Partida Rol por web

Aniki, nuestro ermitaño particular, recibe el ataque del engendro. La herida puede ser grave. Pero , demostrando su valor, el ermitaño se coloca a mi lado tras ayudarle a sostenerle. Yo miro a nuestro enemigo y digo en voz alta. Preparate. No mereces una muerte digna. Solo tendras una muerte cualquiera. Y, dicho esto, alzo mi falkata dispuesto a entablar combate contra este engendro maldito. Me inclino hacia mi izquierda y, de repente, me lanzo hacia delante descargando un tajo de abajo a arriba. Noto el impacto en la carne de mi enemigo y rapidamente, salto hascia atras. Miro a los ojos al engendro y digo. ¡Sufre, bestia maldita!. ¡Esto acaba de empezar!.

El asesino intenta esquivar a Herdes mientras le señala con el dedo, al parecer para lanzar un hechizo, pero la falkata del espartano cercena limpiamente la extremidad de este ser, que gime de dolor y se aparta. De la herida surge polvo negro, que empieza a difuminarse. El asesino observa a Herdes con los ojos inyectados en sangre y empieza a contorsionarse, colocando su arma para defenderse de sus posibles atacantes, aunque esta vez con una mano

Al llegar a la esquina del pasillo veo como todavía queda uno de los dos monstruos mayores contra el que luchan ferozmente los otros guerreros. El monstruo grita de dolor y parece estar muy encolerizado.

¡Ahora es el momento!, está distrido con el combate cuerpo a cuerpo, no advertirá mi presencia si me quedo cerca de la pared.

Tomo posición y saco una flecha de mi carcaj, cargo el arco, apunto y...

¡¡AAaaaaahhhh!!

Siento dolor en el costado, la herida abierta y la sangre que empieza a secarse me hacen vacilar en el primer intento. Trato de sobreponerme al dolor y vuelvo a cargar el arco.

Esto está complicado. Aunque el monstruo es más grande que ellos la situación es bastante arriesgada. Trataré de apuntar alto para evitar darles.

Cuando estoy listo para disparar se escucha un grito desde mi posición:

¡¡Agachaos!!

Seguidamente la flecha vuela hacia el enemigo.

Observo la mirada de odio que me lanza este engendro y sonrio divertido. Me pongo en guardia previendo un posible ataque y digo. ¿Sorprendido?. ¿Acaso no te has percatado de que es a un espartano a quien tienes delante?. Y rio con fuerza frente a este patetico engendro. De pronto, alzo mi falkata y la descargo en un poderoso golpe. Mi opnente trata de cubrirse con su arma y por todo el laberinto resuena el entrechocar del acero. Y ese es un sonido que me complace. ¡Vamos! Le grito a la cara al engendro. ¡Demuestrame que, al menos, eres un poco mas apto para el combate que los necios de tus esbirros!.

Herdes comienza a acorralar a asesino, que solo puede detener sus estocadas como dificilmente se lo permite su única mano. Un simple movimiento del brazo del espartano, y sin problemas hace un corte en el pecho de sus enemigo, aunque no muy profundo. El monstruo emite un sonido de dolor, indescriptible, como si fuera una criatura surgida de los más profundos abismos.

Aniki aprovecha este desliz para colarse por un flanco desprotegido y atestar un buen golpe en las defensas de su enemigo, que hacen que este se despiste y deje caer el arma al suelo. De repente, T se acerca a sus compañeros y les presiona los hombros para que se agachen. Estos, sorprendidos, no pueden resistirse a la fuerza del caballero, y se agachan a tiempo de ver como una de las flechas de Arzhel se clava directamente en el pecho del monstruo. Antes de que este se deshaga en mil pedazos las convulsiones desaparecen y dos brazo surgen del costado del monstruo, cada uno empuñando una daga. Aún asi, es demasiado tarde para valerse de esta habilidad monstruosa, ya que en el lugar donde estaba el asesino no queda más que una lluvia de polvo oscuro, deshaciendose en la nada...

Al ver que el enemigo se deshace en un polvo oscuro, igual que había ocurrido anteriormente con todos sus seguidores, bajo los hombros y me giro sobre mí mismo para terminar apoyando la espalda en la pared, dejandome resbalar suavemente hasta llegar al suelo, posición en la que permanezco hasta que se alivia el dolor de las heridas.

Al poco me levanto e intento limpiar un poco las heridas con partes limpias de mi ropa y me amarro la capa alrededor del costado con lazo fuerte para intentar evitar que se infecten las heridas y para que dejen de sangrar cuanto antes. Esto me provoca nuevamente dolor casi en la mitad de mi cuepor.

¡¡¡Tttssssssssshhhhhhhhhhhh!!!

Cuando termino recorro el pasillo recogiendo las flechas que quedan en buenas condiciones esparcidas por el suelo y las voy metiendo mi carcaj.

Contemplo como este patetico engendro de la oscuridad sucumbe ante nuestros ataques. Su alarido de muerte retumba por todo el laberinto. Yo miro a mi alrededor con la esperanza de que este patetici chillido haya atraido a nuevos oponentes. Pero tan solo escucho los ecos del chillido que, poco a poco, se van apagando. En silencio permanecemos por unos instantes hasta que yo observo al cuarto combatiente. Recoje flechas caidas en el campo de batalla. Y , acercandome, le digo. Bravo. Te felicito por tu punteria y por el valor demostrado. Mi nombre es Herdes. Y soy, como habras podido deducir, un guerrero espartano.

Mientra Aniki se cura, bruscamente una expresión de dolor cruza su cara

Las dagas estaban envenenadas

De pronto, oigo un gemido de dolor a mi espalda. Me giro y veo la cara de nuestro ermitaño particular. Al parecer, sus heridas son mas graves de lo que parece. O, quiza, alguna sustancia ponzoñosa le afecte. Me acerco y examino sus heridas. Descubro como la zona alrededor del corte del pecho esta ennegrecida Y digo. Hay que sangrar la herida. Debemos sacar todo el veneno que podamos Vuelvo a desnvainar mi falkata y, con la punta, abro la herida del ermitaño. Al instante la herida empieza a supurar a la vez que desprende un nauseabundo olor. Nuestro compañero ermitaño, trata de aguantar el dolor. Y yo le digo. Este es el momento. Usa ahora tus dotes curativas

UUUUurrrrgghhhhh!!!!!....

Pongo una mano sobre la herida y una luz cegadora sale de ella (mano) , des pues del fogonazo estoy perfectamente.

Hasta otro encuentro.......

Me dirijo al pasillo de la iqzquierda.

Recojo mis flechas y la observo con cuidado antes de guardalas de nuevo en el carcaj.

La última que recojo tiene la punta algo doblada. Me acerco a una de las paredes con la flecha en la mano, apoyo la punta contra el muro y, con la empuñadura de una de mis dagas la golpeo suavemente hasta que queda, "aceptable".

Mientras estoy enfrascado en dicha tarea, el guerrero que no había visto antes se acerca a mi y me habla.

Bravo. Te felicito por tu punteria y por el valor demostrado. Mi nombre es Herdes. Y soy, como habras podido deducir, un guerrero espartano.

Aparto momentáneamente la vista de mi trabajo para mirar al guerrero. Lleva escasa armadura, lo que permite ver uan buena musculatura brillante debido al sudor de la batalla. Sin embargo su cara irradia alegria tras unos cabellos rojizos.

Me parece que este es un poco sádico... o está bastante loco. Vaya gente más rara que hay en este lugar. Espero que todo esto acabe pronto.

Tras observar rápidamente al guerrero le devuelvo el saludo y vuelvo con mi labor.

Gracias. Tú tampoco luchas nada mal. Mi nombre es Arzhel, soy explorador y... no deduzco nada... sólo observo.

Termino de golpear la flecha, me acerco la punta a la cara para verla bien y, tras darle el visto bueno, guardo la flecha en el carcaj y la daga en la baina del cinturón.

Y ahora lo que me gustaría observar es que teneis en vuestro poder esas malditas piedras..

Pongo los brazos en jarra y observo a los tres compañeros esperando... deseando... suplicando, que alguno saque esas piedras de sus bolsillos.