Partida Rol por web

-¿Traicionarte?.. ¿Por qué clase de serpiente me has tomado? -  hay un deje de indignación en mi tono -Además.. No olvides donde está cada cual. Cualquier decisión que tome será siempre adecuada a esa posición. Tienes mi confianza absoluta, y pocos hay que puedan decir eso..y si, sigues siendo mi paciente, y así será hasta que decida lo contrario - 

-Entonces no hablaríamos de traición, señora Cornelia.- cambia el tono, quizás entendido un rechazo entre líneas cuando la sacerdotisa habla de la posición. Suelta sus manos- Vuestra vida es más valiosa que la mía y si habéis de tomar una decisión que implique mi muerte, será por el bien vuestro, de Roma o de Manius. Tres cosas por las que estoy dispuesta a entregar mi sangre.- afirma con un cierto aire de disculpa en sus gestos. 

-Disculpad, señora si os he ofendido, no es apropiado usar la palabra traición refiriéndome a algo que pueda pasar entre vos y yo. No desde luego desde vos hacia mi.- suspira, chascando la lengua sabiendo que había metido la pata, pero lo afronta con deportividad.- Si no deseáis nada más de mi...-deja la frase en el aire, por si la mujer tiene otros asuntos o simplemente desea que se vaya.

-Desde luego que mi vida es más valiosa, pero eso no es lo que estamos hablando aquí por Júpiter - Me levanto bruscamente, demasiado, torciendo el gesto por el dolor. -¿Ves lo que has hecho? -  acusatoria, llevandome la mano al costado. -Te entrego mi confianza y me hablas de traición.. A mi.. ¿Crees que soy una advenediza? Mis antepasados son Roma.. Te he entregado mi confianza a causa de tu lealtad.. Casi parece que vaya a abofetear a la gladiadora, elevando el tono de voz cada vez más -nuestro vínculo es el mas estrecho que existe entre una Domina y una esclava.. ¿Como puedo traicionarte, si pongo mi vida en tus manos? - 

Respiro para calmarme y mitigar el dolor. -Estas disculpada.. Pero no toleraré otro desplante como este. 

La esclava baja la vista al suelo, avergonzada en sumo grado, clava sus uñas en el banco donde está sentada, furiosa consigo misma.

-Lamento profundamente mi falta, señora Cornelia...- se baja de la madera y termina arrodillada en el suelo, a sus pies, dejando que su pelo oculte su rostro y los puños cerrados sobre la baldosa, blancos los nudillos de tanto apretar.- No volverá a ocurrir, mediré mis palabras con sumo cuidado por el resto de mis días.- promete y hace una pausa con un largo suspiro.- Tan sólo quería explicar que, ya habiéndoos entregado mi lealtad y mi confianza, no me queda nada que no os haya entregado, salvo mi vida misma, y mi fe, que sólo puede ser para los dioses. Por favor, no hagáis más esfuerzos por mi causa...decidme qué puedo hacer para aliviar vuestro mal y lo haré.

-Levántate, una cosa es la obediencia y otra la sumisión. Livia puede ser obediente ¿pero sumisa?, tengo mis dudas, y así es como necesito que sea- 

-Por los dioses, no soy dada a la ira, y me has sacado de quicio-  acercándome a la mesita, sirvo dos copas y hago un gesto a Livia para que coja una. Bebo pensativa, observando a la gladiadora. -Sige hablando con franqueza, es lo que espero de ti, pero no pongas en duda mis motivaciones. ¿Que dicen el resto de gladiadores, que rumores corren?.. Iremos a conocerlos, ya va siendo hora que me conozcan - 

Era cierto, Livia no era una mujer sumisa, pero sabía cuando humillarse y ante quien si el motivo lo requería. Y por encima de todo, lamentaba haber enfadado a Cornelia hasta el punto de alterarla.

Suspira y se reincorpora despacio llevándose la mano al estómago para comprobar que sus puntos no se habían abierto y luego se acerca a la sacerdotisa, aún con el gesto algo compungido, su mirada recorre el cuerpo de Cornelia, no con intenciones lujuriosas, pero buscando las heridas que aquejaba, aunque el largo vestido lo complicaba. La gladiadora toma la copa que le ofrece y bebe un poco.

-Brinda es la única en que creo que puedo confiar ciegamente. Demuestra lealtad, desea alcanzar la libertad y está empezando a amar Roma. Tengo un buen presentimiento con ella.- toma un sorbo y con la otra mano se rasca la frente.- Luego está Horatius...me gustaría confiar en él pero...él fue un regalo de Mario para el ludus, no se si fue alguna clase de informador o al menos se quedó muy prudentemente al margen de todo lo ocurrido. No tiene ninguna herida y siempre permanece bastante callado y pendiente de lo que ocurre. No creo que pueda fiarme de él pero tampoco puedo demostrar mi animadversión con él precisamente porque quiero vigilarle.

Hace una pequeña pausa, por ahora había mencionado a los gladiadores que no necesariamente iban a causarle problemas.

-Luego está... Zared, que es amante o compañero de Brinda, creo que él hará lo que ella diga pero debió rogar a Flavius por su vida, lo que me lleva a pensar que fue parte de la rebelión, aunque luego recapacitara. Y finalmente...Alina y Drust. -su gesto se ensombrece, y su mirada se queda fija en algún punto de la pared.- No me fio nada de ellos, no aceptan mi autoridad, en ellos se ha quedado el germen de la traición. No tengo ninguna duda de que aprovecharán cualquier oportunidad para escaparse o para vengarse; si no tienen la oportunidad seguramente nada puedan hacer, no les veo lo suficientemente valientes...pero si les veo capaces de aprovecharse de una situación en marcha o una conspiración que venga desde dentro o desde fuera.

Atiendo las palabras de Livia, empezando a clasificar mentalmente. -Brinda.. Veremos si tus presentimientos son acertados. Traela, vamos a empezar a conocer el terreno-

Despido a Livia con un gesto de la mano mientras vuelvo a llenarme la copa. Antes que se vaya, añado una última cosa, sin llegar a mirarla. 

-Livia.. Eres el puñal que guardo bajo mi almohada.. No vuelvas a olvidarlo-

-No lo haré...- asegura mirándola a los ojos para finalmente bajar la mirada y deja la copa en la mesita, dispuesta a marcharse en busca de Brinda.

Con eso dicho, livia se retiro aunque no podria volver hasta mas tarde con su compañera gladiadora. Pero sin pasar de ese dia se encontrarian de nuevo.

Livia volvia de su viaje al medico cuando se encontro a Brinda en solitario en las celdas. Seria bueno para comentarle cosas...

La romana viene con paso enérgico pero no estaba enfadada ni parecía ser portadora de malas noticas, al menos esta vez.

-Brinda ¿puedes acompañarme? Alguien quiere verte.- le dice, misteriosa. Obviamente le había hecho la petición en forma de pregunta por educación y por el respeto que ambas se tenían, pero no esperaba una negativa y lo presuroso de su paso indicaba que debía ser ahora.

Observo como Livia se acerca con paso presuroso, pero cuando voy a apartarme para dejarla pasar se dirige directamente a mí. Por un momento me quedo descolocada, aunque sus gestos parecen indicar que no debo tener alguna represalia. Pero eso mismo me transmitían los gestos de Soenya y mira...

Sin embargo es evidente que no puedo negarme, e incluso contestar me parece una pérdida de tiempo, así que simplemente la acompaño preguntándome quién querría verme.

Aparece una sonrisa tranquilizadora en rostro de la romana e incluso llega a guiñarle un ojo a la negra.

-Tranquila, está bien. No hay nada de qué preocuparse. ¿Confías en mi, no?- pregunta pero relajada mientras caminaban de vuelta, alejándose de la zona de las celdas para ir a la enfermería donde las atendía el medicus o Verina.

Siempre, hermana respondo también con una sonrisa aunque quizá un poco nerviosa por lo desconocido. Porque aunque te digan que no es nada peligroso no puedes dejar de sentirte nerviosa ante algo que no conoces el qué va a ser. Esa es una de las partes fundamentales de cualquier buena historia de miedo, no saber qué sucederá a continuación.

Así pues sigo a Livia, extrañandome un poco que nos dirijamos hacia la enfermería. Aunque por otra parte es un sitio donde las gladiadoras podemos estar y que a la vez es sitio de paso de otros esclavos e incluso algún romano. Así pues veremos qué me espera.

Sin hacer esperar mucho tiempo, Livia vuelve a la enfermería acompañada de la gladiadora africana, Brinda. En el interior de la habitación se hallaba una patricia.

-Brinda, ella es la señora Cornelia, sacerdotisa de Mercurio, ya te he hablado de ella.- le dice a modo de presentación.- Ella ha insistido en conocerte.

Observo a la africana con detenimiento, era una de las dos que estaba en la arena aquel día. Vuelvo a tomar asiento con cierta precaución.

-Brinda.. Te he visto una vez.. Soy Elia Cornelia Plancina, y desde hoy soy la tutora de Manius Donicus. Vas a verme mucho por aquí. Que sea de buenas maneras o no depende solo de ti. Aquellos que me conocen saben que puedo ser una Domina generosa y tolerante, todo depende de que reciba-

-Vamos a empezar por algo simple. El día que asesinaron a la Domina Camila... Hablame de las horas previas.. Que se decía.. que te habían dicho sobre el combate-

Saludo con una inclinación de cabeza a la mujer mientras voy escuchando lo que dice atentamente. Así que será nuestra domina mientras el hijo de la anterior crece, entiendo. Aunque me pregunto en qué fuerza se apoyará para ser ella quién dirija el ludus y quién se convierta en tutora del niño. Porque al menos entre los míos, en una situación así, quien cogería el mando de la tribu sería el más fuerte y capaz como guerrero. Pero ya me he dado cuenta de que aquí las cosas son distintas.

Sus palabras me hacen ahora sí meditar un rato antes de hablar. Encantada de poder saludarla, Elia. Le deseo prosperidad y que los dioses estén de su parte para llevar su tarea a buen término. Aunque reconozco que pensé que quién se encargaría del ludus sería el pater.

Respecto a su pregunta, el mismo día de la lucha no escuchamos gran cosa. Creo que todo se había orquestado antes, porque de hecho ni siquiera supimos el tipo de combate que íbamos a tener hasta que llegamos a la arena.

Sin embargo días antes sí que había escuchado cosas preocupantes, Soenya buscando conseguir el apoyo de los gladiadores hombres e intentando aumentar el disgusto contra los guardias y en especial contra el antiguo jefe.

Agacho la cabeza un momento pensando si seguir hablando o no, pero creo que lo correcto es hacerlo y más si se trata de mi actual dueña. Yo trabajaba para Galio, buscando cosas interesantes en el ludus. Cosas bastante inocentes, pues sobre todo quería asegurarse de su matrimonio con la anterior domina. Pero eso me llevó a enterarme de esas cosas, aunque no tenía nada seguro y creí que tenía más tiempo. Reconozco que todavía me siento culpable por lo sucedido.

Livia permanece en silencio en un segundo plano mientras se produce el intercambio entre las dos mujeres pero está atenta a la conversación.

Algunas de las cosas que ha dicho Brinda son nuevas para la romana pero no comenta nada aunque echa miradas a Cornelia con cierta preocupación; la africana no estaba bien informada de todo y sus errores podrían llevar a meter en un lío algunas personas. No tenía remedio, Livia pensó que era mejor corregirla.

-Eso hubiera sido lo lógico, Brinda, que la señora Cornelia hubiera tomado el control del lugar en nombre de Manius, pero Roma nunca es sencilla. Aunque no quiere decir que nuestras vidas dependan en gran medida de la señora Cornelia, quién manda en el ludus es Faustus con observación de Flavius. 

-Galio.. ¿Que buscabas para Galio, Brinda? Supongo que ya sabes que está muerto.. Que curiosa actitud la tuya, sirviendo a alguien que no era la Domina del Ludus. Algunos podrían tomárselo como una traición y a los traidores los crucifican. ¿Informaste de los intentos de esa tal Soenya? Porque si no, también es traición.. Y esa traición acabó con la muerte de Camila. ¿Que pensará  su padre, o su hijo?  O yo misma sin ir más lejos. En menudo embrollo estamos metidas..¿Que tengo que hacer Livia Octavia.. Continuo escuchando a Brinda? - 

No tengo nada que ocultar, y por eso se lo cuento. Como ya sabrá yo fui un regalo de Gallio a la domina, y como tal me ofreció su apoyo para conseguir mi libertad influyendo sobre la domina cuando se casara con ella a cambio de que le informara de los hombres con los que se veía. Simplemente estaba preocupado porque su descendencia fuera suya.

Respecto a las sospechas que tenía sobre Soenya no me dio tiempo. La germana era la líder de las gladiadoras y mano derecha del doctore, y yo solo una recién llegada. Decidí que era mejor tener alguna información más verídica antes que arriesgarme con lo que podían ser simplemente malos entendidos.

Es evidente que, con lo que sé ahora, debería haber informado, pero con lo que sabía en ese entonces hubiera sido como ponerme en el poste para que me dieran latigazos. Creí que tenía más tiempo.

En definitiva, quizás se me pueda acusar de inactividad ante unas sospechas que no pasaban de ser sospechas, pero nunca de traición. Nunca me habría permitido traicionar a la domina ni a su prometido, fueron los primeros que me trataron bien desde que me capturaron.