Partida Rol por web

PEC 12: Space Force

Mes 2. Día 3. Daya & René & Narel, Alvin y Becky. Biblioteca

Cargando editor
01/08/2021, 18:33
René Carracci

*** Copio mi post aquí. Es exactamente el mismo ***

Aquí queda para cuando pj y pnjs quieran contestar.

Lo vapulearon. Aquello fue una auténtica emboscada llegada desde cuatro flancos. Lo derribaron y lo vapulearon. Aquellos compañeros le pusieron delante de la cara una verdad inapelable: estaba siendo un egoísta. Se escondía detrás de su dolor, pero estaba siendo egoísta. Él no era el único que sufría. El dolor no era suyo. El dolor era compartido. Sí, era cierto, había parte del dolor que tenía que era sólo suyo, que pertenecía a su vida pasada... pero ahora ellos le estaban intentando mostrar que tenía que poner fin a esa actitud egoísta.

Él había tratado de no involucrarse en lo que ocurría en el Domo, había tratado de mantenerse distante, pero era cierto que aquello ya era imposible: después de la muerte de Sarah, ya no podía decir que no le importaba lo que ocurría en ese lugar. Y ahora ellos le estaban dejando claro que tenía que salir de su solipsismo, que dejara de pensar únicamente en su dolor, que participara del dolor de los demás, que participara de la comunidad que ellos ya estaban formando y a la que él se había opuesto a pertenecer desde que llegó. Pero ellos ya lo habían incluido a él, aunque él no hubiera querido.

Tenía que entrar por esa puerta. Ahora o nunca. Ya no había marcha atrás. Se dio cuenta de que en ese momento sólo tenía dos opciones: o avanzar con ellos, avanzar hacia ellos, o mandarlos a la mierda y marcharse de allí. No había más. Y esos rostros... Esos rostros, esas palabras, esos gestos, sólo le dejaban una opción: avanzar con ellos, entrar con ellos.

Se sintió abrumado. Y avergonzado. Muy avergonzado. Por ver de pronto su egoísmo plasmado en las palabras de aquellos compañeros. De aquellos buenos compañeros. Ellos se preocupaban por él mucho más de lo que él se había preocupado por ellos.

Vio las lágrimas de Alvin, escuchó las dulces palabras de Becky y Daya, las reprimendas de Narel. Tendría que ser un verdadero cabronazo insensible para que todo aquello no hiciera mella en él. Y no era un cabronazo insensible, por más que a veces transmitiera esa impresión. Aquella artillería pesada de palabras y emociones agujereó sus defensas.

Iba a entrar con ellos, iba a dar un paso adelante. Sintió vértigo. Mucho vértigo.

Yo...

En su rostro se podía ver que la rabia que tenía hacía un momento se había disipado y había dado paso a una inconmensurable vergüenza.

Yo... Perdonadme... Lo siento... Chicos... Yo... He sido un egoísta... Perdón...

Después de eso, les habló uno a uno. Les habló con cierta timidez, con la timidez habitual en él, pues no le gustaba exteriorizar sus sentimientos, pero aquellos cuatro compañeros habían propiciado el ambiente perfecto para que René pudiera dar rienda suelta a esas emociones que siempre ocultaba. Era inusitada en él la forma en que se iba a expresar, pero todo en los últimos días estaba siendo inusitado para él, incluida la forma en que minutos antes se había dirigido a Anne Durrell.

Miró a Daya, quien le dijo que se fijara en quienes tenía alrededor y a quienes les importaba, ellos sufrían por él. 

Daya... Tienes razón, sí, ellos sufren por mí, conmigo, y... soy un gilipollas... por creer que estaba sólo... Gracias... Por no rendirte conmigo... aunque he sido un gilipollas contigo... Perdóname...

Miró a Alvin, a quien le puso el brazo en el hombro mientras todavía le caía alguna lágrima:

Alvin... Yo también quiero llegar a ser como Sarah... Sí... Está bien, quizá... —Los miró a todos ellos—. Si la Space Force puede llegar a ser lo que sois vosotros... —¿Era posible eso o se estaba engañando? Eran muchos años odiando la Space Force y ahora... Pero sólo había una forma de saberlo: intentarlo. Tenía que avanzar, tenía que entrar, tenía que soltarse—. Con vosotros... Sí, con vosotros es posible... Contigo, Alvin Zemit, quizá podemos hacer un cambio... Sí... Cuenta conmigo, Alvin... Seamos como ella, como Sarah. Intentémoslo...

Ante las palabras de Becky, René se sintió muy culpable: él mismo no había acudido a ayudarla al comienzo, sino que había pensado que ella debía irse. Había intentado razonar con Anne, a su peculiar manera, pero después se había desentendido del problema, dejándola a su aire. Y ahora ella estaba ahí para él.

Becky... Perdóname por no haberte apoyado... Yo... Yo creo que eres hermosa y... joder, esos niños serán afortunados de tenerte a su lado. Y yo voy a estar a tu lado a partir de ahora, te lo juro, para que ellos puedan tenerte a ti.

Miró a Narel moverse de un lado a otro, nerviosa pero decidida. Era una mujer con coraje y mucho amor. La vio tratar de salir corriendo para gritarle a Anne los mismos insultos que él le había dicho. René se levantó del asiento, salió corriendo tras ella y la agarró del brazo antes de que saliera, impidiéndole hacerlo.

Narel... Sí me importas. —La miró. Miró esos profundos ojos verdes, verdes como la albahaca, como el trigo de Natgrew, como el limón en el árbol aún no madurado—. Sí me importas. Yo... Perdona... Perdona, por mentir, por ocultar... Hay tantas cosas que contar... Perdona...

Y entonces sintió la obligación de sincerarse con ella, ahí mismo, en ese momento. Se lo debía. Los demás también lo escucharían, pero ahora ya eso daba igual. Si iba a entrar con ellos a formar parte, realmente formar parte, del Domo 12, entonces estaba bien. Volvió a sentir vértigo, pero se dejó guiar por aquellos ojos que parecían contener una galaxia entera dentro de ellos, se dejó guiar por esas luminarias verdes. Mientras la agarraba aún del brazo, le dijo:

Esta es la verdad: Mi madre está en Hydria y sufre por mí. Ella acepta que yo me haya marchado; lo acepta porque es toda bondad, porque jamás rechistaría por nada... pero yo soy todo lo que le queda en esta vida y se moriría de pena si muero. Por todos los dioses, debe estar muerta de pena de que la haya dejado allí, muerta de pena de que no la haya llamado en todo este tiempo para decirle cómo estoy... ¿Y sabes por qué no lo he hecho? Porque me duele de una forma insoportable pensar en mi tierra y en la gente que he dejado atrás: yo no me fui de Natgrew con la esperanza de unirme a una buena causa. Vosotros habláis de la Space Force con esperanza, con la ilusión de ayudar. Yo me fui de Natgrew huyendo de un dolor y un desengaño muy profundo, me fui de mi tierra porque los cimientos de algunas de mis creencias más profundas se tambalearon y se rompieron bajo mis pies y tenía que salir de allí. Esos son mis «fantasmas», usando la misma palabra que tú me dijiste días atrás, Narel. Esos son mis fantasmas o al menos algunos de ellos, algún día te los contaré con más detalle y tú deberás contarme cuáles son tus fantasmas, si quieres que pueda ayudarte a ahuyentarlos. Yo me fui huyendo de fantasmas que, sin embargo, aún me persiguen hasta aquí y no me han dejado avanzar... El corazón no olvida, como ha dicho Daya. Porque yo no creo en la Space Force, hace años que dejé de creer en la Space Force... Pero... Pero si la Space Force sois vosotros... —dijo mirando a los ojos a Narel, cuyo brazo todavía tenía agarrado, y después dirigiendo su mirada a cada uno de los presentes; a Alvin, en cuyo rostro aún veía los restos de las lágrimas; a Becky, que era un pedazo de tierno bizcocho; a Daya, quien había insistido como una guerrera para vencer las barreras que él se había empeñado en levantar—. Si la Space Force sois vosotros... entonces, quizá... quizá pueda volver a creer. Con vosotros... puedo.

Finalmente, René escuchó anonadado la historia que Daya le contó sobre cómo Lizza y William habían matado a Kurik. Se dio cuenta de la incomodidad que sentían los demás y, por ello, prefirió no decir nada. Asintió a la historia de Daya en silencio, sorprendido. Tenía su opinión. Y, según esa opinión, acababa de cambiar su impresión acerca de William Thompson, a quien ahora respetaba más por no haber dudado en eliminar a aquel cáncer que era Kurik. Pero sabía que no debía exteriorizar eso delante de Narel. Él desconocía todo el dolor que debía estar arrastrando ella. Y eso, a su vez, hizo que la admirara aún más, que admirara su entereza, su coraje, su entrega a los demás.

Cargando editor
02/08/2021, 01:57
Daya Banerjee

Mes 2. Día 3. Hora 18.20 p.m. Biblioteca

Escuchando hablar a Alvin y a René supo lo importante que había sido para ellos la perdida de Sarah. La enorme Sarah se había convertido en el referente de todos ellos, en uno lo suficientemente bueno como para que valiera la pena que no se perdiera esa fuerza, esa motivación.

-A Sarah le encantaría oiros hablar así de ella. Pero creo que os regañaría-miró a Alvin y después a René-Ella no hubiera querido que fueseis como ella exactamente, porque cada persona tiene que tener su propio aura, su propia forma de ser. Ella querría que siguiéramos su ejemplo para construir, para seguir adelante, para conseguir nuestros objetivos partiendo de lo que ella ha compartido con nosotros. Ayudar a los demás, hacer que las cosas fluyeran, que todo fuera fácil, que pareciera que lo es, trabajar todos unidos, apoyándonos, no sintiéndonos solos. Porque no lo estamos-insistió mirando ahora con intensidad a René.

Becky acababa de sorprenderla, era la primera vez que hablaba directa y firmemente para transmitir su vivencia a otra persona para intentar servir de ejemplo y ayudarlo. Su sonrisa fue enorme, se sintió feliz por ella. Le alcanzó la mano, sujetando la de ella y atrayéndola más hacia ellos con un movimiento suave-La Space Force no es solo aquellos que están en primera línea. Son todos y cada uno de los que la forman. Es un ente complejo, un gran mecanismo, y todas las piezas son importantes, desde la más grande hasta la que puede parecer más pequeña e insignificante. Todas tienen su función, todas necesitan de las otras para funcionar correctamente. Si alguna falla, todo se desmorona tarde o temprano. Becky, me enorgullece tanto escucharte hablar así…-le dijo con una sinceridad que retumbó en la sala a la vez que apretaba cariñosamente su mano en un gesto de proximidad-…Ese es el espíritu, todos somos importantes. Que bien lo has expresado. Lo harás especialmente bien, Sarah estaría orgullosa de haberte oído hablar así.

En aquel momento, René comenzó a romperse, a resquebrajarse, a desestimar su coraza como algo inútil ya.

-No, René, no hay nada que perdonar. No busco tus disculpas. Entiendo te comportaras así conmigo, entiendo tus razones, pero ahora ya sabes que las innumitas podemos ser un poco pesadas cuando creemos que podemos ayudar a alguien, no nos damos por vencidas rápido-su mirada brilló con esperanza cuando lo escuchó pedirle unas disculpas que ella no había pedido. Daya no pedía que se abriera a ella pero sí a sus tres amigos que lo acompañaban en la sala, que confiara, que compartiera.

Pero el movimiento nervioso de Narel andando de un lado a otro en la sala hizo que la mirase justo cuando comenzó a hablar. Levantó una ceja, sorprendida por la decisión de la muchacha, por su determinación, por su forma de querer convencer a René de que detuviera su deriva a ninguna parte. Aquello no iba a terminar bien, bastante tenían con uno de ellos buscando bronca con Anne como para que Narel se uniera a aquello. Sus siguientes palabras le informaron de algo más. Ella había entendido correctamente los desvaríos de René en la enfermería, había alguien en Natgrew a quien él había dejado atrás y quería y se lo había querido ocultar, quizás olvidando que con Narel había hablado previamente. La chica, dolida por aquel comentario de René, se volvió dispuesta a ir en busca de Anne, pensando igual que René que los puñetazos arreglarían algo. Soltó la mano de Becky, se levantó rápidamente y se puso en el camino de la chica, intentando cortarle el paso y detenerla, pero René fue más rápido que ella-Narel, tranquila. Ha sido por mi culpa, él no quería que yo conociera esa parte tan personal de él y lo entiendo, no tenemos la suficiente confianza, no aún. Lo que ha dicho lo ha dicho para mi, intentando que yo…-lanzó una mirada a René, buscando que él confirmara sus palabras para aliviar el sentimiento que ahora embargaba a Narel- que yo no supiera lo que le duele estar aquí, lo que le duele haber dejado a sus seres queridos en Natgrew. Lo que te dijera a ti en su momento, es la verdad. Te necesita aquí… no pegándote con Anne, no lo vas a ayudar así, solo conseguiréis subir el ego de Anne y bajar el vuestro, no lo merecéis. Créeme, no es esa la solución.

René, en aquel momento, tomó la decisión más sabia de cuantas le había visto tomar desde que lo conocía. Se abrió en canal para Narel.

Daya dio un paso atrás separándose de ellos, dejándoles el espacio que necesitaban. Escuchó a René en silencio, hizo que los nombres que ella había escuchado rn la enfermería tomaran forma, relación con René, significado y contenido, sentimientos. Supo lo que le estaba costando a él contar todo aquello con tantos testigos, quizás más delante de ella que de ninguno. Después de escuchar su orden para que ella olvidara, verlo allí contándolo todo le trasmitía el esfuerzo que estaba haciendo sobre todo para detener a Narel.

El momento fue único, pareció tranquilizar a Narel y todos volvieron a sentarse. René entonces preguntó por aquello que aún no conocía y Daya le explicó lo que ella podía. Conforme hablaba percibió algo. Incomodidad. El ambiente se enrareció un poco a sus ojos, pero era algo más que tristeza por lo sucedido, confusión por las razones, miedo por el futuro. Era incomodidad por algo más, por algo diferente. Lo percibió en sus miradas, en su silencio.

Cuando terminó de exponer los hechos objetivos de lo que había pasado y lanzó su pregunta, el silencio se alargó. Miró a todos los presentes, uno a uno,  totalmente descolocada. ¿Había hecho una pregunta incómoda? ¿En qué sentido?-Disculpad si he dicho algo que no debiera, solo quería que René supiera lo que ha sucedido. ¿He dicho algo que no es correcto? Como os he comentado, no vi nada, solo me remito a contar lo que he ido escuchando de unos y de otros. Si de verdad algo no sucedió así, sería bueno saberlo, para todos-los miró expectante, sin saber qué esperar.