Partida Rol por web

Harold podía odiar a los malignos, y lo hacía, pero lo que había dicho antes iba totalmente en serio: divididos, el caos ganaría, y no había odio personal ni rencillas que fuesen a permitir eso. No habían luchado, sangrado y casi muerto en aquella isla para que ahora una trifulca lo echase todo a perder. 

-Tranquilos-les dijo, en un tono algo más duro, dejando claro que hablaba en serio- He dicho que somos aliados y lo somos. No es necesario escupir ni insultar. Tenemos un enemigo común, guardaos vuestra ira para él. Y sí, estoy bien al corriente de que tenéis honor, como cualquier seguidor de la Ley. Agradecemos vuestra información. 

Después de sus palabras, se dirigió hacia la puerta con Vincent. No quiso mirar a Fonkin: no quería que se notase su desaprobación. No le había hecho mucha gracia aquella mención del ser de huesos ni el resto de cosas que había dicho Larag. En su mente recordaba vívidamente la última vez que se habían adentrado en un lugar subterráneo con las palabras de un ser despreciable como guía, y habían acabado enfrentados al demonio más poderoso que había conocido en la vida. 

Veo como los seguidores del bien se agrupan con nosotros, seis mejor que tres y sin duda nos compaginaríamos mejor. Veo la entrada al mausoleo al que nos concentrábamos y a Meera hablando con el otro grupo. La situación no parecía muy cordial y Harold intervenía para intentar una mejor concordia.

- Otra cosa que no estamos haciendo caso ¿no habíamos venido para hablar primero con un ser que colaboraría con información?. Opino que sería interesante saber lo que puede contarnos, tenemos este edificio delante, pero puede haber algo mejor.

Aún me encontraba tratando de abrir la cerradura, cuando Vincent se acercó con la llave. Al parecer, no sería necesario forzarla. Pero la actitud de nuestro camarada, era otra historia.

-Perdí a uno de mis hombres en aquella cueva -le expliqué lo más amablemente que pude- Todo por culpa del caos. No podía dejar aquel crimen impune. Todos en algún momento, tenemos que tomar decisiones difíciles, para honrar a los nuestros.

Luego Harold nos llamó a todos a la calma, y decidí no seguir profundizando en el tema.

Fonkin manipula con destreza la cerradura sin conseguir abrirla, mientras el resto habla. Al menos es así hasta que Vincent enseña una misteriosa llave

Era vil, pero parecía sincera; no significaba que confiara en ella, ni mucho menos, pero por el momento seguiría el juego, ayudaría. Así lo exigía el Pacto y también lo requería la misión, tal como Harold había dicho. El Caos era el enemigo principal, no podía olvidarlo, por lo que sus rencillas tendrían que esperar.

Con la extraña llave en las manos, tras dedicar a Fonkin una nueva mirada cargada de frialdad por lo dicho, abrió la cerradura de las puertas del mausoleo, dispuesto a acelerar las cosas.

Sus colmillos atraparon a la gárgola terminando con su vida en el acto, cuando esta dejó de moverse sacudió su cabeza arrojándola lejos. La batalla si se podría llamar así había terminado y sus compañeros descendieron hasta juntarse los seis inquisidores.

Grogt no entendía bien qué pasaba, que había hecho aquella mujer para que Vincent reaccionara de esa manera? la tensión entre ellos era evidente pero el druida no les prestaba mucha atención porque tenia los ojos clavados en el minotauro. Su hedor putrefacto se le impregnaba en sus fosas nasales, los gusanos entrando y saliendo de su cuerpo, su sangre seca cubriéndolo todo, para el semiogro los no-muertos eran la encarnación de lo más in-natural que podía existir y su mera presencia le hacía perder los estribos.

Cada que se tropezaba con el minotauro le mostraba los dientes y gruñía cual perro rabioso pero no lo atacaba por respeto al pacto.

Vincent introduce la llave, al instante una serie de mecanismos ocultos en la mampostería del mausoleo se activan, tras unos segundos de impaciencia las dobles puertas se abren hacia dentro del edificio, enseguida un olor a moho y humedad llenan vuestras fosas nasales. Observáis que la mayor parte del suelo de piedra de su interior está cubierto por el polvo. Armas rotas, como si algo las hubiese comprimido y oxidadas por la humedad yacen en el suelo, junto con los restos de varias antorchas a medio utilizar gracias a la zona ennegrecida de las mismas, aunque ahora son inservibles ya que algo las ha astillado. El único mueble de la estancia es un gran sarcófago de piedra sobre el cual se apoyan dos candelabros con luces negras. Las cuales despiden una siniestra luz sobre el sarcófago. El mausoleo mide unos 40 pies de ancho por unos 60 de largo.

Un sarcófago, como no. No había ni rastro del guardián, así que quien fuera que protegiera ese lugar, debía de ser un no-muerto, uno que descansaba ahí. Casi sentía la necesidad de abrir la tumba solo para destruirlo, pero sabía que sería una tontería hacerlo; habían esquivado el combate, debían ahorrar fuerzas.

Manteniendo un perfil bajo, en completo silencio, se adentró en la sala y comenzó a investigarla, en busca de cualquier cosa de interés, atento también a cualquier señal de peligro.

Meera miro con interés el interior de la sala cubierto de polvo y armas rotas, como si algo las hubiese comprimido junto con los restos de varias antorchas a medio utilizar, inservibles al quedar astilladas. Interesante! exclamo entre susurros mirando a Larag y al resto de sus camaradas. Esto es lo que les hace el ser de huesos a aquellos que no portan la llave. 

Guardando silencio, observo el único mueble de la estancia, un gran sarcófago de piedra sobre el cual se apoyan dos candelabros con luces negras. 

Mirando al resto prosiguió: Los portadores de la llave no deberíamos correr ningún peligro! No obstante... haciendo una pausa dramática  ..mejor no toquéis nada.

En otras circunstancias, las señales de lucha me habrían alarmado. Pero se suponía que la llave nos protegía del guardián. Aún así, no estaba de más ser precavidos. Entré con cuidado en aquella tumba. El sarcófago me daba curiosidad, pero la experiencia me había enseñado lo peligrosas que podían ser esas cosas. Más curiosidad aún, me daba aquella luz negra.

-¿Sabes qué clase de magia es esa? -le pregunté a Meera, asumiendo que su profesión le daría algo de ventaja en la materia.

Déjame ver bien! Exclamó Meera mientras lanzaba a voluntad detectar magia.

En vez de entrar como sus compañeros, Harold se quedó en la puerta esperando a que Vincent terminase su inspección. No tenía ningún interés en hacer saltar una trampa por error, así que prefería que su experto compañero las desvelara primero. 

Mientras Meera intentaba identificar aquella extraña luz, yo intentaba aprovecharla, si es que aquello era posible, para desentrañar los secretos de aquella estancia. Algo en el techo llamó mi atención.

-Que curioso -observé- Hay un hueco en el techo. El sacrófago encajaría bastante bien allí.

Luego noté, entre el sarcófago y el muro sur, un clásico mecanismo, de los que abren puertas secretas.

-Creo que si presionamos aquella loza -dije señalando al dispositivo- abriremos un pasadizo secreto.

Había escuchado rumores, pero nunca habría imaginado hasta que punto eran ciertos. Al pensarlo, pese a su entrenamiento, sintió un escalofrío; Rappan Athuk era más peligroso de lo esperado, muchísimo más.

—No es del guardián de lo que tenemos que preocuparnos —dijo mirando el techo, intranquilo, ya sin preocuparse del sigilo ni la sutileza—. Si no hubiéramos abierto con la llave, creo que habríamos activado una trampa mortal y hubiéramos muerto aplastados.

Las armas y armaduras comprimidas, las antorchas astilladas, todo aquello había sido destruido por culpa de la presión. Por ejemplo, la de un techo que se cerniera sobre ellos, implacable. Aquél hueco haría que el sarcófago permaneciera intacto, y seguramente si que habría algo dentro, preparado por si alguien más lúcido de lo habitual intentaba usar el ataúd como refugio.

—Será mejor salir rápido de aquí. —Señaló también la losa—. Efectivamente allí hay un túnel oculto, probemos a ver si podemos apartarla.

Harold no había querido entrar hasta que Voncent terminó su evaluación, y aunque le interesó lo que dijo Fonkin, no quería pisar ni tocar nada por error que los hiciera saltar en pedazos. 

Cuando por fin Vincent lo explicó, Harold miró hacia el techo con aprensión. Ahora aquella abertura tenía más sentido, y también las armas aplastadas. 

-Tu fuente no mencionó ninguna trampa. Si hubiéramos entrado esperando enfrentarnos a ese tal guardián de huesos, habríamos muerto aplastados. No sé cuánto podemos confiar en su palabra. Estoy de acuerdo en que salgamos de aquí rápido. 

Se dirigió con los demás al pasadizo secreto, pero esperó a Vincent u otro apretara el mecanismo, ya que ellos sabían cómo debía hacerse. 

Entramos cautelosamente en el lugar descubriendo restos de todo por todos los rincones, la estancia es bastante grande con una macabra alfombra que vamos recorriendo al entrar para enfrentarnos a posibles guardianes. Nada a la vista que nos alarme pero no podemos fiarnos de la situación.

Meera trata de averiguar la posible presencia mágica en la zona, pero parece que no tendremos que preocuparnos de momento.
- La criatura no estaba dentro si no fuera, ha hecho bastante con avisarnos del uso de la llave, lo demás supongo que tendremos que averiguarlo nosotros.

Hay una salida oculta, un pasadizo que nos llevará hasta quien sabe.
-Veamos lo que nos depara ese pasadizo.
Enciendo una antorcha para que nos alumbre en la oscuridad de lo que haya detrás del umbral.

La llave era vuestro problema. Sin nosotros, sois quienes habrían muerto. Pese a que los pensamientos eran poco positivos y la actitud de esos hombres amenazaba con desbordar su paciencia, respiró hondo y se mantuvo en silencio al respecto. De no estarse callado seguramente acabaría por estallar el conflicto, y no quería tener que romper el Pacto tan rápidamente matando a tres inquisidores, por viles que fueran.

Se centró, mejor, en la losa de piedra y el pasillo que había tras ella. Él no había visto ningún dispositivo que ayudara a moverla, así que lo único que se le ocurría era empujarla y apartarla a un lado. Esperó un momento a Fonkin, por si él había encontrado algo que se le hubiera escapado a él, y de no hacerlo se apartó.

—Haz algo útil con esa aberración —dijo a Meera con brusquedad—. Que aparte la piedra.

Cuidado con las velas, irradian energías del caos. Debéis saber que son imposibles de apagar. 

Tras la advertencia, prosiguió: Efectivamente, es tal como indica Alfonso. Larag se limitaba a vigilar el exterior de esta estructura. Solo el uso de la llave adecuada protege a  los que entran, sin duda esa puerta secreta llevará a algún sitio relevante siendo el sarcófago y las velas algún tipo de protección extra. Mejor no manipularlo no vaya a que aparezca el ser de huesos.

Al escuchar a Vincent, exclamo: No puede ser! Tiene que haber un mecanismo de apertura. Volviendo su mirada en dirección al sarcófago. Me da que va estar relacionado! 

Entrecerró los ojos mirando a la bruja, decidiendo si siquiera merecía la pena responderla. Decidió que no, pero aún así...

—¿Acaso eres una experta en estas lides? ¿Te contradigo yo cuando hablas de magia? —Tampoco es que le importara si las velas no podían apagarse, o que irradiaran energía caótica; no pensaba acercarse ni menos tocarlas—. No. No lo hago. Al no ser que tu compañero haya visto algo que yo no —se refería a Fonkin—, te recomiendo que hagas caso a quien sabe. Si no, puede que dures poco aquí dentro.