Partida Rol por web

Todo aquello surge de repente y le toma por sorpresa. Hasta siente algo de gracia en lo mas profundo de si, por lo oportuna de sus palabras. Pero de todas formas no se ríe, tan solo agacha la cabeza, alejándola de la ventana, apretando el fusil entre sus brazos y entrecerrando a los ojos, mientras oye y siente los disparos que parecen llegar de todas partes.

-Mierda, hasta aquí llegamos, estamos muertos – piensa mientras se mantiene agachado,e escuchando los disparos, mientras el Humvee se mueve fuera de control, hasta que, finalmente, se detiene por completo. Es entonces mientras ve como los demás, entre ordenes y gritos, salen, o algunos de ellos, mientras Kendrik comienza a abrir fuego... ya se había tardado.

Es entonces cuando James, tomando el fusil fuerte con sus manos, sale de improvisto del vehículo, por la puerta izquierda, sobre la cual estaba, y se cubre con él. Los disparos parecen llegar del otro lado, y de momento aquel lugar parece mas seguro que dentro del vehículo.

Sin embargo no puede quedarse ahí quieto, y tampoco piensa en abrir fuego todavía, lo segundo que se le cruza por la cabeza al salir, luego de cubrirse, es ver en dirección al Nyala, levantándose lentamente y mirando al lugar, como si tratara de ver algún sobreviviente.

En cuanto el vehículo queda detenido me agacho para no ofrecer blanco a los hijos de puta que nos disparan desde los edificios. Acto seguido abro la puerta del Humvee y me bajo agachado y rápidamente me acerco a la pared del edificio que nos queda a la derecha, agazapado buscando la cobertura y levanto el M16 para apuntar hacia el origen de los disparos, resiguiendo la zona a través de la mira.

"-¡Vegan, moved el culo!- les digo al resto mientras Kendrik empieza a hacer cantar la calibre .50."

¿Alguien ve el otro convoy que venía hacia aquí en sentido contrarioí?, pregunta Maggie por el InterCom.

Con un poco de suerte, los francotiradores abrirán fuego contra ellos y revelarán sus posiciones, piensa.

Cuando se asomaron para apuntar, las balas silbaron con trayectorias tensas y fúnebre zigzagueo.

Nadie fue capaz de ver donde demonios estaban los tiradores, debido a la lluvia de plomo que les caía encima. Tyrone se asomó, pero tuvo que agachar la cabeza enseguida porque los disparos de AK perforaron la chapa. Maggie se había asomado apuntando con la mira, intentando ver algo. Y lo único que vió, o más bien sintió, fue un tremendo empujón en el pecho, que la dejó apoyada frente a la pared opuesta. Había sido alcanzada, pero no sentía sangre ni herida. De todos modos, con la adrenalina quizá tardara en darse cuenta. ¿O es que quizá no estaba herida? Tendría que comprobarlo.

James se asomó mirando al otro lado, al Nyala. Y allí vió que del coche ardiendo salía solo una persona corpulenta, que reconoció como Martha. Y eso de "reconocer" estaba dificil, porque tenía el chaleco antibalas lleno de metralla, estaba de espaldas y llevaba una carabina M4 ennegrecida en una mano, mientras con la otra intentaba arrastrarse. Cuando salieron las piernas, se dió cuenta que ya no tenía. Arrastraba dos muñones sangrantes, uno con parte del músculo todavía palpitante. Era un espectáculo bastante descorazonador. Luego, alguien comenzó a disparar de lejos contra ella, mientras se arrastraba. Pero por ahora las balas rebotaban en lo que quedaba del Nyala.

Kendrik no perdió el tiempo. Con toda la furia que había acumulado desde Parris Island, una furia racista y homicida, descargó una buena ráfaga de calibre 50 contra los destellos más visibles: los insurgentes del callejón. La ráfaga fue mortífera. Cuando quiso darse cuenta, un moro caía con los brazos hechos canela, y parte del pecho. Otro tenía el pecho y el vientre hecho un colador, y las balas lo habían tirado al suelo como un saco de patatas.

La ráfaga continuó, haciendo que uno de los tiradores de la casa de la izquierda dejara de disparar a Martha y se agachara en busca de protección.

Todos escucharon ruido de motores, y al girar la cabeza pudieron ver que los refuerzos prometidos estaban al llegar.

Maggie sacudió la cabeza para intentar que el molesto zumbido pasara, mientras se apartaba a rastras en busca de cobertura, con el SDR firmemente agarrado.

Una vez lejos de donde silbaban las balas, se permitió mirarse el pecho en busca del impacto, y meter un par de dedos dentro del chaleco por el cuello para ver si había traspasado.

Mientras lo hacía, comentó para nadie en particular: Ahora sí que ese hijoputa ha conseguido cabrearme.

Lo único que notaste cuando tocaste bajo el chaleco fue uno de tus pechos, algo resentido por el impacto. No había herida visible, y solo dolor residual que se convertiría en hematoma a la mañana siguiente.

Esos hijos de puta trajeron el infierno a las calles de Bagdad. Los disparos de AK resonaban en la posición en la que habiamos ubicado a  los insurgentes, pero el sonido del plomo rebotando contra el suelo y la chapa lo teniamos al lado. Culaquier intento por asomar parte del cuerpo para tratar de localizar un objetivo era futil bajo aquella cortina de disparos.

Afortunadamente Kendrik y su .50 les estaba devolviendo la postal navideña a aquellos cabrones. Y mientras, en el otro extremo de la calle, el Nyala se había convertido en una bola de fuego y humo negro. Desde mi posición lo podía ver parcialmente y no distinguí a nadie saliendo del vehículo, pero tampoco tuve mucho tiempo para prestarle la debida atención. Todo mi afán era conseguir ver una cabeza, un destello, algo que me ayudara a meterle un balazo a aquellos moros hijos de perra que acababan de volar por los aires a nuestros compañeros.

Sin asumir más riesgos de los necesarios y bajo el amparo de la .50, asomé el cañón del M-16, y tras un rápido vistazo por la mira, solté una ráfaga dirigida a una ventana en la que creí que podía parapetarse algún enemigo. No estaba seguro, pero iba a hacer fuego de cobertura y a llamar la atención de aquellos putos cerdos para ponérselo más fácil a Maggie. Todavía no había escuchado el sonido atronador del SDR, y ya iba siendo hora de ver caer a alguno de esos hijos de puta.

Y en medio de aquella sinfonía de disparos y olor a quemado, escuché el ruido de los motores de los refuerzos prometidos.....

Kendrik, ya imbuido por un particular instinto homicida, entra en frenesí. Haciendo diversas ráfagas, con mucho cuidado de no calentar la ametralladora, o encasquillarla, disparaba contra el edificio, a todo lo que asomaba, dejando el muro exterior como un queso suizo. Trataba de variar los disparos, repartiéndolos por tejados y ventanas por igual, intentando, además de maximizar en lo posible el número de moros que convertía en puré de hijo de puta, de dar cobertura a sus compañeros y de no dejar que aquellos cabrones pudieran siquiera apuntar. 

-¡¡¡Eso es, asomad la cabeza, putos moros, que os la volaré!!! ¡¡¡Asomad la cabeza para el tío Kendrik!!!- Decía, gritando a pleno pulmón, tratando de sobre poner su voz al estruendo de la ametralladora.

Maggie volvió echar cuerpo a tierra, y buscó un punto diferente para asomar el cañón del SDR, razonando: no es cuestión de que ese cerdo me dé otra vez.

De nuevo examinó el terrado a través de la mira ACOG, pensando que pagaría buen dinero por una mira térmica, mientras esperaba que los refuerzos llegaran de una puta vez.

Kendrik, dice por el InterCom, SRD en posición: apunta un poco hacia abajo, a ver si alguno de esos desgraciados se atreve a asomar por el terrado.

Jonas intentó ver a los francotiradores, quizás un fallo de ellos por minimo que fuese podría ayudarle a verlo:

- Vamos... - Dijo en voz baja.- Sal cabrón que pueda verte.

Debian darse prisa para rescatar al resto, por desgracia esos tipejos se habian preparado una buena emboscada... ¿Cuantos tiradores podría haber? Esperaba que solo 4. Pero como siempre, esto era el infierno y aquí uno nunca sabe cuantos hay hasta que los ha eliminado, y entonces, incluso se teme lo peor.

- Tirador 2 en posición... - Dijo por radio.- intento verlos, por ahora no se cuantos son, apuesto por 4...

James se queda unos segundos paralizado en su lugar mirando el espectáculo que muestra el Nyala, para luego echarse atrás, como si perdiera el equilibrio y cayera, apoyándose de nuevo contra un costado del Humvee. El estomago le da vueltas, se siente enfermo, pero no puede atinar a hacer nada mas que apretar el fusil contra su pecho mientras apoya la espalda contra el vehículo y se lleva una mano a la cabeza, apoyándola sobre el casco, con fuerza, como si aquella imagen que acaba de ver calara en su cerebro con terrible dolor. Su respiración es cada vez mas agitada, cierra los ojos, y solo escucha estruendos por todas partes, disparos, y su propio corazón golpeando en su pecho.

- ¿Que es todo esto? ¿Que mierda hago aquí? - piensa mientras aprieta los dientes con fuerza, mientras aquel caos se sucede a su alrededor, sin poder quitarse esa imagen en la cabeza.

Y es entonces cuando todo se aclara, de golpe, sin razón aparente. Comienza a escuchar nuevamente los disparos, de todas partes, los gritos e indicaciones de sus compañeros, el sonido de unos motores acercándose... pero nada de eso llama su atención. Se para lentamente, ignorando la situación en la que se encuentra, saliendo de cobertura de manera imprudente mientras se lleva el fusil al hombro, sin quitar la vista del Nyala al otro lado de la carretera...

Y entonces, sin mas, sale corriendo en dirección al vehículo destruido, en un acto que se podría catalogar de imprudente, que posiblemente le dará problemas, pero que a la vez es lo único que se le ocurre hacer en esa situación. Ya se a dado cuenta de que el impulso de matar no esta presente en él, que la deshumanizacion del entrenamiento no le a hecho efecto, cosa que lamente, y que no comparte ese “espíritu marine” que lleva sus compañeros. Ya tiene claro eso, pero finalmente llega el momento de dejar de pensarlo y llevarlo a las acciones, sin importar cual estúpido pueda ser eso.

Es por eso que echa a correr hacia el Nyala, a toda prisa, sin mirar atrás, con los disparos de la .50 estallando en sus oídos, sin pensar siquiera en que puede caer muerto en cualquier momento, tan solo pensando en sacar a alguien vivo de aquel vehículo... ya hay demasiada muerte en aquel lugar como para que se necesite de su ayuda, por mas pretencioso que suene, la elección entre matar y dar la posibilidad de vivir a alguien es muy clara para él.

Por eso corre con todas sus fuerzas, mientras el fusil golpea contra su espalda y el sudor cae debajo de su casco, acercándose a toda prisa a su objetivo.

Una sinfonía de disparos se apodera de la escena. Se escucha el estruendo de la calibre .50 de Kendrik, el particular petardeo de los AK, las ráfagas de los M16 y un sinfín de sonidos de impacto sobre piedra y metal. El cruce de disparos se pierde entre el sonido de motores acercándose del convoy que acude en nuestra ayuda, pero del típico sonido de las aspas de helicóptero que a mi me gustaría oir, ni rastro.

Sin una cadencia fija, voy asomando el M16, echo una rápida ojeada por la mira y disparo ráfagas cortas contra las vetanas en las que creo percibir movimiento o destellos. Sin embargo, en plena tormenta de disparos, veo un bulto salir corriendo hacia el Nyala. No tardo en identificar el culo de James correteando como un puto hamster en un laberinto, zigzagueando enmedio de los impactos de bala sobre el asfalto.

"-¡Joder! - exclamo al verle - ¡¡Jodido cabrón!! - grito, incapaz de aguantarme al ver la gilipollez que está haciendo - ¡James! - le grito - ¡¿Qué cojones estás haciendo?! ¡¡Cúbrete!! - le ordeno, aunque sospechando que se le han cruzado los cables."

Me incorporo de mi posición de cobertura y rodeo nuestro Humvee por la parte de atrás para evitar exponerme y así poder ver a James.

"-¡Kendrik! - grito - ¡Acribilla a esos cabrones! ¡Hay que cubrir a James!"

Sin más preámbulo, me agacho y avanzo para colocarme tras la cobertura de la carcasa del humvee y la puerta abierta del conductor, asomando el M16 por el espacio que deja la carrocería y el marco de la ventanilla.

"-¡Fuego de cobertura! ¡Fuego de cobertura!- repito por el intercomunicador a los demás - ¡James está expuesto entre nosotros y el Nyala!"

Finalmente, desde mi nueva posición, abro fuego de cobertura; un par de ráfagas cortas moviendo el arma 45º a los lados. Y acto seguido, me tomo un instante para observar por la mira. Tengo que cazar a alguno de esos hijos de puta...

Maggie escruta a través de la mira el terrado, en busca de algún blanco al que abatir, a la vez que escucha por la radio que James ha salido en ayuda de los del Nyala.

Por un instante le remuerde la conciencia por no haberlo hecho ella, pero después racionaliza que poco hubiera podido hacer bajo las balas, y que cuanto antes eliminen a los del tejado, antes podrán ir en ayuda de los compañeros.

James esprintó la milla más larga de su vida.

Las balas silvaban, buscando darle, mientras el marine solo pensaba en correr, correr como el viento. "Los marines jamás dejan a nadie atrás", había dicho el sargento Cobb en el entrenamiento. Maggie apuntó, pero los moros disparaban desde un ángulo que ella dificilmente podía ver.

Tyrone vió llegar al LAV-25, y como una mujer marine bajaba del vehículo de atrás y corría hacia su posición. Luego, sintió como si un camión le atropellara empujándole por la espalda, y cayó de boca al suelo. Le habían pegado un balazo, y ahora solo quedaba ver si el MTV le había salvado la vida.

Un moro apuntó a James, con cuidado e iba a dispararle cuando Jonas Fendrew fijó en la mira apuntando a su frente con una media sonrisa, apretando el gatillo. Su cabeza se abrió por detrás como un melón, y el insurgente cayó de espaldas, perdiéndose como blanco tras la ventana de la casa.

Kaczynski, "el heroico", llegó finalmente hasta Martha y se echó al suelo para evitar las balas, tirando de ella hacia el Nyala humeante en busca de protección.

Martha gritó de dolor cuando la arrastraban. El músculo de su pierna no dejaba de temblar, en un acto reflejo incontrolable y sumamente doloroso. Cuando ambos se detuvieron, ella estaba con la espalda apoyada en el pecho de James, y tenía lágrimas en los ojos, lágrimas de dolor.

Se giró a mirarle, con la respiración entrecortada. Tenía los ojos inyectados en sangre.

-James... -dijo luego- Sabía que vendrías. Sabía que vendrías.

Intentó componer una sonrisa, pero no pudo evitar pensar en su destino. ¿Como iba a quererla ahora, que había perdido las piernas?

La mujer se acercó hasta Tyrone, y primero manoseó su espalda y luego le ayudó a incoporarse. Él se fijó en que la insignia negra del cuello de su guerrera decía que tenía rango de sargento.

-Tranquilo, cabo. La bala no ha pasado el chaleco.

Se apoyaron en el humvee, mientras Kendrik seguía vomitando fuego y provocando que varios tiradores moros se agacharan. La mujer se asomó por la parte trasera del vehículo, con una rodilla en el suelo.

-¿Que coño le pasa a su hombre? ¿Quiere ganar la medalla de honor?