La llama de Lunae toca la mecha y esta empieza a desprender pequeñas chispas mientras empieza el recorrido que Eforos ha preparado con aparente esmero. De pronto, el primer silbido rompe el silencio.
¡BOOM!
El primer cohete estalla como una flor de fuego, roja y palpitante, que se abre en lo alto con un estruendo seco, dejando caer chispas lentas como una lluvia de fuego. A su alrededor otros lo siguen: uno azul cobalto que se disolvió como un suspiro, otro verde intenso que iluminó los ojos de los que observaban, uno amarillo brillante seguido de otro naranja.
En cuestión de segundos el cielo se convirtió en un lienzo en llamas. De repente los fuegos artificiales empezaron a mostrar formas. La magia que Lunae había imbuido en ellos parecía darles vida. Estallidos verdes en forma de palmeras, espirales amarillas que giraban como remolinos de estrellas y fugaces cometas de color naranja que cruzaban de un lado a otro, dejando estelas efímeras. Cada explosión parecía sincronizada con los latidos de emoción que despertaban en el grupo. Ninguno había visto jamás nada igual.
Luego vino un momento de calma. Un silencio breve.
Hasta que, como un clímax cuidadosamente orquestado, estalló el gran final: una sinfonía de luces. Todos los fuegos que quedaban ascendieron juntos, llenando el cielo de una tormenta de colores. Rojo, verde, azul, naranja, amarillo: todo explotando al unísono, como si todas las estrellas hubiesen decidido despertar de golpe.
Y entonces, nada. El silencio. Hasta que un silbido guía las miradas del grupo hasta el último fuego que Lunae había preparado. Del cono al final de la mecha empieza a salir un humo y, después, una lluvia de colores ascendentes que ilumina todo a su alrededor. Las chispas danzan sobre la fuente a una altura considerable mientras los colores se van mezclando como si bailasen. La potencia de las chispas va menguando hasta que se detienen y todos se quedan con la sensación de haber compartido algo maravilloso.
La magia se desvanecía, pero en la memoria de todos quedaría por siempre el recuerdo de este día tan especial y el tiempo que habían pasado juntos.
Observo maravillado el espectáculo de formas, luces y colores de los fuegos artificiales.
—Aaah, no había visto algo así desde el último festival Hanabi celebrado en Tokio— murmuro con una sonrisa de oreja a oreja.
Observo de reojo a mis compañeras, quienes parecen estar disfrutando del espectáculo, al igual que Moichi quien observa quieto y en silencio. Entonces centro mi mirada en Accalia y pienso que si bien me alegra de que siga con nosotros lo que sentí fue algo excesivo. ¿Por qué me ha alegrado tanto?
Entonces hago memoria y voy rememorando cosas. Recuerdo que si bien no suelo meterme en algunas burlas, siempre me molestaba cuando se metían con Acca. De hecho recurdo la vez que le tiré tierra a escondidas a Wilford, en la cabeza, por llamar a Accalia "adefesio con cabello rojo". La única persona que descubrió mi trastada fue Eduriel y me castigó con dureza con una semana en la zona profunda del bosque.
O cuando el hijo del leñador dejó plantada a Acca, por un lado me sentí mal por ella y por otro me pareció sentirme... ¿aliviado?
Entonces lo entendí. Ahora sé qué me pasa, y debo decírselo a Accalia.
Una vez el último fuego estalla y sus luces se desvanecen me acerco a Acca, decidido.
—Acca, hay algo que necesito contarte y es muy importante. Ambos nos conocemos desde jóvenes y hemos pasado por mucho juntos y con Aki. Eres una persona muy importante para mí, y he de decirte que estoy e...
Justo cuando voy a decirle lo más importante siento un dolor intenso que me paraliza. La expresión de mi cara se desencaja y acabo postrado en el suelo, mientras mi piel empieza a salir grietas incandescentes y de esas grietas emanan humo. Acabo desplomándose en el suelo gritando de dolor.
Eforos se acerca con calma para observar cómo Cecil grita de dolor en el suelo, mientras sus grietas se agrandan más todavía.
—Al final ocurrió. Es por esto que me molestaba que os pusieran la bendición de Velkapompsta. Dime, Lunae, amiga mía: ¿qué crees que pasaría si le concedes una bendición de esa diosa al antiguo avatar de Esad? Esto— señala a Cecil —La bendición está intentando matar a vuestro herborista porque es la reencarnación del Rey Demonio Darukar. Por eso dije que la idea de esa idiota de Klarica os iba a hacer fracasar, porque iba a matar al portador del cubo. Y desgraciadamente no puedo hacer nada.
Mientras lo explica salen de Cecil rasgos demoníacos: los ojos se vuelven rasgados y de color carmesí, sus colmillos crecen, le salen cuernos de la cabeza, salen garras de sus manos y de su espalda empiezan a surgir alas de murciélago.
El misterioso cubo sale de su zurrón y empieza a levitar girando sus partes mecánicas a gran velocidad y sus runas empiezan a brillar con intensidad.
—Grrr...— gruñe con esfuerzo —Estúpida diosa... yo también... ¡¡¡TAMBIÉN QUIERO DERROTAR A ESAD!!! ¿¿¿ACASO ME LO VAS A NEGAR???
Con ese grito libera una explosión de poder descomunal y estremecedor que os alcanza a ambas y disipa instantáneamente la bendición de Velkapompsta. Cecil pierde el conocimiento y recupera su aspecto "normal", el cubo deja de girar y brillar y acaba cayendo al suelo a su lado.
Eforos suelta un suspiro.
—Uf... menos mal. Parece que ese cubo le protegió. Si él muere vuestra misión estará abocada al fracaso. El problema será que la secta descubra que es el Rey Demonio, querrán capturarlo con vida— esboza una media sonrisa —Qué interesante se ha vuelto vuestra historia...
—Vete al cuerno con tu obsesión con el sufrimiento ajeno— le suelta Cecil con voz débil, recuperando el conocimiento.
Por fin ha recobrado todos sus recuerdos, y siente que ojalá no hubiese pasado nunca. Estaba bien así, como un humilde herborista, no como la reencarnación del heraldo de la destrucción. El herborista se tapa la cara con el brazo y aprieta los dientes con rabia, conteniendo las ganas de gritar o de llorar.
El espectáculo de fuegos artificiales me deja con la boca abierta. Jamás había visto nada igual y sospechaba que nunca volvería a ver nada parecido. Lo que Lunae había hecho con los fuegos era una pasada. Cuando la emoción del momento desaparece me doy cuenta de que Cecil se acerca a mí.
—Acca, hay algo que necesito contarte y es muy importante. Ambos nos conocemos desde jóvenes y hemos pasado por mucho juntos y con Aki. Eres una persona muy importante para mí, y he de decirte que estoy e...
Ladeo la cabeza. Ya me había pedido que les acompañase. ¿Qué más podía querer decirme? Pero cuando está hablando de repente se detiene y veo cómo hace una expresión de tremendo dolor. Acerco las manos a él para ayudarlo cuando cae al suelo pero cuando su piel empieza a resquebrajarse doy un paso atrás, sin atreverme a tocarlo.
— ¿Pero qué...? — Entonces Cecil empieza a gritar de dolor y siento que se me encoge el corazón. — ¡Cecil! ¿¡Cecil, qué pasa!?
—Al final ocurrió. Es por esto que me molestaba que os pusieran la bendición de Velkapompsta. Dime, Lunae, amiga mía: ¿qué crees que pasaría si le concedes una bendición de esa diosa al antiguo avatar de Esad? Esto— señala a Cecil —La bendición está intentando matar a vuestro herborista porque es la reencarnación del Rey Demonio Darukar. Por eso dije que la idea de esa idiota de Klarica os iba a hacer fracasar, porque iba a matar al portador del cubo. Y desgraciadamente no puedo hacer nada.
Me quedo pálida cuando escucho a Eforos hablar con tanta tranquilidad sobre lo que le está pasando a Cecil. ¿Cecil iba a morir? Si Cecil moría por culpa de la drogadicta me iba a presentar en Ere para acabar con la vida de esa desgraciada antes de tiempo.
Pero entonces Cecil empieza a cambiar. Aparecen cuernos en su cabeza, alas en su espalda, garras en sus dedos... No parecía él. Al verle de esa guisa debería sentir miedo pero... No lo siento. Sigo sintiendo cariño y ese extraño sentimiento protector que llevo sintiendo por él durante tanto tiempo.
El cubo se pone a brillar y a moverse pero mis ojos están fijos en Cecil. Por un momento siento que voy a perderlo también y no hay nada que pueda hacer. De repente Cecil deja ir un poder descomunal que me hace retroceder, él se desploma en el suelo con su aspecto normal y el cubo cae a su lado. Yo salgo corriendo para arrodillarme a su lado, tocándole la cara para comprobar de alguna manera que está bien.
— Cecil, despierta...
—Uf... menos mal. Parece que ese cubo le protegió. Si él muere vuestra misión estará abocada al fracaso. El problema será que la secta descubra que es el Rey Demonio, querrán capturarlo con vida— esboza una media sonrisa —Qué interesante se ha vuelto vuestra historia...
—Vete al cuerno con tu obsesión con el sufrimiento ajeno— le suelta Cecil con voz débil, recuperando el conocimiento.
Cecil se tapa la cara con el brazo y le observo un momento. No sabía qué hacer. Aki se había convertido en diosa y se había marchado y ahora Cecil resultaba ser el Rey Demonio de la leyenda de santa Alessia. ¿Se marcharía también?
— No te vayas...— Digo muy suavemente. — No te marches tú también ahora que había decidido quedarme...
Los fuegos artificiales resultaron ser impresionantes; Mochi y yo habíamos hecho un gran trabajo. Al mirar sus rostros y verlos sonreír, sentí una punzada de calma: al fin podían tener un momento de paz. Observé a Cecil conversando con Accalia, parecía estar a punto de decir algo... pero de pronto lo vi caer al suelo, retorciéndose de dolor, mientras el rostro de Accalia se llenaba de preocupación y temor. Me incorporé de inmediato, pero apenas llegué a dar un paso cuando lo vi. Cecil... tenía alas y cuernos. Me crucé de brazos y entrecerré los ojos.
—Al final ocurrió. Es por esto que me molestaba que os pusieran la bendición de Velkapompsta. Dime, Lunae, amiga mía: ¿qué crees que pasaría si le concedes una bendición de esa diosa al antiguo avatar de Esad? Esto— señala a Cecil —La bendición está intentando matar a vuestro herborista porque es la reencarnación del Rey Demonio Darukar. Por eso dije que la idea de esa idiota de Klarica os iba a hacer fracasar, porque iba a matar al portador del cubo. Y desgraciadamente no puedo hacer nada.
—Esa bendición lo matará —murmuré hacia Eforos, quien lo confirmó.
La explosión de poder nos alcanzó, liberándonos de la bendición. Por suerte, el cubo protegió a Cecil.
Lo miré entonces, ya de nuevo con apariencia humana. Mientras mis brazos seguían cruzados, tamborileaba con los dedos, absorta en pensamientos y deducciones.
—Dentro de Akiko se encontraba Virya, quien ya ha despertado. Cecil, él es el Rey Demonio. Me seguía preguntando por qué estos tres jóvenes fueron elegidos para una misión tan crucial... ¿por qué ellos? ¿Por qué debían ser los héroes? Empieza a tener sentido —susurré, sin añadir más palabras.
Mi mirada se posó en Accalia, quien ahora parecía temer perder a otro de sus amigos. «¿Es solo una humana... o guarda en su interior algo especial, como ellos? ¿O acaso todo es una coincidencia?» Me lo preguntaba a mí misma.
Lancé una mirada fugaz a Eforos. Habían mencionado un trato entre él y Accalia con un libro de por medio. Negué con la cabeza. No era el momento para analizar nada de eso. Di unos pasos hacia ellos.
—Será mejor regresar a la cabaña y descansar. Ha sido un día duro para todos. Y, por lo que veo, tenéis mucho que asimilar —dije con voz firme, sin rastro de mi tono juguetón de siempre.
— No te vayas...— Digo muy suavemente. — No te marches tú también ahora que había decidido quedarme...
Miro a Accalia con cierta sorpresa.
—¿Después de lo que has visto te preocupas por mí? Lo normal sería que me temieras o mostraras mucho recelo, o incluso desenvainaras la espada contra mí, pero en vez de eso te preocupas por mí— pongo mi mano sobre la suya y esbozo una sonrisa —Gracias Acca, te lo digo de corazón. Mientras no me tengas miedo ni me odies, aunque el mundo entero y los dioses se pongan en nuestra contra no me iré a ninguna parte. Te lo prometo.
Mochi se coloca junto a los dos y da saltitos feliz.
—Será mejor regresar a la cabaña y descansar. Ha sido un día duro para todos. Y, por lo que veo, tenéis mucho que asimilar —dije con voz firme, sin rastro de mi tono juguetón de siempre.
Miro a Lunae serio, incorporándome despacio.
—Tienes razón, ha sido un día muy largo. Será mejor descansar. Lunae, Accalia, os prometo que mañana daré todas las explicaciones que queráis. Nunca he pretendido ocultar nada y no pienso hacerlo ahora. Os merecéis eso, os contaré lo que queráis, con claridad y sin medias verdades o florituras verbales como cierto archidemonio que conocemos.
Todos os marcháis a descansar a la cabaña ante la atenta mirada de Eforos, quien mantiene esa irritante sonrisa.
—Jujuju... cómo me voy a divertir con sus futuras aventuras— murmura el archidiablo.
Con las primeras luces del día yo ya estoy en pie preparando un café y el desayuno con la ayuda de Mochi. Por fin había asimilado lo ocurrido y sé lo que ha pasado. La bendición de Velkapompsta me atacó, intentó arrebatarme la vida al reconocer mi esencia anterior. El cubo me protegió a costa de romperse completamente el sello sobre mis recuerdos y anularse temporalmente el que bloqueaba mis poderes de Rey Demonio, y eso hizo que borrara instantáneamente la bendición de Velkapompsta en mis compañeras y en mí.
Saludo a las chicas a medida que las veo y les sirvo el café y unas tostadas.
—Buenos días. ¿Cómo habéis descansado?— esbozo una sonrisa, actuando como siempre.
Cuando todas toman asiento yo lo hago también.
—Supongo que toca dar explicaciones. Sí, Eforos tiene razón, soy la reencarnación del Rey Demonio Darukar. Conservo los recuerdos de mi vida anterior pero en los últimos años los he tenido sellados gracias al cubo— deposito el cubo sobre la mesa —Cuando morí hace más de un milenio reencarné en otro mundo conservando mis recuerdos. En ese mundo no existía la magia, era muy aprecido a lo que sería Jesser, un mundo lleno de artilugios centíficos y tecnológicos. Allí crecí y me hice un funcionario del gobierno del país donde nací, y aprendí de ese mundo todo lo que pude. Al menos hasta que la secta de Esad me convocó de vuelta.
Hago una pausa para beber un poco de mi café.
—Cuando fui convocado comprobé con horror que planeaban atarme de nuevo al yugo de Esad, pero me las ingenié para lograr escapar con este cubo y por el camino sabotear a la secta provocando que el Reino Demoníaco colapsara. Imagino que te enterarías de aquello, Lunae.
Espero a que Lunae confirme y comente lo que estime oportuno.
—Continúo. Cuando escapé del Reino Demoníaco continué con mi huída, sin saber bien del todo qué hacer. Me pasaron por la cabeza una gran cantidad de cosas, entre otras el suicidio, con tal de evitar que Esad me encontrara y esclavizara de nuevo. Pensé en tratar de buscar respuestas en Villa Alessia, con la esperanza de encontrar algo que me ayudara. Y ahí me encontré con alguien que formó parte del grupo del héroe que me derrotó: Eduriel.
Con las cimitarras desenfundadas, Eduriel mira desfiante a Darukar.
—¡Así que los rumores que trajo el viento eran ciertos! ¡Te han resucitado, Darukar! ¡No permitiré que vuelvas a sembrar el terror, acabaré contigo aquí y ahora!
Darukar, lejos de mostrar señales de mostrarse hostil, extiende los brazos aliviado.
—Gracias a los dioses que me he topado contigo, druida. Por favor, acaba conmigo antes de que Esad me controle. Te lo suplico.
Ante esas palabras Eduriel baja sus armas, sorprendida.
—¿En serio... estás libre de su influjo?
—Sí, pero no sé cuándo logrará encontrarme de nuevo, y si lo hace no confío en poder resistirlo comno hice hace más de mil años. Por favor, termina con mi vida antes de que vuelva a causar el mal.
—No puedo hacer eso— afirma la elfa envainando sus armas —Juré a Alessia que si regresabas a la vida y estabas libre del control de Esad que te ayudaría. Aunque no sé bien qué hacer...— se rasca la cabeza —Agh, estoy demasiado vieja para estas mierdas. Ojalá hubiera alguna forma de anular tu rastro y tus poderes, ocultarte de ese dios y sus maníaticos.
Darukar reflexiona sobre lo que acaba de decir Eduriel, rebusca entre sus pertenencias y saca el cubo.
—Puede que eso sea posible. Con este cubo puedo sellar tanto mi poder como mis recuerdos. Si hago eso es posible que mi aspecto cambie también, pero el cubo quedará ligado a mí. Además, mientras mantenga sellados mis poderes Esad no podrá atarme.
No entro en detalles respecto a qué es el cubo.
—Con el cubo llevé a cabo un ritual con el que sellé mis recuerdos y mis poderes, y mi cuerpo cambió al de un niño de 3 años. No acordé con Eduriel qué hacer conmigo, supuise que me buscaría un orfanato o una familia que ma acogiera. No esperaba que ella misma me adoptase— esbozo una sonrisa —A decir verdad le estoy eternamente agradecido, me permitió tener la vida que siempre quise tener. antes de que los sectarios de Esad me secuestraran quería ser alguien que ayudase a la gente, un sanador como mi madre.
Me termino de beber el café y dejo la taza en la mesa.
—¿Hay algo que queráis preguntarme?
Aquella noche te costó conciliar el sueño, pero cuando lo haces tienes un sueño extraño.
Estás en una cueva que por algún motivo te resulta familiar. En ella hay una hoguera apagada, un saco de dormir y una caja de madera.
Allí te observa un hombre bajito y de edad avanzada que te observa con unos ojos extremadamente ambles y cariñosos. Aquel anciano está rodeado de un aura fantasmagórica.
—Accalia, ya te he enseñado todo lo que sé. El día menos pensado despertarás el poder del héroe que heredaste de mí. Quiero pedirte una cosa, auqnue es muy probable que no lo recuerdes durante un tiempo pues he de bloquear tus recuerdos por tu propia seguridad, así que escucha atentamente por favor.
El anciano espera a que tomes asiento, y cuando lo hace ves que eres una niña pequeña.
—Accalia, es posible que te encuentres con la reencarnación del Rey Demonio Darukar. Su historia es muy triste, pues lo que era un chico amable fue sustraído para convertirlo en el avatar del mal. Un chico arrebatado de su madre, quien se unió a mi grupo con la esperanza de encontrarlo y recuperarlo, y al final se vio obligada a luchar contra él. Accalia, los historiadores borraron todo rastro de esta verdad pero Darukar era el hijo perdido de Santa Alessia. Accalia, si alguna vez te lo encuentras, por favor ayúdale. No se merece tener a todo el mundo en su contra otra vez. Debes protegerlo como futura heroína sagrada que eres, y ayudar también a su hija si ella lo necesitara.
El sueño se difumina tras esas últimas palabras y despiertas.
Me siento confusa con lo que ha pasado cuando me voy a dormir y le doy muchas vueltas a la cabeza. Cecil tiene razón, debería haberme asustado, debería haberme alejado, ponerme a la defensiva, incluso huido. Yo había escuchado leyendas sobre Darukar, sobre como santa Alessia y el grupo del héroe lo había derrotado, lo peligroso que era. ¿Por qué había reaccionado así?
A pesar del cansancio del día me cuesta dormirme. Y, cuando lo hago, tengo un sueño extraño.
A la mañana siguiente aparezco en la cocina un poco desorientada a causa de todo lo ocurrido y de mi sueño. No estaba segura de que fuese real. Era posible que después de lo ocurrido con Aki y con lo que había pasado con Cecil mi cabeza hubiese decidido volverse loca.
—Buenos días. ¿Cómo habéis descansado?— esbozo una sonrisa, actuando como siempre.
— Bastante bien, creo... — Comento no del todo convencida.
Entonces Cecil comienza a explicar su vida, su reencarnación y vida como reencarnado y su vuelta a este mundo. Podía escuchar la repulsión en su voz. Servir a Esad no era algo que hubiese hecho por voluntad propia parecía que lo que había explicado el anciano de mi sueño era verdad. Darukar no era el demonio malvado que nos habían hecho creer.
—Con el cubo llevé a cabo un ritual con el que sellé mis recuerdos y mis poderes, y mi cuerpo cambió al de un niño de 3 años. No acordé con Eduriel qué hacer conmigo, supuise que me buscaría un orfanato o una familia que ma acogiera. No esperaba que ella misma me adoptase— esbozo una sonrisa —A decir verdad le estoy eternamente agradecido, me permitió tener la vida que siempre quise tener. antes de que los sectarios de Esad me secuestraran quería ser alguien que ayudase a la gente, un sanador como mi madre.
Bajo la cabeza un momento. Por momentos todo parecía tener sentido. Incluso lo que pensaba que había sido un sueño ya no lo parecía tanto. Si el carácter de Darukar era el que yo estaba viendo ahora en Cecil significaba que nos realmente nos habíamos equivocado con él, que su historia era triste que era...
— Tu madre... ¿Santa Alessia? — Pregunto para confirmar finalmente que el sueño no era un sueño.
Después de un momento Cecil toma su café y lo deja.
—¿Hay algo que queráis preguntarme?
Lo último que me faltaba por preguntar era lo otro que había dicho el anciano de mi sueño. Si esto era real yo también tendría algo que explicar.
— Cecil... ¿Tú tienes una hija?
— Tu madre... ¿Santa Alessia? — Pregunto para confirmar finalmente que el sueño no era un sueño.
Me sorprendo cuando lo menciona Accalia. Se supone que era algo que el grupo del héroe debería haber mantenido en secreto, pero imagino que habrá atado cabos. Asiento con la cabeza.
—Sí, ella era mi madre. Mi padre era un demonio erudito que viajaba por el mundo, y usaba su conocimiento para ayudar a la gente. Admiraba mucho a ambos, tenían un gran corazón y eran cariñosos y amables. Ojalá los hubieseis conocido.
— Cecil... ¿Tú tienes una hija?
Aquella pregunta me deja mucho más sorprendido todavía y por un momento tardo en reaccionar. ¿Cómo lo sabe? Busco con la mirada a Eforos para clavarle una mirada asesina pero no está presente. Al final suspiro resignado.
—Ignoro cómo te has enterado pero sí, tuve una hija. Fue en mi vida pasada, con una humana llamada Agatha Valeris. Ella era una elegida de Virya como Aki, pero ella no quería ser su receptáculo al contrario que ella. Para evitarlo emprendió un viaje a la desesperada, para ello se internó en el Reino Demoníaco buscando la muerte y terminó siendo hecha prisionera como botín o sacrificio para mí. Cuando la conocí yo estaba completamente bajo el control de Esad, al hablar con ella y escuchar su historia algo se removió en mí. Aquello fue el inicio de mi lucha para liberarme del control de Esad.
Me sirvo otra taza de café.
—Iba a visitarla de vez en cuando, proveyéndole de una celda más cómoda y cubriendo todas sus necesidades. Hablar con ella me devolvía la claridad y me reconfortaba, me sentía un poco más libre de Esad porque estábamos en situacioens similares, y eso me daba fuerzas para oponer resistencia. Me cautivó poco a poco y terminamos enamorándonos. Mantuvimos una relación secreta hasta que terminó embaraza, y murió poco después de dar a luz a Katya. Perdí a Agatha pero tenía a mi pequeña Katya, y por ella ofrecía resistencia con más fuerzas par aprotegerla y mantenerla oculta de los leales a Esad, y eso pude hacerlo gracias a otra prisionera que accedió a ser mi cómplice. Cuando estaba moribundo tras ser derrotado por el grupo del héroe, les supliqué que cuidasen de mi hija, que era la única cosa valiosa que tenía, y mi madre me juró que la cuidaría como si fuese su propia hija. Fueron las últimas palabras que escuché antes de morir en paz.
Hago una pausa y miro el contenido el café pensativo.
—No sé qué fue de ella, pero tengo una sospecha— miro a Acca y luego a Lunae —La líder de los Guardianes del Inframundo, Salvia... la "fresca" como sueles llamarla, es la viva imagen de Agatha salvo por el color de los ojos. Es posible que pueda tratarse de una descendiente de Katya, aunque tengo el pálpito de que podría ser en realidad mi hija.
Cuando desperté con el aroma del café recién hecho, supe que Cecil ya debía estar en la cocina preparándolo. Observé mis heridas, parecían estar mucho mejor. Con cuidado, me levanté de la cama y caminé hacia la cocina. Allí, mientras compartíamos el café, Cecil nos contó su triste historia. Fue Accalia quien comenzó a hacer las preguntas.
—Ojalá pudiera ayudarte con eso. He intentado investigar sobre la familia, pero la información está muy bien resguardada —comenté mientras bebía el café—. Solo puedo decir que he conocido a varias descendientes de Alessia, y todas han dado lo mejor de sí para enfrentarse a Esad.
No añadí mucho más. Sabía algunos datos, pero en ese momento no me parecían lo suficientemente importantes como para mencionarlos.
—Accalia ya ha hecho algunas preguntas. Tengo yo una, ¿Qué clase de artefacto es ese cubo?
He visto mucha información, no sabia ya que preguntar Q.Q
—Accalia ya ha hecho algunas preguntas. Tengo yo una, ¿Qué clase de artefacto es ese cubo?
Miro serio a Lunae y miro a mi alrededor con cautela.
—Por favor, invoca un área de silencio. No quiero que nadie ajeno escuche esto, y mucho menos Eforos.
En cuanto Lunae invoca el área de silencio y estamos todos acústicamente aislados me siento algo más aliviado.
—Este cubo es un artefacto que se usó el día en el que Esad fue sellado y desterrado, y se perdió hace eones. Contiene su Código Akásico— para Lunae es algo demasiado importante. ¡Ese cubo contiene la esencia misma de la deidad de la esclavitud! —Para que lo entiendas, Acca: con este cubo, siguiendo los pasos necesarios, podrías matar a Esad y ocupar su lugar como deidad. Es demasiado peligroso que este cubo caiga en malas manos. Sospecho que Eforos quiere el código Akásico de Esad, pero ignora que está dentro de este cubo. También los siervos de éste están como locos por recuperar su código akásico, pero tampoco saben dónde está.
Guardo el cubo en mi zurrón. Mochi me mira con absoluta inocencia y le dedico una sonrisa.
—Este cubo lo recuperó un aliado infernal que intentó ayudarme hace 1000 años, y gracias a él pude escapar de la convocación a costa de su sacrificio. Creo que entenderéis lo importante que es mantener esto oculto, al igual que mi verdadera identidad.
Lunae levanta la zona de silencio.
—Si más adelante tenéis alguna pregunta sobre mí os responderé encantado. Sé que os costará pero os pido que sigáis confiando en mí. Sigo siendo el mismo Cecil que conocíais, solo que con la experiencia de un Rey Demonio.
Vais terminando de desayunar y Eforos entra en la cabaña.
—Buenos días. ¿Habéis descansado bien?— pregunta con una sonrisa afilada.
—Sí, gracias— respondo a Eforos con ese tono de desconfianza —Creo que toca volver a nuestro viaje, ¿no era así?
—Por supuesto. Os dejaré cerca de Jesser y libres de ser perseguidos por los fieles a Esad durante una temporada, lo que logre entretenerlos Virya.
Eforos chasquea los dedos y estáis, con carruaje y todo, al lado de un sendero. Al fondo podéis ver una ciudad con edificios que ascienden hasta el cielo, con luces en ellas. Se ve muy diferente a todo lo que Accalia haya podido ver.
—Sí, me recuerda a Tokio. Debe de ser la ciudad de Jesser.
Mochi observa el panorama desde mi hombro con suma curiosidad.
Lo dejo aquí por si queréis hacer un último post antes de cerrar la partida.
Cuando Cecil me pidió que creara un área de silencio, no tardé en hacerlo. Me concentré, y un aura rosada nos envolvió. Cecil nos contó qué era el artefacto, asentí comprendiendo y luego deshice el área de silencio. Cuando Eforos entró, sonreí.
—Buenos días, querido, y gracias por acercarnos a Jesser.
Desde donde estábamos, ya se veían los edificios de Jesser. No era un lugar de mi preferencia.
—Bueno, aquí estamos. ¿Listos para continuar?
Cuando dices que no sabes cómo me he enterado estoy a punto de mencionar lo del sueño pero al final lo dejo estar. No es que cambiase nada y necesitaba un tiempo para asimilarlo. Quizá más adelante.
Entonces me explicas cómo conociste a la madre de tu hija, cómo acabaste enamorado de una mujer que te hacía sentir menos atado a Esad y te devolvía la cordura. Debió de ser una persona extraordinaria.
—No sé qué fue de ella, pero tengo una sospecha— miro a Acca y luego a Lunae —La líder de los Guardianes del Inframundo, Salvia... la "fresca" como sueles llamarla, es la viva imagen de Agatha salvo por el color de los ojos. Es posible que pueda tratarse de una descendiente de Katya, aunque tengo el pálpito de que podría ser en realidad mi hija.
Me pongo pálida por un momento. ¿Tenía que ayudar a la Fresca? ¿En serio? Eso ya lo veríamos, aunque... Su organización era donde estaban mis hermanos... Era posible que no me acabase siendo tan difícil echar una mando pero... Ugh... Tenía que ser ella...
— Está bien, gracias por... aclararnos todo esto. Por lo que veo sí pareces ser el mismo Tolai de siempre.
Entonces Lunae pregunta por el cubo y me doy cuenta de que era cierto, que no tenía ni idea de qué era lo que el objeto principal de nuestra misión. Después de la explicación de Cecil me doy cuenta de que hay que protegerlo a toda costa y no dejar que nadie se entere de lo que es. Ni siquiera a mí se me podría escapar una información tan importante. Cuando las explicaciones acaban Eforos nos teletransporta cerca de una nueva ciudad.
La ciudad tenía casas demasiado altas, con demasiadas luces. No parecía real, ni estable. Miro a mis compañeros.
—Sí, me recuerda a Tokio. Debe de ser la ciudad de Jesser.
—Bueno, aquí estamos. ¿Listos para continuar?
— Supongo. Debemos seguir nuestro camino a Jesser.
Miro con decisión hacia Jesser, sus rascacielos y el pilar que gobierna en el centro de la misma. Compruebo el ánimo de mis compañeras y esbozo una sonrisa.
—Tranquilas, tengo mi experiencia pasada con grandes ciudades como ésta. Os guiaré en lo que pueda.
Ojalá Aki estuviese con nosotros, pero ya no podemos contar con ella.
Entonces abro paso hacia Jesser, guiando a mis compañeras. Nadie sabe lo que nos depara ni qué peligros nos encontraremos. Ni si quiera esperaba encontrarme ahí con los "hermanos" de Acca.
Cruzada de brazos os espera Ester, una mujer alta y fornida de cabello verde y expresión severa que lleva atuendo de sanadora.
Con ella está Trece, un chico alto y fuerte de piel bronceada y cabello oscuro. La expresión de su cara parece más relajada y amable. Lleva armadura, espada y escudo.
—Por fin os dignáis a aparecer. Ya estaba a punto de ir a buscaros yo misma— os suelta Ester de forma un poco tosca y esbozando una sonrisa feroz.
—Vaya sorpresa verla por aquí, señorita Ester— le responde Cecil —¿Qué asuntos os trae por aquí?
—Pues el de ayudaros. La "Fresca" no se fiaba del todo de las visiones de la Oráculo y decidió enviarnos como apoyo, así que nos adelantamos hasta Jesser con la intención de alcanzaros, aunque no esperábamos que os desviárais por Ere. Por cierto, no la veo por aquí y me sorprende no veros con el séquito de la Alta Amparista de Ere.
—Lo cierto es que... "pasaron cosas" y separamos nuestros caminos.
Ester suelta un suspiro.
—La verdad es que prefiero esto. Lo de que os presenten ante el mundo y os siga un séquito de fanáticos me parece una idea de mierda, para eso mejor que os hubiésemos acompañado desde el principio con más discreción. Seguidme, que Gato y Sylvie nos esperan dentro de la ciudad.
Trece se acerca a Lunae y la saluda muy cortésmente.
—Un placer conocerla, señorita Lunae. Soy Trece, un humilde guerrero. Estamos a su disposición para lo que necesiten.
—Yo soy Ester, clériga y machacadora de idiotas— dedica a Lunae una sonrisa feroz —Tú pareces mucho más de lo que pareces, lo noto. Gracias por cuidar de la princesita.
Ester os guía a la ciudad, donde os reunís con dos hermanos elfos, Elros y Sylvie. Son un pícaro y una maga.
Sylvie se acerca corriendo para saltar sobre Accalia y abrazarla con mucho cariño y efusividad (quizás demasiada, pues le restriega la mejilla con muchísima fuerza), mientras que Elros mantiene una actitud fría y se limita a levantar la mano para saludar.
—Oye, dale un respiro a Acca...— comenta Elros.
—Me niego— replica ésta inflando los mofletes —No pienso volver a soltarla nunca más.
—¿Ni para cuando quieras tener una cita con Trece?
—Pues la tendremos los tres. Sé que a Trece no le molestará.
Trece esboza una sonrisa de circunstancias. Se nota que es muy amable.
Con ellos acabaríais metiéndoos en la mayor crisis que la ciudad de Jesser ha vivido jamás, siendo el principio de vuestro periplo en pos de cumplir vuestra misión, la de impedir la liberación de Esad. ¿Tendréis éxito y seréis recordados como héroes, o fracasaréis y acabaréis siendo olvidados en un mundo gobernado por la tiranía de Esad? Esta historia termina aquí pero vuestra aventura cotinúa.
Y aquí concluyo la partida. Una pena que el experimento no haya salido muy bien pues la historia tenía potencial.