Partida Rol por web

PEC 12: Space Force

Mes 2. Día 7. Daya & René. PEC. Juntos quizás mejor.

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16/08/2021, 23:38
Daya Banerjee

A la hora a la que habían quedado, Daya estaba tocando a la puerta de René.

C.5013.

Así rezaba el indicador de la puerta ante la que se había detenido y que no tardó en abrirse con un ligero siseo para descubrir a un René preparado.

-Vamos, creo que es al final del pasillo y después a la derecha. He dejado a mi nombre uno de los reservados de esta planta, asi estaremos más cómodos y tranquilos que si vamos a la cafetería por ejemplo.

Dejaron atrás el ala de habitaciones y se adentraron en otra parte de ese mismo nivel en el que se abrían, a uno y otro lado del pasillo, habitaciones numeradas de forma diferente a los camarotes. Daya miró por enésima vez su comunicador en el que había desplegado un mapa del nivel 5 y en el que habían seguido las indicaciones hasta llegar a una de las puertas que rezaba en un lateral "Reservado R5.A.CEV" (en el comunicador venía detallado el significado del nombre: Reservado Nivel 5. Audiovisuales. Comunicaciones Externas + Virtual).

-Este es... creo...

Cuando entraron en la sala descubrieron que el reservado se trataba de una pequeña salita bastante acogedora para lo que era una nave espacial en la que había dispuestos cuatro enormes sofás de dos plazas cada uno enfrentados dos a dos y, en medio de todos una mesa baja cuadrada en el que se veía incrustado un panel de controles. Uno de los laterales era un enorme ventanal al exterior, los otros dos estaban vacíos pero emanaban una tenue luz azul que iluminaba la habitación con suavidad. En el mismo lateral de la puerta había un armario que, al abrirlo, descubrirían que se trataba de una nevera con diferentes bebidas frescas en uno de los lados y, en el otro, varios estantes, uno de los cuales tenía una máquina de café y una tetera. Múltiples cajones dejaban adivinar monodosis de café, té y otras bebidas calientes de diferentes mundos que podían ser preparadas en las dos máquinas junto con las instrucciones de todo para los novatos en aquellas salas.

Daya miró la habitación y sonrió. Esperaba que le gustase a René y que funcionara como ella había previsto que lo hiciera, aunque también era muy probable que ella hubiera entendido mal la descripción de la sala y se llevara una sorpresa.

-Vale, hemos conseguido llegar, ahora vamos a intentar hacer que funcione... ¿preparas algo de beber mientras que busco lo que quiero? -le preguntó a René mientras ella se sentaba en el sillón frente al que quedaban los mandos de la mesa y se ponía a teclear buscando las opciones que quería. No sabía si lo que consumieran correría a cargo de la Space Force o a cargo de ella que era la que había reservado, pero no le importaba invitar a René si eso hacía que estuviera más cómodo y le animase a repetir la sesión más adelante. Ya consideraba todo un milagro que él hubiera aceptado su propuesta para mejorar con la lectura, pero sabía que todo estaba cogido con hilos y, cualquier cosa que no le gustara al muchacho, haría que dejara de lado aquella idea y se volviera a alejar de ella.

-La clase de Lesly me encantó, me temo que mañana tendré agujetas en músculos que no sabía que existían-le comentó mientras elegía opciones de un panel holográfico que se había desplegado en la mesa a su altura-¿Qué te pareció a ti, Yang?-lo miró entonces y le sonrió, cómplice, al usar el mismo término que había usado Lesly esa mañana-Lesly es buena enseñando, me gusta. Creo que hemos tenido suerte en que la trajeran a nuestro Domo.

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17/08/2021, 02:06
René Carracci

Daya tocó a la puerta a la hora convenida y René, que ya había conseguido «pillarle el tranquillo» (palabras de Benedict) a su comunicador, abrió la puerta con su aparatito. Siguió a Daya por los pasillos. La muchacha parecía saber lo que hacía, pero él todavía miraba todo con asombro y desconfianza, pues tanta tecnología lo aturdía. Todo metálico, todo plástico, todo artificial. Se sentía encerrado.

Cuando al fin llegaron y entraron al reservado, Daya le pidió que preparara unas bebidas. René no sabía cómo se hacía eso, pero no quiso decir nada, pues al parecer debía ser algo fácil y obvio.

Se puso frente a la máquina que Daya le había señalado y la miró de arriba abajo, tratando de escudriñar sus misterios. Nunca había visto algo así. Tenía botones. René apretó uno de esos botones y de la máquina empezó a salir un pequeño chorro de agua caliente que se perdía por el también pequeño desagüe que tenía debajo.

Desconcertado, René miró la máquina y sus cercanías para ver si... Eso era, vasos. Junto a la máquina había una pila de vasos, agarró uno y lo puso debajo del chorro. Pero justo cuando apenas habían caído unas gotas, el chorro se detuvo. René emitió un suave chasquido de frustración con la lengua. Volvió a mirar la máquina con desconcierto. Probó de nuevo con el botón y volvió a salir un pequeño chorro de agua caliente que llenó el vaso. Una vez lleno, se lo acercó a la boca para probarlo. Era agua caliente, nada más. Eso no tenía mucho sentido, pues él no quería hacerse un caldo en ese momento y tampoco tenía los ingredientes.

No quiso darse la vuelta, para que Daya no viera los problemas que estaba teniendo con la máquina. Dejó el vaso de agua caliente al lado de la máquina y se dirigió al refrigerador, del cual sacó un par de botellas de agua y otras dos de zumo de distintas frutas.

Se acercó a donde estaba Daya con las botellas.

¿Te gusta el agua o el zumo? Te he traído varias botellas para que elijas. Yo estoy bien con agua.

Daya le preguntó acerca de la clase con Lesly. Todavía de pie, René sonrió por el chiste acerca de Jahn (aunque seguía sin saber quién era ese Jahn) y se encogió de hombros:

Sí, no está mal. Lesly me cae muy bien. Me gustó lo de ser como agua mecida por el viento. Pero llevo ya casi dos meses sin ver agua mecida por el viento. Todo esto —dijo mientras se aproximaba al enorme ventanal y señalaba al exterior con su mano—, todo esto es demasiado oscuro. ¿Has escuchado el silencio aquí, el silencio del espacio? —Se giró hacia Daya al hacer esa pregunta—. Es estremecedor. Yo pensé que me gustaba el silencio. En Hydria, yo salía por los bosques, me perdía en ellos durante días enteros, semanas enteras, y escuchaba el silencio. Sólo yo, mi rifle y mi cuchillo. —Su mano fue al cinturón instintivamente al decir esto, donde había un cuchillo enfundado, cuyo mango acarició lentamente con sus dedos—. Bueno, no es cierto, no siempre iba solo.

Pues muchas veces iba con Orestes o con Leonora. ¿No había escuchado ya esos nombres Daya? No estaba seguro, pero creía recordar que quizá sí. Prefirió no decirlos en voz alta esta vez, pero el hecho de intuir que Daya los había escuchado le daba un poco más de confianza con ella. Suspiró mientras se volvía a girar hacia el ventanal.

Durante el día o durante la noche, muchas veces cerraba los ojos y dejaba que el silencio del bosque me penetrara. Ella lo...

Se interrumpió en seco. Iba a decir que ella lo llamaba «meditar», que ella le había enseñado aquello, igual que le había enseñado a ser todo lo que era, a creer en todo lo que alguna vez había creído, igual que le había enseñado a amar. Pero se interrumpió en seco.

El silencio del bosque —continuó— era un silencio... con vida, con tanto significado... Podías escuchar la naturaleza armoniosa, la brisa danzante, el agua murmurante, los pequeños insectos silbando, los pájaros trinando sus melodías, las hojas susurrando sus secretos... Pero el silencio del espacio... —En su rostro, que miraba hacia el exterior, se dibujó una mueca de desagrado—. Ayer lo escuché, antes de dormirme: nunca antes había dormido en el espacio. Es estremecedor. Es brutal. Es el silencio de una tumba. Quizás... —dudó unos segundos, mientras seguía mirando por el ventanal—. Quizás sí tengo miedo de morir, después de todo, a pesar de lo que te dije, miedo de morir lejos de casa. Lejos de ellos...

René se sacudió la cabeza y volvió hacia la mesa en la que estaba Daya mientras trataba de esbozar una sonrisa.

Perdona, estoy diciendo tonterías. Mejor leamos algo.

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18/08/2021, 18:36
Daya Banerjee

Daya manipulaba el panel holográfico en busca de las opciones que deseaba. No era demasiado complicado, pero el interfaz era muy detallado, había muchas opciones y muy diversas. Aquella habitación era más potente de lo que había pensado inicialmente.

René acercó a la mesa un par de botellas de agua y otras tantas de zumo. Asintió a René ante su elección-¡Perfecto! Ya casi lo tengo… un segundo… -comentó mientras terminaba de seleccionar un par de opciones nuevas que acababa de descubrir y que le habían erizado el vello de emoción al verlas disponibles.

Las palabras de René, no, más bien el tono de lo que acababa de decir, hicieron que dejara de prestar atención al panel holográfico y se volviera para seguirlo con la mirada. Cuando él se volvió para preguntarle sobre el silencio del espacio, sus miradas se encontraron y ella le asintió lentamente, sintiendo que compartían aquel detalle, aquel vacío, aunque fuera por causas diferentes. Se levantó del sofá y se acercó a su lado, mirando también al exterior, al oscuro y frio universo.

-Para mí el problema no está ahí afuera-le contestó cuando llegó a su lado y su mirada se perdió entre los millones de estrellas que se veían desde allí-Para mí es precioso. Su silencio es parte de su magia, de su poder, de su fuerza, es parte del propio universo y lo acepto como tal. Tú mismo lo has dicho, me has preguntado… ¿has escuchado el silencio aquí? Y te he respondido que sí. Aquí, el silencio aquí. Aquí dentro del PEC-lo miró, sabiendo que tenía que explicar su experiencia porque era muy diferente a la de él por lo que acababa de escucharle-Verás, Innum no es como Natgrew. No tenemos tantos árboles como para que el sonido de sus ramas y sus hojas cuando hay viento sea especial, no tenemos pájaros que canten al amanecer ni grandes animales que llamen a sus parejas. Mi planeta tiene otros sonidos característicos. El viento, el agua y la lluvia, los volcanes en erupción… son sonidos del planeta no de la vida que lo puebla, porque aún es demasiado pequeña para generar sonidos. ¿Has escuchado alguna vez el sonido de un terremoto? Ese que lo precede antes del movimiento. Es el sonido de la propia tierra al liberarse… -suspiró, recordando todo aquello-Pero no echo en falta eso, no realmente, es demasiado sutil. Ayer cuando entré en la habitación sí lo noté. Cuando la puerta se cerró tras de mí en el camarote… Estoy acostumbrada a vivir rodeada de gente. Tengo una familia extensa, siempre he compartido habitación. Dormir rodeada de diferentes tonos de respiración a los que reconoces en mitad de la noche, sabes cuando alguien tiene pesadillas, cuando duerme profundamente, cuando está despierto. Duermo con mis hermanas, bueno, dormía. Una tose, otra estornuda, otra se revuelve en la cama… y de día -Daya rio, alegre, al recordar- Verás, somos ocho hermanos. Vivimos al lado de varios tíos con otros tantos hijos, hacemos casi vida en común, estamos demasiado unidos. El día en casa es un continuo ir y venir de niños y adultos por todos sitios, un pequeño torbellino de actividad constante. Niños quejándose, niños pidiendo, padres refunfuñando… y después está mi antiguo trabajo. Transporte de científicos a las zonas de estudio en el planeta. ¿Sabes lo protestones que pueden llegar a ser? -sonrió, acordándose de mil y una batallitas con otros tantos científicos- Ese es el sonido que echo en falta aquí. Mi camarote me parece enorme, solitario, vacío de vida. Anoche os eché en falta a todos en los barracones del Domo. Echo en falta el sonido a mi alrededor cuando mi mente me dice que necesito a alguien cerca de mí. Es algo que tengo que superar aquí. La soledad. Supongo que con el tiempo lo conseguiré, los humanos somos animales de costumbres. Tú también te acostumbrarás, aunque eso no signifique que sigas echando de menos a Natgrew.

Le hizo un gesto para volver a la mesa y volvió a sentarse en el sillón delante del panel holográfico-Espero que mi elección sea la correcta…

Pulsó un par de opciones y la habitación comenzó a cambiar. El sistema de realidad virtual comenzó a hacer magia en la habitación.

Las dos paredes iluminadas de azul palidecieron y tornaron al verde. Una imagen se fue formando cada vez más nítida, dando forma a un enorme bosque verde que cubrió ambas paredes y la pared de la entrada extendiéndose por el ventanal y escondiendo al mismísimo universo. Un bosque en movimiento gracias a una brisa suave que hizo moverse las hojas y llenar la sala con aquel suave susurro. Cantos de pájaros se escuchaban a lo lejos unos, cerca otros, algún otro sonido que Daya desconocía se coló en la grabación, quizás algún animal salvaje que vivía en aquellos bosques. La imagen fue saliendo de las paredes lentamente, los contornos físicos de estas se perdieron, el suelo se convirtió en un manto de hierba húmeda y lo único que quedó como recuerdo de que estaban en el PEC fue la mesa y los sillones. El olor a tierra mojada invadió la habitación golpeando a la innumita que desconocía aquel olor y que le hizo arrugar la nariz inicialmente. Cerró los ojos y lo respiró con curiosidad, había leído sobre él. Era el olor que ciertos organismos producían cuando la tierra en la que vivían se mojaba por la lluvia. Le gustó, era refrescante. Abrió los ojos y miró hacia lo que sabía que era el techo de la habitación pero que ahora mostraba las copas de los árboles en movimiento, algunos pájaros volando de un lado a otro y los rayos de su sol colándose entre las ramas. Miró de reojo a René con una enorme y bonita sonrisa sorprendida- Así que esto es un bosque… ¡Es bonito! ¡Me gusta! En las opciones pone "Bosque de Natgrew después de la lluvia en primavera". Tienen también el lago, era mi primera opción… pero, después de escucharte, me pareció que esta te gustaría más hoy. A mí me gusta.

Manipuló su comunicador y envió algo al panel de controles de la sala. Se desplegó automáticamente una imagen holográfica ante ellos, sobre la mesa, a tamaño grande, nítida y precisa. Un libro giró lentamente suspendido en el aire, dejando ver todos sus lados. Era fino, portada dura de colores brillantes en la que se leía "Leyendas de Natgrew". Era un libro para niños, no uno de esos pesados y gordos, recopilatorios de todas las leyendas del planeta, sino uno orientado a introducir a los niños en ese mundo, quizás tres o cuatro leyendas contadas esquemáticamente y en un lenguaje sencillo. La portada mostraba dos pequeños niños mirando desde la cumbre de una montaña, desde sus pies al horizonte, un interminable bosque de altos árboles. Una bandada de pájaros atravesaba por delante de un sol grande y brillante. 

Daya movió su mano a la altura del libro y este se detuvo y se abrió lentamente mostrando la primera página. Las letras se fueron dibujando lentamente, con un trazo suave en azul brillante.

 

Bienvenido a Natgrew.

¿Preparado para la magia de un planeta lleno de misterios y aventuras?

Acompáñame y, juntos, combatiremos a fieras, brujas, cazaremos animales que nunca has visto… Ven, agarra mi mano, descubre el planeta conmigo.

 

Las palabras las acababan de escuchar en voz alta a través de los altavoces de la habitación y provenía de un gracioso niño dibujado en la misma página y que sería el encargado de relatar las leyendas del libro a través de sus páginas. Daya desactivó la opción de narración con un ligero toque de su mano. Se volvió a mirar a René-Hoy leeremos, será divertido y… si el libro era precioso ya en el comunicador aquí y en grande… ¡es increíble!-Cuando René le había confirmado que quería probar a mejorar con la lectura, Daya dedicó un tiempo a buscar algo entre los libros disponibles en el comunicador que pudiera ser del gusto de René. Descubrió aquel libro y le encantó. Quizás no era del gusto del muchacho, pero tenía que arriesgar. Eso o un libro de lectura seria para empezar. No tuvo dudas de cual elegir.
 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Cogió uno de los zumos, no sabía cuanto le iba a costar aquello, pero no le importaba si René disfrutaba con aquella sesión. Lo abrió y se corrió en el sofá dejando el lugar en el que estaba a René-Todo tuyo… para pasar la página solo tienes que hacerlo como si tuvieras el libro en tus manos, pero tienes que sentarte aquí -le dijo indicando el lugar que ella acababa de abandonar-para que reconozca el movimiento de tu mano…- También se había tenido que leer un par de manuales para ver cómo funcionaban algunos de los controles de la sala, pero eran sencillos y en poco rato había descubierto lo principal que necesitaría aquella tarde.

Alargó su propia mano y pulsó una última opción que hizo desaparecer lentamente de la vista de ambos la mesa, dejándolos sumergidos en el verde inmaculado del bosque de Natgrew con el libro delante de ellos, flotando en el aire, preparado para ser leído. Los sillones se habían convertido visualmente en suaves y cómodos asientos de musgo verde y madera.

Sonrió. Estaba sorprendida. Lo que había leído como presentación de la sala le había dado una imagen inicial de lo que iban a encontrar allí, pero el resultado final era asombroso. Habían viajado a Natgrew en segundos. La tecnología de realidad virtual que manejaban en el PEC era espectacular.

-Tienes que leer en voz alta, no importa que te equivoques o que dudes, estoy aquí para ayudarte...

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19/08/2021, 22:33
René Carracci

Daya se levantó del asiento y se acercó a él. Le habló de los sonidos de Innum y, sobre todo, le habló de su familia. René sonrió al escuchar esas historias.

Es muy bonito tener una familia. En Natgrew valoramos mucho los lazos familiares también. Por lo que he escuchado a Eylo y Narel, sin embargo, parece que en Eridani no le dan tanta importancia —dijo encogiéndose de hombros—. Es raro eso. Me alegra tanto que Alvin y Becky estén juntos... Estoy seguro de que formarán una hermosa familia natgrewniana. Yo los cuidaré a ellos dos, para que puedan tener sus hijitos y no les falten nunca. Un niño necesita a sus padres.

Al decir esto, era evidente que René se perdía en sus propios recuerdos.

Daya le habló de los científicos y él no pudo evitar reírse mientras la miraba.

Oh sí, créeme que conozco muy bien a los científicos. En Hydria, parte de mi trabajo era guiar a biólogos por el bosque. He de decirte que la mayoría no me trataba muy bien, muchos son terrícolas que piensan que los natgrewnianos somos unos paletos, ¿sabes? Sólo porque tenemos creencias espirituales y porque preferimos un estilo de vida con menos tecnología, distinto al de ellos. Pero Kalina no.

Se detuvo un momento, tímidamente. Devolvió su mirada al ventanal, quizá tratando de buscar en la lejanía a su amiga.

Ella me trataba muy bien. Ella me entendía.

Entonces, volvieron a la mesa para hacer lo que habían venido a hacer. René tomó asiento y vio como Daya apretaba una serie de botones.

De pronto, la habitación empezó a cambiar. René se agarró al sillón, asustado, al ver lo que ocurría a su alrededor. Sin embargo, de pronto, reconoció aquello. Sus ojos se abrieron inmensamente, en un gesto de sorpresa temerosa. No podía creer lo que estaba pasando. Miró a Daya, desconcertado.

¿Cómo...? ¿Dónde...? ¿Qué magia es esta?

El pecho de René palpitaba emocionado. Reconoció los sonidos, reconoció los árboles, reconoció los animales, reconoció los olores. Se puso de pie mientras señalaba un árbol:

¡Un saltarín verde! ¡Es un saltarín verde! ¿Lo ves? —le preguntó a Daya, con una emoción infantil—. ¿Lo ves? ¡En esa rama! Y allí... —señaló a otro lugar—. ¡Mira! ¡Un azorán corriendo entre los árboles! Estas hojas, Daya, ¡mira estas hojas rojas! —le dijo mientras le señalaba las hojas de un rojo profundo que tenía un árbol, en fuerte contraste con el verde circundante—. ¡Es un sauce hydriano, Daya! ¡¡Un sauce hydriano!!

A René se le atropellaban las palabras, estaba hiperventilando de la emoción. De repente, arrancó a correr detrás de un pequeño animalito que cruzó la habitación. Al hacerlo, sin embargo, chocó con la pared, lo cual le devolvió a la realidad. Miró a su alrededor durante un rato largo, vio a Daya sentada sobre una piedra. Le sonrió.

Gracias, Daya. Es hermoso... ¿Cómo lo has hecho? Es magia. No quiero irme de aquí...

Miró entre los árboles, como si estuviera esperando que alguien apareciera entre la espesura. Pero no, nadie apareció. Volvió a mirar a Daya, se acercó corriendo a ella, se sentó a su lado y le dio un abrazo, un fuerte y largo abrazo.

Muchas gracias, Daya. Eres muy buena.

Cuando soltó el abrazo, la miró y le preguntó con una sonrisa tranquila:

En realidad, seguimos en el PEC, ¿verdad? No estamos en Natgrew, ¿no? Es una imagen, ¿cierto?

En su interior, sabía la respuesta desde el principio, pero le gustaba aquella ilusión.

Después, Daya hizo que un libro apareciera de la nada. La cara de sorpresa de René no dejaba de aumentar. En aquel momento, habría jurado que Daya era una maga. Pero la voz que resonó en el bosque lo sacó de aquella sorpresa para llevarle a otra. Miró con cierto susto a todas partes, tratando de encontrar el origen de la voz. ¿Había dicho «bienvenido a Natgrew»? René no dejaba de sentir su corazón palpitante en el pecho. Todo aquello era más de lo que podía manejar. Se puso de nuevo en pie, mirando hacia uno y otro lado.

¿Quién habla? ¿Eres un espíritu del bosque? ¿Dónde estás?

Pero entonces René se fijó en un niño del libro, quien parecía ser el hablante. Se volvió a sentar junto a Daya y miró al niño:

¡Hola! —le dijo, pensando que quizá le escuchaba. Miró a Daya y cayó en la cuenta de que el niño también debía ser una imagen. Sintió vergüenza y dijo tímidamente—: Es una imagen, ¿verdad?

Finalmente, Daya le explicó cómo funcionaba aquel libro y tomó el asiento que ella le dejó libre. Miró el libro, que tenía unos dibujos muy bonitos. El primer cuento tenía una tortuga gigante dibujada y un niño subido a su caparazón. Ambos parecían muy felices. René puso cara de felicidad:

¡Es una añosa, Daya, una añosa!

Miró el dibujo obnubilado durante un buen rato, en silencio. Llevó su mano hasta el libro, tratando de acariciar aquella imagen, pero su mano la traspasó como si se tratara de un fantasma.

La Añosa Sagrada viene todos los años a Natgrew, Daya, y reparte regalos a todas las familias. Cuando empieza la primavera, ella deja regalos en las puertas de las casas. Para los niños. Y para todos.

René se perdió en sus recuerdos, en los recuerdos de tantos comienzos de la primavera en los que, tras abrir la puerta de casa, había encontrado —en la cestita de mimbre que todas las familias dejaban esa noche en el suelo— alguna dulce raíz silvestre, algún pequeño muñeco tallado en madera o un pequeño zurrón de piel de oveja. Cosas sencillas, pero que lo habían hecho muy feliz tantos años. Sonrió a Daya una vez más, antes de volver su mirada al libro para leer, como ella le había pedido.

Había… una… vez… un cazador… de Hydria… —Se detuvo—. ¡Como yo, Daya! ¿No es fantástico? El protagonista de este cuento es un cazador de Hydria. —Eso era algo que René sabía de sobra, ya conocía esa historia, pero siempre había disfrutado de ese pequeño detalle en particular—. Yo he encontrado a veces añosas junto al llagu o en el bosque. Son una proeza de la naturaleza. Son gigantes. ¿Sabías que no existe ninguna tortuga tan grande en todo el universo? Pero no se las puede cazar, eso sería un sacrilegio. Ellas representan la eternidad de la vida natural más allá la existencia de cada individuo, representan la sabiduría de los ancestros. Matar una añosa sería una perturbación del ciclo cósmico de la naturaleza.

Volvió su mirada una vez más al libro:

Había una vez… un cazador de Hydria… que salió… a cazar… en prima… priva… primava… vera… ¡primavera! Era el primer… día… de la prima… primavera… Los árboles flo… flora… flore… florecían… de todos los colo… colores… de todos los colores… La palmarina azul… la dulci… dulcinea ama… amarilla… la soli… solídea vio… violeta… la fanti… fanta… fantasea roja… ¡Son flores de Natgrew, Daya! —Volvió a interrumpir la lectura—. Yo las conozco, son hermosas, hermosas. Cuando empieza la primavera, el bosque se cubre de colores con todas esas flores. —Miró a su alrededor, señalando el suelo que les rodeaba—. El aroma de la palmarina es perfecto para conciliar el sueño. Con el polvo de la dulcinea se pueden aderezar algunas tartas. Las hebras de la solídea sirven para aliviar el alma, servida en un té caliente. La fantasea estimula la imaginación cuando se mastica… Cada pequeña cosa en el bosque tiene un propósito oculto, incluso aunque sólo sea alegrar la vista.

Sonrió y después continuó su lectura, muy despacio, pues aunque conocía la historia de memoria, allí estaba redactada con palabras y frases ligeramente distintas a como él la conocía. Pero casi a cada frase René interrumpía su lectura para explicarle algo a Daya o simplemente para comentar algún recuerdo, pues a cada paso encontraba algo que rememorar, algo que comentar. Cuando lo hacía, se podía notar su trepidante emoción, una emoción que le había sido arrancada al salir de su planeta y que hasta entonces, entre sus compañeros del Domo, sólo le habían visto quienes le escuchaban hablar de su planeta, sus historias, sus animales, sus plantas.

Notas de juego

No voy a poner a René leyendo torpemente toda la historia, que sería demasiado, creo. Para la historia completa de la añosa, remito a la ambientación de Natgrew ^^

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28/08/2021, 18:06
Daya Banerjee

 Le sorprendió escuchar que René pensaba cuidar de Alvin y Becky con aquel fin. Era algo muy bonito pero extraño a la vez, una visión diferente de la amistad y la familia.

-En Innum lo planteamos diferente. Si algo le pasa a los padres, los niños son adoptados siempre por un familiar. Eso siempre se sobreentiende, los niños nunca estarán solos si hay un solo familiar que pueda acogerlos. Supongo que cada planeta, por sus características, nos moldea de forma diferente. En Eridani, creo que le entendí a Eylo que todos los que viven en una misma nave se consideran una especie de familia a su forma, tengan o no lazos familiares de sangre.

Era un tema muy personal el siguiente que René sacó a la palestra, Daya temía casi comentarle nada al respecto, pero era cierto que quizás él necesitara alguna ayuda ahí-No llegué a conocerla demasiado. Se de sus planes con los animales, el proyecto que estaba construyendo con la ayuda de alguno de vosotros, Evan, por ejemplo. Me ha sorprendido su marcha, que no se despidiera de todos. Entiendo que alguna razón importante habrá sido la que la ha sacado de nuestro Domo. Solo espero que le vaya bien-miró a René que, en ese momento, miraba al exterior por la cristalera-¿sabes por que se fue del Domo? ¿La tienes localizada como para poder llamarla por el comunicador? Así no perderíais la relación… Dale recuerdos mios si hablas con ella.

Cuando la noche anterior René le confirmó que quería repasar la lectura y Daya había buscado un libro para leer y una sala en la que estar tranquilos, nunca había pensado en que la realidad virtual no fuera algo a lo que René fuera totalmente ajeno. Esperaba que le gustase verse inmerso en aquel bosque mientras leían, que le transportara a un sitio en el que se relajara y se sintiera como en casa, pero no había previsto hasta qué nivel le iba a impactar la experiencia. Ver su reacción con el comienzo de transformación de la sala le sacó una sonrisa que sabía se ampliaría conforme la ilusión les llevara directamente a Natgrew.

¡Un saltarín verde!  Daya miró a donde señalaba René y tuvo tiempo de ver al animal antes de que se escabullera entre las ramas. Giró para ver al azorán y después para admirar el sauce hydriano al ritmo de los gritos sorprendidos y llenos de ilusión de su compañero. Ahogó un grito cuando vio a René salir disparado detrás de otro animal que ella nunca había visto y no tuvo tiempo de advertirle de que las paredes de la sala seguían donde siempre e, indudablemente, igual de duras. El gesto de dolor de René al pasarse la mano en el lugar en el que había chocado contra la pared fue divertido, aunque intentó contenerse la risa para que él no se lo tomara a mal.

-No, no es magia. Ojalá pudiera hacer magia a este nivel, sería maravilloso...-le dijo, devolviéndole fuertemente el abrazo. Negó, quitándole importancia a su siguiente comentario sobre ella-Es un placer, nada más. Sí, es una ilusión, pero una muy buena. La tecnología que tienen aquí es increíblemente avanzada y precisa, me he sorprendido hasta yo.  Es una ilusión a lo grande si lo quieres ver así… Se ve cada detalle diminuto de este bosque. Los nervios de las hojas de los árboles, el movimiento de las hojas con el viento… esos animales, parecen tan reales… -miró alrededor y sobre ella-El olor es nuevo para mi. Es intenso pero refrescante, lleno de vida a su modo.  Me gusta este sitio es… -buscó la palabra que más se pudiera aproximar a lo que la visión le estaba provocando-acogedor. Me genera…felicidad, sí, eso es. El color mayoritario es el verde intenso, todo es vida.

Miró alrededor con detenimiento. René se había percatado de los animales grandes pero había más cosas vivas en aquella proyección del bosque de Natgrew. Notaba como la hierba del suelo se movía en ciertos sitios, veía volar insectos a contra luz. Le parecía todo tan lleno de vida que vio la diferencia rápidamente. Innum no era así, aún no. Le faltaban muchos millones de años para evolucionar hasta aquel nivel. Eso si lo dejaban crecer o si el planeta lo decidía así y no se destruía a si mismo en una erupción o un terremoto gigante y tenía que volver a empezar desde el principio. Todos los innumitas sabían que esas posibilidades existían y estaban asumidas de base.

Abrió el libro seleccionado que se desplegó ante ellos ofreciendo la segunda sorpresa para René y para ella también a su forma.

-Sí, es otra imagen. El niño es uno de los protagonistas de la historia que se cuenta en el libro. El puede ir leyéndonos el libro, pero yo lo he desactivado para que seas tu el que leas a los dos. ¿El bosque tiene espíritu? ¿es real o es otra leyenda? -eso le recordó a otro planeta también. ¿Todos los planetas tenían sus historias en aquel sentido, sus leyendas, sus creencias… Innum como tal no. Innum era pura ciencia y desarrollo, pura realidad. Le sorprendió caer en la cuenta de aquel detalle, nunca había echado de menos algo parecido, pero ahí estaba, echándolo en falta ahora-¡Venga! Comienza a leer, tengo ganas de escuchar la historia…

No tardó en acomodarse en el sillón convertido ahora en una pila de madera y musgo suave y mullido. Se tumbó boca arriba viendo mecerse sobre ella las ramas y los rayos de la luz del sol hydriano que sabía que ahora estaba disfrutando su hermano. Las palabras de René que iban desgranando la historia la hacían sonreír permanentemente por el estado de felicidad que transmitían. Veía las imágenes del libro aparecer entre ella y el cielo. Esa Añosa-¿Cuántos años pueden llegar a vivir? ¿Se sabe?-El protagonistas del libro, que era un cazador como el propio René.  Las flores.

En ese punto Daya se incorporó y se acercó a René trasteando ella misma los controles del libro. Se desplegó a un lado un menú con un índice visual de toda la flora y fauna que aparecía en el. Activó otra opción y cada una de las flores se materializó en grande entre ellos, en el hueco del bosque. Daya escondió el menú y volvió a tumbarse. Levantó una mano y tocó una de ellas, la que debajo, en unas pequeñas letras en azules,  rezaba Palmarina. Aparecieron diversos datos más, datos científicos, curiosidades, y su olor se hizo patente en la sala-Sirve para dormir dices, mira aquí lo indica…-señaló a una parte entre ambos donde referían esa propiedad y pensó en lo que había hablado con el psicólogo esa misma mañana, dando vueltas a las posibilidades potenciales de esa sala para ella.

Dejó que René siguiera leyendo. Activaron también la parte del detalle de fauna de forma que, cada vez que en la historia aparecía una planta o un animal, el sistema de la habitación les mostraba el animal en la sala o el aroma de la flor o la planta en cuestión. Daya estaba fascinada con la variedad de seres vivos y plantas que tenían en Natgrew, y solo estaba viendo lo que contaba un libro dirigido a niños. Sintió la emoción de su compañero con cada animal y planta que cobraba vida ante ellos, con cada línea del libro. Vio como, inicialmente, René leía con torpeza, adivinaba la vergüenza de que ella estuviera allí escuchándole pero, poco a poco, él se desvinculó de esa sensación y se dejó llevar. Pasó a leer con más seguridad y fuerza. No hizo falta casi nunca que Daya lo ayudara, por lo que llegó un momento en el que cerró los ojos y se dejo llevar por los sonidos del bosque y el olor de la palmarina hasta que, en un momento dado se dio cuenta de que René llevaba un tiempo en silencio. Abrió los ojos lentamente y miró el libro, que mostraba la última página abierta y la palabra Fin centrada con colores brillantes.

-Abre el menú… hay una opción… creo que se llama… "Selección temporal"-esperó hasta que él llego a esa opción para seguir-Busca opción "Activar" y después "Noche". Busca ahora la opción "Trascurrir", selecciona el valor "Progresivo". Y, por ultimo… pulsa "aplicar selección".

Dejó que fuera el propio René quien hiciera aquello. Había notado que no estaba muy familiarizado con aquel programa, así que le vendría bien aprender poco a poco sus secretos. Estaba segura que aquella no sería su última visita a aquella sala y, si quería venir solo, que se fuera acostumbrando a los mandos y a las opciones disponibles. Cuando todas las opciones fueron seleccionadas y activadas. El libro desapareció lentamente y pareció no suceder nada más en ese momento. Pero pasaría.

-Creo que deberíamos aprovechar esta sala los días que estemos aquí para que avances. En el Domo no tenemos esta tecnología y es increíble. Hay otros muchos lugares de Natgrew para elegir y muchos otros libros. Hay más de leyendas,  hay también históricos, de biología, o podemos elegir cualquier otra cosa que te agrade leer y conocer...

Poco a poco, mientras hablaban la luz comenzó a cambiar lentamente. El brillante sol se iba poniendo dando paso a los tonos anaranjados en el cielo,  los colores intensos fueron suavizándose y pasando a mezclarse lentamente con los oscuros y las sombras.

-He pensado que quizás podríamos invitar también a otros compañeros que también necesitan mejorar en la lectura. Pero para ello necesito que me digas si te apetece tener compañía o no. Si no te importa podemos unirlos a la siguiente sesión pero, si prefieres hacerlo en privado como hoy, es igual de correcto y bueno, vendré con quien quiera practicar en otro momento del día.  Quizás si se anima más de uno los junte inicialmente a todos-lo miró fijamente, aún tumbada en el sillón mirando al cielo que ahora tenía unos tonos rosas y amarillos preciosos-pero esta sesión inicialmente permanece solo para ti a no ser que me digas lo contrario.

Le dio tiempo para pensarlo, no había prisa. La luz fue poco a poco disminuyendo, los sonidos del bosque se fueron acompasando, desapareciendo para dar lugar a una tregua en los sonidos del bosque que tardó, si es que llegó a existir, unos pocos minutos. Otros sonidos fueron apareciendo mientras la luz del sol se extinguía totalmente y las estrellas comenzaban a brillar en lo más alto de la habitación. Las opciones de selección de animales y plantas se habían desactivado y en el momento en el que la oscuridad era casi total, se desplegaron otros que contenían un índice de animales nocturnos y constelaciones.

Daya no seleccionó ninguna opción, solo miró el cielo estrellado en silencio. Le sobraban los árboles, le quitaban visibilidad del techo nocturno, pero también era mágico saberse sumergida en un mar de árboles.

-Tienes un planeta muy bonito… no me extraña que lo eches de menos. En Innum tenemos un pequeño insecto que brilla por la noche. Los machos brillan en blanco brillante, las hembras en azul ténue. Cuando es época de apareamiento se forman racimos de ellos en los pocos árboles que tenemos en el planeta, o sobre las zonas que no tienen agua. Es precioso. Son solo unas pocas semanas al año, pero solemos salir en su busca y cenar bajo ellos esas noches. Si no hay lunas... es espectacular.

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31/08/2021, 15:19
René Carracci

René asintió en silencio cuando Daya le explicaba acerca de los distintos conceptos de familia que había en la galaxia.

Me gusta que haya distintas formas de entender las cosas a lo largo de la galaxia. Me gusta esa diversidad de identidades. Ojalá podamos mantenerlas aquí, en la Space Force. No quiero que todos seamos iguales.

Cuando Daya habló de Kalina, René se encogió de hombros con cierta resignación.

Seguro que le irá bien donde esté. Ella es fuerte e independiente. Le irá bien —afirmó con seguridad, como si estuviera dándole ánimos a su amiga ausente—. No creo que pueda hablar con ella. Fue lo primero que le pregunté a Benedict cuando me enseñó a usar este bicho —dijo mientras se señalaba el CSF de la muñeca—, pero ella no tiene uno igual, así que…

Miró a Daya, con cierta tranquilidad, a pesar del leve dolor que le provocaba pensar en ello.

Tenemos que aprender a vivir con la pérdida. Seremos soldados espaciales. Nos destinarán de un lado a otro. Veremos morir a compañeros y amigos. —Una breve pausa, en la que volvió su mirada de nuevo a la cristalera. No sólo pensó en Sarah, sino también en algunas de las brutalidades que se dijeron en la consulta la brigada Arkest y él aquella mañana—. Quizás incluso a novias, esposas, maridos. Iremos dejando trocitos de nosotros aquí y allá, hasta que también nosotros emprendamos nuestro viaje final y recompongamos todas esas partes en el más allá, como un puzzle. Tenemos que estar preparados para eso. Dolerá. Duele. Pero tenemos que aprender a vivir con ello, sin amargura. Tenemos que ser fuertes, Daya. Y apoyarnos mientras nos tengamos los unos a los otros. No caminamos solos: eso le he dicho esta mañana a Lesly. Y es verdad.

Sonrió calmado, mirando de nuevo a Daya. No tenía muy claro si le decía estas cosas a ella o si, en realidad, se las decía a sí mismo, para darse seguridad, para convencerse de sus decisiones.

Después, la experiencia virtual del bosque de Natgrew lo mantuvo en un estado de alegre y por momentos exaltada sorpresa. Y notó que un poco de esa alegría se le había contagiado también a Daya, quien dijo que aquella visión le generaba felicidad.

Algún día lo visitarás, ya verás. Visitarás a tu hermano y conocerás esos lugares. Ojalá pueda ir contigo y te lo mostraré. Te mostraré rincones que no les enseño a los turistas —le dijo con una sonrisa cómplice—. Yo conozco esos bosques como si fueran la palma de mi mano.

Daya le preguntaba si el bosque tenía espíritu, si era real o si era una leyenda. René la miró extrañado.

Es una leyenda y es real. Las dos cosas. Las historias legendarias no tienen por qué ser falsas. Mi nonno, quiero decir, mi abuelo, solía decir una frase: «Somos las historias que nos contamos». —Sonrió al recordar esa frase—. En el bosque habitan espíritus, claro, espíritus de muchos tipos. Pero no sólo en el bosque. En todas las cosas vivas hay espíritus y divinidades. Todo en la naturaleza está conectado por el espíritu. Todo lo vivo y también las almas de los muertos. Pero estas maquinitas no… No, las maquinitas no tienen espíritu. Generan una ilusión. Una muy bonita, pero no tienen espíritu.

Sonrió. René estaba manifestando parte de sus creencias. Él no albergaba una intención proselitista, como le había parecido que tenía el bueno de Benedict cuando le había preguntado por su curiosa religión; simplemente exponía lo que creía y no esperaba que nadie más creyera lo mismo, sólo que lo respetaran.

Cuando Daya le preguntó por la edad de las añosas, René respondió:

No, nadie lo sabe. Viven muchos, muchos años. Varias generaciones. Y créeme que no saberlo es algo que trae de cabeza a los biólogos, jaja. Ni ellos lo saben. ¿No es fantástico?

Después de leer la historia de la añosa hasta el final, hubo un rato de silencio. En la cara de René había una sonrisa. El rato se prolongó un poco, hasta que Daya reaccionó y pasó a explicarle cómo se utilizaban los menús de aquel aparato. Hizo que el tiempo avanzara y que el sol, más rápido de lo normal, se pusiera tras el horizonte y se hiciera de noche.

René miró a su alrededor. Le gustaba la quietud de las noches boscosas, con sus sonidos. Daya miraba al cielo, buscando estrellas, probablemente, pero René prefería mirar la vegetación, los animales, escuchar los ruidos circundantes. Esa vida, pegada al suelo, natural, sencilla, cercana, que uno podía tocar con la mano.

¿Te has fijado? —dijo en un susurro, para no interrumpir la quietud—. Da igual si es de día o de noche. El bosque está siempre vivo. Esa es una de las cosas que me gusta de la vida en la naturaleza: puedes sentir la vida, grande o pequeña, a tu alrededor, constantemente. Y tú no estás allí como un extraño. No. Eres parte de eso. En ese cúmulo de vida, uno sólo es un pedacito más, ocupando su lugar en la naturaleza, su lugar en el ciclo de la vida, en el flujo de la vida. Por eso los terrícolas vienen en cuanto pueden de turismo a Natgrew: en las ciudades de la Tierra no logran esta conexión con la naturaleza. Están inundados de tecnología, sumidos en un ajetreo voraz, que no los deja respirar. Yo veo las caras cuando llegan a Natgrew. Es como si resucitaran.

Daya le ofreció volver a la sala para seguir practicando y le ofreció también invitar a otros compañeros.

Claro, Daya. Está muy bien que se sume el que quiera. Por mí no hay problema.

Después, la muchacha le habló de su planeta, de unos insectos brillantes que aparecían por las noches innumitas. René miró la máquina de simulación virtual. La miró detenidamente y empezó a toquetear los menús que Daya le había mostrado un rato antes. Lo hacía con cierta torpeza, dudando, pero seguía haciéndolo.

Innum —dijo mientras tecleaba—. Ah, con dos enes. I-n-n-u-m. Innum de noche. Con insectos brillantes en época de apareamiento. A ver si…

Apretó un botón y el paisaje a su alrededor empezó a cambiar, lentamente. Los árboles desaparecieron y un inmenso firmamento estrellado los cubrió. El fresco olor a húmeda vegetación dio paso a un olor intenso, agrio, que a René le golpeó las fosas nasales y le hizo arrugar el gesto.

Pero, entre la oscuridad, de pronto, empezaron a aparecer enjambres de pequeñas luces que se movían a toda velocidad, alrededor de dos o tres pequeños y no muy frondosos árboles que había allí.

René miró a Daya y susurró, como si no quisiera espantar a los bichillos:

¿Son esos? ¿Cómo se llaman? —Hizo una breve pausa mientras olía el aire—. ¿Por qué huele así?

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08/09/2021, 23:13
Daya Banerjee

-Pertenecer a un grupo no hace que cada uno pierda la identidad, es más, las diferencias lo enriquecen. Pero debemos aprender a convivir y respetarnos mutuamente. Y recuerda una cosa, puede que ahora no tenga el comunicador pero llegará un momento en el que sí y volveréis a hablar. ¿Sabes donde está ahora?-le preguntó con curiosidad. Su ida había sido tan repentina que no sabía ni porqué se había ido ni a donde, salvo que la llamada de los mandos un día había desencadenado todo.

Cuando René habló de la pérdida a la que estaban avocados, Daya sintió un nudo en el garganta. Era una cuestión en la que no quería pensar demasiado. Aunque sabía lo que había quería dejar aquello siempre en un segundo plano por el dolor que le causaba pensar en ciertas cosas.

Pérdida.

No quería pensar en ello. Ya llegaría el momento en el que debería de enfrentarse a eso, pero no quería condicionar su vida teniendo aquello en mente, delante, perenne en su consciencia.

-Supongo que tendremos que acostumbrarnos…sí, no nos quedará más remedio, aunque quizás tengamos un poco de suerte y no tengamos que renunciar a demasiadas cosas. En los PECs hay familias enteras, no lo pierdas de vista, si todo fuera tan malo nadie se atrevería a crear una relación sentimental en este mundo y, ni mucho menos, traer niños al mundo, o al PEC, por hablar con propiedad. Debemos ser positivos y no pensar en que todo lo que estar aquí implica a nivel personal será malo -le puso una mano en el brazo, dando ánimos, aunque quizás más a ella misma que a René- Esa es una bonita frase. No caminamos solos… -su mirada se perdió en el vacio insondable del universo tras la mampara de seguridad de la sala-La familia es lo más importante para los que vivimos en Innum. Es el pivote sagrado sobre lo que todo gira. Pero no siempre la familia debe entenderse como lazos de sangre… la familia es quien te quiere, quien está a tu lado, quien te apoya. Yo dejé a mi familia de sangre en Innum, rompiendo una tradición de tres generaciones en las que nadie se ha alejado de allí…-cogió aire lentamente y dijo con cierto brillo en su voz-Y he adoptado otra… Me costó darme cuenta porque el sentimiento de pérdida los primeros días era grande-suspiró largamente, sin dar más detalles, aunque estaba claro a qué familia se refería-Así que sí, no caminamos solos…

Le devolvió la sonrisa y la mirada a René y se alejó de la cristalera sin decir más, comenzando a trastear el sistema de RV.

La habitación se transformó y viajaron a Natgrew.

-¡Oh! Me gustaría que vinieras con nosotros y nos enseñaras esos sitios. Se que a mi hermano le encantará y… a mi también, nunca he visto tanta vegetación junta ni tantos animales. Supongo que algún día podremos ir, me encantaría volver a abrazarlo, lo echo tanto de menos...-A quien más. Era una vida entera junto a él, desde el minuto uno de vida hasta que los skullreps los separaron. Y ahora ya nada sería igual, lo sabía, cada célula de su cuerpo lo sabía. Habían emprendido dos caminos diferentes y las vivencias enriquecían pero también separaban a su forma.

Rio con ganas al escuchar hablar del espíritu de las maquinitas, como René lo había llamado-Bueno… no sé que decirte. Esto es un sistema muy avanzado de realidad virtual, pero no creo que tanto como para tener espíritu. Pero como vea algo raro salgo corriendo y ¡te apuesto lo que quieras a que no eres capaz de alcanzarme! -bromeó para, seguidamente, plantearse el tema de las añosas- Eso las hace mágicas, inmortales. Es fantástico. Ojalá nunca lo adivinen ni dejen hacer historias sobre ellas, es un animal muy bonito y especial. Y así debe seguir siendo.

Escuchar hablar a René de su planeta era escuchar a un enamorado hablar de su pareja. Daya lo miraba de reojo y veía el brillo en sus ojos que, entendía, debía ser exponencial a su sentimiento de pérdida por haberlo abandonado, a su planeta y a todo lo que dejó atrás. Aquellos nombres susurrados en la enfermería bajo los efectos de la fiebre y los medicamentos.

-Me he fijado. Los ruidos son innumerables y muy fuertes para la noche, muy diferentes a los de Innum. Hay bichos correteando por todos sitios, por lo menos en esta proyección. Hasta hubiera jurado que uno me ha rozado si no fuera eso imposible. Debes sentirte muy afortunado, se te nota al hablar. Reconozco que es muy bonito, podría vivir aquí sin problema, pero buscaría la cima de una colina sin árboles. ¿Tenéis de eso en Natgrew? Alguna zona sin árboles… -le preguntó con una sonrisa no exenta de maldad divertida-para ver el firmamento. Estoy acostumbrada a tumbarme y solo ver estrellas sobre mi, como en Protect, por eso solía salir todas las noches. Me hacía sentir un poco como en casa.

René aceptó que invitaran a más compañeros a aquellas sesiones. Sabía que a Yum le encantaría, a Sue estaba segura que también. Ambas lo necesitaban. Y su mente comenzó a pensar en quien más podría estar interesado y a quien preguntar al respecto-De acuerdo, invitaremos a quien veamos que puede necesitarlo. Haremos un buen grupo, estoy segura.

Después de hablar de Innum, vio como René se animaba a usar el teclado y escribir algo. Descubrió que iba formando el nombre de su planeta. Iba a sacarlo de su error, indicándole que debía introducir doble ene cuando él mismo se dio cuenta y rectificó. Solo verlo animado a interactuar con el ordenador y a escribir algo, la hizo sonreír. Objetivo cumplido si le perdía el miedo a las letras y a la tecnología, esa que tanto iba a necesitar en el PEC.

-Sí, con dos enes…-sonrió, intentando adivinar qué parte del planeta habrían capturado para ofrecer a quien buscara algo similar, algo que solo alguien de Innum querría ver.

El inmenso firmamento de Innum se fue desplegando sobre ellos. Oscuro y profundo. Dejó de ver a René, tan profunda era la oscuridad reinante debido a la nula contaminación lumínica que allí existía. Allí estaban las constelaciones que tan bien conocía, los cúmulos de estrellas… todo estaba perfectamente reproducido. Cerró los ojos y respiró profundamente, apreciando cada matiz, cada olor independiente. Notó como la temperatura de la sala cambiaba volviéndose más húmeda y cálida, en el perenne verano suave tropical que predominaba en un amplio porcentaje del planeta. Una parte de su cerebro le dijo que en breve parte del uniforme sobraría si el ordenador llevaba la sala a la temperatura media del planeta.

Al escuchar la pregunta de René abrió los ojos y miró alrededor de nuevo. Allí estaban. Se sentó en el asiento que seguía con una apariencia muy similar a la del musgo y miró alrededor con una sonrisa llena de paz en su rostro. Millones de diminutos puntos de luz comenzaron a acercarse volando a donde estaban desde innumerables direcciones, pocos al principio pero fueron aumentando con el paso de los minutos, aportando una suave luz que permitió que ambos cadetes se intuyeran.

Asintió a la pregunta de René-El nombre técnico es infumable. Los nativos de Innum les llamamos Vilseos. Si consigues ver a uno rosa… pide un deseo. Los rosas son muy raros de ver, pero son los más bonitos, son una mutación extraña. Son machos y hembras a la vez, mientras que uno rosa exista, nunca se extinguirá la especie. Nunca tienen descendencia rosa, pero cada tres o cuatro generaciones aparece uno. Supongo que es una forma de asegurar la especie por muy mal que vengan las cosas…

Las pequeñas luces se movían rápidamente alrededor de los árboles, alrededor de ellos, parecía que sin ninguna razón aparente más allá de revolotear pero, conforme pasaba el tiempo, se adivinó un patrón. Los bichitos se iban posando en el árbol unos junto a otros formando largas filas que, llegado un momento, caían de las ramas hasta casi llegar al suelo, meciéndose lentamente con el brisa. El árbol pronto se vio cubierto de hilos, unos blancos, otros azules. No se mezclaban los colores. Machos y hembras separados, brillando en la noche. Un árbol cubierto con un manto de hilos de luz tenue hasta la hierba que cubría el suelo,

-Tienen una forma muy curiosa de emparejarse. Ahora verás… acelera el tiempo… -le sugirió, animándole a que volviera a manipular los controles de la proyección. Mientras él lo hacia le siguió contando-En noches como esta, venimos a cenar justo debajo de los árboles, contamos historias, reímos y buscamos alguno rosa entre todas las tiras para poder pedir un deseo… Más de uno ha encontrado pareja en la búsqueda-comentó soñadora- Este árbol no es de los mas grandes, hay algunos que triplican el tamaño de este en altura y anchura, aunque los de Natgrew son muchos más frondosos.

El tiempo se aceleró, la noche se volvió más profunda si cabía y, de repente, comenzó a suceder. Los hilos se soltaban de las ramas del árbol y flotaban mecidos por la brisa. Uno blanco flotó entre René y Daya y, en el momento en el que tocó uno de color azul, este se soltó igualmente y se enredó sobre el blanco formando ambos una espiral entrelazada perfecta. Poco a poco se fueron soltando más y más hilos que fueron encontrando su homólogo de diferente color al que se unían.

-Funcionan como una comunidad… se aparean mientras flotan en la brisa…tienen el tiempo que tardan en llegar casi a tocar al suelo...

Después de unos segundos flotando y antes de rozar el suelo, tal y como la innumita había dicho, los hilos se rompían en miles de puntos de luz que volaban y subían de nuevo a las ramas de los árboles donde, poco a poco, comenzaron a apagarse.

-Vivirán en el árbol dos noches, podrán sus huevos en el envés de las hojas y morirán. Los pequeños saldrán y volarán libres durante dos estaciones hasta que vuelvan al mismo árbol y solo entonces brillaran y volverán a bailar para aparearse-se dio cuenta de que René había hecho otra pregunta. Miró alrededor y encontró lo que quería-Mira allí, ¿ves esa suave luz roja que hay en el horizonte? -si seguía la dirección del brazo de Daya, iluminado suavemente por los pocos vilseos que aún quedaban sobre ellos, podía ver un extraño resplandor rojizo que iba y venía- El olor viene de allí y de algo más que tenemos que tener cerca, pero tiene que amanecer para que lo veas...

Para Daya, era mágico, le traía muchos recuerdos-Lo estás viendo todo a cámara rápida, pero dura toda una noche, hasta que amanece-solo entonces, cuando ya casi no se veían lucecitas en las ramas, un sol emergió por el horizonte dejando ver a René lo que les rodeaba. Estaban en una pequeña extensión de tierra, una especie de pequeña isla, rodeada por una gran extensión de agua, un mar enorme que se movía lentamente por el efecto del suave viento y, en la dirección en la que Daya le había señalado y él podía distinguir aún el resplandor rojizo, una cadena montañosa se elevaba altísima en el cielo. Aun a pesar de aquella distancia, se intuían que eran enormemente altas todas aquellas cumbres puntiagudas-No es un mar como el que podéis tener en Natgrew, es un hervidero de vida. Vida microscópica y pequeños invertebrados, no se descarta algo mayor, pero aún no lo han descubierto. ¿Cómo es el olor que detectas? Hay dos predominantes, uno agrio y el otro más suave y tenue que es dulce. Si detectas el dulce viene del agua, es dimetilsulfuro beta tres, DMS3 para los amigos, el olor que generan los bichitos. Hay zonas que tienen menos concentración, esta de ahí debe estar rebosante de vida, por eso huele mucho. Si es algo que te recuerda al azufre viene de las montañas, puedes estar oliendo el azufre de los volcanes, hay brisa y viene de aquella dirección. Es la gran cordillera de volcanes, todos en activo desde hace miles de siglos. Y si hueles algo agrio debe de ser... Teclea  Uníbola Carmesí- cuando René lo hiciera aparecería delante de ellos una planta con una flor roja con dos estambres largos y llenos de pelitos amarillos. Muy básica, muy primitiva- Es esta flor. Muy bonita pero huele tan mal como peligrosa es. Los pelitos amarillos son urticantes, cuidado con cogerla si algún día vas a mi planeta. Tu no podrás separar los olores tanto como yo, lo sé porque a todos los científicos les pasa igual al principio, con el tiempo se aprende a diferenciarlos. Son olores que no tenéis en ningún otro planeta. Después, conforme pasas tiempo en Innum, vas separando matices…aprendes a conocer que invertebrado habita en cada laguna, sabes que planta invade qué colina y todo por lo que hueles… Es un planeta lleno de vida, pero en una forma primitiva en donde los olores y los colores cuentan muchas cosas. Es enorme e inexplorado aún en vastas extensiones. Hay cavernas a las que nadie ha bajado, la zona de los volcanes es peligrosa, mucho, y las lagunas son extensas y muy profundas en algunos lugares… Innum es muchísimo más grande que la Tierra y más de dos tercios es agua y el resto casi en su mayoría terreno pantanoso. Es imposible explorarlo todo, saber lo que vive o no en las profundidades. No hay semana en la que los científicos encuentren una nueva forma de vida no catalogada aún. No tenemos grandes mamíferos ni aves, no aún, pero las habrá….aunque ni tu ni yo lo veamos en esta vida…

-¿Quieres ver algo diferente? Teclea Sistema Phyria-deletreó a René la correcta ortografía de la palabra y esperó a que se desplegara en la pantalla un mapa de una zona de Innum. Era una cadena montañosa, como la de los volcanes, pero sin el brillo rojo de la lava que veían en la otra cordillera. La imagen comenzó a moverse y René pudo ver lo que era-Es un sistema de volcanes sin actividad desde que se conoce Innum, esos agujeros que ves ahí son las centenares de entradas a los túneles Phyrianos, un laberinto de cavernas inexplorado en casi su totalidad en la que la vida prolifera de formas dispares basándose en los compuestos de ese tipo de lava. Son peligrosas, los terremotos pueden hacer que se vengan abajo, sucede… pero aún así vienen expediciones que se adentran en ellas para estudiarlas… Dicen que hay cavernas enormes, con plantas que producen luz y pequeños animales que viven en ellas, hay gente que nunca ha salido por que tomaron el camino erróneo y nunca se les volvió a ver. El agua nunca ha penetrado la capa de lava. Es algo curioso. Pero el dia que un terremoto resquebraje alguna parte, previsiblemente una gran parte se inundará. Al no saber exactamente cual es la profundidad que tienen no se conocen las repercusiones que puede tener en el ecosistema de Innum si eso ocurre en algún momento... 

La imagen que se desplegaba ante ellos era increíblemente compleja. Un intricado mapa de túneles y cavernas se desplegaba en tres dimensiones y en miniatura para que todo entrara sobre la mesa, girando lentamente suspendido delante de ellos dos Muchos túneles terminaban en el vacio, en el punto en el que ya no había más información actualmente sobre ellos. Y de ahí en adelante... las profundidades de Innum sabrían.

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10/09/2021, 19:24
René Carracci

Daya volvió a preguntarle por Kalina. Le preguntó si sabía donde estaba. René simplemente se encogió de hombros, mientras negaba con la cabeza. No lo sabía. No se lo habían dicho. Quizá volvería algún día, quizá no. Quién sabía.

Daya trató de darle ánimos, trató de decirle que se podían formar familias, tener relaciones sentimentales allí en un PEC. Le puso una mano en el brazo para darle ánimos y le habló sobre su concepto de familia y sobre su propia familia. René sonrió en silencio, sin responder.

Cuando Daya le habló de su hermano y dijo que tenía ganas de abrazarlo, fue esta vez René quien le puso una mano en el brazo para darle ánimo a ella. Pero se mantuvo en silencio.

René conservaba una sonrisa constante y brillante en la cara mientras seguían sumergidos en la simulación de Natgrew.

Sí, sí, claro que hay zonas sin árboles en Natgrew. Muchísimas. Es un planeta lleno de cultivos. Sus frutas, verduras, cereales y legumbres se exportan a todos los planetas. Lo que pasa es que Hydria es una zona muy boscosa y acuífera. Pero también tenemos nuestros claros. En las noches más oscuras, yo me echaba en esos claros del bosque también a mirar estrellas, con mis amigos. Nos contábamos historias, bebíamos licor de hierbas lacustres y fumábamos hoja de ozalia. Pero esto último no se lo vayas a contar a los oficiales, no creo que les guste —le comentó con una sonrisa traviesa—. Oh, posiblemente no sepas qué es la hoja de ozalia. Es una planta que, fumada, te hace sentir bien, relajado, de buen humor. Pero creo que en algunos lugares está prohibida. No me preguntes por qué, nunca he visto a nadie al que le haga mal la hoja de ozalia. Incluso se puede usar contra el dolor. Cosas de las leyes terrícolas, yo qué sé.

Cuando cambiaron la simulación por una de Innum, la temperatura cambió. Esa humedad calurosa resultaba un poco agobiante. A René no le pareció un lugar muy acogedor ni bonito, pero escuchó muy atentamente las explicaciones de Daya. En ellas se notaba también afecto por su lugar de origen.

Vilseos... —repitió René mientras miraba los bichillos bailar en el aire.

Manipuló los mandos del ordenador como le había enseñado Daya para acelerar el tiempo y ver el ritual de apareamiento de los vilseos. René lo miró entusiasmado. Eso sí era bonito. Después, atendió todas las explicaciones de Daya sobre su planeta. No podría acordarse de todo, algunas cosas parecían muy técnicas, pero aun así la escuchaba con mucha atención.

Terremotos, cavernas, olores sulfurosos, gente desaparecida en las cuevas... Yo creo que tu planeta está vivo, Daya: tiene ojos y bocas, engulle gente, protesta y llora. Puede que el espíritu de Innum esté triste o quizá enfadado. ¿Nadie se lo ha preguntado alguna vez? ¿No hay ninguna historia que explique por qué está así de triste o enojado? Debe haber una razón.

René decía estas cosas con total convicción. Realmente pensaba aquello y le extrañaba que nadie en Innum lo hubiera pensado nunca.

Cuando un espíritu está triste, siempre es por una razón —dijo pensativo.

Se quedó un momento pensando y luego miró a Daya.

Antes... Antes me has dicho que es posible formar familias en el PEC, tener relaciones sentimentales. Y yo... Yo no sé, Daya, yo no sé si podré volver a amar a una mujer. Ojalá, pero... Mi corazón se lo quedó una mujer en Natgrew. ¿Y sabes qué pasa cuando entregas tu corazón? A veces, tienes la suerte de que esa persona lo cuida. Pero, a veces, resulta que te lo destrozan; que la persona que creías que te amaba, en realidad te estaba utilizando; que creías conocer a quien amabas, pero de pronto te muestra una cara oculta y traicionera. Mi corazón está enterrado en pedazos en Natgrew. No sé si podré amar de nuevo, si podré depositar de nuevo mi corazón en manos de otra mujer, si podré volver a confiar de esa manera. Ella lo era todo para mí: mi guía, mi mentora, mi compañera, mi amiga, mi amante. Ella me salvó la vida. Ella me enseñó tantas cosas... Y luego todo explotó en el aire, como una pompa de jabón. Y, entonces, escapé de ahí viniendo aquí.

Se quedó un poco pensativo y triste.

Además, si voy a ser soldado espacial, no quiero traer un niño a este mundo. No quiero que sufra el mismo vacío que yo sentí cuando mi padre nos abandonó y no volvió nunca más. Ya has visto a las hijas del teniente. La mayor está llena de rabia contra su padre. En fin, para ti, como has dicho, y quizá también para los eridianos, familia es toda comunidad reunida. Pero, para mí, padre sólo hay uno y madre sólo hay una. Y para la hija del teniente, que vive en el PEC, evidentemente eso es igual. Yo no quiero dejarle ese vacío a un niño. Mi compromiso será con mi escuadrón, con vosotros. Claro que habrá cosas positivas a nivel personal: mis amigos. Como tú, Daya, tú eres mi amiga —le dijo con una sonrisa—. Y en mí no sólo tienes un compañero, también tienes un amigo.

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15/09/2021, 00:13
Daya Banerjee

-Ozalia….-se quedó unos segundos pensando si recordaba o no ese nombre-…no, creo que nunca he escuchado esa palabra. Lo que hicieras antes de llegar aquí, pasado está. No creo que a nadie le importe si fumabas ozalia o no, lo importante es que, si piensas que no les va a gustar a los mandos, que no te pillen haciéndolo en el Domo. Pero, bien pensado, si es como lo dices, lo mismo tendríamos que pensar en traer un cargamento y repartirlo para consumo obligatorio para más de uno y una-aventuró, riendo-¿Crees que podríamos pedir unas cuantas… cajas para tener como para dos años?

Solo de pensarlo le daba la risa. El Domo sería muy diferente si fumar aquello relajaba y ponía de buen humor. Quizás si lo distribuían sin que nadie lo supiera por el sistema de ventilación ¿sería posible? Estalló en una carcajada al imaginarlo.

Cambió la proyección y extrañó Innum cuando se vio debajo del árbol y los vilseos. Su mirada se perdió siguiéndolos en el aire, adivinando sus movimientos, recordando… Miró de reojo a René que miraba a los insectos con mirada sorprendida, le había gustado. De hecho, no conocía a nadie a quien no le gustara verlos. La sensación era mágica, era como estas en un cuento de hadas.

Se volvió a mirarlo directamente cuando le hizo aquel comentario sobre Innum, su sonrisa era suave, entendía el punto de vista de René, pero estaba equivocado-El espíritu de Innum no está triste, ni enfadado. El espíritu de Innum es joven, muy joven y está creciendo, aprendiendo. Prueba y error. Es como un bebé cuando tiene hambre. Se mueve, grita, protesta, para conseguir lo que quiere y crecer. Así es mi planeta. Tiene que encontrar su equilibrio, como lo encontró la Tierra una vez, como Natgrew. La vida se desarrolla en las lagunas de forma exponencial, es un milagro lo que sucede en ese líquido y la importancia que tienen los volcanes no es poca. La lava que expulsan le gana terreno a las lagunas, algún día serán montañas llenas de vida, de vegetación abundante como en tu planeta, con animales corriendo por las laderas. Innum no engulle, nosotros no metemos donde no debemos. Quizás no te guste lo que has visto, no le suele gustar a mucha gente al principio, demasiada humedad, demasiado calor, demasiados riesgos… pero te aseguro que tiene sus encantos…

Se dio cuenta de que René estaba dándole vueltas a algo y presupuso que no era nada sobre Innum, así que guardó silencio, esperando a ver si él quería compartirlo con ella. Le sorprendió cuando él lo hizo, y sobre lo que le habló. Aquello que con tanto celo había guardado desde sus delirios en la enfermería, ahora salía poco a poco a la superficie con la necesidad de ser compartido, de buscar un consejo o, simplemente de dejar que el dolor volara lejos al fin y lo liberase a él de su peso.

-No, no está enterrado en pedazos en Natgrew. Tu corazón nunca abandonó tu pecho y es ahí donde está enterrado bajo capas que se pueden llamar de muchas formas. Dolor, decepción, pérdida, soledad. Hay una planta que siempre me ha causado mucha curiosidad desde que supe de ella. Es de la Tierra. Se llama Rosa de Jericó. Cuando no tiene agua se cierra sobre si misma, se seca, se hace una pelotita y sus raíces se sueltan de la tierra permitiendo que el viento la lleve lejos, muy lejos…-dejó unos segundos para que René tuviera la oportunidad de ponerse en el lugar de la rosa. Su corazón era la rosa-…hasta que encuentra de nuevo un lugar con agua. Empieza a absorberla a través de sus ramitas que, poco a poco se van hidratando, sus raíces buscan tierra fértil, enraízan y la planta vuelve a florecer. Así es tu corazón, René, el de todos. Cuando te hacen daño lo único que hace tu corazón es protegerse hasta que vuelve a encontrar donde renacer. Nunca lo das para siempre, lo das hasta que la persona a la que se lo confiaste lo rechaza, entonces vuelve a ti convertido en esa Rosa de Jericó seca esperando encontrar de nuevo junto a quien florecer. Lo único que tienes que hacer es dejarte llevar por el viento… y no preocuparte por qué sucederá. Y un día te darás cuenta de que las ramitas están verdes y ni siquiera te has dado cuenta, ni lo pretendiste… -le sonrió con complicidad, quizás hablando por propia experiencia-Aunque este mundo en el que nos hemos querido meter parezca duro y cruel, hay oportunidad para todo, créeme…-le dijo con convicción-...aun en la situación más inesperada hay oportunidades-quizás a René la dio la impresión de que Daya se callaba algo, que había algo más que ella podía contar, pero que por ahora decidía quedarse para ella. Quizás René había hablado porque no implicaba a otras personas, pero seguir hablando ella implicaba a terceros y Daya era muy discreta para todo lo que no era suyo. De hecho, René sabía que lo que había hablado en la enfermería no había salido de allí, intuyendo que ni tan siquiera la innumita le había comentado a nadie que él había delirado y, ni mucho menos, contado nada de lo escuchado. Ni tan siquiera a Duncan aun siendo el doctor del Domo.

-Madre y padre solo hay unos-confirmó Daya, para ella ambas figuras significaban lo mismo que para René-pero, aparte, la familia también juega un papel muy importante, familia de sangre o no, como te conté antes. Es complicado y sencillo a la vez… es solo cuestión de querer a quien se lo merece. Billy es mi hermano, lo quiero como tal. Aunque lo conozco desde hace poco ha sabido ocupar ese puesto en mi corazón-le confesó a René-y como tal lo trataré, aunque sé que… no voy a poder ayudarlo tanto como querría en los próximos días-la mirada de Daya su nubló un instante para pasar a brillar aun con la poca luz que los vilseos ofrecían en la sala. Cambió la dirección de la conversación y volvió a lo que le preocupaba a René-No tomes el ejemplo de la familia Townhall, no es uno bueno. Tienes las ideas muy claras sobre lo que quieres y lo que no, y llegado el momento harás justo lo que echas de menos no haber tenido… porque quieres darlo de ese modo y disfrutar de lo que hubieras querido tener y sentir. No te niegues esa posibilidad, deja que el destino juegue sus cartas. Me resulta curioso todo lo que te has planteado-lo miró con profundidad, con cierta admiración-Yo he llegado aquí por inercia y sin plantearme casi nada. Ni siquiera sabía qué era un PEC, ni mucho menos cómo era, ni los riesgos reales que corremos. No he pensado en el futuro cómo tú, no me he planteado nada, solo me dejo llevar. Con saber que tengo oportunidad de quedarme aquí y poder ayudar en casa, es suficiente para mi ahora mismo y voy a luchar por ello, porque es mi futuro ahora. El destino me llevará a mi lugar y, cuando llegue, tomaré decisiones si hay que tomarlas. Pero no dejare que los skullreps decidan por mí.

No pudo menos que agradecer con su mirada las siguientes palabras de René-Me alegra escuchar eso. Muchas gracias por confiar en mí, es importante para mi saberlo. Puedes contar conmigo también como amiga… ya que como profesora no me estoy comportando tan bien como quería en un principio-bromeó viendo que habían leído y manejado el terminal bastante, pero se habían saltado la parte de escritura.

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16/09/2021, 01:12
René Carracci

René se sumó a las risas de Daya cuando sugirió en broma que quizá se podría conseguir hoja de ozalia para el Domo.

Eso sería muy divertido. Me encantaría ver a Anne Durrell fumada. ¡Jajaja! Habrá que hablar con Narel y con Grey para que hagan alguno de sus contrabandos —le guiñó un ojo cómplice y bromista a Daya. Obviamente que no lo harían, pero pensarlo era gracioso.

Cuando la muchacha le explicó que Innum era un planeta joven, como un bebé, René asintió atento:

Ah, eso tiene sentido. Como un bebé... No, reconozco que no es lo más bonito que he visto en mi vida, la verdad. Pero eso da igual, Daya. Es tu planeta y tú le tienes cariño. Eso está muy bien. Y los vilseos sí son muy bonitos.

Tras abrirle su pecho a la innumita, ella le respondió con palabras amables, reconfortantes. Incluso hermosas. René sonrió agradecido.

Esa rosa parece menos temible que la uníbola carmesí —le dijo en forma de broma, pero después continuó con más seriedad—. Es muy bonito lo que estás diciendo, aunque me da un poco de pena pensar en dar el corazón suponiendo que te lo van a rechazar en algún momento. Aun así, supongo que tienes razón, quizá debería dejarme llevar un poco más. Es verdad que en este mes me he llevado varias sorpresas agradables. Quizá me esperen otras a la vuelta de la esquina... —Sonrió—. El tiempo lo dirá. Gracias, Daya. Gracias por tus palabras. Eres muy buena. De verdad que sí.

Le escuchó hablar de William y notó su pesadumbre.

Lo siento mucho. Espero que podamos ayudarle y sacarlo del lío en el que está... Ojalá entre todos sea posible. Yo no me he llevado muy bien con él durante este tiempo, la verdad, ni él conmigo... pero espero poder ayudarle. Yo quiero estar ahí para todos mis compañeros, da igual lo bien o mal que me lleve. Pero intentaré llevarme un poco mejor con todos. Somos un equipo.

Daya se sorprendió de todo lo que René había planteado para su vida, de su claridad de ideas respecto de lo que quería, pero él manifestó otro punto de vista ligeramente distinto:

No te creas. Estoy muy perdido. Yo no quería ser soldado espacial. Yo quería casarme con Leo... —Se detuvo un segundo. Un ligero recuerdo le vino a la mente—. Ahora que recuerdo... Tú ya has escuchado ese nombre, ¿no? Ya te lo mencioné. ¿O lo he soñado? Bueno, no importa. La cosa es que si ella me hubiera dicho que sí, yo no estaría aquí. ¡Ni se me habría ocurrido! Así que ya ves todo lo que planifico —le dijo sonriendo, casi como riéndose de sí mismo—. Pero pensar en los riesgos que corremos no me supone mucho esfuerzo ni me aterra. Cuando yo salía a cazar, sabía que existía la posibilidad de tener un encuentro desafortunado con algún animal. Alguna vez lo tuve. He aprendido a convivir con el ciclo natural de la vida y la muerte. Al menos la mía. Y, como todo ciclo, no tiene fin: la muerte sólo es un nuevo comienzo. ¿Cómo dijo Lesly? Somos como agua mecida por el viento. Eso es. Agua que surge del manantial, agua que desciende al llagu por los arroyos del bosque, agua que se evapora al cielo, agua que llueve y agua que de nuevo sale del manantial. Un ciclo eterno. Eso somos.

René se rio al escuchar a Daya decir que no era buena profesora. Le respondió con cierto humor:

¿Pero qué dices? Oye, hemos leído una bonita historia y me has enseñado a manejar esta maquinita. Además, tampoco te presiones mucho como profesora, que ya otros antes que tú le pusieron mucho empeño conmigo y no les fue muy bien. Pobres. Pero, chica, «del manzano no cosecharás castañas», decía mi nonno. No todos tenemos los mismos talentos y yo ya sé que muchas luces no tengo. Se me dan bien otras cosas: unos daremos manzanas y otros darán castañas. No me han traído aquí por lo bien que leo y escribo, precisamente. Mejoraré con tu ayuda, claro que sí, pero no te presiones, de verdad. Me gusta mucho más que conversemos, si te soy sincero.

Y, tras decir esto, René volvió a reírse. El natgrewniano era un muchacho tímido, al que le costaba entrar en confianza. Pero, una vez que entraba en confianza con alguien, se le notaba una mayor soltura y llegaba a ser una persona más agradable.