Partida Rol por web

Afirmo suavemente a sus palabras aunque la última pregunta me pilla completamente por sorpresa. No respondo de inmediato sino que me tomo un tiempo para pensarlo. Cuando nos capturaron y nos dieron a los egipcios, y vi como luchó para que no nos separaran, creo que podría decirse que estaba enamorada de él. Luego el enamoramiento se ha ido durmiendo, en parte por saber que como esclava no se puede tener una relación fija, pues los celos te matarían, y en parte por ese aspecto tan posesivo que no me gusta en Zared.

Sé que siento algo por él ahora mismo, pero no sé qué tan profundo es ese sentimiento. Y en cualquier caso todavía pasarán años hasta que podamos recuperar nuestra libertad, así que espero en ese tiempo poder aclarar mis sentimientos. Pero hoy por hoy tan solo le veo como un amigo. Uno muy especial, pero solo amigo.

Aunque añado acercándome como si la estuviera susurrando, si has probado los penes romanos y te han gustado especialmente los grandes, deberías probar lo que esconde Zared.

-Oh no...lo siento pero...-sacude la cabeza con energía, su coleta se agita por el aire- No yazco con extranjeros. Ni con extranjeras, dicho sea de paso. Puedes pensar lo que quieras de mi, he aprendido a tolerar e incluso a admirar a los extrajeros...como a ti.- reconoce con un asentimiento- Pero sólo entrego mi cuerpo a los romanos. Si me ordenaran que lo hiciera con un extranjero, no me quedaría de otra, no me atrevería a desobedecer mas...no por gusto. Ya un extranjero me rompió el corazón nada más llegar a este ludus...¿puedes imaginar lo humillante que fue? No lo permitiré de nuevo.

Levanto una ceja sorprendida por su afirmación cuánto. Vaya, eso sí que no me lo esperaba. En fin, supongo que es un modo de protegerte para no enamorarte de ningún extranjero, el hecho de ni siquiera disfrutar del sexo con ellos. Pero la verdad me parece que los romanos también te podrían hacer lo mismo, así que no entiendo demasiado la diferenciación. La comprendo, por supuesto que sí, pero no la entiendo.

Livia se muerde el labio inferior, se recuesta de lado en la cama de Brinda y mira al techo, buscando las palabras adecuadas.

-Por mucho que pueda respetar a los extranjeros...hay cosas que no pueden cambiar. Mi sangre proviene del héroe Eneas, hijo de dioses...de cuya simiente nacieron Rómulo y Remo, estirpe de Reyes.- explica con convicción- Nada de lo que haga con mi vida ni con mi muerte pueden borrar eso; el común de los esclavos sois extranjeros, habéis sufrido a manos del imperio y eso tampoco puede cambiar. Nunca nos veremos como iguales, nuestros propósitos pueden ser los mismos y podemos formar poderosas alianzas, de igual manera que las filas del imperio se nutren cada vez más con germanos, hispanos y galos...pero nunca seremos iguales.

Me quedo escuchando y sonrío. Según nuestras leyendas nuestra sangre proviene directamente de la Madre Tierra, nuestra diosa más importante. Eso es algo común a todos los pueblos, creer que descienden de algún dios o algún héroe o algo similar.

De todos modos como te dije respeto tu pensamiento aunque no lo comparto. No todos los esclavos hemos sufrido a manos de Roma, algunos simplemente fuimos rescatados por ellos. Pero tampoco importa demasiado, lo que importa es el aquí y el ahora, y ahora estamos juntas en esto.

-Pues los demás están equivocados. -afirma, tajante, tal vez demasiado, el tema religioso y el orgullo de ser romano era algo que Livia llevaba muy metido en la sangre y en el fondo de su corazón.- Así nos han educado. Roma es un imperio porque los dioses nos han favorecido, siento haberte hablado así, no te lo mereces, es una buena mujer y guerrera, el espíritu de roma habita en ti, y me alegra que no veas a Roma como tu enemigo. Pero bien sabes que la mayoría de esclavos no lo ven así. Y por eso no puedo olvidarme quien soy...entonces perdería el respeto de todos y ya sabes lo que me ha costado ganarlo. Sólo con lo que le hice a Alina fui capaz de devolver la disciplina a estas celdas, ya lo sabes. Pero ello...-le toma la mano por el antebrazo, un típico saludo militar romano- ello no quita que estamos juntas en esto. Eres mi mano derecha, necesito que tengas fe en mi. No te dejaré atrás pase lo que pase.

Me sorprende su reacción pero no puedo evitar sonreír. Vaya forma más curiosa de verlo. Yo creo que mejor sería que vieras las cosas desde otro punto de vista: si las otras tribus han sido creadas por héroes o incluso dioses y vosotros las habéis controlado, significa que vuestro héroes y dioses son mucho más poderosos que los de esas tribus.

Por otra parte el tema de los espíritus y los dioses nunca ha sido algo que me importe demasiado. Pero debo reconocer que vuestros dioses me atraen, supongo que por eso estoy tan dispuesta a aceptar vuestra religión.

Y por supuesto añado cuando agarra mi antebrazo, aunque al principio no sé muy bien cómo responder pero simplemente la imito, me tendrás a tu lado siempre que no tengamos que enfrentarnos en la arena. Porque te considero más que una amiga, te considero una hermana.

-Si hemos de enfrentarnos en la arena...no vaciles.- le aconseja con un gesto sereno pero no enojado ni mucho menos- Debes hacer lo que sea necesario por tu libertad, siempre siguiendo los preceptos de nuestros amos. Si me derrotas en la arena y has de darme muerte, no vaciles, yo ansío de reunirme con mi padre y con mi hijo en los campos elíseos. Viviremos y moriremos como hermanas, no hay traición en una lucha en la arena.

Lanzo un suspiro y afirmo. Tú tampoco vaciles si tienes que acabar conmigo en la arena. Realmente toda mi tribu está muerta, así que me reuniría con mis antepasados y mis seres queridos en el más allá. No lo veo como algo desagradable.

Pero esperemos que ese momento no llegue, ¿vale? Y disfrutemos de los pequeños momentos que tengamos de paz, para que si el momento llega nos vayamos con la tranquilidad de haber vivido a tope hasta el último momento.

-No creo que llegue, el ludus no se puede permitir perder a sus pocos gladiadores en luchas internas, no creo que haya que preocuparse por eso.- afirma, bastante convencida y relajada a este respecto.- Pero en pocas semanas nos las veremos en el coliseo, aquello si será un reto, y debemos estar preparadas. Los combates por la marca no fueron más que un aperitivo sin importancia. El coliseo será nuestra oportunidad para alcanzar la gloria. Lo bueno es que allí no hay lugar a la humillación...si vivimos, nuestra vida cambiará para bien, seremos diosas en la tierra, se nos colmará de atenciones e incluso puede que disfrutemos de mayor libertad. Y si fallamos...bueno, moriremos sin deshonra, así que nada hay que temer.

Me quedo pensando en sus palabras. El Coliseo. Últimamente he oído hablar mucho de él, pero todavía no sé cómo es.

¿Tú has visto el Coliseo? pregunto a Livia con curiosidad. Yo la verdad es que no sé cómo es. Igual podrías contarme algo para hacerme una idea.

Por ahora prefiero apartar la conversación de lo que pueda suceder después del evento, prefiero centrarme en otros aspectos. Pero desde luego no pienso que una sola victoria pudiera darme la libertad.

-Es...inmenso.- dice, incapaz de encontrar una palabra que lo defina mejor.- Casi no se abarca la arena con la mirada y el ruido del público es...ensordecedor. Lamento que no pudieras venir conmigo y con Elia, el pater no lo permitió.

Niego un poco haciendo un gesto con la mano. No pasa nada, no somos libres de elegir. En cualquier caso será... no sé si interesante sería la palabra adecuada. Digamos que curioso ver cómo es. Es una lástima que no pueda recorrerlo entero, quisiera saber cómo funciona por dentro. Pero me conformaré con ver la arena. No negaré que me siento algo nerviosa pensando en ese día, así que estoy dejando pasar el tiempo sin pensar en él al menos hasta que se aproxime.

-Tal vez podamos, recorrerlo entero digo, algún día.- dice Livia pensativa.- Antes te dije que si lo hacíamos bien en el Coliseo eso podría comportarnos mayores libertades. Sé de gladiadores que tienen libertad para ir donde quieran en la ciudad si han cumplido con sus entrenamientos. El nórdico, un gladiador que trabajaba aquí podía salir sin vigilancia para hacer recados y trabajos para la casa. -explica con un encogimiento de hombros- Si demostramos lealtad, no creo que nos vayan a negar ciertas libertades.

Miro a Livia con curiosidad, descubriendo nuevas cosas de su cultura. Imagino que para eso tienen que pasar años, pero tampoco es que me importe demasiado; pienso seguir fiel a nuestros amos así que seguro que acabaré consiguiendo esos privilegios... si no muero en la arena, claro.

-...Y aún en ese caso...-continúa Livia las palabras de su hermana con respecto a morir en la arena- será una muerte honrosa tras una vida llena de emoción. Eso no lo puede decir cualquiera, mejor morir en la arena que en frente. Allí hay miles de soldados que quedan enterrados bajo la arena o el mar, sin cara ni nombre, sin saber si han sido dignos de los dioses. Al menos nosotras sabemos que si.

Y desde luego sería mucho mejor que mi destino con los egipcios. Terminaría muerta por alguna enfermedad venérea en caso de haber acabado en un prostíbulo, o decapitada o algo peor por el capricho de mi señor si me hubieran vendido a un harén.

Le debía mucho a Gallio por sacarme de allí. Así que al menos honraré su nombre convirtiendome en una gladiadora ejemplar. Así todos sabrán que sabía perfectamente localizar buena gente para convertirse en gladiadores, y quizá ensalce su nombre.

-Es una loable meta pero te aconsejo que no lo hables en voz muy alta.- responde Livia mirando alrededor un momento- El pater estaba bastante disgustado cuando hablamos sobre Gallio, no se qué papel jugó en la muerte de Camilia, tal vez ninguno, pero lo cierto es que es persona non grata para Flavius. Mucho cuidado. Agradece al imperio o a la casa Donicus cuando quieras honrar su memoria pero mejor que no pronuncies su nombre.

Sé lo que pasó con el pater y Gallio digo, agachando la cabeza avergonzada. Realmente pensaba que, después de muertos, las cosas que afectaban a la domina ya no importarían tanto al pater.

En mi tribu si alguien muere después de incinerarlo las cosas que se cuentan de él son simplemente recuerdos, tanto si son buenas como si son malas. Incluso nos animamos a contar las malas para protegernos y protegerle, y que llegue ante nuestra diosa sin ninguna mentira.

No me di cuenta de que aquí en Roma las cosas serían muy distintas. En fin, tampoco es que pueda cambiarlo. Así que dejemos el tema, tendré en cuenta tu consejo.

-Roma ni perdona ni olvida. - le asegura Livia a su compañera- Los muertos son ensalzados si eran patricios aparentemente buenos, pero también se deja su cuerpo a las alimañas si se les consideraba traidores a su casa, a su apellido...o a su imperio. Prueba de ello tienes en las cruces que nos mostró el pater días atrás. Por eso todos han aprendido a vivir con dos caras...la que muestran al gran público...y la que sólo los dioses conocen. Por suerte serán ellos quien han de administrar juicio a los que dejan este mundo...y sus actos en vida serán los que firmen sus destinos en manos de Plutón.

-Lo mejor que puedes hacer es aprender a hacer como ellos. Da siempre la cara que quieren ver...conmigo puedes ser sincera si quieres. Yo siempre te apoyaré mientras que tu camino a la libertad no perjudique a nadie de esta casa.