Partida Rol por web

Ves como tu compañero se acerca a un hombre y comienza a hablarle pistola en mano. El hombre cuenta con una barba frondosa y un bate de béisbol ensangrentado.

Al oír al tipo de detengo súbitamente mirándolo serio girando los ojos pero no tanto el cuello, y respondo simplemente: -No lo sé. Y con la misma seriedad continúo caminando hacia el almacén, pero añadiendo sin perder la vigilancia a mi alrededor: -¿Quiénes sois? ¿Tenéis cosas también en el almacén? Y...¿sabéis algo de toda esta locura?

Nos acercamos hasta el almacén y entonces vimos a un hombre con un bate en los alrededores, mi acompañante tenía su arma preparada y yo por instinto subí el cuchillo por precaución, se intercambiaron unas palabras y el barbudo hombre nos dio a entender que estaba tan perdido como nosotros y que poseía algo dentro del almacén, decidí responder por mi parte:

-Hey, soy Christiam, un gusto, nosotros estamos tan perdido como tú amigo, ¿estás solo?-

La pregunta se me clava en el corazón como un puñal oxidado que se retuerce, como una bala que penetra con eficacia pero que no atraviesa, y en vez de eso envenena la sangre. Con sumo pesar contesto casi para mí mismo: -Solo...sí. Ahora sí. -pero entonces levanto la cabeza con una amarga sonrisa ladina para añadir: -¿Perdido? No...no estoy perdido en absoluto. -y retomo mi camino con renovada decisión...y sed de venganza.

El almacén es un terreno de grandes dimensiones. Dos o tres hileras de garajes cubren la zona, con la mayoría de estos cerrados. Una serie de cajas se apilan a modo de contenedor de viejos objetos. La tranquilidad parece reinar en los almacenes, aunque conociendo a estos seres, el silencio es lo peor que podría existir.

La puerta de la verja se encuentra abierta, por lo que la entrada al recinto no supone problema alguno. Jonathan entra mientras que Bill y Christiam se mantienen en medio de la calle dudando sobre qué hacer.

Sin duda sería buena idea asegurar la zona...pero si me encuentro un hijo de puta caníbal de esos quiero reventarle la cabeza, y ojalá pudiera a escopetazos...aunque quizás el ruido del disparo los atraiga de haber más...¡Que les jodan, que vengan todos si les da la puta gana! ¡Que vengan todos a morir de una puta vez! Con el ceño fruncido y preso de la ira me dirijo presto a mi respectivo garaje para coger todo lo que haya que me pueda ser útil deseando encontrarme allí mi vieja escopeta. Sin embargo si me encuentro uno por el camino lo evito de ser posible, y si tengo que pasar cerca de alguno le intento golpear fuerte en la cabeza para matarlo, sin escrúpulo alguno, pues así fue como ellos se llevaron a mis amadas.

Continúas andando hacia tu garaje. En el siguiente garaje, anexo al que te pertenece, oyes el revolver de cajas. Parece que está abierto, y los golpes contra objetos se acumulan. Mientras, la puerta de tu garaje, imponente, se encuentra cerrada frente a ti. Una puerta oxidada, de un gris oscuro como los tiempos que se avecinaban, se situaba guardando tus tesoros. Al menos los tesoros que te quedaban...

Al ver la puerta cerrada me alegro pensando: -Bien, mis cosas están a salvo. Pero...¿me habré acordado de traer la llave? Como se me haya olvidado me cago en todo. Me empiezo a mirar los bolsillos y me asusto al oír los ruidos de al lado. Agarro el bate fuertemente con ambas manos, miro hacia todos lados para sentirme algo más seguro y evitar una sorpresa por la espalda, y me asomo cautelosamente para ver si el que hace los ruidos es humano...o un monstruo caníbal al que destrozar. Te reventaré la puta cabeza, cabrón...

Al asomarte al garaje anexo puedes ver la viva imagen del sufrimiento. Una mujer, abierta en canal, deja entrelucir sus instentinos e hígado, los cuales cuelgan y se acumulan frente a ella. Tumbada se halla, mientras un ser putrefacto y con graves quemaduras toma de sus hígados como si se amamantara de ella. Llega a parecer un culto religioso la forma en el que trata cada una de las partes que ocupaban un hueco en el cuerpo de la mujer.

El ser no se había percatado de ti. Demasiado ocupado se hallaba ocupándose de esa preciosa joven de larga melena castaña. De vez en cuando, del regusto golpeaba una caja con la pata al estirarla a modo de satisfacción.

Ante la imagen, te repugnas levemente pero consigues mantener la compostura y no te echas atrás. Tu decisión y empaque te permitía superar la situación.

Al descubrir la escena que el garaje ocultaba me quedo estupefacto, quieto en el sitio, durante un instante que parece una eternidad. Cada medio segundo es un nuevo movimiento del monstruo carroñero y un nuevo fogonazo en mi mente, fogonazo que no me trae sino el terror que al recuerdo acompaña: la muerte, tan horriblemente similar, de mi amada hija y de mi amada esposa. No soy yo, sino el furioso e imparable odio que me consume por dentro el que me permite reaccionar, alzar bien alto el bate mientras me acerco a él con cautela y golpearle con él en la cabeza con toda la fuerza que soy capaz de reunir...sin avisar, sin gritar, sin decir nada, sin ser dueño del todo de mí mismo y sin titubear lo más mínimo. Intento golpear una, y otra, y otra vez cada vez con más furia hasta derramar sus sesos por todo el lugar, liberándome a mí mismo y gritando finalmente: -¡¡MUEREEE SUCIO MONSTRUOOO!!

Saltas por detrás del zombie y comienzas a golpearle con saña mientras el bicho intenta evadirte en vano. El ataque por sorpresa ha hecho que éste se suma a tu arma y sufre la ira que contenías. Empiezas a golpear su rostro con saña mientras este ve su cuerpo ser destruído literalmente por los golpes. Tras asestarle 4 severos golpes, el ser resulta inerte, con las costillas hacia dentro y el cráneo abierto. Ha sido cuestión de 6 segundos, pero pareces haber vengado a esa pobre mujer que se observa con ojos vacíos.

Golpeo una y otra y otra vez con furia hasta que la razón detiene mi brazo, bate alzado sobre el destrozado cadáver. Me quedo un momento hiperventilando, mirando toda la sangre y las vísceras, sin saber bien cómo reaccionar, mientras mi brazo baja solo lentamente. Entonces me giro repentinamente hacia atrás como si uno de esos monstruos me fuera a atacar, preso de la paranoia. Miro a mi alrededor, me quedo un instante en silencio escuchando atento algún ruido a mi alrededor...

(( y si no veo ni oigo nada o a nadie: ))

...y respiro hondo relajando mis respiraciones. Tengo que buscar la escopeta. ¡Tengo que encontrar la escopeta! Con el horror plagando mi mente y mis instintos tomando el control me dirijo rápidamente a abrir mi garaje.

No escuchas ni nada a tu alrededor que te llame la atención. El lugar parece encontrarse en calma. La situación parece relajada, por lo que decides volver a tu garaje con paso calmado, aun no sin antes patear la cabeza del zombie que de la multitud de golpes acaba rompiendo el último tendón que la sujetaba a la cabeza; rodando lentamente a través de la habitación.

Llegas a la puerta de tu garaje y la abres lentamente, no sin antes dirigir una mirada a los que te acompañaban, los cuales se encuentran inmóviles frente a la puerta. Abres el portón del garaje y puedes contemplar algunas cajas amontonadas, que contienen todas las cosas que ahí se hayan guardadas, la mayoría trastos sin más valor que el sentimental.

Las voces volvieron de nuevo, entró en un estado desinhibido, estado que rompió el crujido de aluno de esos seres masticando carne en la lejanía. Imágenes de su pasado volvía a su mente, algo que a cualquier persona hundirían en un estado de arrepentimiento que impedirían cualquier movimiento, algo que no producía ese estado en él.

-continuemos-dijo volviendo en si, su cara se tornó oscura y fría, su pasado le perseguía.

Acto seguido comenzó a caminar hacia el almacén sin percatarse de si el joven estudiante le seguía o no.

-¿Os importa? -les pregunto retóricamente sin ningún cuidado cerrando la puerta tras de mí, dejándolos fuera. Supongo que están asustados y no tienen ni idea de qué hacer ahora...¡Pero no es mi problema! No les vi ayudarme con el monstruo de al lado y no les veo hacer nada útil. A ver qué hay por aquí... Empiezo a buscar por todas partes, en las estanterías, en las lejas, en las cajas...por todas partes buscando encontrar la escopeta, munición y mi querido tabaco de mascar. Vamos maldita, aparece, ¿dónde coño estás? A ver...

Distingues una vara de metal, de un grosor respetable, al lado del montón de basura. Además, cuando Jonathan abre su garaje, puedes ver cajas en las que a lo mejor hay algo de utilidad.