Partida Rol por web

Los orbes de frío salen disparados contra Maerwald y una de sus bestias haciendo grandes daños en ésta última. Sin embargo el observador genera un bastón violáceo con el que evita el conjuro del noble.

Por su parte Meriel viendo que el oso sigue en pie y parecía más centrado en ellos que en proteger a su amo proyecta tres haces de fuego contra el animal, consiguiendo que dos de ellos le hagan mella, sin embargo el tercero falla.

Maerwald esgrime su bastón contra Morrigan pero esta demostrando ser mejor guerrera que él lo evita sin problemas, o eso es lo que podría parecerle a cualquiera que estuviera viendo su encuentro hasta ese segundo, pues el bastón abandona las manos de Maerwald y avanza directo contra Ekron golpeándolo con fuerza en el hombro antes de desmaterializarse y volver aparecer en las manos de su dueño.

La bestia apenas se mantenía en pie pero eso no implicaba que fuera a ser menos vehemente en su ataque, sin pararse un segundo se abalanzó sobre Meriel, dándole un poderoso zarpazo que la derrumba contra el suelo inconsciente...

- Uuups... - murmuro con asombro al ver cómo Meriel cae al suelo de semejante golpe. Menos mal que no he sido yo. 

Así que dispuesto a concentrarme y a no dejar que me pase lo mismo que a ella, cierro los ojos y miro fijamente al mago, antes de que se me dibuje una ligera sonrisa en la cara. Doy un chasquido con los dedos, provocando una ruidosa esfera cerca del mago y a lo que sea que tenga más cerca.

El estallido reverbera por el fondo de la sala haciendo saltar por los aires algunos de los restos de mobiliario y también a Maerwald, el cuál empieza  sangrar por la nariz y orejas dañado por la onda de choque y sin embargo se notaba que aún estaba más que dispuesto a pelear, con la mirada foribunda e inyectada en sangre.

- No sois más que animales, arderéis como vuestros árboles...

Morrigan erró su golpe. Quizás algo en su interior no quería atacar a ese pobre desgraciado o simplemente era mala suerte, pero con aquel fallo su mundo abajo temiendo lo peor. No sabía cuanto más podía aguantar. Eso si, no iba a rendirse.

La guerrera intenta engañar al enloquecido observador, sin embargo el hombre está tan perdido que no atiende a trucos que una mente más sana consideraría haciendo que el ataque de Morrigan falle. Por su parte el lobo no pierde oportunidad y vuelve a morder una pierna de la divina de Berath  con la misma intención de derribarla. Sin embargo la voluntad y buena forma de la mujer prevalece.

¿Un bastonazo? ¿En serio me ha atizado un puñetero bastonazo? - Además de indignado estoy preocupado. Yo no aguantaré mucho más y no sé cuántos mordiscos puede recibir Morrigan, así que urge acabar con ellos cuanto antes. Sin embargo, no seré yo quien le quite su presa a la divina de la muerte, así que centro mis esfuerzos en el Observador loco y en el oso, creando y duplicando una esfera de llamas, sosteniendo por unos instantes ambos conjuros en mis manos.

¡Arde tú, lunático desgarramantas!

Y lanzo sendas esferas contra Maerwald y el oso, con la clara intención de impedir que este último siga cebándose con Meriel...

Ambas esferas llameantes que convoca el noble alcanzan esta vez a sus objetivos, por un lado Maerwald aúlla de dolor al notar las llamas en su brazo.

Por otro la otra esfera alcanza la cabeza de la bestia  cuando iba a devorar a la peliblanca haciendo que prenda deshaciendo al oso de la misma manera que había pasado.

La maga por su parte abre los ojos dolorida y sorprendida de la escena que tiene delante, se levanta a duras penas y mira como el lobo está molestando demasiado a Morrigan, por lo que vuelve a proyectar tres haces ardientes impactando los tres sobre el cuadrúpedo, el cuál aguanta a duras penas de pie.

Maerwald cada vez más ido y furioso vuelve arremeter contra Morrigan con su bastón anímico, pero otra vez vuelve a ser la misma jugada, que al parecer el bueno de Ekron no había aprendido. Antes de que el hechicero pueda gritar alguna de sus heladas blasfemias el bastón le golpea en toda la frente abatiéndolo.

- Podéis levantaros las veces que queráis, os volveré a enterrar las veces que hagan falta.- grita el hombre mientras se le escapa una risa histérica.

Aunque es un consuelo ver cómo Meriel se levanta a pesar de haber caído al suelo, Ekron la imita cayéndose por el golpe del bastón de Maerwald. Me doy una palmada en la frente por lo absurdo de la situación, sin perder la sonrisa.

- Uuups... - repito, esta vez algo más preocupado - Esto me recuerda a cierta historia de dos enamorados, cuando uno parecía muerto el otro se moría de verdad y luego el otro se levantaba se volvía a morir por imitar al primero... Es muy popular pero está sobrevalorada en mi opinión. Si quieres te la cuento... lobito. 

Con una sonrisa socarrona, miro al lobo que queda en pie al lado de Morrigan y muevo los labios susurrando algo que ninguno más puede oír. Independientemente de si él resiste el ataque o no, me giro hacia Morrigan, soltando un suspiro y chasqueando ambos dedos hacia su dirección. 

- Por cierto... Estoy seguro de que te has dado cuenta de que estamos en una situación complicada... ¿Pero a qué vas a darle un buen golpe al mago loco?

Como ya habéis visto otras tantas veces, el lobo gimotea al momento que Feniel susurra al viento algo extraño. El dolor que sufre el cuadrúpedo es tal que termina cayendo al suelo y deshaciéndose como antes había hecho el oso.

El entrechocar de sus dientes resonó cuando apretó la mandíbula al ver caer a Ekron también. Gruñó fuerte, rabiosa y aunque aquel sonido rasgó dolorosamente su garganta, fue como si le diera impulso para no perder las fuerzas.

Las palabras de Feniel parecieron dar el toque final para que volviera a alzara su espadón con presteza e intentara fintar de nuevo y confundir a Maerwald. No había tiempo que perder. Sentía la sangre bombeando en las venas que se remarcaban en sus brazos por el esfuerzo, sentía el corazón palpitando en sus sienes y casi podia paladear la victoria...

Su pierna izquierda se afianzó mientras adelantaba la derecha para apoyarse en esta mientras su filo atravesaba de parte a parte al pobre desgraciado. Imprimió mayor empuje y así lograr que la empuñadura llegara hasta el tope y entonces poder liberar su mano zurda y así rodear en un abrazo al hombre

- _{Lo siento. Lo siento de verdad. Pero ahora podrás encontrar el descanso que mereces -} lo más despacio que le permitia la situación, lo depositó en el suelo mientras retiraba su espadón poco a poco. _{- Que Berath te acoja y te guarde -} Sentía un nudo pesado en su pecho del que no creía poder deshacerse en un tiempo...

_{- Meriel. ¿Te ves con fuerzas de ayudar a Ekron? -} preguntó girando el rostro hacia la mujer recordando de repente el delicado estado del hechicero del grupo

Cuando atraviesas al hombre y lo rodeas con tus brazos notas como te susurra una simple palabra antes de expirar.

- Gracias...

Y todo se congela. Vuelves a estar en ese vacío en el que hablaste con Caldara, pero esta vez tú sola... Bueno no exactamente, delante tuya ves un alma sin forma. De manera instintiva sabes a quién pertenece, es la del hombre que sostienes en tus brazos. 

No parece consciente de tu presencia y por más que intentas llamar su atención te ignora, sin embargo al alargar tu mano eres consciente de algo.

Esa alma está atada, no al cuerpo si no a un lugar y ves ese hilo sería tan fácil romperlo y liberarlo. Por otro lado, este lugar era importante para él y podrías reforzar y limpiar el vínculo para que protegiese el castillo.

Por último se te pasa una idea mucho más siniestra, Maerwald era un observador. Cierto que sus últimos momentos fueron de locura pero su alma debería poseer conocimientos y poderes increíbles. Poderes que podrían ser tuyos con absoluta facilidad...

De pronto se hace la luz, abres los ojos y tienes esa sensación de que no estás despierto. Sin embargo sigues siendo tú mismo, te levantas sin ninguna herida pero estás en un lugar que no conoces, un campo completamente violáceo.

Su belleza te dejaría sin aliento si es que lo tuvieras en este momento. Notas un camino sobre este césped y algo te dice que realmente no existe. De repente notas como otros avanzan contigo, a diferencia de ti no son conscientes de los demás y avanzan sosegadamente hacia un lugar donde terminan por perderse de tu vista.

Entre ellos notas algunos que se han tropezado con unas cadenas etéreas, como ellos mismos. Ves que estas les mantienen atrapados y de repente lo sabes.

Este debe ser el camino a la rueda donde te esperan el enano y la pálida dama y sin embargo... Esas almas atadas a tu vista son alternativas.

Por un lado notas que puedes romper sus cadenas con un simple toque, dejar que vuelvan a la rueda y se libren de cualquier sufrimiento pasado, sin embargo también notas que puedes reforzarlas atándolos a algún lugar querido. Por último notas que puedes mover las cadenas a tu propia alma, atando a esas desgraciadas y dándote poder... quizás el suficiente como para no tener que recorrer el camino que tienes por delante.

Ves como el espadón atraviesa al observador acabando con su vida y al momento todo se congela. La esencia que rodeaba la sala sigue viva y no solo eso. Notas el odio acumulado en estos muros, su fuego y fuerza, sería tan fácil apoderarse de ello. Como ya habías hecho con el alma de aquella triste mujer, por otro lado tanto odio podía ser un veneno.

Simplemente lo sabías era una apuesta, podías sellarlo entre los cimientos del lugar para potenciarlo, podías redirigirlo hacia la nada y librar al mundo de ello o podías jugártela...