Partida Rol por web

La niña corría por las calles, parecía estar huyendo de algo, tal vez persiguiéndolo, ella no lo sabía. Sabía que tenía que correr, los zuecos resonaban sobre el pavimento adoquinado de las calles hasta que pareció encontrar el lugar del que provenía.

Un ruido, luego otro, era el canto de las espadas al golpearse unas con otras, conversaban, se maldecían, el lenguaje de los hombres era incapaz de entender ese diálogo. Sin embargo a nadie parece importarle, todos hablaban el lenguaje de la sangre. Finalmente una espada cedió y la otra rasgó el aire cortando tela y carne por igual.

-Nooooooooo-. Gritaba la niña al ver morir a su padre.

Natsuki volvió a despertarse empapada de sudor, en los últimos días se repetía aquel sueño recurrente, sin embargo lo más extraño de todo es que ella nunca había sido testigo de aquello. Desconocía lo que significaba, ¿tal vez era un augurio por la cita de aquel día con Doji Gisaku?

Se levanto pensativa y sudorosa, por algun motivo su padre se le venia a la mente de modo recurrente... su muerte era una herida que no había sanado, y quizas nunca fuera a sanar. Se postro en oración, como todas las mañanas, para honrar a sus ancestros , en especial a la Dama y a su padre, en silencio y dandose el tiempo que sentía necesario, necesitaba estar en paz antes de presentarse con su Daimyo.

Mientras se vestía y terminaba de arreglarse para la ocasión, pensaba para si Doji Gisaku es un gran lider, inteligente, elocuente, es un honor que me haya convocado... no puedo fallarle, debo estar perfecta.. se concentro en lo que tenía que hacer, aunque no tenía claro el motivo de la convocatoria, si sabía perfectamente que la oportunidad no pasaría dos veces, y el honor de su padre de algun modo tambien se ponia en juego en este encuentro.

Listo, casi es la hora  

Mientras Natsuki se encaminaba al exterior, la puerta corredera que daba al jardín zen que servía como vestíbulo de la vivienda se abrió como por arte de magia. Por supuesto la samurái era en todo momento consciente de la labor de su sirvienta Aya, una joven huérfana que entró al servicio de la familia a la tierna edad de 4 años.

Durante su infancia ambas habían compartido una amistad sin embargo el orden celestial no tardó en actuar, la que fue su amiga pasó a ser su sirvienta mientras ella pasó a ser la cabeza del hogar.

-Doji-sama, aquí tiene sus nuevas sandalias para su encuentro con Gisaku-dono. -Su voz estaba totalmente ausente de voluntad, nada que ver con los gritos que daba mientras ambas compartían tardes junto al río. 

Natsuki percibió el tono de voz de su sirvienta con cierto dolor. Su reciente Gempukku le habia dado alegrias y honor, pero comenzaba a sentir el peso de ser samurai. Ella era la señora de esa casa, y su amiga era su sirvienta, y asi estaba bien que sea. Miro a Aya a los ojos, o a los parpados, porque la mirada de la joven apuntaba a sus pies, y su actitud era de sumisión total. Vio tambien las sandalias, eran realmente apropiadas para el evento.

Ve, cierra la puerta puerta, y vuelve a ayudarme a terminar de vestirme, le dice con un tono seco

Cuando la joven regresa a su presencia, le susurra las cosas han cambiado, Aya, y asi debe ser, frente a todos debemos ser sirvienta y samurai, pues el honor de nuestra casa esta en juego ... pero la amistad que guardamos en nuestro corazon no morira, confio en ti y quiero que confies en mi le sonrie y su rostro se vuelve amigable y en estas cuatro paredes puedes expresarte con libertad, te concedo eso ... amiga... pero no grites! y rie suavemente

Ven, acomodame el quimono, como me veo? Que crees que dira Gisaku-Dono?

-Natsuki-sama, eso no es sino un recuerdo infantil. -Tras ello alzó su mirada dando fuerza a sus palabras-Siempre agradeceré a los kamis por este tiempo, pero debéis respetar el orden celestial si queréis lograr que los Grulla recuperen su lugar legítimo como me contabas en nuestros juegos. Seré vuestra herramienta, os serviré gustosamente y daré mi vida por Natsuki-sama. -Tras sus palabras practicó una reverencia perfectamente ejecutada y se incorporó para ayudar a su señora a colocarse el kimono. -Estáis espléndida, Doji-Dono estará complacido por vos. Tras ello tomó dos yescas y las golpeó produciendo chispa para atraer a la buena suerte de los kamis.

-Aya-sama, de acuerdo, que asi sea Natsuki la miro complacida, el dolor que sintio en el pecho ya se esta disolviendo, y las fuerzas para encarar lo que viene por delante aparecen en abundancia

Acomoda esto, yo ya debo irme y con un gesto cortes se despide y camina rumbo a la corte . Sabe muy poco del motivo por el cual su Daimyo la mando a llamar, trata de concentrarse en los ultimos sucesos que conoce, pero nada parece ser indicado como para involucrar a una cortesana recien iniciada. Dara lo mejor de si, piensa, a la vez que su paso se vuelve aun mas firme.

Doji Natsuki no tardó en llegar al lugar de encuentro. El pabellón del magistrado era bastante suntuoso, la recién llegada se entretuvo en los elementos decorativos que cubrían sus paneles: desde pinturas con pan de oro hasta garzas y pájaros tan llenos de vida que parecían estar a punto de salir volando por toda la estancia. Todo ello se encontraba bajo una gran techumbre en la que destacaban grandes vigas de madera de gran canto que se cruzaban entre sí sosteniendo la estructura superior.

Natsuki parecía encontrarse en solitario, sin embargo sospechaba que ante un ligero movimiento de la mano de su anfitrión bastaría para que la fauna de los paneles se hiciera a un lado y saliese la guardia personal del Shogun para acabar con su vida.

El tiempo de espera la tranquilizaba, penso que iba a encontrar muchos cortesanos convocados, pero esta sola. El lugar es agradable, bien ornamentado, y las condiciones estan dadas para servir a su clan.

Sabe que si comete un error,  no solo su honor, sino tal vez su vida, sean el precio a pagar. Pero acepta el reto, esta ansiosa de se util a su Daimyo.

Su pose es armoniosa, tranquila, inmutable, perfecta. Asi aguarda a su señor.

Las garzas ceden su paso ante la figura de un hombre, tiene aspecto de ser un escriba. Tras cerrar tras él la mampara se dirigió a la invitada con una voz aflautada:

-Doji Natsuki-sama. Ahora mismo viene el señor regente. Por favor aguarde un momento.

Tras apenas medio minuto se vuelve a abrir la mampara traduciéndose en una profunda reverencia del escriba al recién llegado. Su aspecto es imponente y aún así no está exento de la elegancia propia de un grulla. Uno de los cinco hombres más poderosos del Imperio Rokuganés, Doji Gisaku.

Con pocos pasos cruzó la estancia dirigiéndose al lugar que la presidía, un tatami que elevaba su posición respecto al resto de la sala, un ejercicio sutil de subrayar su poder. El escriba tras cerrar la puerta corredera se encaminó de nuevo a su posición, con total ceremonia se dispuso a preparar los útiles de escritura que serían el registro de todo cuanto acaeciera en aquella sala.

Doji Natsuki hace una reverencia cuando el Daimyo ingresa, y se mantiene asi hasta que el toma asiento. Luego guardando la etiqueta adecuada, se sienta erguida, con semblante tranquilo y actitud segura, a la espera de que su señor le dirija la palabra

-Konnichi-wa Natsuki-chan. Estoy seguro de que os preguntaréis el motivo por el que habéis sido llamada en mi presencia. Antes me gustaría saber qué sabes. ¿Has escuchado acerca de los rumores que están últimamente en boca del pueblo?

Gisaku-sama, estoy al tanto de que cuatro mensajeros fueron enviados a cada regente hace muy pocos dias, pero no se ha filtrado el motivo. Hay pequeños rumores infundados alrededor de eso, pero nada confiable. No se nada mas acerca del tema, mi señor. 

-En efecto, también es sabido que mi compañero y antiguo rival en la guerra Hida Takeo ha convocado un nuevo Invierno de los 20 trasgos-. A continuación hizo una señal al escriba que detuvo sus anotaciones y se incorporó saliendo del lugar-. Confío en que Hida Takeo-san no se nos rebele, no obstante de confiados están los columbarios llenos. -Sus palabras sonaban en un tono bastante armonioso, parecía estar recitándolas como si de un haiku se tratase, y cada movimiento parecía cargado de ceremonias. La vida de aquel grulla parecía una continua representación de la ceremonia del té.

-Es por ello que he convocado una Corte de Invierno aquí en la capital, los movimientos del Líder del Clan Cangrejo deben ser controlados por la legitimidad del Shogun.

Natsuki siente la presión de lo perfecto sobre ella, si bien esta entrenada, su Daimyo es un ejemplo de inteligencia, modales, diplomacia y politica, y estaba delante suyo.. asiente con la cabeza, levemente,  en señal de respeputosa aprobación, y mide sus palabras al extremo, ama a su señor pero no le conoce en detalle como para hacerle preguntas inapropiadas

-Y vacios casi de personas en quien confiar - con delicadeza en sus gestos y una dulce voz le dice - será una corte importante, para mi sera un honor poder serle de utilidad, mi señor, he dedicado mi vida a entrenarme para servir fielmente a la casa Doji ... y al shogun    

Su mente viaja a una velocidad asombrosa mientras su cuerpo se deja llevar por los delicados habitos en los que fue entrenada, cada palabra, cada silencio, es parte del juego - si demuestro caracter y respeto a la vez, si dejo claro a quien soy leal primero, si en estas palabras demuestro mi potencial como cortesana... puede que tenga un lugar en esta batalla.. no puedo vascilar

En ese instante se vuelve a abrir la puerta corredera, el escriba que salió anteriormente está agachado tras ella y delante de él lleva una bandeja con varios utensilios para la ceremonia del té: El mocha, un palito para agitarlo, un par de dulces y una taza profusamente decorada.

-Supongo que con la ceremonia del gempuku que recientemente pasaste estás al tanto de la ceremonia del té Natsuki-chan. Es por ello que me gustaría que disfrutáramos de éste momento con esta ceremonia pues es la que mejor revela la personalidad de los samuráis.

Asintiendo con su cabeza toma los utensillos que trae el servidor del Daimyo y comienza a desplegarlos delante de ella, frente a su señor. Prepara las hierbas minuciosamente, y las vierte en el agua caliente, mientras acomoda las piezas donde ambos beberan. Se muestra tranquila y confiada , y se concentra en su tarea sin perder el encanto de sus movimientos ni su leve sonrisa en el rostro, el silencio se hace presente entre ambos, y ella continua con la tarea cuidando cada detalle mientras esta atenta en su interior a las emociones de su señor.

Cuando termina, le hace un gesto hacia la pieza que el ha de tomar, y bajando levemente la cabeza le da a entender que comenzara a beber cuando el lo indique.

El Daimyo tomó la taza que le tendía su invitada, la giró sobre su mano tres veces para admirar la delicada pieza de orfebrería y a continuación se la llevó a los labios. Una lágrima se deslizó por su mejilla y dirigiéndose a Doji Natsuki-chan la alabó:

-Delicioso, magnífica ejecución se nota que eres una pariente mía y estarás a la altura de las circunstancias. -Tras dedicar una mirada al escriba éste se dispuso a retirar la bandeja dejándola en el exterior de la sala y cerró las puertas abiertas, en algún momento la bandeja sería retirada por el servicio.

-Como os dije Natsuki-chan, debemos vigilar la situación es por ello que confío en ti para encargarte de la comodidad del séquito más importante de Hida Takeo. -A continuación tomó su abanico y sin desplegarle siguió su retahíla-. Supongo que irá acompañado de escolta, estaría bien que mandaras a otro del clan de la grulla para supervisarles, un bushi tal vez. Me han hablado muy bien de estos dos jóvenes que pertenecen a la guardia imperial: Yasuki Yuki y Toshiro Kurosawa.