Partida Rol por web

Con mucha ayuda de Verina te encontrabas en tu celda, con la espalda para arriba. El dolor seguia siendo importante en ese moemnto y no te imaginabas como podrias dormir esa noche. Necesitarias algo para ese dolor. Junto a ti se encontraba Verina viendote con mucha lastima.

"Porque haz hecho algo asi? Sino fuera por la extraña piedad del Doctore esto habria terminado muy diferente." te recriminaba ella, tocandote el rostro con cariño como si estuvieras a punto de morir. "Hoy debiste ser una estrella, no tienes que juntarte con el sacerdote. Sera tu perdicion."

Octavia termina tumbada bocabajo en el duro camastro de la celda, ahora que era de noche podía sentir el frío del interior del edificio. Nunca le había parecido que hiciera tanto frio por la noche...debía ser por la perdida de sangre. Estaba paliida, con una fuerte sensación de mareo que aumentaba si intentaba cerrar los ojos. Si definitivamente sería un milagro pode dormir esta noche.

La voz de Verina la ayudaba a mantener la mente ocupada y trabajando, lo que parecía distraerla del dolor.

-Yo...no puedo explicarlo, Verina. Ya en la fiesta sentí una conexión con él...es como si los mismos dioses me empujaran en su dirección. Temí que ellos me hubieran abandonado pero cuando hablé en la fiesta sobre lo que estaba mal... sólo él me escuchó. Sus palabras sobre la guerra y Marte han producido un...un incendio en mí. Creo que Marte es mi camino y él...¿Porque iba a ser mi perdición seguir a un sacerdote?

Verina te miro y habia algo que parecia dolerle al escuchar esas palabras de tu parte. De cualquier forma siguio hablando.

“Los demas no podiamos hablar solo obedecer. Lo lamento si parecio que estuvieramos de acuerdo.” comento ella en su defenza pero viendo tus ojos y tal vez pensando que no es suficiente. “Porque Marte es el dios de la guerra, ya te dije antes que tanta pelea podria llevarte a la muerte. No deberias esperar de Marte respuesta.”

Suspira pesadamente, entendiendo que sus palabras podrían doler a Verina y no deseaba hacerle daño, pero tenía la cabeza tan embotada que sus palabras parecían salir sin filtro ninguno. Traga saliva y vuelve a toser, manchando un poco la sábana con su saliva sanguinolenta, pero no le dió importancia.

Toma la mano de Verina y la aprieta con las pocas fuerzas que le quedan:

-Lo siento. No pretendía decir eso. Se que a ti no te podía parecer bien...- dice girando la cabeza cuánto puede para mirarla a los ojos.- Ahora soy una gladiadora, Verina...por esto te pedí que no...que no te enganchases a mi. Podemos disfrutar el presente cuanto queramos...pero algún día lo más probable es que muera en la arena a manos de alguien más fuerte o con más suerte que yo. Lo que le ha pasado hoy a Adonia...podría haber sido yo. Si Duilius me hubiera dado los veinte latigazos... probablemente ahora no estaríamos hablando. Creo que esto sólo son señales de los dioses...quieren mantenerme con vida para cumplir algún propósito. 

Ella devuelve el gesto y aprieta con ambos manos la tuya, conteniendola.

“Claro que podemos disfrutar el presente y lo haremos cuando te recuperes...” dice dandole un beso cariñoso a su mano mientras seguia escuchando.

“Por supuesto que son señales de los dioses, pero de que dioses? Pueden ser otros los que te cuidan de cierta manera.” pregunto mas para hacerla pensar un poco y tal vez moverla de marte a otro dios. Otro que no tuviera a ese sacerdote. “No se bien quien movio al Galo o te permitio esquivar todos los ataques del cristiano. Pero temo que pienses que haya sido por la voluntad de ese sacerdote.”

Dicho eso y tras mirar hacia afuera se acerco a ella acercandose a ese oido. “Se algo de este hombre.”

-No lo sé...no te entiendo Verina...¿qué tienes en contra de Marte?- pregunta ella, algo preocupada por las palabras de la sirvienta- No se qué puede tener de malo querer abrazar la fe en el dios de la guerra...creo que es él quien intenta guiar mi destino...empiezo a pensar que él me inspiró para liberarme de mi marido... ¿qué sabes del sacerdote? No parece ser un mal hombre.

“No tengo nada contra Marte, no te equivoques. Solo que no le he rezado mucho, es mas para los hombres.” comento ella en ningun momento discriminado del todo al dios aunque si a quienes le rezaban. “Esperemos que si en verdad te guia lo haga bien, que sepa que eres mas que una luchadora.” te dijo sonriendote, sin duda ella te veia como mas y tal vez distinta a lo que te sentias.

“Que ha venido aquí. Ya habia visitado el Ludus antes y se a cogido a Marcia.” le responde.

La gladiadora sonríe suevamente y se esfuerza por cambiar de posición y ponerse un poco de lado, haciendo que algunas heridas le rozaran un poco con las sábanas lo que hizo que apareciera una mueca de dolor en su cara, por lo que se detuvo en su movimiento, aunque quedó algo más girada:

-Si, Marte es un dios masculino... pero creo que aprecia la guerra por encima de todo y creo que quiero dedicarle mi vida...no quiero volver a sentirme débil y vulnerable.- dice convencida, sus palabras sonaban serias aunque nada tristes, había una llama prendida en sus ojos, una chispa de determinación.- Si Mars ha yacido con Mercia...me da lo mismo. Yo no amo a Mars...el hombre es imperfecto, no importa. Yo tampoco soy perfecta, yo te he amado a ti...y también a Duilius.- le confiesa bajando la voz a Verina, Livia cree que la sirvienta tiene derecho a saberlo- no sé cuánto me queda de vida, pero no quiero pasarla perteneciendo a nadie en el lecho de forma exclusiva. Ya no.

Suspiro pero parecio entender porque lo seguias, aunque igual no gustaba. “Si eso te ayuda no te lo voy a negar. Cada una reza al dios que le ayuda y guia. Solo te pido que ignores a los demas.” comento acariciándote tu mano, que ya iba marcando tu alejamiento de tu vida anterior, ya no era tan suave como la de Velina.

La confesion de su amor por Duilius la sorpresa, mas que lo anterior. Sus manos la sueltan y sus ojos se cierran por un tiempo sin abrirlos aunque vuelve a hablar. “Por los dioses Livia. No te pensaba de esta forma...” comenta ella. “Pero eso explica lo del galo.” ves que se toma la cara como si quisiera pensar un rato sin mostrar sus sentimientos en el rostro. De re pente quedaron en un silencio que se veria quien lo cortaria.

Livia se muerde un poco el labio inferior y hace un terrible esfuerzo por incorporarse, aunque como consecuencia algunos de los cortes que habían empezado a coagularse, se abren y la sangre vuelve a fluir un poco más, pero no parece darse cuenta, salvo por el acceso de dolor.

-Verina...yo no...no estoy enamorada de Duilius...siento...no se lo que siento por él...es complicado pero no le amo, no al menos en exclusiva ni mucho menos...hay sentimientos pero no pienso volver a permitir que esos sentimientos me impidan hacer lo que yo quiero. Y yo no quiero atarme a nadie.- alza las manos con cierta urgencia aunque el dolor la atraviesa al obligarse al mover la piel de la espalda- Necesito que guardes este secreto Verina...nuestras vidas dependen de ello. Además probablemente ya no haya ningún secreto que guardar, pues dudo que el doctore vuelva a querer saber nada de mi. Quizás sea mejor así, no debí acercarme a un extranjero.

Haciendo caso a la domina te vas hacia las celdas, un sirviente con medicinas esta cerca tuyo. Te lo encontraste en el camino. Ambos llegan a las celdas con vos pasando antes que el hombre. Lo primero que ves es luz en la celda de Livia y luego a verina aganchada junto a la gladiadora, ambas estan hablando para ellas.

Verina se saco las manos de su rostro y cuando la vio hacer el esfuerzo se acerco poniendola de nuevo en posicion mientras se acercaba lo suficiente para que no se moviera o tal vez mas. “Comprendo, yo tampoco es que pueda decirte o hacerte nada si eliges estar con varios. No tengo ese poder.” dice triste pero centrada en ti.

Asiente no sabes si a lo del secreto o a lo de acercarte a un extranjero. “Guardare el secreto. Siempre.” dijo y te volvio a acariciar el rostro. Luego acerco su rostro al tuyo dandote un beso largo tal vez aprovechandote de tu estado pero queriendo marcarlo.

Cuando termino te vio. “Yo aun no pierdo la esperanza contigo. Sigue viva Livia.” dijo con una sonrisa sincera a pesar de todo.

Livia suspira y permite que Verina vuelva a acostarla, cerrando los ojos por el dolor los movimientos, aunque no suelta sus manos de las de la pelirroja, como si temiera que, de hacerlo, ella se esfurmaría...y ahora no quería estar sola. Entonces cuando va a contestarle, la sirvienta cierra su boca con sus labios y ella no rechaza el beso, volviendo a acariciar su rostro con la punta de sus dedos:

-Si me lo pides así...no puedo negarme...-musita con los ojos aún algo cerrados y una sonrisa en los labios, algo estúpida. Su boca sabía ligeramente a sangre y, por su estado, carecía de la fogosidad habitual, pero era comprensible, o al menos, Livia esperaba que Verinia lo entendiera, pues ella misma notaba su falta de fuerzas.

Me dejan pasar hasta la celda de Livia para ver cómo se encuentra y veo que está junto a Verina hablando en bajo - ¿cómo estás? - Me acerco para ver el estado de su cuerpo en relación a las heridas y demás que pueda ayudar tanto a aliviar como a curar.

Livia está acompañada por Verina, la romana estaba medio tumbada bocabajo en el camastro, y una de sus manos estaba entre las de la pelirroja, parecía que la sirvienta la estaba consolando o quizás compartían algo más intimo. En cualquier caso Livia no interrumpe el contacto con la mujer cuando Sekhmet entra.

Realmente tiene un aspecto muy desagradable; toda la espalda roja era difícil distinguir la gravedad de las heridas pero bajo la capa de sangre que empezaba a coagularse se adivinaban las protuberancias de la carne profundamente lacerada, pero allí donde la suciedad dejaba ver algo de piel, ésta estaba amoratada, casi negra en algunos puntos. Los labios los tenía manchados también, en parte por los cortes autoproducidos por sus propios dientes, pero también el ojo médico de la egipcia podría ver que la sangre alcanzaba desde la parte interna de los labios, y de sus fosas nasales también había salido algo de líquido vital lo que podría indicar algo más que lesiones superficiales.

-Sek...- dice la romana a modo de saludo, componiendo una sonrisa poco creíble, pero tal vez con la intención de no preocupar a la egipcia.- Estoy bien...¿cómo ha ido el funeral por Adonia?-  su voz sonaba ronca y algo atragantada, y la respiración tenía algo de extraño. No parecía muy grave, pero estaba claro que los pulmones habían resultado algo dañados por el castigo.

Verina se encontraba cerca y te parecio ver con esperanza o anzias. "No le hagas caso, ella no esta bien. Ayudala y mientras le hablas del funeral." dijo Verina con sus manos tomadas a las de Livia, pero si la egipcia se lo decia se apartaria un poco para dejarle trabajar.

Cuando llegué la vi, Livia tenía la espalda bastante roja - vaya, está claro que el castigo ha sido severo - el Doctore se había sobrepasado, así durarían poco las gladiadoras en el ludus - ¿ha intervenido el galo o algún romano ha sido el culpable? - Me acerqué para tratarle las heridas.

- Verina, acércame esa jarra con agua, primero habrá que limpiar las heridas - igual era vinagre y no agua o quizás agua sucia, el caso es que la sensación no fue la óptima - ¡vaya! Vas a tener que quedarte aquí, no estás en condiciones de salir ahí fuera - aunque podría ir enseñando la espalda, al fin y al cabo, así se vería el castigo al que fue sometida.

- El funeral... estuvo la Domina, el nórdico y Soenya, la despedimos según el rito de la tierra - que consistía en tirarle un puñado de tierra para despedir su cuerpo - luego quemarán su cuerpo y habrá que esparcir sus cenizas - luego quizás podría acudir a despedirse de la griega.

- Puedes irte, Verina, yo me quedaré con ella.

Verina ayudo tanto como pudo a la egipcia. Apartandose finalmente de la otra romana y yendo por las cosas que pedias, acercanote para que la egipcia tuviera toda la atension en Livia.

Aunque cuando pidio que se vaya se la quedo mirando con miedo y duda. Vio a Livia pareciendo esperar su opinion por si debia irse.

Livia suspira y hace caso de la egipcia, poniéndose bajo sus manos...aún confiaba en aquella mujer, a pesar de que no había tenido ocasión de conocerla mucho, notaba que había algo peligroso, misterioso y sensual en ella. Algo la impulsaba a alejarse y algo la impulsaba a saber más.

Sacude la cabeza y procura relajarse cuando Sekhmet empieza a lavar sus heridas, arrugando la cara por el dolor que le producía el agua al caer y el frotar del paño, por muy despacio que la egipcia lo hiciera, realmente su piel estaba totalmente destrozada, mucho más que aquella vez.

Llega la propuesta de la egipcia acerca de que la sirvienta se fuera y Livia no está muy segura de lo que prefiere.

-Deja que se quede, Sekhmet...ella esta muy preocupada por mí y se le notará en la cara mientras está en la fiesta...la domina podría enfadarse. Mejor que se quede mientras que no la reclamen.- pide con calma, como si su argumento fuera absolutamente lógico e irrebatible- Me gusta que se le haya dado un funeral apropiado...si, me gustaría estar presente cuando se tiren sus cenizas...si es que es posible.