaderes dunianos, sacerdotes del Eón.. todo un conglomerado de gentes reunidas por devoción o negocio, y muy probablemente, por ambas.

La mediación de Eloise había surtido efecto, las aguas se calmaron, aunque si las miradas fueras rayos se hubieran fulminado los unos a los otros. Con las galletas de anís circulando cabía hueco para la esperanza, y aun con Nero apatrullando los pasillos entre mesas, la cosa parecía que iba a mantener la calma por ahora.

Entonces, las puertas del local se abrieron.

Mukhtar, Raud y Zoe entraron en la Llama de Ámbar con las preciadas cajas de alcohol. Algunos de los parroquianos, atando cabos, alzaron los brazos celebrando la llegada del trío como si fueran héroes. Rápidamente esa sensación se contagió por todo el local, que estaba atestado de habituales y visitantes.

El único que no se unió a la celebración fue Weine Shipurla, un noble que se encontraba ausente y alicaído en la barra del bar del local. Eloise se encontraba en la barra, vigilando cual halcón la gente y Nero paseando entre esta, como si patrullara aguas peligrosas.

Esquivar a las gentes de bien y las de mal era todo un arte en días de celebración y tanto Latta como su padre me habían adiestrado bien para ello, nunca debes facilitar la pérdida de ventas, diantres.

La cantina era el hervidero que esperaba y realmente era un poco decepciónate porque a fin de cuentas lo que más me gustaba de la Llama era la charla con sus curritos y capataz, peor hoy no iba a haber mucho de eso, a no ser que nos quedásemos hasta después de la hora de cierre.

Tras dejar mis cajas de espumosa alegría ámbar a buen recaudo tras el mostrador, vigilando muy mucho que la gente de fuera no pudiese alcanzarlas, saludé a Eloise con una inclinación de cabeza y la sonrisa preocupada que pudiese conjugar mi máscara protésica. Sabía que no era día para charla casual en el lugar.

- Aquí lo que le habías encargado a Latta, estas son de las caras, fermentadas en Gayuba. ¿podemos ayudarte con algo más de fuera, jefa bis?- Había tomado la costumbre de tratar a la cantinera como mi segunda jefa cuando no tenía una cerveza en la mano, más que nada porque sabía que no me la podía jugar con u temperamento.

Mientras esperaba por su respuesta posé mi mano sobre el hombro de Shipurla, un sospechoso habitual.

- ¿A qué la cara larga, Weine? Es día de fiesta.

Eloise seguía encima de la barra cuando las cajas y sus salvadores entraron por la puerta. Suspiró aliviada y de un pequeño y elegante salto bajó de nuevo al suelo de su taberna para acercarse hasta Mukhtar, Zoe y Raud.

- Feliz día del sol amigos. No sabéis cuánto me alegra veros... Si, por favor, ir dejando las cajas tras la barra. Podéis serviros de las galletas de anís y ahora le diré a Nero que os sirva un poco de bizcocho con crema. En cuanto termine de servir el alcohol al resto, os invito a una jarra por vuestros servicios.

Claramente se la veía algo cansada y apurada, seguramente el día en la taberna no estaba siendo ni tranquilo ni ameno. Además, por las ligeras ojeras que tenía era muy probable que no hubiera dormido mucho esa pasada noche. 

- ¡Vamos gente! ¡¿Quién quiere alcohol?! Ya sabéis, ¡ir pidiendo e iremos sirviéndoos vuestras refrescantes y sabrosas bebidas!

Debía comprar también ingredientes para su cerveza casera pero en estos momentos lo más importante era servir a la clientela. Por lo que se apretó el delantal y de un salto se colocó tras la barra para comenzar a poner los barriles y servir las cervezas y demás bebidas espirituosas.

Fue sirviendo a su clientela sin perder de vista a Weine pues le gustaría charlar más con su viejo amigo pero él sabía que el que fuera bien el negocio era bueno para ambos. Así que, en cuanto la cosa se calmara un poco le dedicaría a sus amistades el tiempo que se merecía.

- ¡Venga Nero! Atiende un par más de mesas y tómate un descanso.

Sabía que aunque agradecía infinitamente la ayuda de él no podía estresarlo demasiado o terminaría por causar algún incidente. Así que, prefería que se tomara unos momentos de descanso y continuar ella con todo el trajín. 

Ya habia dado la vuelta entera a la taberna cuando llegue hasta donde estaban nuestros amigos. No dude en mostrar la caja, de la cual quedaba de lejos menos de la mitad de su contenido. Podian verse unas pequeñas virutas de anis enmis labios. - Feliz Dia del Sol! - Una sonrisa amena, aunque cansada.

Antes de poder decir mas ya estaba Eloise mandandome mas tareas. Me encogi de hombros, bufee levemente y asenti como cordero que llevan al matadero. Mi bizcocho de crema. Mi pobre bizcocho de crema. Cuanta injusticia. - Ehhh - Llame a Eloise. - Que estoy aqui... no hace falta que me digas nada, ahora les sirvo bizcocho a los salvadores del dia. Mire en direccion a Mukhtar, al cual sonrei y luego a Zoe, donde la sonrisa se amplio levemente.

Ante el ofrecimiento de Eloise, negue. - Prefiero un batido de esos tuyo sin alcohol, pero con azucar y mas bizcocho... - Nunca habia suficiente bizcocho, ni azucar. Eso era una regla, la mas sagrada.

Me movi en direccion a la cocina para conseguir los pedazos de bizcocho a mis amigos. Al pasar al lado de Raud, le di un suave toque en el hombro. - ¿Que tal por el mercado? ¿Algo nuevo e interesante?

Espere respuesta mientras lo rodeaba, para asi alcanzar la cocina. Cruce la puerta y a no mucho tardar aparecia con cuatro trozos de bizcocho. Uno para cada uno de los heroes y un ultimo para Winnie. Escuchar a Raud me hizo quedarme pensativo... ¿no era Winnie? ¿Weine? Pues menos mal que no lo habia dicho en alto.

Iba a comentarle a Raud que le diera algo de espacio al hombre, cuando Eloise me mando a dos recados mas. La mire y acabe por asentir. Ya me lo cobraria...

Y despues, podria comer mas bizcocho. Ella no lo habia dicho asi, pero un descanso en la cocina, implicaba raciones extra. Eso lo sabia cualquiera.

Me acerque a ver que mas podian querer los parroquianos, aparte de su obvia dosis de alcohol, para asi conseguir mi merecido bizcocho. Aun asi no deje de estar atento a los que casi crean un tumulto hacia nada.

Al terminar y tras limpiarme las manos en uno de los delantales, me acerque a la barra. - ¿Todo bien Weine? ¿Puedo servirle algo mas?

"¡Wow! Esto está lleno de gente…".

-Hola Eloise, Nero… ¡Feliz día del Sol!- digo, alegremente, aunque lo que en realidad estoy pensando es: “Zoe, esta vez contrólate, no bebas tanto como la última vez… que si una caliente, Eloise me la cambia por una nueva, otra que me trae Nero… y al final me bebo las tres…”.

-¡Vaya! ¿Estas son las fermentadas en gayuba? Esas no las he probado… -“No, hoy prometo que no bebo. Solo bizcochos y galletas de anís. Aunque no debería, que estoy cogiendo peso. Mi madre dice que soy ancha de caderas, pero creo que en realidad me está engordando el culo”.

- No, gracias Nero, no quier… -pero él ya me está ofreciendo un plato lleno de bizcocho. “Bueno, así mejor, beber con el estómago vacío no es bueno…”.

-Muchas gracias Nero -le devuelvo la sonrisa-. Y creo que ya que estoy me voy a tomar también una cervecita… bueno, mejor una doble, así te ahorro un viaje.

Al tercer trago ya estoy tan feliz como antes, quizás un poco más, y al quinto trago no puedo evitar tamborilear con el pie y moverme, aún sentada, al ritmo de las canciones que cantan, o más bien balbucean, los parroquianos. “La verdad es que Eloise lo hace mucho mejor. De todas formas me encanta el Día del Sol… me gustaría bailar. Pero calma, Zoe, tienes que controlarte, que todavía no llevas ni media cerveza”.

Miro alrededor de la taberna, está llena de gente, muchos de ellos extranjeros de fuera de Zikaru. “¿De dónde vendrán?”. Inconscientemente, con la mirada busco a Mukh, pero a quien veo es al Señor Shipurla. Para mi siempre será el Señor Shipurla, es de una de las grandes familias de Zikaru, y como tal parte del gobierno de la ciudad y de los que mandan en las plataformas superiores y en el puerto de aeronaves, donde trabajo. “Mejor me estoy tranquilita y no hago nada raro, no sea que me despida… Pero, ¿qué le pasa? No tiene muy buena cara…”.

Veo que Raud y Nero están hablando con el Señor Shipurla. Me pueden la curiosidad y el último trago de la cerveza, que me lanza de golpe a la fase de exaltación de la amistad. Así que me acerco con ellos a la barra, pero de momento me quedo en silencio.

- Pues esta tarde casi rocío a Zoe con babas rosas... Pero era un proyector... Un proyector de imágenes de babas rosas con forma de cilindro ¿A quién diablos se le ocurriría que eso podía ser útil para algo?-  Me encojo de hombros contestando a Nero su pregunta sobre la mercancía de la tienda, sabía que siempre era el primero en ser informado cuando aparecía algo realmente curioso por el mercado.

Procedí a extraer el tubo por el que bebía de mi tráquea mientras trataba de hacer memoria.

- Poco más. Un paisano os vendió un cráneo cromado que grita cada dos horas y 13 minutos, puede que fuese un reloj adaptado a un sistema distinto para medir el tiempo o un cronómetro de cocina para un plato muy concreto. Tuve que gastar un extra de espuma en su boca para sellarlo el sonido te podría volver loco. El resto de baratijas no dejan de ser juguetes comunes... Que podrían cortar los dedos a cualquier niño.

Esto último era una broma común que teníamos, porque había cientos de objetos curiosos, coloridos y de formas graciosas que a nada que los manipulases un poco acababan desplegando un radio de cuchillas monofilamento que te podían dejar sin mano o proyectaban una esfera de rayos que te podía cortar en gajos. Una buena parte de mi trabajo consistía en probar algunos de estos cacharros en una cámara especialmente preparada para soportar todo tipo de sorpresas inesperadas.

No era raro el día en que activaba sin saberlo una bomba de humo sólido multicolor y me las tenía que apañar para excavar un túnel por el que volver la atienda, para que aún encima Latta me echase la bronca del siglo. Si señor, amo mi trabajo.