Partida Rol por web

Condújeme hacia la parte trasera de los barriles, donde me escondí para no aparecer a la vista de nadie. Ya sabiendo algo del mozo, quizá hubiere ocasión de aproximarme, si no podía cogerle a solas, y deshacerme de él. Ciertamente, con tantas gentes alrededor, iba a ser complicado el asunto, mas ya idearía algo. Una vez estuve fuera de la vista, híceme aparecer, y esperé el momento idóneo para emerger de entre aquellos barriles, que habría de ser cuando el mozo terminara de refocilarse con la chica.

Escondiéndote tras de un tonel de vino, que esperaste a que el mozo y la chica de la taberna salieran de su escondite particular. Lo hizo primera ésta, movida por la voz de su jefe allá afuera (donde se "apelotonaba" el gentío de clientes). Tras de ella, tras unos segundos arreglándose la librea y quitando las suyas arrugas de tales prendas, que salía un tipo de pelo corto y ojos claro. Parecía más bien contento de haber retozado allí con la muchacha, y carraspeaba como quien quiere no hacerse notar de lo que ha hecho. Entonces caminó por el pasillo, de nuevo en dirección hacia afuera. Por tu parte, pediste a quien diérate aquellos poderes ser visible otra vez, pues aun la invisibilidad no lo es todo ni todo arreglo a los problemas; y comenzaste a acecharle sin prisa pero tampoco con pausa.

Nadir decidio cenar algo y esperar un poco, quería estar seguro de que a Álvaro y a Roderigo no les había pasado nada durante su excursión. Pero si se hacia demasiado tarde y su presencia en la taberna levantaba sospechas, iría a la habitación a esperarlos. Puede que ese día aun no hubiera terminado del todo.   

Rasiq se quedo acompañando a Nadir unas horas. No era momento de dejar a nadie solo... para que desapareciera...

Algunas horas despues decidio que seria mejor descansar, nadie sabia que les podria aguardar con la luz de la mañana...

Jaume se fue a acostar. El médico estaba cansado y tantas lides de cálices, infiernos y cielos parecía mucho para él. Lo mismo hicieron Charles de Lupo y don Richard, que tenían por costumbre dormir mucho y pronto. Por contra, Nadir y Rasiq se quedaron haciendo algo más de tiempo en la taberna, cenando y quizá tomando algún brebaje para rebajar el menú. No obstante, mientras sus compañeros ya dormían arriba, ellos no tuvieron noticia de sus dos amigos, Roderigo y Álvaro, y allí no aparecían. Tras un par de horas, Rasiq desisitió y prefirió irse a descansar. Nadir hizo lo propio, pero por precaución, y estuvo en su habitación un rato más despierto por si oía pasos por el pasillo (que indicaran que fueran alguno de sus dos compañeros).

Saliendo al paso del mozo de entre aquellos barriles, húbele de llamar haciendo uso autoritario de mi voz, así como de mi notable rango, y que si había de extrañarse, que no lo demostrara, pues no había este de contestar a un noble en su autoridad.

- Mozo, venid. - díjele, sin que la extrañeza pudiere hacer mella en su rostro - Que he de ser servido yo de vinhos, e non ha en aquesta pousada xente que atienda os mios deseos.

Hablé con voz autoritaria, señalando uno de los barriles que se encontraban tras de mi, justamente donde me había ocultado.

- Llenad o mío cuartillo, ¡aprestaos!

Entre que apañaba la cuestión, hube yo de ir tras él, siempre pegado a su cogote...

¡Qué... eh! -el tipo se giró, sorprendidísimo, y puso una cara a medias entre la sorpresa y la incredulidad (pues él no servía allí, y supuso que ya estabas más ebrio que el peor de lo bebedores de Valencia).

Señor, métase ese barril por donde le... ¡¡AUUUGHH!! -el tipo, entonces, fue agachado por tu mano hasta metérsele la suya cabeza y gorro en el barril destapado que allí descansaba. Intentaba sacar su cabeza del brebaje, pero tu parecías tener más fuerza*...

Fue entonces cuando Rasiq, que estaba aún sentado sobre su camastro de paja, cuyo rostro aún se vislumbraba por la luz de una única velita, oyó pasos. Enseguida pareció despertar a Nadir y a Jaume (prefirió dejar descansar a Charles de Lupo y Don Richard). El musulmán avisó a sus dos amigos que tras la puerta había pasos y que, lejos de ser pasos que iban y venían, se habían detenido delante de la puerta. Aguantásteis la respiración un poco (el sueño hacía mella sobre alguno de vosotros), y fue entonces cuando un pequeño quejido, como cuando arañas la madera levemente, se escuchó en el ambiente...

... ¡un fragmento de papel!

Un fragmento de papel había sido introducido en la rendija de la puerta, por la parte inferior, y tras accederla hacia dentro, había sido empujada con fuerza... Quedó allí, en el suelo. Unos pasos se alejaron corriendo escaleras abajo sin que nada pudiéseis hacer para seguirlo... ¿o tal vez sí?*

Tras leer el papel, medité su contendido, mirando por la ventana...

Rasiq saca su Telek y abre la puerta bruscamente buscando quienes acechan en la noche...  Al no ver nadie mira por la ventana esperando ver que o quien les envia pergaminos bajo las puertas.

Aprovechando el momento, agarré por la espalda a aquel desgraciado, enganchando su cuello con la fuerza de mis brazos, y apreté, mientras tapaba su boca con mis brazos, y arrastraba su cuerpo tras los barriles. En verdad no deseábale la muerte, bastándome con dejarlo aturdido el tiempo suficiente, aunque tampoco iba a poner mucho empeño en respetar su vida, que si había de segarse, bien pagada estaría. Apreté, manteniendo la presa hasta que cejó el pataleo, y luego lo arrastré tras los barriles, arrancándole un cabello, y allí me arrodillé, presto a conjurar el engaño de los sentidos que me llevase hasta el grial.

Luego miré al insolente, que presto estaba a insultarme, y pensé que la muerte sería un justo pago por su falta de respeto.

El tipo se revolvía y su rostro hacía burbujear en la superficie al vino (pues estaba intentando gritar bajo el líquido). El caso es que tras proferirle una gran fuerza, que el susodicho se desmayó y no hiciste tu sino darle muerte allí mismo, aguantando un poco más (tal vez por eso de que aquella falta de respeto había sido poco inteligente).

¡¡Juann!! -gritó una voz procedente del comienzo del pasillo-. ¡Sal de una maldita vez! ¡Tenemos que volver al palacio!

Supiste pues que alguien requería al criado, de nombre Juan, y que el malogrado no respondería a esa llamada. Claro que tu ya lo habías arrastrado tras los barriles de vino, y más que los propios barriles la penumbra de aquella salita hizo que hubiérase de ocultar el cuerpo durante un buen rato.

Jaume mostró el fragmento de papel y lo leyó al resto. Richard y Lupo dormían:

Acto seguido, Rasiq quedó mirando por la ventana, y parció otear algo.

Fue entonces que nada más asomarte a la ventan y mirar hacia abajo, un tipo YA ESTABA oteando esa misma ventana, y le viste que te observaba. Parecía como querer comprobar que habíais recibido el fragmento, que seguramente fuera suyo. Eso sí, no lograste verle el rostro, pues tenía la cabeza encapuchada y era afuera, en Valencia, de noche. Acto seguido, se giró y huyó hacia el sur a la carrera.

¡¡¡¡FZZZZZZZZZ!!!! ¡Clank! ¡Clank! ¡Clank!

El garfio voló dos veces sobre las alturas, golpeando en la pared del palacio, y luego cayendo a la huerta (y por poco no te golpeas en la cabeza nada más caer). Fue entonces algunas de las luces interiores de algunas salas se iluminaron. En concreto dos, y no tardaste mucho en oir pasos en escaleras que parecían descender. Acto seguido salió por el acceso de la huerta un tipo orondo, entrado en años y con un candil el alto, con el cual iluminaba poco en derredor de sí.

¿Quién anda ahí? -preguntó el tipo, elevando aún más el candil-. Obviamente, tu no respondiste, sino que estabas oculto tras unos sacos de estiercol que había por allí (que olían bastante mal, por cierto)-. Entonces el tipo comenzó a andurrear por la huerta, como inspeccionando el lugar.

Tras volver a examinar la nota, suspiré, exasperado, mientras rezaba a nadie en especial:

- ¿Y ahora en que lío nos habremos metido?.

Roderigo maldijo su perra suerte. Había hecho una buena inversión en aquella cuerda y aquél garfio pero su inutilidad como lanzador le había jugado una mala pasada. Y alí estába rodeado de mierda maloliente intentando esconderse. Deslizó la mano buscando el terciado y lo sacó de su vaina por si las moscas...que muchas habían en aquél nido de mierda y no era solo sus tripas revueltas. Más le valía al gordo volverse sin ver nada, que de verlo muerto era. También el plan a tomar por saco, debería haberse reunido con los demás y esperar a mañana, eso pensaba ahora roderigo entre el estiercol y el gordo que cada vez parecía estar más cerca.

Presto, arranqué unos mechones de pelo de la cabeza de aquel desgraciado, agradeciendo a la Fortuna que me hubiese dado su nombre en tal preciso instante. No hube tiempo de conjurar palabra alguna, ni de realizar gestos: tan sólo aferré el mechón junto al medallón de mi cuello, e invoqué el maleficio que Anuxa me había enseñado mucho tiempo atrás. No habría ocasión de explicar grandes cosas, salvo que aquel indeseable me había faltado al respeto, y por tal le había dado castigo. Siendo yo noble, nada más debería alegar...

En todo caso, no pareció ser necesario, pues pronto me vi rodeado del velo que habría de darme la apariencia de aquel mozo, esperaba que por el tiempo suficiente.

- ¡Ya voy, ya voy!

Dije, y mi voz sonó extraña, como la de aquel miserable. Habría de dar resultado el engaño, o podía darme por muerto.