Partida Rol por web

Al actuar como ha indicado el capitán se recoge el velamen y el barco holandés inicia una aproximación mucho más decidida.

Del Barrio está con los cuchillos prestos ocultos por las mangas, y su mirada "de miedo y confusión" da más miedo del que parece tener, por lo que Montero le dice -Tú, quita esa cara o se van a oler que algo va mal.

Os lanzan cabos y dicen -Toma vosotros corda y empuja. 

Intentando aparentar buen temple, porque el miedo no me hace falta disimularlo, agarro uno de los cabos que nos lanzan, temiendo acercarme demasiado al lugar donde se arremolinan los tripulantes holandeses, intentando no mirar arriba, donde Lobato blande disimuladamente (imagino) el diabólico tarro de la bruja de a bordo. Mientras jalo, dirijo unas cuantas palabras a los del otro barco en su propio idioma;* quizás les desconcierte encontrar entre nosotros a alguien que conoce su parla, quizás cambie su disposición. Pronto lo sabremos.

-¡Bienvenidos, caballeros! No queremos problemas, el capitán es malo y la tripulación no está contenta, no será necesario emplear la fuerza... Hablando podemos entendernos...

Lo digo con toda la naturalidad de que soy capaz, consciente de que debe de sonar entre temerario y servil a los oídos de los holandeses; me resulta extraño oír las palabras brotar de mi garganta, hace ya años que no uso la lengua de mi madre. Pero resulta imposible olvidar, aunque no se use, la lengua que mamamos...

Me aseguro de tener el arco a mano y unas cuantas flechas que pueda sacar con rapidez. Aprovecho el lapso de tiempo para elevar una plegaria:

Tú que dispones 
de viento y mar, 
haces la calma, 
la tempestad. 
Ten de nosotros Señor, 
piedad, 
piedad, Señor, 
Señor, piedad.

Cuando acabo de elevar la oración, agarro con fuerza la madera, con la vista puesta en los tiradores e intentando exteriorizar una calma que no siento por dentro.

Al oír su lengua natal le contestan -Bien, uno que habla un idioma civilizado, traduce al resto y evitaremos problemas. Tirad de los cabos para acercar los cascos, una vez atados a las jarcias, os retiráis de la banda y os ponéis de rodillas.

Mientras dice eso, la tripulación del muerte, salvo el capitán que no está a la vista, Lobato que está en el carajo, y de Lope que está bajo cubierta, van tirando del enorme barco enemigo, aunque por una cuestión de peso, es la Muerte el que se mueve.

Hago lo que me dicen (segun la traduccion de Matias), dando instrucciones a la tripulacion, para dar a entender que soy el capitan esperando el mejor momento para dar la orden. Una vez que mas o menos 7 miembros del equipaje flamenco se encuentra a bordo, teniendo las manos detras de mi espalda, y de rodillas y al grito de -Por España!!!-  me posiciono con una sola rodilla en el suelo y sacando una de las pistolas que tenia lista y le disparo al mas cercano de esos malditos malnacidos que han venido a buscar su muerte

Cuando el séptimo de los invasores pisa cubierta Gil se incorpora y con un movimiento demasiado rápido para ser preciso dispara al hombre que tiene enfrente, por fortuna y a pesar de errar el tiro a su objetivo principal hiere a otro que está detrás, justo cuando pretenden reaccionar se escucha el estrépito de la cerámica al partirse sobre el hombro de uno de ellos y un polvo blanquecino como la cal se apodera de unos cuantos de ellos.

Un par de tiros desde el barco enemigo caen sobre vosotros, uno da en cubierta pero otro hiere a Fernández. Otros tiros se oyen pero al parecer van contra el carajo, pues uno de los que pretendía saltar para socorrer a sus camaradas aturdidos recibe un tiro en el pecho desde lo alto.

El silbido de una flecha se oye por encima del jaleo que provoca la lucha. Del Barrio, Lillo y Montero parecen perros que dan dentelladas a un jabalí, se mueven de un lado a otro repartiendo cuchilladas. Otros se animan e intentan apoyar el rechazo pero después de disparar sobre un enemigo Jiménez es alcanzado por la espada de un holandés que lo raja de hombro a hombro. 

Vienen otros pero enseguida se ven superados, Lobato consigue hacer patente que no hay retirada posible acosando desde la altura, y Felicio grita por encima de todos en una lengua que solo Matías entiende (nerlandés) -Deponed las armas y se detendrá la matanza. 

Algo en el tono del hombre hace que todos salvo uno se den por aludidos, ese uno es abatido por una flecha del capitán antes de que se lanzase contra el propio Felicio.

Nada más escucho el primer disparo, me incorporo con el arco y, en un rápido movimiento, logro abatir a uno.Mi flecha le ha perforado el cuello y el pobre diablo deja caer su mosquete para agarrarse la madera que le sobresale mientras la vida se le escapa. Me agacho para encordar otra flecha, aprovechando el barco para cubrirme.

Una vez que tengo preparada la flecha, me incorporo de nuevo, disparando contra otro de sus tiradores al que logro alcanzar en el estómago, y también va contra la cubierta soltando el arma de inmediato.

Al no haber podido encontrar otro tirador, encuerdo en pie el arco cuando un disparo pasa silbando muy cerca de mi, mascullando un taco, apunto contra el energúmeno que me ha disparado con un mosquete de los caídos y logro un tercer impacto consecutivo.

Vuelvo a recargar el arco y comienzo a apuntar otro de esos perros holandeses. Justo cuando suelto la flecha, abatiendo a otro de esos infelices con un disparo certero recibo un puñetazo en el hombro que me tira al suelo. Espera ¿Un puñetazo? Holandeses malparidos, ¡Me han pegado un tiro! Tardo un poco en incorporarme, pero al hacerlo veo que el enemigo ha depuesto las armas.

Caminando con cierta dificultad, me acerco a mis valientes y comienzo a decir:

-Muchachos, los que os veáis capaces, tomad posiciones en torno a ellos. ¡De Lope! ¡A cubierta! ¡YA!

Cuando De Lope sube le digo:

-Ve bajando a los heridos abajo, atiende a los peor parados primero.

-¡Matías!-digo acercándome yo a él- Traduce lo siguiente, por favor.

Mientras hablo, voy dejando pausas para que me traduzca.

-¡Holandeses! Mi nombre es Iker Montoya, capitán del Muerte Súbita.

Si no hacéis ninguna estupidez, os juro por Dios que se os dará un trato justo.

Si nuestra médico acaba con nuestros heridos antes que el vuestro, os atenderá ella también si así lo deseáis.

Prometo que podréis desembarcar en el siguiente puerto con todas vuestras pertenencias personales.

Me aseguraré de dejaros suficientes monedas en la bolsa para que podáis subsistir mientras encontráis otro oficio o embarcación.

Podréis comer y beber con normalidad, podréis dormir sin miedo y podréis andar sin armas pero sin miedo a castigos físicos injustificados.

A cambio, solo os pido una cosa, que durante el tramo que nos separa de puerto más cercano os comportéis con nosotros de la misma forma que lo hacíais con vuestro anterior capitán. 

Que acatéis las órdenes que os dé yo, o mi segundo-digo señalando al tuerto.

Nos ayudaréis a llevar vuestro antiguo navío a puerto.

Si os comportáis con la misma generosidad con la que creo que estar tratándoos, juro que todo lo que he dicho se hará realidad.

Pero si alguno intenta algo raro, desobedece, nos intenta agredir, o cualquier otra cosa que comprometa la seguridad de mi tripulación os aseguro que lo pagaréis caro.

El infractor o los infractores recibirán 10 latigazos y serán arrojados al mar. En caso de no ser posibles los latigazos, nos limitaremos ha arrojaros al mar, vivos o muertos.

Ahora os quitaremos las armas

¿Lo habéis entendido?

Una vez que Matías me traduce el si, y los que no les están amenazando han apartado y recogido todas las armas,  continuo.

Mientras inspeccionamos vuestro buque os sentaréis todos en el suelo. Quiero veros más quietos que una piedra.

Matías, acompáñame al camarote del capitán, vamos a ver si encontramos sus cartas de navegación y algunos listados con el inventario.

Antes de cambiar de barco, les digo a los muchachos.

-Estoy orgulloso de vosotros. Os daré a todos una doble ración de ron, pero no seguidas mientras tengamos prisioneros.

Así, apretándome el hombro en el que he recibido el disparo, tratando de contener la hemorragia, voy con Matías, dispuesto a ser el último en ser atendido si mi cuerpo lo permite.

La cabeza me palpita al ritmo de un corazón lleno de adrenalina, que sabe lo que va a pasar... pero no como va a suceder.

Manteniendo la sangre fría todo lo que este dolorido cuerpo me permite y contra todo orgullo que grita como una bestia encadenada viendo como esos malditos holandeses suben a bordo... y como Matias habla con ellos.
Una vez que el séptimo comete el error de subir a bordo de la "Muerte Súbita"... -Ahhhh, divino nombre y bendito sea nuestro Capitán el día que lo eligió- digo para mis adentros, -me dolerá dejar este magnifico navío cuando todo halla acabado-....7, ahora-

POR ESPAÑA!!!! desenfundando una de las pistola cargadas que tenía en la parte trasera de mi cinturón la descargo contra un pobre desalmado que se dirige hacia mi, pero ese maldito tiene reflejos... -yo nunca me equivoco-, mi tiro se va a freír gárgaras contra el que le sigue... pero su turno esta cerca.

Una vez que el maldito holandés esquiva mi disparo, se tira encima mía que, sin tener tiempo de desenvainar, tiro la pistola al suelo y le recibo con un golpe de talón en pleno plexo solar y saco mi espada entre el estrépito del frasco endemoniado, justo a tiempo para parar una estocada directa a mis tripas, desviándola de justeza y perdiendo parte de mi ropa y piel, que dejara una cicatriz mas en mi curtido torso.

El resto del combate pasa rápido, entre tiros desde el carajo y flechas volando del capitán. -La primera sangre fue mía-, le grito a Lobato una vez terminado el combate, que se encuentra bajando del carajo, antes de darme la vuelta mientras traducen al capitán ... Cuando veo el cuerpo de Jiménez que yace en el suelo, entre un charco de sangre y su puñal no demasiado lejos de su mano. Un manto rojo cubre mis ojos, solo la lealtad hacia mi Capitán y la reacción rápida de la tripulación de la "Muerte Súbita" evitan que me tire a mano desnuda sobre los holandeses para sacarles los ojos y después mear en sus órbitas -Je ne sais pas si vous comprenez le français o el español, pero , je vous jure, que vous allez payer pour ça pendant que je sois en vie, me habeis entendido hijos de satanás?! Vais a pagar por esto, el tiempo que lleguemos a tierra, vais a desear no haberos cruzado en el camino de este vasco, OS LO JURO!!!

Rongar, tras haber estado de ayudante al timonel, y tras ver que sus servicios de traducción o negociación no eran necesarios anotó mentalmente el nombre del muerto. - Lo pasaré después al Libro Matriz. Además, los racionamientos y pagas se hacía dependiendo de aquellas notas, así que era importante no perder la información. E incluso las guardias de las brigadas, ya que, con heridos, se mermaría turnos, y puede ser que hubiera que distribuir personal. - Eso ya lo vería el contramaestre, si hacía falta. Como ya no hacía falta en el puesto que le habían dado, y habiendo estado lejos del combate, lo idóneo era que los luchadores pudieran descansar y sobreponerse del momento y él mismo sería de los que ayudaría a los heridos, para que la gente de la medicina pudiera hacer su trabajo.

En un abrir y cerrar de ojos, y antes de que pudiera reaccionar, el combate empezó y terminó. Otros más bravos o más diestros dieron cuenta rápidamente de los holandeses, que no tuvieron suficiente cuidado al querer hacerse con una presa que les pareció fácil. Traduje como mejor supe las instrucciones de nuestro capitán. Una sonrisa lobuna y satisfecha apareció en mi rostro, y me apresuré a hacerme con una soga para agrupar, atar y amordazar a los supervivientes, sin escatimar enpujones e insultos por lo bajo en el lindo galimatías que llamaban su lengua. Seguramente el capitán quisiera interrogarlos antes de volver a ponernos en marcha. Nuestra baja... bueno, no éramos aún demasiado amigos...

Pero, ¿dónde estaba su capitán?

No había gastado ni una bala, así que no tuve que preparar nada para seguir a Montoya a bordo del barco enemigo. De eenogige, se llamaba. El Tuerto. Bonito nombre. Era un filibote de tres palos, fino y estrecho, con vela latina en la mesana, y no parecía en mal estado.

Me mantuve ojo avizor, como esperando cualquier argucia por su parte.
 

Que coño Matías, está perfecto, esta tripulación promete

Rongar, Iker y Matías, acompañados de Jorge el cocinero y del mercenario Montero, que había resultado levemente herido, pasan al otro barco a inspeccionar e inventariar.

De Lope sube a cubierta y al ver el cadáver se lleva una mano a la boca con expresión de angustia. -Me agradaba el chico ese, pobre alma, que Dios lo acoja. ¿Qué desea de mi capitán? imagino que atender a los nuestros -y sin esperar respuesta por parte de Iker se pone a hacer triaje -¿A Donde se cree que va capitán? esa herida es fea, bueno usted sabrá, pero no tarde en volver.

Lobato que baja del carajo saca un machete y pone a la espalda de cuatro de los dieciseis hombres arrodillados, lo mismo hacen Lillo y del Barrio, aunque ellos están heridos. 

-La primea sangre, pero yo creo que ese no era el trato mi segundo, me debe triple ración -comenta Lobato pateándo con suavidad un trozo de cerámica.

-No no no, Víctor tienes la cabeza abierta, por el amor del Señor, baja inmediatamente, que se encarguen Mariano o Juan, joder estáis hecho mierda. -de Lope parece conmocianada, máxime cuando se da cuenta que se va a pasar horas, entre los propios y los enemigos. -Gil usted primero, esa herida en las tripas es muy peligrosa.

...

En el camarote del barco holandés Matías localiza con dificultad las cartas, cuyo contenido es extenso y contiene en la vitácora los saqueos. También encontráis a un hombre que se pide clemencia diciendo que es solo el contable, sujeta el libro de cuentas.

Rongar acompañado del cocinero y el mercenario van a la bodega donde encuentran que va a media carga, principalmente han saqueado cacao. Eso es valioso en el viejo continente, no tanto a este lado del mundo.

Triple ración?! Se exclama De Urdaneta al escuchar a Lobato. Le dije que le daría la segunda ración que me dièse el capitan. Y un trato es un trato, solo tengo una palabra. Le dice el gran bonachón a Lobato. De momento, hasta que llegue el Capitán, aten a todos esos holandeses con cuerdas mojadas en agua de mar... Que se acuerden el resto de su vida de lo mal que se pasa cuando no se es tan bueno como un español Le dice a la tripulación que se encuentra en buenas condiciones mientras se dirije hacia la escalera siguiendo a De Lope. Sea buena conmigo doctora... Que hace tiempo que no trato con una "mujer" soltando una carcajada que termina con un aire melancólico y los ojos vidriosos.

-Y seguirás sin tratar con ellas si no te quedas quieto y me escuchas. Túmbate sobre la tabla. -dice señalando un madero pegado al interior del casco.

Con manos firmes te abre las ropas y pone una expresión de inquietud. -Un consejo, es mejor recibir un tajo en el pecho que en el vientre, el músculo se infecta menos que la grasa y las vísceras en general. Sé que no es que se pueda elegir en el momento, ya que mejor es que no te den en ningún sitio. 

Mientras habla saca una botella y vierte un poco de su contenido en un cuenco, se lava la manos en él y mete unas pinzas.

Luego de la botella y no del cuenco vierte directamente sobre la herida un poco de alcohol y la limpia con insistencia con un trapo que con cambia cada poco. Una vez limpia te explora, mete los dedos por la herida, lo que provoca un terrible dolor y una sensación espantosa. -Solo compruebo que no hay daños mayores y que puedo suturar sin dejar dentro nada... como esto -saca lo que debe ser un hilo de la ropa, lo retira con cuidado y aún así por la cicatrización te da un tirón que te hace cagarte en todos los demonios con los que fornica la bruja. -Lo que voy a hacer ahora te va a doler, pero confía en mí. 

Con el que debe ser el sexto trapo limpia por última vez la herida, el alcohol escocía, pero esto está a otro nivel. Te pone una gasa suave, suave como los tejidos de la nobleza -Sujétalo sin apretar así. -te venda la herida y entre la quinta  la sexta vuelta te pone entre las vendas unas hojas de papel grueso. -Como una estatua, al menos cinco horas, luego te podrás mover solo para ir a cagar, y sin apretar, no puedes comer nada sólido, ya hablaré yo con el cocinero. En doce horas te voy a quitar todo esto y volver a examinar, si está mejor te darás un baño en el mar frotando con cuidado la zona... me meteré contigo y los demás y me aseguraré de que no la caguéis, si me haces caso en tres días estarás dando voces de nuevo como siempre ¿Entendido?

Todos los cuidados son pocos para llegar al camarote, pero una vez allí todo parece más fácil. Estoy lejos de dominar las letras y las cuentas, así que paso todos los papelotes al capitán limitándome a traducir por encima el contenido. Arranco el libro de las manos del tipo tembloroso que lo enarbola como si fuera un escudo, pero parece ser más de lo mismo. Esperaba datos más jugosos en el diario de a bordo... Algo decepcionado, pateo cruelmente al hombrecillo hasta que sale de la toldilla.

La noticia del cacao que traen del Casar y compañía es mucho mejor. Miro de reojo al capitán. Con tanto herido, lo más lógico sería refugiarse en el primer puerto que podamos alcanzar, deshacernos de esta escoria y sacar lo que se pueda por el barco; pero volver a Europa podría resultar más ventajoso económicamente, si bien arriesgado. Ahora veremos qué clase de hombre es...