Partida Rol por web

Siempre nos quedará Paris

4. La resistencia

Cargando editor
09/08/2013, 01:22
Dominique Durreaux

―En todo caso, espero que aprendas rápido ―repliqué sin ironía y agregué―: El padre André está rezagado…

No lo dije, pero la idea de que estuviera herido me rondaba la cabeza. Entrecerré los ojos y atisbé en la oscuridad hacia donde se encontraba la última silueta en un intento de discernir algo. ¿Era el sacerdote? ¿Cojeaba? Los disparos habían cesado, pero no abrigaba esperanzas de que eso fuera permanente. De un momento a otro llegarían las muchachas, pero ¿y el padre André?

Mordí mis labios e inspiré con fuerza. Luego volví la mirada hacia Edouard y susurré:

―¿Qué hacemos si el padre no…? ―No pude concluir mi pregunta, se me hizo un nudo en la garganta.

Cargando editor
09/08/2013, 09:41
Master

Los pies de Justine no corrían sino volaban, casi alcanzó a Clara que la precedía. Al volante estaba Edouard. En el asiento de copiloto Dominique. Y el motor estaba en marcha y preparado.

La primera en llegar fue Juliette que se metió casi de cabeza y se apretó contra la ventanilla del lado opuesto, luego entraron Clara y Justine, exhaustas y casi a la vez. Faltaba el padre que venía un poco más rezagado. Se escuchó un disparo lejano y nada más entró el padre que casi se arrojó sobre las piernas de las muchachas. El coche aceleró aún con la puerta de atrás abierta.

Sólo se escuchaban jadeos de recuperación del aliento. El coche iba ganando metros y tomó la dirección de Paris, en pocos segundos llegaríais a la calles y con ello una mayor seguridad, parecía que lo peor había pasado. Pero entonces Justine se dio cuenta de que su mano estaba húmeda, la acercó a sus ojos para descubrir que se trataba de sangre.

Notas de juego

- Continuará -

Bueno, podéis contestar mientras :P (estáis juntas)

Cargando editor
10/08/2013, 22:54
Justine Girard

No podía más, el coche era providencial. De no estar allí, me hubiera caído, exhausta. Fueron demasiadas emociones, miedos y angustias.

Una vez dentro, ví que el sacerdone nos seguía veloz, y le jaleé para entrar

-¡Vamos, sólo un poco más, corra!

Me daba miedo que le disparasen, que alguien más resultase herido por salvarme.. o muerto. No podía calmarme, ni siquiera cuando el padre André se precipitó en el coche, y éste arrancó, veloz.

Los miré a todos, sin saber qué decir. Habían arriesgado mucho, demasiado.

-Gracias a to..-comencé a balbucear, débilmente, cuando miré mis manos. Una de ellas estaba sucia. Iba a frotarla contra el vestido, en un acto reflejo, cuando me fijé mejor en la mancha: roja.

Sangre.

Llevé la mano ante mis ojos, sorprendida.. ¿Podía ser mía? No me dolía nada.. Miré a los demás, desconcertada.

-¿A.. alguien está herido?

Cargando editor
12/08/2013, 23:48
Dominique Durreaux

Me encontraba de rodillas sobre el asiento (el brazo extendido asegurando que la puerta de atrás se mantuviera abierta) y a la espera del arribo de los demás, pero la espera fue brevísima. Primero fue la platinada cabellera de Juliette la que se introdujo en el coche, le siguió Clara e, inmediatamente, Justine. Entonces todo se dio vuelta justo cuando rescataron a la chica, pensé. El padre André estaba algo rezagado y a lo lejos resonaba otro disparo, pero él no tardó en arrojarse como un bólido dentro del coche. Instantes antes yo había dudado de que pudiera abordarlo y le había planteado esa duda a Edouard, pero allí estaba. Lo había logrado. Y mientras Justine jalaba del sacerdote y Edouard pisaba el acelerador, yo forcejeaba con la puerta hasta cerrarla.

Por fin, suspiré, pero ni siquiera tuve tiempo de acomodarme en mi asiento cuando ocurrió aquello. A unos palmos de mi rostro se alzó una mano ensangrentada y una pregunta: “¿Alguien está herido?” Sangre. La náusea me mareó, pero logré controlarla. Entonces regresó a mi cabeza aquel pensamiento: el padre André está herido. Presta, me impulsé con los pies y quedé con medio cuerpo colgado del respaldo del asiento, rogando que Edouard no tuviera que dar un volantazo o hacer una frenada violenta.

—¡Me cago en Dios! —mascullé entre dientes.

Bonito improperio para lanzar justo frente a un “siervo del Señor”, pero mi humor no estaba para delicadezas. En menos de media hora había vivido y sufrido más situaciones y emociones de las que me creía capaz de resistir; y ahora…

—¡Quietas! —ordené, mientras estiraba una mano hacia el cuello del sacerdote buscando el pulso de la carótida y con la otra perseguía el rastro húmedo de la sangre que me conduciría a la herida.

—¿Me escucha? —susurré con voz ahogada.

Cargando editor
30/08/2013, 16:38
Padre André

Efectivamente había un herido.

El padre estaba consciente para tranquilidad de Dominique que temía que no fuese así - No os preocupéis, no es nada… Creo que puedo caminar… Me han dado en el hombro, he sentido como si un elefante me hubiese dado una coz – Dijo el padre tratando de tranquilizaros, aunque ¿Se le veía un poco pálido? Con tan poca luz era difícil decir.

Trató de sentarse en algún sitio, pero dado la cantidad de gente que ocupaba el vehículo y el dolor desistió y optó por quedarse quiero.

Notas de juego

Post 1 de 2

Cargando editor
30/08/2013, 16:40
Edouard

Edouard que conducía el coche solo aflojó los pies del acelerador cuando llegó a las calles de París. No quería llamar la atención de los soldados que patrullaban sus calles y menos en vuestras circunstancias.

- Tenemos de que esconder el coche… - Dijo en voz alta – Si alguien sabe de algún sitio que lo diga, solo se me ocurre meterlo por la puerta lateral de la iglesia y cerrar la puerta. También os puedo dejar donde me digáis y lo lanzo al Sena – Esperó opiniones a favor y en contra.

Notas de juego

Post 2 de 2

Cargando editor
30/08/2013, 19:17
Justine Girard

No me atrevía ni a respirar, miraba de reojo la herida del sacerdote, desconfiando de que estuviese él quitándole importancia a algo serio, cuando Edouard preguntó.

¿Lanzar el coche al río? Me parecía una exageración, aunque.. Los alemanes lo buscarían, y más después de haberlos burlado de este modo.

Nos buscarían a todos.

Me dí cuenta del lío en el que me había metido.. y en el que había metido a mis padres.

-No sé, el coche.. Lo estarán buscando, nos buscarán a todos.. ¿Y mis padres? -miré al padre André, desesperada- He de avisarles, han de escapar. Saben donde viven, irán a por ellos..

Mi miedo se convirtió en terror. Tenían que irse de casa ya mismo, y.. no sé a dónde.

Cargando editor
01/09/2013, 00:30
Dominique Durreaux

Salvo porque el sacerdote estaba conciente y parecía que aguantaría por primeros auxilios hasta un mejor momento, todo era un baldazo de agua helada tras otro: el coche, la muchacha, las consecuencias de todo esto. Había, al menos, dos guardias muertos. Y, por otra parte, ignoraba qué había ocurrido en la mansión durante el operativo pero, por ahora, prefería que eso continuara así.

—Que decida el padre, es su coche, aunque preferiría que desaparezca… Al menos por un buen tiempo. El tapizado debe estar impregnándose de sangre, y aún tenemos que ver lo de la herida… —le respondí a Edouard pero con la vista clavada en el sacerdote.

Entonces intervino la muchacha…

—¿Saben dónde viven…? —susurré repitiendo casi como una autómata las palabras de la Justine, pero con un matiz reconcentrado. Tras una brevísima pausa (mientras asimilaba sus posibles implicancias), reaccioné y encaré a la chica: —¿Qué más saben? ¿Saben del padre André?

Un montón de interrogantes se arremolinaban y zumbaban en mi cabeza como moscas —maldita sea— y la certeza de que las consecuencias de todo esto nos perseguirían por mucho, mucho tiempo…

Cargando editor
01/09/2013, 11:16
Padre André

El padre esbozó una leve sonrisa que trataba de ocultar el dolor de la herida - Cuando supe que te habían capturado lo primero que hice fue encargarme de ellos. No les he contado nada, sólo… - Tosió – Luego te lo cuento

Ahora la prioridad parecía estar en el coche – Hay muchos coches como este y si lo lanzamos al río pueden averiguar a quien pertenece, no, vamos directos a la puerta de atrás de la iglesia, sólo podemos confiar en la rapidez y en que nadie nos delate.

Edouard que miraba por el espejo interior asintió – Allí iremos entonces

Tomó aquella dirección, al menos no se perdió un tiempo valiosísimo decidiendo que hacer y en cinco minutos estabais en la conocida puerta trasera de la iglesia – Está abierto – Por suerte no había nadie patrullando en las inmediaciones, pero de camino quizás había alguno y no lo visteis.

Sin necesidad de añadir más, la rubia salió del coche y abrió los dos portones, Edouard avanzó dentro y apagó las luces y el motor, la rubia cerró de nuevo, esta vez pasando el cerrojo. El silencio se apoderó de todo durante un segundo.

Cargando editor
01/09/2013, 19:47
Justine Girard

Entendí que los había puesto a todos en riesgo, y mis palabras, no ayudaban, pero.. la culpa me martirizaba. Y pensar en mis padres, inocentes de todo mal, me punzaba el corazón.

-No saben nada más, no les dije nada. Me mantuve firme en que yo habia robado la bicicleta, y como querian corroborar mi historia, tuve que decirles donde vivían mis padres.. Creí que me encubrirían, aunque no estaba segura, y no conocía la dirección de nadie más.. -miré al padre André tras sus tranquilizadoras palabras-. Lamento haber causado todo esto, gracias por la ayuda, y por rescatarme. me quedo mas tranquila con lo de mis padres.

Asentí también ante la solución respecto a lo del coche, y al llegar a las inmediaciones de la iglesia me sentí como en casa. Me bajé del coche cuando aparcó, y ayudé al sacerdote a salir, con intención de ayudarle también con la herida.

-Hemos de curar ese disparo, o podría empeorar.. - y se me ocurrió hacer una pregunta que posiblemente tendría difícil respuesta- Y.. ¿qué haremos ahora? Supongo que.. Tendremos que ocultarnos por algún tiempo.. ¿no?

Cargando editor
02/09/2013, 00:22
Dominique Durreaux

Apreté los labios y suspiré mientras me reacomodaba en el asiento, y el resto del viaje (breve, por cierto, pero que se me hizo interminable) permanecí en un mutismo ahogado por sombríos pensamientos. Las palabras de Justine revoloteaban en mi cabeza. Mis padres… Ignoraba qué y cómo había logrado el sacerdote que los padres de la muchacha se marcharan a otro lado —¿Había hecho eso?—; pero no imaginaba a mis padres dejando todo atrás en una situación similar: la vieja casa (herencia familiar que había pasado de mi bisabuelo paterno a mi abuelo y, finalmente, a mi padre), sus amistades, sus lugares de trabajo… La Rochefoucauld era un verdadero hogar para mi madre. Y la imprenta… No imaginaba a mi padre abandonando su vieja imprenta. Eran tercos como mulas —¿Cuántas veces le habían ofrecido a mi padre un buen dinero por el vetusto local que redituaba casi más gastos que ganancias y se había negado?— y nada ni nadie cambiaría eso. ¿Qué harían en una situación similar? Lo ignoraba, pero marcharse… Jamás. Apreté los párpados con fuerza e intenté espantar de un manotazo aquellos pensamientos. Vano intento, solo conseguí angustiarme más, pero debía encontrar una solución a eso, y pronto.

Recién abrí los ojos cuando llegamos a la iglesia y escuché las palabras del padre André. —“Está abierto”— Juliette se apeó del vehículo y abrió los portones; e, inmediatamente, Edouard aparcó el coche. Por un brevísimo instante desvié la vista hacia él con la intención de hacerle una pregunta, pero me callé. No era el momento ni el lugar adecuados. Además, otras cosas urgían…

Me bajé del coche sintiendo que me hundía en las losetas y casi rogué que así fuera, pero el hado casi nunca es propicio de cumplir milagros. Luego, mientras nos introducíamos en el salón, me dirigí hacia el sacerdote y le inquirí:

—¿Posee un botiquín? Quisiera revisarle la herida y evaluar el daño.

Rogaba que la herida presentara un orificio de salida o, al menos, que el proyectil estuviera alojado en una zona de fácil acceso. No poseía los conocimientos (ni los arrestos, por qué negarlo) como para extraer una bala sin exponer al sacerdote al posible riesgo de una desafortunada intervención. No era un cirujano, era apenas una enfermera novata.

Cargando editor
02/09/2013, 14:47
Master

Por algún motivo Clara miró con malos ojos a Justine, pero la dificultad para expresarse y la posibilidad de haber ententido mal alguna cosa hizo que mantuviese la boca cerrada.

Edouard en cuanto bajó del coche fue a ayudar a sacar al padre del coche y siguiendo sus indicaciones a llevarlo a su habitación. Le dio indicaciones a Dominique sobre donde podía entontrar el botiquín, se trataba de uno sencillo con los elementos más indispensables. Antisepticos, gasas, vendas, tijeras y no mucho más.

Una vez sentado en su cama Edouard rasgó su camisa sin contemplaciones – Lo siento padre

Se pudo ver que si había agujero de salida por la parte de delante, la bala había pasado entre la clavícula y el homóplato. No parecía de gravedad pero sangraba y había que detener la hemorragia.

André le dijo a Justine – Tienes que ir al orfanato del Santo Ángel, les mandé una nota a tus padres  diciendoles que necesitaban su ayuda allí, no saben nada de lo que te ha pasado, pero me temo que es mejor que no vuelvan a casa – Eso dejaba en mala situación a Justine. ¿Cómo decirlo, cómo reaccinarían? O peor aún ¿Y si habían decidido ignorar la nota?

Clara ya no se calló – No pasear Paris sin cambiar pintas…

Edouard - ¿Y si voy yo a por ellos y los traigo? A mi nadie me ha visto – Al menos que haya sobrevivido para contarlo. En realidad a la única que podían identificar era a Justine, los guardias y el general estaban muertos.

Cargando editor
04/09/2013, 19:23
Justine Girard

escuché las opiniones de todos, tenían razón, indudablemente. A mí me habían visto, no les haría falta ni un retrato para identificarme.

-Sí, a mí me conocen, me estarán buscando. Quizás es mejor que desaparezca de la circulación un tiempo, hasta que se olviden de mí, si es que pueden.. Pero no me gusta la idea de enviar a alguien a hacer el trabajo que a mí me correspondería, aunque sea lo más prudente..-dije, mirando a Edouard.

Estaba preocupada por ellos, sin duda- Cómo no- , pero no quería cargar sobre mi conciencia más muertes.

-¿Qué posibilidades habría de que yo fuese disfrazada? ¿Podrían reconocerme si me disfrazo de hombre? -pregunté. NO quería correr riesgos.

Cargando editor
05/09/2013, 20:38
Dominique Durreaux

Mientras higienizaba mis manos con un desinfectante y echaba una ojeada al botiquín, el sacerdote le dijo a Justine de que fuera en busca de sus padres al orfanato. Una mueca se formó en mis labios, pero no abrí la boca. Me aislé momentáneamente de todo y me dediqué a limpiar y desinfectar las heridas, pero evitando posar mis ojos sobre las mismas, y aliviada de que la bala no estuviera aún alojada en el cuerpo del padre André. Recién cuando liberé la zona de los restos de sangre y cubrí ambas heridas con improvisados emplastos compuestos de algodón envuelto en gasa y antisépticos, evalué la situación según el color de la sangre y el tipo de hemorragia. Conteniendo las náuseas y el mareo, comprobé que presentaba un color granate oscuro y que fluía de forma continua. Sentí como si me quitara una pesada mochila de los hombros y suspiré más tranquila mientras repetía mentalmente viejos protocolos. Estaba frente a una hemorragia abundante, pero fácilmente tratable. Le hice una seña a Juliette para que se acercara y le solicité que sostuviera los emplastos mientras preparaba algunas compresas con el resto de las vendas. Rápidamente sustituí los emplastos por las compresas, los sellé y, finalmente, accioné con mis dedos sobre los puntos de compresión arterial para ayudar a detener la hemorragia.

Mientras hacía esto último, presté atención a la conversación que discurría en derredor, y quizá solo porque Edouard había tomado la palabra. Me volví hacia él e iba a recomendarle algo justo cuando Justine intervino con aquello. Creo que me volvieron los colores, porque sentí que me ardía el rostro y una oleada de indignación me hizo clavar las uñas sobre el pobre sacerdote por un brevísimo instante. Algo muy dentro mío rebalsó, como un caldo mucho tiempo macerado, y repliqué, exasperada:

Escúchame... —apenas contuve un epíteto grosero— Justine No nos arriesgamos por tí para que ahora salgas a pasearte por allí disfrazada de... de... —se me atoraron las palabras en la boca, tal era mi indignación— muchacho. Ni eres la heroína de esa estúpida película de acción que te estás imaginando... ¡Allá afuera hay una guerra por si lo notaste! ¡Una maldita guerra de verdad, con muertos, con desaparecidos, con dolor! Te quedarás aquí hasta que comprendas que ya no tienes padres, ni hermanos, ni trabajo, ni hogar. Todo lo que quedó atrás, atrás queda. ¡Y agradece que sigues viva! Desde ahora eres una de las tantas huérfanas que dejó esta maldita guerra: no conoces a nadie, no tienes nada. Edouard irá por tus padres y los traerá aquí mientras que tú los convencerás de que abandonen Paris. ¡Y tú...! —me encaminé hacia ella con pasos firmes y la apunté con el índice, ya fuera de mí— ¡Tú deberías hacer lo mismo si piensas seguir comportándote como la mediocre actriz de una película barata! ¿Me has entendido? —Le espeté con mi rostro a apenas un palmo del suyo. Mis ojos destellaban toda la furia que me oprimía el pecho en aquel momento.

Esta guerra me había arrebatado demasiado. A mi tía y abuela maternas, a mis hermanos... Y había abierto una herida muy grande en mi familia. No quería más sufrimiento para ellos, no lo permitiría. Menos aún por culpa de una mocosa que parecía no darse cuenta de la gravedad del asunto y que hablaba de pasearse disfrazada de garçon por las calles de Paris... cuando recién había sido rescatada de las garras nazis y los cuerpos de los guardias muertos aún estaban tibios.

¡Merde!

Notas de juego

Con amor. XD

Cargando editor
06/09/2013, 17:53
Padre André

Como enfermera, aunque novel, ya había visto heridas de este tipo, aunque normalmente llegaban con heridas de hacía varios días y esta era reciente. Aún era pronto para descartar que se produjera una infección, la bala no la causaría, los emplastos tampoco, pero no había que confiarse en los siguientes días pues había estado en contacto con la ropa. Tampoco había habido excesiva pérdida de sangre, por el momento André parecía estabilizado.

- Dominique… Por favor - Desde luego que el Padre no estaba en condiciones de poner paz, pero lo intentó.

Cargando editor
06/09/2013, 17:54
Juliette Leblanc

No había hablado mucho en toda la noche, pero en esta ocasión la rubia tomó la palabra

- ¿Podemos discutir los detalles luego? Ahora es mejor actuar y no atraer la atención de nadie con gritos – Dijo un poco nerviosa, aunque en realidad todos estabais un poco alterados.

Cargando editor
06/09/2013, 17:54
Edouard

Al que parecía tocarle mover ficha ahora era a Edouard y no dudó en hacerlo - Bueno, me pondré en marcha el tiempo vuela, cuidad del padre y apagad las luces. Cuando vuelva daré un golpe, dos golpes y un golpe con los nudillos en la puerta.

Se acercó al oído de Dominique y le susurró algo acto seguido le dio un corto beso en los labios y ya se dispuso a salir.

Cargando editor
06/09/2013, 17:55
Edouard

- Mi valiente Dominique, relájate ahora y no seas muy dura con Justine

Cargando editor
07/09/2013, 18:55
Dominique Durreaux

Con el índice apuntando a Justine y mi mirada clavada en sus ojos, furiosa. Asustada. Sí, asustada, esa era la verdad, porque en realidad era el miedo lo que me enfurecía, mi propio miedo. Pensaba en mis padres, en el profundo daño que podría haberles causado si esta noche me hubieran atrapado. Había barajado esa mala jugada y había obrado en consecuencia, ¿pero había sido suficiente? No, y ahora lo sabía. Esa certeza se la debía a la muchacha: sus errores me habían abierto los ojos sobre mis propios errores. Justine era solo el espejo que reflejaba mis más profundos temores. En realidad, no era a ella a quién atacaba, sino a mí. Estúpida. Yo pude ser ella; yo pude ser quien ahora debía enfrentarse a esa cruel y dolorosa realidad; yo pude haber trastocado la vida de mis padres irreversiblemente esta noche.

Yo, estúpida de mí.

Las voces en torno a mi giraban en suaves remolinos, pero lejanas, muy lejanas; miré a Justine otra vez y percibí su dolor y su miedo (y supe que también eran los míos). Entonces mi dedo —fiscal, juez y verdugo— cedió.

¿A quién acusas, Dominique? ¿A ella o a tí?

Las voces seguían allí, lejanas. Escuché a Edouard, pero recién comprendí sus palabras cuando me susurró aquello al oído. Y asentí, al mismo tiempo que me volvía hacia la muchacha:

—Lo… siento. No es... contigo, es… es... Olvídalo —balbuceé y, acto seguido, me ruboricé. No podía explicárselo, no.

Luego, a Edouard:

—El orfanato no está muy lejos. No lleves el coche, creo que el tapizado está manchado de sangre y... asustaría a los padres de Justine. Te acompaño hasta el portón —e intenté esbozar una sonrisa.

Cargando editor
08/09/2013, 23:12
Justine Girard

Las palabras de Dominique eran justas. Tenía toda la razón. ¿A dónde iba yo, a comprometerlos más aún? ¿Con qué derecho? Ya bastante habían arriesgado por mí, por la misión..

-No, Dominique.. -le respondí-. Es cierto. No puedo poneros más en peligro, pero.. Me siento una causa, un estorbo. Necesito hacer algo.. Pero ponernos en riesgo a todos de nuevo no es lo mejor. Ojalá a Edouard no le pase nada, no podría perdonármelo.

Sus palabras habían sido tan ciertas.. Era una huérfana de guerra. Me había embarcado en algo más grande que yo misma, y no podía implicar a nadie, o resultaría dañado. La lección había sido dura, pero eficaz. Mis padres tenían que abandonar la ciudad, ahora que podían. Yo no iría con ellos. Sería lo mejor para todos.

-Puedo cuidar del padre André, si no hay otra cosa que yo pueda hacer.

Notas de juego

Genial los posts, Veronick ^_^