Partida Rol por web

- No me importa acompañarte, me gusta entrenar contigo y así podría compensarte... Tu me enseñas tu lengua y yo algún truco para la batalla... ¿Qué te parece? - Mira hacia el cielo - Este cielo es distinto al de mi tierra... Pero mis dioses siguen ahí...

La miró y suspiró regresando su vista al frente. 

- ¿Cómo es la guerra? Sangrienta, cruel y despiadada... Pero, también es excitante y embriagadora... La sangre de tus enemigos salpicando tu cuerpo, ríos de sangre corriendo colina abajo y tintando las aguas de rojo... Sentir como tu espada se clava en el estómago de tu rival y su vida se apaga poco a poco ante ti, suplicando por una muerte rápida que puedes decidir concederle o no... Los gritos de agónico dolor... Y también... Los cuerpos caídos de tus aliados, amistades, familiares, amantes...

Suspiró - Solamente he conocido la guerra Livia... No conozco otra vida... - Volvió a mirarla - Esa es una parte de tu vida que envidio... 

Livia medita sobre las palabras de la germana, con la vista aún fija en las perezosas nubes que se arrastraban por el cielo:

-No se lo que siento cuando me hablas de la guerra...me gusta lo que dices, puedo sentirlo...pero me frustra porque no logro hacerlo real. - dice pensativa tratando de explicarse- Cada noche sueño con dolor y sangre...quiero abrazar eso, a veces no quiero despertar...una lanza atravesando el vientre de mi enemigo...la piel que cede como si fueran simples telas...ese sonido de rasgar...- se muerde el labio inferior, parece...¿excitada?-  tengo ganas de volver a sentirlo, estoy harta de pelear con armas de madera.-  entonces aparece un tic nuevo en la romana, una especie de tocimiento de cuello muy rápido, como si lo crujiera, pero de una manera nerviosa. Luego carraspea, se retoca la coleta, sacude la mano izquierda y vuelve a carraspear. De verdad que no parece que sea consciente de todos aquellos espasmos.- Creeme...no hay nada que envidiar...salvo la parte que recuerdo de vivir en casa de mis padres...esos si que fueron años buenos...supongo que tuve una infancia feliz y no me faltó de nada. Pero desde que cumplí los quince años...todo fue a peor. Y yo no estaba preparada para lo que se me venía encima. Para una vida de casada...esos barrotes si que eran duros Soenya, y no los de nuestras celdas. Aquello si que era ser un mueble...

Había visto ese tipo de comportamientos en otras ocasiones... La romana estaba más cerca de Loki de lo que ella jamás podría pensar... Pero, para su mente sería un golpe fatal...

- Imagino que es complicado no saber qué se siente en la guerra cuando no se ha estado en ella... Que se puede fantasear y soñar con ello... - La miró con seriedad - Dime Livia, ¿a cuántas personas has matado? ¿A cuántas personas que lucharan por su vida? ¿Qué estuvieran ante ti e intentaran defenderse? 

Suspiró cuando habló de su vida, diciendo que había sido mala y sus ojos mostraron cierto odio y resignación pero ella no tenía la culpa, era simplemente una niña que había vivido entre algodones y ahora soñaba con una vida como la de las historias que seguramente le habían contado... 

- Livia... Dejémoslo... Dudo que nunca puedas entender por qué tu vida puede ser envidiable... Pues en tu mente ha sido la peor vida que se pueda tener...

Las imágenes de aquella noche regresan a su mente, provocando que vuelva a apretar los puños con fuerza hasta que estos se tornan rojos por la presión y cesa en sus gestos.

-Estoy de acuerdo...perdona si te he ofendido...es sólo que supongo que mi vida no me parece nada extraordinario. Seguro que es por lo que tu dices... Sólo he matado a una persona, lo sabes bien...pero fue algo...- se interrumpe y mira a su compañera cuando esta tiene los ojos apretados- ¿estás bien?- por instinto estira la mano y se la pone en el hombro en gesto de apoyo o quizás para comprobar si la germana aún seguía con ella.- ¿Soenya?

Asintió a sus palabras mientras dejaba de apretar sus propios puños - Si, estoy bien. Malos recuerdos que quiero olvidar, solo eso.

La miró con calma - No me has ofendido, no como puedes pensar, tranquila. ¿Fua algo qué? - Preguntó curiosa. 

-Fue...algo divino...trascendental...- empieza tras pensarlos unos segundos y en su cara se dibuja una sonrisa maliciosa, pero esta vez, de verdad, la misma que podría una hiena al olor de la carroña- liberador. Cuando la lanza se hudió... Soenya...tu has sentido eso mismo cuando has matado. La sangre empieza a brotar...un montón de asquerosas e inflamadas vísceras brotan como si rompieras un saco de cuerdas...- la romana cierra los ojos, respirando con cierta agitación. Y otra vez, ese tic en el cuello, tan peculiar, acompañado de los otros- el olor...sus gritos agónicos. Clamaba mi nombre... me maldecía el muy estúpido. Estuvo horas agarrándose las tripas...arrastrándose por la domus...le eche flores, alcoholes y perfumes encima...menudo espectáculo, Soenya...te habría encantado. -abre los ojos de nuevo tiene el labio mordido y aun la sonrisa en los labios y las uñas clavadas en la madera de la mesa, pero no con rabia.

- Te equivocas Livia... No me gusta regodearme en el sufrimiento de mis enemigos... Un guerrero merece una muerte digna y el sufrimiento solamente le gusta infringirlo a quienes no respetan la muerte y la guerra... - La miró con calma - No le deseo una muerte así a nadie Livia La Romana... Si lograste tu venganza, si te sentiste bien... Me alegro por ti pero eso no puedes hacerlo en una guerra de verdad... Tu asesinaste, no mataste en una batalla... Eres una asesina, no una guerrera... Al menos, no aún. 

Realmente la germana no parecía tener ningún tipo de filtro, era directa... 

Livia gira la cabeza rápidamente como si le hubieran dado un tortazo y se queda mirando a la germana con una expresión de enojada sorpresa durante unos segundos. Sin embargo luego relaja un poco su enfada que se convierte en un gesto resignado:

-Si, disfrute con ese asesinato, no se si disfrutaría igual con otro. ¿Eso ya me convierte en una asesina?- preguntaba sin ningún tono de recriminación en absoluto, parecía querer comprender la naturaleza de sus actos y ponerle nombre a las cosas podía ayudarla a entender lo que bullía en su interior.

No parecía inmutarse ante aquel cambio.

- Eso ya depende de ti, de lo que quieras, de lo que busques y de a qué deidad respetes más... Dime, Livia la Romana... ¿Quieres ser una guerrera alabada, adorada y respetada en la arena. O, prefieres ser una cruel y despiadada asesina que mata sin piedad en la oscuridad de la noche y la soledad? Ahora mismo, responder a esa pregunta es fácil... ¿Has participado en alguna guerra o pelea de verdad? ¿Con armas de verdad y en donde tu vida estuviera en juego? O, ¿has matado a alguien a traición y sin opción de que pudiera defenderse? Si has hecho ambas, puedes ser ambas cosas, si no has hecho la primera y sí la segunda, eres una asesina, no una guerrera... 

Miró al cielo con calma

- Es tu elección, tuya únicamente... 

Suspira y toma aire profundamente mientras reflexiona sobre las palabras de la germana:

-No creo que sea una asesina...y si he asesinado fue porque sólo así podía vivir. Si hubiera tenido tu fuerza le habría combatido de día y de frente...con la cabeza bien alta y no como una cobarde. Pero no tenía opción.- trata de explicarse no de justificarse pero quiere contar la historia completa para que Soenya pueda aconsejarla- De haberlo hecho de día, seguramente el resultado habría sido el mismo pero él seguiría vivo y mi hijo no. Se que no está bien lo que hice...los dioses me castigan por ello. Pero sé que tampoco podía seguir así. Parece que nunca fui una de esas mujeres romanas que se conforman con lo que su marido haga de ellas...pero lo hubiera hecho por mí hijo. Al quitármelo, él mismo libero mis tiendas...libero algo dentro de mí.

La mira con calma y seriedad.

- ¿Y? Eso no cambia nada Livia... Hiciste lo que hiciste, por el motivo que fuera y eso te convierte en una asesina. - Sigue mirándola - Las palabras tienen fuerza claro pero también podemos cambiar lo que somos, lo que nos define... ¿Quieres ser una guerrera en lugar de una asesina? Demuéstralo. Demuéstrale a Odín, a Thor, a Freyja, a Loki... Que lo eres, demuéstrale a tus dioses quién es realmente Livia Octavia Prima... Livia, La Romana.

Curiosamente había recordado su nombre y sus palabras estaban cargadas de convicción y quizás, cierto aprecio. 

- Si tus dioses te castigan por matar al asesino de tu hijo quizás deberías plantearte cambiar de dioses... En mi pueblo, las mujeres podemos y sabemos defendernos... Cuando los hombres marchan solamente quedamos nosotras para defender las tierras y los hijos... Y además, se nos permite ser guerreras y liderar ejércitos... Piensa bien si rindes culto a los dioses adecuados y proteges a la nación adecuada...

La romana junta sus labios y los frunce en una mueca de exasperación, como si intentara explicarse y por fallo suyo o de su interlocutora algo no funcionase y la comunicación se fuera al garete. Aún así no parece enfadada, tan solo cansada:

-Germana...esta será la única vez que has de fiarte de un romano...de mi, concretamente, porque lo que te voy a decir va muy en serio.- junta las palmas de las manos y apoya la frente en la punta de los dedos, parece contenida, finalmente carraspea antes de empezar a hablar- ¿De qué serviría la fe si cuando las cosas no salen al gusto de uno le damos la espalda a lo que nos ha mantenido en pie? Yo sé como son mis dioses, no se nada de los tuyos, sinceramente, para mi los tuyos son bellas historias de cuna, carecen de realidad.-  le dice sin florituras, yendo directa tal y como hacía la germana, al grano, sin importar que tan mal le pueda sentar.- Pero aunque fueran reales...supongo que si ahora que las cosas te van mal les acusaras de abandonarte o castigarte...tu fe sería muy voluble y por ello te consideraría una persona sin honor y sin palabra. Una persona sin fe es poco confiable, para mi...aunque tus creencias sean erróneas, mantenerte fiel a ellas es lo que me hace confiar en ti.- se explica mirándola a los ojos, cruza las piernas y parece dispuesta a acabar su discurso a pesar de que la germana ya esté pensando en arrancarle la cabeza a la romana- Así me han educado a mí, así quise educar a mi hijo...por muy malos o muy buenos que sean tus dioses o los míos...creo que todos los reveses que nos hacen en la vida es para sacar algo bueno de nosotros...para ver si nos sobreponemos a la adversidad.  Y sé que la noche en que asesiné al asesino de mi hijo...los espiritus de las Furias fueron quien guiaron mi mano...y Marte está tras ellas, auspiciado por Júpiter. Y si ahora estoy siendo castigada...es porque Juno considera que no defendí a mi hijo a tiempo. Esto es en lo que creo...acertada o equivocadamente...son mis dioses y están mirándome...esperando a ver si me elevo. Igual que los tuyos te observan a ti.

- Jamás voy a fiarme de un romano Livia... Las heridas son demasiado profundas... - Dijo con total confianza y calma. 

La escuchó hablar sin mostrar expresión alguna, simplemente como quien deja hablar a alguien que necesita hacerlo. Cuando terminó simplemente dijo unas pocas palabras.

- Yo no soy la que dice que sus dioses la castigan, romana, eres tu... Entonces, ¿tu fe en ellos es voluble?* Yo seré confiable para ti entonces, después de todo sigo fiel a mis dioses y sigo creyendo que están aquí a mi lado, observándome. 

Volvió a mirarla con cierto desconocimiento.

- No entiendo tus palabras, pues estás diciendo lo mismo que yo... - Suspiró - Tu pueblo obliga a aquellas tierras que conquista a creer en tus dioses, les obliga a abandonar a los suyos para adorar a aquellos de los que tu hablas... Piensa si eso se corresponde con tus palabras... Sabes, se nota que solamente conoces lo bonito de las ciudades de tu pueblo y desconoces lo que hacen sus ejércitos y líderes al resto de pueblos... Sabes, para muchos pueblos no sois más que demonios... 

-No, lo que quiero decir es que mi fe en ellos es inquebrantable porque no les doy la espalda a pesar de que pueda pensar que ellos me castigan...porque sólo me ponen a prueba.- dice, simplificando el discurso para hacerlo más entendible, aunque mantiene la tranquilidad- Y me ponen a prueba para que saque lo mejor de mí. - se encoge de hombros y se prepara para lo que va a decir, que a buen seguro sería mal recibido-  Mira...llevo meses...casi un año viviendo la esclavitud. No se cuanto tiempo llevas tu, pero en el tiempo que yo llevo he dejado de ser una romana al uso...y he aprendido que las creencias de los demás son tan importantes como las mías...pero no le pidas al Imperio que haga eso. Roma considera que sus dioses son únicos y verdaderos y erradicarán cualquier otra fe aplastándola con la nuestra porque es lo que nuestros dioses quieren. Yo también considero que mis dioses son los únicos y verdaderos pero no soy quien para atacar a nadie por ello. Aprendí a escuchar y a ver que desde mi nueva posición, no tenía nada que demostrar...así que me he dedicado a aprender.

- ¿Por qué debería pedirle nada a tu Imperio? Al final caerán y el resto prevalecerá... El problema, no estaré viva para verlo... ¿Cuánto tiempo llevo? Perdí la cuenta cuando todas las noches era lo mismo... Mejor dejar la mente en blanco y dejar que el tiempo pasase... 

Ahora no la miraba, simplemente miraba al infinito.

- En cambio yo no pienso que mis dioses sean los únicos y verdaderos, pues seguro que hay otros muchos y cada uno de ellos vela por quienes creen en ellos... ¿Nada que demostrar? En eso no estoy de acuerdo, pues yo pienso demostrar que soy una guerrera y que mataré a todo romano que me pongan delante... 

-Yo no sé aún lo que quiero...- dice, envidiándola por tener un objetivo tan claro en la vida- ojala me conformara sólo con ser una buena gladiadora...pero se que no es suficiente. Y por otro lado, tal vez ni eso merezca. Pero...ya que estoy aquí quiero aprovechar el tiempo...y como tu dices...lo mejor es dejar la mente en blanco. Sólo logro alejar mis demonios cuando peleo... Oye y...¿y si te toca pelear contra alguien de tu pueblo? En un combate a muerte...¿qué harás? En la arena apenas pelearas contra romanos, tan sólo conmigo.-  apunta con una risita.

- Si es su vida o la mía, lo mataría. - No hay duda en su voz ni siquiera titubea - Lo enviaría al Valhalla, a beber hidromiel con Odín. Así de sencillo. 

-Ah claro...es cierto para vosotros morir no es un problema mientras sea en batalla. - recuerda riendo-  Sabes, si sigues vendiéndome bien eso del Valala igual me cambio de religión.-  añade riendo para rebajar la tensión de la conversación anterior.

la mira y se encoge de hombros.

- Para eso tendrás que ser antes una guerrera... 

Ríe y le lanza el agua a la cara

- Vamos romana, vayamos dentro al menos. Aquí el calor empieza a ser demasiado sofrocante. 

-Sigue diciendo que no soy una guerrera y te pondré el culo como el fajín de un legionario.-dice siguiendo con la broma, le arroja una uva a la cara y luego se levantan para hacerle caso en eso de irse dentro- entre los muros de piedra estaremos más frescas.