Partida Rol por web

RegenZy

Capítulo IV - Contraataque

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29/05/2013, 02:35
Sir Barnabas Morgan

Por primera vez en mucho tiempo, no le hacía faltar usar la trompetilla para escuchar aquello. El ruido era perceptible hasta para sus maltrechos oídos. A pesar de todo, no podía creer lo que veía. Los yeomen cargaban contra ellos y parecía que el cuento se acababa. Solo esperaba que alguien encontrara su cartas con la información sobre la vacuna y la cura de la enfermedad.

Con parsimonia, haciendo gala de la típica flema inglesa, echó mano de la petaca, arrebató a un asustado criado la escopeta de caza de un manotazo y trepó como una vieja ardilla al techo del coche de caballos.

-Si hay que morir, hagámoslo como Dios manda.

Apuntó a uno de aquellos jinetes, recordando sus años como médico en el ejército y las jornadas de caza a las que era poco asiduo. No obstante, desde aquella plataforma de tiro no lo tuvo difícil, así que el efecto de su disparo fue de esperar. Acto seguido, volvió a recargar el arma.

- Tiradas (1)
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29/05/2013, 02:41
Mr.Templeton

Las palabras de Georgina eran serenas, a la par que resolutas. El miedo dió paso a la vergüenza, pues sintió vergüenza al darse cuenta de que estaba asustado. De que, si hubiera podido, habría huido. Pero no había a donde huir. Y ahora tenía que proteger lo que más le importaba. Así que sintiendo como el caballo se movía hacia un lado, haciendo enfilada sobre los jinetes, amartilló el revólver y apuntó al primero. Tenía seis balas y tiempo para apuntar. Así que efectuó tres disparos, con mucha sangre fría, tirando a matar.

- Tiradas (3)
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29/05/2013, 09:21
John Connor

El sonido que en un principio parecía una lejana tormenta ya la habían percibido los oídos del Capitán. Era una carga de caballería. El suelo comienza a temblar y las moturas de nuestros protagonistas comienzan a ponerse nerviosas. La mente de Connor trata de agotar las posibles últimas opciones de huída. El fuerte no debe quedar lejos, pero ya han dispuesto el coche como barricada. El joven Capitán sabe que las posibilidades de supervivencia frente a una carga de caballería son muy escasas.

- Kate, amor, toma mi caballo y trata de huir. Nosotros trataremos de contenerles. Alcanza el fuerte y envía los refuerzos de Strafford. Dios quiera que sigan vivos si este pusilánime anda suelto - Los ojos de la muchacha que ahora es su mujer parecen indicar no querer salir de allí y Connor aceptará su decisión, pero sería muy doloroso verla sucumbir en un acto de guerra. Después, se encarama al techo del transporte para usar primero su pistola contra el líder de esa nueva peste vestida de rojo. Ver a un enemigo vestido con su propia indumentaria le causa una distorsión en su visión de la guerra, ahora más absurda que nunca. Un sólo tiro, pero no apunta al cuerpo de Markington, sino a su montura, un objetivo más claro y quizá más cruel. Si el animal tropieza fruto del disparo, caerá y su jinete se verá arrollado por su propia caballería. Después, habrá que usar el fusil.

- Son perros salvajes, sin su líder no son nada. Apurad los tiros, no os precipitéis - John sabe que no son soldados, ni podrán realizar cuatro descargas en un minuto. Pero ahora, ni tienen un minuto, ni han sido entrenados para la batalla. Sin embargo la vida les ha obligado a convertirse en soldados si desean sobrevivir. - Si una bestia cae hará caer a la que va detrás, y con ellas sus jinetes. Pronto sabrán que venderemos caras nuestras vidas - El tronar de los cascos contra el suelo se intensifica haciendo vibrar el cochee. - ¡Por su Majestad! - Y la pistola de Connor vomita su descarga.

- Tiradas (1)

Notas de juego

jo, qué tirada más chunga, menos mal que tiene pericia en el combate.

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29/05/2013, 16:48
Director

La suerte estaba echada. Los yeomen siguieron cabalgando, inconscientes ante lo que iban a enfrentarse. Esta vez, los civiles se defendían con uñas y dientes ante sus desmanes, armados hasta los dientes. Quizá lo que más les sorprendió fueron las flechas de las hermanas Butler. En una estampa propia de siglos pretéritos, casi de milenios, en la que las mujeres celtas y britanas, como la reina Boadicea, disparaban sus arcos largos en la guerra, sus flechas se clavaron profundamente en la carne.

El tiro de Katherine salió desviado, pero impactó contra el cuello del jóven corneta, silenciando su toque que quedó ahogado en sangre. Evangeline lanzó un disparo parabólico, que pasó rozando la cabeza de sir Patrick, impactando de lleno en el pecho de su lugarteniente. Un tiro fatal, al corazón, y cayó al suelo como un muñeco de trapo, siendo pisoteado por los cascos de los otros caballos.

Los disparos de Kapoor y el señor Morgan abatieron a un par de jinetes más, certeros como la misma muerte. Por su parte, el tiro de Augustus hizo caer a uno de aquellos caballos, mientras que los disparos del revólver de Templeton tuvieron una fortuna diversa. No obstante, consiguieron derribar a un par de equinos, generando cierto caos y confusión en otros jinetes. Lo mismo sucedió con el disparo de la pistola de Connor, que impactó en el cuello del caballo de sir Patrick. Dolorido, cayó doblando las patas delanteras cuando el jinete alzaba su sable preparando la carga contra el capitán, provocando que el capitán de la yeomanry cayera hacia delante rodando por el suelo con estrépito y perdiendo el casco.

Después de las breves órdenes de Connor, el caos llegó. Fue imposible huir o escapar de la carga, pues los jinetes estaban por doquier, sedientos de sangre y venganza. Un disparo de pistola alcanzó a Kapoor en el brazo, cuando estaba terminando de recargar su arma. Dos disparos más segaron la vida de los criados supervivientes, y la señora Spooner fue arrollada, sin que supieran muy bien si había muerto o todavía respiraba. El señor Morgan disparó un nuevo tiro, salvando la vida a su sobrino ante un jinete que estaba a punto de descargar un sablazo contra él. Como un héroe, John Connor amartilló su fusil, apuntó y disparó al siguiente yeomen que pretendía atacar a su esposa, recargó su fusil al estilo Wyatt, pero sin tiempo para meter la bala, usó la baqueta como una flecha improvisada, controlando el enorme retroceso. La varilla de metal traspasó el cerebro de un caballo, cuyo jinete cayó al suelo y se partió la crisma.

En el caballo de Georgina, Templeton agotó sus últimos disparos a quemarropa contra los jinetes que pretendían atacarles. Sin embargo, un empujón de otra de las monturas les tiró al suelo con gran estrépito. Templeton perdió el conocimiento al caerle la montura encima, y Georgina tuvo que protegerle con unos golpes de pala de crickett, poco certeros pero llenos de rabia. Las hermanas Butler trataron de cubrirla, disparando flechazos a diez pasos de distancia, que traspasaron de parte a parte a los jinetes que trataban de echarle el guante.

Habían acabado con la vida de casi quince hombres, cifra nada desdeñable, pero las muertes de sus compañeros solo consiguieron enfurecerles. Si antes solo querían matar a los hombres, ahora las mujeres serían también el blanco de su ira. Un jinete descargó un golpe de sable contra Augustus, que lo esquivó in extremis. Luego, le golpeó con la guarnición del arma en el rostro, y mientras su esposa trataba de acuchillarle, clavó el acero profundamente en el lomo de su caballo, que zozobró y les hizo caer al suelo. El valiente Kapoor, atacando con su talwar, mató al jinete que se había echado encima de Georgina, tratando de violarla. Su valiente carga, apoyada por Connor, terminó cuando un disparo certero destrozó su corazón. Al girarse, vieron a sir Patrick, que, descargada su pistola, desenvainaba su sable y arremetía contra el capitán.

-¡Matadles a todos! -ordenó a sus hombres.

Rodeados y sobrepasados, parecía que la muerte iba a llegar de un momento a otro. Fue entonces cuando otro toque de corneta rompió la noche, y unos disparos certeros tumbaron con pasmosa frialdad a la mitad de sus atacantes, casi veinte vidas segadas una tras otra.

-¡No dejéis vivos a ninguno de estos traidores! -ordenó la voz de Narcisus Strafford- ¡Por Dios, Inglaterra y San Jorge!

Una veintena de dragones de caballería pesada cargaron a sable desnudo sobre la confusa formación de yeomen, que comenzaron a experimentar una sensación muy humana: el miedo. El cazador estaba siendo cazado.

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29/05/2013, 17:23
Sir Patrick Markington

La situación se estaba descontrolando. Pero él estaba ciego de rabia. Con una brecha en la frente y magulladuras, a causa de la caída. No sentía el dolor, tal era su fijación, el continuo bombeo de adrenalina que recorría sus venas. Se acercó con el sable por delante, dispuesto a traspasar a Connor de parte a parte. Si moría, se llevaría antes a la tumba a su mayor enemigo. Al causante de todas sus desgracias.

-¡CONNOOOOOOOOR!

- Tiradas (1)

Notas de juego

Hazme una tirada de Defensa (DC 20) y otra de armas Cuerpo a cuerpo para atacarle luego. Si queréis atacarle el resto tenéis un penalizador de un -4 a las armas a a distancia por estar trabado en cuerpo a cuerpo. De todas maneras todavía quedan unos 10 yeomen a los que hay que terminar de convencer que se larguen de allí.

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29/05/2013, 18:59
John Connor

Luchaban como héroes. Connor pocas veces había visto en civiles una lucha tan entregada. Quizá el deseo de salvar la vida de aquellos a quienes se quiere más que a uno mismo hace sacar fuerzas de flaqueza. Aún así, la inferioridad numérica estaba sentenciando el resultado a favor de los traidores. Y entonces, surge de la nada la ayuda de alguien de quien Connor menos pensaría que lo haría por el prójimo. Strafford surgía con su caballería en el mejor momento posible.

Pero el Capitán tenía algo pendiente. Sir Patrick, si es que aún se le podía otorgar dicho nombre, le desafiaba a un duelo a muerte. Entregando su fusil a su amada, se quita su casaca para arrojarla a un lado y desenvaina su reglamentario con el característico sonido metálico al ser retirado de la vaina. Tras apuntar con el final del filo al enemigo, Connor corre en busca de su némesis - ¡Muerte al traidooor! - El hijo del anterior Coronel alcanza su posición con buena técnica

- Tiradas (1)

Notas de juego

Ay Katherine que te quedas viuda, jejeje. Vaya rachita. No tiro el ataque ya que habrá consecuencias negativas de esta tirada. Bueno, si al final gana Connor queda mejor con una herida manchándole la camisa.

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29/05/2013, 19:23
Director

Notas de juego

Te doy un punto de destino para que tengas como dado objetivo el 9 y puedas parar :P

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30/05/2013, 09:38
John Connor
Sólo para el director
- Tiradas (1)

Notas de juego

Fue  8 + c/c (sable) 5 + tirada 4(seguro que estos dados están bien? XD )

Te la paso sólo a tí sin rolear para que siga la tensión de saber qué va a pasar con el pobre Connor...

 

Gracias por el punto de destino...

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30/05/2013, 22:55
Narcisus Strafford

Narcisus estaba enfadado. No lo parecía demasiado, pero sí lo suficiente. Normalmente era difícil arrancarle algo más que un levantamiento de ceja o una mirada furtiva, pero en aquel momento sus curvados labios revelaban la tensión y la amargura que vivía en ese momento. No quería matar a tantos yeomen, pese a que por sus actos estaban ganándoselo a pulso, y no le quedaba otra opción más que jalearles y terminar con aquello.

Con un porte de antiheroico salvador, oportuno como sólo la suerte le permitía, el hombre había tenido que cambiar su estrategia a medio camino y hacer que sus dragones exterminasen a la mitad de los jinetes enemigos. Trágico pero necesario. El hombre ya se disponía a disparar contra otro de los yeomen, sin mayores miramientos, cuando escuchó aquella sucesión de gritos.

Sir Patrick atacando fisicamente a Connor. Narcisus tensó la mandíbula, apretándose los dientes, y giró el arma hacia el hombre. Estaba nervioso, como sabía que no debía permitirse, pero cargó el arma, apuntó e intentó disparar contra aquel malnacido. Patrick. Merecía morir de la forma más cruenta posible, pero en aquellos momentos Strafford no podía pararse a enseñarse. Sólo pensaba en liberar a Connor. Su amigo. O algo relativamente parecido, asumiendo que su personalidad estaba demasiado sumida en el vacío como para sentir un vínculo así de verdad.

Sentía camaradería, respeto, y un cierto apego por sus convicciones morales. Probablemente, si Narcisus pudiese elegir ser otra persona, elegiría ser él. Pero no podía. Era él, con sus circunstancias, con su vida. Quizás aquel momento de compasión por un camarada, de anteponer sus intereses personales a los de su oficio, le costase el disparo.

Strafford era un hombre de pulso estable y firme, pero generalmente le daba igual a quien disparar. Nada hacía templar su mano de cirujano. Pero aquel momento, sí. En el futuro se arrepentiría por flaquear de esa forma. Aquel extranjero patriota estaba asolando los cimientos de su mente, y de su mundo.

Bum.

- Tiradas (1)
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30/05/2013, 23:40
Evangeline Frederick

Evan cogió a su hermana, tirando de ella, temerosa de que fuera a tratar de interponerse, suicida, entre Markington sobrino y su esposo. 

- ¡Aparta! ¡Aparta, Kate! - dejó de lanzar flechas para apartar a Katherine de la refriega entre los dos hombres.

La aparición de Strafford fue agua de mayo. Casi parecía mentira que aquel hombre, durante aquella conversación en el despacho de su padre, se hubiera revelado con el carácter  que tanto había horrorizado a Evangeline. Pero este no era un momento de introspección. Tiró de su hermana intentando ponerla a salvo, o lo que quiera que significaba a salvo cuando todavía quedaban tantos soldados enemigos... y nada garantizaba que el resto de tropas fueran amigas. Desde tiempos inmemoriales mujeres y soldados sólo han hecho migas de una forma.

Notas de juego

Ameyal, asumo que Kate va a ponerse un poco jari por aquello de que el tarado de Markin está intentando fumigarse a Connor. Si no es así, dímelo y edito el post.

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30/05/2013, 23:46
Katherine Connor

Katherine intentó lanzarse pero ni bien dio el paso, una fuerza la tiró hacia atrás y esa era su hermana pero aún así, la gemela intentaba llegar a él hasta que se dio cuenta que era una locura y que ponía en peligro la vida de su hermana también. En un fugaz abrir y cerrar de ojos, cuando escuchó aquel sonido, comprendió lo que sucedía pero eso no quería decir que ya había pasado todo, al contrario. Volvió el rostro hacia su hermana, totalmente desencajada, con el corazón latiendo a mil por hora y asintió.

-Vamos a salir de esta...

Entonces buscó a Georgina con la mirada a ver si estaba bien y cogió otra flecha, decidida a ayudar a los recién llegados o morir en el intento. No quería mirar hacia donde Connor peleaba pero una y otra vez volteaba para verificar que estaba vivo.

-Terminemos con esto... De una vez.

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30/05/2013, 23:56
Georgina Templeton-Sedley

Kapoor se desplomó sobre ella, en apenas un instante desapareció el brillo de sus ojos, instintivamente alzó la vista pudiendo distinguir el cañón humeante y como el dueño del arma era derribado por otro disparo, ironías del destino, el karma...

Acunó el cuerpo de su guardaespaldas, su maestro, su amigo, su otro padre...

-No, no. no... no te vayas, no me dejes, por favor, tu también no, tu no...

Georgina era un par de lágrimas, balbuciente dejó de sentir cualquier sonido, todo se sucedía a su alrededor como un teatro irreal, algo ajeno a ella, solo tenía sentidos para Kapoor, deseaba insuflarle todas sus fuerzas para que resistiera, reviviera, pero permaneció inerte y cada vez mas pesado entre sus brazos. Gritó rota, absolutamente desconsolada con gesto descompuesto apoyando la frente en el pecho de su amigo, se balanceó infantil como si quisiera atesorar los últimos restos de su calor y su olor, de la fuerza de sus brazos.

-Vuela libre, Dios permita que nos veamos en la próxima vida.

Dijo esto de forma ritual cerrandole los ojos, los sikhs buscan el desapego en sus ritos funerarios para que el alma vuele libre hacia Dios camino de la próxima reencarnación, aunque en el fondo lo que ella deseaba era que permaneciera con ella.

-Queda tranquilo, tus restos no se quedarán aquí, te llevaré a la India conmigo

Susurró. Le besó la frente y lo depositó suavemente en el suelo. Miró entonces hacia atrás, Night había logrado reincorporarse para salir huyendo pero su marido seguía inconsciente. Estiró los brazos comprobando así que Templeton aún respiraba "Mejor así" pensó, de ese modo le darían por muerto y estaría mas seguro.
Entonces bajo el fuego cruzado vio resplandecer el talwar de Kapoor, sin dudarlo lo cogió y volviendo a ser consciente del caos a su alrededor corrió al lugar donde agonizaba el asesino de su amigo, en pie sobre él alzó la espada y con la sola fuerza de su peso cercenó la cabeza del soldado.

-Kali, Durga, Maiṁ āhvāna!!!!!! Mērē hātha gā'iḍa aura maiṁ apanē duśmanōṁ kē khūna kī pēśakaśa karēgā!!!!!!*

La agarró del cabello y la alzó enseñandola a los cielos mientras la sangre le chorreaba por el brazo la cara y el pecho. Gritó como si de verdad estuviera poseida por el mismo infierno y luego la arrojó lejos de ella. Había un sable en la hierva, no tenía ni idea de manejarse con armas pero toda la ira y rabia que llevaba dentro la tenían lo suficientemente ciega como para pelear como una gata, con el talwar en una mano y el sable en la otra se defendería cortando a diestro y siniestro protegiendo lo último que le quedaba en este mundo que le importaba. Estaba cansada y casi que tenía ganas de que aquello acabara con su muerte, pero no moriría en vano, esperaba que sirviera para que Patrick siguiera vivo.

Fue entonces cuando se dio cuenta de que Strafford y sus hombres estaban luchando contra Markington y los suyos aunque le importó bien poco.

Notas de juego

*Kali, Durga, yo os invoco. Guia mi mano y te ofreceré la sangre de mis enemigos

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31/05/2013, 01:29
Director

La suerte del combate estaba echada. Y sin embargo, restaba por decidir el lance más importante, el más determinante para ellos. Sir Patrick Markington ejecutó una estocada directa y sin ambajes, a matar. La fuerza de su ira hizo que Connor tuviera que esforzarse mucho en la parada, y el filo de su sable se arrastró sobre la hoja del suyo, saltando chispas. La parada fue tan in extremis que sufrió un pequeño corte en la mejilla al pasar la hoja muy cerca de su rostro.

Le empujó con su cuerpo y con la pierna, separándose para un nuevo ataque. Fue entonces cuando el tiro de Strafford dió en la mano de Markington, impidiendo que este detuviera una estocada fatal dirigida a su corazón. El acero de Connor le traspasó de parte a parte, y el último de los Markington lo miró como si no diera crédito a lo que sucedía. Vomitó sangre, y palmeó el rostro de Connor lleno de furia. Sin embargo, disipada la sangre del último bombeo de su corazón, el alma abandonó su cuerpo, y cayó al suelo como un muñeco de trapo.

Un nuevo disparo del señor Morgan tumbó a uno de aquellos jinetes, y Narcisus cortó la mano de otro que pretendía atacarle con un certero sablazo. Recuperado de su desmayo, Augustus se hizo con una pistola que había encontrado por el suelo, y tumbó a un soldado que trataba de atrapar a su esposa y su hermana. Tenía una pequeña herida en la frente, una brecha a causa de la caída, y se apartó la sangre del ojo con el antebrazo. Georgina clavó el sable en uno de los caballos, y conforme este caía, descargó tremendas cuchilladas sobre su jinete, que comenzó a chillar fruto de la sorpresa y la agonía. Instantes después, los dragones cayeron sobre el resto de los yeomen, cortando a sablazos su carne. Solo uno de los jóvenes cornetas pudo huir a uña de caballo, pero fue abatido veinte metros más allá por un certero disparo de carabina. Del grupo de cuarenta jinetes, solo tres heridos y uno que se había rendido sobrevivieron. Y aún así, costó que Georgina no se ensañara con ellos, pues en un acto de rabia ciega cortó el cuello de uno de ellos, que podía haber sido un prisionero más, y que alzó sus manos clamando misericordia.

Los dragones no parecieron interesados en rodearles, o hacerles daño. Se limitaron a comprobar que estaban bien, y dieron agua y vendajes a los heridos. Estaban a salvo, o eso era lo que parecía. A su alrededor, la inexplicable matanza, que había atraído la atención de algunos no-muertos, apenas un puñado, que fueron despachados a tiros de pistola. Strafford bajó del caballo, y tras limpiar su sable con un paño, lo envainó, acercándose a su compañero.

-El general Tarleton decidirá que hacer con estos bribones traidores -dijo el sargento del pelotón- ¿Alguno de ustedes responde al nombre de Augustus Frederick o del doctor Morgan?

- Tiradas (1)
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31/05/2013, 01:49
Director

En su prudente retirada más allá del coche de caballos, las hermanas Butler se tropezaron con un cuerpo al que todavía le restaba algo de vida. Se trataba de la vieja señora Spooner. Augustus, que había ido tras su esposa Evangeline, la abrazó fuerte, pues había temido perderla. Luego, atraidos por el gemido lastimero, miraron hacia el cuerpo de la señora Spooner.

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31/05/2013, 01:51
Augustus Frederick

El joven médico se hallaba conmocionado por aquella matanza. Él no era un soldado, y no podía saber lo que significaba realmente que los hombres vivos y conscientes se mataran entre ellos a sangre fría. Sin embargo, había sabido comportarse con entereza, y con la valentía que le daban sus deseos de conservar tanto su vida como la de su nueva esposa. Se arrodilló ante la vieja señora, y tras auscultarla rápidamente se dió cuenta de que sus heridas eran demasiado graves, y que poco podía hacerse por ella en aquellas circunstancias.

Miró a las hermanas, y lentamente negó, con rostro apesarumbrado. Con un pañuelo en la mano, se apretaba la brecha que tenía en la cabeza, tratando de detener el flujo de sangre.

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31/05/2013, 01:54
Señora Spooner

La vieja señora Spooner, que las había criado desde pequeñas como si fueran sus propias hijas, reclamó con un hilo de voz a Katherine y Evangeline. Tomó la mano de la primera, a la que sabía tierna y con buen corazón. Tenía el pecho lleno de heridas a causa de los pisotones de los caballos, pisotones que la habían destrozado por dentro. Quebrada una pierna, no podía tenerse en pie. Tosió sangre un par de veces.

-Escuchadme... bien... -dijo, tratando de recobrar cierta compostura para unas últimas palabras.

Las miró con gesto cariñoso, el mismo gesto que componía cuando eran niñas y las levantaba del suelo cuando lloraban por haberse caído.

-Estoy... tan orgullosa de vosotras -volvió a toser- De las mujeres... en las que os habéis...

Tosió mucho, y le rogaron que no hablara. Pero ella negó con sorprendente vehemencia.

-El cielo me bendijo... con vosotras. Sed felices... sed...

La vida se le escapaba, y podían sentirlo. Cerró sus ojos, y susurró unas últimas palabras, que no alcanzaron a escuchar. Dió entonces su alma, dejándolas con una intensa desazón en el corazón. Comprendieron que, más que sus propios padres biológicos, aquella mujer había dado su vida para darles el amor que ellos no supieron o pudieron darles. En aquel caos, en aquel terror indescriptible en el que estaban sumidas, las hermanas Butler comprendieron al fin lo que era realmente importante. Más allá de su propia educación nobiliaria, del oropel y la soberbia de la clase alta. Los auténticos valores que anidan en el corazón de los hombres. Por eso, las lágrimas acudieron a sus ojos, sin que pudieran remediarlo.

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31/05/2013, 02:04
Mr.Templeton

Templeton recobró el conocimiento, y lo primero que hizo fue removerse, buscando con la mirada a Georgina. La halló todavía con el talwar ensangrentado en su mano, manchada su muselina con la sangre de sus enemigos, alterada, con la respiración agitada.

-Georgina... -dijo, tratando de levantarse.

Se dió cuenta entonces de la matanza que había a su alrededor, y las claras evidencias de que su joven esposa había matado para defender su vida. Contempló entonces el cuerpo de Kapoor, que era para él un amigo y compañero de viaje. Respiró hondo, como haciéndose cargo de la situación. Los dragones habían tomado prisioneros al resto de yeomen, y uno de ellos le dió agua. Él lo agradeció con un asentimiento.

-Georgina, ven... ya ha acabado.

Lentamente, pudo levantarse, y se acercó a ella. Había visto aquella reacción en otros soldados, en la guerra contra los marathas. Estaban fuera de si, llenos de ira, de rencor.

-Georgina, soy yo... tu esposo. Tranquila...

Se acercó y tomó la mano que sostenía el arma. Con un susurro la desarmó, y luego la abrazó fuerte.

-Le incineraremos al estilo sikh, él lo merece. Dió su vida por nosotros, mi amor, para que podamos tener un futuro. Nunca le olvidaremos.

Miró al resto de sus compañeros, como solidarizándose con su situación. También miró al capitán Strafford y a sus hombres.

-Nunca os olvidaremos.

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31/05/2013, 02:12
Sir Barnabas Morgan

El viejo y cojo doctor se había convertido en uno de los héroes de la jornada. Casi sin pretenderlo. De hecho, pensó que acabaría traspasado por varios disparos, o cayendo cuando los caballos asustados movieron el coche hacia delante. Pero en realidad había matado a un buen puñado de aquellos malnacidos, y ahora se secaba el sudor de la frente sin bajarse del techo del coche.

-Nos ha encontrado. Sir Barnabas Morgan, para servirle. Y ahí tiene a mi sobrino -contestó al militar.

Este se acercó a él y le ayudó a bajar del techo, echándose la carabina al hombro.

-Me alegro, estábamos buscándoles -dijo- Por orden del general Tarleton, ahora al mando de Fort Britannia. Debemos conducirles a su presencia, para que puedan auxiliarnos con información acerca de una cura de la que nos habló el mayor Strafford.

El doctor asintió, despacio. Luego sonrió con cierta jovialidad, palmeando su espalda.

-Creo que tenemos justo lo que esperan. Y no solo una cura, sino también una vacuna. Hemos redactado varias copias firmadas de un manifiesto donde se informa de todo ello, y de nuestras ideas en torno a como detener esta plaga.

El semblante del sargento se iluminó tras el mostacho al escuchar aquello, y compartió una mirada de optimismo con Strafford.

-Mayor*, creo que le debemos una disculpa. El viaje ha merecido la pena.

Notas de juego

*Os llama la atención porque Strafford era capitán hasta ayer, y todavía lleva charreteras con ese rango.

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31/05/2013, 03:25
Narcisus Strafford

A Narcisus le tocó fingir como nunca lo había hecho en toda su vida. No le quedaba otra. Si se mantenía adusto e impertérrito ante aquel despliegue de acontecimientos ni toda la suerte del mundo le permitirían volver al fuerte y seguir siendo, sin más, el Mayor Strafford. Sería sólo el monstruo que no sentía compasión, ni congoja, ni vergüenza. Sería sólo la sombra de los hombres de su familia, y no podía permitirse vivir al acecho del sudario de la noche. Sería cuestión de tiempo que le declarasen inválido por trastornos mentales.

Así que lloró. Una lágrima o dos, mirando al cadáver de la señora Spooner. Nada que no fuese creíble. Nada que no le hiciese parecer humano dentro de sus parcas posibilidades a ojos ajenos. Sólo se permitió intercambiar un atisbo de levantamiento de labio ante Evangeline, a quien dedicó una mirada rapaz de soslayo.

Te veo.

Se acercó a su compañero de armas y le tendió una cantimplora de agua y una venda, para limpiar la zona de la herida. Una deferencia notoria siendo él, con su arma envainada y obviando como si fuese un muñeco el cadáver de Sir Patrick.

- ¿Está bien, Capitán Connor?- preguntó con un único y solitario deje de verdadera humanidad en su timbre de voz.

Palmeó el hombro de su compañero y le animó. Tras ello miró a Templeton, y le entendió. Ese hombre era inteligente. Noble y educado, sí, pero astuto. Veía en su trato hacia Georgina lo que estaba pretendiendo, aparentemente y verdaderamente, pero guardó silencio al respecto sin mudar la expresión. Eso era algo que Strafford había visto hacer con anterioridad. Algo que él mismo había intentado en tantas ocasiones.

- Me alegra, dentro de lo que cabe, que piense así, Sargento- dijo desviando el rostro para encararle.

Por supuesto, quería haber dicho algo como "Por supuesto que ha merecido la pena" o "Yo nunca me equivoco", pero guardó silencio. En parte porque no quería mentir al respecto. Y sin embargo, ardía en deseos de averiguar la veracidad de las palabras sobre la vacuna y, tras confirmarlo con otros, inyectársela él mismo. Y a Connor.

- Sir Barnabas, creo que debo darle las gracias. Inglaterra está en deuda con usted- aseveró, ciertamente satisfecho de que aquella utopía se manifestase en sus narices, pero siendo solemnemente protocolario.

Aquello sería un gran servicio para su trayectoria profesional y para el futuro del país. Del mundo entero. Y a un precio ínfimo en comparación con la magnitud que podría haber alcanzado. Para Narcisus las muertes que acababan de tener lugar y que habían estado salpicando toda Europa no eran nada en comparación con lo que se avecinaría si no revertían el estatus quo.

Por dentro, sonrió. Volvía a ser parco en palabras. Todo un triunfo. Pensó en comandar el camino de vuelta, pero decidió esperar unos instantes. Allí había quien tendría necesidades humanas que manifestar. No así Strafford, pero lo entendía.

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31/05/2013, 10:49
Georgina Templeton-Sedley

Cuando Templeton se acercó a ella estaba golpeando el pecho de un soldado moribundo, no paró hasta partirle el esternón y poder introducir su mano en él. Le costó trabajo pero le arrancó el corazón, no era ella, era la bestia de su interior que día a día durante años se había alimentado de su odio, un odio creciente que esa noche era tan inmenso como el universo mismo.

Estaba bañada en la sangre de los miembros que había cercenado por doquier, de hecho bajo sus pies aún se escuchaban los quejidos ahogados de aquellos que habían caído presa de su filo. Patrick quiso abrazarla pero ella se apartó, mirandole de un modo verdaderamente inquietante, mantuvo la distancia estirando el brazo y volvio a ponerse en pie. Con el talwar en una mano y estrujando la viscera en la otra alzó la voz

- ¡¡¡Iṅgalaiṇḍa!!! Cūhē bhūmi, samudrī ḍāku'ōṁ kī māṁ ¡¡¡Maiṁ śāpa!!!
Yaha sirpha śuru'āta hai, Ēka hajāra kīṭa nāśa hōgā, Dēvatā'ōṁ āpa āpa bōnā durbhāgya kē li'ē mūlya kā bhugatāna kara dēgā Pr̥thvī kē cēharē sē apanā nāma haṭānē kē li'ē
¡¡¡Mērā nāma ji'ōrjinā hai kē rūpa mēṁ maiṁ kasama khātā!!!*

Gritó fuera de sí, se le rompió la voz y las fuerzas le abandonaron, entonces volvió a ser ella. El irlandés la tomó de la mano y la abrazó antes de que se desplomara de rodillas sobre el suelo llorando

-Me habeis convertido en un monstruo...

sollozaba. Se dejó arrullar, no podía mantenerse en pie, estaba desolada, agotada hasta el extremo. Sin embargo no se desdecía de ni una sola de las palabras dichas, desde ese momento habría una sombra oscura dentro de ella, una sombra que ocultaría tras la máscara social que había aprendido a usar todos esos años entre los Butler. Serpentearía bajo la alfombra de aquel país al que no pensaba regresar jamás sembrando para crear futuras tempestades.
Templeton pudo ver ese fondo frío y lleno de odio en sus ojos llenos de lágrimas, supo del duro trabajo que le esperaba, su mujer tenía el corazón indómito de oriente.

-Estas vivo... gracias a Dios...

susurró acariciendole la cara para luego abandonarse a un llanto extenuado, tenía frío

Notas de juego

*¡¡¡Inglaterra!!! tierra de ratas, madre de piratas ¡¡¡yo te maldigo!!!
Esto no es mas que el comienzo, una y mil plagas te asolarán, los dioses te harán pagar el precio de la desgracia que siembras hasta borrar tu nombre de la faz de la tierra
¡¡¡Lo juro como que mi nombre es Georgina!!!

(no se xq una de las frases en hindi no se copia bien :S)