Partida Rol por web

-Por eso os dije que estuviéseis atentos. No me fío nada... Es muy raro que alguien humano haya podido sobrevivir aquí encerrado sin comida ni agua. ¡Pero nosotros somos muchos y somos valientes. Estad atentos, y listos para atacar con todo lo que tengáis!

El año pasado éramos solo tres, y pudimos vencerle. Esta vez éramos más y podríamos con él.

Un fugaz pensamiento vino a mí como un flash... Un niño... ¿Y si era el verdadero John secuestrado y las hadas lo mantenían con vida? ¿Y si el que venía con nosotros era un impostor?

Por acto reflejo, iba a decirle a Zanina que lo vigilase, cuando la ví ir despacito a quitarle la sábana.

Abrí mucho los ojos, esperando lo que pudiese llegar, y deseando de corazón que el mayor tornado surgiese de mi gorra si pasaba algo malo ahora.

Los niños estaban hablando de atacar, de golpear, incluso de matar y eso intimidó mucho a John. Él no era un niño agresivo y sus historias estaban llenas de esas criaturas crueles que los otros niños parecían estar encarnando.

Se quedó parado durante un instante, atemorizado. Pero sacudió la cabeza cuando Zaina levantó la pequeña sábana harapienta que cubría a la figura. Enfocó la linterna en aquella figura y trato de agudizar su vista. Se ajustó las gafas y comenzó a caminar lentamente mientras orientaba su cuerpo para poder ver mejor a lo que quiera que se escondiera ahí.

—Hola —susurró—. ¿Estás bien? Me llamo John. ¿Cómo te llamas tú? ¿Te has perdido?

Ander iba a hacer lo mismo que John, pero este se le adelantó. Asi que él se puso a su lado para reforzar su imagen. 

- ¿Tienes hambre? 

Si John habia sobrevivido sólo, y había venido después. ¿Por qué culpar a la otra persona? ¿Por qué no podía ser John el que estuviera allí solo y ser el alien disfrazado de niño el que estaba con ellos? Ander prefería no fiarse demasiado de nadie y al mismo tiempo no ponerle zancadillas a los posibles aliados que encontraran. 

Aunque las reacciones de los niños fueron diferentes, de lo que no cabía duda alguna era de que debajo de esas mantas y sábanas sucias había algo. Algo vivo, e inteligente, porque hablaba.

Jess y Robert no dudaron en marcar territorio ante la posible nueva amenaza, dejando claro que no iban a arredrarse. El miedo era la mejor arma de las Hadas y la Oscuridad, así que no iban a ponérselo fácil. John y Ander pensaban de otra forma. ¿Y si ahí no había algo peligroso, si no un niño como ellos? Se aproximaron con cuidado y con palabras conciliadoras, mientras Zaina lo hacía también... pero con el spray bien preparado.

Cuando la gitanilla apartó los harapos con un gesto rápido y decidido, las linternas apuntaron hacia el lugar para iluminar lo que fuera que estuviese allí. Se quedaron todos de una pieza al ver lo que era...

- ¡No! ¡No!

Una niña pequeña que llevaba un vestido largo y raído, se tapó los ojos con un brazo cuando las luces de linterna cayeron sobre ella como focos de vigilancia. Retrocedió arrastrándose y se quedó pegada a la pared, encogida y temblando como un cervatillo. Era muy pequeña y delgada, con el pelo y la cara sucios de hollín y lágrimas. Los miró un instante, pero luego enterró el rostro entre los brazos y se pegó aún más al muro, como si quisiera atravesarlo para escapar.

- Por favor, no... -suplicaba-. Por favor, no me hagáis daño...

Sólo fue un instante fugaz, pero John tuvo una sensación extraña al ver el rostro de aquella niña asustada. No sabía por qué... pero le había resultado familiar.

¿La conocía...?

¿Otro niño? Menos mal que no había utilizado el lanzallamas... Al ver a la pequeña, Zaina dio un respingo mayor que cuando vio por primera vez a un hada malvada. Se había esperado cualquier cosa menos otro ser humano. ¡¡Aquello era increíble!! Con la boca aún abierta por la impresión bajó el arma.

–¡No puede ser!– la niña buscó con la mirada a Kolda– ¿Han atrapado a otra? ¿Qué está pasando, Kolda?

Zaina no se planteó ni por un momento que fuese una trampa. Los malos eran malos, los buenos eran buenos y esa niña era una niñita asustada. De hecho, aquella pequeña le recordaba a Danny, que tan mal lo había pasado el año anterior cuando se perdieron. Con cuidado, se agachó junto a la niña del mismo modo que lo hubiese hecho con un conejo o un intrigante ratoncillo. Zaina estaba convencida de que era otra niña atrapada por la oscuridad, quizás incluso por el espectro del año anterior.

–¿Estás bien? –preguntó antes de soltar otra ristra de preguntas, sin darse cuenta de que podía asustarla más– ¿Quién te ha traído aquí? ¿Tienes hambre? Tenemos algo de comida... Me llamo Zaina, ¿y tu?

Kolda no dijo nada. Se quedó en el hombro de Zaina, limitándose a mirar con expresión seria a la niña sucia que se apretaba contra la pared de ladrillo. Daba la impresión de que no sabía más que la gitanilla sobre lo que ocurría.

Los ojos se me abrieron como platos... ¡Otra chica!

Era increíble, aunque... sí, podía caber esa posibilidad. Al fin y al cabo, nosotros también estábamos aquí, ¿por qué íbamos a ser los únicos? No pude evitar suspirar aliviado y sonreír ligeramente; luego guardé mi espada de juguete.

—Menudo susto — añadí tras Zaina y mientras me acercaba a la nueva chica —. Perdona, por lo de antes... ya sabes, estamos... un poco nerviosos todos. Mi nombre es Robert.

Intenté que mi tono de voz sonara lo más amable posible. No quería asustar más a la chica. Luego, una vez hubiera sabido su nombre, o no, decidí investigar un poco más en la sala aprovechando que ahora estaba alumbrada... Ya sabes, ver si había algo que nos ayudara a escapar de este lugar... cualquier cosa.

A  Ander le daba igual si habia tenido razón o no. Un niño pequeño no piensa en esas cosas. Asi que siguió acercándose. Aquella chica era mayor que él. Y mamá decía que con una sonrisa se llega al corazón de la gente. Así que se limitó a sonreir lo máximo que podía, quedándose delante de los demás junto a John y Zaina. 

Creo que la boca se me abrió tanto que podía tocar con ella el suelo. ¿Qué demonios era esto? ¿Otra niña perdida?

No podía ser cierto, no podía ser... tan fácil. Si era real, ¿cómo pudo vivir en esta oscuridad y soledad?

No estaba arrepentida de ser tan borde, pero los demás ya estaban siendo amables con ella. Me quedé esperando una explicación que me convenciese, porque seguía sin fiarme de esa chica en ese lugar.

En las pelis de polis, a veces los malos se disfrazaban de buenos para despistar... ¡A ver si aquí iba a ser lo mismo!

Mira a la niña que aparece de debajo de la manta vieja esa que la cubre. Al principio, siente alivio por ver que es una niña y preocupación por su estado, pero luego recuerda donde están. ¿Cómo ha llegado allí? ¿Desde cuándo está allí? Ellos llevan lo que parece toda la vida y su ropa no es que esté ni rota ni vieja. Sucia, mucho. Así que no se fía de la niña nueva.

Se mantiene detrás de Robert, asomada para ver que pasa.

-Robert... esto es raro...

John parpadeó varias veces seguidas alumbrando directamente a la cara a la niña. Se acercó un par de pasos fijándose atentamente en la cara de la niña.

—¿Eres... ? —había iniciado la pregunta pero rápidamente meneó la cabeza en negativa—. No, no puede ser. Te pareces mucho a una amiga que tengo yo, pero no puede ser... no tiene sentido que esté aquí.

El niño miraba fijamente a la niña harapienta y pronto le dio la linterna a Robert que estaba junto a él.

—Dame la mano... te ayudaré a salir —dijo alargando el brazo—. ¿Cómo te llamas?

Ante la avalancha de presentaciones y las caras de asombro de los chicos, la niña miraba con pavor uno y otro rostro. Todavía respiraba agitadamente, pero al ver que no pretendían hacerle daño y fijarse en la sonrisa de Ander, que iba casi de una a otra oreja del pequeño, pareció tranquilizarse un poco. Se quedó allí sentada, temblando un poquito, pero al menos ya se atrevía a mirarlos.

- So... soy Anette -dijo con una vocecita que parecía ir a disiparse en cualquier momento.

No se atrevía aún a tomar el brazo que John le ofrecía para levantarse, pero miró a Zaina y no pudo evitar llevarse una mano al estómago. Parecía que la palabra "comida" había hecho bastante efecto...

Mientras la niña se presentaba, asustada aún, Kolda echó a volar del hombro de Zaina y se acercó a Jess, Kate y Robert. Había notado sus reticencias y las compartía. Anette, por cierto, dio un respingo cuando vio a la pequeña Hada y abrió mucho los ojos sorprendida. No parecía haber visto a ninguna antes.

- ¿Qué pensáis? -preguntó Kolda a los chiquillos en un susurro-. Esto sí que no me lo esperaba, pero no me fío. ¿La conocéis de algo? ¿Hay personas sin techo en vuestro pueblo?

Pero ninguno de ellos recordaba haber visto nunca a Anette, ni a nadie que se le pareciese...

... salvo John, que seguía teniendo la impresión de conocer de algo a esa niña. Y más desde que había oído su nombre, Anette. Pero por más que lo intentaba, era incapaz de saber por qué tenía esa sensación.

—¿Anette? —dijo sin retirar el ofrecimiento de su brazo—. Una vez conocí a una Anette, pero no recuerdo de qué.

Las palabras de John parecían calmadas pero meditadas. Había algo dentro de él que no paraba de pensar en ese nombre. Sabía que le era conocido pero no tenía claro de qué. Y eso perturbaba la pequeña mente del niño. No soportaba no recordar algo; su memoria era su mejor cualidad y cuando fallaba el muchacho se desestabilizaba.

—Venga sal. No tienes nada que temer. Pero, ¿por qué estás ahí? ¿Cómo has venido?

—¿Raro? ¿El qué?

Las preguntas salieron de mi boca como "contestación" cuando Kate se acercó a mí y me habló. Sabía a lo que se refería, pero quería tratar de no hacer caso a lo raro que era. No sé como explicarlo, pero... quería creer que esa chica era real, y no una nueva amenaza. Padre decía que si pensabas mucho en algo bueno, al final pasaba.

Pese a todo, no pude evitar suspirar...

—Ya, Kate — le susurré —. Pero... de momento no ha hecho nada por lo que debamos desconfiar de ella, ¿no? ¿Y si lleva tanto tiempo como nosotros atrapada aquí? ¡Y sola! ¿Te imaginas eso?

Sería horrible... Así que, tratando de convencerla, intenté sonreír con una calmada sonrisa. Luego seguí revisando la sala por si encontraba algo que nos pudiera servir... aunque ya imaginaba que no encontraría nada.

—Demosle una oportunidad, ¿vale? — añadí finalmente mientras seguía curioseando a mi alrededor.

-Robert... Ya, sí yo querría fiarme, pero... me sigue pareciendo raro. Sin comida ni agua... Este sitio parece que no pasó nadie por aquí hace tiempo, y de pronto... ¿una niña? Es sospechoso.

Me parecía de mala educación estar cuchicheando en presencia de desconocidos, como muchas veces me dijo la abuela. Era feo, sí. Decidí ser sincera y darle un voto de confianza a la nueva niña del grupo. Todos fuimos "los nuevos" alguna vez, y no era agradable que te recibiesen así de mal. Aún así, la mantendría... ¿cómo era esa palabra chula? ¡Ah, sí!.. en cuarentena.

-Anette, yo soy Jess. Perdona, pero... es que no sé qué haces aquí, ni cómo has venido. Si quieres come algo, que lo necesitas, pero... Cuéntanos tu historia mientras intentamos buscar una salida de este lugar. ¿Sabes si la hay?

La niña sacudió su enmarañada cabellera. No estaba para nada de acuerdo con Jess. Aquella niña podía llevar tiempo así en el mundo de la realidad y haber "atravesado el velo" como decía Mirza al mismo tiempo que ellos. De hecho, podía ser incluso uno de los niños del espectro o haber estado capturada por él si es que había vuelto. Claro que... las cartas... la luna había salido. ¡Y en último lugar!

No era una tirada, no puede contar. NO PUEDE

Pero por mucho que intentase convencerse, la duda continuaba ahí. Pese a todo, y de nuevo como si se encontrase ante un animalillo en vez de ante una persona, Zaina puso el bocadillo en el suelo cerca de Annette, y se alejó unos pasos, para no asustarla aún más. La niña, por mucho que su lanzallamas, su provocación e incluso Ander pudiese dar a pensar lo contrario, era poco dada a la violencia. En cada pueblo que visitaba prefería corretear por ahí antes que meterse en peleas con los niños que la señalaban por su aspecto desaliñado o por vivir en una caravana. Además, le dolía terriblemente ver que alguien tenía miedo o estaba triste. Por eso se había volcado desde el principio con Melhi y Kolda. 

Mientras esperaba a que Annete se decidiese a contar su historia o coger el bocadillo, la pequeña no pudo aguantar más y lanzó una de las preguntas que le daba vueltas por la mente.

–Annette, ¿te trajo él?– al decir aquello, la mirada de la gitanilla se desvió a Kolda, con una expresión clara de "tú-ya-sabes-a-quien-me-refiero"