Partida Rol por web

Una nueva explosión, e instintivamente me agacho y me cubro la cabeza con las manos. Pero esta vez no caen cristales ni escombros, solo un poco de polvo; ya no quedan más cristales por romperse. La cantina está echa un desastre, pero fuera es aún peor. 

-P... pues no tengo ni idea de quién será ese tal "Trascendente"... ni de lo que pasa... ¿nos están atacando? ¿No serán los nómadas tamait como paso hace... bueno, no sé, hace mucho... lo estudié en la escuela... Los Sin Alma deberían llegar de un momento a otro y arreglarlo... siempre lo hacen...

Pero, mirando alrededor, no veo a los Sin Alma por ningún lado, «¿Dónde están? ¿No se supone que tendrían que solucionar esto?» y, aunque hay explosiones, la situación no parece un ataque del exterior. Bueno, creo... la verdad es que nunca he vivido un ataque a Zikaru en mis veinte años, pero no es como me lo imaginaba o contaban en la escuela. Y además, hay algo que no encaja...

-La Calma... -murmuro viendo al Señor Shipurla, y todos los cuerpos que hay en las calles- ...pero son muchos... ¿No son demasiados? Esto no debería estar pasando, se supone que no puede pasar...

Tengo bastante miedo, no sé qué hacer. Pienso en mi madre que, por la hora, no sé si ya estaría en casa, todavía en el trabajo, o en las celebraciones del Día del Sol. «¿Estará bien? Espero que si...». Y justo después pienso en Latta, y miro a Raud de reojo. Seguro que él también está preocupado, pero tiene razón, ahora mismo no podemos hacer nada, y tampoco podemos quedarnos aquí de brazos cruzados.

-¡Sí! Sí... y-yo voy... también...

Me pego a Raud y salgo justo detrás de él, que parece el más grande y duro, o al menos el más metálico. Siento también a Mukh a mi lado. Por fin vuelve Eloise, siempre preparada, con su equipo y el de Nero... «Vaya... yo me dejé casi todo en casa... pero claro, no me imaginaba que pudiera ocurrir esto...*» ...justo antes de agarrarle por el cuello y darle un profundo morreo. Me pongo roja como el Sol y miro a Mukh de reojo. «Jo, si solo me atreviera a hacer lo mismo... pero seguro que me rechaza y me aparta... Bufff, pero estoy temblando, no me vendría mal un abrazo. Venga, Zoe, no seas cría... ¡céntrate!».

Intentando centrarme y despejar la mente, respondo a Mukhtar, todavía con el corazón latiéndome a trescientos.

-Si... eso... ayudar en lo que podamos... sea lo que sea... Pero... ¿adónde? Si es un ataque o algo de Zikaru deberíamos buscar a los Sin Alma... pero... tantos muertos con la Calma... No es normal, igual es algo religioso de Maru, quizá en el Templo del Sol sepan algo... o bueno, igual no...

Caos. Desesperacion. Destruccion. No era la primera vez que lo veia, pero no por eso me afectaba menos.

Me apoye como pude mientras mis ojos registraban lo que acontecia alli fuera. Dolia ver un lugar que llamaba hogar convertirse en esto. Habiamos parado por un motivo. Nos habiamos detenido de una vida de idas y venidas, para encontrar paz, pero esta nos habia abandonado de igual forma que la vida abandonaba los ojos de aquellos que eran alcanzados por la Calma.

Esperaba que fueran a donde fueran, a donde sus creencias les impulsaran a ir, fuera un lugar mejor...

Explosiones, destruccion y edificios caidos mientras la gente corria buscando un lugar donde guarecerse. Tan ironico, como pradojico, en medio de la locura de algo asi, las muertes por la Calma se acrecentaba sustanciosamente... como si esta hubiera decidido atacar ahora con mas virulencia, para que no sufrieran las repercusiones de lo que ocurria.

Eloise se movio y yo fui con ella, a recoger mis cosas. La observe mirandose al espejo, porque como siempre, sin importar la situacion estaba preciosa. No desvie la mirada cuando se cambio delante mio. Al bajar fui a la cocina, metiendo algunos alimentos en un zurron que llevaba. Por si acaso. Uno nunca sabia que podia necesitar.

No tarde mucho en aparecer por la puerta de la cocina, con un dispositivo enganchado al hombro y una pelota dando vueltas a mi cabeza, como si fuera una especie de planetoide.

Eloise me pillo por banda, con esa confianza y esa fuerza que solo ella exudaba y al sentir sus labios sobre los mios. Devolvi el beso con intensidad mientras la miraba dejando claros los sentimientos ocultos tras esos pequeños cristales que ocultaban parcialmente mis ojos. - De nada... aunque no creas que por eso te libraras de hacer algun dulce de vez en cuando. - Una sonrisa, una bajada de mirada al fijarme en que nuestros amigos estaban mirando mientras carraspeaba levemente... y Zoe se habia puesto roja...

La sutil torpeza de movimientos estaba aun ahi, mas alla de los cambios del suelo, sin embargo por un momento se vio a un Nero mas serio, consciente de la realidad que le rodeaba, antes de volver a ser el de siempre.

Me gire hacia los demas, mirandoles uno por uno, mientras inspiraba con fuerza. Algo me decia que tocaba moverse y no es que se me diera bien justamente. - El Trascendente... no se que o quien es. He leido mucho asi que las unicas opciones es que no sea de esta region... o que sea un secreto bien oculto de la ciudad.

Mire hacia nuestro amigo caido, para luego mirar a Eloise. Busque su mano con la mia, para apretar levemente, luego señale con la cabeza a Wiener. - No es bonito, pero deberiamos registrar sus pertenencias antes de irnos, si sabe quien o que es ese Trascendente, quizas guardara informacion que nos pueda ser util...

Mi cerebro ya tenia un puzzle y deseaba resolverlo. Las muertes aunque dolorosas, buscaban ser apartadas de su objetivo, porque era la unica forma de centrarse, pero podia verse una tristeza sincera y clara, ante cada vida perdida.

Me moveria detras de Eloise, buscando seguir el ritmo de los demas.

Por desgracia, Weine no llevaba nada de valor con él, al menos nada que pudiera revelaros más información sobre sus enigmáticas palabras antes de caer desplomado por la Calma. Y hechos los preparativos salisteis de la Llama dispuestos a descubrir, evitar o salvar lo que se pudiera de aquel caos.

Encontrateis el panorama desolador que había dejado atrás la estampida de gente en la calle. Decenas de muertos en el suelo, algunos destrozados por el peso de la muchedumbre, el aire se había llenado de un olor acre que hendía en vuestras narices. Los lamentos de los moribundos se propagaban por todos lados, tantos que ni tan siquiera podríais enumerar, y densas columnas de humo ascendían cada vez más alto. Pero al margen de todo esto, reinaba un silencio cruel, el corazón de toda aquella destrucción estaba en otro lado de la ciudad.

No tardasteis mucho en encontrar a uno de los Sin Alma, el autómata trabajaba de forma diligente por apartar unos cascotes de la calle, pero se podía apreciar que su fuerza individual no iba a poder solucionar nada. A pesar de ello, el Sin Alma seguía en su tenaz intento de alzar el cascote atrapado en un bucle sin sentido. Para cuando llegasteis a su altura, os llegó una voz rota de un varón.

—¿Quién anda ahí? —la voz temblaba, no os fue difícil localizar su origen. Se trataba de un guardia de Zikaru, estaba apoyado en una pared. A primera vista no parecía herido, pero una mirada más atenta reveló que donde debiera tener los ojos había dos pozos negros como si se hubieran incinerado. Al guardia lo habían cegado, y al escuchar los pasos alzó su lanza torpemente tratando de defenderse del ruido de vuestros pasos.

- Somos los irregulares de la cantina de Eloise.- Comenté al guardia, porque posiblemente conocía el establecimiento de sobra. - La propia Eloise, Nero, Mukhtar, Zoe y Raud.- Era posible que me reconociese por la voz, en caso de que os hubiésemos cruzado alguna vez o por ser una de las singularidades de la ciudad, puede que eso nos ahorrase un poco de tiempo.

- Estábamos en la cantina cuando algo estalló, la gente también está cayendo víctima de la Calma en las calles. El noble Weine pereció  nuestro lado, estaba apesadumbrado en la barra, como si supiese lo que se avecinaba. Citó a algo denominado el Transcndente, peor no sabemos a qué se podría referir. ¿Y a ti que te ha pasado? No temas, voy a acercarme.- Quería echr un vistazo a sus heridas. ¿Qué podía haber ocasionado un daño tan preciso a sus ojos?  Este día solo empeoraba por momentos. - ¿Podemos ayudarte?

Mientras ellos caminaban por las calles el paisaje era cada vez más desolador, aunque Eloise no estaba acostumbrada a ningún tipo de lujo el contemplar aquellas escenas de gente afectada por la calma la apenaban, después de todo reconocía algunos rostros de la clientela que en ocasiones gustaba de pasar las horas en su taberna. 

Los cuerpos muertos no parecían afectarle, como si estuviera acostumbrada a ellos. Por lo que cuando se encontraron con el guardia simplemente miró a Raud.

- Date prisa, haré guardia mientras lo atendéis. No sabemos qué más puede ocurrir. 

Camino despacio, detrás de Raud, con cuidado de no tropezar con ningún escombro ni pisar a nadie... bueno, más bien el cuerpo de nadie. «Bufff... a muchos les ha aplastado la propia gente, como en una estampida... Pero, ¿de qué huían? ¿de dónde? Si aquí está mal la cosa, allí debe de estar peor...».

-Ehm... chicos... toda esta gente aplastada huía de algo... Venían de aquella dirección. Si queremos saber qué pasa deberíamos ir por allí... o bueno, igual es mejor ir en la dirección contraria, precisamente por eso... para no encontrarnos con... sea lo que sea...

-¡Mirad! Allí hay un Sin A... - pero es a mi a quien se le cae el alma a los pies al ver al autómata, trabajando futilmente en un bucle sin sentido. «Pues entonces esto sí que es grave...».

Casi tropiezo con Raud cuando este se frena en seco. Después veo al guardia. «¿Qué le pasa? ¿Por qué no nos mira al hab... ¡Ufff!». Respondo, pero manteniendo la distancia, quedándome detrás de Raud.

-Eh... Somos nosotros. Bueno, claro, no nos conoces... _{ni tampoco nos ves...} somos zikarenses. ¿E-Estas bien? ¿Qué ha pasado?

Eloise tiene toda la razón del mundo, deberíamos estar atentos, e ir rápido... pero ahora mismo estoy en shock y no puedo pensar con claridad. Nunca he visto nada igual y todo lo que conocía se ha derrumbado de repente, literalmente.

Iba casi el ultimo, observando detenidamente todo, con un dolor claro ante la destruccion de lo que acontecia, pero obviamente mas centrado en la vida que en la arquitectura que se venia abajo.

Nuestros pasos nos llevaron hasta unos de los muchos automatas de la ciudad. Criaturas que todos conociamos pero cuyo proposito o quizas la simpleza de su objetivo hacia olvidar rapidamente a todos que esta ciudad se sostenia en lo alto del cielo gracias a algo que ellos cuidaban seguramente. Sin Alma, era un adjetivo tan banal... yo los veia mas como una extension de la misma ciudad, como si esta hubiera creado un grupo de criaturas vinculadas a ella para su cuidado ya que ella habia crecido demasiado para hacerlo... o quizas... siendo mas pesimistas, para cuidarse, puesto que los que vivian en ella no lo hacian.

Era eso? Se habia cansado la ciudad de la plaga que eramos sobre su cuerpo?

Mientras Raud se centraba en el guardia con aquellas horribles heridas, mientras Zoe se acercaba alli tambien yo me acerque al Sin Alma, que parecia atrapado en el bucle de querer remover un cascote en la busqueda de conseguir dejar la ciudad de nuevo, en el estado que debia.

Dime... quien te dice como deberia estar la ciudad? Como sabes que retirar y que no?

Escuche las palabras de Rau y la verdad es que estaba mas de acuerdo con las de Eloise, mire a esta por un instante y sonrei para volver mi atencion al automata. Acerque mi cabeza a la del mismo, mientras no dudaba en susurrarle. - Dime eres solo una criatura con un objetivo fijo, o tus impulsos varian segun es necesario para salvaguardar a aquel que protege la ciudad... queremos ayudar... queremos asegurarnos de que la ciudad y sus habitantes sobrevivan... si hay alguna inteligencia mas alla de este cuerpo, si hay alguien cuyos designios se cumplen bajo estos brazos de metal... confiad en nosotros, solo queremos ayudar...

Estas tu ahi, Trascendente? - Era una posibilidad tan remota como absurda de inicio, pero si alguien podia hacer caer la ciudad... quizas podia tambien equilibrarla de nuevo en su vuelo.

Al igual que Eloise, a Mukhtar tampoco pareció afectarle aquel panorama. Al menos no demasiado, porque vamos... seguía pareciendo el jodido apocalipsis. Quizás lo fuera. Mukhtar sacudió la cabeza para sacarse aquellos funestos pensamientos de la cabeza y se puso a la cabeza del grupo, junto a Raud, con el escudo por delante y la espada siempre lista. Sus ojos volaban de un lado a otro, analizando el panorama que se iba desenvolviendo frente a ellos.

Los zikarienses estaban huyendo hacia la izquierda, por lo que la lógica decía que ellos tenían que avanzar hacia la derecha. Ojo la lógica, que no el sentido común. El sentido común gritaba que tenían que salir corriendo de ahí, bajar como pudieran de la ciudad y buscarse una nueva vida. Quizás en otros tiempos eso hubiese hecho Mukhtar. Zoe hizo un comentario similar, aunque más por el miedo que por otra cosa, porque no creía que saliera corriendo y los dejara allí. El granuja recorrió a sus compañeros con la mirada. Ahora mismo no podía pensar en otra cosa que acompañarlos y tratar de ayudar en medio de aquel desastre.

El solitario sin alma que, en vano, intentaba despejar el camino, representaba perfectamente lo que estaba sucediendo en toda la ciudad: desesperación, desamparo. ¿Dónde estaba el resto? ¿Intentando reparar los mecanismos dañados del interior de la ciudad? No era un pensamiento muy grato. Por otra parte, la intención de Nero era buena. Si bien los Sin Alma nunca habían respondido a alguien, aquella situación no era la acostumbrada. El paradigma había cambiado por completo, y quizás se llevasen una sorpresa.

La voz del guardia hizo que Mukhtar se girara con velocidad, con la espada en ristre, pero al darse cuenta de que era eso, un guardia, el granuja bajó la espada.

— No hay mucho que atender, no creo que los vendajes vayan a servir de mucho —comentó, nefasto—. Es como dice la chica —no tenía sentido decir su nombre ahora mismo porque el guardia igual no podría asociarlo—, somos zikarienses y estamos intentando averiguar qué diablos fue lo que sucedió... y bueno, intentando ayudar también. ¿Fue una explosión lo que te cegó o hay... algo más por ahí? —preguntó al guardia, un tanto temeroso de la respuesta—. Podemos llevarte a alguno de los puestos de la guardia para que estés a salvo.

Mientras la interacción de Nero con el Sin Alma se resolvió como todas las anteriores. Ignoró por completo al nano mientras seguía enfrascado en su torpe tarea, sumido en aquel bucle que se antojaba infinito. A su vez, el guardia se calmó un poco al escucharos, su voz estaba quebrada y su respiración muy agitada.

—Nos atacaron, las explosiones.. —balbuceó, se obligó a calmarse —. Acudimos a la primera explosión, en el mercado. Había tantos muertos.. no sabíamos qué pasaba. Todo era caos.. y no veíamos quién nos había atacado. Pensamos que eran tamait, pero los que había estaban tan aterrorizados como el resto —detuvo la narración, parecía hiperventilar, pero logró calmarse —. Tratamos de ayudar, de calmar a la gente.. y entonces.. esa cosa.. Una luz.. tan brillante como el sol.. y algo en el centro.. me cegó. No pude ver nada más.. por Maru.. que el Sol nos proteja.. que nos.. proteja a todos.

Ante vuestro ofrecimiento de ayuda, el soldado, desmoralizado, asintió. Se dejó ayudar, y hubierais jurado que lloraba.. si le quedaran ojos con los que hacerlo.

—En la plaza de los tres arcos.. al final de la calle, allí estábamos apostados —dijo febrilmente —. Si queda alguien vivo.. estarán allí.

No parecíais tener muchas esperanzas en ello, puesto que la dirección que os sugería estaba en ruinas y sembrada de cadáveres. Cadáveres que, ahora, después de saber del estado del guardia, os fijasteis que muchas presentaban la misma falta de ojos que este.

- Han... Han caído todos tus compañeros.- No era capaz de mentir, no en un momento así. - Déjanos buscar a algún curandero que pueda aplicar sus buenas artes en tu necesitado cuerpo, buen soldado.- Si hubiese dispuesto de algún tipo de sedante o narcótico en ese momento, no habría vacilado en emplearlo en el pobre hombre, peor el tiempo apremiaba y había más gentes necesitadas. ¿A qué se referiría con aquello que brillaba más que el sol? Más y más preguntas, y ninguna respuesta. Tomé la hombre del hombro mientras trataba de encontrar alguien que pudiese ser más útil que yo en aquel momento imposible.

Miré a mis compañeros, y si hubiese tenido cara, ellos habrían reconocido una expresión de disculpa y dolor mientras trataba de socorrer al soldado herido.

Eloise se mantenía pendiente del entorno, intentando discernir o descubrir qué había podido ocasionar todos aquellos daños. La presencia de los cuerpos la apenaba y la destrozaba pero no por la propia muerte en sí, sino porque algunas rostros, al menos aquellos que seguían reconocibles, los recordaba de las noches de baile, canto e historias de la Taberna. 

- Deberíamos darnos prisa, no sabemos si la ciudad se viene a abajo... Creo que lo mejor sería desalojarla y poner a quienes queden con vida a salvo... Podemos mirar de transportar a los heridos, improvisando camillas o algo así... Tengo un mal presentimiento... 

No sirvio de nada, pero al menos lo habia intentando. Le di una suave palmada, como agradeciendole su trabajo al automata antes de acercarme a Eloise y a los demas.

Me encogi levemente de hombros ante mi intento frustrado o vacio en cualquier caso. Mire a Eloise y a nuestro alrededor, para terminar mirando al guardia y a esos ojos que ya no poseia. Esas cuencas carentes de todo pero que sin embargo parecian haber sido quemadas.

Observe con mas detalle siendo consciente de las marcas de los demas cuerpos muertos. - Gravedad. - Por la forma parecia que estaba hablando mas para mi mismo que otra cosa. - La gravedad es una ley absoluta. Da igual cuantas camillas prepareis, cuantas vidas movamos de un lugar a otro para preservar su estado fisico, si no encontramos que ha ocurrido y porque la ciudad parece estar cayendo... - Hablaba con pena, con pesar, mientras me arrodillaba frente a un cadaver donde ni siquiera podia cerrar los parpados del mismo para darle algo de descanso. Habia trizteza en mis palabras y gestos, para luego levantar la mirada y fijarla en Eloise, antes de pasar a los demas. - Moriremos todos cuando la ciudad toque el suelo. Si quereis salvarlo, debemos encontrar esa luz o quien la genero y entender porque han atacado.

El mundo era una suma de esencias de diferente indole, de criaturas que habian estado antes que nosotros y por ello, debiamos intentar comprender las fuerzas elementales que la unian y destruian. Antaño habia una fuerza unificadora sobre esta ciudad, algo la habia desequilibrado, ese desequilibrio debia ser subsanado, la herida sanada, para que las fuerzas concordantes restauraran su equilibrio. Era la unica forma.

Me revuelvo inquieta, tratando de estirarme el vestido manchado de sangre, simplemente por nervios.

«Bufff... algo tan brillante como el Sol... que te ciega, o te quema, o te saca los ojos, o lo que sea que haga con ellos... Pero no puede ser, no hay nada tan brillante como Maru... ¿Será algún tipo de Enemigo o Falso Profeta? ¿Quizás algún tipo de castigo divino o algo? Ojalá estuviera Shani aquí, ella es sacerdotisa del Sol, si fuera algún tipo de castigo o maldición lo sabría... Y los ojos... Vale que si miras fijamente a Maru mucho tiempo también te quedas ciego... pero no te saca los ojos... No, no puede ser Maru... y además si dice que...

-... les atacaron... ¡No puede ser Maru! -salgo de mis pensamientos de pronto, gritando tal vez demasiado- Maru no actúa así, eso sí que lo estudié en la escuela. No ataca a sus fieles. Bueno, y a los otros tampoco, para eso están los Sin Alma que nos defienden... En cualquier caso no puede ser Maru. Ese tal "Trascendente" tiene que ser algún tipo de Falso Profeta, una Falsa Luz... o algo así, o quizás simplemente un enemigo mucho más mundano... 

Me callo un instante, pensando.

-Y si es alguien, o algo mundano, se le podrá combatir, ¿no? Quiero decir... echarle, o callarle, u oscurecerle, o algo...

Me acerco al guardia y le ayudo a incorporarse. Solo con intentar levantarle sé que yo no voy a ser de mucha ayuda con él, casi me tira al suelo. Con mis cincuenta kilos, si se apoya en mí, posiblemente nos caigamos los dos. «Puedo guiarle, pero espero que sea capaz de andar por sí mismo». Le alcanzo su lanza para que la use como bastón.

Por si acaso llegara a ser necesario monto la cuerda de mi arco y la tenso. Siempre lo guardo destensado, para que la madera no sufra daño y se combe con la sequedad del desierto. «Una luz con algo en el centro... supongo que habrá que disparar al centro. Pero, ¿cómo disparar a algo si no puedo mirarlo?».

-Eloise tiene razón... deberíamos darnos prisa... a la Plaza de los Tres Arcos, ¿no?... heridos, supervivientes...-respondo distraída, mirando nerviosa a un lado y a otro, atenta a cualquier sombra que se mueva en algún callejón, o más bien a cualquier luz que brille demasiado.

-P... ¿Cómo? ¿Irnos de Zikaru? ¡No vamos a irnos! ¡¡Es nuestra ciudad!!- Me doy cuenta de que yo he nacido y siempre he vivido aquí, no conozco otra cosa. Pero otros como Eloise, o Nero, o Mukh... sí que conocen qué hay más allá. En cualquier caso no quiero irme. Aquí tengo mi vida, mi familia... -Además... no creo que nos estemos cayendo. Es decir, aún no, al menos. Lo notaríamos... ¿no? Es decir... cuando te caes, esas cosas se notan... Supongo que si simplemente echamos al Trascendente ese, o le apagamos, o lo que sea...  todo volverá a la normalidad, ¿verdad? Los Sin Alma lo arreglarán todo, y todo volverá a ser como antes... es lo que siempre pasa... -digo, no muy convencida, mirando el caos y la destrucción a mi alrededor.

Mukhtar miró brevemente en la dirección de la que hablaba el guardia y suspiró. Seguramente todos estuvieran muertos, y sufrido el mismo destino que el guardia había sido "afortunado" en sobrevivir. Raud se lo dijo sin mucho miramiento, no había lugar para las maneras en ese momento, el tiempo apremiaba. Ante las palabras de Eloise, asintió, aunque a Zoe no le sentaron del todo bien. Nero también intervino.

— Existe la posibilidad de que estemos cayendo. No lo sabemos a ciencia cierta, porque como dice Zoe... la ingravidez se siente, y más en algo tan grande como Zikaru... otra cosa es que la misma ciudad esté haciendo resistencia y sea muy imperceptible —el granuja suspiró, aquello era demasiado complicado. Demasiadas cosas que considerar. Agitó la cabeza—. El hecho es que sí, tenemos que encontrar a ese tal Trascendente y averiguar qué rayos está pasando —colocó una mano en el hombro de Zoe, intentando tranquilizarla o reconfortarla, lo que estaba a punto de decir no le iba a gustar para nada—... pero si tenemos que elegir entre quedarnos en Zikaru mientras cae o abandonarla y salvar la vida... creo que la elección está clara. En todo caso, la ausencia de los Sin Alma indica que hay una amenaza de mayor prioridad en algún otro lado. Ya hemos visto que no han dejado de funcionar —señaló al solitario con la mirada—, pero quizás al encontrarlos, hallemos otra respuesta —miró a los demás—. ¿Las cámaras inferiores? Los Sin Alma siempre han evitado que los zikarienses entren, quizás ahora es el momento... o algo así, no sé.

En cualquier caso, Mukhtar ayudó al guardia también, junto a Zoe. Aún no le quedaba claro a dónde lo iban a llevar exactamente, pero era claro que no podían dejarlo tirado ahí.

El guardia cegado movía la cabeza hacia las voces que iba escuchando, soltó una maldición al escuchar el estado de lo que debiera ser la guarnición. Se tensó al escuchar acerca de las posibilidades de caída de la ciudad, aunque podías notar que, por el momento, Zikaru permanecía intacta en el cielo.

—Entonces.. ¿qué hacemos? Maru bendito.. ¿qué está sucediendo? —se lamentó el guardia encogiéndose.

Los gritos seguían en algún punto lejano, en dirección a los muelles aéreos, no se sentían nuevas explosiones. La entrada de las cámaras inferiores que indició Mukhtar estaban en dirección opuesta a los muelles, y los potenciales curanderos, ¿dónde podrían estar con ese caos? Quizá en el distrito noble.

Quedaba decidir hacia dónde os ibais a dirigir.

- He estado muchas veces en las cámaras inferiores de los sin nombre, normalmente de forma accidental o para tratar de conseguir información sobre por qué me ayudaron en su día, peor no son criaturas demasiado comunicativas. Si esto es un atentado preparado, posiblemente haya tenido su epicentro en los barrios nobles, donde posiblemente encontremos a curanderos que puedan ayudar a este pobre hombre, y puede que haya gente más necesitada y en peor estado de camino. Yo voy a llevarle, peor si queréis ir a las cámaras inferiores, me reuniré con vosotros tan pronto como pueda dejar a este hombre en buenas manos.

No podía negar que también quería ir al mercado para buscar a Latta cuanto antes, pero no podía dejar a aquel hombre solo y necesitaba saber en qué estado estaba aquel posible foco del ataque.

La tabernera miró a Raud, asintiendo a sus palabras.

- A mi tampoco me hace gracia que bajemos hasta las cámaras inferiores. La gente que haya quedado habrá ido a refugiarse y a buscar sanación al distrito noble. Lo primero que debemos hacer es llevar a este hombre a un lugar más seguro y buscarle atención médica.

Suspiró mientras acariciaba la empuñadura de su arma.

- Debemos averiguar qué ha podido suceder, correcto pero también debemos intentar salvar a la mayor cantidad de gente posible... 

Mire al soldado que aun seguia con vida. Teniamos prisa, teniamos que saber que ocurria, necesitabamos entender que habia llevado a esta situacion pero eso significaria abandonar a una vida a su propio devenir. Las explosiones, las subitas muertes por la Calma y ahora... no solo la eleccion de donde ir, sino que esta se condicionaba por algo tan importante como la vida.

Llevemoslo hasta el distrito noble... - Mire a Raud. - Todos juntos. - Una leve sonrisa, apenas sutil, porque no era momento para gestos asi, pero no pensaba que dividirnos fuera la mejor idea. - Alli podran ayudarle y nosotros hacernos una idea mas clara de que ocurre, de ahi si no hay mas informacion iremos a las Camaras Inferiores.

Me relami los labios y mire hacia donde deberia estar la taberna. Queria azucar. Estas cosas pasaban mejor con azucar.

Me quedo pensativa, y triste, después de escuchar a Mukhtar «Abandonar Zikaru... no, no puede ser, siempre he vivido aquí... pero si como Mukh dice llega el momento de elegir, no se...». Guardo silencio, abstraída; algunos gritos aún se escuchan en los niveles superiores. «Entonces...».

-¡No es posible abandonar Zikaru! -grito-. Quiero decir... he estado arriba, en el puerto aéreo, hace unas horas... trabajando... y no hay aeronaves para todos. Es imposible. Todas esas personas que están subiendo no podrán salir... Y bajar y escapar a pie tampoco. Está el Desierto de Sal, y los desecadores...

«Pero entonces, ¿qué podemos hacer?» 

-Los Sin Alma aún funcionan, pero no pueden arreglarlo todo... al menos no mientras ese tal "Trascendente" siga rompiendo cosas y matando gente... Quizás, si conseguimos detener al Trascendente, los Sin Alma puedan trabajar sin obstáculos y arreglarlo todo...

«Eso espero... que todo esto se arregle, y vuelva a ser como antes. ¿Y mamá? ¿Y Shani? ¿Dónde estarán? Espero que estén bien... en cuanto todo esto pase tengo que ir a buscarlas». 

Y tenéis razón... -miro a los demás, y después al guardia- No podemos dejarle aquí. Si hay alguien que pueda ayudarle probablemente estará en el barrio noble. Además... ni nosotros ni la guardia sabemos qué o quién es ese Trascendente... para detenerle primero deberíamos saber a qué nos enfrentamos, qué es lo que está ocurriendo... El Señor Shipurla parecía saberlo, pero murió antes de decir...

Me quedo callada de repente. «Murió por la Calma, de repente, junto con mucha otra gente... pero ¿qué tiene que ver la Calma y lo que está pasando con el Trascendente? ¿Están relacionados?». Siento un escalofrío, y tiemblo sin poder evitarlo. Tengo miedo. Luego continúo, con la voz titubeante.

-...quizás otros nobles, otras familias, sepan a qué nos enfrentamos, qué está pasando... creo que deberíamos ir al barrio noble.

Mukhtar asintió a todos. Tenían razón en aquello: no podían dejar al guardia ahí tirado, y tampoco podían llevarlo de paseo por las cámaras inferiores. Lo mejor sería ir hasta el distrito noble para hacerse una idea de las cosas, e igual podían dar con otro Shirpurla con el que Weine hubiese hablado antes de todo aquel desastre. A lo mejor supiese algo, bien fuera del atentado o del tal trascendente aquel.

No sabía el estado del guardia, pero hizo que con su brazo menos hábil (el que no estaba utilizando para apoyarse con la lanza) le rodeara los hombros para servirle como apoyo también.

— Bueno, ya nos has escuchado. Nos vamos al distrito noble a conseguir alguien que pueda atenderte y a ver cómo podemos resolver todo este desastre... mal tienen que ir las cosas como para que alguien como yo se vea metido en todo este embrollo —¿bromeó? era más una especie de pensamiento en voz alta, al menos lo último.

Volvió a mirar a todos y suspiró.

— Venga, podremos solucionar esto si estamos juntos. Ya podremos preocuparnos del resto de las cosas después.