Partida Rol por web

El hombre te mira y frunce el ceño. A pesar del evidente dolor por la pérdida de su hijo, notas cómo logra que se imponga su disciplina marcial y ves cómo tensa sus músculos.

- ¿Quién eres? - Pregunta secamente. - Mi mujer ha ido a hablar en persona con la maestra Svletana, así que es evidente que no ha sido ella quien te envía aquí.

A pesar de estar detrás de la puerta, reconoces su postura, pues tú mismo la utilizas de vez en cuando. El explorador es un experto luchador con armas cortas y, por lo que puedes ver, practica las mismas técnicas con sus dagas que tú mismo con tus cuchillos.

Te preguntas hasta qué punto la agresividad del oficial Vangrant se debe a cogerte en tu mentira o al descubrimiento de la muerte de Alex. De cualquier forma, sabes que un animal herido reacciona de forma agresiva y, a menudo, imprevisible, así que no tienes muy claro cuales son las posibles reacciones de este hombre de gesto enloquecido.

A Ledoma nunca se le ha dado bien entrar con engaños, la palabrería fluye con facilidad de su perversos labios, pero su aspecto y sus maneras son demasiado inquietantes… incluso repulsivas… y siempre acaba generando alarma en su interlocutor. Así que una vez más ve confirmado que la única forma válida de relacionarse con los demás es mediante la amenaza o la extorsión. Aprendió esa lección desde su más tierna infancia, obligado a buscarse la vida en las duras calles de Uldholm, sin recibir jamás ningún favor gratuito, ningún cariño sincero, ninguna sonrisa que no fuera interesada. Pero es que así es la vida. Esa es la única verdad universal. Todo hay que arrancarlo por miedo, o negociarlo por un interés egoísta…

Este hombre es peligroso. Salta a la vista. Y desde luego no parece de los que se doblegan ante una amenaza. Además, Oligis no saca nada con un enfrentamiento ahora, muy al contrario, le interesa llevarse bien con el entorno de los magos, o corre el riesgo de perder la conveniente colaboración de la Maestra Svetlana. Así que opta por lo más lógico: ofrecerle lo que más desea en estos momentos, algo que un hombre como él no va a poder rechazar…

- Estáis en lo cierto, Oficial Vangrant, no sirvo al círculo de los magos – reconoce, obligado por las circunstancias – Pero no soy vuestro enemigo, al contrario, vengo a investigar las condiciones de la muerte de vuestro hijo… y a ofreceros algo que sólo yo tengo posibilidades reales de lograr – hace una pausa dramática… y añade las palabras que está seguro más desea oír en estos momentos – Os ofrezco el castigo sobre los culpables. La venganza que todo padre que pierde a su retoño necesita obtener – sé que ansía tanto lo que le propongo que olvidará todo lo demás – No soy un hombre decente, cierto… y por supuesto no vengo en nombre de quién os he dicho… pero ningún ciudadano honesto de Uldholm puede llevaros ante los asesinos del joven Alex – doy el toque final a mi propuesta – Ya que sólo una sucia alimaña puede dar caza a otra, en este miserable submundo…

Mantengo una pose defensiva en todo momento, por si la cosa no funciona...

El hombre frunce el ceño y ves cómo por un momento aprieta su puño, pero un instante después agacha la cabeza, agotado.

- Lo siento señor... - titubea al darse cuenta de que no sabe tu nombre, pero no parece darle importancia. - No necesito ninguna alimaña para cazar a nadie, pues soy bastante capaz de hacerlo por mí mismo. Pero llevo varias semanas buscando a mi hijo en esta ciudad, removiendo cielo y tierra para encontrarle, sólo para enterarme de que volvió a salir de estos muros y murió de vuelta en los Yermos Truil.

Niega con la cabeza.

- Ahora mismo no necesito venganza. Necesito estar con mi esposa y consolarla hasta que vuelva al frente. Cuando regrese a la Frontera, ya me tomaré toda la venganza que pueda de los salvajes que mataron a mi hijo... - Ves cómo vuelve a tensarse al pensar en los truil, pero en seguida se relaja una vez más y empieza a cerrar la puerta.

- Ahora, si me disculpa, tengo cosas que hacer.

Hago una sobria reverencia y me retiro.

No hay nada más para mí aquí...

Sin embargo la información es sorprendente, a falta de una mejor palabra para definirla. Así que el joven Alex no cayó en las calles de Uldholm, como pensaba, sino tras haber regresado a los Yermos Truil, donde había hecho aquel extraño descubrimiento acerca de la magia, que parece estar detrás de todo este misterio...

Interesante. Y preocupante a partes iguales.

Pero no saco nada con seguir tirando de este hilo de la madeja, tal vez podría intentar llegar a quienes trajeron el cuerpo, pero me llevaría demasiado tiempo y lo de esta noche está casi encima...

No, mejor vamos a hacer saltar la trampa de ese maltito Cerro de Oro para ver si la gente de Asceltis reacciona, allí mismo o en cualquier otra parte. Es una jugada a ciegas, pero sigo pensando que por ahora se trata de nuestra mejor estrategia. La única posible, la verdad... Y de paso le daremos su merecido a aquel cabrón de posadero que osó plantarme cara, con aquella desfachatez. Y amenazarme. Nada menos que a mí... vamos hombre...

El miserable hombrecillo se sonríe en silencio, saboreando por anticipado su mezquina venganza personal, tras haberse sentido humillado en presencia de testigos... una rencilla absurda que poco tiene que ver con la auténtica guerra que se está gestando. Pero bueno, si es capaz de hacer coincidir trabajo y placer, tanto mejor...

Además, no tengo duda de que nos esperan unos dias bastante intensos, en los que dormiré muy poco. De modo que voy a intentar adelantar algunas horas de sueño...

Vuelves a casa y descansas un rato, intuyendo que no vas a tener mucho tiempo para hacerlo más adelante. Esta noche te espera tu venganza contra el posadero, pero sin duda es un plan sólido para atraer a Asceltis y atrapar a la mujer. Casi has olvidado las advertencias de la Mano y te niegas a pensar en todo lo que puede ir mal en esta maniobra.

Por fin te levantas y te preparas para el ataque a la posada. Sales de tu habitación y ves cómo tus aprendices se reúnen en el salón de tu casa. Sabes que han ido llegando aquí poco a poco, de forma suficientemente discreta como para no llamar la atención.

- Señor - dice Hannah, probablemente la más destacada de todos tus aprendices. - Esperamos las instrucciones para el ataque.

En la mesa han dejado un plano de la posada, separado en las dos plantas del edificio que hace esquina e incluyendo las calles adyacentes.

El Rey Sombra se conduce con una seguridad apabullante, muy puesto en su papel…

- Nuestro plan de acción es sumamente simple, quiero que hagáis uso de lámparas de aceite para incendiar la posada del Cerro de Oro – dice con una sonrisa malévola – Arrojadlas desde todas direcciones, sobre sus paredes maestras, al tejado o al interior, por cada ventana u obertura… pero dejad libres las puertas para que puedan evacuar el edificio, nuestro objetivo es hacerles salir… pensad que estamos agitando el avispero – y añade con aire maquiavélico – Pero llevad preparados dardos o dagas impregnados de Curare (Monkeydrop) por si nos interesa anular discretamente a alguien que parezca capaz de apagarlo a tiempo… Quiero que arda hasta los cimientos: el mensaje ha de llegar con claridad hasta Asceltis…

Y luego, a esperar una reacción…

Tus aprendices asiente y van saliendo poco a poco de tu casa. Antes de que se vayan todos, envías a uno de ellos a buscar a la maestra Svletana, quedando con ella a un par de manzanas del Cerro de Oro para discutir los últimos detalles antes del ataque.

Hannah es la última en salir. Cuando se dispone a hacerlo la llamas a tu lado y le coges del brazo. Iréis juntos hasta la posada, pues por la calle podéis pasar desapercibidos fácilmente como una pareja normal. Además, siempre es agradable caminar con la hermosa chica y no deja de regozijarte notar como, después de tanto tiempo, aún se estremece ligeramente con tu contacto.

Llegáis a los Barrios Medios y no tardáis en alcanzar el lugar donde os reuniréis con la hechicera.

La noche es oscura, pero no tanto como os habría gustado. Con el sol fijo en el cielo, siempre hay una ligera iluminación, incluso cuando el astro brilla con menor intensidad. Tan solo en las Llanuras Sombrías del Imperio, bajo el brazo que Heluso tiende hacia Milonda, o en las zonas más remotas de los Yermos Truil, más allá de las montañas de la Espina, se puede alcanzar la oscuridad completa, pues esas regiones nunca han sido bañadas por la luz solar.

Los Barrios Medios están en completo silencio a esta hora de la noche. La gente decente duerme en sus casas sin tener ni idea de lo que ocurre en el exterior. Claro que si supieran los planes que tenéis esta noche pocos de ellos podrían mantener el sueño.

Un suave aleteo resuena en el aire mientras la maestra lenguatormentas desciende para posarse junto al desagradable hombrecillo que la espera en una esquina, dispuestos a maquinar para asaltar la posada del Cerro de Oro, pues esa parece la única forma de hacer salir a la luz a la serpiente que parece ser Asceltis.

Ilsa va directa a la cuestión, con evidentes signos de incomodidad.

-Ha habido problemas con el reclutamiento, Oligis. Me he enterado de que Alex puede que esté muerto. Pensaba que el gremio sería más eficaz con ese asunto, y ahora hemos perdido un oportunidad de oro para contar con más hechiceros. Además de otras oportunidades que no era el caso comentar aquí.

Ilsa observa la situación replegando sus alas y pregunta:

-¿Qué tenemos aquí?

He de reconocer que todavía me maravilla la gracilidad de su vuelo. Pero entonces me ocurre como siempre que veo un pájaro, no sé muy bien por qué… pero me entran unas ganas casi incontenibles de cortarle las alas. Tal vez sea por simple envidia. Aunque sepa que es absurdo, que eso no me hará volar a mí, simplemente no puedo evitarlo.

Cuando la Maestra Svetlana toma tierra a su lado, el Rey Sombra saluda con una somera inclinación de la cabeza y muestra una sonrisa torcida ante sus palabras:

- Ya había recibido informes al respecto del hallazgo del cadáver del joven danzallamas, oficialmente en las lindes de los Yermos Truil – comenta malicioso – Incluso fui a darle el pésame personalmente al oficial Lazarus Vangrant…

Parece querer dejarle claro que nada escapa a los ojos y oídos de su oscura organización, el decimosexto Gremio… nada salvo el grupo de Asceltis, al parecer. Pero esta noche, si todo sale tal como se ha previsto, se le empezará a poner remedio a eso.

- Mi gente está preparada para actuar a mi señal… ¿Qué podéis aportar?

-Yo misma más otra hechicera que se encuentra en camino. ¿Debo entender, no obstante, que Asceltis se encuentra ahí? Porque de ser así...

Ilsa prefiere dejar las palabras en el aire, un silencio casi más elocuente que cualquier palabra.

-¿Qué ocurrió con Vangrant?

Pregunta hastiada del caso Straussen y evidentemente molesta de no poder aportar más contingente.

La hechicera hace un gesto y, de entre las sombras surge una figura que se aleja rápidamente de la zona. El Rey Sombra sonríe al reconocer a uno de los sirvientes de la hechicera, seguramente enviado a hacer algún tipo de recado para la maestra.

El Maestro Ledoma regala otra de sus empalagosas sonrisas mientras contesta:

- Oh, no tengo idea de dónde pueda estar realmente nuestra enemiga, lo único que sé con seguridad es que el Cerro de Oro está bajo su protección – susurra con aire de suficiencia – Y por tanto, verlo arder por los cuatro costados va a ser como prender una antorcha en la noche para reclamar su atención…

La metáfora es evidente: están jugando con fuego.

- Y con respecto al malogrado Danzallamas – continúa – Lo cierto es que no me tomé la molestia de seguir investigando, estaba demasiado ocupado planeando esta velada, pero como mínimo su progenitor culpa a los Truil de la muerte de su retoño – tuerce el gesto en una mueca y añade su opinión personal – Sin duda, han sido muy hábiles desviando las sospechas… esa gente se merece un respeto, será una lástima tener que erradicarlos por completo de la faz de Uldholm…

Ilsa levanta los hombros en señal de aceptación.

-Está bien, Oligis, mi compañera está de camino, pero creo que solo podemos ofreceros soporte adicional. Espero que tengas un plan preparado contra ese Adler.

Ilsa observa su posición respecto al Cuenco de Oro. En realidad hay tantos enigmas que resolver...

-Veremos qué ocurre.

Hacía mucho tiempo que no ponía en práctica las lecciones de estrategia de su maestro Argond. Ya había olvidado prácticamente todas las reglas, salvo la primera. Nunca ataques si no tienes clara la victoria.

Maldijo para sí. A estas alturas ya no le quedaba confianza en nada.

La hechicera alza el vuelo y tú te ocultas entre las sombras mientras tus hombres y los de Rallick se acercan a la posada. Hannah se queda cerca de ti, coordinando el ataque como tu lugarteniente mientras te centras en buscar a tu alrededor. La orden de encender las antorchas se transmite a tus hombres y ves algunos destellos que resaltan en la oscuridad de la noche mientras los asesinos entrechocan el pedernal para que sus chispas incendien el aceite que cubre la antorcha.

Sonríes pensando en tu venganza cuando una voz te sorprende a tu espalda.

- Maestro Ledoma... - no necesitas volverte para reconocer la voz, a pesar de que sólo la has escuchado en una ocasión. - No te alarmes, si quisiera hacerte daño ya estarías muerto.

Sabes que tiene razón. La maldita mujer se ha acercado a ti tan sigilosamente como un gato en mitad de la noche.

- No tengo intención de interrumpir tu sesión de esta noche, Rey Sombra, pero sí me gustaría tener una charla contigo.

Habla suavemente, aún a tu espalda. No te atreves a volverte, pero te fijas en Hannah, que parece ajena a lo que está ocurriendo, concentrada en seguir al resto de tus hombres con la mirada.