Partida Rol por web

Aquellas abominaciones tenían que morir. Brotinn no permitiría que les arrebatasen la victoria cuando estaban tan cerca, incluso si tenía que arriesgarse a canalizar más energía disforme de la que sus instructores de la Scholastica Psykana hubieran considerado prudente. Cuando uno mira al interior de la disformidad, es la disformidad la que mira dentro de uno, solían decirle. Pero demasiados varangianos habían vertido su sangre sobre aquel puente como para que fracasar en su misión. Tenía que arriesgarse

-¡¡Acabemos con esa escoria, Snarl!!- gritó a su compañero al tiempo que la salva de energía disforme surgía de su mano abierta para golpear a otro de los mutantes. El poder luchaba para escapar a su control, pero en esta ocasión la férrea disciplina del varangiano consiguió mantenerla a raya. Por ahora...

Las granadas no habían sido bastante: no habían dado en su objetivo y, las que lo habían hecho, no habían impedido el avance de los mutantes. Ynestrillas maldijo para sus adentros, pues aunque las granadas causarían perjuicio de cualquier forma a las posesiones del enemigo era un flaco consuelo en aquellos instantes.

-mfrgññññsss...

Suspiró. La artillería que el tecnopope había mandado había hecho su trabajo, y los refuerzos estaban empezando a llegar, habiendo sido consolidada su posición: no podría soportar la terrible vergüenza de que la victoria se les escapara de entre los dedos tan cercana a su fin, y todo ello por la osadía innoble de un hatajo de transgénicos.

-¡TYVIANOS, TOMEN POSICIÓN! ¡BUSQUEN ÁNGULO! ¡QUIERO A ESOS DESCREÍDOS PURIFICADOS POR LÁSER A LA ORDEN DE YA! -sentenció. Señaló luego con la espada sierra hacia Tangtang- ¡DE LA ESTOCADA, QUIERO ESE VALIOSO APOYO Y AL SOLDADO QUE LO HONRA VIVOS! ¡CORRA HASTA ALLÍ Y PROCEDA A SU AUXILIO! ¡TYVIANOS, TOMEN POSICIÓN! ¡TABRISIANOS y DRAFELIVIANOS, SU POSICIÓN EN EL PUENTE ES PRIVILEGIADA! ¡LA FUERZA DEL EMPERADOR SEA SUYA! ¡YA HAN OIDO A NUESTRA BIENAMADA SACERDOTE, QUE CIEN LUSTROS VIVA! ¡TODOS LOS QUE NO TENGAN ÁNGULO DE VISIÓN QUE LO HAGAN DE INMEDIATO, Y AQUELLOS QUE LO TENGAN, DISPAREN! ¡¡¡¡DISPAREN, DISPAREN, DISPARENNNN!!!! ¡AHOGUEN AL ENEMIGO EN LÁSER! ¡MATEN, MUTILEN, QUEMEN! ¡¡¡QUE ESOS IMPÍOS PAGANOS PUEDAN VER SIQUIERA LO MÁS PARECIDO A LA LUZ DEL EMPERADOR QUE VERÁN EN SU VIDAAAAA!!!

Estaba apuntado sobre la cabeza de uno de los mutantes cuando oigo la voz de mi oficial al mando, "entendido señor, ahora mismo marcho a auxiliar a ese soldado" le digo a Don Manuel, por lo que con un gesto a mi compañero, voy corriendo a toda velocidad hacía donde se encontraba el herido, que si mal no recordaba era en la torre.

Tras la impresión inicial de la explosión, no pasó mucho antes de que ambos bandos volvieran a las andadas, arrojándose a las gargantas de los otros. La unidad de legionarios del exterior masacró sin reparo alguno a la pareja de mutantes que habían acabado con el comisario, pero en los muros la lucha todavía era encarnizada y las bajas no paraban de acumularse, si bien estas eran parejas tanto entre mutantes como Hienas.

Tirando en el suelo, Desastre McKnife se aferraba a la vida como podía, sin moverse casi de lo dolorido que estaba. Entretanto, la comisaria Nereida y Gabarri seguían continuando la lucha, la primera arengando a sus hombres a una victoria que tenian al alcance de la mano y a una muerte gloriosa en nombre del Emperador, y el segundo poniéndose en pie y registrando el primer cuerpo que vio, encontrando entre los bolsillos de uno de los herejes caídos un par de granadas de fragmentación. Por debajo de ellos, a través de las escaleras, se escuchaba el ruido del feroz combate que tenía lugar en el nivel inferior.

Los pocos mutantes que habían sobrevivido a la explosión se recuperaron del impacto, y con paso lento y todavía algo aturdidos, empezaron a encaminarse hacia el muro, ralentizados por el enorme cráter que había sido abierto en la tierra.

Mientras el duelo entre Krause y el mutante proseguía, Dagmar cambió de objetivo por miedo a darle al tempestos con su arma, disparando una ráfaga hacia los mutantes de la sala, si bien sus disparos no lograron impacto alguno. Orrin sacó maño de su cuchillo de combate y se posicionó al lado del mutante enorme, clavándoselo con toda su fuerza aumentada en pleno estómago y retorciendo la hoja. El mutante soltó un bramido de dolor, y un gran torrente de sangre empezó a salir de él, regando el suelo.

Los dos mutantes en llamas seguían gritando por el fuego, aunque este no parecía causar mella en ellos, mientras que el guardia de la escopeta avanzó hasta estar casi al lado de Orrin para dispararle con su arma, aunque el rápido movimento del combate le impidó acertar en el operador.

Distraido por el ataque de Orrin, Reinhardt se lanzó a la ofensiva, rasgando con su espada sierra el torso del engendro, provocando unas heridas realmente serias. Pero este, lejos de caer, respondió con una furia asesina aún mayor, lanzando golpes a diestro y siniestro esperando quitarse de encima a sus atacantes. Uno de los puñetazos iba de refilón hacia el yelmo de Reinhardt, mientras que otro alcanzó la pierna de Orrin sin causar daño alguno en el Doblesueldo.

Entretanto, el psíquico enemigo se acercó a los cogitadores, creyendo que cerca de ellos no se atreverían a dispararle, al tiempo que trataba de conjurar uno de sus maleficios sobre Orrin, aunque en esta ocasión sus poderes le fallaron.

Arrin probó de nuevo a comunicarse con su escuadra, pero, de nuevo, nada le llegó a través del micro integrado en su casco. Sin nada perceptible a la vista, tuvo que tomar una decisión basada únicamente en el azar, por lo que, sin otra posibilidad, se encaminó hacia el túnel de la izquierda.

Justo cuando llegaba al final del mismo, donde este se bifurcaba en un túnel estrecho hacia el sur, y uno ancho hacia el norte, pudo por fin escuchar otro sonido que no fuera el de sus pasos. El sonido... ¡De los disparos, gritos y golpes del combate cuerpo a cuerpo! Y sonaban realmente cerca.

Los mutantes proseguían con su carrera mientras las ordenes del sargento Ynestrillas trataban de organizar a las fuerzas imperiales. Los tyvianos corrieron a buscar una nueva posición al tiempo que los drafelivanos se desplegaban por los flancos del puente, mientras que los tabrisianos aguardaban la orden de disparar. El tirador Demir apretó el gatillo de su láser largo, pero el sorprendentemente rápido movimiento de los mutantes le impidió atinar con el haz de su arma.

En la torre, víctimas del fuego indiscriminado de bótler pesado, tanto Jiang Li como Dianqiú no podían hacer otra cosa más que cubrirse. Si bien la especialista se las arregló para hacer un disparo desesperado con su rifle de plasma, no logró acertar tampoco, mientras que al soldado pesado le impactó un trozo de proyectil en el casco, aturdiéndolo momentáneamente. Sus camaradas se limitaban a aguardar tras la cobertura que les proporcionaba el merlete. En su ayuda acudió el medicae de la Estocada, que se apresuró a llegar a la zona donde era necesitado.

Ajeno a la premura que había a su alrededor, el psíquico Brotinn siguó avanzando paso a paso, canalizando sus poderes para soltar una nueva serie de relámapagos que lograron acabar con otro de los mutantes, uno de los que había sido herido por las granadas tyvianas. No obstante, seguían quedando dos que se acercaban a toda velocidad. Rabiah Topal los dejó acercarse mientras entonaba una cántico por la victoria próxima y la puntería de sus Devotos, para luego ordenar a estos que abrieran fuego.

Un muro de precisos rifles láser dispararon al unísono, logrando varios impactos en los mutantes. Uno de ellos se desplomó tras recibir más de cuatro, mientras que el otro, aunque herido, siguió avanzando llevado por un frenesí totalmente demente. Estaba cerca de la mitad del puente cuando de repente pareció saltar, solo que una de sus piernas se quedó en el suelo.

Con un preciso disparo de su rifle Triplex, Onorato de Lascaris destrozó la pierna del mutante, acabando con su amenaza, y con cualquier peligro inmediato para el puente. Con la muerte de este, todas las armas callaron, y el enemigo dejó de disparar también. Los herejes seguían manteniéndose apostados al otro lado del puente con sus armas preparadas, pero extrañamente, nadie llevó el dedo al gatillo.

Los refuerzos empezaban a aflorar en buen número y los contactos de vox empezaron entre un grupo y otro. El propio coronel Valdemar estaba yendo hacia esa posición tras asegurarse de dejar el bastión norte bien defendido. Con su llegada, quedaba claro que la batalla había terminado, habían logrado su objetivo. El puente estaba intacto, era suyo, y ahora tenían una vía segura desde la que atacar la Ciudadela sin tener que enfrentarse a sus míticos muros.

Pero, como queriendo empañar el ánimo de victoria de los imperiales, en el horizonte, sobre el Pico del Orador, empezaron a formarse unos pocos pero oscuros nubarrones que ocultaban el sol a su paso, y que lentamente empezaron a dirigirse hacia la meseta sobre la que tenía lugar el asedio.

FIN DE COMBATE

Todo el mundo recibe:

Por abrir brecha en el bastión: 100px

Por tomar el puente intacto: 400px

Por matar al líder enemigo: 50px

Desviar opciones de apoyo a otros frentes: 25px por cada una (50px)

Por destruir las defensas antiaéreas a tiempo: 50px

Desviar opciones de apoyo a otros frentes: 25px por cada una (25px)

Capturar al líder enemigo: 100px

Podéis empezar a gastar vuestros PX, aunque las compras no se harán efectivas hasta la próxima escena.

Retirada - dijo sin más viendo como aún había mutantes que se acercaban a ellos, la misión era distraer y la habían cumplido. Realmente le hubiera gustado conseguir conquistar la zona, pero no podía ser y demasiados comisarios habían muerto. Enganchó la pistola donde pudo y se tiró al vacío confiando en su habilidad, pero por mucho que presionara el freno el cable no dejaba de ser soltado e iba tomando velocidad. Entornó los ojos manteniendo la calma hasta que empezó a golpear la pistola gancho buscando activar el mecanismo de frenada. Aquello no parecía suceder hasta que a pocos metros se frenó en seco provocando que cayera hiriéndose aún más, aunque sobre todo internamente.

Nereida no dijo nada, pero estaba realmente cabreada. Activó el mando para desactivar la droga de la escuadra que había en el exterior, y con la voz quebrada por el dolor se dirigió a estos - si esta basura os importa, recogedlo, sino, dejadlo morir, enhorabuena, viviréis otro día; nos retiramos - les dijo señalando con la pistola a desastre, que estaba tirado en el suelo hecho una auténtica mierda. 

Kord y Jurgen se prepararon para tirar una granada cegadora a los pies de uno de los mutantes con la esperanza de dejarlos ciegos a todos. Si lo conseguían, lo siguiente sería disparar a la cabeza del psíquico mutante y acabar con el peligro potencial que suponía.

- ¡Tomad luz, engendros del averno!

Orrin se rió de buena gana cuando la asquerosa mole empezó a sangrar, importándole poco (de momento) que estuviera cubriéndole aún más de inmundicia con aquel chorro de sangre impura. Ahora mismo solo importaba una cosa, apuñalar, en la cual se volcó con alegría.

La mente de Gabarri está en ebullición, quizás si conseguía algunas granadas más y el depósito de prometium de uno de esos lanzallamas podría montar un petardo gordo que se llevase por delante a las hordas que llegaban desde abajo. Iba a andar algo justo pero se podía hacer. Estaba comenzando a buscar el si algún preso llevaba un lanzallamas cuando las palabras de la comisaria le cayeron como un jarro de agua fría. Nos retiramos. El comisariado temiendo por su vida les iba a arrebatar la opción de mostrar a todos que los hienas no eran perros sin honor. Cobardemente, la comisaria se arrojó al otro lado del muro cayendo como un saco de patatas.

Pero Gabarri no iba a dejar que le quitasen toda la gloria. No se iba a quedar a morir inútilmente, eso lo tenía claro pero recordó que les habían pedido investigar porque todos aquellos desgraciados llevaban la cabeza oculta así que ni corto ni perezoso se dirigió a los cadáveres de los tres caóticos que estaban en la torre más cercana y les arrancó cualquier capucha o máscara a ver que ocultaban. 

la batalla había acabado, pero para mi solo era el principio de mi trabajo, ya había curado durante el combate, ahora tocaba salvar a todo los posibles, por lo que cuando estoy en la torre, veo que hay dos soldados heridos, "Supongo que vuestra merced es el llamado Tangtang, no se preocupe, ahora miro sus heridas" le digo al hombre mientras le hago un gesto a Anzaro para que hiciera una ayuda al acompañero del operador del arma pesada. 

El drafelivano temblequeaba dentro de su armadura y no fue hasta la llegada de Jiang Li y de André de la Estocada que pudo serenarse. Poco a poco los castañeteos fueron amainando y pudo comenzar a alzar la cabeza para mirar hacia arriba.

- Dichosos los ojos, hemos ganado ¿Verdad? Qué miedo he pasado y cómo me duele todo creo... - pese a obligarse a sonar alegre y dicharachero el caer en la cuenta que su armadura estaba teñida de rojo por su propia sangre le hizo revolver las tripas, por mucho que le hubiesen entrenado para aquello nada te preparaba de verdad para el momento en que te dabas realmente cuenta de lo cerca que has estado de morir y de cómo la vida se te escapa por las heridas - Creo que estoy perdiendo... Presión... 01001111 01101000 00101100 00100000 01110110 01100001 01111001 01100001...

Cayó de lado, desmayado tras el exceso de emociones, sustos y dolor. Pese a que sus heridas no eran criticas, el que había sido parte de la comitiva civil hasta hace muy poco no había experimentado agonía semejante en toda su existencia y, ahora que la adrenalina de la batalla le abandonaba, todo le sobrecogía.

Tras una revisión de las heridas, veo que son mas grave de lo que pensaba, por lo que saco un poco de morfina en una jeringuilla, para tenerlo adormecido "no se preocupe, esto va a durar poco y sera indoloro" y tras poner la droga, empiezo a curar sus heridas, aprovechando que esta drogado para ir curando sus heridas sin que sufra mucho, pero tras terminar, "he podido hacer un apaño, en el campamento podrá recuperarte mejor"

Arrin avanzó con cuidado, con la espada desenvainada, intentando no llamar la atención, pero con el combate y el ruido, dudó que nadie le prestara atención. Miró a su binomio y asintió al asomar por la siguiente esquina. 

Onorato de Lascaris se sorprendió momentáneamente al darse cuenta a través de su mirilla que el disparo había dado en el blanco. El sepulcral silencio volvió a hacerse presente en el campo de batalla, el especialista observó a través de su mirilla al resto de herejes, que se disponían a permanecer estáticos, inmóviles sin intenciones de atacar por el instante.

—Yo diría que o bien tienes mucha suerte o el Emperador mismo ha dirigido ese último tiro Lascaris— comentó Almeyque poniéndose de pie.

Onorato asintió, dándole una mirada a su compañero que observaba el combate en silencio, un rasgo bastante raro de su parte.

Colocó su rifle al hombro y se levantó, aún escuchaba ciertamente explosiones distantes, y disparos. Así como pasos y voces en la lejanía, los cielos retumbaban acompañados de pequeños destellos y numerosos proyectiles de las baterías se disparaban hacia los cielos. Sin embargo sentía que había silencio, uno muy tranquilizante. Miró a sus alrededores, el resto de sus hermanos imperiales hacían lo mismo, sencillamente observaban en silencio mientras que otros compartían palabras entre ellos mientras se ayudaban unos a otro.

No había mucho que decir, pero algo era seguro. Después de miles de vidas, cientos de miles de proyectiles y numerosas explosiones la batalla del Dique había terminado…

Y la conquista de la Ciudadela estaba por comenzar.

Jiang Li se asomó por la torre, mirando hacia el lugar por donde los proyectiles eran disparados a la posición que ocupaban los dos drafelivanos. Tímidamente apoyo el arma en el destrozado muro que tenía delante, y buscó un objetivo que aun presentara batalla. Lo cierto es que ahora no podía escuchar el constante disparo de los bolters pesados sobre su posición, y eso hizo que respirase aliviada, deslizándose con la espalda pegada al muro para sentarse en el suelo.

Su hermano había hecho algo parecido, rezando algunas plegarias al omnissiah mientras ejecutaba un rito de recarga en su arma láser.

Miró el cielo y vio unas nubes, ¿Cómo sería la lluvia aquí? En casa solía ser motivo para ponerse a cubierto porque decían que era ácida…Aunque eso la hizo preguntarse si en el árido planeta esta lluvia sería algo bueno.

Salió de su ensimismamiento en cuanto escucho a TangTang. Diantres se había olvidado por un momento del cocinero, lo justo para que André llegara a su posición. Jiang Li se levantó como un resorte y acudió al lado de los dos, arrodillándose para asistir a TangTang.

-Ah…No te preocupes TangTang, solo es una herida…-Dijo para restarle importancia, mirando al medicae con esperanza en los ojos que se veían tras la pantalla de su casco. Para cuando el medicae hubo acabado Jiang Li se puso en pie, y palmeo el hombro de TangTang.

-Buen trabajo, les hemos dado plasma donde más les duele…Lástima que ya nos tuvieran cogido el número de bastidor, ¿eh?, si no nos hubiéramos anotado los mutantes también.

Jarl detuvo su avance hacia primera línea en cuanto vio caer al mutante por efecto de sus rayos. Después de que el resto de la potencia de fuego imperial acabase con los engendros-bomba, se permitió abandonar la meditación de combate. Adoptó una postura más relajada, apoyándose en su báculo mientras pequeños relámpagos danzaban por su antebrazo y entre la punta de sus dedos.

-Victoria, por todos los ancestros- fue todo lo que alcanzó a decir entre jadeos mientras cortaba temporalmente la conexión con el Empíreo. Rodeado de cadáveres tanto de enemigos como de aliados, se fijó en el cuerpo de un joven varangiano a su lado. Era joven, apenas lucía un rubio vello facial, y aún aferraba su escopeta en sus dedos pálidos. Un boquete ensangrentado del tamaño de un puño perforaba su torso; seguramente había sido un proyectil de bólter pesado lo que había acabado con su vida.

Chasqueó la lengua. -Malditos sean esos herejes. Otro agravio para cobrarnos en la siguiente batalla, Snarl. Que su sacrificio no sea en vano.

Seker ignoró a la sacerdotisa y su pelea, para correr hacia sus hombres. Habían ganado, loado fuera el Emperador y era lo que importaba. El resto eran minucias.

Ordenó a su cabo poner el modo altavoz en su aparato vox y arengó a sus tropas.

-Soldados de Tabris ¡VICTORIA PARA EL EMPERADOR!- Gritó a pleno pulmón, mientras alzaba su espada rota, subido a un escombro para estar más alto que el resto.

-¡EN EL DÍA DE HOY HEMOS SIDO BAUTIZADOS EN SANGRE Y FUEGO, SUPERANDO ESTA TERRIBLE PRUEBA EN NOMBRE DEL MÁS ALTO, ¡LOADO SEA EL EMPERADOR! ¡LOADO SEA SAN TABRIS, SAN ALABASTER Y SAN JOSMANE! ¡GLORIA A TODOS NUESTROS HERMANOS, DE TYVIA, DRAFELIV Y VARANGIA, ¡GLORIA ETERNA A LOS HÉROES QUE HAN DADO SU VIDA HOY AQUÍ! ¡QUE NADIE DUDE NUNCA MÁS DE LA SANGRE DE TABRIS!-

Entonces, esperando el deseado momento de la primera victoria de tan novato regimiento, el cabo de comunicaciones Kamel 'Cuchilla' Murat, sacó de su mochila una tela enrollada. Era un estandarte del 18º, no el oficial regimental porque no le habían dado permiso para llevarlo al combate, pero sí otro autorizado. El cabo lo ondeó alto lo movió con fuerza.

-¡GLORIA, HERMANOS, PORQUE LA VICTORIA ES VUESTRA!- Clamó Seker, sabedor de la importancia de la moral en aquellos acontecimientos, como dictaba el manual.

-Y ahora, hermanos míos, oremos a nuestro sagrado Emperador, que nuestra sagrada sacedortisa nos guíe en esta tarea con la corrección adecuada- Se puso de rodillas para que siguieran su ejemplo.

Era una oferta de paz, ahora dependía de Rabiah el rematar bien la faena o destrozarlo todo. Por él no iba a ser.