Partida Rol por web

[Only War] Una vez más a la brecha I

El puesto 42

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15/12/2019, 19:10
Desastre McKnife

Un resoplante Desastre volvió al campamento con los fructíferos frutos de su trabajo. Tenía mucho trabajo por hacer y poco tiempo para hacerlo así que se puso manos a la obra. Localizo al Sastre sin mucho problema, pero el viejo convicto no estaba dispuesto a ponerselo fácil. El viejo cabrón le caló y sabía que tenía que deshacerse de todo lo caliente que había sacado del cuerpo de Brennin. Le colocó la armadura del pobre desgraciado, sabía que el viejo compraba con ganas los chalecos flask. Era un trato justo, pero el maldito viejo le apretó las tuercas.

- Esta bien maldito tacaño- gruñó Desastre.- Añado esta carabina láser y mi puñetera hacha, espero que aprecies el condenado valor sentimental que tiene eso, consideraré que me debes un maldito favor, ¡ni que te estuviera pedido la luna!- se quejó. Un kit de conversión de empuñadura extra no era algo extraño como para que el viejo se hiciera de rogar de aquella manera. Ni que el maldito certificado de petición de modificación reglamentaria que tenía el viejo fuera oro. Desastre estaba seguro de poder convencer a intendencia de que era un documento perfectamente válido aunque fuera para un lanzallamas azul en vez de para el suyo. Cambios de ese tipo se daban todo el rato e intendencia no podía estar encima de todas las microgestiones del campamento. Ahora sólo tenía que encontrar a alguien que se lo instalara. Tal vez los doblesueldos, con su mala fama en el monitroun, tendrían a alguien acostumbrado a lidiar con cosas así. Tendría que hacerles una visita.

- Tiradas (2)

Notas de juego

A ver, cambio las siguientes piezas de mi equipo:

- Chaleco flask
- 2 cascos flask
- hacha
- carabina láser

por un kit de conversión de Epuñadura Extra (ítem común) para mi lanzallamas

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15/12/2019, 20:20
Desastre McKnife

Desastre se movió por el puesto 42 hacia la parte con menos gente. La mayoría de la gente evitaba aquellas zonas por quienes moraban en ellas. Armaduras caparazón, máscaras, hombres afilando grandes espadas y gestos ceñudos, casi resignados a un destino injusto. Nada que no hubiera visto. La cárcel de los doblesueldos tal vez fuera más bonita que la suya, pero no por ello era menos  impuesta ni les trataba con menos desprecio.

Pero él había ido hasta allí por negocios, no para filosofar sobre como la maquinaria de guerra imperial masticaba y tragaba a cualquiera que formara parte de ella. Se acercó a un tipo con insignias de sargento

- Un buen día para los negocios- saludó, amistoso.- Vengo a ver si alguien de tu regimiento está interesado en un intercambio de bienes por servicios.

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15/12/2019, 21:18
[Muerto] José Gabarri

Gabarri había llegado al puesto 42 como reemplazo. Los comisarios que los vigilaban los fueron repartiendo entre las diferente habitiendas, les asignaban el catre de una Hiena caída y les informaban de quien era el nuevo comisario que se encargaría de vigilarlos desde ese momento hasta que muriesen en el nombre del emperador. Los comisarios, una figura de autoridad, temidos por todos y que "motivaban" a los hombres infundiendo el miedo en sus corazones. Al final aquello no era tan diferente de la banda en la que estaba en Iberus, un gran jefe que elegía los objetivos y un montón de matones que se aseguraban de que las ratas cumpliesen la misión. La única diferencia estos matones no te daban una paliza, te daban un tiro.

Por suerte para él, cuando era una rata había aprendido un par de cosas. La primera regla era no dar problemas, si das problemas tu futuro se acorta exponencialmente. La segunda regla era tener nombre, hacerte ver pero sin lamer el culo de nadie. Siempre es más fácil volarle la cabeza al prisionero 480623 que al prisionero José Gabarri Gabarri. Y esto nos lleva a la tercera regla, ser útil. Sólo un loco mataría al médico o al experto en demoliciones para motivar al resto de ratas que sólo saben apretar el gatillo. Ser útil y no dar problemas era la clave del éxito y era lo que le había mantenido vivo hasta ese momento.

Una vez que se hubo acomodado en su habitiendas, Gabarri se dirigió al puesto de mando a buscar a la comisaria Kriemhild, ahora respondía ante ella así que lo mejor era presentarse, ya sabéis, la segunda regla. Estuvo esperando a que saliese durante un buen rato, con la espalda apoyada contra la pared mientras echaba un ojo a todo el que entraba y salía, era mejor y quedándose con las caras de los que mandaban en aquel lugar para evitar problemas en el futuro. La vio salir y comenzó a acercarse a ella, de frente y que se le viese bien, uno no se acerca a un comisario por la espalda. Nunca. Si haces eso y se piensa lo que no es acabarás con los sesos esparcidos en todas direcciones. Justo iba a hacer el saludo del águila cuando un sargento del 18° de Tabris se le adelantó. - Putos Meapilas - pensó antes de detenerse un instante y decidir qué era mejor no interrumpir esa conversación. Giró en redondo y salió de aquel lugar dispuesto a poner en marcha la tercera regla. Ser útil en aquel lugar. 

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15/12/2019, 21:58
Nereida Kriemhild

Cuando iba en dirección al campamento drafeliviano una voz la hizo pararse y que se girara para mirar a quien se dirigía hacía su persona. Cuando vio de quien se trataba, o más bien, a que regimiento pertenecía, la mirada de Nereida se ensombreció y un pequeño tic hizo que su labio superior ascendiera durante un brevísimo mili segundo. 

Lo miró, miró sus galones, luego su rostro oculto y entornó los ojos. Sus brazos, en jarra, cuyas manos estaban peligrosamente cerca de las empuñaduras de sus armas, aunque no las llegaba a rozar, sencillamente estaba preparada, con los perros trabisianos una nunca sabía que podría esperar - dígame, Sargento - le respondió con un tono de voz frío y distante, esperando que no le robara demasiado tiempo.

Para cuando respondió, vislumbró como una de sus hienas giraba en redondo cuando parecía que se iba a dirigir hacía ella, por ello, la comisaria silbó con la suficiente habilidad como para que el silbido llegara a los oídos del legionario penal - ¡acércate! - le gritó en la cara del sargento de los devotos sin importarle un bledo si eso le molestaba, le importaba más uno de sus penales que cualquiera de los devotos.

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15/12/2019, 22:14
[Muerto] Iskander Seker

A Seker le sorprendió la actitud de la comisaria. Era cierto que sus regimientos no se llevaban especialmente bien. —A decir verdad, nos llevamos a matar con esos bastardos delincuentes, pero el comisariado es distinto, debe de ser distinto— Pensó mientras se quitaba el casco, dejando al aire su cabeza rapada y vello facial perfectamente rasurado. No pudo evitar entornar los ojos con desprecio hacia aquella hiena llamada por la comisaria. Volvió a lo suyo.

-Comisaria- Comenzó con toda la formalidad reglamentaria, -Pronto marcharemos de nuevo al combate, he leido todos los informes de situación que nos ha proporcionado nuestro oficial superior, pero dado que tanto yo como mi compañía venimos en un nuevo remplazo, creo que no es mala idea preguntar como está la cosa de verdad, preguntar a un testigo directo sobre la situación- Hizo una pequeña pausa.

-Mejor aún si es del comisariado- Comentó en clara alusión a la supuesta neutralidad de los miembros de la Schola Progenium, -Ya sabe, comisaria, que mi regimiento es de creación reciente, y por lo tanto me gustaría tener todos los detalles posibles para lograr una mayor efectividad de mis hombres, no digo que no sepa hacer mi trabajo, ya mandaba hombres en mi vida anterior a la guardia- Quitó mentalmente importancia al hecho de que la comisaria tenía las manos cerca de sus armas, ya le habían advertido que esa gente era así. -Me refiero a que teniendo una visión real de lo sucedido, actuaremos mejor en consecuencia-

-Como no conozco a nadie de por aquí, no veo mejor persona que usted, comisaria, para recibir tal información- Seker esperaba que aquella mujer no se lo tomase a malas, o que el odio entre regimientos no hubiese florecido también dentro del comisariado.

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15/12/2019, 22:45
[Muerto] José Gabarri

Casi había salido de la plaza cuando un silbido más propio de un pastor que de un comisario le hizo girar la cabeza. La comisaría le había visto y parecía requerir su presencia. Trotando para no hacer esperar a la comisaria, Gabarri recorrió los metros que los separaban, se cuadró y saludo con el saludo haciendo el águila sobre el pecho. - A la orden Comisaria. - dijo con marcialidad antes de mirar al sargento. - Sargento. - dijo con un tono correcto pero completamente vacío, expresaba el mismo desprecio que la mirada que el sargento le había dedicado pero de una forma en la que le hacía imposible llamarle la atención. Luego permaneció en silencio dejando que el sargento dijese lo que tenía que decir. Directo a pedir favores sin presentaciones ni toda esa parafernalia. Otro sargento al que solo le preocupaba hacer un buen papel para ganar alguna medalla y ascender. Sin importarle un bledo las vidas de sus soldados. Eh, tú dime como hacerlo bien para sobresalir, sin duda eran novatos.

- Siento robarle tiempo comisaria, solo venia a presentarme. He llegado con la oleada de reemplazos y me han asignado a usted, legionario penal José Gabarri Gabarri. - dijo repitiendo el saludo, con un tono enérgico y mostrando disciplina. Podían ser hienas, una panda de ladrones, traficantes y asesinos, pero tenían su orgullo. Y si era por dejar en ridículo a un sargento del 18° regimiento de meapilas, Gabarri se comportaría como el soldado más recto al servicio del emperador. 

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16/12/2019, 00:12
Reinhardt Krause

A poco más de un tiro de piedra de las trincheras, la sección del Puesto 42 ocupada por la 11ª Compañía de Asalto ofrecía a sus habitantes una vista formidable de la Ciudadela de Acero, el baluarte del Enemigo que habían venido a conquistar. El campamento de los Doblesueldos se hallaba, específicamente, en una explanada abierta a uno de los flancos más expuestos del cuartel. Como el área que se les había asignado era mucho más grande de la que en realidad necesitaban, por ser tan pocos en número, la posición creció separada del resto de regimientos por una franja de tierra desocupada que apenas nunca nadie atravesaba. Eran, de facto, una entidad independiente del resto del Puesto 42, y así lo atestiguaban las pictografías aéreas que se habían ido tomando con el paso de los días, en las que el emplazamiento aparecía como una especie de gueto enquistado en el de otra forma ejemplar acantonamiento de la Guardia Imperial.

Cualquiera que se percatara de ese hecho y no fuera capaz de reconocer el estandarte de la Compañía se habría sorprendido de ver al Alto Mando designar el peor de los emplazamientos posibles para sus mejores soldados… pero un par de minutos en la cantina habría bastado para arreglarlo. Hasta el más denso de los reclutas se habría enterado de alguno de los abundantes rumores que circulaban acerca de los Doblesueldos, sumándose así, inevitablemente, a la que era la opinión general en el 9º Grupo de Batalla: los comandantes habían sido demasiado compasivos con ellos, y su mera participación en la Cruzada podía verse como una mácula que había que limpiar cuanto antes. Nadie sabía a ciencia cierta qué era lo que habían hecho, pero no importaba. Debían ser castigados. Los de la 11ª Compañía, que sí que eran conscientes de cualesquiera que fueran sus pecados, daban crédito al dictamen general al compartir esa misma conclusión y soportaban todo con su característica resignación paradójicamente altiva y desdeñosa.

A primera vista, el caos reinaba en el campamento. Lejos de ordenarse regularmente, las habitiendas se agrupaban en la llanura por pelotón y rango, de modo que las escuadras de los veteranos ocupaban el corazón del campamento, mientras que las del resto Tempestus se situaban en la periferia, en una especie de espiral retorcida plagada de callejuelas. Todas las lonas estaban vivamente adornadas con los motivos y santos patrones de cada pelotón, y de haber recibido más visitantes, no pocos de ellos habrían pensado que los Progena, pese a la exquisita educación recibida, habían involucionado a una especie de mentalidad tribal. Lo cierto era que tal disposición, empezando por las franjas y terminando con la ordenación de las tiendas, no solo no era trivial, sino que era la más acertada desde un punto de vista táctico. Cualquier asaltante que lograra atravesar la tierra de nadie acabaría atrapado en un laberinto plagado de espadas… y la franja, por el motivo que fuera, rodeaba todo el campamento, no solo la cara expuesta a las líneas. Tanto los Doblesueldos como el resto del 9º Grupo de Batalla estaba sumamente conforme con tal cosa.

Notas de juego

Sé que no pinta mucho ahora en vuestras respectivas escenas, pero pongo esto para todos por si alguna vez os aventuráis por nuestro barrio. La verdad que estaría guay que fuéramos construyendo un poco el Puesto 42 entre todos, cada uno dejando miguitas de su regimiento, pero ea, ya veremos. 

@Kylar, echa un ojo para ver si estás conforme y si ves que algo no te cuadra, pues lo cambias o me dices y lo edito. 

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16/12/2019, 00:25
Reinhardt Krause

El día que siguió a la batalla, un escueto grupo de refuerzos y algún que otro soldado del resto de regimientos cruzaron la tierra de nadie para adentrarse en el hogar de la 11ª Compañía.

Con la silueta de la Ciudadela de Acero a sus espaldas y la sombra del Cuartel General dibujada frente a él, el sargento Krause fumaba en pipa a la entrada de su habitienda. Aun sin su armadura de caparazón, el Tempestor era un hombre fornido, curtido como todos los miembros del regimiento. El contorno de las placas de ceramita insertadas bajo la piel se intuía en las partes del cuerpo que su vestimenta dejaba a la vista, y su ojo derecho había sido reemplazado por un implante biónico, la lente del mismo gris que la pupila del que le quedaba, ahora que estaba desactivado. Aunque su postura daba a entender que en esos momentos estaba relajado y tranquilo, no hacía más que repasar mentalmente lo acontecido en el Fuerte de la Encrucijada, buscando las causas de su fracaso y reviviendo los momentos más duros de la batalla. Algunos de sus hombres le rodeaban, y el que tenía al lado, el cabo Gunther, cacharreaba con una combiherramienta con la que trataba de arreglar una espada enorme a la que le habían arrancado la empuñadura de un disparo. Cuando vio la silueta de un puñado de soldados desconocidos recortarse sobre el puesto de mando, cargando con todos sus pertrechos y con las armaduras impecables, se levantó lentamente y les recibió en silencio. No esperaba que fueran refuerzos, aunque su expresión no cambió lo más mínimo al enterarse.

Scions Kord Hagen y Jürgen Knut se presentan, Señor, preparados para cumplir sus órdenes.

El sargento no le dio respuesta, pues cuando el especialista terminó con su presentación, Gunther, que se había puesto en pie, avisó al Tempestor con un manotazo de que alguien más se acercaba. Krause miró al penal que se les había plantado delante con cierto aire de desprecio, y se retiró la pipa de la boca. Utilizó la zurda, y todos se percataron entonces del estado de su mano, pobremente cubierta con unos vendajes ensangrentados y con el número justo de falanges para poder sostener la boquilla. Solo tenía el pulgar y el índice enteros.

Un buen día para los negocios. Vengo a ver si alguien de tu regimiento está interesado en un intercambio de bienes por servicios.

Las palabras de la hiena sorprendieron al sargento, pero más le sorprendió su propia reacción. ¿Estaba dispuesto a tratar con alimañas como esa? La verdad, en esos momentos no tenía la paciencia necesaria para lidiar con tales asuntos. Había intentado obtener por medios legales herramientas, y la oportunidad que se le acababa de presentar tal vez podría ayudarle, dado que el Munitorum no parecía tener ningún interés en hacerlo. Tendría que moverse con cuidado, eso sí. Los penales no eran de fiar. 

—Arrin, encárgate de nuestro invitado —dijo, delegando en el mayor de los Falkenhorst—. Luego os veo.

Entonces se volvió hacia Hagen y su camarada, cuyas manos estrechó.

—Hagen. Knut. Reinhardt Krause. Llegáis un poco tarde, ¿no os parece?

Aunque el comentario sonaba a broma, a juzgar por su rostro no lo parecía. En cualquier otra circunstancia habría disfrutado más tantear a sus nuevos hombres, pero era algo que tenía que hacer sí o sí.

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16/12/2019, 00:27
Comisario Imperial

Una única pareja de comisarios aguardaba en la tienda reservada para el Comisariado, y tan solo uno de ellos tenía una graduación algo más alta que Nereida y el otro. El de mayor rango observó a la recién llegada y los papeles que traía — Un poco pronto para medallas, ¿No? — dijo, pero tendió la mano hacia los informes — Muy bien, les echaremos un ojo y se las haremos llegar al mando.

Ante la otra propuesta de la comisaria, el otro enarcó una ceja, miró la hoja que le pasaba discretamente, y deslizándola sobre la mesa, se la devolvió a Nereida — Su celo al presentarse voluntaria para servir en una unidad con semejante historial es encomiable, pero le adelanto que la petición no llegará a ningún lado. No debe preocuparse por los Doblesueldos, ya están bajo vigilancia estricta por otros medios.

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16/12/2019, 05:33
[Muerto] Morsov Yngvarson

La llegada de los varangianos al puesto 42 fue ruidosa. En terreno seguro nadie iba a reprocharles por celebrar la victoria por pequeña que fuese. Bromeaban entre ellos y caminaban golpeándose los hombros mientras que cargaban las pertenencias de los soldados caídos (ya quemados hace unas cuantas horas). El principal tema de conversación era la habilidad de Brotinn para chamuscar herejes y la extraña sala de comunicaciones con los mensajes cifrados. Morsov lideraba la lanza de zapadores de camino a su rincón del campamento.

El cuerpo le dolía por el esfuerzo de aquel día y tenía los músculos de las piernas entumecidos por tanta carrera. Lo único que deseaba era irse a su tienda para poder desmayarse en paz.

En el camino, los zapadores aprovecharon la aglomeración de soldados que iban llegando para empezar a intercambiar el botín; para eso eran casi tan buenos como para hacer volar cosas. En Varangia todo recurso es preciado, pero lo que más valoraban era la munición, que empezaron a intercambiar entre sí y con los demás soldados a cambio de raciones, cigarrillos y agua potable. Mientras que algunos regimientos estaban lo suficientemente abastecidos o eran demasiado orgullosos para querer comerciar con ellos, los penales de las Hienas Tóxicas eran los clientes perfectos para hacer trueque. Los zapadores se dieron cuenta de aquello tras ver como aprovechaban cada momento de calma para rebuscar entre los cadáveres objetos de valor.

Otros guerreros de Varangia, sin embargo, estaban demasiado cansados como para querer interactuar con nadie más que con la almohada. Así que se retiraban a sus habitáculos para descansar y recuperar fuerzas hasta el siguiente combate.

Morsov caminaba a paso lento con los pocos zapadores que no se habían retirado a hacer sus menesteres en el puesto. Conversaba con Rolf y Jarl acerca de los eventos acontecidos, y escuchaba con interés la información que le daba el psíquico acerca de sus talentos.

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16/12/2019, 08:07
Arrin Falkenhorst

Arrin llevaba prisa y cara de pocos amigos cuando pasó cerca de su Sargento al que saludó con un cabeceo en su dirección. Todos en el campamento sabían de lo unidos unidos que estaban los dos hermanos, y no era de extrañar que el más pequeño de los Falkenhorst se dirigiera a toda prisa hacia la parcela de la enfermería. 

Justo en el momento que sus miradas se cruzaron, el bueno del Sargento tuvo a bien encomendarle una tarea, y maldita sería su estampa si no la cumplía. Asintió y retrocedió mentalmente unos pocos segundos para fijarse en las palabras de aquel extraño. Un penal. 

Su mirada estaba puesta en los nuevos, a los que saludó con un cabeceo alzando la barbilla antes de girarse hacia el penal. - Bien, acabemos con esto cuanto antes. ¿Qué ofreces y qué quieres a cambio? - le dijo en un rato tono duro, pero tratando de parecer neutro...aunque sin conseguirlo demasiado. 

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16/12/2019, 09:44
Desastre McKnife

Miradas duras y modales toscos, Desastre había estado en cárceles peores que aquella. Desde luego no parecía que estuvieran faltos de material, a la vista de que iban todos cargados como mulas. Pero Desastre no se dejaba engañar. Esos desgraciados caían mal a todo el mundo. Les consideraban poco más que despojos, y él sabía de que iba esto. Presentabas una solicitud de munición y todo eran problemas, que no quedaba tu calibre, que había que traer las piezas de Alemanium, que había un recargo y una penalización por pedir fuera de plazo (a pesar de que tu empezaste el trámite dentro del plazo), etc. Al final, desistías de intentarlo y dedicabas tu tiempo a algo más productivo, como buscarte la vida en el sector privado.

- Bueno- empezó,- como, digamos, soldado que no cae muy bien a intendencia, se muy bien lo que es que nadie haga caso a tus necesidades, así que he pensado que podríamos ayudarnos- sacó el kit de modificación de arma que acababa de conseguir a cambio de sus cacharros.- Tengo este kit para modificar armas, todo legal, y quería usarlo para modificar este lanzallamas- explicó, levantando su pesado lanzallamas modificado,- pero bueno, entre mis talentos no está la ingeniería así que he pensado en que tal vez a alguien le podría interesar hacer este trabajo a cambio de, digamos, algunos suministros- propuso.- He oído que habéis sufrido bajas asaltando un fuerte, a lo mejor una de estas sería una buena adición a vuestro equipo- expuso, mostrando un juego de arpeo y cuerda estándar. Se trataba de una bobina de 100 metros de cuerda rígida extrafina de menos de un milimetro montada en un torno interno en un gancho de tres puntas y un motor con fuerza suficiente para levantar 150 kg, tenía la forma de una pistola de bengalas con un seguro para la muñeca, en general bastante peligroso como todo el equipo militar, pero desde luego muy útil para la escalada.

- Además, si se instala antes del próximo asalto, y porque tengo prisa, estoy dispuesto a añadir dos granadas de humo extras- añadió, para endulzar el trato. 

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16/12/2019, 16:41
Nereida Kriemhild

Primero miró y escuchó a Iskander, no se atrevió a lanzar ninguna opinión al respecto, pero le resultó penoso que el sargento tuviera que acudir a otro oficial fuera de su regimiento, pero no le culpó, eran novatos. Preferiría que su bautismo de fuego lo hicieran en otro de los muchos teatros de guerra del Imperio, pero así eran las cosas. Nereida carraspeó un poco mientras el sargento iba dejando claras sus inquietudes.

Es un frente de batalla - dijo al principio, un tanto tosca, ya que la pregunta le resultó algo redundante - la información que le han dado debe ser la misma que a mi, sargento, lo único que le puedo decir de primera mano es que nos enfrentamos al caos, que se espere todo lo impredecible de ellos, ya que sus tácticas, casi siempre, carecen de sentido alguno y son capaces de lanzarse a la carrera contra una muralla bien defendida. Este firme con sus hombres, no dude y no se deje llevar por la sorpresa - miró al legionario penal de soslayo pero siguió, no era más que el acto reflejo de tenerlos siempre a la vista - estamos asaltando un mundo fortaleza como bien sabrá, por ahora solo nos hemos enfrentado a las pequeñas guarniciones del exterior, en la próxima misión, si atravesamos los grandes muros, nos daremos de bruces con una guerra de autentico desgaste, ¿entiende? cada centímetro conquistado contará, la retirada no será una opción, y cada edificio tomado deberá ser asegurado antes de avanzar

Tras acabar, se giró para encarar a José Gabarri - muy bien penal, busque a su sección, acabo de llegar del frente y no me han dado el parte actualizado de reemplazos. Tenga su equipo listo y no haga estupideces ¿me he explicado bien con esto ultimo? me tenéis aburrida con tanta tontería - era comisaria, no el colega de nadie y menos de un criminal condenado a las legiones penales. No se presentó ante él, no debía hacerlo, para el penal ella era la comisaria y eso bastaba, como alguno de aquellos bastardos la llamara por su apellido o nombre de pila, se llevaría un buen puntapié - ¿necesita algo más? - confió en que no, y que lo que acababa de escuchar que le decía al sargento de los devotos, le sirviera para la siguiente pregunta que Nereida creyó que llegaría a hacer.

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16/12/2019, 17:57
Nereida Kriemhild
Sólo para el director

Nereida se mantuvo firme y serena - claro, puede que sea pronto, pero si son buenos soldados y oficiales como han demostrado, si acumulan más recomendaciones, podrán ser reconocidos como he creído oportuno, en cambio, si resultan ser unos patanes que tuvieron suerte - se encogió ligeramente de hombros - pasaran al olvido

Escuchó la negativa antes de ni si quiera plantear la opción y ladeó un poco la cabeza, pero se mantuvo igual, firme - lo comprendo ¿podría indicarme que es lo que harán para tenerlos controlados? - preguntó para saber cual era el plan, antes de disponerse a rebatir o insistir a que se tuviera en consideración su petición. 

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16/12/2019, 17:55
Arrin Falkenhorst

El "pequeño" de los gemelos miró al penal de arriba a abajo cuando sacó el arpeo y cuerda. Aquella simple herramienta podría haber salvado el día. Con varias como ella muchos más doblesueldos hubieran podido subir y atacar el fuerte, probablemente no teniendo que volarlo en su intento de conquista. Apretó las mandíbulas y respiró hondo para no machacarle la cabeza de un tortazo a aquel tipejo. No tenía muy claro si se estaba burlando de ellos o no, restregandole por la cara precisamente el objeto que les hubiera gustado tener. 

Quizás el penal se dió cuenta de lo cerca que estaba de llevarse una paliza cuando ofreció añadir unas granadas extra al trato. Quizá fue eso lo que funcionó. 

Arrin se giró hacia el Sargento y los nuevos y preguntó así a bocajarro - ¿Alguien aparte de Orrin sabe mejorar un arma con añadidos, señor? - 

Se giró hacia el penal y le asintió. - Si alguien sabe, tendrás lo que buscas, quédate ahí y no te muevas. - le dijo mientras se impacientaba a ojos vista. Quería visitar a su hermano y casi no le había dado tiempo de limpiar su armadura lo suficiente como para pasar una revista ligera como para ahora estar perdiendo el tiempo con aquella rata. 

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16/12/2019, 18:15
Murat Demir

Solo había pasado un día en retaguardia, protegiendo los flancos del cuartel general de un contraataque que no llegó a producirse cuando  a algunos de nosotros nos convocaron a una reunión informativa. Salí contento de ella, por fin nos enviaban al frente, donde tendríamos la oportunidad de dar nuestras vidas al servicio del Emperador, amado por todos.

El trasporte nos desembarcó en el puesto 42, en la pequeña zona asignada a los pocos tabrisinos honrados con la posibilidad de llevar el justo castigo del Emperador a sus enemigos. Nos recibió un miembro de la intendencia del 21 quien nos asigno entre las habitiendas disponibles.

Tras descargar el petate, salí a dar una vuelta por el nuevo campamento, aunque no había avanzado más de diez metros cuando un olor familiar llamó mi atención, el incienso quemado inundo mis fosas nasales y me giré buscando su procedencia.

Y la encontré, una pequeña construcción de planchas de hierro y sacos de tierra iluminada por centenas de cirios ardiendo, dedicada sin lugar a dudas a la memoria de San Tabris. Entré en ella y respiré hondo, el humo de los incensarios penetró en mis pulmones serenando mi alma. Se notaba que era una capilla de campaña, nada que ver con las de mi planeta natal, aún así, era suficientemente grande para ofrecer servicio a más de 30 tabrisinos.

En ese momento solo había otro compañero allí dentro rezando sus oraciones. Encendí una vela que coloqué con devoción bajo el altar y caminé al centro de la capilla. Me senté sobre mis rodillas, elevé mis manos al cielo antes de inclinarme hacia delante hasta que mi frente tocara el suelo mientras empezaba a rezar en Alto Gótico una pequeña plegaria en honor a San Alabaster y San Tabris. Media hora sería más que suficiente.

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16/12/2019, 19:12
[Muerto] José Gabarri

Parecía su día de suerte, y es que cuando uno hacía las cosas bien la vida le sonreía. Se llevó un pequeño informe de la situación totalmente gratis, y él, de verdad simplemente había ido a presentarse. Cuando la comisaria se encaró con él, Gabarri, que había ido relajando su postura se volvió a enderezar. - No hacer tonterías aburridas. Delo por hecho. - dijo el legionario penal sin poder contener una ligera sonrisa. - Si no ordena usted nada más, me retiraré a poner en orden mis cosas. - dijo respondiendo así a la pregunta que le había hecho Nereida. Esperó a qué la comisaria dijese algo que lo retuviera allí y luego se dio la vuelta dispuesto a perderse entre la multitud. 

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16/12/2019, 22:33
[Muerta] Shänshän Fäguäng

El cambio de tracción en las ruedas del transporte le indico a Shänshän que ya habían llegado a su destino, con mucha mas certeza que el aviso del operario. El puesto 42.

 - [Gracias por tus servicios, honorable anciano] - Ignorando por completo a la tripulación la sacerdotisa del mecanicus se despidió amablemente del vehículo en tecno-lingua, mientras le hacia una señal a su servidor para que la siguiera.

El lugar resultaba ruidoso y desordenado comparado con los pulcros cuarteles de Drafeliv, al igual que estos lo habían sido al compararlos con las instalaciones del Omnissiah. Con un sufrido suspiro Shänshän emprendió la tediosa tarea de encontrar los patrones de aquel hormiguero y localizar las tiendas de su regimiento.

Aquella iba a ser su primera experiencia de combate real y, aunque nunca lo reconocería, estaba inquieta por la posibilidad de fallecer o, aun peor, de fracasar en su cometido y deberes para con el mecanicus.

 

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16/12/2019, 23:32
[Muerto] José Gabarri

Sin haber podido presentarse, Gabarri supo que sus mejores opciones para ser útil en aquel momento eran muy, muy limitadas. Su regimiento no tenía vehículos y sería un milagro que los Tyvianos, principales clientes de la luna paraíso Iberus, le dejasen echar una mano en las reparaciones de sus carros de combate. Diablos, dudaba hasta de que me dejasen acercarse. Decidió que lo mejor era probar suerte en la enfermería. Tras el primer ataque habría heridos para dar y regalar y, aunque era posible, no creía que fuesen a rechazar par de manos útiles.

Decidió acercarse primero al puesto donde realizaban el triaje, iba a ser el sitio que tuviese más actividad pero serviría para empezar a demostrar que podía ayudar y que no había ido allí para robar medicinas. Que las robaría si se presentaba la posibilidad, pero no era su idea. Una vez allí, Gabarri buscó a algún médico que estuviese dirigiendo aquel caos y se presentó haciendo el saludo del águila. - Buenos días Doctor, soy José Gabarri. Acabo de llegar en la ronda de reemplazos y he pensado que os vendrían bien un par de manos que sepan como coser una herida o como colocar un hueso. - dijo Gabarri mirándole a los ojos. 

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16/12/2019, 23:23
[Muerto] Iskander Seker

Iskander escuchó con atención a la comisaria, aunque sus maneras no fueran del todo las correctas, o quizás si, y así debían de ser todos los agentes del comisariado. Duros, afilados como navajas, inflexibles.

-Gracias comisaria, sus palabras serán de ayuda para afrontar lo que se nos viene encima- Iskander no dudaba de si mismo, sino de sus hombres, demasiado jóvenes, demasiado ciegos y demasiado inexpertos. Él por lo menos había tratado con los peores delincuentes de Tabris, algunos incluso mutantes y herejes que fueron ejecutados nada más descubrirse el pastel.

—Tengo que mantener la moral, tengo un deber para con mi gente, tengo que llevarlos hasta la victoria o la muerte en nombre del sagrado Emperador, san Tabris, san Alabaster y san Josmane, lo juro—

Se acercó por detrás el cabo murat, su subordinado directo con peor cara que el tal Gabarri, esperando varios metros detrás de Iskander.

-Siento haberle robado parte de su preciado tiempo, comisaria- Se colocó de nuevo el casco e hizo el saludo del águila -Por el Emperador y por san Tabris-

Se marchó de allí junto a su cabo, no sin antes mirar con desprecio a Gabarri.

Continuó paseando sin rumbo fijo, tenía que empaparse de todo conocimiento posible, saber junto a quien iban a pelear.