Partida Rol por web

Asiento ante las explicaciones de vargo ...
- oh ... vale ... ¿puedo ayudar? - en mis labios se dibuja una sonrisa de ilusión
- porfi - ruego

¡JaJaJa! por mi sí, pequeña.. yo soy un mandao - Maria le ha devuelto la sonrisa y algo más.. una carcajada - habla con el jefe - dice señalando a de Vries - él és el que parece encargarse de las provisiones que devemos llevarnos aunque, para mí.. no vendrías. - la coje suavemente d elos hombros.. - será muy peligroso. - le dice serio y a la vez, preocupado.

- No me dan miedo los esqueletos, sean o parezcan vivos, no son mas que huesos - contesto con mirada valiente
- ademas, ¿quien os va a cuidar si el doctor anda ocupado? - me encojo de hombros
- voy a preguntarle a petter - sonrío y le miro a los ojos

Mientras mis compañeros hablan, yo pienso en silencio. Solo tras unos minutos, salgo de mutismo y abandonando la base del palo mayor, digo.
Pues bien. Creo que hemos de prepararnos un poco antes de acudir a tan interesante cita.
Veo como el doctor ya nos espera en el muelle tras bajar por la pasarela y yo, aproximandome a la borda, digo.
¡Solo tardare un poco!. Enseguida bajo.
Rápidamente me dirijo a la escotilla central de la nave y, tras abrirla, bajo por la escalerilla.
Ya en la cubierta inferior, me dirijo al almacén del barco. Allí, agarro todas las jarras de madera que encuentro y, al trote, me dirijo hacia mi lugar predilecto en el Berenice.
La Santa Barbara. Abro el candado que cierra su puerta y entro en la misma. Sobre el suelo, coloco en hilera la docena de jarras que que transportado como he podido. Agarro entonces uno de los barriles de pólvora granulada y lo destapo. Lentamente, midiendo el volumen de pólvora que voy echando, lleno las jarras hasta unos dos tercios de su capacidad.
Una vez hecho esto, Me dirijo a uno de los baúles que se hallan en uno de los costados de la sala. Lo abro y sonrio. Pues esta repleto hasta arriba de munición para mosquete y pistola.
Introduzco mi mano entre las municiones y saco un puñado. Lo sopeso y dejo caer unas pocas de vuelta al baúl. Asiento satisfecho y y termino de rellenar una de las jarras con la munición. Usando mi mano derecha a modo de pala, mezclo el contenido de la jarra hasta que la mezcla es homogenea. Y hecho esto, saco el cuchillo arrojadizo de mi bota me dirijo hacia uno de los grandes trozos de lona que hay enfrente del baúl que he abierto. Corto un trozo y lo voy plegando.
Lo meto a presión por la boca de la jarra y una vez hecho esto, le hago un agujero con el cuchillo.
Repito esta operación otras once veces. Dandome toda la prisa que puedo pero sin perder el control sobre las medidas que he tomado.
Rápidamente agarro uno de los rollos de mecha y corto doce trozos. Son bastante cortos. De medio palmo de longitud y de una mecha bastante delgada.
E introduzco los trozos por los agujeros que previamente he hecho en la lona con la que he recubierto las jarras.
Agarro entonces una al azar y compruebe su peso. Es adecuado. Pues puedo manipularla perfectamente con una sola mano. Y la lona esta metida con la suficiente presión como para aguantar el movimiento.
Cojo entonces uno de los sacos que tengo en la Santa barbara y meto las jarras en su interior.
Cierro el barril de pólvora y el baúl de las municiones y, con el saco a cuestas, salgo de la sala.
Cierro tras de mi y no olvido cerrar con llave.
Y así, unos minutos después, aparezco en la cubierta del Berenice.
Mientras me encamino hacia la pasarela para desembarcar, digo.
Llevo conmigo una docena de grandas de fragmentación. Las he armado con unas mechas cortas y delgadas. Apenas duraran unos instantes antes de que se consuman. Recomiendo por tanto, cuando las prendáis, que las lancéis lo mas rápidamente posible. Y no olvidéis cubriros o lanzaros cuerpo a tierra cuando las lancéis. Las he rellenado de munición.
Bajo por la pasarela y todos pueden observar sin ninguna duda que se me ve muy feliz con mi saco a cuestas.
Me coloco al lado del doctor y termino diciendo.
Quizá lo mejor seria que los que quieran alguno de estos regalos, lo cojan ahora. Junto con un mechero y yesca y pedernal o algún farol mas. En fin. Por mi parte, todo listo.
Y permanezco de pie junto al doctor en el muelle esperando al resto de voluntarios para la mision.

Dejando de lado la explicación de Vargo de esos "esqueletos vivos", y el humor con el que trata una situación tan crítica, Elisabeth mira sorprendida a Peter ante su determinación. Parece que ya lo tenía todo controlado... sin siquiera esperar la opinión de la capitana del barco. ¿Era eso normal?

Tampoco sabía si podría o no ayudar en el rescate... o si sería más bien un estorbo. Por eso, dudosa por dentro aunque siempre segura en su exterior, queda mirando a la capitana, a la espera de alguna orden. No tenía ningún tipo de experiéncia en estos asuntos, pero si alguien, aunque sólo fuera una sola persona de las allí presentes, pensara que Elisabeth sería de ayuda, no dudaría en acompañarlos.

Mientras tanto, se asegura de llevar todos sus cuchillos arrojadizos, tanto en sus botas como en otros de los más recónditos rincones de su cuerpo.

Bueeeeeeeee~nom ¿no pensaréis dejarme aquí? jodíos.. ¡JeJeJe! - bromea mientras comprueva que sus dos únicos utensilios están en perfecto estado para ser usados en cualquier momento que sean de menester.

Ya fuera del barco y al lado de los dos compañeros que participarán en el rescate de momento, Vargo se encoje de hombros con una sonrisa mirando a Maria..

Camino hacia petter antes de que se marche
- yo quiero ir, quiero ayudar - digo alzando la voz para que me escuche

¡Muy bien!.
Digo yo con tono satisfecho mientras me acomodo mi carga al hombro.
Ya somos cuatro. Algo me dice, que el sucio patán responsable de esto, no sabe donde se ha metido. Pero sin duda, no tardara en saberlo.
Miro entonces hacia arriba, hacia la Luna y compruebo como avanza en su curso.
Aunque no negare, que cuantos mas seamos en este asunto, mejor. Pues podremos solucionarlo mas rapidamente.
Y continuo a la espera de que alguno mas se adelante.

Completamente feliz porque petter me permitiera ir, miro a vargo y sonrío diciéndole con la cabeza que si, y compruebo que mi cuchillito este en su sitio, por si acaso necesitaba usarlo ...¿y ahora que hacia?

Al escuchar las palabras de aprovación de Peter y ver la sonrisa de felicidad de Maria.. Vargo sólo pudo suspirar bien hondo, pués sabe que vayan anonde vayan, no estará segura.

Con la reaparición del resto de compañeros, Markus había frenado unos instantes su caminar para escuchar lo que tuviesen que decir.

Tras escuchar el relato miró con expresión vacía a todos, especialmente a Peter, quien era el que más datos había aportado y el qué parecía poseer algún tipo de estrategia. Yo no iré. Sus palabras sonaban huecas y distantes. A menos que sea necesaria mi colaboración, creo que me quedaré al margen.
Raven no tenía cuerpo para andarse con las locuras de sus compañeros, por lo que si era un asunto por mera diversión no les acompañaría.

¿Esqueletos vivos? ... Vargo Vargo...

Me encojo de hombros en el muelle y respondo a las palabras de Markus.
Esos esqueletos, los vimos además de Vargo, Rodrigo, el doctor, el vigía y yo. Pero eso no tiene ninguna importancia
Lo importante es que nuestro navegante y una compañera nueva han desaparecido. Y nos dirigimos ahora, hacia el lugar en donde creemos que pueden hallarse.
Dicho esto, añado.
A mi, me da lo mismo si nuestros enemigos son normales o no. Me basta con saber que podemos destrozarlos. Si, para mi es suficiente información.

Déjalo, Peter.. hace ver que no nos cree para no tener que venir a luchar, la muy nenaza.. - Vargo se encoje de hombros tras soltar un; *Tsk..*

- eh, eh que pasa con las nenas - digo a vargo
- yo soy una y quiero ir - le saco la lengua y luego sonrío
- tendrá razones para mantenerse al margen, si el piensa que es lo mejor deberíais respetarlo - murmuro

Vargo se sorprende pués Maria se ha creido sus palabras, se nota que aún no les conoce bien. El pirata se gira de forma que Markus no le vea y guiña un ojo a la preocupada chica. Se vuelve hacia su compañero una vez más; - si tuviera lo que hay que tener, nos acompañaría.. y encima, esos dos secuestrados.. són sus compañeros, Carmen a mi, la verdad es que me la pela. - explica serio - pero Crow.. es un compañero beterano donde los haya, así que yo de él movería ese culo que tiene, y vendría con vosotros. - todo eso hace ver que se lo dice a Maria, pero mira directamente a Markus mientras pronuncia estas palabras.

Aún con el brazo muy dolorido, ya que la herida no parecia haberse cerrado del todo bien, y después de ver a lo que nos enfrentabamos la decisión que ante mi se presentaba estaba muy clara. Solo necesitaba una cosa más de las que llevaba encima, una cuerda no demasiado aparatosa y bien resistente con un garfio de tres puntas que guardaba junto a mis pocas pertenencias, si  poniendomela enrrollada al hombro salgo a la pasarela donde ya esperan mis compañeros.

Si hay que colarse en algún sitio esto nos vendrá bien...

Esta claro que yo también voy, no os olvideis de algúna antorcha o farol, no creo que haya demasiada luz en ese sitio...

-A un cementerio... claro... un oscuro, húmedo y tétrico cementerio. ¿Por que los maestros vudú nunca hacen sus rituales en sitios alegres? Siempre son ciénagas y cementerios... odio las ciénagas y los cementerios.- Stan sigue al doctor mientras refunfuña y se asegura de que sus pistolas están una vez más correctamente cargadas.

Personalmente
Replico yo a nuestro Vigía
Preferiría que la fiesta fuera en burdel que visitamos antes, por ejemplo. Lo que si te aseguro, es que si finalmente acabamos como de costumbre, yo me encargare de que en esta ocasión sea bastante ruidoso el asunto.
Y a la luz de la luna destaca, de nuevo, mi particular sonrisa.
Si. Es algo que puedo asegurar. Eso si, procurad poneros a cubierto cuando me veáis lanzar a mis amiguitas.
Ahora, alzo las cejas en un breve gesto de resignacion antes de añadir.
¿Quien sabe?. Quizá olvide avisaros de que os pongáis a cubierto en medio de todo el jolgorio.
Bueno gente. Si somos ya los suficientes para iniciar esta misión de rescate, propongo que empecemos a movernos. Aquí parados no hacemos gran cosa.

Elisabeth ve como María se apunta a la "fiesta" sin dudar. Traga saliva. La morena había acudido en su ayuda cuando la había necesitado.

Mira a la capitana, todavía dubitativa. Hace un par de días, esta decisión no habría sido tan difícil. Confiaba en sus habilidades y en sí misma completamente. Pero después del estrepitoso fracaso con la capitana, su orgullo y su confianza se habían visto menguados notablemente.

Vuelve a mirar a María y a los demás, cierra los ojos unos segundos y respira hondo un par de veces. Al abrir los ojos de nuevo, vuelve a mostrar esa expresión decidida en el rostro.

Yo también os acompaño.

Los piratas charlan entre sí, mientras todos miran a la capitana extrañados. Mery Red parece pensativa, en realidad, no sabe muy bien que hacer. Por un lado desea ir a buscar a los dos de su tripulación que están desaparecidos, por otro, desea ir por el asesino por el cual dan 1000 monedas de oro por capturarlo vivo o muerto ( o más muerto si cabe )

Al final, la Capitana hace un gesto con la cabeza, y sin decir nada, se dirije hacia el cementerio de Tortuga, a unos kilómetros fuera del muelle. Piratilla sobrevuela el grupo gritando como un loco, llamando a todos para que sigáis a la capitana.