Partida Rol por web

Nada más cruzar la puerta, los sonidos del ataque de las Hadas cesaron. Los chicos escucharon durante algunos segundos, con las orejas pegadas a la puerta para asegurarse... pero de momento parecían haberse puesto a salvo.

Estaban en un pequeño cuarto oscuro, pero pudieron ver luz al otro lado de una esquina que estaba justo a su lado. Al volverla, descubrieron una sala amplia de ladrillo visto, con vigas de madera, iluminada por una simple bombilla que colgaba muy arriba en el techo. Al otro lado de la sala rectangular, un vano sin puerta dejaba ver una escalera que subía. Parecía ser un sótano muy antiguo.

No se oía nada a su alrededor, y el frío que habían sentido durante toda la noche se había atenuado sensiblemente... aunque tampoco se podía decir que hiciera calor, pues la estancia era fría y húmeda. No obstante, y teniendo en cuenta por lo que acababan de pasar, al grupo le pareció el mejor refugio del mundo. Al menos habían escapado de los colmillos de las Hadas y del olor nauseabundo de las alcantarillas.

Kolda inspeccionó rápidamente la sala, para asegurarse de que no había ningún peligro allí. Asintió satisfecha y suspiró. Luego se sentó en el suelo. Parecía agotada de repente.

- Bueno, supongo que estamos a salvo por ahora -dijo con voz cansada-. ¿Estáis todos bien?

Ander se colocó el casco. Las huellas no habían servido, pero al menos habían encontrado el camino alternativo. Los malvados aliens estaban justo detrás de ellos, y no sabia cuanto tiempo aguantarían las puertas. 

Se acercó a John. 

- ¿Estas malito? - Lo preguntaba con tremenda inocencia, pero al mismo tiempo con preocupación. Todo el mundo sabe que los malitos siempre se quedaban atrás...

—Fiu~... eso ha ido por los pelos, ¿eh, chicos?

Y tanto... por los ruidos y la furia que había escuchado de las hadas al golpear la otra puerta, dudaba mucho de que a nosotros nos hubieran tratado mejor. ¡Quién hubiera sabido que nos habría pasado si no nos hubiéramos escapado de ellas a tiempo!

—Yo estoy bien — dije finalmente contestando a Kolda —. ¿Vosotros qué tal?

A pesar de la seguridad que puedan sentir en esa sala húmeda y oscura, se siente intranquila. Las hadas malas están al otro lado, buscando una forma de entrar y hacer cosas horribles con ellos. Y casi se lo puede imaginar... Al menos, ahora no huele mal y tienen otra puerta entre ellos y las malvadas hadas. Se pasa las manos por los brazos, como abrazándose un poco.

-Yo... yo estoy bien.

Quiere sentarse, pero tiene miedo de que la puerta se abra de pronto. Además, esas escaleras no le inspiran confianza. ¿Y si alguien baja por ellas?

Mientras Kolda revoloteaba, Zaina acariciaba los petardos que aún tenía en la mano. Había pensado tirarselos a las hadas y BUUUUM hacer que les explotasen las cabecitas. Mamá siempre decía que no podía lanzar petardos cerca de los perros porque les haría sangrar los oídos y podía parárseles el corazón. Así que seguro que a una de aquellas malvadas haditas le haría explotar la cabeza, esparciendo cristalitos por todas partes.

–Estoy bien– dijo pasándose la mano por el cabello rizado. Su pañuelo estaba ahora en el brazo de John, pero su pelo era tan espeso y estaba tan enmarañado que podía esconder una o dos hadas, como Melhi y Kolda habían podido comprobar.–¿Y vosotras? 

Zaina estaba muy preocupada por sus pequeñas amigas. Sabía que tenían poderes con los que ellos solo podian soñar, pero aún así, eran chiquitinas y valientes. Les estaban ayudando arriesgando sus vidas... ¡Y eso que los humanos adultos no creían en ellas! Menos Mirza. Mirza si creía en ellas y en los poderes... Como la echaba de menos. Mientras pensaba en ella y en el tarot, la niña se dio cuenta de una cosa.

–¿Por qué está esa luz encendida?– susurró de pronto. –¿Habrá alguien por aquí?

-Chicos, sé que todos tenemos miedo, pero no hay que entretenerse demasiado. Tenemos que salir de aquí como sea.

Aún temblaba de nervios, pero escondí mis manos en los bolsillos para que no se me notase. Intentaba aparentar una seguridad que casi no tenía.

-Sí, Zaina.. Lo mismo pensé yo. Una bombilla encendida muchos días duraría poco sin fundirse. ¡Aunque hay una en un sitio de bomberos que lleva unos cien años encendida!*-mi abuelo me lo leyó de una revista. Suspiré inevitablemente al recordar su falta-. Si os fijáis, ésto parece un sótano. Esa escalera que sube tiene que llevar a alguna parte, y no veo más salida. ¿Os parece si subimos por ella? Puedo ir yo delante.

Kolda echó un ojo a la escalera y volvió a revolotear, despacio al principio. Continuaba con el ceño un poco arrugado, como si algo la incomodase.

- No me fío -dijo-. Llevo un rato dándole vueltas a algo, chicos...

Clavó la vista en el suelo mientras cavilaba y por fin les explicó lo que le rondaba la mente.

- Estoy segura de que la puerta metálica por la que salimos de la alcantarilla, la que encontró Ander... no estaba la primera vez que John y yo recorrimos las galerías. Sí, puede que me desorientase... pero no lo creo. Y tampoco sabía nada de ninguna Reina Hada, ni de ningún Hada que tuviera cuernos o fuera de un color diferente. Creo...

Se detuvo un momento, pero luego siguió.

- Creo que son manifestaciones de La Oscuridad. Creo que de alguna manera, ahora puede hacer cosas nuevas, diferentes... Y no olvidemos que esto no es la realidad, si no una especie de "puente" entre el mundo de La Oscuridad y el mundo real. ¿Qué más será capaz de hacer aquí...?

Miró una vez más hacia la bombilla que Zaina había señalado, y luego hacia las escaleras que subían. Por primera vez, parecía desorientada y más asustada que Melhi.

- No sé qué hacer. Me siento como si estuviéramos metiéndonos en una trampa cada vez más profunda. Y sigo pensando que hay algo raro que se me escapa...

Miró a los chicos con una expresión de confusión y vergüenza. No le gustaba dejar tan claros sus temores en un momento tan delicado... pero no se sentía con fuerzas para fingir.

Aquello no pintaba bien: Kolda tenía miedo y había cosas que eran más extrañas que de costumbre. De un baúl podían salir almas, podían existir las hadas, el tarot era real, como los sueños premonitorios, los fantasmas y los seres milenarios, buenos y malvados que habitaban en los bosques. Ahora bien, ¿aparecer puertas de la nada? ¡Eso era nuevo! Y además de eso... ¡¡Kolda tenía miedo!! Zaina no la había visto así desde que la sacaron del baúl donde las hadas malvadas la habían encerrado. Estaba más entera, pero también más asustada.

–Esto va mal– se dijo la niña mientras barajaba su baraja para calmar los nervios cuando una se le cayó al suelo y otra sobre su pie. Señalándola a ella. Al verlas, palideció hasta el punto de que su tono de piel se igualó al de sus amigos. La que había caído ante ella, la última en llegar al suelo, era una luna.

Y sobre su pie, bien derechita, la carta de un hombre colgado.

La niña recogió las cartas sin decir nada a nadie, pero con aspecto de estar muy asustada y se las metió al bolsillo de la chaqueta. "No es una tirada completa, no es una tirada completa, no es una tirada completa"

–No podemos hacer otra cosa más que seguir por allí– dijo finalmente con voz neutra, resignada–. Solo espero que no aparezcamos en uno de esos baúles o en la cabaña del verano pasado. ¡Me recuerda mucho a ese sitio horrible!

Ella también se ha fijado en que la luz está encendida y eso es una mala señal, ¿no? Se supone que no hay nadie y los que quedan en el pueblo son ellos y las hadas y esa cosa malvada llamada la Oscuridad que quiere hacer papilla con ellos. Le recorre un escalofrío, mirando hacia las escaleras y hacia la puerta. Pero esas cosas se alimentan del miedo, ¿no? Tienen que ser valientes... al menos, intentarlo.

-Tenemos... tenemos que subir. No haremos nada aquí... solo estamos esperando a que las hadas crucen la puerta. 

Mira a los demás, con miedo de dar el primer paso.

-Si... si se alimentan de nuestro miedo, debemos ser valientes, ¿no?

Escuché a las chicas y a Kolda. Tenían miedo... y no las culpaba por ello. A decir verdad, todos teníamos miedo. Pero, no era momento de venirse abajo. Había que guardar la esperanza, y eso trataba de hacer yo.

—Vamos, chicas — dije sonriendo ligeramente —. Todo irá bien, estoy seguro.

No lo estaba tanto, pero no podía permitir que el ánimo del grupo decayese a ritmo acelerado.

—Sí, tienes razón, Kate — me coloqué a su lado —. Tenemos que seguir adelante.

Miré al resto, cogí aire y... empecé a subir las escaleras valientemente. Si mis compañeros no se atrevían, yo echaría un vistazo por si había algún peligro allí arriba y les animaría a que me siguieran. Peor era quedarse allí esperando a que las hadas nos encontraran.

Kolda suspiró y asintió. Los chavales tenían razón, echar raíces en aquél sótano no serviría de nada. Tenían que buscar una forma de seguir adelante y de poner a salvo a John.

- Muy bien -dijo-. Vayamos por las escaleras. No podemos hacer otra cosa... Y Kate tiene razón, será mejor que no nos dejemos llevar por el miedo, o todo será peor.

Pero no se le había escapado la expresión de Zaina al ver las cartas del tarot y el temblor de sus manos al guardarlas. Revoloteó hasta la melena de la gitanilla y se sumergió entre sus rizos.

Con mucho cuidado, para que los demás no se dieran cuenta, el Hada buena acercó su cabecita a la oreja de Zaina y susurró.

- Zai... ¿qué te han dicho las cartas? ¿Algo malo? -preguntó.

Melhi había observado la escena en silencio, pero cuando escuchó a Kolda ladeó la cabeza y se animó a proponer algo.

- ¿Y... si esperamos? -dijo-. Después de todo, si la puerta metálica no estaba al principio y luego sí... Quizá cambie algo más aquí dentro y tengamos más opciones...

Escuché a Kolda, y me animé más. Pero... justo cuando ya estaba subiendo peldaño a peldaño, escuché en medio de mi travesía la proposición de Melhi y... me entraron las dudas de nuevo.

¿Y si tenía razón? ¿Y si lo ideal era esperar a que apareciera algo más?

Hum...

—Pero, ¿y si no aparece nada, Melhi? — pregunté respondiendo dentro de lo que una pregunta puede responder —. Habríamos perdido un tiempo importante esperando algo que a lo mejor nunca cambiará...  y, ya sabes, tiempo que nosotros perdamos es tiempo que las hadas malvadas ganan, ¿verdad? Además, ni siquiera sabemos si... en caso de cambiar algo, vaya a ser a mejor.

Suspiré y volví a mirar hacia el oscuro final de las escaleras. Sentía lo que tenía que hacer...

—Chicos, creo que lo mejor es avanzar ya — sonreí tratando de dar animo al resto —. Si queréis, puedo echar un vistazo yo primero a ver qué hay al otro lado de las escaleras mientras vosotros esperáis.

Y, por lo que más quería en el mundo... deseaba que en esto último no me hicieran caso y decidieran venir todos conmigo. Era valiente y lo haría si tenía que hacerlo... pero...

Por favor, que no haya nada malo ahí...

No se me había escapado la expresión de Zai con las cartas. La verdad es que los nombres y los dibujos no parecían nada simpáticos.

-¿Sabéis? Lo de la luz... Me recuerda a las cazas de bichos. Cuando los chavales encienden una luz para atraer a los insectos, y los cazan entonces sin problema. Un... ¿cómo se llama eso? ¿Un cebo? Pero si algo sabemos aquí es qué tenemos detrás. Sólo podemos avanzar, a no ser que nos enfrentemos directamente a los bicharracos malvados de la Oscuridad. Y sí, Kate. Preparémonos para luchar y no tengamos miedo. ¡Creo que hablo por todos al decir que lo que queremos es salir de aquí de una vez! ¡Así que a por ello!

Ahora estaba entre animada y furiosa, por lo que estábamos pasando. Las ganas de terminar con los bichejos eran más fuertes.

Saqué mi gorra, concentrándome en crear algún posible huracán o viento que llevase volando a las enemigas si nos atacaban.

-¿Vamos, entonces? ¿Estáis preparados?

Zaina se llevó la mano al pelo para sentir el contacto con Kolda. Estaba atemorizada, pero no quería preocupar al resto. Además, la cart había caído sobre ella. Si había algún problema era suyo, aunque...  aunque ella tenía un vínculo muy fuerte con las hadas. Al fin y al cabo, les había puesto nombre. Pero no, había caído sobre ella. Y además...

–No era un tirada completa, no se tiene que cumplir ¿no?– musitó muy bajito para que solo Kolda la oyese– No cuenta...creo

Ojalá Mirza estuviese aquí
 

Zaina se llevó la mano a los rizos y empezó a murmurar entre dientes. La niña estaba atenta a todos los comentarios de sus compañeros, pero a la vez miraba de un lado a otro. Aún estaba pálida, pero cuando habló lo hizo con voz decidida.

–A lo mejor no es "exactamente" una puerta que aparece, sino una que cambia. Una vez soñé que abría la puerta de la caravana y estaba en un desierto, cerré y abrí de nuevo y estaba en un bosque oscuro y así unas cuantas veces. Tal vez sea una casa cambiante.– La niña no decía eso para escaquearse de las escaleras, de hecho ya había subido un ppar de escalones. Además, la alternativa que estaba a punto de plantear era más aterradora.– Podemos probar, pero si nos equivocamos y las hadas malas han entrado en la sala de la caldera... bueno, pues ya sabéis.

El grupo parecía bastante decidido a seguir avanzando. Y la verdad era que, visto lo visto... pocas opciones más les quedaban. A sus espaldas no habían dejado otra cosa que galerías malolientes y un mar de Hadas sedientas de sangre. Fuera lo que fuese lo que esperaba delante, con toda probabilidad no sería tan malo como eso.

Robert guiaba la marcha por la escalera que subía, mientras Zaina le seguía y el resto se agolpaba detrás, esperando su turno. Los escalones eran de madera vieja y chirriaban. En más de un paso Robert temió que alguno se rompiera bajo su peso, así que subió con mucho cuidado, pero los escalones aguantaron. Llegó finalmente a la parte alta y tuvo la puerta frente a sí. Cuando agarró el pomo e intentó abrirlo, este se resistió. Por un momento temió que aquella puerta estuviera cerrada con llave, pero por fin se abrió con un crujido.

Despacio, abrieron la hoja de la puerta y más allá sólo vieron negrura. La tenue luz de la bombilla que habían visto antes se coló un poco en la nueva estancia, pero no iluminó más allá de unos metros, el resto de la sala permaneció en tinieblas para ellos. Parecía una habitación grande. Grande, oscura y vacía. Y no se oía nada dentro.

Mientras subían la escalera, Kolda negó levemente con la cabeza a las palabras de Zaina.

- No lo sé, Zai... tú eres la que sabe leerlas -dijo-. Pero si es algo malo, espero que no cuente...

No dijo nada más y clavó la vista en la puerta que Robert estaba abriendo.