Partida Rol por web

Se ha encontrado un bosque. Es posible que encontremos algo por ahí, mientras tanto hemos preparado a algunos de los pobladores para que comiencen otros asentamientos. Expandirse es algo necesario. Hemos comenzado a asumir que debemos hacer sacrificios, es posible que algunos se presten a ello. Espero mucho de mis hermanos.

TURNO 5

La fortuna sonreía a los Marmóreos. Su pueblo crecía próspero, con más asentamientos y más recursos a cada año que pasaba. En el poblado de origen, los habitantes disfrutaban de un tranquilo día, con el sol calentando sus espaldas y los más jóvenes jugando entre sí.

Un segundo más tarde el forastero apareció.

Nadie vio de donde. Nadie vio si había alguno más. Incluso los Marmóreos reconocidos por sus dotes de observación solo se percataron cuando ya estaba en mitad del poblado, avanzando sin apenas hacer ruido. Sus ropajes, simples harapos y trozos de tela rasgada, cubrían su cuerpo de gris y negro. Un capucha ancha y holgada ocultaba su rostro por completo. Medía casi tres metros, pero parecía incluso más alto debido a lo esbelto de su forma. Era bípedo, con patas que recordaban a las de un saltamontes, finas y con apéndices espinosos. También contaba con dos pares de extremidades anteriores; la primera no era diferente de las vuestras, la segunda estaba acabada en pinzas de considerable grosor.

—Somos los Harapientos. 

Aquel ser había hablado en vuestro idioma. No solo eso, lo había hecho de forma perfecta. Acento, pronunciación, todo. Sin desviar la vista el Harapiento se sentó ante la cabaña del líder, impertérrito. Extrajo de entre los pliegues de su vestimenta un cuenco con frutas y una estatuilla con la forma de un Marmóreo. Esperó, y cuando el jefe estuvo delante de él, puso ambas cosas a sus pies.

—Elegid.

Y entonces tomó la figura entre sus pinzas y apretó. Mil esquirlas saltaron en todas direcciones, con un estallido tal que por un instante los oídos de los presentes dejaron de funcionar.

TURNO 5

La fortuna sonreía a los Shellians. Su pueblo crecía próspero, con más asentamientos y más recursos a cada año que pasaba. En el poblado de origen, los habitantes disfrutaban de un tranquilo día, con el sol calentando sus conchas y los más jóvenes jugando entre sí.

Un segundo más tarde el forastero apareció.

Nadie vio de donde. Nadie vio si había alguno más. Incluso los Shellians reconocidos por sus dotes de observación solo se percataron cuando ya estaba en mitad del poblado, avanzando sin apenas hacer ruido. Sus ropajes, simples harapos y trozos de tela rasgada, cubrían su cuerpo de gris y negro. Un capucha ancha y holgada ocultaba su rostro por completo. Medía casi tres metros, pero parecía incluso más alto debido a lo esbelto de su forma. Era bípedo, con patas que recordaban a las de un saltamontes, finas y con apéndices espinosos. También contaba con dos pares de extremidades anteriores; la primera os recordaba a las de los monos del pantano, la segunda estaba acabada en pinzas de considerable grosor.

—Somos los Harapientos. 

Aquel ser había hablado en vuestro idioma. No solo eso, lo había hecho de forma perfecta. Acento, pronunciación, todo. Sin desviar la vista el Harapiento se sentó ante la cabaña del líder, impertérrito. Extrajo de entre los pliegues de su vestimenta un cuenco con frutas y una estatuilla con la forma de un Shellian. Esperó, y cuando el jefe estuvo delante de él, puso ambas cosas a sus pies.

—Elegid.

Y entonces tomó la figura entre sus pinzas y apretó. Mil esquirlas saltaron en todas direcciones, con un estallido tal que por un instante los oídos de los presentes dejaron de funcionar.

TURNO 5

La fortuna sonreía a los Ullux. Su pueblo crecía próspero, con más asentamientos y más recursos a cada año que pasaba. En el poblado de origen, los habitantes disfrutaban de un tranquilo día, con el sol calentando sus espaldas y los más jóvenes jugando entre sí.

Un segundo más tarde el forastero apareció.

Nadie vio de donde. Nadie vio si había alguno más. Incluso los Ullux más especializados en observación observación solo se percataron cuando ya estaba en mitad del poblado, avanzando sin apenas hacer ruido. Sus ropajes, simples harapos y trozos de tela rasgada, cubrían su cuerpo de gris y negro. Un capucha ancha y holgada ocultaba su rostro por completo. Medía casi tres metros, pero parecía incluso más alto debido a lo esbelto de su forma. Era bípedo, con patas que recordaban a las de un saltamontes, finas y con apéndices espinosos. También contaba con dos pares de extremidades anteriores; la primera no era diferente de las vuestras, la segunda estaba acabada en pinzas de considerable grosor.

—Somos los Harapientos. 

Aquel ser había hablado en vuestro idioma. No solo eso, lo había hecho de forma perfecta. Acento, pronunciación, todo. Sin desviar la vista el Harapiento se sentó ante la cabaña del Líder, impertérrito. Extrajo de entre los pliegues de su vestimenta un cuenco con gemas y estatuillas con las formas más habituales de vuestra raza. Esperó, y cuando el jefe estuvo delante de él, puso ambas cosas a sus pies.

—Elegid.

Y entonces tomó las figuras entre sus pinzas y apretó. Mil esquirlas saltaron en todas direcciones, con un estallido tal que por un instante los oídos de los presentes dejaron de funcionar.

TURNO 5

La fortuna sonreía a los Terales. Su pueblo crecía próspero, con más asentamientos y más recursos a cada año que pasaba. En el poblado de origen, los habitantes disfrutaban de un tranquilo día, con el sol calentando sus espaldas y los más jóvenes jugando entre sí.

Un segundo más tarde el forastero apareció.

Nadie vio de donde. Nadie vio si había alguno más. Incluso los Terales con mejor ojo solo se percataron cuando ya estaba en mitad del poblado, avanzando sin apenas hacer ruido. Sus ropajes, simples harapos y trozos de tela rasgada, cubrían su cuerpo de gris y negro. Un capucha ancha y holgada ocultaba su rostro por completo. Medía casi tres metros, pero parecía incluso más alto debido a lo esbelto de su forma. Era bípedo, con patas que recordaban a las de un saltamontes, finas y con apéndices espinosos. También contaba con dos pares de extremidades anteriores; la primera recordaba a las de los monos del pantano, la segunda estaba acabada en pinzas de considerable grosor.

—Somos los Harapientos. 

Aquel ser había hablado en vuestro idioma. No solo eso, lo había hecho de forma perfecta. Acento, pronunciación, todo. Sin desviar la vista el Harapiento se sentó ante la cabaña del líder, impertérrito. Extrajo de entre los pliegues de su vestimenta un cuenco con frutas y una estatuilla con la forma de un Teral. Esperó, y cuando el jefe estuvo delante de él, puso ambas cosas a sus zarpas.

—Elegid.

Y entonces tomó la figura entre sus pinzas y apretó. Mil esquirlas saltaron en todas direcciones, con un estallido tal que por un instante los oídos de los presentes dejaron de funcionar.

TURNO 5

La fortuna sonreía a los Tuarian. Su pueblo crecía próspero, expandiéndose por la jungla, y con más recursos a cada año que pasaba. En el poblado de origen, los habitantes disfrutaban de un tranquilo día, con el sol calentando sus espaldas y los más jóvenes jugando entre sí.

Un segundo más tarde el forastero apareció.

Nadie vio de donde. Nadie vio si había alguno más. Incluso los Tuarian reconocidos por sus dotes de observación solo se percataron cuando ya estaba en mitad del poblado, avanzando sin apenas hacer ruido. Sus ropajes, simples harapos y trozos de tela rasgada, cubrían su cuerpo de gris y negro. Un capucha ancha y holgada ocultaba su rostro por completo. Medía casi tres metros, pero parecía incluso más alto debido a lo esbelto de su forma. Era bípedo, con patas que recordaban a las de un saltamontes, finas y con apéndices espinosos. También contaba con dos pares de extremidades anteriores; la primera no era diferente de las vuestras, la segunda estaba acabada en pinzas de considerable grosor.

—Somos los Harapientos. 

Aquel ser había hablado en vuestro idioma. No solo eso, lo había hecho de forma perfecta. Acento, pronunciación, todo. Sin desviar la vista el Harapiento se sentó ante la cabaña del líder, impertérrito. Extrajo de entre los pliegues de su vestimenta un cuenco con frutas y una estatuilla con la forma de un Tuarian. Esperó, y cuando el jefe estuvo delante de él, puso ambas cosas a sus pies.

—Elegid.

Y entonces tomó la figura entre sus pinzas y apretó. Mil esquirlas saltaron en todas direcciones, con un estallido tal que por un instante los oídos de los presentes dejaron de funcionar.

Líder estaba nervioso, muy nervioso. Habían llegado informes de territorios diferentes al desierto, lo que significaba nuevos materiales que usar y a la vez se había presentado este ser, que estaba fuera de su red de empatía. El mensaje que había traído, era más críptico de lo que se pensaba, y el Ullux no sabía que respuesta debería dar. 

- Eres bienvenido, Harapiento. Sin embargo, no entiendo tu propuesta. Pero, creo que nos ofreces una alianza comercial o la guerra. Mi pueblo es pacífico, no necesita competir con el tuyo por la comida. No invadiremos vuestros territorios si nos especificáis cuales son. 

Con un gesto llamó a una de las pocas personas que se había atrevido a acercarse después de la declaración de intenciones del Harapiento. Le hizo desprenderse de sus joyas e hizo un pequeño montón con ellas, y le ordenó traer dátiles y otros alimentos que se podían encontrar en el desierto. Colocó todo en una bandeja de oro, y la puso al lado del cuenco de gemas.

- Seamos compañeros, aunque nuestros cuerpos sean diferentes, no tiene por que existir el conflicto.- Cogiendo las piedras preciosas continuó.- Elijo esto.

El Harapiento se levantó, arrojando su larga sombra sobre el jefe Ullux. No parecía tener interés en las joyas traídas, pero del mismo modo tampoco parecía enfadado. En silencio, parecía expectante. Un largo minuto tardó en volver a hablar, pronunciando una sola palabra.

—Predecible.

Extendió la mano y con uno de sus huesudos dedos tocó la cara de Líder. Un fulgor dorado nació del contacto y entonces los ojos de Líder lo vieron. Otras cuatro Razas en Primordia, en lugares tan distintos al desierto que ni en mil años habría podido imaginarlos. Todos ellos eran fuertes a su manera, todos con ganas de expandirse y crecer. La visión acabó y el Harapiento dijo:

—Volveré.

Se dio la vuelta y camino en la misma dirección de la que había venido. De repente su ropa empezó a deshilacharse y su carne se convirtió en un polvo negro que era arrastrado por el viento. Antes de poder reaccionar aquel misterioso ser se había desvanecido en el aire, más sus palabras aún resonaban en los corazones de todos los Ullux presentes.

La llegada del Harapiento había demostrado a los Ullux dos cosas. Que existían otras razas y que no estaban preparados para enfrentarse a un conflicto bélico. Pero sus prioridades eran de otro orden. Las Gemas de Poder habían dejado de producirse, aunque el capitán anunció haber encontrado un nuevo yacimiento y su magia serviría para transportarlas. Por esto, los mediúms advirtieron la necesidad de formar a algunos Ullux en el proceso de extracción, perfeccionando el proceso. 

Líder accedió a regañadientes, más por tener que aceptar la propuesta de un colectivo que porque la idea fuera mala. De mala gana seleccionaron a los más capaces, y exploraron formas de explotar las gemas obteniendo la mayor rentabilidad posible.

Lo que ocurrió con las extracciones de estos elegidos, fue para todos inesperado. Sus experiencias y sentimientos, sus formas de trabajar los rubíes, eran parecidas pero no iguales. Todas ellas se grabaron en finas planchas de oro, y cada vez que surgía la necesidad de un nuevo sacerdote o sacerdotisa, leía las páginas para aprender y añadía sus propias experiencias. Todos ellos anotaban cuantas gemas aprovechables habían conseguido extraer. Con el tiempo, las extracciones más pobres se quitarían del manual y de las más eficientes se creó una manera, un protocolo, un modo correcto y óptimo de hacer las cosas. 

Algo tan sencillo como eso, provocó un gran cambio en la sociedad, la necesidad de escribir, de buscar métodos mejores de hacer las cosas, en definitiva, de aportar. La ambición era tan banal como que el nombre fuera recordado cuando el descubridor ya no estuviera. Sabían lo que era la mortalidad y que el tiempo era finito para sus vidas. Sin embargo, ahora tenían una motivación para hacer algo más que procastinar al sol en una vida placenteramente contemplentativa y trabajar por llegar a algún destino, a algún logro con sus vidas.

Ie se asomó muy preocupado desde su nido. Los múltiples graznidos, ululares y piares de alarma daban el aviso de un intruso en la aldea. No pocos tomaron las armas que habían descubierto gracias a los Shellian's y las enarbolaron, preparados para cualquier eventualidad, pero sin abalanzarse aún sobre el desconocido.

- ¿"Sois"? -preguntó con duda por el plural, aunque claro, con todas esas partes igual eran muchos enanos montados unos sobre otros.

Seguro que los terales-colibrí harían alguna broma al respecto durante los tiempos venideros.

Tras esto, Ie observó las "ofrendas" y se quedó un poco perplejo cuando vio a esa cosa destruir una de ellas. Varios terales se alteraron y movieron las alas un poco rabiosos, pero su líder alzó las alas hacia ellos y luego las plegó de nuevo. Tras unos instantes de meditar, replicó:

- La estatua. -quedándose entonces mirando a la criatura que tenía frente a él.

No iba a explicar su decisión sin pregunta al respecto, porque no consideraba que debiese en este momento, pero el razonamiento era simple. El pragmatismo indicaba que debía coger la fruta, pero dado el cáriz siniestro del encuentro, podía estar envenenada. Aún si no lo estuviese, apenas daba para un teral y un día, no iba a escoger algo que solo iba a aprovechar él y nadie más. Tercero, la estatuilla era lo bastante clara para que se notase que era un teral, y eso era algo que aún no sabíamos hacer. Quizás podamos aprender de ella y, si aún estuviese entera, deleitarse con su diseño sería algo que agradaría a todo Trra. Y ahora que estaba rota, si no eran suficientes razones, había una más: un símbolo. Antes de enfocarse en el posible beneficio personal del cuenco de fruta, recogería los pedazos rotos de los teral para reconstruirlos, pues ese es su deber como líder.

- ¡Brillos amarillos! -gritó Ie.

- ¡Brillos!¡Brillos! -corearon unos y otros, comenzando a traer una cantidad de las piedras que habían comenzado a recolectar y cuya utilidad aún era un misterio, pero que aún así era codiciada por muchos teral, si bien no osaban desafiar al cacique.

Cuando hubo reunida una cantidad aceptable, le dio un empujoncito con una de sus garras hacia el desconocido.

- Por la estatua. -ofreció el teral, atento a su interlocutor.

Nuevas aldeas: Cear, Latian y Piares de Arriba (La de la montaña. Sí, ya tenía que tener algún nombre de pueblo español. Y sí, habrá un Piares de Abajo XD).

RECURSOS

UNIDADES

ASENTAMIENTOS

DESCUBRIMIENTOS

POLÍTICAS

PODERES

TURNO 5 En proceso

Shezzish vió como aquella criatura se presentó frente a ellos y no supo si tomarse aquello como una amenaza o como una advertencia, pero no le gustó nada que rompiera la figura de los marmoreos. Eran un pueblo pacifico, pero no dudarian en alzarse en armas si era necesario.

Recogiendo algunos pedazos del suelo se llevó la figurita al pecho con gesto compungido.

- Ni un solo marmoreo... se queda atras.

En ese momento el Harapiento pudo notar que todos los marmoreos presentes en ese momento lentamente le habian rodeado conformando un muro alrededor del Harapiento

Mientras tanto, en la superficie, el pueblo marmoreo no hacia mas que expandirse como si fuera una avalancha, una gran avalancha o el magma de un volcan en erupción. La tercera ciudad marmorea habia sido fundada.

La visita del Harapiento dejo una marca en su mente. Ellos eran pacificos, pero estaba visto que pese a que las intenciones de los demas no eran claras, podian suponer una amenaza para su pueblo, era hora de prepararse para poder defenderse

  Cora'Tan entendía por fin a cual era el placer que sentía su anciano padre cuando aun estaba en vida. El ver como el esfuerzo para que los jóvenes aprendieran las enseñanzas, valía la pena, era un motivo suficiente para mantener estas costumbres.

  Esta vez, era algo especial gracias a los esfuerzos de Curza'zan, pues la ayuda que este tuvo las historias y cuentos de la gran rana, motivo a no solo a los jóvenes de aprender sobre la naturaleza, sino que hasta algunos ancianos también dejaban sus labores para escuchar como se podía aprovechar cada centímetro de cada rama, el como el agua pasada por distintas piedras tomaba otro sabor... o, el aprovechar las corazas de los hermanos caídos como ultima ofrenda ... "ellos hubieran querido que hasta su ultimo resto se usara"...

   El invitado sorpresa se había llevado toda la atención de la tribu ... ¿ donde están esos malditos pájaros cuando uno los necesita ?...., todos estaban atento a su movimiento pues era capaz de avanzar usando sus dos pies y no perder el equilibrio, a diferencia de los pájaros que con cada paso debían agitar sus alas para no caer, ademas, este era capaz de hablar bastante fluido el idioma de nuestros gastrópodos favorito, el único problema fue cuando intento imitar la prueba de Cora'Galf, pues Curza'zan lo tomo como un desafío personal al ver que solo se estaba recordando al antiguo sabio y no al que estaba en el cargo actual.

Aunque el desenlace de la misma nadie lo esperaba, el harapiento tomo una de las dos opciones, la que tenia forma de un pequeño Shellian y lo destrozo frente al anciano Curza'zan, el cual se sorprendió de perder la audición por unos momentos, junto a los otros ancianos que estaban a su lado, pero gracias a sus cuerpos capaces de agrandar o reducir segmento a su conveniencia, les costo un par de segundos en recuperar la audición dañada. con el anciano ya en sus condiciones normales miro al extraño a los ojos y le respondió.

-Ehrbihre bu bhueha borehciho - con una mirada un tanto desconcertada -bi bu ihea eha bue eligieramos a buebhro Idolo bo bo burierah destruido, bi buebíar bue boro eligiéramos eh cuenco, bueb boro bo burierah buebho frente bio, bo beo cuab eha ba ihea be quitarme uha opción.

  bi bo tienes ahro bar bue ofrecer bor baroh be buebo bue bor bere continuar, ahebor bue tenga ohro truco debajo be bub borah - el viejo responde un poco mas interesado que antes - bor intereso boro biro bara bue eh sonido desapareciera be uh boberbo a ohro.

.....................................

   Habia tomado su tiempo, una pequeña barba se comenzaba a dibujar sobre la boca de Shelldon, pero el esfuerzo estaba mostrando sus frutos, pues, Sna'qua comenzaba a tomar forma, ademas gracias a las noticias que traían de Cura'zuan, la implementación de esas barreras echas con madera ayudaban a mantener a raya a todas aquellas bestias salvajes que aun no consideraban este sitio un asentamiento. 

-Ehra borber.... celebramos!!!-

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--bh bhrbhrbhrbh!!!!!!!-

   Al unisono, todos los Shellian's exploradores gritaban de alegria, porfin luego de su arduo esfuerzo y trabajo, habian llegado al fin al origen del cuello de la bestia, y lo que mostraba era algo que no sabian como explicar.

- bh bhrbhr bh bhrbhr bh bhrb bhrbh bhrbhrbhrb- dicen algunos-¿bhrbhrbhrb bhrbhr ?- dicen otros, pero luego de una pausa bastante prolongada Alfa toma la palabra-bhrbhrbhrb bhrbhrbh!!, bhrbh bhrbhrb bhr bhrbhrb.- y siguiendo las ordenes del superior, antes del atardecer ya tenían una pequeña hoguera en la cual estaban asando peces cercanos que alcanzaron a travesar con sus lanzas de palo. mientras comían y cantaban viejas melodías de Cura'zuan Alfa vuelve a hablar.

- bhrbhr bh bhrbhrb, bhrbhrb bhrbh, bhrbhrb bhrbhrb bh bhrbhrbh b bhrbhrb bhrb bhrbhr bhrbhrb bhrbhrbh - y tomando su lanza la acerca a la hoguera-bh bhrbhrb bhr bh bh bhrbh bhr bhrb bhrbhr bhrbhr.

luego de ver como ninguno quería ceder para no decepcionar, uno de los camaradas de alfa saca su lanza.

  bh-bh... bh bhrbhr, bh bhrbhr bhrbhr b bhr bhrbhrb.- y aunque esperaba que sus compañeros se decepcionaran, todos asintieron aceptando la decisión.

 cuando llego la mañana el shellian solitario partió con un rumbo claro, volver a casa.

...............................

   La noticia de aquel extraño trajo incertidumbre en los mas jóvenes del escuadrón, no sabían como este se había colado tan fácil en Cura'zuan y que tanto sabia de las costumbre de los Shellian, por lo mismo, estos se dieron la tarea de asegurar primero todo el terreno alrededor de las montañas de Cura'zuan.

-Cuabhureh cora bue bea ahro b bue bo bea uho be ehoh Terales, bere decirlo ehrehubha. - dice el cabecilla,mientras adelanta su tropa unos metros intentando demostrar a los suyos que no debían tener miedo a aquellos intrusos.

Cora'tan estaba un tanto preocupada de todo esto, aunque los ancianos podian no haber tomado con la noticia con la seriedad que se debía, esta sabia que si estos nuevos vecinos buscaba pelea lo mejor seria preparar a su gente para la batalla, pero sabia que no tenia ningún incentivo para que estos se interesaran en estas labores, hasta que vio como unos niños jugaba con unas piedras brillantes que se habían encontrado en el interior de las cavernas, al acercarlas al fuego estas se comenzaron a calentar hasta que sostenerlas les lastimaba dejándola caer dentro de este, lo cual provoco que la misma se fuese volviendo cada vez mas roja. Todo el expectaculo que observo la chica le dio una nueva perspectiva del asunto estaba.

Tomando su rama preferida, comienza a llamar a las masas mientras dice.

ba uha ber ber enseñe eh coro canta eh viento b eh coro ba rana bo cheo boro, bero.... ¿ saben be ahuehhar piedras bue cambian be color bor eh fuego?-a lo cual media colonia queda sorprendida de tal revelación.

Aquel “Hapiento” había caminado entre nosotros y hablado nuestra lengua… Pero cual es su propósito o que significaba aquello es algo que se me escapa ¿Debemos elegir entre alimentarnos o ser nosotros? Es acaso algún presagio de mal agüero.

Pero no permitiré que nuestro futuro sea tan efímero. Tomaremos nuestras propias riendas. El miedo no nos dominara. Acaricie el polvo y las esquirlas de la figura y di órdenes para continuar el día a día. Pronto fundaríamos nuevas ciudades, y habría que pensar en preparar tropas para defendernos.

TURNO 6

El Harapiento se levantó, arrojando su larga sombra sobre el jefe Teral. No parecía tener interés en las piedras traídas, pero del mismo modo tampoco parecía enfadado por el ofrecimiento. Con calma, pronunció una sola palabra.

—Interesante.

Extendió la mano y con uno de sus huesudos dedos tocó la cara del teral. Un fulgor dorado nació del contacto y entonces los ojos de Líder lo vieron. Nuevas posibilidades de conocimiento, nuevos caminos que jamás habría soñado, nacían dentro de su cabeza. El teral supo que cuando escogiera uno, los demás se desvanecerían, más no dejaba de ser un increíble regalo. La visión acabó y el Harapiento dijo:

—Volveré. Puedes quedarte la estatua.

Se dio la vuelta y camino en la misma dirección de la que había venido. Los pedazos de la miniatura comenzaron a moverse por su cuenta y a unirse, volviendo a tomar forma; al mismo tiempo los ropajes del sujeto empezaron a deshilacharse y su carne se convirtió en un polvo negro que era arrastrado por el viento. Antes de poder reaccionar aquel misterioso ser se había desvanecido en el aire, más sus palabras aún resonaban en los corazones de todos los terales presentes.

TURNO 6

El Harapiento se levantó, arrojando su larga sombra sobre el jefe marmóreo. No parecía nada asustado por la amenaza, pero del mismo modo tampoco parecía enfadado de que se hubiera producido. Con calma, pronunció una sola palabra.

—Maravilloso.

Extendió la mano y con uno de sus huesudos dedos tocó la estatua rota. Un fulgor dorado nació del contacto y entonces los pedazos se reunieron y tomaron forma como si el objeto nunca hubiera sido roto. El Harapiento continuó:

—Habéis demostrado valor. Si algún día necesitáis nuestra ayuda, solo llamadnos a través de la estatua. Volveremos.

Se dio la vuelta y caminó en la misma dirección de la que había venido. Los pedazos de la miniatura comenzaron a moverse por su cuenta y a unirse, volviendo a tomar forma; al mismo tiempo los ropajes del sujeto empezaron a deshilacharse y su carne se convirtió en un polvo negro que era arrastrado por el viento. Antes de poder reaccionar aquel misterioso ser se había desvanecido en el aire, más sus palabras aún resonaban en los corazones de todos los marmóreos presentes.

TURNO 6

El Harapiento se levantó, arrojando su larga sombra sobre el jefe Shellian. No parecía enfadado, ni interesado en lo que se decía. Más bien parecía indiferente. Un largo minuto tardó en volver a hablar, pronunciando una sola palabra.

—Patético.

Se dio la vuelta y camino en la misma dirección de la que había venido. De repente su ropa empezó a deshilacharse y su carne se convirtió en un polvo negro que era arrastrado por el viento. Antes de poder reaccionar aquel misterioso ser se había desvanecido en el aire, más sus palabras aún resonaban en los corazones de todos los Shellian's presentes.

TURNO 6

El Harapiento se levantó, arrojando su larga sombra sobre el jefe Tuarian. Un largo minuto tardó en volver a hablar, pronunciando una sola palabra.

—Interesante.

Extendió la mano y con uno de sus huesudos dedos tocó la cara del Tuarian. Un fulgor dorado nació del contacto y entonces los ojos del líder lo vieron. Nuevas posibilidades de conocimiento, nuevos caminos que jamás habría soñado, nacían dentro de su cabeza. El teral supo que cuando escogiera uno, los demás se desvanecerían, más no dejaba de ser un increíble regalo. La visión acabó y el Harapiento dijo:

—Volveré. Puedes quedarte la estatua.

Se dio la vuelta y camino en la misma dirección de la que había venido. Los pedazos de la miniatura comenzaron a moverse por su cuenta y a unirse, volviendo a tomar forma; al mismo tiempo los ropajes del sujeto empezaron a deshilacharse y su carne se convirtió en un polvo negro que era arrastrado por el viento. Antes de poder reaccionar aquel misterioso ser se había desvanecido en el aire, más sus palabras aún resonaban en los corazones de todos los Tuarian presentes.

TURNO 6