Partida Rol por web

[Only War] Una vez más a la brecha I

El puesto 42

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15/01/2022, 15:04
Ardous Holt

Holt esperaba sentado en la silla, vestido con el abrigo y la gorra de su oficio. Sus ojos escrutaron con cierto desdén al recién llegado, esperando a que este se plantara frente a la mesa, lo saludara y se presentara como mandaba el reglamento. 

— Está usted llamado a declarar por el asesinato del sargento Iskander Seker, del 18° de Devotos de Tabris — empezó Holt, encendiendo la placa de datos y pasando un par de páginas de la misma — ¿Conocía al sargento? ¿Cuanto diría? ¿Se le ocurre por qué alguien querría matarlo? ¿Sabe si tenía algún enemigo en el Puesto 42? Los Hienas no le tendrían cariño precisamente...

Holt descruzó las manos, y puso sobre la mesa, envuelto en una bolsa de plastek transparente, un cuchillo reglamentario de la Guardia con la hoja manchada de sangre — ¿Reconoce este arma? ¿Sabría decir a quién pertenece?

Se trataba de un cuchillo de hoja larga, recta y afilada, el tipo de arma que se le entregaba a todo soldado y que podía ser acoplado a un rifle láser para servir como bayoneta. No había nada que destacara en aquella arma, producida a gran escala, una entre miles, si uno no se detenía a mirarla dos veces. Pero si se le prestaba atención, siempre había detalles, imperfecciones, marcas o señales propias, por pequeñas que fuesen, que siempre hablaban de la historia y la personalidad del cuchillo. Y ahora que tenía tiempo de observarlo bien... Juraría que se trataba del mismo cuchillo que había visto ya antes, clavado en la nuca de uno de los Doblesueldos que había sido asesinado por los infiltrados antes de que estos lanzaran su ataque nocturno.

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15/01/2022, 15:44
Narrador

Uno de los soldados de la Compañía-S que custodiaban la entrada anunció su llegada, y apartó la lona que la cubría para permitirle el paso en cuanto recibió una escueta confirmación desde el interior.

La habitienda que Holt había tomado como lugar de residencia y despacho durante su estada en el Puesto 42 era igual a la de cualquier soldado común, con la salvedad de que no tenía que compartirla con otros nueve hombres y mujeres. Una cortina cortaba el espacio en dos, separando la zona en la que debía de dormir Holt de aquella en la que trabajaba, impidiendo ver que había tras ella.

La zona de despacho era parca y espartana. Una silla y una mesa metálica cuadrada ocupaban el centro, mientras detrás de la silla, un perchero de pie sin nada en él y un amplio archivador suponían los últimos muebles del lugar. El archivador estaba repleto de carpetas, planos enrollados y papeles tanto sueltos como agrupados, mientras que sobre la mesa había una única placa de datos con la pantalla apagada.

Solo había dos detalles destacables en toda aquella sobriedad, ambos encima del archivador. Uno era una pictografía enmarcada de un Holt mucho más joven, al lado de un Astarte, un Ultramarine a juzgar por el color de su armadura. Grabado en el marco, podía leerse "Volistad, 828.M41".

El otro detalle era un casco, uno demasiado grande como para pertenecer a un ser humano. Era de color azul oscuro, con el visor frontal moldeado a la imagen de un cráneo blanco, y de él salían dos alas membranosas de color rojo sangre. Una gran grieta recorría el casco desde la frente izquierda hasta el respirador derecho, pasando a través de uno de los ojos y del filtro antitoxinas de la boca, deformado hasta imitar una sonrisa aterradora que mostraba afilados colmillos.

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15/01/2022, 15:45
Ardous Holt

Holt esperaba sentado en la silla, vestido con el abrigo y la gorra de su oficio. Sus ojos escrutaron con cierto desdén al recién llegado, esperando a que este se plantara frente a la mesa, lo saludara y se presentara como mandaba el reglamento. 

— Está usted llamado a declarar por el asesinato del sargento Iskander Seker, del 18° de Devotos de Tabris — empezó Holt, encendiendo la placa de datos y pasando un par de páginas de la misma — ¿Conocía al sargento? ¿Cuanto diría? ¿Se le ocurre por qué alguien querría matarlo? ¿Sabe si tenía algún enemigo en el Puesto 42? Los Hienas no le tendrían cariño precisamente...

Holt descruzó las manos, y puso sobre la mesa, envuelto en una bolsa de plastek transparente, un cuchillo reglamentario de la Guardia con la hoja manchada de sangre — ¿Reconoce este arma? ¿Sabría decir a quién pertenece?

Se trataba de un cuchillo de hoja larga, recta y afilada, el tipo de arma que se le entregaba a todo soldado y que podía ser acoplado a un rifle láser para servir como bayoneta. No había nada que destacara en aquella arma, producida a gran escala, una entre miles, si uno no se detenía a mirarla dos veces. Pero si se le prestaba atención, siempre había detalles, imperfecciones, marcas o señales propias, por pequeñas que fuesen, que siempre hablaban de la historia y la personalidad del cuchillo. Y ahora que tenía tiempo de observarlo bien... Juraría que se trataba del mismo cuchillo que había visto ya antes, clavado en la nuca de uno de los Doblesueldos que había sido asesinado por los infiltrados antes de que estos lanzaran su ataque nocturno.

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15/01/2022, 15:46
Narrador

Uno de los soldados de la Compañía-S que custodiaban la entrada anunció su llegada, y apartó la lona que la cubría para permitirle el paso en cuanto recibió una escueta confirmación desde el interior.

La habitienda que Holt había tomado como lugar de residencia y despacho durante su estada en el Puesto 42 era igual a la de cualquier soldado común, con la salvedad de que no tenía que compartirla con otros nueve hombres y mujeres. Una cortina cortaba el espacio en dos, separando la zona en la que debía de dormir Holt de aquella en la que trabajaba, impidiendo ver que había tras ella.

La zona de despacho era parca y espartana. Una silla y una mesa metálica cuadrada ocupaban el centro, mientras detrás de la silla, un perchero de pie sin nada en él y un amplio archivador suponían los últimos muebles del lugar. El archivador estaba repleto de carpetas, planos enrollados y papeles tanto sueltos como agrupados, mientras que sobre la mesa había una única placa de datos con la pantalla apagada.

Solo había dos detalles destacables en toda aquella sobriedad, ambos encima del archivador. Uno era una pictografía enmarcada de un Holt mucho más joven, al lado de un Astarte, un Ultramarine a juzgar por el color de su armadura. Grabado en el marco, podía leerse "Volistad, 828.M41".

El otro detalle era un casco, uno demasiado grande como para pertenecer a un ser humano. Era de color azul oscuro, con el visor frontal moldeado a la imagen de un cráneo blanco, y de él salían dos alas membranosas de color rojo sangre. Una gran grieta recorría el casco desde la frente izquierda hasta el respirador derecho, pasando a través de uno de los ojos y del filtro antitoxinas de la boca, deformado hasta imitar una sonrisa aterradora que mostraba afilados colmillos.

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15/01/2022, 15:46
Ardous Holt

Holt esperaba sentado en la silla, vestido con el abrigo y la gorra de su oficio. Sus ojos escrutaron con cierto desdén a la recién llegada, esperando a que esta se plantara frente a la mesa, lo saludara y se presentara como mandaba el reglamento. 

— Está usted llamada a declarar por el asesinato del sargento Iskander Seker, del 18° de Devotos de Tabris — empezó Holt, encendiendo la placa de datos y pasando un par de páginas de la misma — ¿Conocía al sargento? ¿Cuanto diría? ¿Se le ocurre por qué alguien querría matarlo? ¿Sabe si tenía algún enemigo en el Puesto 42? Los Hienas no le tendrían cariño precisamente...

Holt descruzó las manos, y puso sobre la mesa, envuelto en una bolsa de plastek transparente, un cuchillo reglamentario de la Guardia con la hoja manchada de sangre — ¿Reconoce este arma? ¿Sabría decir a quién pertenece?

Se trataba de un cuchillo de hoja larga, recta y afilada, el tipo de arma que se le entregaba a todo soldado y que podía ser acoplado a un rifle láser para servir como bayoneta. No había nada que destacara en aquella arma, producida a gran escala, una entre miles, si uno no se detenía a mirarla dos veces. Pero si se le prestaba atención, siempre había detalles, imperfecciones, marcas o señales propias, por pequeñas que fuesen, que siempre hablaban de la historia y la personalidad del cuchillo. Y ahora que tenía tiempo de observarlo bien... Juraría que se trataba del mismo cuchillo que había visto ya antes, clavado en la nuca de uno de los Doblesueldos que había sido asesinado por los infiltrados antes de que estos lanzaran su ataque nocturno.

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15/01/2022, 15:47
Narrador

Uno de los soldados de la Compañía-S que custodiaban la entrada anunció su llegada, y apartó la lona que la cubría para permitirle el paso en cuanto recibió una escueta confirmación desde el interior.

La habitienda que Holt había tomado como lugar de residencia y despacho durante su estada en el Puesto 42 era igual a la de cualquier soldado común, con la salvedad de que no tenía que compartirla con otros nueve hombres y mujeres. Una cortina cortaba el espacio en dos, separando la zona en la que debía de dormir Holt de aquella en la que trabajaba, impidiendo ver que había tras ella.

La zona de despacho era parca y espartana. Una silla y una mesa metálica cuadrada ocupaban el centro, mientras detrás de la silla, un perchero de pie sin nada en él y un amplio archivador suponían los últimos muebles del lugar. El archivador estaba repleto de carpetas, planos enrollados y papeles tanto sueltos como agrupados, mientras que sobre la mesa había una única placa de datos con la pantalla apagada.

Solo había dos detalles destacables en toda aquella sobriedad, ambos encima del archivador. Uno era una pictografía enmarcada de un Holt mucho más joven, al lado de un Astarte, un Ultramarine a juzgar por el color de su armadura. Grabado en el marco, podía leerse "Volistad, 828.M41".

El otro detalle era un casco, uno demasiado grande como para pertenecer a un ser humano. Era de color azul oscuro, con el visor frontal moldeado a la imagen de un cráneo blanco, y de él salían dos alas membranosas de color rojo sangre. Una gran grieta recorría el casco desde la frente izquierda hasta el respirador derecho, pasando a través de uno de los ojos y del filtro antitoxinas de la boca, deformado hasta imitar una sonrisa aterradora que mostraba afilados colmillos.

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15/01/2022, 15:47
Ardous Holt

Holt esperaba sentado en la silla, vestido con el abrigo y la gorra de su oficio. Sus ojos escrutaron con cierto desdén a la recién llegada, esperando a que esta se plantara frente a la mesa, lo saludara y se presentara como mandaba el reglamento. 

— Está usted llamada a declarar por el asesinato del sargento Iskander Seker, del 18° de Devotos de Tabris — empezó Holt, encendiendo la placa de datos y pasando un par de páginas de la misma — ¿Conocía al sargento? ¿Cuanto diría? ¿Se le ocurre por qué alguien querría matarlo? ¿Sabe si tenía algún enemigo en el Puesto 42? Los Hienas no le tendrían cariño precisamente...

Holt descruzó las manos, y puso sobre la mesa, envuelto en una bolsa de plastek transparente, un cuchillo reglamentario de la Guardia con la hoja manchada de sangre — ¿Reconoce este arma? ¿Sabría decir a quién pertenece?

Se trataba de un cuchillo de hoja larga, recta y afilada, el tipo de arma que se le entregaba a todo soldado y que podía ser acoplado a un rifle láser para servir como bayoneta. No había nada que destacara en aquella arma, producida a gran escala, una entre miles, si uno no se detenía a mirarla dos veces. Pero si se le prestaba atención, siempre había detalles, imperfecciones, marcas o señales propias, por pequeñas que fuesen, que siempre hablaban de la historia y la personalidad del cuchillo. Y ahora que tenía tiempo de observarlo bien... Juraría que se trataba del mismo cuchillo que había visto ya antes, clavado en la nuca de uno de los Doblesueldos que había sido asesinado por los infiltrados antes de que estos lanzaran su ataque nocturno.

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15/01/2022, 15:47
Narrador

Uno de los soldados de la Compañía-S que custodiaban la entrada anunció su llegada, y apartó la lona que la cubría para permitirle el paso en cuanto recibió una escueta confirmación desde el interior.

La habitienda que Holt había tomado como lugar de residencia y despacho durante su estada en el Puesto 42 era igual a la de cualquier soldado común, con la salvedad de que no tenía que compartirla con otros nueve hombres y mujeres. Una cortina cortaba el espacio en dos, separando la zona en la que debía de dormir Holt de aquella en la que trabajaba, impidiendo ver que había tras ella.

La zona de despacho era parca y espartana. Una silla y una mesa metálica cuadrada ocupaban el centro, mientras detrás de la silla, un perchero de pie sin nada en él y un amplio archivador suponían los últimos muebles del lugar. El archivador estaba repleto de carpetas, planos enrollados y papeles tanto sueltos como agrupados, mientras que sobre la mesa había una única placa de datos con la pantalla apagada.

Solo había dos detalles destacables en toda aquella sobriedad, ambos encima del archivador. Uno era una pictografía enmarcada de un Holt mucho más joven, al lado de un Astarte, un Ultramarine a juzgar por el color de su armadura. Grabado en el marco, podía leerse "Volistad, 828.M41".

El otro detalle era un casco, uno demasiado grande como para pertenecer a un ser humano. Era de color azul oscuro, con el visor frontal moldeado a la imagen de un cráneo blanco, y de él salían dos alas membranosas de color rojo sangre. Una gran grieta recorría el casco desde la frente izquierda hasta el respirador derecho, pasando a través de uno de los ojos y del filtro antitoxinas de la boca, deformado hasta imitar una sonrisa aterradora que mostraba afilados colmillos.

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15/01/2022, 15:47
Ardous Holt

Holt esperaba sentado en la silla, vestido con el abrigo y la gorra de su oficio. Sus ojos escrutaron con cierto desdén al recién llegado, esperando a que este se plantara frente a la mesa, lo saludara y se presentara como mandaba el reglamento. 

— Está usted llamado a declarar por el asesinato del sargento Iskander Seker, del 18° de Devotos de Tabris — empezó Holt, encendiendo la placa de datos y pasando un par de páginas de la misma — ¿Conocía al sargento? ¿Cuanto diría? ¿Se le ocurre por qué alguien querría matarlo? ¿Sabe si tenía algún enemigo en el Puesto 42? Los Hienas no le tendrían cariño precisamente...

Holt descruzó las manos, y puso sobre la mesa, envuelto en una bolsa de plastek transparente, un cuchillo reglamentario de la Guardia con la hoja manchada de sangre — ¿Reconoce este arma? ¿Sabría decir a quién pertenece?

Se trataba de un cuchillo de hoja larga, recta y afilada, el tipo de arma que se le entregaba a todo soldado y que podía ser acoplado a un rifle láser para servir como bayoneta. No había nada que destacara en aquella arma, producida a gran escala, una entre miles, si uno no se detenía a mirarla dos veces. Pero si se le prestaba atención, siempre había detalles, imperfecciones, marcas o señales propias, por pequeñas que fuesen, que siempre hablaban de la historia y la personalidad del cuchillo. Y ahora que tenía tiempo de observarlo bien... Juraría que se trataba del mismo cuchillo que había visto ya antes, clavado en la nuca de uno de los Doblesueldos que había sido asesinado por los infiltrados antes de que estos lanzaran su ataque nocturno.

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15/01/2022, 16:08
Narrador

Uno de los soldados de la Compañía-S que custodiaban la entrada anunció su llegada, y apartó la lona que la cubría para permitirle el paso en cuanto recibió una escueta confirmación desde el interior.

La habitienda que Holt había tomado como lugar de residencia y despacho durante su estada en el Puesto 42 era igual a la de cualquier soldado común, con la salvedad de que no tenía que compartirla con otros nueve hombres y mujeres. Una cortina cortaba el espacio en dos, separando la zona en la que debía de dormir Holt de aquella en la que trabajaba, impidiendo ver que había tras ella.

La zona de despacho era parca y espartana. Una silla y una mesa metálica cuadrada ocupaban el centro, mientras detrás de la silla, un perchero de pie sin nada en él y un amplio archivador suponían los últimos muebles del lugar. El archivador estaba repleto de carpetas, planos enrollados y papeles tanto sueltos como agrupados, mientras que sobre la mesa había una única placa de datos con la pantalla apagada.

Solo había dos detalles destacables en toda aquella sobriedad, ambos encima del archivador. Uno era una pictografía enmarcada de un Holt mucho más joven, al lado de un Astarte, un Ultramarine a juzgar por el color de su armadura. Grabado en el marco, podía leerse "Volistad, 828.M41".

El otro detalle era un casco, uno demasiado grande como para pertenecer a un ser humano. Era de color azul oscuro, con el visor frontal moldeado a la imagen de un cráneo blanco, y de él salían dos alas membranosas de color rojo sangre. Una gran grieta recorría el casco desde la frente izquierda hasta el respirador derecho, pasando a través de uno de los ojos y del filtro antitoxinas de la boca, deformado hasta imitar una sonrisa aterradora que mostraba afilados colmillos.

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15/01/2022, 16:09
Ardous Holt

Holt esperaba sentado en la silla, vestido con el abrigo y la gorra de su oficio. Sus ojos escrutaron con cierto desdén al recién llegado, esperando a que este se plantara frente a la mesa, lo saludara y se presentara como mandaba el reglamento. 

— Está usted llamado a declarar por el asesinato del sargento Iskander Seker, del 18° de Devotos de Tabris — empezó Holt, encendiendo la placa de datos y pasando un par de páginas de la misma — ¿Conocía al sargento? ¿Cuanto diría? ¿Se le ocurre por qué alguien querría matarlo? ¿Sabe si tenía algún enemigo en el Puesto 42? Los Hienas no le tendrían cariño precisamente...

Holt descruzó las manos, y puso sobre la mesa, envuelto en una bolsa de plastek transparente, un cuchillo reglamentario de la Guardia con la hoja manchada de sangre — ¿Reconoce este arma? ¿Sabría decir a quién pertenece?

Se trataba de un cuchillo de hoja larga, recta y afilada, el tipo de arma que se le entregaba a todo soldado y que podía ser acoplado a un rifle láser para servir como bayoneta. No había nada que destacara en aquella arma, producida a gran escala, una entre miles, si uno no se detenía a mirarla dos veces. Pero si se le prestaba atención, siempre había detalles, imperfecciones, marcas o señales propias, por pequeñas que fuesen, que siempre hablaban de la historia y la personalidad del cuchillo. Pero Reinhardt no necesitó observar detenidamente el arma para darse cuenta de aquellos detalles. Sabía perfectamente de que cuchillo se trataba.

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15/01/2022, 16:18
Narrador

Cuando Hans regresó de la cita con Holt, enseguida puso a Arrin al corriente de todo. El Lord Comisario vivía en condiciones espartanas y tan solo dos detalles destacaban entre sus pertenencias, una pictografía de un Holt mucho más joven junto a un Ultramarine que recordaba la campaña de Volistad en el 828.M41, y un casco de Astartes azul oscuro con un cráneo blanco a modo de rostro, una sonrisa con colmillos y unas alas membranosas de color rojo sangre saliendo de los lados. Tenía una enorme fisura en diagonal, de izquierda a derecha, como si lo hubiera cortado una espada de energía.

Holt lo había llamado para preguntarle por el asesinato de Seker, y sobre si reconocía el arma homicida o sabía a quien podía pertenecer. Se trataba de un simple cuchillo reglamentario de la Guardia, pero Hans pudo reconocerlo. Era el mismo cuchillo que había visto clavado en la nunca de Alfons cuando encontraron su cadáver, asesinado por los infiltrados. Por supuesto, no había dicho nada de aquello a Holt, tan solo estaba confesándoselo a su camarada de armas. Si el quería hacer algo con esa información, seria cosa suya.

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15/01/2022, 16:27
Narrador

Cuando Jürgen regresó de la cita con Holt, enseguida puso a Arrin al corriente de todo. El Lord Comisario vivía en condiciones espartanas y tan solo dos detalles destacaban entre sus pertenencias, una pictografía de un Holt mucho más joven junto a un Ultramarine que recordaba la campaña de Volistad en el 828.M41, y un casco de Astartes azul oscuro con un cráneo blanco a modo de rostro, una sonrisa con colmillos y unas alas membranosas de color rojo sangre saliendo de los lados. Tenía una enorme fisura en diagonal, de izquierda a derecha, como si lo hubiera cortado una espada de energía.

Holt lo había llamado para preguntarle por el asesinato de Seker, y sobre si reconocía el arma homicida o sabía a quien podía pertenecer. Se trataba de un simple cuchillo reglamentario de la Guardia, pero Hans pudo reconocerlo. Era el mismo cuchillo que había visto clavado en la nunca de Alfons cuando encontraron su cadáver, asesinado por los infiltrados. Por supuesto, no había dicho nada de aquello a Holt, tan solo estaba confesándoselo a su camarada de armas. Si el quería hacer algo con esa información, seria cosa suya.

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15/01/2022, 17:05
Nereida Kriemhild

En el mismo instante que obtuvo respuesta, Nereida se arrepintió de haber puesto el pie en aquel campamento. Creía muchas cosas, había visto y vivido aún más, pero ¿aquello? Estupefacta, escuchó como el gemelo llamado Orrín llamaba a su hermano como si fuera una suerte de madre del planeta de la pasta, pero como si fuera poco, la reacción de su hermano la dejó avergonzada. 

Es... - empezó a decir, incapaz de tirarle del brazo para se pusiera en pie - trono - cerró los ojos y tampoco pudo llevarse la mano al rostro - déjese de ceremonias Tempestus, por todo lo divino, cójala ya, y - negó con la cabeza - no hay deudas que saldar, solo un deber que cumplir - le dijo con tono aleccionador - siga demostrando al Dios Emperador que es un soldado digno y tendrá su lugar a su lado cuando haya cumplido, venga, levántese - le volvió a pedir, mirando a los que se habían acercado a ver la escena. Le devolvió el saludo como cabría de esperar y se marchó del lugar, salvo que alguien la detuviera.

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16/01/2022, 16:41
Reinhardt Krause

Krause entró a la tienda intentando mantener la compostura. Extrañamente, no le fue difícil. Ni siquiera cuando descubrió que el motivo por el que había sido llamado era el asesinato de Seker… que él había cometido. ¿Era porque no le importaba que le descubrieran, porque seguía sintiéndose orgulloso, porque era lo justo? No lo sabía, pero sí sabía que de no haberle apuñalado él, el propio Holt lo habría ejecutado, como había hecho con el comandante de Drafeliv. En cierto modo, Reinhardt le había ahorrado un proyectil a Holt. El comisario debería darle las gracias.

—No le conocía personalmente. No acostumbro a mezclarme con no-progenas, pero… sí que le vi discutir con la eclesiarca de su propio regimiento, cuando esta nos negó la asistencia a los ritos que iba a oficiar a mí y a mis hombres. Ahora que lo dice… —recordó, sinceramente, lo que había ocurrido— sí, salió en nuestra defensa. Pobre diablo.

Se encogió de hombros. Lo que había hecho ante Rabiah no le eximía de haber causado la muerte a sus Vástagos. Y, por otra parte, que no le importara que le descubrieran no era lo mismo que querer que le descubrieran. Evidentemente, prefería seguir vivo. Además... la sacerdotisa le había insultado a él y a la Compañía a cada oportunidad que había tenido. ¿Con qué derecho? ¿Qué sabía ella del Dios-Emperador, qué sabía de los sacrificios que imponía Él a sus verdaderos siervos? 

Cuando le enseñó el cuchillo, el Tempestor contuvo el aliento un segundo. Carraspeó, y dijo:

—Es un cuchillo, equipo básico de la Guardia. Podría ser de cualquiera en el puesto, la verdad. Supongo que ya lo sabe, pero los Doblesueldos favorecemos armas más largas.

Notas de juego

Si tengo que tirar, me dices. 

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17/01/2022, 21:16
[Muerto] Zhao Yang
Sólo para el director

Como buen adepto del Culto Mechanicus, criado desde niño en sus preceptos, Zhao despreciaba todas las debilidades de la carne, pero había algunas que le molestaban menos que otras. La comida nunca le había parecido un inconveniente, y tras probar la de TangTang, más bien era una delicia. El sexo siempre le había resultado bastante indiferente y ligeramente repugnante, como era habitual entre las gentes de su mundo, y en la mortalidad no pensaba mucho, por no decir nada. 

Pero, ¿el miedo? Ese sí que era un cabrón. Eso sí que lo envidiaba de las máquinas y los tecnosacerdotes que habían recibido la Unción del Pensamiento Claro. El miedo sí le molestaba, sí le resultaba horrible, ese frío arrastrándose por su tripa como si se hubiera bebido líquido de refrigeración, ese hormigueo en las manos como si hubiera tocado un cable pelado. Había sentido miedo muchas, muchas veces, y aunque su fe y sus oraciones solían ser lo que lo mantenía a raya, en aquellos momentos tenía más miedo que cuando había empezado la tormenta. Más miedo que cuando había cundido el caos en el campamento, más que cuando el falso krieguita le había disparado. 

Pero poco se podía hacer. Caminó con paso rígido y rítmico, abriendo y cerrando las manos, hasta llegar a la habitienda que el comisario había tomado como su despacho. El mismo comisario que aún tendría trozos del cráneo de su oficial al mando enganchados en las suelas de las botas. 

El lugar era y no era como solían ser las habitiendas de la guardia, a las que tan acostumbrado estaba. Por supuesto, era la misma estructura, pero el interior atestado de literas, ropa tirada, mochilas y otros objetos había sido sustituido por un pulcro y casi vacío espacio, un archivador tan rebosante que parecía sacado de una oficina del Administratum y una mesa metálica. La pictografía, con el Marine al lado, imponía, ya que pocos hombres podían luchar al lado de aquellos superhumanos acorazados, pero menos aún ganarse su respeto. Pero más imponía el casco que había a su lado. ¿Un trofeo de guerra? No era el casco de un humano, y sus macabras decoraciones hacían pensar en uno de los temidos Marines del Caos. ¿Aquel hombre había derrotado a un Marine del Caos? Zhao tragó saliva y se dirigió a la mesa y saludó. 

-Se presenta el operador Zhao Yang, operador del 112º Mecanizado de Drafeliv. 

Como no había recibido orden ni invitación de sentarse, se quedó de pie. Escuchó sus preguntas y las respondió en orden, forzando a su mente a recordarlo todo. No quería ni que pareciese por un segundo que ocultaba algo, y estaba decidido a ser lo más sincero que hubiese sido un guardia desde la Herejía de Horus. Estaba tan nervioso que empezó en binario y tuvo que carraspear y empezar de nuevo, esta vez en bajo gótico. 

-No lo conocí en absoluto, lord comisario. Ni siquiera llegué a verle más que de lejos. Llegué aquí poco antes de los acontecimientos de la tormenta y no fui desplegado con él en ninguna ocasión. Tan solo sé lo que me contaron de él, más bien poco. Lo siento, pero no sé quién podía querer matarlo, lord comisario, más allá de lo obvio. Las hienas no se llevan bien con ninguno de los Devotos, y de hecho atacaron su campamento, por lo que tengo entendido, incendiando parte de él. Yo mismo vi las llamas y varios miembros de mi regimiento tomaron parte en la pelea, entre ellos la tecnosacerdotisa y la difunta medicae. 

Zhao miró al comisario, sabiendo que cada palabra podía ser la última. Pero tan solo descruzó los brazos y puso una bolsa en la mesa. Zhao la miró, era un cuchillo de la guardia, exactamente igual al que llevaba él mismo al cinto. Pero la pregunta hizo a Zhao fijarse mejor. No quería precipitarse en su respuesta. 

Escrutó el arma y vio sus muescas, su forma ligeramente desviada, la sangre en la hoja. Las marcas en el mango, la disposición de la empuñadura. Él mismo había sido testigo del proceso de fabricación a millares de aquellos cuchillos, y sabía diferenciarlos. 

-Mmmm... -dijo, y carraspeó-Lo reconozco, lord comisario. Estoy un noventa y dos punto siete seguro de que es el cuchillo que vi clavado en la nuca de uno de los Guardias de los Doblesueldos asesinados en sus habitiendas, al principio de la tormenta. Cuando empezó a llover y a anegar las trincheras, la tecnosacerdotisa Clank construyó unas pesadas bombas hidráulicas para expulsar el agua. Ming, los hermanos Fhang y yo mismo cogimos una carretilla y la llevamos a las trincheras para instalarla. Nos acompañaba el Tempestor Krause, bajo cuyo mando estábamos temporalmente. De camino a las trincheras, el Tempestor pasó por la taquilla de su regimiento para prestarnos armas, ya que no las teníamos con nosotros. Fue allí, en una de las habitiendas, donde descubrimos los cadáveres. Los dos eran doblesueldos, pero no sé sus nombres. Uno había muerto de un disparo de lo que probablemente era un Lucius 98, y el otro tenía ese cuchillo clavado en la nuca. Uno de los cascos de los Doblesueldos había sido robado, lord comisario. 

Nadie tocó los cadáveres: cogimos las armas que nos dio el Tempestor y reanudamos el camino para llevar la bomba e instalarla. La última vez que lo vi, seguía clavado en la nuca del Doblesueldo, lord comisario. 

Zhao Yang tomó aire, y miró expectante al hombre. Esperaba que la explicación hubiera sido satisfactoria: por lo menos, había logrado decirla toda en bajo gótico, sin binario. 

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17/01/2022, 22:46
[Muerto] José Gabarri

Gabarri tardó un segundo en darse cuenta de que se había quedado embobado mirando el casco de aquel enemigo. Era un trofeo de batalla increíble. En cuanto se dio cuenta de ante quien estaba caminó hasta la mesa como pudo y se cuadró. - A la orden Lord Comisario. Se presenta el Soldado penal Gabarri que ha sido llamado por usted. - dijo siguiendo el protocolo para luego esperar en firmes a que el comisario le indicase si podía relajarse y le informase del motivo de su llamada. 

El asesinato de Seker. Aquello le pilló por sorpresa y su rostro reflejó cierta extrañeza. - Se quien era, señor. Creo que llegamos al puesto a la vez. Lo vi hablando con la Comisaria Kriemhild cuando fui a presentarme. Pero no me atrevería a decir que lo conociese y desconozco si tenía algún enemigo. - respondió con sinceridad manteniéndose en firmes. - Permiso para inspeccionarla, Lord Comisario. - solicitó antes de coger la bolsa con sumo cuidado para inspeccionar el cuchillo. 

He visto ese arma antes. Sobresalía de la nuca de un soldado doblesueldos. Durante el asalto enemigo, antes de descubrir lo que estaba pasando la ingeniera Hui Ying, el subcomisario Hesse, mi binomio y yo estabamos llevando una bomba extractoras de agua a las trincheras de la zona sur* - dijo explicando la historia. - Vimos unas botas sobresalir de una habitienda en el sector X y descubrimos los cadáveres de dos doblesueldos de la escuadra Drussus. Uno tenía un agujero desde el mentón hasta la parte superior del cráneo y otro tenía ese cuchillo clavado en la nuca. El subcomisario Hesse lo comunicó por radio  - terminó antes de quedarse callado repasando los detalles en su cabeza.Faltaba el yelmo de uno de los doblesueldos. - añadió al final. 

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18/01/2022, 22:46
Arrin Falkenhorst

Nada de lo dicho por la Comisaria penetró en la, en ese momento, obnubilada mente del especialista. Simplemente asintió y se fue, grabándose a fuego lo que acababa de ocurrir y la palabra dada.

Poco tiempo después varios integrantes del regimiento ya habían pasado a admirar la espada, comentando entre dientes la sorpresa que les causaba que un miembro del Comisariado hubiera hecho tal acto, pero no pudiendo dudar de lo que sus ojos habían visto, oído y ahora mismo, estaban tocando. Sin duda, algo estaba cambiando con respecto al destino de su historia como regimiento, e incluso Arrin pudo vislumbrar alguna que otra luz en los ojos de unos pocos. Una luz de todas reflejada en los suyos propios, con una intensidad que podía llegar a asustar, de ser un descreído. 

Varios más prestaron oídos a las palabras de Arrin, que les aleccionaba con total convencimiento de que San Drusus tenía su vista puesta en ellos, que si cumplían con su deber a rajatabla, sin dudar, poniendo todo su empeño en ello, pronto les llegaría aquello tan ansiado, y que zurzieran a todo aquel que pensara lo contrario. Arrin había sentido en sus carnes, ya demasiadas veces para ser casualidad, muchas pruebas de que sin duda, él lo tenía bajo su mirada. 

Fe restaurada, esperanza creciente. 

Recibió a Hans con una sonrisa humilde, y le mostró lo que al resto causaba estupor. Su compañero se rascó la cabeza mientras contemplaba la belleza entregada. - Que me aspen Arrin si esto no es una prueba más de lo que venimos sintiendo hasta ahora. - le dijo. - Así lo creo yo amigo, ya lo sabes. - Luego Hans le refirió una serie de cuestiones que hicieron olvidar en parte lo sucedido a Arrin, que frunció de nuevo el ceño, devolviéndolo a su estatus habitual mientras rumiaba con las noticias recibidas. - Tenemos que compartir esto, pero no lo aireemos demasiado. - contestó a su segundo.

Salió de la tienda y buscó a su escuadra. 

 

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18/01/2022, 23:00
Arrin Falkenhorst

Al encontrar a sus compañeros, los reunió para poder comentarles lo que Hans le acababa de referir. 

- Por un lado, Holt es mucho más de lo que parece. Estuvo en la campaña de Volistad en el 828.M41 junto a los Ultramarines. Y al parecer se cargó a un marine del Caos en combate cuerpo a cuerpo, o al menos, eso intuyo por lo que me ha contado Hans, ¿verdad viejo? - el otro gruñó asintiendo. Esto no era información estrictamente relevante, pero al menos servía para poder conocer algo más al nuevo Comisario por algo más que por sus ejecuciones. 

- Han interrogado al abuelo sobre el asesinato de Seker, sobre el arma homicida y si sabe de quien es. - y aquí tomó la palabra el abuelo, Hans - Es un cuchillo de la GI, ya lo he visto antes. Estaba clavado en la nuca de Alfons cuando encontramos su cadáver, asesinado por los infiltrados. No se me ha ocurrido contar nada de esto, Tempestor, pero que me desuellen si sé de quién es. - dijo mirando a Reinhardt, al ver los ojos que ponía este. 

Arrin miró a su hermano y al Tempestor - Vosotros sois los de pensar. ¿Vamos a hacer algo al respecto?
 

Notas de juego

Copio aquí información que me ha pasado el DM, tal cual, para que la podáis leer y cada uno saque sus conclusiones. Arrin y Hans, con sólo que les pregunten un poco, relatan todo lo más fielmente posible: 

Cuando Hans regresó de la cita con Holt, enseguida puso a Arrin al corriente de todo. El Lord Comisario vivía en condiciones espartanas y tan solo dos detalles destacaban entre sus pertenencias, una pictografía de un Holt mucho más joven junto a un Ultramarine que recordaba la campaña de Volistad en el 828.M41, y un casco de Astartes azul oscuro con un cráneo blanco a modo de rostro, una sonrisa con colmillos y unas alas membranosas de color rojo sangre saliendo de los lados. Tenía una enorme fisura en diagonal, de izquierda a derecha, como si lo hubiera cortado una espada de energía.

Holt lo había llamado para preguntarle por el asesinato de Seker, y sobre si reconocía el arma homicida o sabía a quien podía pertenecer. Se trataba de un simple cuchillo reglamentario de la Guardia, pero Hans pudo reconocerlo. Era el mismo cuchillo que había visto clavado en la nunca de Alfons cuando encontraron su cadáver, asesinado por los infiltrados. Por supuesto, no había dicho nada de aquello a Holt, tan solo estaba confesándoselo a su camarada de armas. Si el quería hacer algo con esa información, seria cosa suya.

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20/01/2022, 15:19
Einar Sigurdsson

Einar se dirigió hacia la localización indicada por la comisaria, al llegar le recibió un camarada varangiano, que le dio un breve resumen de lo que necesitaba, donde dejar el petate, y los compañeros presentes en aquel momento en las tiendas. No queriendo meter la pata olvidando presentarse, como le acababa de pasar con la comisaria, decidió hacerlo nada más su interlocutor calló.
 

-Hola, soy el especialista en Armas Einar, del 62 de Zapadores Varangianos, aunque...esto último supongo que era obvio.- miró entonces a donde señalaba su compañero- Creo que dejaré el petate donde me dices. Este bulto pesa la suyo, y no creo que lo necesite para presentarme al oficial ¿Por cierto, donde puedo encontrar a Emil? No quiero meterme en líos oficiales en mi primer día, al menos.

 

Nada más recibir la respuesta, Einar se fue a junto el mentado Waldemar, procurando no hacer demasiado ruido, para dejar el petate y salir en busca de Emil.

-Disculpa compañero, soy el nuevo, mi nombre es Einar, no te molestaré mucho, solo vengo a dejar mi petate para no cargar con el hasta junto Emil.