Partida Rol por web

El paciente estaba moribundo, pero estable. No hay explicación para la parálisis del cuerpo: no hay ningún punto de impacto ni corte en esa zona. Al menos externo.

Valandil frunce el ceño y niega con la cabeza.

No morirás, incluso aunque jamás me hubieras encontrado. Pero tampoco se si alguna vez podrás volver a mover tu cuerpo. Podría insuflarte la energía que nos brinda nuestra madre tierra para que puedas recuperar tu salud y sentirte mejor, pero del mismo modo que no podría devolverte un miembro cercenado tampoco se si podré hacer que tu cuerpo vuelva a moverse. Tu lesión está bajo tu piel. Puede que exista recuperación y puede que no. Lamento no poder ser mas claro pero no puedo hacer nada mas por ti en estos instantes. Pídeme la energía de la tierra y te la daré gustoso aunque no se si te será de ayuda para lo que realmente deseas, que es recuperar tu cuerpo.

Y volviéndose hacia su amigo, le hace una señal con la mano instándole a acercarse.

Llévale a la sombra a la entrada de la mina. No te preocupes por él. No morirá.

Y cuando  Darius llega a su lado añade en voz baja.

No morirá si no lo desea.

Recojo a Mindo y lo llevo a la sombra, apesadumbrado por las ultimas palabras del elfo...

Tranquilo amigo, vivirás!! vamos a ponernos a la sombra... - dice darius, intentando trasmitir ánimos a su amigo.

Vuelvo a recoger mi cinturón con la espada, lo recojo lo enrollo sobre si mismo y la poso a la vista contra algún peñasco cerca de donde estaba, observando por si alguno de los nuevos "amigos" se pone nervioso.

Después vuelvo junto a mindo...

Que se quede ese recoge-hierbas con su energía de la tierra. Yo lo que necesito es un médico de verdad. Un clérigo, esos si son buenos sanadores.

Perdona mis palabras, druida... No tienes la culpa. Pero volveré a andar, ya verás.

Con la tensión inicial relajada, Lyranden y Darius se pueden mover libremente para ver el resto del campamento. Más allá de un rescoldo, podéis ver un carrro y a unos pasos un par de bueyes atados a un árbol. También veis la entrada de la mina, en la que Borateo vigila. Tres sacas enormes están en el suelo, una de ellas vacía, otra con mineral de hierro y una tercera con carbón.

Sobre el carro hay diversos materiales de minería, picos, palas y demás. También yace un lobo muerto... o dormido, con partes de su pelaje arrancado haciendo calvas. Un jilguero llega volando y se posa en el carro, cerca de las enormes mandíbulas del lobo, aprovechando la seguridad del momento. Pasea a saltitos y mira curioso a su alrededor. Después levanta el vuelo.

Darius reconoce al lobo sobre el carro como aquel animal extraño que convulsionaba junto a la roca, la cadena y la extraña mancha de sangre.

Debemos tomar una decisión. Nos llevará dos horas llegar al pueblo y otras dos horas volver con brazos adicionales para ayudar. Si hay supervivientes en la mina, cuatro horas de retraso puede ser demasiado.

Sí entramos ahora en la mina, puede que no seamos suficientes para atender a la veintena de mineros que puede haber allí dentro... Y más cuando tenemos a un peso muerto que llevar...

Mindo desvía la mirada ante su nuevo papel de "peso muerto".

Eso y que los mineros parece que tienen hambre.

 Mirando a Roger y a Wilbur, dice.

 - Voy a dar un vistazo, vigilad a los recién llegados.

 Sin esperar más se adentra en la penumbra de la mina, lanza enristre, oteando el interior de la mina.

 Borateo se adentra aferrando la lanza con ambas manos, la diestra enfundada en metal. De su espalda cuelga el arco con el carcaj y de su cinto una espada corta. Buen acero.

 El montaraz quiere ver que hay allí dentro, que es eso de los mineros enloquecidos. ¿Quizás solo fuera uno de ellos? ¿Cómo pueden haber enloquecido todos...?

 El montaraz abanza refugiándose entre los pilares de madera que ayudan a reforzar el pasaje de la mina, ocultándose de sombra en sombra, pisando con cuidado. Atento a lo que aguarda más adelante...

Valandil se encoge de hombros ante las palabras del tetrapléjico.

Hágase pues como dices. Es tu decisión  responde friamente.

Seguidamente se sienta cerca del lobo, todavía convaleciente y mira como el jilguero remonta el vuelo, alejándose de la mina. Le llama de un silbido y extiende la mano tras murmurar unas palabras en un extraño idioma y realizar unos pases mágicos intentando atraer su atención.

hermano jilguero, ven a mi, por favor. comenta el druida en el viejo idioma de la naturaleza, tras haber lanzado el conjuro de hablar con animales.

Te envía mi amiga Aldira, ¿verdad? comenta extendiendo su dedo para acomodar al ave

¿Tienes algo que contarme? Yo tengo buenas nuevas que me gustaría que la explicaras cuando a su lado retornes. Su cánido hermano se repondrá una vez sus heridas cicatricen. Pronto estará junto a ella y libre del espíritu que poseyó su alma, pues yo mismo llevaré su cuerpo hasta el bosque. Pero el mal que el nigromante hizo con lobo no ha acabado aquí y ahora se extiende a los humanos que extraen el oro del corazón de la montaña. Todavía debo quedarme para proteger a mis hermanos del mal que aquí se manifiesta.

Pensó en si sería buena idea llevar al pobre tetrapléjico hasta Aldira. Quizás ella pudiera devolverle su cuerpo, pero era tan arrogante y tan terco que no estaba seguro de si sería una buena idea. ¿Recogehierbas había dicho?

El pajarillo hizo un requiebro en su vuelo y aterrizó amistosamente en el dedo de Valandil. Alegremente, el pajarillo entonó su canto.

...prrrrrr... priu-priu... priuuuuuuuuuuuuuupriu... fi... fi... prrrrrrrr...

Perdón... La Guardiana del Bosque me envió a guiarte.

Tomé la delantera para ir a ver al lobo encadenado, pero el lobo ya no estaba.

Busqué como un loco por los alrededores, pero no lo encontré.

Como no sabía que hacer, volví junto a la Guardiana.

Me volvió a pedir que buscara al lobo. Y lo encontré contigo.

Ahora puedo volver al bosque a cantar, para atraer a alguna pájara.

Entonces...

¿Quieres qué le diga qué? Solo soy un jilguero y no te creas que tengo mucha memoria.

Lobo herido... Recuperándose... Luego lo llevas al bosque... Entendido. ¿Algo más?

Te internas en el túnel solo. Pronto la luz solar que ilumina la entrada queda en un triste recuerdo. Te mueves entre sombras, sin llegar a distinguir nada más allá del contorno de las paredes a uno y otro lado.

Llegado un momento, alcanzas un codo de la galería, que gira a tu derecha. Asomando por allí la cabeza ves una oscuridad tan espesa como la orina de un enano borracho con cistitis. Pero dónde tu débil vista humana no puede más, tus oídos de cazador la suplen.

Suena como a bestias alimentándose con frenesí de la carne de su presa. Igual que una jauría de lobos peleándose por los restos de un cervatillo. Como mínimo son cuatro, y no están a menos de un centenar de pies de distancia. El sonido no se interrumpe. Eso es bueno, eso es que no te han olido.

Wilbur mira con gesto de hastío a Valandil, pero después su expresión cambia ligeramente, parece que reflexionase sobre algo.

- Mmmmm... esa habilidad podría resultar útil si se nos acabase la comida.

Poco después parece volver a centrarse en el presente, y dice:

- Bueno, a ver, nosotros estamos aquí para proteger a un grupo de mineros, pero me temo que la explosión esa nos ha dejado a todos sin nada mejor que hacer que retornar al pueblo. No obstante, deberíamos averiguar que diantres fue lo que ocurrió ahí dentro antes de regresar, porque como encima volvamos con más elfos y sin los enanos van a creer que los matamos nosotros.

Yo me vuelvo para la mina con Borateo, vosotros veréis que hacéis, pero si pensáis pasaros por el pueblo creo que os convendría tener alguna buena respuesta para cuando os interroguen acerca de la más que probable masacre de mineros que acaba de ocurrir. Si venís con nosotros lo mismo hasta podéis llegar al pueblo como los rescatadores de los mineros...

Wilbur se gira y sin esperar respuesta se interna en la mina tras Borateo.

 Mientras el pelirrojo se esfuerza por ver algo en la oscuridad, sin éxio alguno, su mente recuerda las palabras del mago. "el primer minero con el que nos hemos topado: se ha lanzado contra nosotros tratando de mordernos y como no atendía a razones hemos tenido que liquidarlo." Ha tratado mordernos. ¿Acaso se estarán comiendo entre ellos? Con cierto esfuerzo controla las nauseas que le asaltan durante un instante.

 Mientras se repone, oculto tras el recodo del pasaje principal, busca con la mirada restos del enano que dicena haber liquidado entre Valandil y Wilbur. ¿Acaso será de ese cuerpo de lo que se están alimentando los otros enanos? No podemos regresar al pueblos sin alguna prueba de lo ocurrido.

A lo largo de todo el trayecto recorrido, Borateo no ha encontrado ningún cadáver en la galería. Es de suponer que Valandil y Wilbur se internaron más en la primera exploración para encontrarse con aquel minero. El hombre que mataron tiene que estar más adelante...

 El montaraz repasa mentalmente el contenido de su mochila, maldiciendo. Lo que no puede hacer es adentrarse en la oscuridad y arriesgarse que, como mínimo cuatro enanos, se le echen encima para matarlo a mordiscos.

 Finalmente toma una decisión. Saca la linterna, con el depósito ya lleno de aceite, y lo anciende de un par de chispazos de su pedernal, ahogando el sonido entre sus rodillas. Cuando esta se enciende se incorpora de nuevo, lanza en ristre, a lado de la lámpara (esta pegada a un rincón por detrás de la posición del montara), listo para empalar a cualquier amenaza que se le tire enciam...

Tranquilo amigo, voy a ver si me entero de que esta pasando aqui. - Darius trata de tranquilizar a Mindo y se levanta de su lado, y se acerca a los demas que parecen estar hablando de la situacion.

ejem... - carraspea Darius cuando se aproxima al grupo - siento la reaccion de Mindo, pero gracias por intentar ayudar - cometa mirando en especial a Valandil - por otro lado, si esta en mi mano ayudaros, ¿que ha pasado? oimos una explosion....

Cuando Wilbur alcanza a Borateo, este está quieto junto a una pared, del lado por el que la galería tuerce a la derecha. Ha dejado una lámpara de aceite encendida en el suelo, iluminando el recodo. No parece la manera más inteligente de pasar desapercibido.