Partida Rol por web

Antes de terminar el asalto, Alfonso aparece junto a una de las gárgolas enemigas dando un profundo corte en el cuello -1d6pv 2as aturdido -9 a todo hasta curar

Asalto 5

Fonkin 30

Meera 19 

Alfonso 17

Gárgolas 9 ( la 5 junto a Alfonso muerta )

Antes de que acabe el asalto un enorme oso aparece cargando contra la gárgola que está entre Alfonso y Bulko, el suelo casi tiembla cuando apoya sus cuatro patas en carrera, es un animal enorme, pesado, robusto, imposible no verlo, su pelaje negro azabache se ilumina levemente cuando las nubes dejan escapar los haces de luz, en cuestión de segundos llega hasta donde el minotauro abriendo sus fauces y atacando a una de las gárgolas. Tras el enorme mordisco escucháis un potente chasquido revelando que la presión de la mandíbula del enorme oso acaba de romper los huesos de la gárgola, matándola en el acto.

Fonkin. Se apuntó su nombre, con cierto regusto amargo. Antes de ir allí, había leído los informes sobre el asalto a la isla, sobre la encarnizada lucha que había tenido lugar y como los Inquisidores del Bien habían logrado, durante una arriesgada exploración que se había torcido, acabar de una vez por todas con los planes del Caos, llevándose a decenas de sus esbirros. Eran Harold, Gerald y Damrod, héroes por derecho propio, quienes habían salvado a todos. Que los guardias de aquél lugar hubieran optado por seguir la senda del mal era algo incomprensible. ¿Qué les había seducido? ¿No se daban cuenta de lo cerca que estaban de convertirse en aquello que tanto les había arrebatado?

—La oscuridad ha nublado su juicio... —Y la luz no les ayudará.

No, no lo haría. Al contrario que Grogt (que era más salvaje de lo que le hubiera gustad), no uniría fuerzas con nigromantes y sus mascotas no-muertas, ni nada por el estilo. Haría aquello él solo antes que rebajarse a ser partícipe de esas prácticas.

Cruzado de brazos, siguió observando desde la colina, esperando la resolución del combate antes de dar un paso.

La intervención de Grogt convertido en oso, acabando con una de las gárgolas malheridas, no sorprendió en demasía a Meera, pero por lo menos demostró tener arrestos en sus venas. Lo que hubieran sido enemigos formidables para otros - por ejemplo algunos del grupo de inquisidores del bien-  para ella apenas eran briznas de paja en el camino.  Flotando en el aire, escoltada por una gárgola que parecía defenderla, se movió  hacia la última guardiana de aquel extraño lugar que irradiaba magia. Apuntado con su dedo índice, la bruja escarlata lanzó un rayo de energía que la golpeo de lleno consumiendo a la criatura que había osado desafiarla.

Dirigiéndose a su escolta, le pidió entre susurros que le hablara sobre el lugar que custodiaban y que peligros debían evitar en su interior*. A continuación, prosiguio: Vamos, amigo! Muéstrame que hay en el interior. Por favor! exclamó con voz más melosa -Desactiva las guardas mágicas, para que mis compañeros no sufran daño alguno!

Bulko alzó su poderosa hacha para golpear el amasijo humeante de lo que había sido la gárgola. Como un resorte descargo el hacha oxidada con ojos inertes, atravesando cuerpo y baldosa. Desencajándola sin esfuerzo, alzo su testa al ver a su ama llegar, junto al resto de inquisidores.

Ahora tras la breve batalla, 7 gárgolas yacen muertas en el suelo de este gran túmulo de tumbas, la octava parece comportarse cual perrillo ante Meera. Estáis ante lo que parecen ser escalones que descienden hasta la puerta de el mausoleo, se trata de una gran estructura de piedra cuyo exterior ha sido grabado con grotescos bajo relieves, representando a demonios, espíritus y demás criaturas al servicio del Caos. En la piedra hay talladas cientos de calaveras. El edificio tiene más de sesenta pies de largo y 40 de ancho. Hay una escalinata labrada en piedra que baja hasta un par de enormes puertas de hierro.

Al igual que Vincent, Harold se mantuvo apartado hasta que acabaron con la última gárgola. Estaba claro que no necesitaban su ayuda para nada, y le desagradaba profundamente luchar al lado de un asqueroso no muerto. Habría que ver qué opinaría el minotauro de esta esclavitud en la otra vida. 

Con parsimonia, y la mano apoyada en la empuñadura de su espada, bajó hasta donde estaba su compañero druida y los cadáveres de las gárgolas. Miró hacia Meera, y esperó a que se desactivaran las guardas mágicas, tal y como había pedido.

En silencio y a regañadientes, descendió tras Harold, a unos pasos de distancia, con los puños cerrados a su costado. Cosa contraria en él, caminaba de manera estática, en una tensión que agarrotaba sus músculos; no estaba dirigiéndose hacia el peligro, hacia una batalla, sino con sus aliados. Y eso era peor. El sentimiento de desagrado que le producían los Inquisidores del Mal, más concretamente Meera y sus esbirros, era similar al que sentía al encontrarse cara a cara con los siervos del Caos, solo que al menos a los segundos podía matarlos. Siguiendo las leyes del Pacto y las órdenes de sus superiores, tenía que aguantarse con estos otros, cooperar. ¡Tsk!

Molesto, sin decir ni una palabra, se puso al lado del imponente clérigo de Aengrist, y otra vez se cruzó de brazos, a la espera de ver que ocurría. Si iban a ayudarse, al menos tenía que ver que servía de algo.

Observáis como Meera se hecha a un lado y habla en voz baja con la gárgola...

Una vez derrotadas las gárgolas, teníamos el camino libre para entrar en aquel espantoso edificio. Parecía fácil, demasiado fácil tal vez. Me acerqué con cautela, examinando minuciosamente aquella entrada.

-Debemos tener cuidado. Podría haber trampas.

Fonkin se dirige cauteloso hacia las puertas del mausoleo, mientras que Meera, la gárgola y Bulko el minotauro se dirigen hacia la estatua del enano.

Descendiendo las escaleras, veis ante vosotros unas enormes puertas de acero. No tienen restos de óxido, como si el tiempo se hubiese detenido en este lugar. El cerrojo construido en ellas parece muy complejo, tanto que podría pasar por la obra del más legendario herrero enano.

Nada fuera de lo común me decía todo aquello, salvo por el estado de la puerta. 

-Parece que alguien la usa con frecuencia -comenté.

Luego comencé a examinar el cerrojo. Tal vez podría ser capaz de abrirlo.

Ocultando una sonrisa sarcástica, se acercó a Harold para hablarle al oído.

Entrecerrando los ojos, observó como se aproximaban con mala cara Harold  y Vincent. - Miralos, y estos son los buenos. Los que se quedan agazapados en retaguardia. -pensó irónica.

Tras hablar con Larag, se dirigió a sus compañeros, especialmente a Fonkin. Esperad! No entréis aún. Deja la puerta, tal cual. Esperemos a los que descencienden Rediriendose a Harold y Vincent.

Al llegar junto al resto del grupo, se dirige a los inquisidores del Bien, especialmente a Vincent y Harold, los cuales parecen ir a su aire. De hecho Meera aún recuerda cómo desestimaron su ofrecimiento  de trabajar juntos, no hace mucho tiempo. Haciendo que la Bruja guardara cierto resquemor.  Exclamando en tono neutro, profirió: Bien! Parece que el destino nos une de nuevo. Solo quiero saber una cosa antes de continuar, nos apoyaremos unos a otros en la batalla o haréis caso omiso a nuestro pacto de protegernos y ayudarnos mutuamente. Solo quiero saber eso...

.. De no ser así, pasad sin mí y el resto de mis compañeros.  La puerta está abierta.

Se apartó ligeramente de Harold y entrecerró los ojos, observando a Meera. La mujer se había detenido a medio camino de la estatua, y les devolvía una mirada cargada de superioridad. ¿Acaso los otros la habían nombrado su líder? Seguramente lo ha tomado por la fuerza, igual que hace el Caos, imponiéndose a sus compañeros. Como fuera, poco le importaba lo que dijera la nigromante, lo que pensara de ellos o lo que quisiera conseguir. Un encogimiento de hombros fue la única respuesta que dio a la bruja, antes de volver a girarse hacia Harold, esperando ser respondido a lo que le había dicho en voz baja. Por él, los Inquisidores del Mal podían seguir con lo suyo; que se hubieran juntado allí era una simple casualidad, él seguía decidido a actuar por su cuenta.

Harold se había mantenido al margen, esperando sobre todo a ver si el acompañante de Meera le daba alguna información útil que debieran saber. Avanzó hacia la mujer un paso, con el rostro serio bajo su celada. Sus ojos brillaban azules, duros pero amables. 

-Por supuesto que honraremos el pacto. Todos aquí somos servidores de la Ley y sabemos lo que significa una promesa o un compromiso. Nuestro enemigo es el caos, y si estamos divididos, él gana. Podemos abrir esa cerradura para que todos podamos pasar, aunque agradeceríamos que antes nos contarais cualquier información que hayáis obtenido de relevancia, como trampas, guardas mágicas, u otras cosas que pudieran ser de ayuda. 

Suspiró levemente, de manera casi imperceptible, pero al final asintió.

—Ayudaremos entonces, mientras sigamos el mismo camino.

Como prueba de confianza, sacó una llave de un bolsillo oculto y la mostró en alto.

—Imagino que abre estas puertas. No tengo problema en hacerlo, pero antes queremos conocer que sabéis de lo que nos espera.

Meera sonrio satisfecha al escuchar la respuesta de Harold y Vincent, descendiendo con suavidad sobre el suelo, quedo a la altura de sus compañeros. Exclamando mas amistosa: Bien Bien! De repente esas palabras sonaban raras en sus labios- pensó socarrona la bruja escarlata.

Dirigiéndose a todos sus compañeros, prosiguió: Larag, me conto como mejor pudo lo siguiente: 

" Señora no ser bueno entrar por casa grande de piedra sin la cosa que abre, el ser de huesos de dentro no le gusta. Yo no saber nada de lo que haber más allá yo solo saber lo que haber aquí, en el cielo sin paredes "

La respuesta de su aliado no satisfacía a Meera, esperaba algo más de él. Susurrando de nuevo, profirió amistosa: Háblame de la cosa que abre. ¿Qué es? ¿Donde la puedo encontrar? ¿Qué es el ser de huesos de dentro? Háblame más de él.

" La cosa que abre está en las patas del enano ( señala con el dedo a la estatua del enano que está al norte de Bulko ), así los seres de patas entran en la cueva esa ( señala el mausoleo ), allí el que vive dentro si tienen la cosa que abre les deja entrar y si no la tienen los mata, así que tu tener cuidado amiga mía"

Mirando la llave que le mostraba Vincent, prosiguió enarcando una ceja: Sí esa llave es la que descansaba a los pies de Enano, no nos atacará el ser de huesos. Aunque hubieran entrado con la llave correcta ellos no habrían descubierto que esa era la salvaguarda, y de haberlo averiguado había usado bien sus cartas al jugar con la incertidumbre, haciendo que se ceñirán al pacto. Chica lista.

Una vez más entrecerró los ojos y se puso en tensión, cerrando los puños; tuvo que contenerse para no saltar a por ella. En su lugar, escupió a los pies de la mujer.

—Sois tan vil como me esperaba.

Había intentado tenderles un trampa, aún a sabiendas de que podrían morir ahí, solo para sacarles una promesa. Pero no estaba obligado a nada más que ayudar mientras considerara que estaban siguiendo el mismo camino, y no se refería al físico. Aunque sus pies los dirigieran por el mismo sitio y el objetivo fuera el mismo, era incapaz de pensar en ellos como aliados.

Se dio la vuelta dando la espalda a la bruja y se dirigió a las grandes puertas del mausoleo, dónde estaba Fonkin. Cuando estuvo a su altura, le miró con una mezcla de desaprobación y lástima. Es una pena en lo que te has convertido, parecía querer transmitir. Empero, no dijo nada de eso y se limitó a lo que tenía que hacer.

—¿Me permites? —preguntó, mostrando la llave.

El escupitajo infantil de Vincent arrancó una sonrisa a Meera. Normalmente se suele dar la mano en los pactos de Honor. Pero si esa es tu forma de sellarlo que así sea. Escupiendo a continuación sobre el gapo de él.

Sí Vincent, aunque no lo creas el mal también tiene Honor!

Moviendose junto al resto, se dirigió  a la puerta, donde Vincent se dispuso a usarla.